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A LOS PÁRROCOS, SACERDOTES Y
DEMÁS
FIELES DE SU DIÓCESIS
El Ilustrísimo y Reverendísimo Señor
D. Fr. JOSÉ ANTONIO DE SAN ALBERTO
Del consejo de S. M.
Y Obispo de Córdoba del Tucumán,
EN EL AÑO DE 1778
Gratia vobis pax ... textis est mihi Deus... quod sine
intermisione memorian vestri facio semper in oraticnibus
meis: obsecrans, si quomodo tandén aliquando
prosperum iter habeam in voluntate Dei veniendi ad vos.
Desídero enim vidére vos, at aliquid impertiar vobis
gratiae spiritualis at confirmandos vos. D. Paul
Epist. Ad. Roman. Cap. 1 vers. 7.9.10 & 11.
2
Ad Hebr. Cap 12. V.23. Epist. D. Petr. Cap. 2. V. 9.Apoc. cap. 21.
V. 2.
Tui erant, mihi eos dedisti...serva eos in nomine meo, ut
sint unun sicut nos 3.
5- ¡Qué consuelo, vuelvo a decir, amados fieles
míos, seria este para mí y que dicha para vosotros!.
Esta es la que ardientemente os deseo; y Dios es
testigo que a éste fin hago continuamente memoria de
vosotros en mis oraciones y sacrificios. Hacedla también
vosotros por mí, para que un próspero viaje me
proporcione el consuelo de llegar cuanto antes a vuestra
presencia y la ocasión de sacrificarme por el bien de
vuestras almas.
6- Yo os confieso sinceramente con el Apóstol,
que deseo ya veros: Desídero enim vidére vos: y
vosotros lo creeréis sin dudar en ello, si alguna vez
habéis experimentado las delicadas impresiones y vivos
movimientos de un amor espiritual; amor ciertamente
más puro y por lo mismo más eficaz, más activo y más
inquieto, que todo otro amor natural y sensible. Dios, por
unos medios y caminos tan rodeados, que solo es capaz
de penetrarlo su sabia, justa y adorable providencia, me
ha destinado para Esposo de esa Santa Iglesia, para
Padre, Pastor y Prelado vuestro. Pues, ¿qué Prelado no
3
Joan. Cap. 17. Vers. 6 & 11.
desea ver y tratar a sus súbditos, y más si ellos son
dóciles, rendidos y prontos a ejecutar cuanto se les
manda?, ¿Qué Pastor no desea ver, conocer y
apacentar sus ovejas, y más si ellas llenas de bondad y
mansedumbre, están dispuestas a seguir sus pasos y
oír su Doctrina?, ¿Qué Padre no desea ver y abrazar a
sus hijos y más si espera de ellos toda aquella atención,
respeto, amor y obediencia que inspira una buena
educación; que dicta la misma naturaleza y que Dios
tiene mandada por sus santas leyes?, ¿Qué esposo no
desea ver y unirse con su esposa fiel, santa, pura,
hermosa, noble y adornada de cuantas bellas calidades
pueden hacer feliz e indisoluble un desposorio
espiritual?
7- Yo me tuviera, señores, por el Obispo más
infeliz, si desde el punto que acepte esta dignidad tan
superior a mi mérito y fuerzas, no hubiera sentido estos
tiernos movimientos de amor hacia mi Iglesia, hacia mis
hijos, hacia mis ovejas y hacia mis súbditos. Yo contara
por una de las señales mas ciertas de mi reprobación, si
hoy no sintiera en mi corazón estos vivos deseos de
llegar a vuestra presencia con el fin de consolaros en
vuestros trabajos, de socorreros en vuestras
necesidades, de instruiros en vuestras obligaciones y de
confirmaros en la fe, en la piedad y en la pureza de las
costumbres. En una palabra, yo no me tendría por
verdadero Pastor, si no por un vil y miserable
mercenario, si no me sintiese determinado a exponer mi
vida y mi salud por defender y salvar las almas que el
Señor ha puesto a mi cargo: Bonus Pastor animan suan
dat pro ovibus suis. 4
8- Ya con esto, amados fieles míos, no
extrañareis, ni acusareis de intempestiva esta Carta
Pastoral de prevención, e instrucción: antes yo espero
que la mirareis como una corta señal del grande amor
que os tengo, y como una prueba anticipada del cuidado
con que solicitaré o instaré siempre, como decía el
Apóstol, por el bien espiritual de vuestras almas: Insta
opportune importune5. Recibid pues, las siguientes
instrucciones y aprovechaos de ellas, mientras llego a
esa, mi Diócesis: Negotiamini dum venio6.
7
Div. Thom. 3.p quaest. 77 art. 2.
8
Beda sup. Cap. 10 Joan.
inferiores en el orden y en la dignidad: Inferiores hi erant
Apostolis.9
11- Después que Jesucristo, nuestro bien se
subió a los Cielos, los Apóstoles para continuar la
grande obra de extender el Evangelio en todo el mundo,
gobernar en las Iglesias y confirmar en la fe a los
nuevos fieles, se sirvieron de los Obispos y de los
Párrocos, que entonces se conocían con el nombre de
Presbíteros, siendo éstos como unos Vicarios y
Auxiliares de aquellos, semejantes en el cargo y cuidado
de las almas, si bien muy inferiores en el carácter y
potestad de orden, como lo dice el Santo Concilio de
Trento: Si quis dixerit Episcopos non ese Presbyteris
superiores... anathema sit.10
12- Murieron los Apóstoles; y sus Discípulos y
Obispos sucesores continuaron en la propagación de la
religión cristiana, y gobierno de las Iglesias en la misma
forma que habían observado. En las ciudades
populosas ponían Obispo, si hallaban sujeto capaz de
serlo; más como él por si solo no podía concurrir a todas
partes, se valía de los Presbíteros o Párrocos para la
administración de los Sacramentos, y enseñanza de los
9
Adnot. J.H. Du-Hamel sup. Cap. Joan.
10
Sess. 23 can. 6 & 7.
fieles.11 Si no hallaban sujeto proporcionado para
Obispo, dejaban encargada la ciudad a uno o más
Presbíteros, para que la gobernaran en todo lo espiritual
hasta nombrar Prelado, que fijase su silla o jurisdicción
en ella.
13- La historia Eclesiástica nos presenta muchos
ejemplares de éstos. A mitad de siglo III, se hallaba la
Iglesia de Astorga gobernada por el Párroco Félix, y la
de Mérida, por el Diácono Lelio, que hacían en ella, las
veces de Obispo, como consta en la Carta 68 de S.
Cipriano.12
14- En el mismo siglo gobernaron la Iglesia de
Alejandría, los Párrocos Máximo, Dióscoro, Demetrio y
Lucio, mientras que S. Dionisio, dignísimo Prelado de
ella, vivía desterrado en los desiertos de Libia.13 S.
Hilario Obispo Pictaviense, que floreció en el siglo IV, se
gloriaba en el libro que dedicó al Emperador
Constantino, de que sin embargo de hallarse desterrado
de su Iglesia administraba a sus fieles la comunión por
medio de sus Presbíteros o Párrocos14. Esta misma
práctica vemos en siglos muy posteriores; y sin salir de
11
Sozom. Lib., 7 cap. 9.
12
D. Cyprian epist. 68.
13
Div. Dionys. M. Espist. Ad. Domitian & Didim.
14
Div. Hilar. Lib. Ad Constantin. Imper.
nuestra España se dice que la Santa Iglesia de Toledo
estuvo gobernada por el Cura de Santa Justa ciento
cincuenta años, los mismos que estuvo vacante y sin
Prelado desde la muerte del Arzobispo Juan15, cuando
ya la división de territorios y parroquias, empezada en
tiempo de San Dionisio Papa, como escribe Barbosa 16,
llego a formalizarse del todo, entonces a cada Diócesis
se le señaló su Obispo, y a cada Parroquia su Cura,
para que, teniendo el Obispo tantos Coadjutores como
Párrocos, donde no pudiese residir y obrar por si,
residiese y obrase por medio de ellos, como por unas
causas particulares y como por unos Ministros próximos
de los Sacramentos, que así lo llama el Papa Benedicto
XIV,17 citando a Santo Tomas.
15- De aquí ha nacido, señores, la grande y justa
estimación que la Iglesia ha hecho siempre de los
Párrocos, y el respeto y veneración con que en todos los
siglos los han mirado los fieles. En la primitiva Iglesia
fueron condecorados con el nombre de Obispos, así
como éstos usaban indiferentemente el nombre de
Presbíteros hasta que después, para atajar
equivocaciones y contiendas, que empezando en el
15
Dissert. Histor. Theolog. Sobre la antigüedad de los párrocos.
16
Barbosa, lib. De Offic.y Potest. Parot. P.1 fol. 4
17
Bened. XIV de Synod Dicec. Lib. 13 cap. 19. n 6.
nombre, paraban en la substancia y en la jurisdicción, se
hizo privativo de los Sacerdotes del primer orden el
nombre de Obispo; así como el de Papa, que
antiguamente de dada también a los Obispos, desde el
siglo IV, se hizo privativo de los Sumo Pontífices18.
16- El senado antiguo de la Iglesia, así en Roma,
como en otras partes, especialmente en Africa, se
componía de los Obispos, Párrocos y Diáconos 19. Los
Cor-Epíscopos, o como dice Ferrando, Díacono, los
Vicarios de los Obispos, que en los primeros siglos
gozaron de tantas preeminencias, y cuyo nombre y
jurisdicción se suprimió casi a mitad del siglo X, no eran
más que unos Párrocos autorizados20. Ellos asistían a
los Concilios, no sólo como personas particulares, sino
también muchas veces, como Legados de los Papas.
Así leemos en el Concilio General Niceno, celebrado en
el siglo IV, asistieron como Legados del Papa S.
Silvestre los dos celebres Párrocos Vito y Vicencio21. Al
Concilio General Efecino celebrado en el siglo V, asistió
18
D. Isid. Lib. 2 de Offic. Cap 7.
19
Dissert. Sup. Citat.
20
Bened. XIV de Syn. Dicce. Lib 3 cap. 3 n. 6.
21
Graves. Hist. Ecce. Secu. 4 tom. 1 fol. 92.
22
Idem ibid. Saecul 5 tom. 2 fol. 30.
23
Idem ibid. Saecul 7 tom. 3 fol. 42.
24
Cconcil. Ttrident. Sess. 24 cap. 2 de reformat
el Párroco Felipe como Legado del Papa Celestino,
juntamente con Arcadio Obispo22. Teodoro y Jorge
asistieron como Legados del Papa Agaton al Concilio
General Constantinopolitano III, que se celebró en el
siglo VII23. Al concilio Iliberitano asistieron veinticuatro
Párrocos, como también muchos de ellos a los Concilios
Antiquenos y Toletanos y hoy asisten y deben asistir a
los Concilios Sinodales, como lo previene el Concilio de
Trento24.
17- He dicho señores, todo esto solo a fin de
ponernos presente y haceros ver lo alto y sublime de
vuestro empleo, junto con las gravísimas obligaciones
en que os halláis constituidos desde el punto que
entrasteis en él. Vosotros, señores, sois mis
Compañeros, Vicarios y Coadjutores en el Ministerio
Pastoral y cargo de las almas. A mí y a vosotros están
encargadas por el Señor todas las de esta Diócesis y las
que componen vuestra Parroquia. ¡Ay de mí!, ¡y ay de
vosotros, si por mi culpa, o la vuestra, se pierde alguna
de tantas!. En nuestras almas vengará el Señor
eternamente la perdición de un alma perdida por nuestro
descuido.
2
2
2
18- Vosotros, señores, sois los Curas de
vuestros Parroquianos: a vosotros pues, toca el
cuidarlos con esmero y aún ser el cuidado mismo, aquel
tierno y amoroso cuidado con que un padre se afana y
se desvive por ver a sus hijos crecidos, medrados,
establecidos y dichosos. A vosotros toca ser padres, no
señores: mirarlos como hijos, no como esclavos:
tratarlos con amor, no con aspereza: ser amados de
ellos antes que aborrecidos; porque, como decía el V.
Sr. D. Juan de Palafox: ”Cura aborrecido para nada es
bueno en la administración, aparta, divide, inquieta,
desasosiega, alborota, arroja de sí al ganado, hace
aborrecible al Ministerio, cierra con desagrado y rigor las
puertas de la Parroquia, ahuyenta las almas del uso de
los Santos Sacramentos, quita el principio de todo lo
bueno y Santo, que es la devoción y afecto pío a lo
bueno.”25
19- Vosotros, señores, sois los rectores de
vuestro Pueblo: a vosotros, pues, toca regirlo con
prudencia, dirigirlo con suavidad y gobernarlo con
paciencia: sufriendo como Moisés del suyo, las quejas,
los resentimientos, las murmuraciones, y las
ingratitudes, disimulando, perdonando y orando, para
25
V. Palaf. Tom 3. Cart. Past. 9 punto 2 n. 6 fol. 7
que sin desmayar en la jornada, lleguen a gozar de las
dulzuras de la tierra de promisión.
20- Vosotros, señores, sois, los Atalayas o
centinelas de la ciudad: a vosotros, pues, toca velar de
día, de noche y a todas horas, sin perdonar trabajo, ni
incomodidad alguna: siempre con la voz del Evangelio
en la boca para el aviso y con las armas de la oración y
de la cruz en la mano para la defensa contra el común
enemigo de las almas; porque si por descuido vuestro,
se apoderase de alguna de ellas, Dios os imputará la
muerte, y os castigará con rigor: Sanguimem ejus
requiram de manu speculatoris26.
21- Vosotros, señores, sois pastores de vuestras
ovejas: a vosotros, pues, toca (dice Santo Tomas)
defenderlas, alimentarlas si se enflaquecen y
defenderlas si las combaten. A vosotros toca
defenderlas en el peligro, alimentarlas en la necesidad y
buscarlas y recogerlas en la perdición. Detengámonos
por un momento sobre las palabras de este Santo
Doctor: Tria sunt officia boni Pastoris: I est oves
deféndere: 2 in bonis pascuis páscere: 3 est errantes
requirere27 .
26
Ezeq. Cap33,6
27
D. Tom. Serm. Dom. 1 post Pash y sup 1 d. Timot. y Tit.
2
22- Sí señores, a vosotros toca defenderlas con
destreza y valor de las sugestiones de la carne, de los
halagos del mundo y de las tentaciones del demonio,
que a todas horas como un león rugiente las esta
rodeando, buscando medios y caminos para hacer
presa en ellas: Tanquan leo rugiens circuit, quarens
quen devoret28. Y, ¿cómo las defenderá el Pastor, que
con frívolos pretextos las abandona, las deja y que la
mitad del año o mucha parte de él, no reside en su
Parroquia? Ausente el Pastor, ¿cómo andarán las
ovejas, sino descarriadas, perdidas y expuestas al
precipicio, o a dar en los dientes del Lobo? Y en este
caso, ¿Podría justificarse el Pastor con que no vio, o no
supo del estrago de su ganado? No, ciertamente, según
aquella tan celebre, como temible sentencia de S.
Gregorio el Grande: Non est justa excusatio, si lupus
comedit ovem, Pastor nesciat. 29 Ausente de su casa el
Padre de familia, ¿Qué puede esperar sino que venga
de repente el ladrón que la asalte, la pierda y le robe lo
más precioso?.30 Ausente de su campo el labrador, ¿qué
ha de suceder, sino venir el hombre enemigo, sembrar
la cizaña de la mala doctrina, y sofocar con ella el grano
28
D. Pedro Epistola 1 cap. 5-8.
29
Ex Regul jur. Can X apud Vallens pag. 17 desumpta es D.
30
Matth. 24, 43.
escogido, que estaba prometiendo una abundante
mies? Venit inimicus ejus, superseminavit cizania.31
23- Ved señores, porque los santos Concilios,
especialmente el de Trento, y los Sumos Pontífices, han
mandado tantas veces y con tanto rigor la residencia de
los Párrocos, declarando a los omisos y defectuosos
reos de pecado mortal, obligándolos a la restitución de
los frutos, y declarando que ni la vejez, ni la intemperie
del país, ni el corto número de feligreses, ni el dejar
sustituto o teniente idóneo, son causas suficientes para
eximirse de esta gravísima obligación, que lo es de
derecho divino32. Hacer esto, señores, será defender
vuestras ovejas: Primum est oves deféndere.
24- A vosotros, señores, toca sustentar vuestras
ovejas, no solo sus cuerpos, con el pan y alimento
material, cuando lo necesitan; si no mas principalmente
sus almas con el alimento espiritual, que es la palabra
de Dios. Pero, ¿Cómo las alimentará el Párroco que ni
estudia, ni instruye, ni enseña, ni exhorta, ni predica, ni
sus feligreses lo ven en el púlpito, sino muy rara vez, o
por ceremonias? Si los párvulos, si los niños de su
Parroquia piden el pan de la Doctrina Cristiana, y el
31
Matth. 13, 25.
32
Trid sess. 23 de Reform., Cap. 1 alexand. III Inoc. III cap. Quia
non multi, de Clericis non residentibus; & cap. Licet, can de Elect.
Cura ocioso, o divertido, o descuidado no se las reparte,
no los doctrina, no les enseña las oraciones o
rudimentos de nuestra Santa fe, no les impone en las
obligaciones esenciales que contrajeron en el Bautismo,
ellos vivirán y morirán en esta lastimosa ignorancia y el
Párroco será el autor de su ignorancia y de su muerte 33.
25- Si las murallas de Jericó, si los pecadores
rebeldes y obstinados en el vicio, no oyen los ecos de la
trompeta: si los Párrocos no les ponen delante la
fealdad del pecado, las fuerzas de la mala costumbre,
las amenazas y castigos de Dios contra los
prevaricadores de su Ley, ellos perseveraran firmes en
sus vicios, sus maldades llegaran al colmo, llenarán la
medida, atesorarán la ira del Señor, morirán en su
pecado, y el Párroco será la causa de su impenitencia y
condenación.34
26- Si las almas justas, dóciles, y dispuestas a
todo lo bueno, jamás oyen de boca de su Párroco los
frutos y efectos admirables de los Sacramentos, las
dulzuras y premios eternos de la virtud, los medios de
practicarla y las disposiciones necesarias para su
adelantamiento; ellas serán unas almas estériles e
33
Thren. 4, 4.
34
Josue cap. 6.
infructuosas, que, o volverán atrás, o no adelantaran en
el camino de la perfección Cristiana, y el Párroco será
responsable de todos sus desmedros.
27- Ved, señores, por que el Concilio de Trento
manda a los Párrocos que enseñen a los niños la
Doctrina Cristiana los Domingos y demás Fiestas: que
en los mismos días y al tiempo que se celebra el Santo
Sacrificio de la Misa prediquen al Pueblo la Palabra de
Dios, y les hagan frecuentes pláticas sobre la virtud y
eficacia de los Sacramentos, fuentes perennes del
Salvador, de donde salen todas las gracias a las que los
reciben dignamente.35 Hacer esto será apacentar las
ovejas: In bonis pascuis tenére páscere.
28- A vosotros toca buscar por todos los caminos
y medios, sin perdonar trabajo alguno, las ovejas de
vuestra grey, si tal vez erraron como flacas, si se
perdieron como ciegas, o si se desviaron de los caminos
rectos de la Ley, a ejemplo del Buen Pastor Jesucristo,
que después de buscar la oveja que se le había perdido,
cuando ya la halló, no rehusó cargarla con una piedad
inefable sobre sus hombros, y volverla al rebaño
escogido de su Eterno Padre: Imponit in humeros
35
Trident sess. 23 de Refor. Cap. 1 & sess 24 cap. 7.
suos.36 Pero, ¿Cómo la buscará, recogerá y cargará
sobre sus hombros el Párroco, que entregado al juego,
al regalo y a la propia comodidad, se aparta y huye del
confesionario, como de un lugar de fatiga y de sujeción,
siendo éste, sino el único, el más propio para buscar
almas, recogerlas, instruirlas, sanarlas y llevarlas a
Dios?
29- Si el Paralítico no halla en la Piscina de
Jerusalén al ángel destinado por Dios a mover las aguas
de la salud, quiero decir, si los feligreses por más que
en los días festivos, acudan al Confesionario, jamas
tienen el consuelo de hallar en él a su propio Sacerdote,
o Párroco; o si le hallan, tal vez es mostrando en el
semblante el disgusto y la repugnancia con que asiste a
este sagrado ministerio, ellos quedaran paralíticos por
muchos años, o tal vez perdidos para siempre y el
Párroco será el autor de su eterna desgracia.
30- A él pues se dirigen, y en él a todos los
Pastores omisos en defender, sustentar y recoger sus
ovejas espirituales, aquellas terribles amenazas de Dios,
por el Profeta Ezequiel, que los Obispos y Párrocos
debíamos llevar siempre en la memoria y en el corazón:
¡Ay de vosotros, pastores de Israel, que en lugar de
36
Lucas 15, 5.
apacentar mis ovejas, os apacentáis y regaláis con
ellas! Ve Pastoribus Israel, qui pascebant semetipsos!.
Vosotros coméis su leche, vestís con su lana, os
engruesaís con su sustancia: Lac comedebatis, lanis
operiebamini quod, crassum erat occidebatis. Esto ya lo
hacéis y lo hacéis con imperio y aspereza: Cum
austeritate imperabatis eis, cum potentia. Lo que nunca
habéis hecho es curar a la oveja enferma, ligar a la
quebrada, levantar a la caída y recoger a la perdida y
descarriada. Quod egrotum non sanastis, quod
confractum nom consolidastí, quod abjectum non
reduxistis, quod perierat non quasistis. Pues, yo sacare
mi rebaño de vuestras manos y su eterna perdición la
vengaré en la vuestra: Ecce ego ipse super Pastores
requiram gregen meum de manu eorum.37
31- Yo sé bien, señores, que todas estas
obligaciones son principalmente mías, defender mis
ovejas, sustentarlas, buscarlas y recogerlas. Yo se que
a éste fin debo residir en mi Iglesia, visitar mi Diócesis,
administrar los Sacramentos a mis fieles, predicar la
Palabra de Dios a los Pueblos, enseñar la Doctrina
Cristiana a los niños, derramar toda mi renta en el seno
de los pobres, oír a todos, consolar a todos, promover la
37
Ezech. 34, . v 1.3.4.5.y 10..
virtud, reprender los vicios, arrancar los escándalos
donde los hubiere, y castigar, si fuere necesario, a los
delincuentes y escandalosos.
32- Pero, ¿Podré yo, señores, hacer todo esto
por mí solo, y sin vuestra asistencia?, ¿Podré yo
bilocarme, multiplicarme, y tener pies para a un mismo
tiempo residir y visitar todas mis Iglesias?, ¿Manos para
administrar todos los Sacramentos a todos los fieles?,
¿Lengua para predicar en todos mis Pueblos?, ¿Ojos
para ver todas las necesidades de mis diocesanos y
socorrerlas?, ¿Oídos para saber todos los escándalos,
corregirlos y remediarlos? No es posible esto a las
limitadas fuerzas de un hombre tan flaco y miserable
como yo. Lejos de ser un celo prudente, sería una
temeridad pensar y querer emprenderlo todo por mí, de
una vez, a un mismo tiempo y en partes tan distantes.
Justamente en este caso se me pudiera decir lo que
Jetro dijo a Moisés: Stulte consúmeris: supra vires tuas
est negotium: solus illud non póteris. Neciamente te
fatigas en querer hacer lo que no es posible en lo
humano. Este es un negocio superior a tus fuerzas y un
peso que no pueden sostener tus hombros. Es muy
numeroso este pueblo para que, por ti solo lo puedas
gobernar bien. Toma mi consejo: Próvide de omni plebe
viros potentes timentes Deum, in quibus sit veritas, qui
óderint avaritiam, qui judicent populum in omni tempore.
Escoge y nombra setenta varones de la plebe, hombres
doctos, de poder, verdad, desinterés, y santo temor a
Dios. Haz que ellos juzguen y gobiernen al Pueblo en
las cosas menores y que en las de mayor entidad
suspendan las providencias hasta darte cuenta; que de
este modo la carga y el cuidado serán menos, cumplirás
con el mandato de Dios, y podrás sostener todos sus
preceptos: Si hoc feceris, implebis imperium Dei,
precepta eius poteris sustentare38.
33- Así, señores, vosotros sois los ancianos de
mi Diócesis, mis compañeros, Coadjutores y Vicarios,
hombres dotados de ciencia, de verdad, de prudencia,
de caridad, y de temor de Dios. A lo menos yo cuidaré
mucho de no elegir para Párroco al que no tuviere todas
estas calidades. Vosotros sois y habéis de ser mis pies,
mis manos, mi lengua, mis ojos, mis oídos, y mi
corazón. Donde yo no pueda poner mis pies, para
visitar, visitad vosotros, instruyendo, consolando y
previniendo. Donde yo no tenga manos para administrar
los Sacramentos, administradlos vosotros al sano, al
enfermo, al moribundo, al pobre, al rico, a todos sin
38
Exodo cap.18.
excepción. Donde mi lengua no pueda predicar el
Evangelio, predicadlo vosotros con frecuencia, con celo
y con desinterés. Las miserias y necesidades de los
pobres que no alcancen ver mis ojos, véanlas los
vuestros, consoladlos, socorredlos, si podéis; si no
pudiereis, avisadmelo a mí, que soy y debo ser su
Padre, su consolador y su socorro. Los excesos y
escándalos que yo no oiga, que yo no sepa para el
remedio, contenedlos vosotros, remediadlos con
prudencia y caridad hasta donde alcancen vuestras
fuerzas: en asuntos arduos, dificultosos y de mucha
entidad, no fiéis enteramente de vuestro juicio, dadme
cuenta de todo, para tomar las providencias que
parecieren más conformes a la justicia, a la razón, y a la
paz: que de este modo vosotros y yo, habremos
cumplido con las obligaciones de nuestro misterio
Pastoral.
39
Trid. Sess. 23 de Reform. Can. 6.
40
act. cap. 20 v. 28.
menores y carecer de toda jurisdicción ordinaria, sin
embargo son superiores a todos los demás Ministros por
las dos excelentes potestades de que gozan, una sobre
el cuerpo natural de Cristo para poderlo consagrar y otra
sobre su cuerpo místico, que son los fieles, para
poderlos absolver de sus culpas. En la Instrucción
antecedente, hablé con los Párrocos; en esta hablaré
con los Sacerdotes.
37- A vosotros pues, señores, dirijo esta breve
instrucción, con el mismo fin y con las mismas palabras
con que el gran Padre de la Iglesia San Ambrosio dirigió
una suya a los Sacerdotes de su Diócesis, para hacerles
ver a un mismo tiempo lo alto y excelente de su dignidad
y las gravísimas obligaciones que habían contraído al
recibir el Sacerdocio. Escuchadme (les decía), vosotros
sois los verdaderos herederos de la Tribu de Leví,
descendientes de la rama Sacerdotal, santificados por
vuestro carácter y constituidos guías, cabezas y
conductores del Pueblo Cristiano: Audite me stirps
Levitica, germen Sacerdotales, propago santificata,
Duces, ac Rectores gregis Christi. Escuchad la súplica e
instrucción que os hago, acompañada del respeto y
veneración que debo a vuestras personas: Audite me
rogantem paviter venerantem, para que habiendoos
mostrado el eminente grado a que habéis sido elevados,
pueda exigir de vosotros todas las virtudes y santidad
necesarias para mantenerle con honor y con fruto: Ut
cum honoris vobis prerogativa mostramus, congrua
etiam merita requiramus. Las palabras pues, de este
Santo Obispo y Doctor de la Iglesia, darán abundante
materia a vuestra instrucción.
38- Audite stirps Levitica, germen Sacerdotale. Si
señores, vosotros sois los herederos legítimos y
verdaderos descendientes de la rama sacerdotal y por
consiguiente sois los santificadores de la Ley Nueva, así
como de la Antigua lo fue Aaron, sus hijos y sucesores;
pero con una diferencia inexplicable en el tiempo, en el
modo, en la sustancia, y en el valor de los sacrificios.
Porque, ¿qué comparación puede haber entre lo animal
y lo espiritual?, ¿Entre la figura y lo figurado?, ¿Entre la
sombra y la realidad?.
39- San Pablo en su Carta a los Hebreos
demuestra con argumentos invencibles las infinitas
ventajas que hacen el sacerdocio y sacrificios de la Ley
Nueva al sacerdocio y sacrificios de la Antigua, como
que éstos no fueron capaces, ni jamás lo hubieran sido
de aplacar la ira de Dios sobre los pecadores, y el
sacrificio único y admirable nuestro fue y muy copioso
para reconciliarlos con Dios, y abrir las puertas del
Cielo. A este fin pone las palabras del Salvador al entrar
en este mundo. Hostiam oblationem noluisti: corpus
autem aplasti mib41. La obligación y la hostia y víctima
con que Dios se dió por satisfecho enteramente, no
fueron las ovejas, las tórtolas, los bueyes, ni los demás
animales, que se sacrificaban por los Sacerdotes de la
Ley Antigua; sino el cuerpo adorable del Unigénito Hijo
de Dios sacrificado en el altar de la Cruz, y que cada día
se sacrifica incruentamente en el altar por los
Sacerdotes de la Ley de Gracia.
40- En efecto, señores, vosotros renováis todos
los días en el altar la obligación única, el gran sacrificio,
el remedio del género humano prometido a nuestros
padres desde el principio de los siglos y a este fin os
presentáis en el altar en lugar de Jesucristo. Vosotros
consagráis todos los días su Santo Cuerpo y en virtud
de cinco palabras, proferidas con intención y sobre
legítima materia, abrís los cielos de par en par, y lo
ponéis en vuestras manos tan alto y tan poderoso como
está en los Cielos a la diestra de su Padre. ¿Puede
llegar a más vuestra dignidad y vuestro poder?.
41
hebr. 10,5-7.
41- ¡Cuánto no se admiraría el poder de un
hombre, que, como Moisés, hiciera brotar aguas de un
pedernal a golpes de su vara!, ¡Que, como Josué,
hiciera parar al sol al imperio de su voz!, ¡Que, como
Elías, hiciera bajar fuego del Cielo sobre el altar a fuerza
de su oración! ¡Y finalmente, que, como Jesucristo,
convirtiese el agua en vino a ruegos de su Madre!
Admirad, pues, señores, semejante poder en vosotros
mismos, e iguales y aún mayores milagros, ejecutados
en virtud de vuestra palabra al proferir las de la
consagración. Vosotros entonces convertís el pan y el
vino en Cuerpo y Sangre de Jesucristo, quien con todo
el fuego de su infinita caridad, y con toda la corriente de
sus gracias y piedades, desciende sobre el altar y como
sol verdadero de justicia se para y pone en vuestras
manos, para que lo adoréis, y lo deis a adorar, para que
lo comáis y lo deis a comer y finalmente para que lo
ofrezcáis a su Eterno Padre en sacrificio de propiciación
por todo el mundo.
42- No hay palabras ni expresiones que sean
bastantes para explicar esta dignidad y poder de los
Sacerdotes; y sólo podrá sentirse y explicarse a fondo y
como es en sí, cuando estemos en el cielo. A esto sin
duda aludieron aquellas palabras del Salvador, cuando
en la noche de la Cena dijo a sus Apóstoles: Scitis quid
fecerim vobis?42. ¿Sabéis, Discípulos míos, lo que yo he
hecho esta noche con vosotros y para vosotros?,
¿Habéis formado digna y cabal idea de la excelente
dignidad a que os he elevado, dándoos potestad para
sacrificar y consagrar mi Cuerpo? Nada respondieron
los Apóstoles a esta pregunta; porque no hay en esta
vida respuesta, ni palabra, ni ideas, ni expresiones
bastantes, para explicar lo mucho que hace Dios con un
hombre cuando lo eleva al Sacerdocio de la Ley de
Gracia.
43- Pues, a tan grande dignidad, señores, ¡ que
vida no corresponde!, ¡Qué pureza!, ¡Qué virtud!, ¡Qué
Santidad!. Bastantemente lo significa el Concilio de
Trento en la sesión 14, donde hablando con los Obispos
dice: “Amonestarán a todos los Clérigos, de su
jurisdicción a que sean el modelo de los fieles, y vayan
delante de ellos en el ejemplo, en la ciencia, en la
conversación, y en la virtud, acordándose de lo que esta
escrito: “Sed Santos, porque yo soy Santo”43 que fue
como decir, que el Sacerdote ha de ser santo en los
pensamientos, santo en las palabras, santo en las
42
jn.13,12.
43
Lev 11,44.
44
Eccle. 50,1-7.
obras, santo para sí, santo para los demás, santo a
medida y proporción del grado, orden y dignidad a que
ha sido elevado: santo como Simón. Hijo de Onías, a
quien llama la Escritura Sacerdote grande: Sacerdos
magnus, que en el Templo del Señor empezó a lucir
como estrella de la mañana, prosiguió en lucir como
luna en lleno, y acabó de lucir como un sol
resplandeciente44.
44- Así es pues, señores, como han de lucir y
obrar los que tienen la dignidad de Sacerdotes en la
Iglesia de Dios, empezando bien la carrera de su
vocación, prosiguiéndola siempre con adelantamiento
en la virtud, y completándola con un heroico grado de
santidad. Cuando Ordenados en menor, han de lucir
como estrellas, retirados, modestos, devotos, asistentes
al Templo, aplicados a los libros. Cuando ya reciben
Orden mayor, han de lucir como una luna en lleno, más
aplicados a los libros, más asistencia al Templo, más
devoción, más modestia, más retiro, más virtud. Cuando
ya, finalmente llegan a la dignidad de Sacerdotes, aquí
ya han de lucir como un sol: ya sus virtudes no han de
ser comunes, su Santidad, ha de ser heroica, eminente,
pública, manifiesta a todo el Pueblo Cristiano: su vida ha
4
de ser más pura que los rayos del sol, dice San Juan
Crisóstomo, de modo que pueden decir con la misma
verdad que San Pablo: Vivo ego, jam non ego vivit veró
in me Christus.
45- A lo menos, señores, es necesario que así
como Dios no ha puesto limites a vuestro poder, así
tampoco los pongáis vosotros a vuestra santificación:
que a la indignidad que os es común con todos los
hombres, no añadáis la propia personal; y que si aquella
es necesaria por la condición de vuestra naturaleza, no
sea voluntaria por la relajación de vuestras costumbres:
que de este modo habréis desempeñado el alto empleo
que gozáis de sacrificadores del Nuevo Testamento:
Stirps Levitica, germen Sacerdotal.
46- Audite me, propago sancta. Vosotros,
Señores, sois los santificados por vuestro carácter, y al
mismo tiempo los destinados a santificar las almas,
aplicándoles la sangre de Jesucristo por medio de los
Sacramentos: Dispensatores mysteriorum Dei45.
Vosotros sois los Ministros de Cristo para anunciar las
verdades eternas, publicar su Ley Santa e insinuar sus
consejos a los hombres, dirigiéndolos por el camino de
la Salvación, y apartándolos de las sendas de la
45
1cor. 4,1.
perdición y de la muerte46. Vosotros sois los Delegados
y Plenipotenciarios para concluir este gran tratado de
paz y de propiciación, que se solicita establecer entre el
Cielo y la tierra, entre Dios ofendido y el hombre
pecador: Ut repropitiaret delicta populi47.
47- A vosotros ha confiado el Criador del mundo,
su causa y sus intereses, dándoos facultad para que
juzguéis entre él y su viña, entre su Ley Santa
despreciada por los pecadores, y los pecadores que la
despreciaron: Judicate inter me, vineam meam 48. A
vosotros ha dado, para decirlos de una vez, la potestad
de atar y desatar las conciencias, de juzgar y absolver
las almas, de perdonar los pecados y volver a su
amistad y gracia a los pecadores: Accipite Spiritum
Samctum, quorum remiseritis peccata, remittuntur eis49.
48- Éste es, señores, el misterio de
reconciliación, que Dios ha puesto a vuestro cargo:
poder tan mayor al de lanzar los demonios de los
cuerpos, al de hablar en idiomas distintos y
desconocidos, al de pisar las serpientes y beber su
veneno sin recibir daño, al de curar los enfermos y
46
Mc. 16,15.
47
Hb. 2,27.
48
Isaias cap. 5, 3.
49
Joan. Cap. 20, 22 & 23.
resucitar muertos, cuanto lo es la grande obra de la
justificación, dice Santo Tomás, respecto de todas estas
obras, sin embargo de ser tan grandes y maravillosas.
49- Ved aquí la maravilla, que tanto pondera San
Juan Crisóstomo en sus libros de Sacerdocio: ¡Ah!,
¡Quién había de creer que el siervo fuese establecido
Juez en la tierra y que el Señor en el Cielo ratificase
todas las sentencias que da! Servus sedet in terra,
Dominus sequitur sententiam. ¡Quién había de creer que
el Cielo recibiese de la tierra la regla y forma de justicia
que debe seguir!. A terra judicandi forman Calum accipit.
Pues así es, y el juicio de los Sacerdotes es como un
juicio anticipado de Jesucristo, añade San Cipriano:
Anticipatum Christi judicium.
50- Ved aquí el poder, a cuya vista pudieran
decir los incrédulos lo que los judíos dijeron al oír que
Cristo había curado al paralítico, y perdonándole sus
pecados: Blasphemat quis poterit dimittere peccata, nisi
solus Deus14. ¡Qué blasfemia! Porque, ¿quien puede
perdonar los pecados sino sólo Dios? Sí, señores, Dios
sólo es el que puede perdonar los pecados, y el que los
perdona; pero también es el que por un efecto de su
14
Mc10,7.
bondad infinita se vale de los Sacerdotes, como de
instrumentos de su poder para perdonarlos.
51- Glorificad, pues, señores con aquellas fieles
tropas del Evangelio, glorificad a Dios que ha querido
honraros y distinguiros con semejante potestad, sin
embargo de que sois hombres flacos y miserables: Et
glorificaverunt Deum, qui dedit potestatem talem
hominibus.51 Pero al mismo tiempo yo os ruego con el
Apóstol y con todas las fuerzas de mi corazón, que no
recibáis en vano esta gracia, ni tengáis ocioso, y sin
ejercicio este poder que el Señor os ha dado, y a cuyo
fin os ha hecho Sacerdotes de su Iglesia: Adjuvantes
exhortamur, ne in vacuum gratiam Dei recipiati52.
52- Es verdad que el propio Sacerdote obligado
a predicar la Palabra Divina, y oír las confesiones de sus
feligreses, es el Párroco; pero qué, ¿en esta Jerarquía
no sois vosotros sus Ministros y Coadjutores, como ellos
lo son de los Obispos?. ¿Os llamó Dios al Santuario no
más que para presentaros en él a los fieles revestidos
brillantemente de la dignidad y pompa Sacerdotal?. ¿Os
confirió las órdenes vuestro Obispo, os delegó su
jurisdicción, y os encargó la predicación del Evangelio,
51
Mt 9,8.
52
2cor 6,1.
solo para que tuvierais una vida regalada y ociosa?.
¿No fueron la necesidad o la utilidad de la Iglesia las
causas únicas, que en conformidad con lo que dispone
el Santo Concilio de Trento, le movieron a ordenaros
con patrimonio? Pro necessitate, vel commoditate
Ecclesiarum53. ¿Y podrá decirse con verdad, y según la
mente del Tridentino, que sois necesarios, o útiles a la
Iglesia, si contentos con decir una Misa, os separáis
eternamente del confesionario, y de aquellos ejercicios
de piedad, e instrucción tan propios de los Sacerdotes,
como encargados y mandados por los Padres y
Concilios?, ¿El de Trento no decreta en la sesión 24,
que ninguno en adelante sea ordenado de Presbítero,
sino el que después de un riguroso examen se halle
idóneo y capaz de enseñar al Pueblo, y administrarle los
Santos Sacramentos? Ad administranda Sacramenta
idonei comprobentur.
53- Pero prescindamos por ahora, señores, de
esta obligación (de la que tal vez hablaré en otra
ocasión más oportunamente). ¿No os moverá para
aplicaros a éste ejercicio santo la caridad y el celo de la
conversión de las almas redimidas con la sangre de
Jesucristo, de quien sois Ministros y Sacerdotes?,
53
Sess. 21 de refor. Cap 2
¿Llegará vuestra indolencia a tanto que, por falta de
aplicación al púlpito y confesionario, dejéis de recoger y
reducir al rebaño del Señor, tantas ovejas de Israel
como se ven y se lloran dispersas, descarriadas y
perdidas?, ¿Tan desnudo estará vuestro corazón de los
sentimientos de amor y de humanidad, que viendo a
vuestros hermanos cautivos, presos y arrastrando las
cadenas del vicio en medio de Babilonia, no os llegareis
a ellos para rompérselas, redimirlos del poder de
Satanás y ponerlos en la dichosa libertad de hijos de
Dios?.
54- Santo Tomas de Villanueva forma a éste
propósito una excelente instrucción para los Sacerdotes,
al advertir que Jesucristo no llamó a sus Apóstoles, ni
Discípulos, ni amigos, ni compañeros, sino hermanos,
cuando después de su resurrección apareció a la
Magdalena: Vade ad frates meos. La Ley del
Deuteronomio disponía, que si un hombre moría sin
hijos, se casase un hermano con la viuda, que suscitase
la sucesión de la casa y ved aquí señores, la instrucción
de este Santo Arzobispo de Valencia.
55- Murió Jesucristo en la Cruz, pero sin todos
aquellos hijos que deseaba su infinita caridad, y que
prometían la fuerza y actividad de sus ejemplos,
sermones y milagros: por eso pues advierte a sus
Apóstoles por medio de la Magdalena, que son sus
hermanos: Vade ad frates meos, para que con esta
memoria entren en la obligación y el empeño de
propagar su Iglesia, multiplicar sus hijos, y ganarle
almas, confesando y predicando por todo el mundo:
Meminerint ut fratri suo semen suscitent in Ecclesia.
56- ¡Ah, señores Sacerdotes! Hermanos somos
de Jesucristo: Vade ad fratres meos. Murió éste, nuestro
hermano en la Cruz, pero, ¡qué pocos hijos dejó en el
mundo, y se ven en el mundo, que abracen la
mortificación, sigan su Doctrina, y observen su Ley!,
¡Qué pocos los escogidos, siendo tanto los llamados.
¡Qué pocos los justos y virtuosos en comparación de los
injustos y los pecadores!. ¡Nuestro Hermano sin hijos!
Pues, ¿qué hacemos y debemos hacer los Sacerdotes,
que somos sus hermanos, sino confesar, predicar,
instruir, y enseñar en los confesionarios, corregir y
clamar en los púlpitos, en las poblaciones y en las
calles, para ganarle almas y multiplicarle hijos a medida
de su deseo y su infinita caridad?
57- Vuelvo, señores, a rogaros por las entrañas
de misericordia de nuestro Dios, que acordándoos de la
alta dignidad a que os ha llamado, no tengáis enterrado
vuestro talento, ni ociosa, ni estéril esta gracia y
potestad, que os ha dado de anunciar su ley a los
pueblos y de perdonar pecados a los hombres: que os
apliquéis con celo, doctrina, y desinterés a estos dos
Santos ejercicios y que seáis santificadores de las
almas por medio de la administración de los Santos
Sacramentos: Propago Sancta.
58-Audite Duces, ac Rectores gregis Christiani.
Si, señores, sois también los Maestros, Guías y
Rectores del Rebaño de Jesucristo, títulos honoríficos
con que tantas veces os nombran los Padres y
Concilios; pero títulos que al mismo tiempo demuestran,
que toda la Cristiana conducta de los fieles, pende de
vuestra enseñanza, de vuestra dirección y de vuestro
ejemplo54.
59- Por esta razón dice el Concilio de Trento:
“Conviene que los Clérigos llamados a la suerte del
Señor, de tal manera compongan su vida y costumbres,
que nada se vea en sus acciones o palabras, sino
moderación, gravedad y Religión; porque no hay cosa
que así mueva a los fieles a la piedad y culto de Dios,
como la vida y ejemplo de los que se han consagrado al
54
Can Sacerdotes 6 quest. 1.
Ministerio del Altar”55. Por la misma y larga experiencia
que tenía el Apóstol en el gobierno y solicitud de sus
Iglesias, le escribía a su Discípulo Timoteo: Exemplum
esto fidelium56. Nada te encargo sino que seas el
ejemplo de los fieles en las palabras, en la caridad, en la
fe, en la castidad: In verbo, in conversatione, in
charitate, in fide, in castitate57. Que vean ellos, que
estudias, que exhortas, que predicas, que tu vida es
irreprensible; que si lo haces así, ellos harán lo mismo:
tu te salvarás y ellos se salvarán también: Hoc enim
faciens, te ipsum salvum facies eos qui te audiunt 58.
Tanto puede un Sacerdote solo con el ejemplo de su
vida, y cada día vemos pueblos enteros que confiesan
que le deben la paz, la religión y la piedad, que reina en
ellos, a la enseñanza, dirección y ejemplo de un solo
Sacerdote.
60- Sí, señores, supongamos que un Sacerdote
por justas causas, que le impiden confesar, predicar, y
enseñar, reduzca todo el bien que puede hacer a la
Iglesia, a una vida ejemplar y edificativa: supongamos
que no haga otra cosa que mostrar a los fieles en su
55
Trid. Sess. 24 de Reform. Cap 1.
56
1 Ad. Timoth. Cap. 4, 12.
57
Ibidem.
58
Ibidem. 4,16
conducta la piedad, el desinterés, la mortificación, la
afabilidad, el pudor, la inocencia, y gravedad sacerdotal:
ya pues, con solo esto se hace un espectáculo
admirable al mundo, a los ángeles y a los hombres, y
verifica en sí que es un Rector útil, un fiel Conductor, y
un excelente Maestro de todos los fieles; porque su vida
inculpable es un sermón mudo, pero penetrante y eficaz,
que ilumina y convierte a cuantos lo ven. Su
irreprensible conducta es una elocuente y continua
persuasión, que reduce a los malos al camino de la Ley,
que cuando menos les inspira respeto a la virtud, y los
obliga a confesar que todavía hay Justos en la tierra,
verdaderos profetas en Israel, y Sacerdotes
irreprensibles en el Santuario. En una palabra sólo su
ejemplo, es bastante para que, salvándose él, se salven
todas o muchas de las almas de aquel pueblo: Hos
enim faciens, te ipsum salvum facies, cos qui te audiunt.
61- Y si la razón o argumento de los contrarios
tiene y debe tener la misma fuerza, ¿qué diremos del
Sacerdote, cuya vida fuese culpable, su vida
reprensible, y malo su ejemplo? Pero hablemos por
ahora de unos y otros y, digamos con el Espíritu Santo:
Qualis est Rector civitatis, tales habitantes in ea59. Que
59
Eccli, cap. 10, 2.
siendo los sacerdotes, Maestros, Guías, y Rectores del
Pueblo, al tenor que ellos viven vive el pueblo también;
si bien, bien; si mal, mal; porque con su ejemplo, dice
San Ambrosio, los seculares se confirman tanto en lo
bueno, como en lo malo que hacen: Exemplo
Sacerdotum mundani confirmantur sirve in bonum, sirve
in malum.
62- Pero no sólo se confirman en lo malo sino
que lo pretextan, lo excusan y aún quieren justificar con
el ejemplo y práctica de los Sacerdotes, a la manera que
el pueblo de Israel quería justificar sus culpas en
comparación de las privaciones de Judá, pueblo
escogido y favorecido de Dios, como refiere el Profeta
Jeremías: Justificavit animan suam eversatrix Israel,
comparatione prevaricatricis Jude60. Como diciendo: Si
Judá, que es el Pueblo iluminado y escogido, prevarica
y vive sin religión, sin ley, sin justicia, y sin razón, ¿qué
mucho, que yo habiendo recibido menos luz y favores
de Dios, viva sin razón, sin justicia, sin ley y sin
religión?.
63- ¿Cuántas veces oímos, señores, a los
seculares formar semejantes discursos, y darnos en
cara con estas justificaciones, aunque tan perversas?.
60
Jer.3,11.
¿Cuántas veces les oímos justificar sus diversiones, sus
tratos, sus juegos, sus negociaciones, con decir que
también los Sacerdotes negocian, que también juegan,
que también tratan, que también se divierten, y que
cuando ellos, siendo los Maestros, Guías, y Rectores
del pueblo lo hacen, también ellos lo podrán hacer? No
dudo señores, que muchas veces se engaña a sí misma
la iniquidad, y que no pocas veces, buscan los seculares
semejantes pretextos para poner a cubierto sus vicios:
aún cuando no mientan, yo sé bien que no los
justificarán estas razones en el Tribunal de Dios. Pero,
¡Ah!, Yo sé igualmente por la Escritura y Santos Padres,
que el Sacerdote será responsable a Dios de las culpas
que el secular cometió por su mal ejemplo. Por tanto, y
para no alargar más esta instrucción, concluyo con las
palabras de Crisóstomo, o del Autor de los Comentarios
sobre San Mateo: Ideo unusquieque Christianorum pro
suo peccato reddet rationem; Sacerdotes autem non
solum pro suis, sed pro omnium peccatis reddituri sunt.
Videte, Sacerdotes, quomodo vos componatis in verbo
in opere.
62
Math. Cap. 15, 2-3.
profesores, había impuesto sobre sus hombros una
carga y yugo insoportable.
70- Finalmente no penséis que consiste esta
Santidad o que está ceñida a sólo ciertos estados de
miseria, bajeza y oscuridad, sin que sea compatible, ni
pueda hallarse en estados de abundancia, grandeza y
elevación; porque a ser así podría decirse que ella era
una santidad limitada, baja y oscura, que Dios con una
excepción contraria a su infinita bondad, solo santificaba
a las almas bajas, y que el cristianismo era religión no
mas que de gentes viles.
71- No, amados fieles míos: la santidad del
cristianismo, mirada en su propio original y en sus
mejores y más perfectas copias, se presenta en colores
muy diversos. Ella es una santidad sólida, e interior, que
sin parar en la superficie, se establece sobre los
principios más firmes, abate y corta el vicio hasta la raíz,
y su principal gloria la pone en lo íntimo del corazón:
Omnis gloria eyus filie Regis ab intus63.
72- Ella es una Santidad llena, que pide cumplir
toda justicia y observar toda la Ley, sabiendo que la
transgresión de un solo precepto, basta para hacer al
hombre reo culpable delante de Dios, como si los
63
Psalm. 44, 14.
hubiera quebrantado todos: Quicunque totam legem
servaverit, offendat autem in uno factus est omnium
reus64. Ella es una santidad discreta, que cuanto exige
es equitativo, racional y practicable: que abraza las
austeridades, mas no las manda: que las mira como
medios, no como fin y a nadie carga mas de lo que
pueden llevar sus fuerzas; Non patietur vos tentari supra
id quod potestis65. Ella finalmente es una santidad
universal, que abraza todos los estados y condiciones
elevadas y humildes, brillantes y oscuras, ricas y
miserables; porque a todas las santifica la Religión, si en
ella se cumplen con exactitud sus respectivas
obligaciones. Satagite ut per bana opera certam
vestram vocationem faciatis66.
72- Tal es la verdadera idea de la santidad del
cristianismo, y en éstos términos nos la dejó delineada
el Salvador de las almas, cuando aquel joven del
Evangelio, movido interiormente de la gracia y
queriendo emprender la grande obra de su santificación,
le consultó sobre los medios que tomaría para lograrla:
Quid bonifaciam, ut habeam vitan aeternam?. Porque no
le dijo, que a este fin renunciase su grande patrimonio,
64
Jacob. Cap. 2, 10.
65
2 D. Petr. Cap. 1, 10.
66
1 ad. Cor. Cap. 10, 13.
que tomase un estado oscuro y humilde, que hiciese
penitencias asombrosas, que se dedicase a una larga
tarea de rezos y devociones diarias. Nada de esto le dijo
el Salvador. La respuesta, amados míos, fue solamente
decirle que guardase las Mandamientos, como que en la
perfecta observancia de ellos, se fundaba enteramente
la solidez, el lleno, la discreción, y universalidad de la
santidad del cristianismo: Si vis ad vitam ingredi, serva
mandata.
73- Y porque esta idea, aunque verdadera y
bastante a convencer a un joven bien dispuesto, podía
parecer demasiado general al común de los fieles, el
mismo Salvador, la redujo a ocho particulares artículos
en aquel admirable sermón que predicó a las turbas, y
refiere San Mateo67. Según él, pues, esta santidad
cristiana consiste en una pobreza de espíritu, que
desprenda del corazón el amor a las riquezas de tal
modo, que no se soliciten con ardor cuando no se
tienen: que poseídas no se amen con idolatría, usadas
no se empleen con desorden, y perdidas no se sientan
con exceso: Beati pauperes spiritu. Consiste en una
mansedumbre de corazón para sobrellevar las miserias
de nuestros prójimos, condescender a sus ruegos, sufrir
67
Math. Cap 5, 3.
sus ingratitudes, perdonar sus agravios, y vencer el mal
que nos hagan, con cuanto bien les podamos hacer:
Beati mites. Consiste en una compunción y dolor de
nuestras culpas que nos haga vivir siempre
arrepentidos, humillados, prevenidos, y temerosos en
una vida tan expuesta a ofender a Dios, y perderle para
siempre: Beati qui lugent. Consiste en una hambre y sed
continua de la justicia; esto es, de justificarnos más y
más, de adquirir méritos en este valle de lágrimas, y de
caminar siempre de virtud en virtud, hasta llegar a ver y
gozar de Dios en compañía de los bienaventurados:
Beati qui esuriunt sitiunt justitiam. Consiste en una
caridad compasiva, que derrame dulces consuelos
sobre el afligido, sabias instrucciones sobre el ignorante,
discretas correcciones sobre el triste pecador, y
copiosas misericordias sobre el pobre infeliz: Beati
misericordes. Consiste en la limpieza de corazón, de
alma y cuerpo, con que a pesar del demonio, del mundo
y carne, nos conservamos puros y castos en los
pensamientos, en las palabras y en las obras: Beati
mundo corde. Consiste en una paz perfecta que
debemos primero tener con Dios, conservarla después
con nosotros mismos y por ultimo promoverla con
nuestros prójimos por cuantos medios nos inspire la
caridad: Beati pacifici. Consiste finalmente en una
constante resignación en medio de las persecuciones y
adversidades de esta vida, adorando la mano soberana
de donde vienen y mirándolas como unos suaves
medios de satisfacer, glorificar, y bendecir a un Dios tan
digno de nuestra alabanza en los bienes que nos da,
como en los que nos quita, aunque ellos hayan sido
para nosotros los más amables: Beati qui
persecutionem patiuntur.
74- Tal es, amados fieles míos, y en estos ocho
artículos consiste y está comprendida toda la santidad
del cristianismo; porque pensar o decir que este plan de
vida lo dirigió el Salvador solamente a sus Apóstoles,
como a los hombres de profesión más alta y que
enteramente se habían desprendido del mundo, ésta
(dice Crisóstomo), es una precisión inventada por el
amor propio y más propiamente un efugio o un error
contra el Evangelio. San Mateo dice que este sermón le
predicó el Señor a las turbas, gentes que eran de todas
clases, estados y condiciones, y que seguían a
Jesucristo para instruirse en las obligaciones esenciales
de la Religión que querían abrazar o ya habían
abrazado. A éstas pues, y en ellas a todos los cristianos,
fue decirles que la santidad esencial de su profesión era
y debía ser siempre: la pobreza de espíritu, la
mansedumbre del corazón, el dolor de las culpas, el
amor a la justicia, la misericordia con los pobres, la
limpieza de corazón, la paz con Dios y nuestros
prójimos, y la paciencia en las persecuciones y
trabajos. Así lo entendieron los cristianos primitivos,
cuya conducta fue en todo arreglada a este plan, e idea
de santidad, que les había dado el Salvador, como
leemos es los Hechos Apostólicos escritos por San
Lucas, y en la excelente obra, que sobre esta materia
compuso San Agustín. Si el tiempo, por nuestra
desgracia, ha relajado aquellas primeras costumbres, no
ha podido, ni jamás podrá mudar nuestra Religión. El
Cristianismo es hoy el mismo que fue entonces, y
consiguientemente su santidad esencial debe ser la
misma y obligar del mismo modo. Expliquemos esta
obligación.
75- Sí, amados fieles míos: esta santidad del
cristianismo, no penséis que es arbitrable, ni de mero
consejo o pura supererogación. Ella es de precepto y
esencialmente necesaria para lograr el Cielo. Así lo
entendió el Apóstol de las Gentes y éste era el principio
de moralidad sobre las cuales fundaba de continuo las
instrucciones más sabias y eficaces, que hacía a los
cristianos. El no los llamaba con otro nombre que el de
Santos, y cuando escribía a las Iglesias de su cargo, sus
Pastorales no llevaban otra inscripción, o sobrescrito,
sino: a los Santos de la Iglesia de Corinto, a los Santos
de la Iglesia de Efeso, a los Santos de la Iglesia de
Roma: Ecclesiae Dei, quae est Corinthi, vocatis Sanctis:
suponiendo justamente en éste modo de hablar, que no
podían ser dignamente lo uno, sin ser lo otro, y que
estando un cristiano por su profesión consagrado a
Dios, por sólo esto era y debía ser Santo de necesidad.
76- De aquí nacía valerse las más veces de este
argumento para obligar a los cristianos a aquella
santidad de vida, y pureza de alma y cuerpo que los
distinguía de los infieles. No sabéis (les decía), ¿Que
por el Bautismo habéis venido a ser Templos de Dios?,
Nescitis quia Templum Dei estis vos?68. Pues, ¿No será
un sacrilegio, que olvidados de lo que sois, os profanéis
a vosotros mismos con costumbres indignas y que os
convirtáis en cuevas de ladrones y de vicios? Vosotros
sabéis que por el Bautismo os habéis hecho miembros
del Salvador: Quoniam corpora vestra membra sunt
Christi69. Pues, ¿No será una excretable abominación,
68
1 Cor. Cap. 3, 16.
69
Ibid. cap. 6, 15.
que arrancando los miembros de este adorable cuerpo,
y haciéndolos miembros de una mujer prostituida, los
entreguéis al deleite y a la inmundicia? Tollens ergo
membra Christi, faciam membra meretricis? Vosotros
sabéis que por el sagrado Bautismo, desnudandoos del
viejo Adán, y todos sus actos, os habéis vestido del
mismo Jesucristo: Quicumque in Christo baptizati estis
Christum induistis70. Pues, ¿No será una enorme
ingratitud que rasgando y deponiendo este precioso
vestido de salud, de justicia y honestidad, queráis vestir
otro y vivir como paganos, que ni tienen fe, ni piensan
en la eternidad?. Vosotros sabéis que por la gracia del
Bautismo habéis sido escogidos y separados de la
corrupción del mundo, de este mundo, donde todo es
concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos,
y soberbia de la vida: Qui me segregavit ex utero matris
mee per gratiam suam.71 Pues, ¿Qué resta después de
la gracia de esta separación, sino que correspondiendo
vosotros fielmente a esta misma gracia os separáis
enteramente del mundo y de cuantas cosas hay en él,
que sean contrarias a vuestra profesión y que pueden
ser perjudiciales a vuestras almas?.
70
Ad. Galat. Cap. 3, 27.
71
Ibid. Cap. 1, 15.
77- De esta manera persuadía el Apóstol a sus
amados fieles la santidad de vida necesaria y de
precepto en su profesión y conforme a esto mismo,
cuando los Padres en otros tiempos, querían apartar a
los cristianos de ciertas diversiones, que han sido
siempre la pasión del mundo, no les hacían otro
argumento, ni les proponían otra razón, sino que eran
cristianos y que solamente por serlo debían vivir
enteramente separados de ellas: A theatro separamur,
quos est consistorium impudicitie. Así Tertuliano
cuando encargaba a las mujeres cristianas la modestia,
sencillez, y moderación en el adorno exterior de sus
personas. Esta era también la única, o más poderosa
razón que les ponía delante: Vosotras Señoras (les
decía), sois cristianas; y si lo sois, y justamente hacéis
gloria de serlo, necesariamente debéis vivir separadas
de todos aquellos trajes, en que peligra el pudor, o tiene
mucha parte la vanidad. Vosotras renunciasteis pública
y solemnemente en el Bautismo a todas las pompas y
vanidades del mundo, ¿Cómo pues, sin faltar a la buena
fe y palabra que disteis a Dios, podéis volver a ellas?.
78- Con estas palabras les acordaba Tertuliano y
yo igualmente os quiero acordar, amados fieles míos,
aquella pública y solemne promesa, que a presencia de
Dios, de los ángeles y de su Iglesia hicisteis en el día
que os bautizaron, cual fue la de renunciar a Satanás,
sus pompas, sus obras, y sus vanidades. Vosotros la
hicisteis por medio de vuestros padrinos y Dios la
aceptó, escribió y selló en el libro de la vida. Pues,
amados míos, una renuncia tan absoluta como la que
hicisteis en ese día, ¿Admite las limitaciones, los
ensanches, y la ninguna o poca exactitud con que la
observáis?. Una promesa hecha a Dios en materia de
tanta gravedad, ¿Podrá decirse que es arbitrable, y que
no estáis obligados a cumplirla debajo de precepto?
Porque si esta promesa no lo es, ¿Qué promesa habrá
que pueda serlo? Y si es necesaria y de precepto,
consiguientemente se ha de decir que la santidad del
cristianismo es posible en la práctica y ejecución.
79- Dios, dice San Agustín, no manda al hombre
cosas imposibles; y dejaría de serlo, si las mandase. De
aquí se infiere que mandando, como manda, a todo
cristiano, esta santidad esencial, que dejamos
explicada, es posible, se puede practicar y conseguir,
como en efecto, en todos los tiempos, y a pesar de
todos los obstáculos la han conseguido un número
infinito de personas de todas clases, sexos, estados y
condiciones.
80- La Iglesia venera como a Santos una
multitud de hijos suyos y nos los propone como unos
modelos de esta santidad cristiana. Todos ellos fueron
hombres flacos, pasibles, mortales, como nosotros; y
aún añado más, que tal vez fueron hombres con
pasiones mas vivas, con tentaciones más vehementes,
con genios más fogosos, con temperamentos más
delicados, y con estados más brillantes y embarazosos
que los nuestros. ¿Qué excusa pues, podréis alegar
para no ser tan santos como ellos lo fueron?. Es preciso
confesar, que ni las pasiones, ni los genios, ni las
delicadezas, ni los estados, serán excusas en el tribunal
de Dios, para no haber aspirado, ni conseguido esta
santidad a que estáis obligados por ser cristianos.
81- Porque, empezando por las pasiones, si ellas
fueran excusa legítima, no habría persona que no se
hallase escusada y libre de esta santidad del
cristianismo. Todos los hombres nacen con pasiones,
viven con ellas, los siguen y cercan en toda edad: y feliz
aquel que no llega con ellas al sepulcro. La culpa no
está en tenerlas, sino en lisonjearlas; ni la desgracia
consiste en tener que batallar con ellas, sino en no
vencerlas, o antes quedar vencidos; siendo cierto, que
se pueden vencer con el favor de aquella misma gracia,
que confortó a San Pablo para resistir y vencer los
estímulos de la concupiscencia. Ello es que os quejáis
con el Apóstol de la tiranía de vuestras pasiones, que
lloráis vuestra desgracia, y quisierais veros libres de un
cuerpo que está sujeto a la muerte por la culpa de
nuestro primer Padre: ¿Pero, hacéis lo mismo que el
Apóstol hizo?, ¿Clamáis a Dios sin intermisión?, ¿Os
ponéis en su presencia con humildad?, ¿Imploráis con
fervor los auxilios de su gracia?, ¿Refrenáis vuestros
sentidos y castigáis vuestro cuerpo hasta el punto de
sujetarlo?, ¡Ay De vosotros, si lejos de hacer todo esto,
tal vez mantenéis con vuestras pasiones una gustosa,
aunque secreta inteligencia; y los únicos esfuerzos que
hacéis para salir de su cautiverio, son cuatro lágrimas, o
suspiros forzados, que los arranca de cuando en
cuando, no el verdadero deseo de libertad, sino tal vez
el amargo fruto, que dejan en vuestro corazón las
experiencias!.
82- Ved, amados fieles míos, si las pasiones,
por muy vivas que ellas sean, podrán ser jamas justas
excusas para que no seáis santos.
83- Pues tampoco los genios pueden serlo. Los
genios en los hombres son como los rostros, todos
diferentes, pero si se usa bien de ellos, todos útiles para
el mérito y logro de la santidad cristiana, por razón que
la gracia del Señor (según frase de la Escritura), se
acomoda y atempera con los genios, y que Dios
comoSantificador, no varia menos en sus obras, que
Dios como Criador: Multiformis gratie Dei. De esta
manera, de un genio vivo, impetuoso, ardiente y al
parecer inflexible, sabe la gracia de Dios bien
correspondida formar un Santo celoso, íntegro,
arrestado y valeroso, a quien no es capaz de separar de
la caridad de Jesucristo y del bien y conversión de las
almas, ni la tribulación, ni la angustia, ni el hambre, ni la
desnudez, ni el peligro, ni la persecución, ni la muerte, ni
criatura alguna del mundo. Así formó a los Pablos, a los
Gregorios, los Atanasios, a los Ambrosios, a los
Neprusenos, y a otros muchos.
84- De esta manera, de un genio agudo,
penetrante, curioso, y amigo de saber, sabe la gracia de
Dios bien correspondida formar un santo sutil, discreto,
versado en todas las ciencias y sabio a todas las luces,
bastante a comunicarlas a todo el mundo, a iluminar y
convertir con su doctrina a los pecadores, y a defender
la Iglesia de los errores de los herejes. Así formó a los
Agustinos, a los Hilarios, a los Jerónimos, a los
Crisótomos, y a otros muchos.
85-De esta manera, de un genio quieto, amable y
dócil, sabe la gracia bien correspondida formar un santo
manso y humilde de corazón, afable, pacífico y
destinado a pacificar reinos enteros, a reconciliar y
convertir los corazones de los padres a sus hijos, y los
de los hijos a sus padres. Así formó a los Capistranos, a
los Facundos, a las Brígidas, a las Isabelas, y otros
muchos. De esta manera, de un genio alegre, festivo,
cortés y franco, sabe la gracia de Dios bien
correspondida formar un santo amable y encantador,
que la dulzura de sus palabras y de sus escritos
encante, cautive y traiga los corazones al desprecio de
la gloria del mundo, y a la práctica de la más sólida
virtud. Así formó a los Bernardos, a los Sales, a las
Catalinas, a las Teresas, y a otros muchos. Ved pues,
amados fieles míos, como lejos de ser los genios,
excusa para no aspirar a la santidad Cristiana, son
medios, los más propios para lograrla.
86- ¿Queréis ver como tampoco son excusa las
delicadezas? Pues sabed que el temperamento más
noble y delicado fue el de nuestro Salvador y Maestro
Jesucristo: Sin embargo, caminó, oró, veló, ayunó, tuvo
hambre, sed y frío, padeció y murió en el monte santo,
para ser el ejemplar de nuestras costumbres, el modelo
de nuestra santidad, y la solución de cuantas
dificultades puede alegar un cristiano para su práctica y
ejecución, según la bella expresión de Tertuliano:
Solutio totius difficultais. Sabed también que todo el
peso del lavatorio de la Antigua Ley, figura de la Nueva,
de gracia y santidad, que profesan los cristianos,
estribaba enteramente sobre la basa de unos espejos
de mujeres: Cum basi sua de speculis mulierum. No
estriba (advierte San Gregorio), ni sobre alabastros, ni
sobre jaspes, ni sobre bronces, sino sobre espejos, y no
sobre espejos de robustos hombres, sino sobre espejos
de flaquísimas mujeres, para que viendo los cristianos
que pudo sostener todo este peso, la misma delicadeza
y fragilidad, nadie se excusase con su delicadeza de la
perfecta observancia de la Ley. Yo os confieso, amados
fieles míos, que la Ley santa del cristianismo es sobrado
pesada al natural: que pesa mucho la guarda de la
castidad contra tantos objetos lisonjeros que la
combaten, que pesa el amor a un enemigo que hirió en
lo más delicado del honor, que pesa el renunciarse a sí
mismo, y circuncidar el corazón pesar de todos los
esfuerzos del amor propio, que pesan el ayuno, las
vigilias, y las penitencias. ¿Pero a vista de que todo este
peso lo sostuvieron con firmeza y con alegría espejos
flacos, frágiles, vidrios, mujeres; quiero decir, flacas,
frágiles y delicadas, como las Ineses, las Lucías, las
Paulas, las Franciscas, las Magdalenas, las Pelagias, y
otras innumerables, que se veneren por santas en la
Iglesia; a vista de todo esto, ¿Cómo os excusaréis para
no aspirar a la observancia de la Ley y a la santidad del
cristianismo?.
87- Concluyamos con la excusa de los estados y
no injuriemos a Dios, cuya adorable y sabia providencia
ha establecido esta hermosa variedad de condiciones,
donde prepara a cada uno de los que llama todas
aquellas gracias propias y suficientes para su
santificación. Infelices de vosotros, amados fieles míos,
si la virtud, la santidad y la felicidad eternas estuvieren
aligadas, y prometidas solamente a ciertos estados de
retiro, de soledad, de abstracción y total separación del
mundo, que vosotros no profesáis, ni Dios os ha llamado
a ello.
88- Pero consolaos que no sea así, y el Cielo
esta abierto para todos: doce son sus puertas (dice el
Sagrado Evangelista)72, al Oriente tres, al Alquilón tres,
al Austro tres, al Occidente tres. Tres hacia cada parte
del mundo, porque de todo el y de todas las gentes,
72
Apoc. Cap. 21, 12 & 13.
naciones, y estados han entrado y entraran siempre
innumerables almas a poblar la Ciudad Santa de
Jerusalén, y llenar las ruinas que dejaron los ángeles
rebeldes. Consolaos, porque en esta Ciudad y Casa de
Dios son varias las jerarquías y muchas las mansiones,
donde para los de cada estado, empleo y oficio tiene
prevenida la suya; esto es, la que corresponda a la
gracia, mérito y santidad con que en el mundo ha
desempeñado sus obligaciones73. No hay en Dios
aceptación de personas: igualmente preparo su gloria
para los de la casa de Simón el Curtidor que para los de
la familia del Cesar.
89- Consolaos finalmente, y creer que no hay
estado en el mundo que no pueda y debe ser estado de
santidad, y donde no haya habido almas insignes, que la
profesaron con primor y aun con heroicidad; y con estas
justificara Dios su causa, cuando quieran otras
disculparse con los riesgos del estado. Reyes santos,
Magistrados santos, Militares santos, y todos santos en
estados y condiciones diferentes, sin mas que haber
cumplido exactamente las obligaciones de su estado.
90- Reyes santos, porque ocuparon sus tronos
con modestia, defendieron sus derechos con desinterés,
73
Mt. Cap. 16, 27.
gozaron de su felicidad con templanza y sin apego,
gobernaron sus pueblos con paz, mandaron a sus
vasallos con discreción, obedecieron a Dios y a la
Religión con piedad, sacrificaron su quietud por el reino,
y sacrificaron sus genios por Dios. Magistrados santos,
porque oyeron a todos con igualdad, juzgaron sin
interés, sentenciaros sin respetos, castigaron los delitos
según ley, se compadecieron de los mismos a quienes
mandaron castigar, sirvieron al público y a Dios, hicieron
cumplir las leyes humanas, y ellos cumplieron
exactamente las del Evangelio.
91- Militares santos, porque con el uniforme del
Rey vistieron el de la religión, se contentaron con su
estipendio, no hicieron violencia e injusticia, usaron de
las armas, mas no abusaron de ellas, no fueron
traidores en la paz ni cobardes en la guerra, pelearon
como valerosos, mas no como temerarios, expusieron
sus vidas por la patria, mas nunca sus almas por el
deleite. Labradores santos, porque con la sinceridad de
palomas unieron la prudencia de serpientes, con el
cultivo de la tierra juntaron el de sus corazones, porque
fueron buenos padres de sus hijos, esposos fieles de
sus mujeres, amos cuidadosos de su familia, perfectos
ciudadanos, vasallos fieles que dieron al Cesar lo que
es del Cesar y a Dios lo que es de Dios; esto es, que
pagaron los tributos al Rey, los diezmos a Dios, y las
primicias a su Iglesia, que es lo mismo. Comerciantes
Santos, que regularon sus tratos por la verdad, sus
ganancias por la razón, sus palabras por la buena fe,
que ofrecieron siempre para cumplir, que prestaron sin
interés, que adquirieron sin defraudar, que de lo
adquirido partieron con los pobres, dispuestos siempre a
abandonarlo todo por Dios.
92- Abogados santos, ¿mas para que es
cansaros? Santos todos, porque cumplieron
exactamente las obligaciones de su estado, y porque en
el cumplimiento de estas obligaciones hallaron la
práctica y el mérito de las virtudes mas heroicas; esto
es, hallaron el mérito del trabajo y de la sujeción en los
cuidados y funciones de su estado: el mérito de la
penitencia y mortificación en los sinsabores y
contradicciones de su estado: el mérito de la paciencia y
conformidad en los reveses y adversidades de su
estado: el mérito de la beneficencia y caridad en la
riqueza y opulencia de su estado: como que no hay
virtud cristiana que cada uno no pueda y deba practicar
muchas veces para cumplir con las obligaciones de su
estado.
93- Ved aquí ya, amados fieles míos, resumida y
acabada mi primera instrucción: la misma y en los
mismos términos que el apóstol dirigía a los suyos y
enseñaba siempre en sus Iglesias:Unumquemque sicut
vocavit Deus, ita ambulet, sicut in omnibus Eclesiis
doceo74. ¿Pensáis hijos míos, les decía, que para ser
santos y verdaderos discípulos de Jesucristo os he de
pedir yo que todos seáis apóstoles, todos profetas,
todos doctores, todos virtudes? ¿Qué todos interpretéis
las Escrituras, todos habléis en varias lenguas, todos
obréis prodigios, o que todos viváis en los desiertos?.
No por cierto; porque para serlo y llegar a la santidad
que es necesaria y profesasteis en el cristianismo, basta
que cada uno de vosotros ande, viva y cumpla
exactamente las obligaciones de aquel estado a que lo
llamo Dios. Pues esto mismo y nada mas, amados fieles
míos, es lo que yo solicito de vosotros, y lo que solicitaré
siempre en mis Pastorales, en mis exhortaciones ya
públicas, ya privadas, ya en el púlpito, ya en el
confesionario: que os acordéis que sois cristianos y
discípulos del Salvador: que solo por serlo estáis
obligado a la santidad esencial del cristianismo: que sin
lograr esta es imposible salvaros; y que para lograrla
74
1 Cor 7,17.
nada tenéis que hacer mas que cumplir exactamente las
obligaciones de la religión y del estado a que os ha
llamado Dios, sea el que fuere; pues en el os concederá
el Señor todas aquellas gracias necesarias y suficientes
para conseguir la santidad en esta vida, y en la otra el
premio de la santidad que es la gloria: Unumquemque
sicut vocavit Deus, ita ambulet.
94- Esto es lo que os pide, y cuanto os desea
vuestro prelado, y lo que ruega y continuamente rogará
al Señor que os conceda, como la única felicidad para
que habéis sido criados y llamados misericordiosamente
al cristianismo. La gracia, pues, de Jesucristo sea con
todos vosotros, amados fieles míos, para comcluir mi
carta con las mismas palabras que el Apóstol la suya a
sus amados fieles de Roma: Gratia Domini nostri Jesu-
Christi cum omnibus vobis Amen.75 Sean la honra y
gloria por los siglos de los siglos a aquel solo que puede
confirmaros en la fe recibida, y por la cual vivis unidos al
Evangelio y predicación de Jesucristo:Ei autem qui
potens est confirmare juxta Evangelium meum,
praedicationem Jesu-Christi: honor, gloria in saecula
saeculorum. Amen.76
75
Rom. Cap 16,24.
76
Rom. 16, 25-26.
Fray José Antonio de San Alberto
CARTA PASTORAL
Que
El Ilustrísimo y Reverendísimo Señor
D. Fr. JOSEPH ANTONIO DE S.
ALBERTO,
OBISPO DEL TUCUMAN,
Dirigió
TODOS SUS DIOCESANOS,
Acompañando las Constituciones para las Casas
de Niños Huérfanos y Huérfanas, fundadas en
Córdoba, Capital de aquella Provincia.
EN El AÑO DE 1782
»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»
Religio munda, et inmaculata apud Deum et Patrem,
hac est Visitare pupillos in tribulatione corum.
»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»
La Religión pura y sin mancha a los ojos de nuestro
Padre Dios, es visitar a los Huérfanos en su tribulación.
(Santiago, en su Epístola cap.1, 27).
15
Thren. Cap.5, 3 et vers.1 “El desvalido confía en ti, tú eres el
refugio del Huérfano”
testigos de la desnudez, del hambre, y de la necesidad
que padecemos.
4- A cada momento de consideración sobre
estos infelices, parecía que resonaban mis oídos, como
si para mi solo es hubieran escrito aquellas palabras de
David: Tibi derelictus est pauper; 1Orpbano tu crisis
adjutor: a ti, es a quien por Prelado y Pastor de esta
Diócesis, toca el recoger y amparar a estos pobres
Huérfanos, que no tienen, ni reconocen otro padre que a
su Obispo; si se pierden tu serás la causa de su
perdición, y si se salvan tu serás el instrumento de la
salvación de estas pobres criaturas. Mira, mira bien lo
que haces, edifícales casa, búscalos y recógelos,
instrúyelos, pues son tus hijos y son hijos de Dios, que
los ha dejado a tu cuidado y protección, Orpbano tu cris
adjutor.
5- Cuando, pensando en los precisos y grandes
gastos de una obra tan de mi obligación, me
acobardaban los muchos empeños, los pocos medios y
las cortas rentas de este obispado, luego me salía al
encuentro el Profeta Oseas con aquella admirable
sentencia, que ha sido y será siempre el apoyo y la
seguridad de los justos y de los limosneros:
1
Misericordiam et justitiam custodi, et spera in Deotuo:
ten misericordia de estos infelices huérfanos, cumple
con ésta que en ti no sólo es obligación de caridad, si no
de justicia, y espera que te ayudara tu Señor y Dios, en
cuya mano están todos los tesoros del Cielo y de la
Tierra, y a cuya disposición están todas las rentas y los
renteros del mundo.
6- Cuando, penetrado ya de todos estos
sentimientos, y resuelto a emprender tan grande obra,
consideraba que para concluirla y perfeccionarla serían
menester más años que los que yo podía prometerme
de vida en un ministerio que no ofrece si no cuidados y
fatigas, y en una edad que ya no puede extenderse a
muchos, exponiéndome a estas circunstancias a que se
dijera de mi: Este hombre empezó a edificar; pero no
pudo concluir, luego me prevenía mi memoria con
aquella sentencia del Espíritu Santo: ui scquitur
misericordiam inveniet vitam: emprendo y sigo esta obra
de misericordia, que poderoso es el Señor, para
alargarte la vida a ruegos y oraciones de los mismos
Huérfanos, y a cuenta de que estos no pierden un asilo
donde les tienen preparada una eterna felicidad.
7- Así luchaban en mi corazón la compasión
y la imposibilidad, el deseo y la desconfianza, quedando
Dios, ese gran Dios2, para quien no hay palabra que sea
imposible; ese gran Dios que nos promete en las Santas
Escrituras16 estar pronto a oír los gemidos de los pobres
y cuyos piadosos ojos siempre, están mirando hacia
ellos, me inspiro, me proporciono y me facilito todos mis
deseos con la gracia que suplique al Excmo. Señor
Virrey D. Juan Joseph de Vértiz, y a la Junta Provincial
de Temporalidades. Esta fue que el Colegio de
Montserrat de trasladase al Máximo de los Ex-Jesuitas,
único medio que yo encontraba para que no se
arruinasen unos edificios que eran todo o el principal
adorno de la ciudad; y que aquel se me diese para Casa
de Huérfanos y Huérfanas, único arbitrio que hallaban
mi pobreza y mi compasión para hacer este grande
servicio a Dios, a la Religión y al Estado.
8- Así se pidió, así se concedió, así se hizo, así
está ya hecho, y así es que gracias a Dios, a nuestro
Soberano y a sus Ministros, tenemos en esta Provincia,
Casa de Huérfanos y Huérfanas; felicidad que si bien se
considera, es una de las mayores con que el Padre de
las misericordias y Dios de toda consolación ha querido
visitar a esta Diócesis. Si, amados míos, ya puedo
2
Lc. 1,37
16
Sal. 10, 9.17.
deciros con el Patriarca J. Jacob, que tenemos en
Córdoba una Casa de Dios y puerta para el Cielo17, por
lo mismo que en esta Casa de Huérfanos lo es de
caridad, de misericordia, y de oración: Domus Dei et
porta coeli.
9- Casa que justamente deberá también llamarse
del Rey, debiéndola a la piedad del Soberano que nos
rige y que nos mirara siempre como una obra de sus
manos y de sus liberalidades: Domus Regis18. Casa que
también podrá decirse del Descalzo, atendiendo al flaco
y débil instrumento de que Dios se ha querido valer para
su establecimiento, y para confusión de la sabiduría,
poder y providencia de los Grandes del mundo. Domus
Discalccati19. Casa que ahora y en los siglos venideros
deberá intitularse de San Joseph, teniendo como tiene
la de Huérfanos por su titular y protector a este gran
Patriarca, a cuya cuenta correrán siempre sus
aumentos, tanto en lo espiritual como en lo temporal, y
cuyo patrocinio tan seguro como general para todas las
necesidades, se empleara muy particularmente sobre
las de estos Niños, que lo amaran, que le vencerán, que
le invocaran, y que le obsequiaran todos los días con la
17
Gen. 28,7.
18
II Cron. 2,11.
19
Deut. 25,10.
triste y gloriosa memoria de sus siete dolores y siete
gozos: Domus Joseph.
10- Casa que deberá igualmente intitularse
de nuestra Santa Madre, teniendo como tiene, la de
Huérfanos por titular y protectora a mi gran Madre Santa
Teresa de Jesús: a aquella gran Santa, que quedando
Huérfana de madre a los doce años, y presintiendo la
falta que habría que hacerle su ejemplo y su compañía,
tomo por madre a la Sagrada Virgen, logrando la
dignación y la ventaja de que esta Señora la adoptase
por su muy amada hija, a aquella Santa que por piedras
fundamentales del primer Convento de su nueva
reforma, que fundó en Avila preeligió entre muchas y dio
el hábito a cuatro doncellas pobres y huérfanas, como
ella misma nos lo dice en el cap. XXXVI de su vida:
Domus Matris vestre: Casa finalmente, que con mucha
propiedad deberá llamarse de Religión, de una Religión
pura y sin mancha a los ojos de nuestro Padre Dios,
consistiendo ésta, según las palabras de Santiago, en
visitar y consolar a los huérfanos en su tribulación:
Religio munda et inmaculata hac est visitare pupillos in
tribulatione corum.
11- Yo no sé, amados míos, si en toda la
Escritura Santa, podrían hallarse palabras tan propias y
convenientes que éstas; para satisfacer el empeño me
propuesto excitar vuestra compasión para con los
pobres Huérfanos, y hacerlos ver los grandes bienes
que se siguen del establecimiento de estas Casas, tanto
en lo espiritual, como en lo temporal. No me es posible,
ni el tiempo que precisamente debo aplicar también a
otros negocios, propios de mi ministerio, me permite que
yo pueda referirlos todos. Hablare, pues, en esta Carta
solo de algunos, reduciéndolos a tres a los más
principales, que formaran la división y el asunto de ella.
Vedlos aquí: el nuevo establecimiento de esta Casa es
muy conforme a las verdades sublimes de nuestra
Religión: esta será la primera parte. El nuevo
establecimiento de esta Casa es muy útil a los grandes
intereses del Estado: será la segunda parte. El nuevo
establecimiento de esta Casa es muy favorable a las
necesidades de los huérfanos: esta será la tercera
parte.
PRIMERA PARTE
Que el establecimiento de estas Casas de Huérfanos y
Huérfanas es muy conforme a nuestra Religión.
I
Que el establecimiento de estas Casas es muy
conforme al Autor de nuestra Religión.
II
Que el establecimiento de estas Casas es muy
conforme al objeto de nuestra Religión.
III
Que el establecimiento de estas Casas es muy
conforme a las Leyes de nuestra Religión.
25
I Jn. 3, 17.
25- Todos los Libros Sagrados del Testamento
antiguo, especialmente los del Exodo y Deuteronomio
están llenos de sabias y piadosas leyes a favor de los
Huérfanos, queriendo que estos los mirasen como a
unas personas sagradas, privilegiadas y protegidas
singularmente de Dios, y respetadas y atendidas como
tales. Sería alargar demasiadamente esta Carta si yo
quisiera referirlas a todas, y aun mucho mas si quisiese
añadir los bellos comentos y singulares exposiciones de
los Padres de la Iglesia. Me contentare con deciros
algunas, las más principales y que hacen mas al caso.
26- Una ley era, que los Huérfanos fuesen
considerados y atendidos de los Israelitas como
hermanos suyos; título que naturalmente y por si mismo
está provocando a los sentimientos más tiernos de
compasión y de caridad; porque ¿Quien no la tendrá
con un hermano suyo? Y si con este no la tiene, no le
contéis con los hombres, sino con las fieras y con los
mármoles26.
27- Otra ley era cada familia adoptase un
Huérfano; y este, ya adoptado, comiese a su mesa,
tuviese parte en todos los bienes y fuese tratado como
los demás hijos de la casa; medio, que tomó el Señor
26
Dt. 24, 14.
para los Huérfanos recogidos, educados, instruidos y
acomodados fuesen tantos, como cuantas eran las
familias de aquel pueblo verdaderamente numeroso; y
arbitrio que puede llamarse un equivalente del que hoy
usamos de recogerlos a todos en una Casa para su
enseñanza y manutención, sin mas diferencia, sino que
halla se recogía un huérfano en cada casa, y aquí en
una sola Casa recogemos muchos, lográndose el mismo
fin, aunque por medios diferentes.
28- Otra ley era, que en cada familia hubiera una
parte de diezmos propia de los Huérfanos y únicamente
destinada para el socorro de sus necesidades. En esto
se ve que Dios los trato como a unas personas
sagradas, igualándolos con los Levitas, y aun con los
mismos sacrificios, en el mismo hecho de disponer que
de las tres décimas, una fuese para estos, otra para los
Levitas y otra para Huérfanos27.
29- Otra ley era, que lo que por olvido o por
descuido se quedase en el campo, en la viña, o en el
olivar al tiempo de recoger las olivas, las uvas o los
granos, nadie volviese por ello, sino que quedase allí a
la libre industria y disposición de los Huérfanos, sin duda
atendiendo a la ley a que no siendo posible, que todos
27
Dt. 14, 29.
viviesen adoptados en casa de los Israelitas, los que no
lo estaban tuviesen, cuando menos, este corto recurso
para socorro de sus necesidades. Tal fue el celo y
cuidado que mostró Dios a favor de los Huérfanos en las
leyes del Deuteronomio. ¿Y podría mostrarlo menos en
la Ley nueva, Ley toda de gracia y de caridad?
30- En cien partes exhorta, manda e intima la
misericordia con los pobres como un medio, el más fácil
y el más poderoso para redimir los pecados a poco
precio, para merecerse las más copiosas bendiciones
de su mano. En una parte manda, 28 que se dé limosna
de lo que sobrare, suponiendo en esto mismo que hay
bienes superfluos, y queriendo que éstos se apliquen no
al fausto, al lujo y a la vanidad, sino al alivio de los
pobres miserables, pues sabemos por San Lucas 29 que
de las limosnas recibidas de mano de los fieles, una
gran parte distribuían a las Viudas y a los Huérfanos;
embarazo que por salir de él y estar más expeditos para
la oración y predicación, les obligó a celebrar un
Concilio, que puede llamarse el segundo de la Iglesia,
en que determinaron nombrar a siete Diáconos, a cuyo
cargo estuviese el fiel reparto de estas limosnas. Este
28
Lc.11, 41.
29
Hch. 4, 35.
mismo espíritu, siguieron después de los Apóstoles, los
Obispos sus sucesores, quienes han mirado siempre la
protección, defensa y socorro de los Huérfanos, como
uno de los principales cargos de su ministerio pastoral,
tantas veces recomendado y mandado por las Leyes y
Cánones de la Iglesia; citados por el Tomasino en la
segunda parte de la antigua y nueva Disciplina de la
Iglesia, (libro 3. Cap. 38). La verdad que en los tres
primeros siglos de la Iglesia, no permitiéndoles la
crueldad de los Emperadores gentiles recoger a los
Huérfanos en casas separadas, se contentaban los
Obispos con socorrerlos privadamente por las ciudades,
campos y cavernas donde se hallaban; pero cuando
desde el tiempo del grande Constantino cesó la
persecución y empezó la paz de la Iglesia, empezaron
también los Obispos, con igual fervor que piedad, ya por
si, y ya por medio de seglares piadosos, a edificar
suntuosos Hospicios donde, recogiendo todo género de
personas miserables, las alimentaban, las curaban y las
instruían. Estos eran los que se llamaban Nosocomios,
Xenodoquios, Orfantorios, de los que habla Tomasino
en la segunda parte de su citada Disciplina, lib. Cap. 89.
Refiriendo siglo por siglo lo mucho que erigieron los
Obispos en el Oriente y en el Occidente, como los
Basilios en Cesaréa, los Augustinos en Hiponá, los
Crisóstomos en Constantinopla, los Pelagios e
Inocencios en Roma, con otros muchos que no
referimos, bastando lo dicho para prueba de que el
establecimiento en estas Casas es muy propio de la
obligación pastoral de los Obispos y muy conforme a las
Santas Leyes de nuestra Religión. Pues también lo es, a
los santos fines de la misma; último artículo con que
vamos a desembarazarnos del asunto de esta primera
parte.
IV
Que el establecimiento de estas Casas es muy
conforme a los fines de nuestra Religión.
31- Nadie ignora que el fin de la Religión, ya en
sus leyes, ya en sus máximas, no es otro que el de
convertir las almas, santificarlas, instruirlas, iluminarlas y
dirigirlas al último fin para que fueron criadas por Dios; y
nadie, que lea seriamente las Constituciones con que
han de ser gobernadas estas Casas, dejará de confesar
de buena fe que son las más propias y las más
conformes a estos santos fines de la Religión.
32- Santificar las almas: ocupados aquí los niños
en sus estudios; y las niñas en sus labores, vivirán todos
separados de la ociosidad, madre fecunda de los vicios.
Así crecerán con una feliz ignorancia de todo lo que es
pecado, y sin conocer otros objetos que aquellos que
aquellos que puedan poderosamente inclinarlos a la
virtud. Las alabanzas divinas, la asistencia a la oración y
rosario, la devoción a los Santos Patronos, y con
particularidad a la Reina de los Angeles, el manejo de
buenos libros, el uso frecuente de Sacramentos con
otras obras de piedad y Religión, formaran una gran
parte de sus ocupaciones diarias. ¿Y quién no conoce
que será un medio poderoso para su propia
santificación?
33- El celo del Prelado, el de los maestros y el de
las maestras estará siempre en vela y en cuidado sobre
su conducta, sin permitirles conversaciones que los
corrompan, diversiones que los disipen, juegos y
vagueaciones que los distraigan. De esta manera la
inocencia y la simplicidad serán la porción y la heredad
de estos nuevos consagrados en el Santuario; y es de
creer que hablando Dios al corazón de estos inocentes,
como en otro tiempo al de Samuel 30, llame a unos para
el sacerdocio, a otros para el matrimonio, a aquellas
para el celibato, a éstas para la clausura, y a todos para
30
Reg. Cap. 3, 4.6 et 8.
que, criándose en su santo temor, y llevando el yugo de
su Ley, desde sus primeros años, sea la corona de
estos una vida cristiana y virtuosa, y el premio de su
virtud una eterna felicidad.
34- Iluminar e instruir las almas: uno de los
principales cuidados de los maestros en estas Casas,
será instruir a los niños y niñas en los principios de
nuestra Religión, enseñándoles y explicándoles la
doctrina cristiana de un modo útil que no sólo la sepan y
entiendan para sí, sino que puedan en adelante
enseñarla y explicarla a otros. Por lo tanto no se limitará
esta enseñanza a un Catecismo solo, siendo tal vez
cierto, que apenas se halla uno, que comprenda todas
las materias en que debe estar instruido un buen
Cristiano. Los de Astete y Ripalda son muy buenos;
pero demasiados concisos, y que escasamente dan una
noticia muy común de los puntos más esenciales. Al del
doctísimo Fleuri le hacemos la justicia de reconocerle
por uno de los mejores; pero todavía le falta mucho para
satisfacer la necesidad y practica de estos países donde
nos hallamos. Los Obispos debemos contar y atender a
todo, porque ninguno mejor que el propio Pastor, sabe
el pasto que más conviene a sus ovejas; y los puntos en
que necesitan de más instrucción.
35- Pondremos por ahora ejemplos en solo tres.
Todos los Catecismos enseñan qué cosa es Bautismo.
Es dicen, un espiritual nacimiento en que nos dan, el ser
de la gracia y la insignia de Cristianos: pero son muy
pocos los que tratan, ni aun de paso, cual sea su
materia, cual su forma, quien su Ministro ordinario, quien
en caso de necesidad, y qué pecado entrometerse a
bautizar privadamente, y sin que haya un motivo un
motivo urgente y justificado.
36- En España, donde las gentes están
reducidas a pueblos, y los pueblos gobernados por un
Párroco, y aún asistidos de algunos otros Sacerdotes,
sería tolerable la ignorancia de todo esto entre la gente
común: pero en la América, en el Perú, en esta
Provincia del Tucumán, donde apenas hay pueblo
formado, y donde las gentes viven desparramadas por
los campos en casas separadas y distantes de las del
Cura y de la de los convecinos, cuatro, seis, diez y
veinte leguas ¿qué consecuencias tan lastimosas no
pueden seguirse de la ignorancia en un punto tan capital
y necesario para la salvación como el Bautismo, si en
casos de necesidad, que son harto frecuentes, no hay
en la casa, o en la estancia, o cerca de ella, una
persona suficientemente instruida en la materia, forma,
o palabras de este sacramento?.
37- Ver aquí que muere sin él aquella miserable
criatura, y pierde para siempre la vista de Dios. Por esto
en estas Casas se dará cabal instrucción a todos los
niños y niñas sobre punto tan esencial, como frecuente.
38- Todos los Catecismos explican el Sexto
mandamiento de la Ley de Dios, y preguntando ¿quien
le cumple enteramente?, responden. El que es casto, en
palabras, en obras y en pensamientos; pero pocos, o tal
vez ninguno; se detiene en explicar la ley de la modestia
intimada por San Pablo, para que los hombres y las
mujeres vistan con decencia y sobriedad, y cubran
decentemente sus cuerpos para no ser motivo del
escándalo y de la ruina propia y ajena.
39- En España y en los pueblos cultos de estas
Provincias, poca explicación necesita una ley que la
está inspirando el ejemplo, la vergüenza y el mismo
pudor natural: pero ¿quien no ve con horror lo que pasa
en los campos? La miseria, la escasez, la soledad y la
rusticidad con que se vive en ellos hace mirar como
indiferente, como lícita, y aun como necesaria esta
media desnudez que se advierte en las personas
grandes, y la entera y de todo el cuerpo en los niños de
ambos sexos, siguiéndose de aquí que, acostumbrados
de esta edad, a verse desnudos y en carnes, pierden
con la vergüenza el horror al vicio, y se entregan
después a los excesos más ignominiosos: Sicut equus
et mulus, quibus non est intellectus, por eso nada se
cuidara más en estas Casas, que la instrucción de los
niños y niñas en todas las leyes del recato, de la
modestia y de la honestidad, para que aprendiéndola y
practicándola y practicándolas en la niñez las conserven
inviolablemente toda la vida.
40- Finalmente todos los catecismos explican el
Cuarto Mandamiento del Decálogo; y preguntando:
quiénes otros son entendidos por padres además de los
naturales?. Responden que los mayores de edad, saber
y gobierno: pero raro o ninguno es el que haga alto en
explicar el amor, el respeto y la fidelidad que deben los
Vasallos a su Rey, la obligación y rogar a Dios, por su
vida, de obedecer sus leyes, de pagarle sus tributos, de
temer su espada y la de sus Ministros, que hacen sus
veces y representan su persona, así como el Príncipe,
hace las veces y representa a Dios.
41- Esta doctrina en España y Ciudades de
América, cuando no se aprenda en los Catecismos, se
aprende en los libros, la enseñan los obispos, la gritan
los predicadores, y la persuaden los ejemplos con la
ocasión de oír cada día que se publican Cédulas
Reales, Pragmáticas – Sanciones y Ordenes de sus
Consejos y de ver que se reciben con respeto, que se
ponen sobre la cabeza, y que se observan y se hacen
observar puntualmente; pero en los campos, chácaras y
estancias de estos países, quién no ve la ignorancia que
hay de éstos deberes tan esenciales? Y quién no llora,
especialmente en nuestros tiempos los lastimosos
efectos que ha producido y produce esta ignorancia?
42- Se hallan hombres de cuarenta y cincuenta
años que apenas saben el nombre del Soberano que los
rige, o que, si le saben, es porque le ven gravado en las
monedas, que es su pasión dominante. Los sagrados
nombres de fidelidad, de sujeción, de obediencia a las
Potestades sublimes son para ellos unos vocablos
incógnitos, que jamas tuvieron lugar en el diccionario de
su idioma, o unos dijes, que cuando tal cual los llegan a
conocer, los prenden en el vestido de su religión, no
mas que con alfileres, para desprenderse de ellos con
facilidad siempre que no acomoden sus intereses, a sus
pasiones o a su libertinaje.
43- No sucederá así a los niños o niñas que
hayan tenido la fortuna de vivir y educarse en estas
Casas. Nada oirán más frecuente que el nombre
augusto de su Soberano, y la obligación que tienen de
rogar a Dios por su vida, la fidelidad que han de guardar
a su persona, el respeto por todos títulos les infunde su
autoridad, la sumisión y obediencia que deben a sus
leyes. Criados con esta doctrina, es natural que obren
conforme a ella habiendo salido de estas Casas; la
enseñaran, la promoverán y lograra, la Religión tener en
ellos unos buenos cristianos, y el Estado y la Patria,
unos Vasallos felices, verificado con ejemplo lo mismo
que intentamos persuadirnos con la pluma por medio de
esta Carta Pastoral; es a saber que el establecimiento
de estas Casas no sólo es conforme a las verdades de
la Religión, si no también a los intereses del Estado y
estamos en la segunda parte.
SEGUNDA PARTE
Que el establecimiento de estas Casas es muy útil a los
Intereses del Estado.
I
Primer interés del Estado, la Religión que se enseñará
en estas Casas.
II
Segundo interés de Estado, la Educación que se dará
en estas Casas.
36
Pr. 19, 2.
62- Es verdad que con la orfandad no pierden la
fe, ni la esperanza, ni la caridad; tres preciosas joyas
que recibieron en el bautismo para oponerlas como tres
barreras impenetrables contra el torrente de los vicios;
pero, ah! También lo es que, aún después de haber sido
el hombre reengendrado espiritualmente en el bautismo,
queda en sus miembros una ley contraria a la de la
razón, que le agita, que le estimula y que le cautiva en la
ley del pecado, como se explica el Apóstol37. Igualmente
los es que el entendimiento, ofuscado por la culpa
original, queda sujeto al error y al engaño y que la
voluntad, aunque libre, se ve incesantemente asaltada
de tres enemigos capitales y poderosos, auxiliados de
una tropa de pasiones, que naciendo con el hombre, no
son niñas sino muy poco tiempo. Si en tal conflicto falta
la luz de la buena educación que le haga conocer la
deformidad del pecado, y le ilumine para buscar y pedir
los socorros de una gracia eficaz y victoriosa, podrá
resistir; más no resistirá al ímpetu de unos enemigos tan
fuertes, como coligados. Sus primeros pasos serán sin
duda un precipicio, y aquel primer instante del uso de la
razón que debían consagrar a Dios, fijando en él su
amor, su culto y su fidelidad, vendrá a ser el principio de
37
Rom. 7, 23.
su perdición y de sus miserias, dando de un abismo en
otro hasta caer en el mayor y en el más profundo, que
es el de la obstinación e impenitencia.
63- Ved ahí el lastimoso y deplorable estado a
que se hallan expuestos los niños huérfanos, si a falta
de sus padres no hallan un celoso Magistrado, o un
Obispo piadoso que los recoja, que los instruya y que
los eduque. Situación es ésta que puede llamarse no
sólo de miseria y tribulación respecto a ellos, sino
también respecto a toda la República, y aun a todo el
Estado. Id conmigo y lo veréis.
64- Un Huérfano constituido en la desgracia que
acabo de referiros, ¿No es consiguientemente preciso
que viva girando sin cesar por un circulo de vicios y
pecados? ¿Qué ley será entonces respetada de un
hombre que no tiene ni siente, ni reconoce otra ley que
la de sus antojos? ¿Qué derecho habrá sagrado para
quien se juzga con derecho, y aún en la posesión de
pensar, de hablar y de obrar lo que quiere, cuando
quiere, y como quiere? ¿Hasta donde llegará su
atrevimiento? ¿Que progresos no hará su malicia? Si ve
ladrones se irá con ellos y será como uno de ellos; si ve
disolutos, entrará a la parte de sus torpezas; si
encuentra con impíos, seguirá sus pasos, usará de su
idioma, y de su lengua no proferirá sino impiedades. El
mal ejemplo de su vida pervertirá a muchos: Estos
inficionarán a otros, y en breve, transformada en un
manantial de los más enormes delitos, y digna por ellos
de que Dios, cansado de sufrir tantas iniquidades, envíe
el fuego y vengador de su ira, que la abrace y reduzca a
cenizas como a Sodoma y Gomorra.
65- Ah! No leáis, ni miréis estos tristes anuncios
como infundados, voluntarios y dichos al aire. La
lastimosa catástrofe que experimentaron muchos
pueblos y ciudades de estos vastos dominios es buen
testigo, de cuánto acabo de deciros; y más, cuando no
podemos atribuir su despoblación y ruina a otros
principios que a los que dejo referidos. No traigamos
ejemplares de afuera, ni salgamos de los limites de ésta
Provincia, donde tenemos lo bastante para comprobar la
verdad que intento persuadiros porque, decidme, ¿Qué
se ha hecho, y dónde esta ya vuestra famosa Ciudad de
Esteco, y cuál fue la causa de su ruina? Respondedme.
¿Qué se ha hecho y donde está la Nueva Madrid, centro
de esta Provincia y lugar tan celebrado por su
hermosura y por su abundancia en las terceras partes
de las primeras Sinodales de este Obispado? ¿Que fue
de estas dos Ciudades? ¿Que se hizo de ellas? .... Se
arruinaron como la antigua Troya, y aún podemos decir
más, pues de esta Ciudad guerrera si no quedaron ni los
vestigios, al menos vemos demarcado su sitio en
algunos mapas; pero de Esteco y de la Nueva Madrid
¿Qué es lo que ha quedado? De aquella es muy poco lo
que se sabe en esta Provincia. Solo la firme tradición de
que por sus muchos vicios se la sorbió la tierra con
todos sus edificios y habitadores: de está otra aún es
menos lo que se sabe, y hasta el sitio de aquel famoso
lugar se perdió ya de la memoria y noticia de los
Tucumanenses. Así castiga Dios los pecados públicos
de un pueblo, asolándole eternamente con el furor de su
ira, aunque sea a costa de sepultar entre sus ruinas a
unos pocos inocentes.
66- ¿Y podremos temer amados míos, podremos
temer con algún fundamento que nos suceda otro tanto
en el ínterin que subsisten estas dos Casas de
Huérfanos y Huérfanas en la Provincia? Yo espero
firmemente en Dios que no, y que estos dos Seminarios
han de ser las delicias del Señor, y que la justicia, la
virtud, los clamores y ruegos de tantos niños inocentes
como se criarán y educarán en ellos, serán bastantes
para contener su espada vengadora, aún cuando ya
justamente y en castigo de nuestra maldades la vaya a
descargar sobre nosotros.
67- ¿No le prometió Dios, al Patriarca Abraham
38
que perdonaría los muchos y graves pecados que se
cometían en Sodoma, si en su recinto hallase cincuenta
39
justos? ¿No le ofreció que, como hallase cuarenta,
olvidaría los graves motivos que tenía para el enojo y
castigo que iba a ejecutar en ella? ¿No le repitió que40 si
se le presentasen treinta justos, por atención a estos
detendría el rayo que iba a caer y exterminarlos a
todos? ¿No le añadió que 41veinte que fuesen bastarían
para detener el fuego abrazador que iba a convertirla en
cenizas? Y finalmente para mostrar a un mismo tiempo
hasta dónde llegaban los excesos de su misericordia, y
cuanto valían en su aprecio las oraciones de los buenos,
¿No le dijo que 42por sólo diez si se hallasen en aquella
populosa Ciudad, dejaría de abrazarla y de arruinarla?
Ah! ¡Que feliz hubiera sido Sodoma, si en aquel caso
hubiera podido mostrar al Patriarca Abraham, y éste
presentar a Dios un Seminario de cincuenta, cuarenta,
38
Gn. 18, 26.
39
Gn. 18, 29.
40
Gn. 18, 30.
41
Gn. 18, 31.
42
Gn. 18, 32.
treinta, veinte, o diez niños Huérfanos, Inocentes, Justos
y Amadores de Dios! Sin duda que hoy la reconocería
Pentápolis por su Metrópolis, que el Jordán se
hermoseará con la magnificencia de sus edificios, y que
ella confesará con verdad y con agradecimiento, que su
existencia, su quietud y su paz la debía al Dios de las
misericordias, por las oraciones de unos niños
Huérfanos que habían contenido sus justas venganzas.
68- Pues ved, amados míos, la felicidad que os
podéis prometer vosotros con el establecimiento de
estas dos Casas y el recurso favorable que le queda en
ellas a vuestro Obispo para acudir y aplacar a Dios en
todas vuestras desgracias y calamidades. Si la guerra
cruel, si la peste asoladora, si la repentina inundación de
las aguas, si la violenta agitación de la tierra, si la
deshecha tempestad de las nubes, vinieran a caer sobre
ésta Ciudad o Provincia, yo podré, aunque polvo y
ceniza el menor y más indigno de los Obispos, yo podré
hablar y decir a Dios con igual respeto que confianza lo
43
que el Patriarca Abraham: Numquid perdes justum
qum impio? Si fuerint quinquaginta justi in civitate
peribut simul. Et nom parces loco illi propter
quinquaginta justos si jurint in eo? ¿Por ventura, Dios y
43
Gn. 18, 23-24.
Señor mío, perderéis al bueno con el malo y por el
malo? Si en esta Ciudad hubiera cincuenta justos
¿Acaso lo perderéis juntamente a todos, y no
perdonareis los pecados de aquella, por las virtudes y
ruegos de estos? Pues aquí tenéis en estos dos
Seminarios no diez, no veinte, no treinta, no cuarenta,
no cincuenta, sino setenta u ochenta justos en otros
tantos niños huérfanos, que entraron en ellos sin
44 45
mancha, que están obrando la justicia; que hablan
verdad en su corazón, que no cometen dolo en sus
lenguas; que no hacen mal a su prójimo. Aquí tenéis
ochenta niños46 inocentes en las obras, limpios en el
47
corazón, castos, vírgenes, que jamas se mancharon
con mujeres, y que siguen al cordero inmaculado por
todas partes. Esta es la generación de los que os
buscan, de los que os aman, de los que os sirven, y
cuyo ejemplo en adelante producirá otras muchas
generaciones que os servirán, os amarán y os buscarán.
69- A vista, pues, de esto, ¿Permitiréis que
perezcan aquellos inocentes no más que por que
perezcamos los pecadores? ¿Matareis al justo con el
44
Sal. 14, 2 ss.
45
Ap. 14, 4.
46
Ap. 14, 4.
47
Sal. 23, 6.
impío? ¿Castigareis al hijo fiel como al esclavo rebelde?
¿Y tratareis con el mismo rigor al inocente que al
culpado? No, Dios mío, semejante conducta no es
propia de vuestro piadosísimo corazón y está muy lejos
y distante de las entrañas de vuestra misericordia:
48
Absit a te, ut rem hane facias ut occidas justum cum
impío... non est hoc tuum; y antes bien vivo asegurado
de que, por respeto a estos inocentes Niños Huérfanos,
disimularéis y perdonaréis los pecados de esta Provincia
aún cuando las mismas culpas están clamando por el
castigo.
70- Perdonad, amados míos, si entre estos
raptos de temor, de esperanza y de alegría me he
desviado algún tanto del asunto principal que intento
persuadiros; esto es, la piedad y buenas costumbres
que florecerán en toda esta Provincia, la quietud y la paz
que podéis prometeros en toda ella con la buena
educación que tendrán los niños huérfanos en estas dos
Casas. En efecto, veréis que todos ellos se gobiernan lo
restante de sus vidas, por las santas máximas que se le
enseñarán aquí; máximas que les inspirarán horror al
pecado por su fealdad, y amor a la virtud por su belleza;
máximas que les enseñarán a huir de los vicios; no solo
48
Gn. 18, 25.
por las penas con que son castigados en esta vida y en
la otra, sino también y más principalmente por ser
ofensas contra un Dios digno de ser amado por tantos
títulos; máximas que, grabadas en lo más íntimo de sus
tiernos corazones, les harán conocer la obligación que
tienen en conciencia a vivir sujetos a la autoridad de su
Príncipe, a la obediencia a sus leyes, a la veneración a
sus preceptos, a la satisfacción de sus tributos, y al
respeto de sus Gobernadores y Magistrados, máximas,
en fin, que, haciéndolos amados de Dios y de los
hombres, los estimularán a conservar donde vivan la
tranquilidad pública, a fomentar el bien de la patria, y a
evitar los escándalos y los desórdenes. Sería perder
inútilmente el tiempo si quisiese yo proseguir en
persuadiros, que la principal ocupación de los Huérfanos
ha de ser aprender éstas y otras máximas que, siendo
tan conformes y precisas a una educación cristiana, son
igualmente las más propias de una ocupación honesta;
tercer interés que el Estado va a lograr con el
establecimiento de estas Casas.
III
Tercer interés del Estado, la Honesta Ocupación que se
dará a los Niños en estas Casas.
71- ¡Qué opulencia y felicidad no puede
esperarse en una Ciudad, en una Provincia, en un Reino
donde están florecientes las artes, la agricultura, el
comercio y el tráfico de las gentes que los habitan! Pues
todo esto se halla donde los jóvenes desde sus primeros
años se aplican a la honesta ocupación de un oficio, que
después de prestarles una decente sustentación, los
hace útiles al Estado, el cual no tiene ni otras manos ni
otros nervios con qué sostenerse y hacerse respetables
en paz y en guerra.
72- La mano débil y ociosa, dice el Espíritu
Santo, causa pobreza y necesidad, así como la mano
fuerte y laboriosa produce abundancia y felicidad:
49
Egestatem operata est manus remissa: manus autem
fortium divitias parat: dos sentencias bastantes bellas
solo para hacernos conocer sin tener que recurrir para
ello a los Filósofos y estadistas, los admirables frutos
que produce en una República la ocupación y los fatales
que produce la ociosidad.
73- Si, amados míos, la mano débil produce y
prepara las mayores miserias al Estado. Esta mano
débil es la de un hombre vago y sin ocupación, que no
49
Pr. 10, 4.
aspirando con ardor a cosa alguna, ni a su bien propio ni
al ajeno, se entrega, se abisma y se familiariza con una
continua ociosidad, cuyas maliciosas lecciones le tienen
siempre dispuesto a los pensamientos más ruines y a
las ideas execrables, aún cuando se cuente y se
proponga entre ellas la sedición y el tumulto. Así leemos
en las historias que las conmociones populares y las
sublevaciones más ruidosas de los Reinos han tenido
por lo común su principio y su fomento en hombres de
este calibre, vagos y ociosos, que no teniendo que
perder entran fácilmente en cualquier conspiración, la
fomentan la prosiguen, y si pueden la consuman,
persuadidos de que éste es el medio de adelantar sin
trabajo, y gobernados por aquella máxima tan perversa
como vulgar de que a río revuelto... Hombres de
quienes dice David, que no queriendo entrar en los
trabajos y destinos de los demás hombres se dejan
comprender y dominar de la soberbia, de la venganza
de la perfidia y de la infidelidad: In labore hominum non
sunt... ideo tenuit eos superbia. Por esta razón las leyes
Reales previenen y mandan que no se permitan en las
Repúblicas hombres vagos, sino que se recojan y
prendan, y se les destine últimamente al servicio del
Soberano.
74- Esta mano débil es la de un mendigo
pordiosero, que no aplicándose a trabajo alguno
honesto y por cuyo medio pueda adquirir el sustento
para sí y para su familia, se entrega voluntariamente a la
mendiguez y holgazanería, hace oficio y tal vez
comercio de ella, y toma por elección una condición tan
abatida como expuesta al robo, a la rapiña y a la
usurpación. Así vemos con frecuencia y con dolor que
las vejaciones, las raterías, los robos, los asesinatos
que tanto dan que hacer a los Magistrados, que temer a
los caminantes y que padecer a los pueblos,
regularmente se cometen por esta especie de hombres,
que viviendo sin oficio, sin casa, sin domicilio y sin
sujeción, vienen a parar en ladrones famosos, o
salteadores de caminos: hombres a quienes puede
aplicarse lo que dice David de los cachorros de los
leones que siempre van dando rugidos para hurtar, y
siempre buscando que comer; pobres de vida y ladrones
de por vida, siempre hurtando y siempre prescindiendo:
50
Catuli leonum rugientes ut rapiant et quarant a Deo
escam sibi. En esta atención las Constituciones que
llaman 51Apostólicas y los Padres más respetables de la
50
Sal. 103, 21.
51
Const. Apost. Lib. 2 cap. 4 et lib. 4 Const. 1 et 2
Iglesia, jamás consideraron a semejantes hombres
dignos de recibir limosnas de los fieles; y las leyes
Reales han prevenido y previenen sabios y piadosos
medios para atajar los abusos de la pordiosería y
mendiguez.
75- Esta mano débil es la de una mujer necia,
vana y ociosa, semejante a la que nos pinta Salomón,
que no habiéndose dedicado jamás a las tareas y
labores propias de su sexo, gasta la juventud y aún la
vida en conversaciones, en adornos, en galanteos y en
vicios hasta parar en una mujer prostituida y
escandalosa, que siendo mala para sí, es la ruina del
caudal de la salud, y aún de la vida de aquellos infelices
que, incautamente se dejaron prender de sus lazos, o
que llegaron a beber del cáliz dorado de sus placeres.
Así vemos en pueblos grandes y ciudades populosas,
afeminada y perdida la mayor parte de la juventud.
Vemos no uno, sino muchos hijos pródigos que
disiparon eternamente su patrimonio y su salud con el
trato y vicio de estas mujeres, que justamente pueden
llamarse sanguijuelas de la República, que lo chupan y
lo arruinan todo; motivo por que las leyes exhortan tanto
a los Magistrados a velar en recoger y desterrar de los
pueblos y de los vecindarios a semejantes mujeres.
76- Finalmente esta mano débil es la de un
hombre enteramente inútil que nada aprendió ni
aprende, que nada supo ni sabe, que a nada aspiró ni
aspira, y que, viviendo en una inacción continua, mira
las artes útiles con indiferencia, y con horror todo lo que
suena a industria y trabajo, sin el cual nada puede él, ni
de nada puede servir la fertilidad de los campos, ni la
abundancia de los frutos, ni la riquezas de las minas, ni
los tesoros del mar.
77- Así vemos Provincias dilatadas, fértiles y
deliciosas por naturaleza, incultas, despobladas,
exhaustas, miserables en la paz, y sin nervio, ni fuerzas
en la guerra; no pudiendo atribuirse esta decadencia y
miseria sino a la inutilidad o inacción de sus
habitadores; hombres de perspectiva, ciudadanos en
estatua, que parece nacieron solamente en el que ellos
llaman su paraíso, para habitarle, no para guardarle,
cultivarle, fomentarle ni hacerle feliz con su industria y
con su trabajo: hombres a quienes propiamente y a toda
hora se les puede reconvenir con aquella sentencia del
Salvador: 52Quid bic statis tota die otiosi?.
78- Estas son las manos débiles, que según la
sentencia del Espíritu Santo, preparan la miseria y la
52
Mt. 20, 6.
infelicidad del Estado. Ved ahora las manos fuertes que
le preparan y le han preparado siempre la felicidad y las
riquezas: Manus autem fortium divitias parat. Esta mano
fuerte es la de un labrador infatigable, que aplicado día y
noche al cultivo de sus campos, saca del seno de la
tierra y a costa de su sudor todos los frutos y esquilmos
que es capaz de producir; y proporciona todas las
materias que pueden ocupar y utilizar a los Artesanos,
verificándose en él, que no sólo come el pan con el
trabajo de sus manos, sino que le da de comer a todos
generalmente.
79- Esta mano fuerte es la de un hábil Artesano,
que dedicado a maniobrar en las primeras materias,
logra no sólo enriquecerse él mismo, con la venta de la
útiles y preciosas manufacturas, sino socorrer al propio
tiempo la necesidad de sus conciudadanos para que no
tengan la precisión de recurrir a países extranjeros por
unos géneros, que no siendo mejore, les costarían a un
precio tal vez doblado del que les cuesta en su nativo
suelo.
80- Esta mano fuerte es la de una mujer activa,
económica, hiladora y costurera, semejante a aquella
que nos pinta Salomón en sus proverbios 53, que
53
Pr. 31, 11.13.19.
aplicada a la rueca, al uso y maniobrado con la lana y el
lino, viene a ser mediante la labor y consejos de sus
manos no solamente la confianza de su marido, sino el
consuelo y el apoyo de toda su familia.
81- Finalmente esta mano fuerte es la de un
ingenioso Comerciante, que comprando para vender y
vendiendo para comprar y sacando e introduciendo
géneros por mar y tierra, es como un caudaloso río que
corre y fecunda las campiñas, y lleva a todas partes una
dichosa abundancia.
82- Contraigamos ya toda esta doctrina a los
Huérfanos. ¿Que llegaría a ser estos infelices, criados
en un campo o en un pueblo sin padre, sin madre, sin
ocupación, sin oficio, sin destino particular y sin estímulo
alguno de honor y de interés? Sin duda quedaban
expuestos a todos los males y excesos que dejamos
insinuados arriba; esto es, las niñas expuestas a parar
en una mujeres holgazanas, ociosas, divertidas,
escandalosas y prostituidas con ruina propia y ajena,
tanto en las almas como en los cuerpos; los niños
expuestos a para en unos hombres vagos, sediciosos y
tumultuantes; en unos mendigos voluntarios, ociosos y
ladrones, y cuando menos a parar en unos vecinos
inútiles, ciudadanos de perspectiva y vasallos en
estatua, que para nada sirven a la patria ni al Estado,
sino para multiplicar su número, pero sin engrandecer
su felicidad y su riqueza; hombres que teniendo un
poncho para cubrirse, un caballo para correr, un lazo
para enlazar y un pedazo de carne para comer, todo lo
cual en estos países es muy barato y fácil de conseguir,
ya les parece que lo tienen todo y que han llegado a
cuanto puede aspirar su valor y su fortuna.
83- Pero, por el contrario: poned a estas
criaturas en un Seminario o Colegio donde se las
instruya se las enseñe, se las ocupe y se las familiarice
con el trabajo y a cada una se le dé aquel oficio que
corresponde a su naturaleza y a su talento, y veréis
como después de salir de él, tendrá el Estado en las
niñas, otras tantas mujeres ya no solo piadosas,
honestas y honradas, sino también hábiles, laboriosas y
económicas, capaces de sostener sus casa y familias
con el trabajo de sus manos54; y en los niños otros
tantos Labradores industriosos, Artesanos diestros,
Comerciantes ingeniosos, y en una palabra, otras tantas
manos fuertes que aplicadas al cultivo, a las
manufacturas y al comercio, preparen al Estado y a la
54
Pr. 10, 4: “Mano diligente enriquece”
Patria en lo sucesivo en la abundancia y la felicidad:
Manus autem fortiun divitias parat.
84- atención a estos grandes intereses, han
cuidado tanto nuestras leyes de promover y aún mandar
el establecimiento de estas Casas en todas las
Ciudades del Reino. Las recopilaciones de Castilla Tom.
1 Lib. 5. Tít. 2. Ley 5. Dicen “Ordenamos y mandamos
que entre las demandas forzosas de los Testamentos,
entre de aquí en adelante, la de casar mujeres
Huérfanas y pobres, y que haya obligación de dejar
alguna cantidad para esto. Y encargamos a los Prelados
el recoger y poner a buen cobro y recaudo, y emplear
las dichas demandas, y así mismo la ejecución (si
nuestro muy Santo Padre fuere servido de concederlo,
como se lo tenemos suplicado), y por si mismos, en lo
que pudieren, examinando las obras pías que hubiese
en sus Obispados, apliquen las que hallaren menos
útiles a casamientos de Huérfanas, pues es obra tan
meritoria, y lo mismo las obras pías que no tuvieren
aplicación particular; de suerte que se entienda estarlo a
ésta, y que de las limosnas menudas que hicieren
apliquen la parte que fuere posible a estas obras, pues
en lo regular ninguna hay que sea tan del servicio y bien
de este Reino, y socorro y remedio de los pobres”.
85- Con el mismo fin y para el mayor bien y
utilidad de las Américas, mandaron nuestros Señores
Reyes que se estableciese en Cádiz una Casa para
recoger en ella a los pobres Huérfanos, señalando
rentas para alimentarlos y vestirlos, poniéndoles
Maestros que les enseñen el arte de gobernar vaxeles y
otro oficios, para evitar los graves inconvenientes que
de su mala educación resultaban al Estado, como
podréis verlo con mayor extensión en los Autos
acordados, Tomo III. Lib. 1. Tít. I 2. Auto 5. Y en otras
partes; con lo que cerramos la segunda de nuestra
Carta Pastoral, y pasamos a la tercera parte.
TERCERA PARTE
Que el establecimiento de estas Casas es muy
conforme a las necesidades urgentes de los Huérfanos.
55
Rom. 15, 30.
Fr. Joseph Antonio de San Alberto.
EL REY
1- Con Carta de veinte de Febrero de mil
setecientos ochenta y tres, acompañó mi Virrey de
Buenos Aires D. Juan Joseph de Vértiz una
Representación del Reverendo Obispo de Tucumán Don
Fray Joseph Antonio de S. Alberto, ene que solicita la
aprobación de las fundaciones y establecimientos que
había promovido su pastoral, celo en el Colegio Máximo
de los Ex-Jesuitas que destinó el mismo Virrey y Junta de
Temporalidades; y expuso que este Prelado digno del
mayor elogio por su virtud, actividad y literatura,
empleaba todas sus rentas en unos establecimientos tan
útiles al Estado, que se había adquirido la común
estimación de sus Feligreses, pues reconocían en su
persona un Padre y un Maestro. Que habiendo formado
las Constituciones, que acompañadas de una Carta
Pastoral, incluía para mi Real aprobación, solicitaba se
pensione la Mitra con seiscientos pesos, y se aplique
igual cantidad de las vacantes Eclesiásticas de aquel
Reino para la subsistencia de dichas fundaciones, y
acompañando también testimonio de la Representación
que le hizo el Gobernador del Tucumán a favor del
establecimiento de la Casa de Huérfanos, pidió el
mencionado mi Virrey la Confirmación de todo,
expresando que dichas fundaciones son una Casa o
Seminario fundado por el mismo Reverendo Obispo en el
que fue Colegio de los Regulares de la Extinguida
Compañía para Niñas Huérfanas, en el cual se hallan ya
treinta, bajo la dirección de seis hábiles virtuosas
Maestras, consiguiendo por este medio que vivan con
recogimiento, y se vean alimentadas, vestidas, educadas,
e instruidas en cuanto puede y debe saber una mujer
para ser útil a la Religión y al Estado, habiendo
establecido además en la misma Casa, una clase pública
para las Niñas de aquella Capital, en donde sin pagar
estipendio alguno a dos Maestras puestas por el
Reverendo Obispo, logran la propia enseñanza e
instrucción que las otras que están dentro. Que se estaba
labrando un Seminario en el mismo sitio para Niños
Huérfanos, donde igualmente se recogiesen y educasen
al cuidado de un Rector, de un Maestro general y de tres
Pasantes, habiendo costeado aquel Prelado, todos los
gastos relativos a tan importantes objetos de las rentas
de su Mitra, no obstante la cortedad de ellas, que no
ascienden a nueve mil pesos.
2- Las Constituciones del Colegio de Niñas, que
variadas en algunas, aunque pocas, expresiones por mi
Consejo de las Indias, me he dignado aprobar son del
tenor siguiente.
CONSTITUCIONES
PARA EL COLEGIO DE NIÑAS
Huérfanas, fundado en esta Ciudad de Córdoba
con la advocación de
Santa Teresa de Jesús
En el año 1782
CAPITULO I
Del Fundador de este Colegio
CAPÍTULO II
Del Director principal de este Colegio.
CAPITULO III
Del Capellán y Administrador.
CAPITULO IV
De la Rectora, Maestra general, y Maestras particulares.
CAPITULO V
De la Tornera, Sacristana y Enfermera.
CAPITULO VI
De la recepción de las Niñas Huérfanas
CAPITULO VII
Del vestido de las Niñas Huérfanas
22- Todas las Niñas han de vestir uniformemente
tanto dentro como fuera del Colegio: esto es, dentro de
la casa llevarán todas, zapato negro llano, media blanca
del país, camisita de lienzo, enaguas de lo mismo, y
pollera de picote, o bayeta de la tierra, ajustador de lo
mismo en invierno, y de algodón en verano, pañuelo
blanco al cuello con cinta negra, y su trenza al pelo: si
fueren de doce años llevarán a mas de esto su capotillo
de color blanco a la manera que se usa en España; traje
más honesto y más desembarazado para el trabajo de
manos que no el rebozo, de que nunca usarán las
Niñas.
23- Para fuera de la casa si saliesen alguna vez
para Procesión, Rogativa o Entierro, usarán del vestido
formal que ha de ser el Hábito de Carmelitas, toca
blanca, escapulario y capa con su escudito en ella, y del
mismo modo vestirán dentro, en los días de fiesta para
oír la Misa, para Comulgar, para acompañar al Señor
por Viático si se diese a alguna enferma, y para el
Entierro si muriese alguna.
CAPITULO VIII
Del Dormitorio, Refitorio y Cocina
24- Todas las Niñas, si puede ser, tendrán
Dormitorio en una pieza, con sus camitas separadas y
cubiertas de modo que no puedan verse unas a otras al
tiempo de acostarse o levantarse. Si no hubiese pieza
capaz para todas, dormirán en la forma dicha seis u
ocho en cada aposento con una de las Maestras. En
este particular, y cuanto mire a recato y honestidad
deben la Rectora y Maestras poner un continuo cuidado,
y castigar severamente a la que tuviesen el atrevimiento
de acercarse o entrarse en la cama de otra, ni hablar
palabra o hacer acción que sea menos casta y decente.
Cada Niña tendrá su cofre o petaca donde guarde con
curiosidad las ropas de su uso.
25- Comerán siempre las Niñas en el refitorio, no
estando enfermas, y con ellas comerán también la
Rectora, Vice-Rectora y Maestras a la cabecera de las
otras mesas para que aún allí puedan estar a la mira y
cuidado de las Niñas. El Refitorio ha de estar muy limpio
y aseado, para lo cual señalará la Rectora por semana
una Refitolera, a cuyo cargo, sirviéndose y ayudándose
de una huérfana mulata, ha de estar, barrerle todos los
días, abrir y cerrar las puertas a sus horas, prevenir y
poner el pan, con todo lo necesario para su limpieza.
26- En todo tiempo se comerá a las doce, y se
cenará a las ocho, y para que mientras se alimenta el
cuerpo tenga también su parte espiritual el alma, una de
las Niñas, que se nombrará por semanas, leerá en un
libro espiritual durante la comida o cena, sin que en esto
haya jamas dispensa, a excepción de algún día muy
clásico en que la Rectora permita que las Niñas puedan
hablar unas con otras. Una vez al mes se leerá en el
Refitorio éstas Constituciones.
27- Antes de sentarse a comer puestas las Niñas
en dos coros, la Rectora bendecirá la mesa diciendo:
Bendecid Señor a todas éstas, vuestras siervas, que
nos confesamos hijas de vuestra piedad; y bendecid los
manjares que vamos a recibir de vuestra largueza y a
comer para sustento de estos miserables cuerpos, y
todas responden: Amen. Luego se sentarán por su
orden sin descubrir la servilleta hasta que la Rectora
haga señal para que se empiece a leer, que entonces la
descubrirán, y comerán lo que el Señor les diese con
modestia, silencio, y atención a la lectura espiritual.
28- Acabada la comida o cena, y hecha señal por
la Rectora, se levantarán, y puestas otra vez en dos
coros dará gracias la Rectora diciendo: Os damos Señor
infinitas gracias por todos vuestros beneficios, que
vives y reinas por todos los siglos de los siglos; y
responden todas: amen. Después de esto rezaran a
coro un Padre nuestro y una Ave María por los
bienhechores, y otro por las santas Animas del
Purgatorio, y ayudarán a la Refitolera a componer y
limpiar el Refitorio.
29- A esta pieza estará contigua la de la Cocina;
y por que las niñas han de criarse con instrucción en
todo lo que una mujer necesita saber para el gobierno
de su casa, será bien que cada semana se destine una
o dos Niñas para ayudar a la Cocinera principal para
que de esta manera vayan aprendiendo todo lo
perteneciente a éste oficio, y lo mismo ha de hacerse
para el amasijo y plancha, a lo que deben concurrir
todas.
CAPITULO IX
De clase general
CAPITULO XI
De los días que las Niñas han de Confesar y Comulgar
CAPITULO XII
De otros Ejercicios particulares de las Niñas
En el año de 1782
PROEMIO
1- No ha sido pequeño el embarazo en que para
formar estas Constituciones nos han puesto los estilos
del país, donde todo oficio mecánico se tiene por poco
honroso y propio solamente de gente natural y de
servicio. No podemos, pues, en ésta Casa dedicarnos a
que los Niños se instruyan (como se practica en otras
Casas de Huérfanos), en unos oficios que nunca han de
ejercitar, ni sus parientes permitirán que lo ejerciten
habiendo salido de ella.
2- Por lo tanto hemos resuelto que después de
recogerlos, vestirlos y alimentarlos se les instruya en
leer, escribir y contar, y en todo lo perteneciente a la
Religión, Cristiandad y piedad en la forma siguiente.
Que cuando ya estén perfectamente instruidos en esto,
a juicio y examen del Rector y Maestro de la Casa, se le
envíe a la clase para que estudien la Gramática: que a
los que más sobresaliesen en ella, dado muestras
brillantes de talento, de aplicación y de vocación a la
Iglesia, se les destine y sean preferidos a las Plazas
dotadas y supernumerarias del Seminario, donde
puedan hacer toda su carrera. Que los que fueren de
tanto talento, o no tuvieren lugar en el Seminario
perseveren en la Casa hasta que aprendan
perfectamente Gramática. Que entonces saldrán para
estudiar Filosofía, y el Rector de acuerdo con el Señor
Obispo y noticia del Señor Gobernador, verán el medio y
el modo de buscarles algún alivio para que puedan
seguir sus estudios; y finalmente que a los que no
fuesen propios para las letras se les destine para el
comercio, solicitándoles (cuando ya estén perfectos en
leer, escribir y contar), el servicio en la casa de un
Mercader o Comerciante, así en la Ciudad como en la
Provincia, quienes sin duda los buscarán y apreciarán
sabiendo que hallarán en ellos inocencia, fidelidad y
Cristiandad, como frutos precisos de la buena educación
que han tenido en el Colegio. Con la mira, pues, a estos
objetos se han dispuesto las Constituciones siguientes:
CAPITULO I
Del Fundador y Protector de éste Colegio
CAPITULO II
De los Directores particulares de esta Casa
CAPITULO IV
De la recepción de los Niños y su vestido.
CAPITULO V
De la distribución de las horas que han de observar los
Niños.
12- En todo tiempo se levantarán a las cinco y
después de dirigir sus obras a Dios y vestirse, como se
dijo en el Capitulo X de las Constituciones de las Niñas,
irán a la Capilla donde rezarán la Letanía de Nuestra
Señora, y los siete Dolores y Gozos de su Patrón y
Glorioso Patriarca San Joseph. Luego se leerá un medio
cuarto de hora de la Pasión del Señor, y otro medio
cuarto se meditará sobre el punto: oirán Misa, y
cerrando esta hora con rogar a Dios por el Rey nuestro
Señor y por el Prelado, se volverán a sus dormitorios a
componer sus camitas, lavarse, peinarse y tomar su
desayuno. Los gramáticos estudiarán sus lecciones
hasta la hora de salir a la clase.
13- A las siete en verano y a las siete y media
en invierno se tañerá la campana, y todos los Niños
acudirán a las piezas de sus respectivos estudios que
estarán divididos en tres clases: primera la de cartilleros;
segunda la de romanceros y escribientes; tercera de
latinos y contadores. Empezarán su tarea, rezando
antes de rodillas un Padre nuestro y Ave María al
Glorioso San Joseph, y la continuarán en todo tiempo
hasta las once, repartiendo las horas en leer, escribir,
contar, cantar el Catecismo, cuya explicación les hará el
Maestro, tomando de aquí motivo para hacerles alguna
exhortación, y enseñarles el amor y la fidelidad que
deben a su Rey, el respeto y obediencia con que han de
tratar a sus padres, la caridad con que deben mirar al
prójimo, la devoción con que han de estar en el Templo,
la preparación con que han de recibir los Sacramentos,
el horror que han de tener al pecado, y otros puntos
concernientes a su instrucción y educación Cristiana.
14- Desde las once hasta las doce descansarán,
sino es que el Rector o Maestro los ocupe en alguna
cosa.
15- A esta hora se tañera a Refitorio, donde
entrarán y harán lo mismo que se dijo en el Capitulo X
de las Constituciones de las Niñas. Después de comer
tendrán su recreación o descanso hasta las dos en
invierno, y hasta las tres en verano, en que se tañerá la
campana y volverán a sus tareas de estudio hasta las
seis en ésta, y hasta las cinco en aquel.
16- Al toque de Ave Marías Volverán a la Capilla,
donde a coros rezarán el Rosario de Nuestra Señora
con su Letanía, y concluida se leerá un punto de los
Novísimos, y se meditará sobre él, lo mismo que por la
mañana, cerrando el ejercicio con rogar a Dios Nuestro
Señor por el Rey y por el Prelado.
17- Los Niños gramáticos irán con un Pasante a
estudiar sus lecciones para el día siguiente hasta las
ocho y media, en que se tañerá a cenar en todo tiempo.
18- Acabada la cena irán todos a la Capilla,
donde después de visitar los Altares y rezar un Padre
nuestro al Glorioso San Joseph, tendrán un breve
examen de conciencia, besarán la mano Rector, y se
irán a dormir. Cuando ya los Niños estén recogidos, irá
el Rector a echar agua bendita, como dijo en el Capitulo
X de las Constituciones de las Niñas.
CAPITULO VI
De los días en que los Niños han de Confesar y
Comulgar
CAPITULO VII
De otros ejercicios particulares de los Niños.
EL REY
A SUS DIOCESANOS,
CON OCASIÓN DE PUBLICAR UNA INSTRUCCIÓN
Para los Seminarios de Niños y Niñas,
donde por lecciones, preguntas y respuestas
se enseñan las obligaciones
que un vasallo debe a su
Rey y Señor.
EN EL AÑO DE 1784
Nunc ergo vocem eorom audi, verumtamen
contestare eos, praedic eos jus regis, qui regnaturus
est super eos. 1.Reg. cap. 8.
56
56- Casi todo el año 1783 San Alberto la paso civilizando en "La Visita" ( nota agregada por un estudioso del tema).
leche y sana doctrina, tendría después el Estado en
ellos unos vasallos tan fieles, tan rendidos y tan
amantes a su Rey, como reconocidos y obligados al
paternal amor, conque se ha dignado proporcionarles en
estas Casas un abrigo a su necesidad y una escuela
pública a su educación.
3- Esto es lo que entonces os ofrecimos, y lo que
no hemos podido cumplir hasta ahora; porque nuestras
ocupaciones, si no han sido mayores que nuestros
deseos, han podido más y nos han arrebatado todo el
tiempo. Dieciséis meses empleados en la Visita general
de nuestra Diócesis, nos han embarazado emprender el
trabajo de esta Instrucción; bien que los mismos,
haciéndonos ver la urgente necesidad que había de ella,
nos han estimulado poderosamente a no perder
momento en su formación. Acabamos de visitar y ver
nuestra numerosa feligresía, esparcida por seiscientas u
ochocientas leguas y dividida en cincuenta y ocho
Curatos, de los cuales tienen muchos, la extensión de
cincuenta y sesenta. Toda esta extensión la ocupan de
trecho a trecho los feligreses, quienes viviendo en casas
pobres, reducidas y separadas unas de otras, forman
una variedad, que aunque poco vistosa y agradable,
hace acordar de aquellas casillas que los antiguos
Monjes tenían labradas a las riberas del Jordán, o de las
tiendas y pabellones de los Israelitas en el Desierto.
4- Puede decirse que cada vecino forma un
pueblo aparte, donde El solo es Padre, es Señor, es
Juez, es Abogado, es Médico, es Maestro; y la verdad
es que tendría que serlo todo, si la miseria, la soledad y
la falta de trato de instrucción, no lo tuvieran reducido a
ser nada o poco lo que puede, lo que hace y lo que
sabe. Por razón de la distancia en que viven unos de
otros, se ven y se tratan pocas veces; motivo tal vez
porque ni se conocen a fondo, ni se aman de veras, ni
se fomentan recíprocamente con todos aquellos auxilios
que son propios de la sociedad, y que forman a las
gentes atentas, civiles, laboriosas e instruidas.
5- El Cura, único Doctor y Maestro de ésta
multitud dispersa, vive como en el centro del partido,
desde allí, unas veces impelido de su propio celo, y
otras, llamado de la ajena necesidad, sale a hacer sus
espirituales correrías, quiero decir, a ejercer las
sagradas funciones de su ministerio, a confesar,
predicar, instruir y doctrinar a sus feligreses; pero como
estas lecciones casi siempre son cortas, pasajeras e
interrumpidas por tener que asistir a varias partes y en
distintos días, es poco el fruto que producen y muy
escasa la luz que dejan para poder desterrar la
ignorancia de unos entendimientos limitados, incultos y
determinados regularmente a un objeto, ya sea el
interés, o ya el deleite. Sin embargo se hallan tan
contentos y satisfechos con esta vida campestre, rústica
y solitaria, que hablarles de unión o de población, es lo
mismo que amenazarles con el destierro o con la
muerte; tanto pueden en ellos la fuerza de la costumbre
y el amor a la libertad que ya no echan de menos ni los
dulces bienes de la sociedad, ni sienten los gravísimos
males de la ignorancia.
6- La que se advierte en estos campos parece
increíble, es lastimosa y casi general en toda clase de
sujetos. Si entre ellos se halla alguno que sabe
medianamente leer, escribir, rezar y responder por su
orden a algunas preguntas del Catecismo, aquellas más
esenciales, y sin cuya creencia sería imposible su
salvación, éste es ya mirado en la Parroquia, como un
fenómeno, y venerado en ella como un Doctor o
Maestro sabio de la Ley. De lo poco que estos necesitan
saber para ser mirados y admirados, como oráculos de
su pueblo, pueden bien inferirse lo muchísimo que
ignorarán sus admiradores y convecinos, quienes al
respecto de aquellos pasan plaza de ignorantes y se
confiesan tales en su comparación. Hay hombres que si
les preguntasen del principio, objeto y fin de la Religión
que profesan, tendrían tal vez que responder lo que los
Efesinos al Apóstol San Pablo cuando les pregunto si
habían recibido al Espíritu Santo. Sed nenque si Spiritus
est, audivinus57 ni en la vida hemos oído que haya, o
que cosa sea Religión. Otros hay, que si ya saben que
hay Religión, y lo que es; porque lo oyeron, miran sus
preceptos, sus consejos
y máximas con la misma frialdad e indiferencia que si
fuesen las historias de Plinio, o las fábulas de Isopo.
7- ¿Qué podrá prometerse la Religión de unos
hijos, que casi la ignoran enteramente? Es consiguiente
que a la ignorancia se siga el desamor; al desamor, el
desprecio; y al desprecio, la corrupción o depravación
de costumbres. ¿ Y el Estado, qué puede esperar de
unos vasallos, que desconocen absolutamente su
Religión? Es regular que a proporción de unos pocos y
bajos conocimientos que tienen de ésta, sea también la
idea que forman de la superioridad, de la grandeza, y de
la potestad del Rey. Se hallan hombres como dijimos en
LA POBLACIÓN
5858 Isaías 9, 2.
5959 Génesis 2, 1.
6060 Ad. Roma. 5, 20.
65
65 Josué cap. 6, 5.
Provincia, al Reino y a la Corona, podrán mejor decirlas
los Gobernadores y Magistrados Seculares, a quienes
varias veces hemos consultado y oído sobre el punto.
Las nuevas poblaciones de Santa Lucia, a la parte
Oriental del río de este nombre. La de San Joseph, a la
parte Occidental del río del mismo nombre del Santo.
La de Caneloncón, privilegio de Villa, y la de San
Francisco, en las Minas de Montevideo 66 . Estas cuatro
poblaciones, promovidas y efectuadas por el celo y
cristiandad del Excelentísimo Señor Don Juan Joseph
de Vertiz en el tiempo de su Virreinato en estas
provincias, son un patente testimonio de la seguridad de
éstas ventajas temporales que prometemos. Las
espirituales, que principalmente se hallan a nuestro
cargo, debemos confesar que penden, si no en todo, en
la mayor parte de la aplicación de este remedio. Pero
mientras llega este momento tan feliz como deseado por
todo hombre de bien, de celo y de amor a su patria,
pasemos a hablar del segundo que es:
6868
Matth. 5, 15.
Curatos. Se hace, pues, preciso el dividirlos, y éste es el
tercer remedio
ENSEÑANZAS PÚBLICAS
CATECISMO
7272
Conc. Magunt. ann. 813 can. 45.
36- Lo que en ellas se practica es, que a las
niñas, luego que entran, se les hace aprender el
Catecismo de Astete, que por ser mas usado en este
país, lo hemos preferido al de Ripalda, sin embargo de
que lo tenemos por mejor, aunque con corta diferencia.
Cuando después de algún tiempo, y de mucha
explicación se ve, que ya lo saben, que lo entienden,
que pesan sus palabras y las reflexionan, según lo que
permite su capacidad, se les pasa al Catecismo de
Fleuri, para que por medio de los hechos e historias que
se refieren en él, sostengan y apoyen la explicación del
símbolo y demás partes de la Doctrina Cristiana, que
aprendieron en el otro. En una palabra, primeramente
les damos el de Astete, para que aprendan en él lo que
han de creer, lo que han de esperar, lo que han de amar
y lo que han de temer; y luego les damos el de Fleuri,
para que en él aprendan todas aquellas cosas que
puedan moverlas a creer en Dios, a esperar en Dios, a
amar a Dios y a temer a Dios. Aquello sin esto, aunque
bueno, serviría de muy poco. Las dos cosas juntas son
las que forman un verdadero Cristiano, y ambas son las
que debe enseñar un Catecismo para ser cabal en su
línea, según aquella regla de San Agustín que dice:
Referid de tal manera que el oyente crea cuando
escucha; que espere cuando cree, y que ame cuando
espera73 . Todo lo cual esperamos se logre en estas
casas con los dichos dos Catecismos, continuándose
en las semanas los exámenes, y las explicaciones que
hemos seguido hasta aquí infaliblemente desde el
primer día de su fundación.
37- Sin embargo repetimos aquí lo que ya
dijimos en la citada Carta Pastoral, que todavía al
Catecismo de Astete y al de Fleuri, les falta mucho para
satisfacer a la necesidad y práctica de estos países
donde nos hallamos; y debiendo los Obispos contar y
atender a todo, como que nadie mejor que el propio
Pastor sabe el pasto espiritual que más necesitan sus
ovejas, nos ha parecido conveniente y aun preciso
formar esta instrucción para que sea completa la que
logren los niños y las niñas en estas casas; esto es,
para que sean hombres y mujeres útiles, no solo a la
Religión si no también al Estado.
INSTRUCCIÓN
7373
D. Aug. De Cathech. Parvul.
38- Esta, pues, se dirige a que las niñas o niños
criados en estas casas, después de saber las
obligaciones, que por Cristianos deben a Dios, aprendan
también las que por vasallos deben a su Rey. Todos los
Catecismo explican el cuarto mandamiento del
Decálogo y preguntando: ¿Quiénes otros son
entendidos por los Padres además de los naturales?
Responden, que los mayores en edad, saber y gobierno;
pero raro o ninguno, es el que haga alto en explicar el
Amor, el respeto y la fidelidad que deben los vasallos a
su Rey, la obligación que tienen que rogar a Dios por su
vida, de obedecer sus leyes, de pagarle sus tributos, de
temer su espada y la de sus Ministros, quienes hacen
sus veces, y representan sus personas, así como el
Príncipe hace las veces y representa a Dios.
39- Confesamos desde luego que esta Doctrina
en España, y en las Ciudades de la América, cuando no
sea del todo inútil, al menos no es necesaria en los
Catecismos, porque cuando toda no se aprenda en
ellos, se aprende en los libros, la enseñan los Obispos y
la persuaden los ejemplos con la ocasión de oír cada
día, que se publican Cédulas Reales,
Pragmáticas-Sanciones, y Ordenes de sus Supremos
Consejos y de ver que se reciben con respeto, que se
ponen sobre la cabeza, se observan y se hacen
observar puntualmente. Así lo dijimos en la primera
parte de nuestra Carta Pastoral, y lo volvemos a decir
aquí en obsequio de la verdad; pero en los campos, en
los ranchos, en las chacras, y en las estancias, es suma
la ignorancia que hay de estos deberes tan esenciales, y
como la mayor parte de los niños y niñas, que se
educan en estas casas, vienen de allí, se hace preciso
el educarlos, y criarlos con esta Doctrina, para que
después ellos mismos, vueltos al campo, puedan
enseñarla a sus convecinos con la palabra y con el
ejemplo. Este es el único o principal objeto que hemos
tenido para trabajar esta instrucción, y cuanto en ella
tratamos nos parece ser muy conveniente a dicho fin.
40- Toda su materia, sin embargo de ser tan
vasta, la hemos reducido a veinte lecciones, de las
cuales las ocho primeras tratan del origen de los Reyes,
de su naturaleza, de sus nombres, de sus empleos, de
su superioridad, de su potestad, tanto legislativa como
coercitiva, de su protección y de su patronazgo, a fin de
que concibiendo los niños una alta idea de la grandeza y
majestad de sus sagradas personas, entren ya bien
dispuestos en las doce lecciones que se siguen a
conocer y abrazar, no solo sin violencia, pero con gusto
la estrechísima obligación que tienen de honrarlos, de
amarlos, de rogar a Dios por ellos, de temerlos, de
obedecerlos, de asistirlos con sus haciendas, con sus
personas, y aún con sus vidas, si fuere menester, y de
guardarles una constante fidelidad.
41- Tal fue el método que observo Dios con los
Israelitas, cuando, para intimarles su ley por medio de
Moisés, mandó a éste, que antes les refiriese los
portentos y maravillas que había obrado con ellos y por
ellos a la salida de Egipto74 , para que formando desde
luego una alta idea de su grandeza, de su poder y de su
piedad, abrazasen después sin violencia la ley, y
observasen sus preceptos con gusto. En efecto sucedió
así, y apenas oyeron de boca de Moisés las maravillas y
misericordias de Dios, cuando a una voz dijeron todos:
Haremos gustosamente cuanto el Señor nos manda en
75
su Ley . Tanta fuerza tiene en los hombres la primera
idea, alta o baja, formada de los objetos, que
insensiblemente los conduce al respeto o al desprecio
de ellos. Por esta razón nos pareció conveniente en esta
instrucción dar a los niños, ante todas las cosas, una
justa idea de lo que es y se merece un Soberano, para
7474
Exodo. 19, 3.
7575
Ibid. vers.
pasar después a imponerlos en el amor, respeto,
obediencia y fidelidad que le deben por vasallos.
42- En unas y otras lecciones nos hemos ceñido
a tratar solamente aquellos puntos más esenciales, más
ciertos, y que no admiten duda alguna, omitiendo con
estudio particular, o tocando no mas que de paso todos
aquellos que son opinables y disputables en las
escuelas, y por lo mismo ajenos de una obra, cuyo
objeto único es la instrucción de los niños. Es cosa muy
distinta el instruir del disertar; porque en una disertación
caben muy bien las opiniones; pero en una instrucción
no deben tener lugar sino las verdades. La instrucción
no puede ser sólida, firme y estable, no siendo estables,
firmes y sólidos los principios sobre los que se funda, y
estos no lo son, ni lo pueden ser, siendo opinables; pues
la opinión por su naturaleza, tan expuesta se halla a la
verdad, como a la falsedad: sin embargo de este
conocimiento no siempre hemos podido
desembarazarnos de toda opinión, bien que hemos
procurado valernos de las más seguras y más
conformes a la Doctrina de los Padres.
43- Por esta misma hemos procurado no decir
cosa alguna en toda la instrucción, que no la hayamos o
encontrado o deducido o apoyado con la Sagrada
Escritura, la cual, por ser Palabra de Dios, y ser Dios la
misma Luz y Verdad por esencia, nada habla, ni
contiene en si, que no sea cierto, seguro y luminoso. En
esto hemos querido imitar, cuanto nos ha sido posible,
al Ilustrísimo Señor Bosuet en aquella su Política, que
dirigida a la instrucción del Señor Delfín de Francia, se
ha merecido tan justamente el titulo de Sagrada, por lo
mismo que está deducida de las propias palabras de la
Escritura. En ella supo encontrar aquel doctísimo
Prelado todas las obligaciones propias de un perfecto
príncipe para trasladarlas a su Política; y en la misma
hemos procurado también nosotros hallar todas las que
son propias de un verdadero vasallo para estamparlas
en nuestra Instrucción. No por esto pretendemos que se
deba dar a ésta el titulo de Sagrada, como se dio a
aquella, porque no es lo mismo haberla querido imitar,
que haberlo sabido o podido hacer. Para quererlo
bastaban los deseos, mas para lograrlo, eran menester
todos aquellos brillantes talentos con que Dios
enriqueció al grande Obispo de Meos, y que no ha
querido dispensarlos al pequeño Obispo del Tucumán.
Quédese, pues, esta obra, no mas que con el nombre
de Instrucción.
44- Tampoco hemos querido darle el nombre de
Catecismo, por no tropezar al primer paso, con una
cuestión de voz, y por seguir la sentencia del Filósofo:
de hablar con los mas, sin embargo de que pensemos
con los menos. Regularmente se dice, que Catecismo
en rigor sólo es aquel, donde nada se trata, que no sea
o pertenezca precisa y necesariamente a la fe. No es de
este sentir el Abad Fleuri en el Prólogo que formo al
suyo, y antes bien asegura, que entre la multitud de
catecismos que tenemos a mano, apenas se hallarán
algunos que no digan o no se extiendan a decir alguna
cosa fuera del dogma, sacada ordinariamente de las
opiniones de las escuelas o de las meditaciones de los
espirituales. Sentimos ciertamente como sintió este
sabio Autor; pero por hablar con los mas, no llamamos a
esta obra Catecismo, sino Instrucción; y como lo sea a
medida de nuestro deseo, poco importa que se llame de
éste o del otro modo; porque si bien toda Instrucción no
deba o pueda llamarse Catecismo. Lo que no admite
duda es, que todo Catecismo es, y puede llamarse
Instrucción.
45- Como ella principalmente se dirige a la
enseñanza de los niños, hemos tenido que
acomodarnos a su edad, y a su condición en muchas
cosas, tanto en el estilo como en el método, procurando
en éste y en aquel toda la dulzura, claridad, conexión y
sencillez, que sin desdecir de la dignidad y gravedad de
los asuntos que se tratan, les facilite y les suavice la
natural repugnancia que todos tienen al estudio. A este
fin hemos dispuesto, que las lecciones sean dulces,
claras, consecuentes, breves y casi iguales todas en la
extensión, no fuera que al ver una mayor, o más larga
que las otras, ya le tomasen miedo, o le cobraran horror,
como quien ve a un Gigante disforme entre cien
hombres de una estatura regular. No obstante, de ser
tan breves, a cada una, la dividimos en tres partes que
sirvan como de tres descansos o rellanos de escalera,
donde paren sus tiernas memorias a descargarse del
peso por un instante, a rehacerse y tomar nuevo aliento
para proseguir y dar fin a la carrera. El ejercicio casi
continuo de tratar y lidiar con ellos, para enseñarles y
explicarles el Catecismo, desde que entramos en esta
nuestra Diócesis, nos ha hecho adquirir muchas
experiencias y hacer no pocas observaciones.
46- Una es, que aunque ellos son poco capaces
de saber comparar, ni discernir entre el estilos y método
dulce o áspero, claro u oscuro, sencillo o enfático, si
embargo naturalmente perciben y gustan de la dulzura,
de la claridad, de la sencillez y de la conexión, como al
contrario sienten y se disgustan con la inconsecuencia,
con la gravedad, con la oscuridad, y con la aspereza o
amargura en todo aquello que se les enseña, se les
explica o se les hace aprender de memoria.
47- Por todo esto hemos dicho varias veces, que
a ser posible, cada lección del Catecismo había de ser
para ellos un terrón de azúcar o un panal de miel, para
que, engolosinados con la primera, luego quisieran
tragarse y aprender la segunda, y así de las demás
hasta dar fin a todas. No sin misterio, dijo David,
hablando con Dios: ¡Cuán dulces son para mí vuestras
palabras! Dulces son para mi boca, aun más que la
miel76 . Hemos dicho que a ser posible, cada sentencia
del Catecismo, había de ser para ellos un pedacito de
cristal transparente y luminoso, para que, poniéndola
delante de sus ojos, la miraran y remiraran en todas sus
facciones hasta entenderla y penetrarla a fondo. Con
igual misterio, dice David en otra parte: Dios envía o
reparte su Doctrina, como unos bocaditos o pedacitos
77
de cristal . Hemos dicho que a ser posible, cada
palabra del Catecismo había de ser para ellos como una
7676
Psalm. 118, 103.
7777
Psalm. 147, 17.
gota de leche, para que advirtiendo en ella blancura,
suavidad, sencillez, y fortaleza, jamas quisieran apartar
el Catecismo de la boca, del mismo modo que el niño
nunca quisiera desprender del pecho de la madre la
suya: Os trato, decía San Pablo, como a niños, y por
eso os doy a beber mi doctrina, como si fuera leche 78 .
Finalmente hemos dicho, que a ser posible, las
preguntas y respuestas del Catecismo, habían de ser
para ellos como sortijas de cortina, que con solo tirar y
aprender la una, todas las demás seguidamente, y sin
mas trabajo se les viniesen a la memoria.
48- En suma, para que acabemos con esta
Carta, los niños sin saber los que es consecuencia o
conexión en las Doctrinas; ni lo que es ni lo que es
familiaridad o sencillez en el estilo, ni lo que es
concisión y claridad en el método; ni lo que es suavidad
y dulzura en las palabras, gustan de hallar todo esto en
lo que estudian o aprenden. Sin duda porque la dulzura
les suaviza el trabajo, la concisión se les abrevia, la
sencillez se les entretiene y la conexión se les facilita.
Con solo esto se deja ver mucho que se necesita para
enseñar a los niños con utilidad, y cuanto yerran los que
piensan que no hay cosa tan fácil, como la formación de
7878
I. ad. Corinth. 3, 2.
un Catecismo. Nunca hemos sido de este dictamen, y
menos lo somos ahora después de experimentar el
sumo trabajo que nos ha costado formar esta
instrucción, y la poca confianza que nos queda de que
hayamos acertado en formarla perfectamente, y según
todo lo que ella pide; pero al fin amados hijos, nos
queda el consuelo de que en tres años que hemos
tenido el honor de gobernar esta Provincia, nada hemos
omitido de cuanto nos ha parecido conducente al
servicio de Dios y del Rey, y al bien espiritual de
vuestras almas. Por tal hemos juzgado esta instrucción,
que os la dirigimos y ofrecemos como por despedida, y
últimas palabras de un Padre, que hoy tiene el dolor, y
la precisión de separarse de vosotros, por hallarse
promovido a la Santa Iglesia de Charcas. Dios a quien
se lo pedimos con todo nuestro corazón, os conceda un
Prelado cuya virtud supla y enmiende todos nuestros
defectos, y cuyo talento perfeccione y adelante la
instrucción, que hemos procurado daros en el camino de
vuestras obligaciones. Córdoba y Abril, día de los
Dolores de Nuestra Señora de 1784.
EN EL AÑO DE 1787
M uy nobles y amados Chiriguanos pasan a tratar
sobre las treguas o paces que tanto habéis
solicitado, los diputados de esta villa, enviados por el
Grande de estas provincias el excelentísimo Señor
Virrey de Buenos Aires, quien hace en ellas las veces y
voces del Grande sobre todos los grandes, el rey
Católico de las Españas Don Carlos III, que Dios
guarde, y sin cuya licencia no deben, ni pueden sus
vasallos hacer guerra ni paces con nadie; porque esta
es acción privativa del poder y de la autoridad, que Dios
y las leyes han depositado en su real mano.
2- Podéis estar muy seguros que los
comisionados, que pasan con la debida licencia al fin de
ajustar las treguas, son caballeros de esta villa hombres
de honor, de palabras y de buena fe, que os la
guardarán en él todo de los ajustes y que os guardarán
con toda la atención y caridad que enseña e inspira
nuestra religión. Pues, aunque vosotros no profeséis la
verdadera y segura que nosotros profesamos; pero al fin
sois nuestros semejantes, sois hermanos nuestros y os
reconocemos por tales, por lo mismo que todos somos
obras y criaturas de Dios, y que todos descendemos de
un mismo hombre, aquel primero que Dios en el
principio del mundo crío de la nada y le puso por
nombre Adán.
3- Yo que soy el Padre espiritual y Arzobispo de
esta diócesis de las Charcas, enviado por Dios, por el
Papa y por el Grande de los Grandes el rey Católico de
las Españas, solo a hacer bien en estas tierras a todos
sus vasallos, a predicar y promover la verdadera religión
y a convertir el corazón de los hijos a Padre Supremo de
todos, que es Dios; os prometo de mi parte que en nada
se os faltará de cuanto se convenga en el Tratado de
Paces, como vosotros no faltéis a ello por la vuestra; y
que olvidaremos y borraremos de nuestra memoria
todos los sentimientos y sucesos pasados del mismo
modo que el viento y la lluvia borran las rayas y señales
que vosotros acostumbráis formar sobre el polvo o
sobre la arena. Nuestra religión, que toda es de paz y
de mansedumbre, nos manda a perdonar los agravios y
hacer bien a nuestros enemigos; es verdad que también
nos permite defender nuestras vidas, nuestras
haciendas y las de nuestros hermanos.
4- Pero por el amor que yo os profeso y por el
vivo deseo que tengo de que no perdáis eternamente
vuestras almas, de que no seáis infelices en esta vida y
en la otra; y a fin, también, de que estas paces sean
firmes y perpetuas, no puedo dejar de exhortaros y
persuadiros con lagrimas de mi corazón, a que libre y
voluntariamente y a ejemplo de vuestros paisanos y
vecinos, os reduzcáis y os convirtáis a la misma religión
que nosotros profesamos; y que pues os precisáis de
ser los más nobles entre todos los indios, abracéis
también una religión, la más noble y antigua de todas,
como es la religión cristiana; la cual, formada en el seno
de las misericordias de Dios eterno, no reconoce otro
origen ni otro autor que a Dios mismo infinitamente
amador de los hombres.
5- Advertid, pues, amados míos, que esta noble
y antigua religión de Jesucristo, es la única y verdadera,
sin la cual nadie puede salvarse y todos los que mueren
fuera de ella tienen la infalible desgracia de perecer y
ser condenados al infierno; así como perecieron en el
diluvio general de la tierra todos los que no tuvieron la
dicha de entrar y salvarse en el Arca de Noé, fabricada
por orden del mismo Dios.
6- En esta religión solo se adora un Dios
infinitamente bueno, infinitamente sabio, infinitamente
poderoso, criador del cielo y de la tierra, y de todas las
cosas visibles e invisibles. Y ved porque ni el sol, ni la
luna, ni otra criatura pueden ser Dios; pues lo que es
criatura no puede ser criador; lo que es criado no puede
ser infinito y lo que no es infinito no puede ser Dios,
quien es infinito en todo.
7- Este Dios adorado en nuestra religión no tiene
nombre adecuado y es superior a todo nombre. Él es
todas las cosas, y es infinitamente más que todas ellas.
Solo Él es bueno sin cualidad, grande sin cuantidad,
inmenso sin extensión, y está presente a todos los
lugares sin ser visto, ni tener lugar alguno determinado.
Él existe en si y es causa de que todos existan. De
nadie depende y todos dependen de Él. Lo comprende
todo y de nadie puede ser comprendido. Y ved porque
ni el sol, ni la luna, ni otra criatura puede ser Dios; pues
todas ellas, por grandes y excelentes que sean, tienen
nombre, las llamamos por el, las vemos con los ojos
corporales, las conocemos y comprendemos.
8- Este Dios adorado en nuestra religión, aunque
es uno en la esencia, pero es trino en las personas, que
son, y se llaman Padre, Hijo y Espíritu Santo, sin que
esta Trinidad de Personas distintas de opongan a la
unidad de su naturaleza; así como no e opone a la
unidad del sol el que tenga tres propiedades distintas,
cuales son luz, resplandor y calor; así como no de
opone a la unidad de una manzana el que tenga tres
calidades diversas, cuales son olor, color y sabor; y así
como no se opone a la unidad de vuestra alma el que
ella tenga tres potencias distintas entre si, cuales son
memoria, entendimiento y voluntad.
9- Este Hijo, segunda Persona de la santísima
Trinidad, principio y fin de todas las cosas, Dios de Dios,
luz de luz, Dios verdadero, engendrado antes de todos
los tiempos en el esplendor de los Santos; este es el
que bajando del cielo, tomó carne, sin obra alguna de
varón, en las entrañas de una Virgen Purísima y
santísima llamada María, de quien nació a los nueve
meses; y viviendo después treinta y tres años, predicó,
obró estupendos milagros, padeció y murió en una cruz,
sólo por redimir a todos los hombres del pecado de
Adán y librarlos del infierno.
10- Este es el que se llama Jesucristo, Dios y
hombre verdadero, quien resucitando al tercer día,
después de su muerte y subiendo a los cielos por su
propia virtud, está allí sentado a la diestra de Dios
Padre, es decir, con igual gloria y majestad que Él,
desde donde vendrá a juzgar a los vivos y a los
muertos.
11- Este es el que nos dejó instituido en su
Iglesia el Sacramento del Bautismo, por el cual se
perdona a todos los niños o adultos que lo reciben, el
pecado original en que todos nacemos, y para el cual no
hay otro remedio que este Bautismo, renacimiento o
lavado de regeneración. Y porque después del perdón
del pecado original podía el hombre caer en otros
pecados personales, dejó también instituido el
sacramento de la Confesión, por la cual se perdonan
todos, se comunica la gracia y muriendo en ella van las
almas a la Gloria, donde gozarán eternamente de Dios;
como al contrario, muriendo sin ella van al infierno,
donde eternamente padecerán en compañía de los
demonios.
12- Porque no penséis, amados míos, que
cuando muere o perece el cuerpo, muere también y
perece el alma. Si esto fuera así, ¿en qué se distinguiría
el hombre, criado a la imagen y semejanza de Dios, del
bruto, que pace las yerbas del campo, o de la serpiente,
que arrastra el pecho por tierra?. No estéis en tal error.
Nuestra alma es toda espiritual. No tiene partes; y no
teniéndolas no puede deshacerse ni destruirse; pues es
inmortal, y por lo mismo ha de durar lo que Dios dure, o
gozando o padeciendo eternamente, según hayan sido
sus obras. Dios no sería infinitamente justo, si cuando
mueren los hombres, evaporizándose sus almas como
el humo, tuvieran igual fin el bueno y el malo; el que
robó y el que no robó; el que mató y el que no mató. Es
preciso, pues, que el alma goce o padezca eternamente,
según haya obrado el bien o el mal en esta vida.
13- Aún el cuerpo, que perece, y que después de
la muerte se reduce al polvo de que fue formado, vendrá
día en que a la voz de Dios Omnipotente resucitará, y
volviéndose a unir con su propia alma gozará o
padecerá eternamente con ella. ¡Cuanto no dierais en
ese último día por haber sido del numero de los
llamados y escogidos en la religión de Jesucristo, y de
haber creído estas mismas verdades que yo ahora os
anuncio, sin otro objeto o interés que el de la salvación
de vuestras almas!.
14- Esta religión de Jesucristo es muy dulce y
llevadera pues que no contiene ni manda a sus
profesores mas que diez cosas, y todas diez son las
mismas que manda y dicta la ley natural, y que ellas se
reducen a solas dos, es a saber, amar a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Ved aquí todo el lleno de la ley y de la religión.
15- No creáis, pues, a los que os digan que esta
ley de Jesucristo es pesada, fuerte e insufrible; pues,
aunque ciertamente la subordinación y la sujeción a las
leyes sea peso o cosa pesada al natural flaco del
hombre, que apetece siempre la independencia y
libertad, pero Dios le da fuerza y le suaviza este peso
con su gracia. Las alas son peso para el pajarito, y sin
embargo ellas mismas lo aligeran para que vuele y ande
por el aire. Las velas son peso para un navío, y sin
embargo ellas lo aligeran y lo mueven para que cruce
los mares como una saeta. Los hijos son peso y
cuidado para los padres, y sin embargo el amor que les
tienen les hace dulce todo este cuidado, y suave todo
este peso. Pues lo que hace el amor en los padres, lo
que hace el arte en los navíos, y lo que hace la
naturaleza en las aves, ¿no lo podrá hacer la gracia de
un Dios infinitamente poderoso y misericordioso con los
verdaderos profesores de su ley?. Así es; Dios les hace
suave todo el peso de sus Mandamientos por medio de
su gracia y de unas recompensas que inclinan el
corazón a guardarlos eternamente.
16- Esta religión es Santa en su Autor Jesucristo,
quien es Santo, la misma Santidad por esencia, y la
fuente de toda Santidad comunicada. Ella es Santa en
sus Sacramentos, porque todos causan la gracia y la
santidad en las almas. Ella es Santa en sus
Mandamientos, porque todos se dirigen a rectificar y
santificar los corazones. Ella es Santa en sus hijos,
porque son santos todos aquellos que la profesan y la
cumplen exactamente, de los cuales veneramos a
muchos en los Altares, como a San Pedro, San Pablo,
San Andrés, San Juan, con otros innumerables, y, entre
ellos a San Francisco Solano, quien predicó el
Evangelio en estas vuestras tierras, y convirtió millares
de Indios a la verdadera fe; y a Santa Rosa de Lima,
que nació como vosotros en estos reinos, y profesó la
religión de Jesucristo, la misma que profesamos los
españoles.
17- Ni penséis que esta religión no es Santa al
ver que entre sus profesores hay algunos que no lo son;
porque esto no es culpa de ella, que aborrece los males
y castiga a los malos, sino culpa de los mismos hijos,
que no quieren seguir ni aprovecharse de los consejos y
ejemplos se su Santa Madre. Vosotros veis cada día
que un buen padre entre muchos hijos buenos suele
tener alguno malo. Vosotros veis que en un terreno fértil
y delicioso se hallan algunas plantas secas o estériles.
Vosotros veis que en un gran rebaño de ovejas sanas y
gruesas hay alguna también enferma y sarnosa, sin que
por eso deje de ser apreciable este rebaño, ni fértil
aquel terreno, ni bueno aquel padre. Así, pues, también
la religión cristiana no deja de ser santa porque algunos
de sus hijos no lo sean entre tantos innumerables como
ha tenido y tiene, que lo son.
18- Esta religión de Jesucristo es Católica o
Universal, porque se profesa en todas partes del mundo,
y por personas de toda clase y condiciones, ricas y
pobres, pequeñas y grandes, altas y bajas, vasallos y
reyes. Esta es la que profesa nuestro Grande Rey y
Señor de las Españas y de las Indias Carlos III, y la que
profesamos todos los que tenemos la dicha de
reconocerle por nuestro legítimo soberano, quien, sin
esta profesión cristiana, a nadie quiere recibir ni tener
por vasallo suyo; porque sabe bien que nadie puede
serlo fiel y verdadero, no profesando una religión, que,
después de mandar el respeto, la obediencia y la
fidelidad a la primera majestad, que es la de Dios,
manda también que respetemos, obedezcamos y
seamos fieles a la segunda majestad, que es la de los
reyes. Ella es la que grita por las calles y plazas: “Oid
pueblos; obedeced a vuestros superiores; toda potestad
viene de Dios; dad al Cesar lo que es del Cesar”
19- Por lo tanto, nobles y amados Chiriguanos, si
queréis ser, como nosotros, vasallos fieles del Rey
Católico; si queréis experimentar, como nosotros, los
efectos de su real poder y piedad; si queréis vivir con
nosotros en continua paz y hermandad; y lo que es mas
que lo dicho, si queréis ser dichosos en alma y cuerpo y
felices en esta vida y en la otra, convertiros y abrazad
esta sagrada religión de Jesucristo que os proponemos.
20- A este fin y para que lo hagáis con libertad,
luz y conocimiento, yo os ruego, que establecidas las
treguas, permitáis que entren en vuestro pueblo
Sacerdotes y Padres que os prediquen, que os
enseñen, que os iluminen, y que os preparen los
caminos del Señor con la doctrina del Evangelio. Yo
os enviaré Ministros escogidos, de celo, de ciencia, de
desinterés y de caridad, que os anuncien la verdad y
os enseñen los ministerios de nuestra fe. Yo mismo, si
vosotros queréis, pasaré en persona a cumplir y llenar
esta función tan propia del Ministerio y Apostolado, que
he recibido de mano de Dios, y en que sacrificaré
gustosamente la salud y la vida por la salvación de
vuestras almas a imitación de Jesucristo, quien por la
de todo el mundo sacrificó la suya, muriendo en una
cruz, y extendiendo sus brazos para llamar y recibir a
un pueblo incrédulo y contradictor de sus verdades y
milagros. Nada vais a perder en esto. Si nuestras
razones convenciesen vuestra incredulidad, entonces
tendremos la dichosa precisión de deponer el error
conocido; y si no os convencieren, nadie os hará
fuerza, porque nuestra religión a nadie la hace. Sus
armas no son mas que la verdad, la persuasión y la
dulzura. Ella no conoce el espíritu del partido, ni el de
la venganza, ni el de la dominación; y si predica a los
infieles solo es para hacerlos felices.
21- Cuando esto, por desgracia, no queráis,
permitir siquiera a los vuestros, que iluminados de
Dios, quieran convertirse, bautizarse y abrazar la
religión cristiana, el que puedan venirse a las
reducciones ya establecidas, u a otras que de nuevo se
establecieran, donde nuestro grande y piadoso Rey
Carlos III los recibirá y mantendrá con la piedad y
magnificencia que lo está haciendo en las reducciones
vecinas a nuestra nación, como son Las Salinas, las de
Acero, la de Pilipi, la de Aymiri, la de Tacurú y la de
Masahave. Yo por mi parte contribuiré también por
todos los medios posibles para que nada les falte en lo
espiritual y temporal.
22- Cuando ni esto queráis hacer, yo os ruego
con todo mi corazón, que por prueba y testimonio de la
buena fe con que procedéis en estas treguas,
entreguéis a mis dos Comisionados el Padre Doctor
Don Joseph de Ossa, Cura de Tacobamba y, el Padre
Fray Juan Cobos, del Orden de San Francisco, todos
los feligreses míos de ambos sexos que se hallan
cautivos en vuestro poder, a cuyo fin, y, por señal de
mi cariño y agradecimiento, llevan los dichos
comisionados varios regalos y géneros de esta tierra,
como son tembladeras de plata, tipoyes colorados,
hualcas blancas, coloradas y verdes, bandas rojas,
sombreros, corales, tijeras, agujas, achacuñas, frenos,
espuelas, mulas, yeguas y vacas, parta que de mi
parte agasajen a vuestros capitanes y a los dueños de
mis feligreses cautivos.
23- Pero entended que esto no es, ni ha de ser,
ni ha de llamarse rescate formal, y menos trato de
compra y venta, tan ajeno de personas racionales;
porque esto lo sentiría y castigaría gravisimamente
nuestro Gran Rey y Señor Carlos III, quien ama a todos
sus vasallos aún con mas ternura que un padre a sus
hijos, y no quiere que se les trate de este modo,
comprándolos y vendiéndoles como si fueran unas
borricas. Yo espero, nobles Chiriguanos, que no me
negaréis esta gracia en prueba de que sois ya, o
queréis ser nuestros hermanos y amigos. Dada en la
Villa de Tarija a 23 de Octubre, día de San Pedro
Pascasio de 1787.
EN EL AÑO DE 1790
Expedit maxime animarum faluti a dignis atque
idoneis Parochis gubernari.
CAPITULO PRIMERO
Cuanto importa la acertada elección de Párrocos.
CAPITULO SEGUNDO
Razones y fundamentos para este dictamen.
10- Compendiemos los fundamentos de este
dictamen, de que tanto han escrito los mejores políticos.
Ellos convienen uniformemente, en que un estado no
puede ser brillante, florido, ni estable por mucho tiempo,
siempre que no se halle fundado y apoyado sobre una
religión sólida y verdadera, que después de enseñar lo
que se debe a Dios, enseñe también lo que se debe al
Cesar, esto es, que después de instruir a los vasallos en
las estrechas obligaciones de amar, obedecer y respetar
la primera Majestad, que es Dios, los instruya también
en el amor, obediencia y respeto que deben a la
segunda majestad, que es la de los reyes.
11- A la verdad, ¿que estabilidad ni firmeza
puede prometer un Estado, fundado sobre ninguna
religión, o sobre la débil arena de una religión falsa y
superficial? ¿Que sujeción ni fidelidad puede prometerle
el Estado de unos hombres sin religión, que no
sujetándose a principio alguno de aquellos, que
moderan y contienen el desenfreno y libertad, plagas
destructoras del buen gobierno y orden de las
Repúblicas, miran la independencia como constitutivo
esencial de una felicidad completa? ¿Que amor ni
obediencia pueden prometerle el Estado de unos
corazones sin religión, que no obedeciendo, ni amando,
ni obrando, sino por interés, por adulación o por temor,
se desprenden a lo mejor de estos débiles lazos y
sacuden el yugo de la subordinación y obediencia, que
deben profesar al Rey, a sus leyes, y a sus ministros?.
La historia del mundo, en la que hace de los primeros
imperios, nos presenta a cada paso, lastimosos
ejemplares. La de la Iglesia en sus primeros siglos nos
hace ver de un modo sensible que los Cesares y los
Emperadores de Roma de nadie se veían mas bien
obedecidos y respetados que de los verdaderos
discípulos de Jesucristo. Y la de nuestra misma España
nos enseña que ningún reinado ha sido mas brillante
que el de aquellos príncipes cuyo celo era igualmente
eficaz en los intereses de la religión y del Estado. Por
esta razón decía San Agustín: Dadme un pueblo fiel y
religioso a Dios, que yo os lo daré bien gobernado.
12- Quedemos pues, que la felicidad y
estabilidad de un Estado penden de la verdadera y
sólida religión. Y preguntemos ahora: ¿ esa sólida y
verdadera religión de un Estado, de quien depende ¡Ah!
Nadie podrá negar que depende muy especialmente de
los Párrocos, quienes por razón de su ministerio son los
maestros inmediatos, los predicadores y enviados de
Dios a los pueblos, a introducirla por el oído y por medio
de la Palabra del Señor hasta el corazón de sus
feligreses: Ergo fides ex auditu, auditus autem per
verbum Christi87. ¿ Y como la predicarán estos Párrocos
si faltandoles aquella ciencia que exigen en ellos los
Sagrados Cánones, no son idóneos y capaces? ¿ Y
dado caso que la enseñen y prediquen como la
establecerán y radicarán con el ejemplo en sus
feligreses, si ellos no tienen aquella providad de
costumbres que igualmente pide el famoso Concilio de
Trento?
13- ¡Ay, amados hijos! ¡No podemos dejar de
llorar y clamar aquí lo que tantas veces habéis llorado y
clamado con nosotros! Acabamos de visitar una gran
parte de nuestra diócesis y, componiéndose casi toda
ella de pueblos de indios, hemos advertido con mucho
dolor que la religión de estos aún después de tantos
años de conquista, es una religión exterior, superficial y
no mas que de boca. Ellos rezan, pero sin atención, sin
recogimiento, sin inteligencia y por una especie de
cumplimiento a que los ha reducido la costumbre. Ellos
asisten a las Funciones de la Iglesia; pero sin que toque
la mas pequeña parte de su corazón alguna de las tres
virtudes de la fe, esperanza y caridad, que son las
87 Rom. Cap. 16, 19.
disposiciones santas que deben preceder a la asistencia
de los Sagrados Misterios. Ellos van a oír la Palabra
Divina; pero forzados y conducidos de un temor servil,
que los violenta, siendo la misma violencia con la que
oyen, el mayor impedimento para que puedan
aprovecharse de lo que se les enseña,
experimentándose en ellos la misma insensibilidad e
indiferencia antes y después de haber oído las verdades
más terribles. Ellos se confiesan; pero sin examen, sin
dolor, sin arrepentimiento, sin propósito y haciendo tal
vez particular estudio de ocultar lo mas criminal de sus
delitos por unas ideas corrompidas, a que los conduce
su misma rudeza o el ridículo concepto que han formado
del Sacramento. Ellos manifiestan algunas señales
exteriores de devoción dirigidas a Dios y a sus Santos;
pero tan imperfecta, tan superficial y tan contraída y
mezclada con ciertas ceremonias visibles y heredadas
de padres a hijos, que se confunden con la idolatría y
con la misma superstición. ¿ Y será esta una parte del
rebaño de Jesucristo, o una porción de su Iglesia? ¡Ah!
El carácter con el que ha querido el Señor se
distinguiese en todos tiempos su pueblo, es el de traer
su ley santa gravada en el corazón: Populus meus, lex
mea in corde eorum88. ¿Hemos dicho en esto otra cosa,
que lo que la común y universal experiencia acredita?
Experimento didici89.
14- ¿Pues de una religión tan sin fondo, solides
ni verdad, que progresos, que conveniencia, ni que
estabilidad puede prometerle el Estado? ¿Y quien
puede poner remedio a un mal, origen de tantos males y
de tan funestas consecuencia? Solo los Señores
Obispos y Vice Patronos, tomando a empeño como es
de su obligación, el que los concursos se celebren,
como Dios, la Iglesia y el Rey mandan, y que en ellos se
elijan Curas idóneos y capaces.
15- Añadamos más, para que nada dejemos de
decir ni Dios nos pida cuentas de lo que hemos callado
por respeto o temor a los que se refieren o le amargan
con la verdad. No todos los pueblos de nuestra diócesis
son los Indios, ni son indios todos nuestros feligreses.
Hay muchos españoles criollos y europeos, ¿Y que?
¿La religión de ellos es muy diferente a la de los indios?
No hay duda que es menos supersticiosa, mas brillante,
mas fundada, y aún mas sólida, como que han tenido y
tienen otra instrucción y otros principios. ¡Pero ah! Que
Capítulo Tercero
95
Ley 24
96
Gál.6,5
cual dará cuenta a Dios de lo que haya obrado: Itaque
unusquisque nostrum pro se rationem reddet Deo97.
29- Ultimamente lo que más debe aquietar y
consolar a un Prelado en lance de esta naturaleza, que
aunque raros por monstruosos no dejan de suceder
alguna vez, es el testimonio de su buena conciencia, la
pureza de sus intenciones y la seguridad de haber
hecho de su parte cuanto pudo; y que nada dejó de
hacer para que Dios, el Rey, la religión, y el Estado
quedasen bien servidos en nominación y elección de
Párrocos, que tanto encarga el santo Concilio, como la
cosa más conducente, y aun necesaria para la salvación
de las almas:
97
Rom. 14,12
Carta Pastoral
que el ilustrísimo
SEÑOR DON FR. JOSÉ ANTONIO DE SAN ALBERTO
del consejo de S. M. Y dignísimo
Arzobispo de La Plata
DIRIGE
A TODOS SUS VICARIOS,
CURAS, TENIENTES Y CLERO,
exhortándolos,
a que contribuyan con algún
donativo o empréstito sin interés para las
actuales urgencias de la Corona,
con ocasión de haber recibido
la Real Orden
de 27 de Mayo de ´98
expedida a este fin.
En El Año de 1799
A nuestros Vicarios, Curas, Tenientes y Clérigos
de esta nuestra Diócesis,
salud, y gracia en el Señor.
A LA DOLOROSA REINA
ADVERTENCIA
9. Quien se dedica a servir a Dios, ha de ser
varón de todas horas. En todas las horas es Dios de la
alma, y en las mismas la alma ha de ser de Dios: en
toda hora está dios presente a la alma, y en todas debe
la criatura estar presente a su Dios. No hay hora en que
Dios no de alguna cosa a la alma ¿ pues porque ha de
haver hora en que la alma no de alguna cosa a su Dios?
A esto, pues, se ordena el presente relojito, a que en
todas las horas del día, desde que te levantas hasta que
te acuestas, seas de Dios, tengas presente a Dios, y
ofrezcas alguna cosa a Dios, y aunque principalmente lo
escribo para seculares, padres y madres ocupados en
negocios de familia y casa, que con solo tener a mano o
a memoria este reloj, pueden no perder de vista el
negocio de su salvación; puede tambien servir para toda
clase de personas Eclesiasticas o Religiosas, con solo
variar la hora, la entrega, o el ofrecimiento, conforme al
gusto y devoción de cada uno.
TODO A DIOS
1112 1
10 2
9
3
8 4
7 65
DIRECCIÓN
ENTENDIMIENTO A DIOS
1112 1
10
9 2
3
8
4
7 5
6
HUMILDAD
DOLOR
VOLUNTAD A DIOS
12
11 1
10 2
9 3
8 4
7 65
CONFORMIDAD
CORAZÓN A DIOS
11 12 1
10 12
9 3
8 4
7 5
6
AMOR
1112 1
10 2
8 4
7 65
PUREZA
TRABAJOS A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
7 5
6
PACIENCIA
1112 1
10 2
9 3
8 4
7 5
6
PIEDAD
DESEOS A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
7 5
6
DESASIMIENTO
1112
1
10
2
9
3
8 4
7 5
6
PENITENCIA
OJOS A DIOS
12
11 1
10 2
9 3
8 4
5
7 6
RECATO
PALABRAS A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
7
65
SILENCIO
LIBERTAD A DIOS
1112 1
10 2
9 3
4
8
7 5
6
OBEDIENCIA
TENTACIONES A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
7 5
6
TEMOR
BENEFICIOS A DIOS
12 1
11
10 2
9 3
8 4
7 5
6
AGRADECIMIENTO
ALMA A DIOS
1112 1
10 2
9 3
4
8
7 65
ADORACIÓN
OBRAS A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
7 5
6
PERSEVERANCIA
VIDA A DIOS
1112 1
10 2
9 3
8 4
5
7
6
MUERTE
Sea esta obrita a honra y gloria de la Beatísima
Trinidad, de María Santísima de los Dolores, de su castisimo
esposo San Joseph, de Santa Teresa de Jesús, mi Madre, y a
la utilidad de las almas que desean servir a Dios.
MEDITACIONES
ABREVIADAS PARA TODOS LOS DIAS
DE COMUNIÓN.
PRIMERA
SEGUNDA
CUARTA
QUINTA
SEXTA
6- Considere a Cristo como Rey, y luego como
fiel vasallo recíbalo en su casa, dele por trono su mismo
corazón, puro, limpio y desapegado. Póngase ante su
presencia con grandisima sumisión, ofrézcale
obediencia, ríndale vasallaje, y llame a todas sus
potencias y sentidos para que se le rindan también.
Preséntele memoriales, y pídale gracias, que lo haga
caballero de la cruz en que murió, guardia del Cuerpo
sacratísimo que le ha dado en manjar, exento de toda
culpa grave y leve, etc. y últimamente, que le de oficio,
aunque sea del criado mas bajo e inferior dentro de su
palacio. Jardinero de la Reina de los Cielos, para
poderle presentar flores, la azucena de la castidad, el
clavel de la mortificación, la violeta de la humildad, etc. y
todo el día empléese en estas consideraciones.
SEPTIMA
EPISTOLARIO