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El texto expositivo explicativo.

En el ámbito universitario, los discursos expositivo explicativos predominan en los


manuales, los parciales, los, informes, las exposiciones orales de alumnos y docentes,
y los artículos de divulgación científica. Estos géneros, tan diferentes en apariencia, se
caracterizan porque tienden a hacer saber/conocer algo a su destinatario y porque
tienen la finalidad de que este comprenda, pueda dar cuenta de las razones, motivos o
causas de un fenómeno, conozca cómo es algo. No se trata de discursos que
procuran únicamente transmitir información sino que establecen con el lector un
contrato de tipo cognitivo, apelan a la comprensión, buscan instaurar a partir del
discurso una simetría de saberes entre el que explica (poseedor de un saber mayor) y
el que recibe la explicación.

Este tipo de textos requiera para la lectura mayor tiempo de procesamiento que los
textos narrativos.

Comprenderlos implica construir una o varias redes de relaciones entre conceptos que
corresponden a un determinado dominio del conocimiento, por lo que se vuelven
determinantes, en este proceso, los saberes del lector sobre el campo conceptual al
que se refiere el texto. Desde el punto de vista discursivo, los textos expositivo-
explicativos tienden a borrar marcas enunciativas del sujeto para producir efectos de
objetividad y, además, demarcan claramente los enunciadores diferentes del locutor
cuando integran otras voces en los textos. Desde el punto de vista retórico, apelan a
distintos recursos para explicar: las definiciones, las comparaciones o los ejemplos se
construyen con el objetivo de hacer comprender los fenómenos.

Cuando leemos o asistimos a la exposición de un tema es frecuente que el discurso se


organice en torno a un interrogante, una cuestión que, se supone, la audiencia o el
lector desconocen y el que expone domina.

El interrogante

Algunos textos expositivos enuncian a partir de una pregunta el problema, objeto de la


explicación. En este caso, se usan oraciones interrogativas directas:

• "¿Por qué los primates diurnos viven en grupos sociales estables y 'Complejos?". En
otros, pueden aparecer formas de la interrogación indirecta:

• Los primatólogos se han preguntado/planteado por qué los primates diurnos viven en
grupos sociales estables y complejos

Otra forma de presentar el problema es usando títulos que lo anticipen, que permitan
al lector reponer la pregunta a la que el texto siguiente responde.

La explicación propiamente dicha

La respuesta a la pregunta por el por qué (o por el cómo) es la explicación


propiamente dicha. Esta explicación puede apelar a la presentación de las causas que
explican el fenómeno, a una narración que dé cuenta del origen de un hecho, a
definiciones que permitan comprender mejor qué es lo que se pretende explicar, a
ejemplos, etc.
Estructura

Cuando se ofrece una explicación, se suele suscitar el interés del destinatario en la


cuestión presentando el problema de conocimiento como algo que merece ser
explicado, también indicando el encuadre disciplinar o teórico desde el que se
abordará. Por eso, los textos explicativos suelen iniciarse con un marco o presentación
del vacío de conocimiento que será objeto de la explicación. Una vez presentado y
formulado el problema en cuestión, los textos ofrecen una explicación. Finalmente, en
muchos textos explicativos se procede a evaluar la explicación propuesta. La
estructura típica de las explicaciones en estos discursos es:

Presentación / marco

Planteo del problema (explícito o implícito)

Respuesta del problema

Evaluación conclusiva

Distintas formas de explicar: recursos para responder al problema

Los ejemplos

Se utilizan para aclarar mediante un caso particular o concreto una idea muy compleja
o abstracta que fue expuesta anteriormente. El ejemplo suele insertarse a continuación
del concepto que se ejemplifica y se introduce mediante diversos marcadores.

Toda ejemplificación establece una relación entre el caso particular, por un lado, y el
concepto abstracto, por otro. De modo que no es un elemento aislado o autónomo del
discurso, sino que su interpretación requiere siempre esa puesta en relación con el
concepto al que ejemplifica. Suele tener una función esclarecedora, particularmente en
el discurso explicativo.

La definición

Por su finalidad de facilitar la comprensión, el discurso expositivo también recurre


frecuentemente a definiciones, es decir, a explicaciones del significado de un término.

Proporciona al lector el significado específico de un término y describe las


características distintivas del elemento definido. En los casos que corresponda,
también indica su función, finalidad o uso.

Existen diferentes tipos de definiciones: algunas se ocupan de describir o caracterizar


el concepto (definición descriptiva), otras indican el término científico empleado para
denominar el concepto que se explica (definiciones de denominación), otras presentan
el objeto indicando su Función (definiciones funcionales).

En todos los casos se apela en su construcción a nexos que señalan una relación de
equivalencia entre el término a definir y la definición (verbos en presente atemporal
como: "es", "se denomina", "se llama", "se define como", etc.).
La reformulación

Consiste en un enunciado que explica de un modo más sencillo lo dicho en el


segmento anterior, aclara en qué sentido debe interpretarse a añade información.

Los conectores

Las explicaciones suelen recurrir a ciertos nexos o enlaces entre las proposiciones que
vinculan.

Estos nexos pueden aparecer entre dos partes de una misma oración, entre dos
oraciones o entre dos grupos de oraciones y reciben el nombre de conectores. Entre
los que señalan la causa, los más frecuentes son porque, puesto que, ya que y como.

Ejemplo de texto expositivo explicativo.

Lo que "vio" Colón en 1492

A comienzos de 1493, poco antes de su retorno a España, Colón escribió una larga
carta, como una popular y sumaria versión de su Diario. [...] Los actuales lectores de
ambos documentos pueden quedar sorprendidos por la falta de interés que Colón
demostró hacia los detalles referentes a las tierras que visitó, y por la limitada atención
que concedió a la fauna y la flora locales.

En marcado contraste con la falta de referencias sobre los aspectos naturales de las
islas que visitó, Colón mostró un agudo interés en sus contactos con los pueblos que
equivocadamente llamaba "indios". Como ha notado el historiador de la cultura italiano
Leonardo Olschki, Colón fue "meticuloso y exhaustivo", facilitando referencias sobre el
aspecto de los indígenas, sus costumbres y sus peculiaridades, "pintando, incluso, su
vida y sus hábitos con un realismo perspicaz y expresivo".

Las apreciaciones de Colón sobre los indígenas estuvieron inspiradas en las de los
navegantes anteriores a él, en la tradición judeocristiana y en sus propias
expectativas. [...]

Basándose en su acervo intelectual y cultural, Colón estaba mentalmente preparado


para encontrar cinco tipos de seres humanos en el curso de su viaje de 1492. En
primer lugar, si alcanzaba el Extremo Oriente, como esperaba y deseaba, se
encontraría con asiáticos. Los primeros nativos con que se tropezó, los taínos de San
Salvador, no eran precisamente los civilizadísimos ciudadanos de la India, China o
Japón. Trató de tranquilizarse buscando indicios que le permitieran suponer que había
llegado a algunas islas situadas no muy lejos de las costas de Asia.

En segundo lugar, los nativos encontrados por Colón podían ser hombres o mujeres
de algún otro tipo familiar (tal vez europeos o bien africanos), en cuyo caso no habría
alcanzado las Indias, algún rincón del mundo hasta entonces no conocido. El relato de
Colón descarta desde el primer momento esta posibilidad. Igualmente insatisfactoria
era la tercera hipótesis, la de haberse encontrado una raza humana absolutamente
desconocida, pobladora de una tierra de la que jamás se había oído hablar.[...]

Una cuarta perspectiva era la de que los nuevos pueblos descubiertos fuesen
habitantes de un paraíso terrenal. Una de las imágenes de la Biblia más persistentes
era la relativa al Jardín del Edén, donde la primera pareja humana, inocente en su
desnudez, había habitado en un idílico estado natural. [...]

La última posibilidad que Colón tenía en cuenta era la de que había alcanzado alguna
de las partes más distantes y prohibidas del mundo, en las que vivían sólo monstruos.
Relatos o leyendas sobre monstruos humanoides fueron un tópico común de la
literatura de viajes, que no podía menos que resultar conocida y familiar a Colón.
Realmente, este aspecto acapararía una buena parte de los escritos colombinos.

Los monstruos míticos de que Colón había oído hablar eran gigantes, cíclopes de un
solo ojo, hombres y mujeres de larguísimas cabelleras, y otros tipos de exóticas
criaturas. Las amazonas eran mujeres guerreras que se amputaban el pecho derecho
para usar con más eficacia los arcos y las flechas. Los antropófagos devoraban carne
humana y usaban para beber los cráneos de sus víctimas.

En muchos relatos y obras literarias aparecen referencias sobre semejantes seres. Por
ejemplo, la pretendida correspondencia de Alejandro Magno y la Historia Natural de
Plinio el Viejo contienen las primeras descripciones de monstruos humanoides. El
Millione de Marco Polo incluye también descripciones de razas monstruosas.
Cualquiera que hubiese leído algo sobre lugares remotos podía esperar encontrar
libros eruditos del siglo XV, tales como la Imago Mundi de Pedro de Ailly, o la Histora
Rerum Ubique Gestarum de Eneas Silvio Picolomini, ambos leídos por Colón.[...]

Cuando Colón alcanzó el Nuevo Mundo, inquirió uno y otra vez sobre la presencia de
monstruos humanoides. Tal vez sus informantes no entendieron lo que les estaba
preguntando, o tal vez intentaron complacerlo contándole lo que al parecer quería oír.
Por ejemplo, afirma en su carta haber recibido información sobre unos hombres con
cola, gentes que no tenían cabello, o mujeres que vivían en una isla vació de varones.

Estas patrañas, a las que el descubridor prestó atención, y la manera en que él las
interpretó, reflejan tanto sus expectativas como sus deseos. La deficiente
comunicación entre Colón y los indios -basada muchas veces sólo en unas pocas
palabras, y en un lenguaje por gestos- le condujo a considerables desviaciones a la
hora de traducir lo que le contaban los indígenas a su propio esquema conceptual. Sus
actitudes vacilantes hacia aquellas historias expresaban tanto su necesidad de
considerar seriamente la existencia de monstruos, como su deseo, por razones
prácticas, de no tropezarse con ellos.

(I.B. Cohen [1993], "Lo que "vio" Colón en 1402", Investigación y Ciencia, febrero
1993, pp.42- 46-49, reproducido en MONTOLÍO, E.; FIGUERAS, C.; GARACHANA,
M.; SANTIAGO, M. (2000) Manual práctico de escritura académica. Barcelona: Ariel.)

En relación a la organización del contenido del texto, podemos distinguir distintas


partes que corresponden a la estructura prototípica del texto explicativo.

El texto propuesto como ejemplo se inicia con un párrafo de introducción que sirve de
presentación o marco del tema que va a tratar.

A continuación el texto plantea el problema (¿por qué Colón esperaba encontrar


distintos tipos de indígenas?) y en los párrafos siguientes desarrolla la respuesta al
problema, de modo que prácticamente todo el texto se dedica a este movimiento.
El título anuncia el problema de conocimiento que el emisor se dispone a aclarar: lo
que "vio" Colón en 1492, con las comillas que ponen en duda que lo viera realmente.
En el tercer párrafo se introduce la respuesta: Las apreciaciones de Colón sobre los
indígenas estuvieron inspiradas en las de los navegantes anteriores a él, en la
tradición judeocristiana y en sus propias expectativas. Es decir, Colón vio lo que
esperaba ver. El resto del texto sigue desarrollando la respuesta al problema.

El último párrafo del texto es una evaluación conclusiva para cerrar el texto explicativo:
Sus actitudes vacilantes hacia aquellas historias expresaban tanto su necesidad de
considerar seriamente la existencia de monstruos, como su deseo, por razones
prácticas, de no tropezarse con ellos.

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