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RESUMEN Y COMENTARIO DE “LAS SIETE SEMILLAS”

(AUTOR: DAVID FISHMAN)


Resumen:
El gerente Ignacio Rodríguez, quien trabajaba demasiado, llevaba una vida
desordenada y no tenía control sobre su ira. Cierto día le dio un pre-infarto que ameritó
un cambio es su modus vivendi; decidió visitar a un maestro hindú, quien le preguntó si
era feliz y, después de pasar por un estado de ira y luego de llanto, reconoció que no lo
era. Se dio cuenta de que la felicidad no depende de las cosas materiales ni de los
logros profesionales; quería aprender a ser feliz. El maestro le mostró un cofre las siete
semillas de la felicidad con una enseñanza cada una. Así, se llevó la primera semilla a
casa y comenzó a regarla sin ver resultados.
Pasó un mes, volvió donde su maestro y este observó que, si hay violencia, en el ser
humano nunca podrá desarrollarse ni ser feliz; así como la semilla que había sido
golpeada por el martillo y por eso no pudo germinar. Entonces, el autio-conocimiento,
hacer conciente lo subconsciente y la aceptación del pasado es imprescindible para la
primera semilla de la felicidad. Es aquí donde entendió su manera de ser – violenta,
iracunda y “castigadora hasta con el mínimo error” -; su padre lo había tratado justo
como ahora él trataba a sus empleados. Esto es así porque los “subordinados” (o las
personas que se encuentran en un rango inferior a nosotros) siempre aprenden del
ejemplo. Tomar conciencia de conducta y emociones destructivos podrá mejorar.
Después, el maestro le dio una segunda semilla, una mimosa púdica, con la que lo
inicia en la meditación. Ignacio aprende a concentrarse en su respiración, en poner su
mente en blanco y así evitar actuar sin analizar antes los escenarios. Le enseña el
Kriya Yoga, una técnica que ayuda a llegar al estado de meditación.
Pasaron cuatro meses, cuando su tercera semilla ya se había convertido en un rosal
rojo, el maestro dio su tercera enseñanza: el ego producto de los logros puede
convertirte en una mala persona. Aunque, en el fondo, un ego desmedido significa un
sentimiento de inferioridad implantado desde la niñez debido a los maltratos recibidos.
Por eso, en la adultez, se busca continuamente la admiración de las personas,
ocultando así su verdadero modo ser (así como la rosa, de lejos, oculta sus espinas).
Por eso, es importante ejercer una verdadera autonomía sobre los actos propios,
cambiando los hábitos destructivos por unos benévolos, donde no se tenga la
necesidad de desmerecer o culpar a otros. Esto se logra “dándose amor” verdadero a
uno mismo.
Luego de un mes y medio de haber recibido su cuarta semilla, la cual se convirtió en
una planta de mango, Ignacio continuaba trabajando en su control del ego, a través de
la meditación. Ignacio aprendió que solo estando en tranquilidad y en paz podría
dominar su ego; la angustia y la ira solo desemboca en el ego. La cuarta semilla
enseña un servicio desinteresado; la planta da sombra y frutos a pesar de las malas
actitudes que se pueda tener contra ella. Pensar en el crecimiento y la felicidad de las
demás personas, algo que Ignacio debía aprender a hacer en su comunidad
empresarial. Cuando se brinda amor y ayuda desinteresada, el miedo desaparece. Así,
aplicando todos sus conocimientos adquiridos con el maestro, dio una conferencia en
su empresa, donde también puede compartir lo que había aprendido en meditación con
sus compañeros.
Continuando, el maestro le dio la quinta semilla, una de girasol. En este punto, Ignacio
se encontraba muy preocupado porque debía hacer recortes de personal en su
empresa. El maestro le hizo ver que debía – como los girasoles – orientarse hacia la
luz. La luz es la ética y la moral, estas conducen hacia la verdad, la verdad es Dios. Lo
que faltaba en su vida es esa orientación hacia Dios.
Recibió finalmente su sexta semilla, la cual crecería durante los seis meses posteriores.
El maestro le hizo ver que es imperativo administrar bien el tiempo, priorizar y relegar
actividades para lograr ser más productivo y llegar a las metas propuestas. Justo como
las ramas del árbol de pino que guardan un equilibrio ideal ya que cada rama de
distingue de la otra sin superponerse. La enseñanza aquí es encontrar el equilibrio en
las funciones que tenemos pues, el tiempo – que es como el agua – puede tener
diversos tratamientos y es deber buscar el mejor uso de aquel. Además, no se debe
olvidar la importancia de una buena alimentación para mantener el equilibrio interno
(homeostasis) y el equilibrio externo en la vida. Existen alimentos de tres tipos que
influyen directamente en el estado de ánimo: los tamásicos (carnes rojas, comida
enlatada, etc.) que causan somnolencia e inacción, los rajásicos (pescado, pollo, café)
que facilitan la euforia y agresividad, y los sátvicos (frutas y verduras) que promueven
la alegría y la claridad. Lógicamente, se recomienda basar la alimentación en el tercer
tipo, consumir moderadamente los segundos y evitar los primeros.
Ignacio empezó a poner en práctica lo aprendido últimamente y regresó después de
mes y medio a la casa del maestro para obtener su última semilla…pero su maestro
había fallecido. Cayó en cuenta de que nunca se tomó el tiempo de conocer a su
maestro.
Pasaron tres semanas, Ignacio recibió una carta. En ella, el maestro le entregaba su
última semilla, un árbol de junco, cuya enseñanza es la adaptación (flexibilidad) en el
plano material, y la fijación del espíritu. Es importante reconocer cuando es necesario
cambiar para seguir desarrollándose. Esta capacidad de adaptación, que se traduce en
libertad, determina el desapego de los bienes materiales y las formas y el arraigo a
nuestro espíritu. Con el desapego (en suma, el cambio perenne) se llega a comprender
la omnipresencia de Dios.
Comentario:
Buena lectura que llama a la reflexión, pero no hay que olvidar que las condiciones
materiales- estructurales son las que realmente condicionan el bienestar y el desarrollo
de un ser humano. La estructura económica y del trabajo es la que ha permitido el
desarrollo del hombre, en suma, ha permitido la antropogénesis. Por tanto, los logros
laborales, académico-profesionales, y los logros materiales en general, sí determinan la
capacidad de alcanzar esa “felicidad”. Claro que no es suficiente per se. Pues, la
felicidad y el bienestar humano es multifactorial y transversal. Es decir, depende de
muchos factores, de muchas variables, las cuales no se pueden reducir a la moral, a la
búsqueda de Dios ni a un trabajo estable. Es todo en su conjunto, pero, a diferencia de
lo que se sugiere, considero que todo lo que se menciona en la lectura es posible solo
si el ser humano primero ha cubierto satisfactoriamente sus necesidades
fundamentales (las biológicas), y para esto se necesita una base material (económica)
estable.
Así, el bienestar está determinado por estas condiciones materiales. La capacidad de
reflexión (de raciocinio) y de trascendencia del ser humano solo se presenta – y de
despliega – como tal cuando las condiciones materiales son óptimas. Por lo demás,
concuerdo con las enseñanzas planteadas. El ser humano en pro de su dignidad y la
concretización de sus derechos fundamentales como tal, tiene que orientarse por un
“deber ser”, por un afán de “progreso social”, por un re-conocimiento del otro ya que,
solo así, podrá mantenerse la existencia y supervivencia de la sociedad humana. Solo
así será posible orientarse y bien encaminarse a los ideales planteados.
Concluyendo, las bases materiales son imprescindibles y es necesario desarrollarlas
primero para que se pueda desarrollar esa “orientación hacia lo absoluto” (lo segundo),
a esa inclinación por el bien social. Y, por último, estos ideales puedan impactar sobre
la realidad (tercero). Y así, ser efectivamente lo que se es “un ser humano”. Es así
como la humanidad obtiene un salto cualitativo en cuanto al avance civilizatorio, y no al
revés.

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