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Los jesuitas y el mundo del libro

en México y Argentina
lecturas, bibliotecas, manuscritos,
imprentas y grabados

MARINA GARONE GRAVIER (EDITORA)

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Presentación
Entre el conjunto de los bienes culturales de que se valieron las
órdenes religiosas en el continente americano para desarrollar sus
tareas misionales, evangélicas y educativas, el libro fue – sin lugar
a dudas – el instrumento más diverso y polifacético. El universo de
los que se conversan en los numerosos acervos de los países de
América nos permite conocer no solo los intereses y énfasis didác-
tico y catequético de los religiosos que los usaron, sino un conjun-
to de otras prácticas: tanto las de circulación, acopio y organización
de textos, como los usos colaterales para la producción de obras
de arte y en otras medidas, las formas de apropiación por parte de
lectores de distintas clases y tipos de obras, autores y temáticas.
Con el conjunto de ensayos que se reúnen en este número mo-
nográfico hemos querido ofrecer al lector un panorama breve pe-
ro preciso de ese mundo del libro en América, en relación especí-
ficamente con la orden de los jesuitas. Si cada grupo de misione-
ros se caracterizó por un rasgo en los estilos y modos doctrinales
y en los usos de los objetos de sus preferencias, sin temor a equi-
vocarnos podemos señalar que los ignacianos se valieron amplia-
mente de la cultura libresca para llevar a cabo los diversos aspec-
tos educativos y doctrinales de sus tareas en el Nuevo Mundo. Pa-
ra plantear ese recorrido, la compilación inicia con el ensayo del
historiador del Instituto Nacional de Antropología e Historia José
Abel Ramos Soriano, La circulación del libro en el México colonial
quien examina – mediante varios casos detallados – cómo se daba
el acceso a los libros impresos y otros documentos escritos, y co-
menta algunos aspectos vinculados con el control inquisitorial en
Nueva España.
De manera complementaria al estudio de la circulación del libro
europeo, el historiador del Instituto de Investigaciones Bibliográfi-
cas de la Universidad Nacional Autónoma de México, César Man-
rique Figueroa, ofrece La impronta de los Países Bajos en las bi-
bliotecas novohispanas de la Compañía de Jesús, texto en el que se
adentra en el análisis autores e impresores a partir de las marcas
de propiedad de los libros conversados en varios repositorios ins-
titucionales.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

El ensayo elaborado de manera conjunta por la latinista Hilda


Julieta Valdés García y la conservadora Martha Elena Romero Ra-
mírez, atiende un aspecto novedoso y poco atendido de la cultura
escrita novohispana al reseñar los aspectos bibliográficos y filoló-
gicos de algunos cuadernos de apuntes escolares jesuíticos en la-
tín que se conservan en la Biblioteca Nacional de México. En su
texto, ensayan una aproximación interdisciplinaria a estos docu-
mentos que permiten conocer algunas de las prácticas académica
y educativas de los jesuitas en México.
Por su parte la historiadora del arte Marina Garone Gravier, en su
texto La tipografía de los jesuitas poblanos: la imprenta del Colegio
Real de San Ignacio, ofrece un panorama de las imprentas jesuitas
de la Nueva España y da información relevante para conocer como
se relacionaron con la imprenta los miembros de la Compañía de
Jesús en Puebla de los Ángeles, durante el siglo XVIII.
Siguiendo con la faceta estrictamente tipográfica, el trabajo que
presentan Gustavo Cremonini y Daniel Enrique Silverman, con la
colaboración de Marina Garone Gravier, aborda los antecedentes
históricos y el establecimiento de la imprenta del Colegio de
Montserrat, en Córdoba del Tucumán, en el Virreinato del Río de
la Plata. A partir de la información bibliográfica disponible a la fe-
cha, exponen la larga travesía de solicitudes que realizaron los
miembros de la orden antes de contar con los elementos necesa-
rios para montar un taller de imprenta poco tiempo antes de ser
expulsados de los territorios de ultramar por Carlos III.
Finaliza el volumen, el texto de la historiadora del arte Clara
Bargellini quien ofrece un trabajo que extiende los alcances del
libro a otras esferas de la cultura, al analizar el trasiego de mode-
los visuales europeos y sus usos artísticos y devocionales locales
en Consideraciones sobre imágenes jesuitas en la Nueva España y
sus fuentes grabadas.
Si bien este número monográfico no pretende agotar ni cerrar
el posible universo de los temas de la cultura escrita y libresca
jesuita de México y Argentina, en cambio sí ofrece un sólido
punto de partida mediante el estudio de casos para construir una
visión panorámica, y a la vez plantea nuevos temas y aproxima-

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ciones para el estudio riguroso y sistemático del papel que juga-


ron los libros en el contexto de las labores de las órdenes reli-
giosas.

Dra. Marina Garone Gravier


Amatlán de Quetzalcóatl, 2016

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Consideraciones sobre imágenes
jesuitas en la Nueva España
y sus fuentes grabadas

CLARA BARGELLINI

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
The article explores problems and solutions of narration in Je-
suit books and paintings in Europe and in New Spain. The late
16th century solutions in the engravings of Jerónimo Nadal’s work
and in the illustrated Lives of St. Ignatius, are compared to the
paintings of Cristóbal de Villalpando of around 1710 in the former
Jesuit novitiate at Tepozotlán, where images alone, without words,
narrate several episodes in one composition.

Key Words
Jesuits; New Spain; painting; print, narrative; Villalpando.

Se exploran problemas y soluciones de la narración en libros y


en pinturas Jesuitas en Europa y Nueva España. Se comparan las
soluciones de los grabados en la obra de Jerónimo Nadal y en los
libros ilustrados de la Vida de San Ignacio, de finales del siglo
XVI, con las pinturas de Cristóbal de Villalpando de ca. 1710 en el
antiguo noviciado jesuita de Tepozotlán, donde la imagen sin pa-
labras cuenta varios eventos en una sola composición.

Palabras claves
Jesuitas; Nueva España; pintura; grabado; narración; Villalpando.

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L a rehabilitación del barroco en el siglo XX abrió las puertas


para volver a ver las obras artísticas patrocinadas por la
Compañía de Jesús. Sobre este tema, un hito fue la publicación
en 1972 de Baroque Art: the Jesuit Contribution, con un ensayo
introductorio de Rudolf Wittkower y seis artículos por especialis-
tas en diferentes ramas del arte.1. Los autores buscaron enfrentar,
por medio de exámenes de casos específicos, el problema de si
hubo, o no, un “arte jesuita” y en qué consistía. En cuanto a los
libros ilustrados de autores jesuitas, están presentes de manera
notable en el volumen las obras de Atanasio Kircher y de Juan
Bautista Villalpando por sus contribuciones a ideas acerca de la
arquitectura.2. Aunque sólo de paso, también se hace mención
del tipo de libro ilustrado en que se centra este breve ensayo: los
textos con imágenes narrativas de historias de Jesús y de los san-
tos. Son los casos de Trofeos de la iglesia inglesa y Anotaciones y
meditaciones sobre los evangelios, ambos citados en el menciona-
do volumen en un artículo sobre la pintura en la primera iglesia
del Gesù en Roma.3.
Pretendo aquí llamar la atención en particular al último de estos
dos libros impresos y a otros dos del mismo tipo, creados bajo pa-
trocinio de la Compañía de Jesús y de autoría de alguno de sus
miembros, para hacer algunas observaciones acerca de las estam-
pas librescas y sus relaciones con el arte de la pintura en la Nueva
España. En particular, me interesa examinar el problema de la lec-
tura de narraciones en imágenes. Las Adnotationes et Meditationes
in Evangelia (Anotaciones y meditaciones sobre los evangelios) cu-
yo autor fue el jesuita Gerónimo Nadal, es ahora asequible con ex-

1 R. WITTKOWER, I.B. JAFFE (compiladores). Baroque Art: the Jesuit Contribution. New
York: Fordham University Press, 1972. Sólo uno de los autores era jesuita (Thomas
Culley, experto en música), así que también en ese aspecto, la publicación fue bas-
tante novedosa, ya que los jesuitas han sido, y siguen siendo, muy interesados en
su propia historia y producción cultural
2 R. TAYLOR, “Hermetism and Mystical Architecture in the Society of Jesús”, Ibid., pp.
63-97.
3 H. HIBBARD, “Ut picturae sermones: The first Painted Decorations of the Gesù”,
Ibid., pp. 29-49.

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celentes ilustraciones y textos introductorios.4. Se trata, como es sa-


bido, de imágenes y textos sobre los evangelios para los domingos
de cada semana del año litúrgico, publicados por primera vez en
Amberes en 1595. Gerónimo Nadal (1507-1580) era nativo de Ma-
jorca y fue secretario del propio Ignacio de Loyola en Roma entre
1545 y 1548. Entre 1568 y 1576 escribió su texto con referencia a
unos dibujos de Livio Agresti, hechos entre 1555-62, los cuales tal
vez eran propiedad de Francisco de Borja. Nadal nunca llegó a pu-
blicar su obra. Sin embargo, la Compañía no abandonó el proyecto
después de la muerte de su autor. Giovanni Battista Fiammeri, artis-
ta jesuita, hizo otros dibujos para la imprenta, basándose en los de
Agresti. Éstos no fueron bien recibidos por los impresores y Ber-
nardino Passeri, que tenía experiencia en ilustrar libros, hizo otros
dibujos después de 1587, basándose en los trabajos de sus antece-
sores. A esta serie de dibujos se añadieron otros de Martín de Vos.
La primera edición, impresa en Amberes en 1593, fue de sólo las
ilustraciones, grabadas por los Wiericx. Cada una de éstas incluye
abajo sus Anotaciones correspondientes. Las edición completa, con
las Meditaciones, fue publicada en 1596.
Pongo énfasis en la información sobre los grabados, porque es
evidente que así lo hicieron Nadal y sus compañeros jesuitas en el
siglo XVI. Se trata, de hecho, de imágenes – con sus títulos arriba –
en las que la narración central del episodio del evangelio, corres-
pondiente a la misa de cada domingo del año, ocupa el lugar cen-
tral (fig. 1). A su vez, el lector de las imágenes, apoyado tanto en su
propio conocimiento del texto bíblico acerca de la imagen central,
como en las anotaciones escritas debajo de ella, llega a una serie de
pensamientos ilustradas en otros episodios a los lados y en el fondo
del conjunto y explicados en los textos de las meditaciones que si-
guen. Se logra así un movimiento entre ver, leer y meditar, pero la
imagen visual, curiosamente ausente en el título del libro, es sin du-
da el motor inicial: sirve para llegar a la meditación aún sin las pala-

4 J. Nadal y Frederick Homann (traductor), con notas de W.S. MELION, Annotations


and Meditations on the Gospels, St. Joseph’s University Press, Philadelphia, 2003-
2007. Las noticias que siguen vienen de la introducción de Melion al volumen 1, pp.
3-9.

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Fig. 2. Pintor novohispano desconocido, La Circuncisión, Retablo de la Virgen de los Do-


lores de la capilla de la antigua hacienda jesuita de Santa Lucía, última década del siglo
XVII. Imagen procedente del libro: Bargellini, Clara. El retablo de la Virgen de los Dolo-
res de la hacienda de Santa Lucía, México, Centro Cultural Arte Contemporáneo, 1993

bras, si el lector tiene algún conocimiento del evangelio. Ese sería el


caso, más que nada, de los propios jesuitas y sus alumnos. Por otra
parte y en pintura, las imágenes impresas del libro de Nadal fueron
reproducidas con frecuencia en lienzos o tablas de formatos más
grandes. Podían servir a los analfabetos y a los recién convertidos
de las misiones. Recordemos que los jesuitas fueron importantes
apologistas del uso de imágenes para la instrucción religiosa. Se ba-
saban en el misterio fundamental de la redención: la encarnación
de Dios en Jesús, o – en otras palabras – la transformación del espí-
ritu en materia tangible y visible 5, análoga al proceso del paso des-
de una idea o concepto a una representación pintada o tallada.
Un ejemplo de cómo un artista novohispano utilizó el libro de
Nadal se puede ver en el retablo de finales del siglo XVII, dedica-
do a la Virgen de los Dolores, que estaba en la antigua capilla de

5 Ibid., pp. 9-32, examina en detalle las relaciones entre la vista, la fe y el ministerio
jesuita, tal como lo expresa Nadal en las Anotaciones.

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la hacienda jesuita de Santa Lucía, al norte de la Ciudad de Méxi-


co.6. Como todos los retablos, se trata de una combinación de ele-
mentos visuales de diferentes materiales e iconografías, en la que
los elementos arquitectónicos sirven para dar estructura, orden y
énfasis a las esculturas y pinturas, las cuales presentan imágenes
icónicas, narrativas y simbólicas. En este caso, alrededor de la ima-
gen principal e icónica de la Virgen que es una escultura vestida,
se observa un conjunto de lienzos que narran siete dolores de Ma-
ría: la Circuncisión de Jesús, la Huida a Egipto, Jesús se despide
de su madre antes de su pasión, el Encuentro entre Jesús y María
en el camino al Calvario, Cristo siendo clavado en la cruz, Cristo
en la cruz levantada (actualmente reemplazado por un lienzo de
santa Lucía), y el Entierro de Jesús.
Entre las múltiples fuentes utilizadas para esta colección de es-
cenas narrativas está el libro de Nadal, cuya representación de la
Circuncisión inspiró la misma escena en el retablo (fig. 2). De he-
cho, es bastante frecuente en el arte novohispano el uso de las
Anotaciones como fuente para la representación de episodios
evangélicos sueltos. En el caso de la pintura de la Circuncisión en
el retablo de Dolores, la influencia del grabado jesuita es notoria.
El artista reproduce el evento central del grabado, cuya importan-
cia para los jesuitas en particular era la imposición al niño de su
nombre, el mismo de la Compañía, y la asociación de este evento
con la futura pasión de Jesús. Sin embargo, las diferencias entre la
estampa y la pintura también deben notarse. Primero está la au-
sencia total de los detalles laterales en el lienzo para fijar la aten-
ción sólo en el evento central, disminuyendo así las posibilidades
de la meditación discursiva que es tan importante en el grabado.
Por otra parte, tal vez en atención a una celebración significativa
en la Nueva España, se añade un detalle que alude a la Purifica-
ción de María, celebrada en la fiesta de la Candelaria, un mes des-
pués de la Circuncisión: el niño al frente llevando la ofrenda de
las dos palomas. Se tiene aquí, por lo tanto, evidencia de la fami-

6 C. BARGELLINI, El retablo de la Virgen de los Dolores, México, Fundación Cultural Te-


levisa, 1993.

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Fig. 1. La Circuncisión. Imagen procedente del libro Jerome Nadal, Annotations and
Meditations on the Gospels. Vol. I: the Infancy Narratives, Philadelphia, St. Joseph
University Press, 2003, Plate V

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

liaridad del pintor con el grabado como fuente directa de la com-


posición, más no como modelo para una composición totalmente
igual. Por otra parte, hay que considerar que las diferentes partes
de un retablo interactúan entre sí, así que, la obra en su totalidad,
como fondo para la celebración eucarística, tenía una función pa-
recida a la del grabado, con escenas que se relacionan por el én-
fasis en el dolor de la madre pero también en la manifestación de
la voluntad del hijo de ofrecer su cuerpo y su vida para la salva-
ción de la humanidad.
Sabemos, además, que este retablo es una versión reducida de
otro, ahora perdido, que fue estrenado en la iglesia jesuita de San
Pedro y San Pablo en la ciudad de México, y motivo de un Ser-
món Panegyrico que en la dedicación de un altar a los Dolores de
María Santísima que predicó el padre jesuita Juan del Pozo, cate-
drático de teología en el Colegio junto a la iglesia, probablemente
en 1679, año de la publicación de dicho sermón en la ciudad de
México por Francisco Rodríguez Lupercio. En este caso, vemos
que una obra de arte visual (el retablo desaparecido de San Pedro
y San Pablo) no sólo tuvo impacto en otra obra del mismo tipo (el
retablo de la hacienda de Santa Lucía), sino que a su alrededor
hubo producción libresca. Además del Sermón Panegyrico de Juan
del Pozo, se ha conservado otro texto jesuita, del padre José Vidal,
publicado por María de Benavides, viuda de Juan de Ribera, en
1692. Su título, Espada aguda de dolor de mi Señora celebrada en
los Cielos con solemne regosijo [sic], y la aclaración que el autor era
“prefecto de su congregación” en el propio Colegio de San Pedro
y San Pablo, establece la relación de Vidal y de su texto con el re-
tablo de Dolores. Este libro contiene, además, una de las primeras
calcografías novohispanas del siglo XVII, en la que se ve a María a
la cabeza de una procesión de ángeles, santos y santas 7. No tiene
firma, pero la composición remite a la parte superior del cuadro
de Cristóbal de Villalpando de Santa Brígida, conservado en la
iglesia capitalina de Santo Domingo.8. Finalmente, “el suntuoso al-

7Ibid., p. 111.
8 J. GUTIÉRREZ, et al., Cristóbal de Villalpando, México, Fomento Cultural Banamex,
1997, pp. 176-177, 370.

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tar” de la Virgen de los Dolores en la iglesia de San Pedro y San


Pablo es mencionado y descrito brevemente en el Zodiaco Maria-
no de los jesuitas Francisco de Florencia y Juan Antonio Oviedo,
publicado en 1755 por la imprenta de San Ildefonso.9. Es evidente,
por lo tanto, que el caso del retablo de Virgen de los Dolores es
un ejemplo notable de las relaciones que se podían entramar en-
tre el mundo de los impresos, empezando por el libro de Nadal
pero también en otras publicaciones, y el de las artes plásticas en
el período virreinal.
Antes de pasar al segundo libro impreso que quiero examinar,
vale la pena fijarse en un elemento en particular de los grabados
de Nadal, justo por su relación con el proceso de lectura entre las
letras y las imágenes. Me refiero al uso del alfabeto para señalar el
orden discursivo de las imágenes. Es decir, el alfabeto en Nadal
pretende dirigir la vista y, junto con ella, el pensamiento del que
está viendo las estampas. Las letras, que se enlistan al pie de la
imagen principal junto con sus respectivas explicaciones, están
también distribuidas por las varias escenas de cada lámina para
guiar al lector-espectador en su comprensión de los mensajes evan-
gélicos. El recurso de las letras y textos explicativos al pie de una
imagen también fue utilizado en el libro mencionado arriba en el
que se narran e ilustran los martirios de santos ingleses. Se ve lo
mismo, además, en un caso especial: el ciclo jesuita de pinturas de
martirios en la iglesia de Santo Stefano Rotondo en Roma, fechadas
hacia 1583, que es otro ejemplo de la interacción entre estampas y
pinturas.10. En su contexto particular, el ciclo, igual que las calcogra-
fías, servía para aleccionar e inspirar a los propios jesuitas.
La diferencia entre el recurso de letras puestas sobre las imáge-
nes y el uso que generalmente hacían los pintores del libro de Na-

9 Consultado en la edición de A. RUBIAL, Zodiaco Mariano, México, Conaculta,


1995, p. 147. El original puede verse en: <http://www.cervantesvirtual.com
/obra/zodiaco-mariano-en-que-el-sol-de-justicia-christo-con-la-salud-en-las-alas-vi-
sita-como-signos-y-casas-proprias-para-beneficio-de-los-hombres-los-templos-y-lu-
gares-dedicados-a-los-cultos-de-su-ss-madre-por-medio-de-las-mas-celebres-y-mi-
lagrosas-imagenes-de-la-misma-seora-que-se-veneran-en-esta-america-septentrio-
nal-y-reynos-de-la-nueva-espaa/>.
10 L.H. MONSSEN, “Rex Gloriose Martyrum: A Contribution to Jesuit Iconography”, Art
Bulletin, 63, 1981, pp. 130-137.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

dal para un público general es evidente en el retablo de Dolores


de Santa Lucía, como se acaba de ver, porque el pintor representó
sólo una parte de una de las estampas. Otro caso notable del mis-
mo uso por parte de un pintor puede verse en un retablo pasiona-
rio de Xaltocán (Xochimilco), recién estudiado, donde ocho de los
nueve lienzos del retablo están basados en estampas de las Anota-
ciones.11. Allí , como en Santa Lucía y en otros casos, no se trata de
los grabados completos, sino de la imagen central o, para simplifi-
car aún más, de sólo una parte de ellas. Es decir, Nadal servía a
los pintores como fuente visual de escenas individuales en obras
para un público general. Este uso difiere al de las imágenes com-
plejas y compuestas del libro impreso de las Anotaciónes, las cua-
les, junto con los textos en orden alfabético, pretendían guiar la
meditación de individuos devotos.
La Vita beati P. Ignatii Loiolae Societatis Iesu fundatoris fue otro
proyecto de imágenes impresas bajo la supervisión de la Compa-
ñía de Jesús. Se trata en este caso de un libro con 79 grabados de
episodios de la vida del fundador de la orden publicado en 1609,
cuando el santo fue beatificado. En 1622 la Vita apareció una vez
más con la estampa número 80, que representa la ceremonia de
su canonización la cual tuvo lugar en ese año. El proyecto se des-
arrolló en Roma y el autor de las imágenes fue el joven Pedro Pa-
blo Rubens, mientras el grabador fue Jean Baptiste Barbé.12. Como
indica el título, se trata de la narración en imágenes de la vida del
santo, desde su nacimiento hasta su muerte y canonización.
A diferencia de las Anotaciones, la gran mayoría de los graba-
dos de la Vita ilustran un único episodio, debajo del cual se pue-
de leer una explicación del evento en latín. Sólo seis de las calco-
grafías (las numeradas 13, 18, 31, 50, 55 y 77) incluyen más de
una escena. En la 13 (Ignacio en Manresa ministrando a los po-

11 A. ROBIN, “El retablo de Xaltocán, las Imágenes de Jerónimo Nadal y la Monja de


Ágreda,” Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, no. 88, 2006, pp. 53-70.
<http://www.analesiie.unam.mx/toc/toc88.html>.
12 Para los datos de la composición y publicación, véase el estudio preliminar de
Antonio M. Navas Gutiérrez en la edición facsímil del volumen: P.P. RUBENS, J.B.
BARBÉ, Vida de san Ignacio de Loyola en imágenes, Granada, Universidad de Grana-
da, 1992, pp. xlii-xlv.

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bres y enfermos) y la 18 (dos visiones de Ignacio), se trata de co-


municar la amplitud de la actividad caritativa de Ignacio y de su
comunicación con Dios. En las demás estampas se trata de visio-
nes complementarias al evento principal, como cuando Ignacio
piensa en la Pasión de Jesús para poder soportar ser maltratado él
mismo (núm. 31), para ilustrar unas premoniciones de Ignacio
(núms. 50, 55) y para recordar la visión de una mujer, que estaba
en Bologna, de la entrada del santo al cielo después de su muerte
en Roma, que es la escena principal. En todos estos casos, las es-
cenas secundarias son menores en detalle y tamaño a la escena
principal.
La serie de 22 lunetos que narran la vida de san Ignacio, pinta-
dos alrededor de 1710 por Cristóbal de Villalpando para el claus-
tro mayor del noviciado jesuita de Tepozotlán, están en gran parte
basados en los episodios de la Vita.13. En algunos episodios, como
el encuentro del santo con Jesús en La Storta, se detecta que el
pintor también conocía otra Vita del santo, escrita por el jesuita
Pedro Ribadeneyra y publicada en Amberes en el año de la beati-
ficación del santo (1610) con diez calcografías de Cornelio y Teo-
dore Galle, Adrian y Jan Collaert y Karel van Mallery.14, pero la
fuente más importante para Villalpando fue, sin duda, el libro im-
preso en Roma. Las ilustraciones de la Vita de Amberes tienen
más en común con las láminas de Nadal que con las de Rubens-
Barbé ya que cada una integra entre dos y cuatro episodios, iden-
tificados por sus respectivas letras que remiten a textos debajo de
las láminas. Las inscripciones explican las ilustraciones en latín y
dan referencias a los lugares en el texto de Ribadeneyra donde
pueden encontrarse explicaciones más amplias.
Para ampliar estas consideraciones acerca del tema de las rela-
ciones entre libros narrativos ilustrados y pinturas de gran forma-
to, vale mucho la pena detenernos un poco más en los lunetos ig-
nacianos de Villalpando y sus dos modelos impresos. Un hecho

13 J. GUTIÉRREZ HACES, et al., Cristóbal de Villalpando, México, Fomento Cultural Ba-


namex, 1997, pp. 326-329, 415-421.
14 <http://www.sjweb.info/arsi/documents/Vita_Beati_Patris%20Ignatii_Loyola_
1610.pdf> (consultado 10 de enero de 2015). La visión de La Storta es la lámina 8.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

que llama la atención a primera vista es que el pintor prescinde


por completo de cualquier texto explicativo. En otras palabras, a
diferencia de lo que se ve en los libros, todo descansa en la ima-
gen. Por otra parte, veinte de los lunetos incluyen más de un epi-
sodio: la mayoría contiene tres; uno (la visión de la Trinidad) in-
cluye cuatro.15. Sólo dos lunetos, los cuales probablemente serían
el inicio y el final del conjunto, se centran en un único evento: Ig-
nacio herido en Pamplona e Ignacio en gloria en el cielo. La esce-
na de Pamplona deriva del grabado de Rubens y Barbé al que Vi-
llalpando, atinadamente, le añadió al centro la figura dramática de
Ignacio herido. La glorificación de Ignacio parece ser una inven-
ción del pintor.
Por una parte, podemos suponer que los que veían el ciclo de
Tepozotlán no necesitaban de explicaciones escritas. Villalpando
podía contar con conocimientos previos de su público. También es
cierto, por otro lado, que Villalpando aprovechó con maestría los
dos libros impresos que debe haber tenido a la mano, además de
añadir detalles y composiciones enteras propias. De las calcografí-
as de Amberes tomó algunos recursos para dividir y combinar es-
cenas. Tales son las ventanas a través de las cuales se ven eventos
adicionales, como el bautizo de Ignacio al fondo del luneto del na-
cimiento del santo. Más frecuente es el uso que hace Villalpando
de pilares y columnas, integradas a elementos arquitectónicos que
dividen episodios de la misma composición, sin partir el conjunto
de manera tajante. En cinco de las diez estampas de Amberes se ve
este recurso. Villalpando lo emplea en una docena de sus lunetos
de Tepozotlán. En las escenas individuales, sin embargo, el pintor
se deja guiar casi siempre por las representaciones de Rubens.
Por otra parte, Villalpando a veces aprovecha elementos natura-
les – nubes y plantas – para subdividir sus lunetos, algo que no
sucede en ninguna de las estampas europeas de la vida de Igna-
cio. Un ejemplo notable es el árbol que divide uno de los lunetos
en dos (fig. 3). Por un lado está una escena de la predicación exi-
tosa del santo en un paisaje veraniego, y por el otro se ve el epi-

15 Fig. 112.6 en GUTIÉRREZ HACES, op. cit.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 3. Cristóbal de Villalpando, Predicaciones de san Ignacio, 1710. Museo Nacional


del Virreinato

sodio invernal en el que el santo, desde un río helado, exhorta a


un joven a dejar sus pecados. Ambos eventos están ilustrados por
Rubens-Barbé (fig. 4). El árbol de Villalpando se muestra frondoso
del lado feliz, pero sin hojas del lado opuesto. El pintor puso el
árbol no simplemente para separar dos episodios, sino también
para expresar el estado de gracia de un lado y su carencia del
otro. Al poner al santo adentro del agua helada en el lado del pe-
cador bien vestido, Villalpando sigue la metáfora más a fondo y
de acuerdo al texto que explica este episodio en la Vita, ya que el
estar bien en verdad depende del estado de gracia, no de lo agra-
dable de la temperatura ambiente. Evidentemente, el pintor enten-
día sus fuentes grabadas y escritas a fondo, tanto en sus composi-
ciones visuales como en su contenido doctrinal.

Tal como en el ejemplo apenas visto, se podrían analizar otras


de las pinturas de Villalpando en el claustro del noviciado de Te-
pozotlán. En todas, es admirable la complejidad de recursos uti-
lizados por el pintor con conocimiento de lo representado e inte-
ligencia visual. En las composiciones se detectan contra y sobre-
posiciones, simetrías y asimetrías, llenos y vacíos, paralelismos,
variedad de tamaños y uso de perspectiva lineal y atmosférica.
Es notable la variedad en las posiciones, gestos y expresiones de
las figuras, los contrastes de luces y sombras, y el manejo sabio
de los colores. Con todo esto y más, la multiplicidad de los epi-

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 4. La Circuncisión. Pedro Pablo


Rubens grabado por J.B. Barbé, Vida de
san Ignacio de Loyola, Roma, 1609. Ima-
gen procedente del libro: Rubens, Peter
Paul. Vida de San Ignacio de Loyola en
imágenes, Granada, Universidad de
Granada, 1993

sodios y sus interrelaciones


son comprensibles para los
que conocen de qué se trata,
tal como lo son las meditacio-
nes e imágenes de Nadal. Lo
excepcional es que Villalpan-
do, en un caso único para la
iconografía de la vida de Igna-
cio, combina episodios de ma-
nera entendible y coherente
sin incluir ningún texto explicativo. Es como si hubiera querido
demostrar que era posible hacer una versión totalmente pictórica
de la vida del santo, que tuviera la complejidad de las versiones
librescas, pero utilizando sólo los medios que le eran propios.
Fue una manera no sólo de enaltecer su propio arte, sino de in-
sistir en el valor espiritual de la vista y en lo visible como mani-
festación de la santidad.

Bibliografía
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Fundación Cultural Televisa, 1993.
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NADAL, Jerome y Frederick Homann (traductor), con notas de
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150
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Joseph’s University Press, Philadelphia, 2003-2007. Las noticias que


siguen vienen de la introducción de Melion al volumen 1, pp. 3-9.
ROBIN, Alena, “El retablo de Xaltocán, las Imágenes de Jeróni-
mo Nadal y la Monja de Ágreda,” Anales del Instituto de Investi-
gaciones Estéticas, no. 88, 2006, pp. 53-70. <http://www.anale-
siie.unam.mx/toc/toc88.html>.
RUBENS, P. P., y Jean Baptiste BARBÉ, Vida de san Ignacio de Loyo-
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WITTKOWER, Rudolf e Irma B. Jaffe (compiladores). Baroque Art:
the Jesuit Contribution. New York: Fordham University Press, 1972.

151
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Clara Bargellini
Clara Bargellini estudió en Italia y en Estados Unidos y obtuvo
su doctorado en Historia del Arte en la Universidad de Harvard en
1974. Desde 1980 es Investigadora del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la UNAM. Es SNI III y en 2005 obtuvo el Premio Uni-
versidad Nacional en Investigación en Artes. Algunas de sus publi-
caciones son pioneras para la historia de la arquitectura y del arte
del norte novohispano: La Catedral de Chihuahua y La Arquitectu-
ra de la Plata: Iglesias Monumentales del Centro Norte de México,
1640-1750. También ha escrito sobre retablos y pinturas novohis-
panas y ha participado en numerosos proyectos curatoriales, entre
ellos: Cristóbal de Villalpando, Copper as Canvas, Painting a New
World, Revelaciones: las artes en America Latina, 1492-1820, El ar-
te de las misiones del norte de la Nueva España. Es catedrática en el
Posgrado de Historia del Arte de la UNAM, y ha sido profesora vi-
sitante en universidades mexicanas y estadunidenses, incluyendo
el Institute of Fine Arts de New York University y las Universidades
de Chicago y de Pennsylvania. Actualmente participa en un pro-
yecto sobre las colecciones de la Antigua Academia de San Carlos
y es miembro fundador del recién inaugurado Laboratorio Nacio-
nal de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patri-
monio Cultural.

152
Brevis vita typographica:
la imprenta jesuita del Colegio
de Monserrat en Córdoba,
Argentina

GUSTAVO CREMONINI
DANIEL ENRIQUE SILVERMAN
con la colaboración de
MARINA GARONE GRAVIER

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
This paper is a review, criticis and organization of some of the
information to data available around the origin and establishment
of the Jesuit printing press in Cordoba, Argentina. The data we
have found in different secondary sources highlight the long and
slow process that led to the Ignatians had a workshop in that
Mediterranean city of Rio de la Plata, a process that culminated in
a brutal manner with the expulsion of that order from the domains
of Spain in America. On the other hand, this work aims to evi-
dence that the order had a clear idea of the benefits of typograph-
ic activity for the dissemination of religious ideas and also as an
auxiliar of the educational work they establish at seminars and col-
leges throughout from the differents city of America they were. Fi-
nally we want to highlight specifically the typographical informa-
tion of the Cordoba workshop, which gives to this history a mate-
rial dimension that up to day has been the least privileged.

Keywords
Printing press; Typography; Jesuits; Latin America; Argentina.

El presente trabajo es una revisión, crítica y organización de al-


gunas de las informaciones que a la fecha se encuentran disponi-
bles en torno al origen y establecimiento de la imprenta jesuita en
la ciudad de Córdoba, Argentina. Los datos que hemos localizado
en diversas fuentes secundarias ponen en evidencia por un largo y
lento proceso que conllevó que los ignacianos tuvieran un taller
en esa ciudad mediterránea del Río de la Plata, proceso que culmi-
nó de manera brutal con la expulsión de esa orden de los domi-
nios de España en América. Por otro lado, este trabajo pretende
reflejar que dicha orden tuvo una clara idea de los beneficios de la
actividad tipográfica para la difusión de ideas religiosas y también
como medio auxiliar en las labores educativas que llevaron a cabo
en seminarios y cátedras a lo largo de América Latina. Finalmente
se desean resaltar las informaciones específicamente tipográficas
del taller cordobés, que da a esa historia, una dimensión bibliográ-
fica y material que a la fecha ha sido la menos privilegiada.

Palabras claves en español


Imprenta; Tipografía; Jesuitas; América Latina; Argentina

108
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Introducción.1
Durante la segunda mitad del siglo XV el mundo cambió para
siempre. Un par de acontecimientos se destacan en ese lapso de
tiempo por la magnitud de sus repercusiones: en 1492 se produjo
la llegada española a América y al mismo tiempo, en Europa se di-
fundía rápidamente la imprenta de tipos móviles desarrollada por
Johannes Gutenberg hacia 1450. En cuanto a la península ibérica,
Natalia Maillard Álvarez aclara:

A España la imprenta llegó en torno a 1470, instalándose prime-


ro en aquellas ciudades que eran importantes centros culturales
o comerciales, como Segovia, Salamanca o Barcelona. Sin em-
bargo, a pesar de la rápida expansión de la imprenta en nuestro
país, España siempre ocupó un lugar periférico en la geografía
del libro europea. Las razones de la debilidad de la imprenta es-
pañola hay que buscarlas en la falta de financiación, la inade-
cuada distribución y la baja calidad del papel.2.

A pesar de las carencias de la imprenta española, hacia 1480


se habían sumado nuevas imprentas en monasterios y ciudades
comercialmente importantes. Agustín Millares Carlo refiere que
“En el curso de una década tenían imprentas 24 ciudades más
del reino [español]” 3. Una década después de ese arribo de las
prensas a España, Cristóbal Colón llegaría a América, hecho
que incentivaría la demanda de libros impresos y que ha sido
analizado por numerosos estudiosos dedicados a este tema .4.

1 Este texto es un extracto modificado del trabajo de tesina titulado: Análisis


del diseño y la tipografía del Laudationes Quinque (1766). Puesta en valor del
primer libro impreso en Córdoba, Argentina, defendido por Gustavo Cremoni-
ni & Daniel Enrique Silverman, bajo la dirección de: Pablo Metrebián, de la Li-
cenciatura en Diseño Universidad Provincial de Córdoba, 2015.
2 N. MAILLARD ÁLVAREZ, El libro entre el Atlántico y el Pacífico en la época de Cervantes,
Centro Virtual Cervantes, 2013. Consultado en línea en: <http://cvc.cervantes.es/len-
gua/anuario/anuario_13/maillard/p01.htm>, el 02 de febrero de 2015.
3 A. MILLARES CARLO, Introducción a la historia del libro y de las bibliotecas, Méxi-
co, Fondo de Cultura Económica, 1971, esta cita será retomada luego por J.L. MAR-
TÍNEZ en El libro en Hispanoamérica, origen y desarrollo, 1987, Madrid, Fund. Ger-
mán Sánchez Ruiperez, p. 23.
4 Rueda Ramínez, González, Gómez, etc. La producción de esos autores y otros
se puede ver en la relación de la bibliografía especializada sobre los estudios
del libro antiguo americano del artículo de M. GARONE GRAVIER: “Fuentes para el
estudio de la tipografía, la imprenta y el libro antiguo mexicano (1539-1821)”

109
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Como lo han señalado en la literatura sobre el tema, desde el


siglo XVI y hasta mediados del XVIII la península ibérica que-
daría rezagada respecto de otros centros productores, convir-
tiéndose más en importador de libros y lugar de residencia para
impresores extranjeros. Durante el siglo XVI la evolución de la
imprenta de la corona española, y especialmente su tipografía.5,
fue lenta en comparación a otras regiones o reinos europeos.
Pero curiosamente la corona no esperó tanto para mandar
prensas a los nuevos territorios conquistados. La gesta america-
na implicó un proceso de colonización y evangelización de los
nativos de dichas tierras. Los primeros territorios conquistados
fueron divididos por la Corona española en dos grandes virrei-
natos: el de Nueva España, con capital en la actual México
(1535) y el del Perú, con capital en Lima (1542). A medida que
se conquistaron nuevas tierras se hizo necesario optimizar su
gobierno, decidiéndose entonces la creación de otros dos nue-
vos virreinatos: el de Nueva Granada (1717) y el del Río de la
Plata (1776).
Casi 50 años después del desembarco colombino, la imprenta
llegó al Nuevo Mundo. Mientras que en Europa esta tecnología se
propagaba velozmente, en América se difundirá con lentitud; ya
que durante los siglos XVI y XVII los recursos estuvieron enfoca-
dos mayoritariamente en conquistar y colonizar los nuevos territo-
rios. La historiadora del libro argentina, Stella Maris Fernández
describe las circunstancias poco favorables para el desarrollo de la
imprenta americana en los siguientes términos:

[...] Un mundo en dura lucha por la supervivencia, colonizadores


envueltos y atraídos por otros intereses y problemas vinculados
con el desarrollo económico, político y social de las nuevas re-

publicado en Pecia Complutense. 2012. Año 9. Num. 17. pp. 59-84.


<http://www.ucm.es/BUCM/pecia/52119.php>, <http://www.ucm.es/BUCM/pe-
cia/52122.php>.
5 Para ampliar sobre la evolución de las letrerías españolas se sugiere consultar
Printing Types (1922) de Daniel Updike (disponible para consulta en línea y descar-
ga en el sitio web <https://archive.org/details/printingtypesthe01updi>) y la traduc-
ción al castellano y ampliación realizada por Albert Corbeto.

110
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

giones, y el lento crecimiento de una población integrada por


blancos y mestizos, únicos pobladores a los cuales pudieron in-
teresar los productos de este arte” 6.

A pesar de este contexto adverso, la imprenta irá apareciendo


paulatinamente en Hispanoamérica. Primero lo hará en las zonas
más ricas (a comienzos del siglo XVI en México y Perú) y dos si-
glos más tarde llegará al sur, generalmente como una herramienta
al servicio de la evangelización de los pueblos indígenas.7. Esta
preocupación por adoctrinarlos no fue exclusiva de la Iglesia sino
que fue compartida por la Corona Española, tal como puede leer-
se en varias cédulas reales que promovieron la cristianización de
los nativos americanos.8 .
Luego de aprender las lenguas nativas y contando con la venia
de la Corte, las congregaciones se dedicaron a enseñar el castella-
no a los locales. Para ello anexaron centros educativos a los mo-
nasterios donde enseñaron (especialmente los franciscanos y jesui-
tas) no sólo el idioma peninsular, sino también artes y oficios que
los indígenas dominaron rápidamente. Este es un acontecimiento
trascendente que con el tiempo germinaría en los Colegio Mayo-
res, responsables de la educación superior en Hispanoamérica. Es
a la sombra de los conventos y bajo la tutela eclesiástica que nace-
rían las primeras universidades hispanoamericanas; un hecho que
como se verá, fue fundamental para la imprenta cordobesa.
De este modo, la introducción de la imprenta en el Nuevo
Mundo fue parte de una acción evangelizadora que ocurrió en
gran medida durante los reinados de Carlos V (1516-1556) y Feli-
pe II (1556-1598). Bajo el gobierno del primero, España se con-
virtió en la primera potencia europea y en el plano cultural vivió
su llamado Siglo de Oro, una época en la que florecieron los es-
tudios lingüísticos, religiosos, científicos, filosóficos y políticos.

6 S.M. FERNÁNDEZ, La imprenta en Hispanoamérica, Escuela Nacional de Bibliote-


conomía y Archivonomía, México, 2002. Consultado en línea en
<http://bit.ly/1FoHtDv>, p. 294, el 14 de febrero de 2015.
7 M. GARONE GRAVIER, Historia de la tipografía colonial para lenguas indígenas, Mé-
xico, CIESAS-Universidad Veracruzana, 2015.
8 J.L. MARTÍNEZ, op. cit, p. 30.

111
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Diferente política fue la de su sucesor, Felipe II. Su reinado dio la


espalda a la educación científica y, paralelamente, el Concilio de
Trento abolió la libre discusión de las Sagradas Escrituras decla-
rando que sólo la Iglesia Católica podía interpretarlas. Estos vai-
venes políticos tuvieron una profunda repercusión en la produc-
ción de impresos al otro lado del Atlántico, condicionando su
desarrollo.

Los antecedentes de una imprenta jesuita en territorio ar-


gentino
Hablar de la imprenta rioplatense remite a los misioneros de la
Compañía de Jesús, quienes arribaron en 1609 a territorio de lo
que luego sería el Virreinato del Río de la Plata. Esta orden reli-
giosa era relativamente nueva; había sido fundada en 1534 por
Ignacio de Loyola y ratificada por el Papa en 1540. Su labor en
tierras argentinas comenzó en una región próxima a lo que es
hoy la Triple Frontera y que en ese entonces era parte de la Pro-
vincia Jesuítica del Paraguay. Allí fundaron pueblos llamados re-
ducciones donde se evangelizaba a los guaraníes y además se les
enseñaban oficios. Esta fue una característica de la obra de los je-
suitas, quienes poseían una sólida formación en temas religiosos
pero también profundos conocimientos técnicos, artísticos y cien-
tíficos.
Como ocurrió anteriormente en otras regiones, los misioneros
entendieron que era fundamental contar con una imprenta para
realizar su tarea evangelizadora. Las gestiones a tales efectos co-
menzaron en 1630, según lo decidido por la Quinta Congregación
Provincial celebrada en Córdoba. En 1632, el padre general de la
Orden receptó en su sede en Roma un memorial por el que se
solicitaba el envío a las reducciones de un hermano impresor y
de una prensa.9. Mientras se esperaba la prensa, los misioneros
paliaban su carencia enseñando a los guaraníes a copiar libros a

9 M. GARONE GRAVIER, “Kuati’a guarani: tres momentos de la edición tipográfi-


ca del guaraní (siglos XVII, XIX y XXI),” en V Foro De Las Lenguas Amerin-
dias. Literaturas Indígenas en América Latina, Casa América de Catalunya,
Barcelona, 2010, pp. 133-140.

112
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

mano o llevando los manuscritos a Europa para imprimirlos. En


1637 y ante el estancamiento de las gestiones, el padre Antonio
Ruiz de Montoya partió a España a fin de estampar sus libros en
Madrid.10.
Ante las pérdidas materiales que acarreaba imprimir en Europa
y lo infructuosa de las gestiones para importar una prensa a tierras
guaraníes, hacia 1700 los jesuitas decidieron crear su propio taller
con auxilio de los indígenas, hazaña cultural relatada por numero-
sos autores.11. La producción de la imprenta misionera continuó
hasta 1727, fecha en la que se imprimió el último libro conocido.
No se tiene certeza de los motivos del cese, especulándose con
conflictos con las autoridades metropolitanas porque no se obser-
varon al pie de la letra las leyes vigentes, por el predominio del
guaraní por sobre el castellano en las obras impresas o por la pu-
blicación de la crítica carta que José de Antequera dirigió al Obis-
po de Asunción. Sin embargo la explicación más plausible parece
ser la falta de papel, que limitaba el desarrollo de todas las im-
prentas hispanoamericanas de la época y que por ley no podía fa-
bricarse en las colonias.12.

10 J.C. BALMACEDA ABRATES, El origen de la imprenta en Argentina: introducción al es-


tudio del incunable guaraní impreso en Loreto, CAHIP, 2004, p. 5. Consultado en lí-
nea en: <http:// www.cahip.org/origen_imprenta_argentina.pdf>, el 25 de febre-
ro de 2015.
11 No pretendemos ofrecer aquí la historiografía de este tema; a manera de ejem-
plos solo baste señalar a J.T. MEDINA, “La imprenta en Paraguay”, en Historia de la
imprenta en los antiguos dominios españoles de América y Oceanía, Tomo II, Ali-
cante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Consultado en línea en:
<http://bit.ly/1z3NeFi>, el 26 de febrero de 2015, R. KRÜGER, La imprenta misione-
ra jesuítico-guaraní y el primer libro rioplatense, Martirologio Romano, de 1700,
Cuadernos de Teología Nº 29, Instituto Universitario ISEDET, 2010, pp. 1-27. Y
más recientemente las tesis de F. VERISSIMO L’impression dans les misssions jesuites
au Paraguay 1705-1727, París, Universidad Paris-Sorbonne, 2011, y K.C. DINIZ,
Desenho de letras em libros das Reduçoes Jesuíticas Guarani, Sao Pablo, Universi-
dade de Sao Pablo, 2014.
12 El tema del papel en las colonias españolas de América es uno de los menos
estudiados de los aspectos bibliológicos, se cuenta con información para el vi-
rreinato de la Nueva España; para el caso de la Argentina, remitimos al trabajo
de J. BALMACEDA, “Los inicios de la fabricación del papel en Argentina”, publica-
do en las Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia del Papel en España,
1997, disponible en línea en <http://www.cahip.org/cahip_inicios_ra.htm>, con-
sultado el 1 de enero de 2016.

113
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

El contexto colonial de la primera imprenta cordobesa


La ciudad de Córdoba fue fundada en 1573 en la periferia de la
Gobernación del Tucumán, una entidad territorial integrante del
Virreinato del Perú. A pesar de su lejanía con Lima (la capital vi-
rreinal), con el tiempo la nueva ciudad se convirtió en una de las
más importantes de la región. Hacia el 1600 ya contaba con una
economía agrícola, ganadera y manufacturera que abastecía al
mercado potosino y atlántico. Posteriormente se incorporaría la
cría de mulas, cabras y ovejas.
Para ese entonces la población indígena había sido sustituida
parcialmente por esclavos africanos, que se vendían en la ciudad y
en las estancias jesuíticas. Córdoba se transformó así en un impor-
tante centro de distribución de esclavos hacia Cuyo y el Alto Perú.
A nivel local, la mano de obra esclava estuvo involucrada en todos
los procesos productivos que cimentaron el crecimiento material
cordobés de la época.
A pesar de su importante rol productivo, los esclavos ocuparon
el estamento más bajo de la sociedad cordobesa. Esta estratifica-
ción social estaba basada en diferencias de raza, etnia y de géne-
ro, las cuales determinaban el rol y posición de un individuo en la
comunidad. En ocasiones era posible cierta movilidad social a tra-
vés de un matrimonio ventajoso, el éxito comercial o el dominio
de un oficio. Como explica Jaqueline Vassallo:

Si pensamos a la sociedad colonial como una escalera, la parte


superior estaba integrada por los españoles nacidos en Europa o
en América (más conocidos como criollos). Un escalón más aba-
jo estaban los mestizos (hijos de españolas y de indígenas). Lue-
go, los indígenas, pardos o mulatos (hijos de mujer negra y es-
pañol), así como los zambos (hijos de negros e indígenas) y, fi-
nalmente, los esclavos.13.

La sociedad estamental cordobesa adquirió rasgos culturales


propios con la creación de la Universidad, los que estuvieron fuer-
temente influenciados por la Iglesia. La Inquisición tuvo en estas

13 J. VASSALLO, Una sociedad de órdenes, UNC 400 años, Historia y futuro, 2012, fas-
cículo 1, p. 7.

114
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

tierras una comisaría que vigilaba la actividad universitaria, contro-


lando que en las aulas no hubiesen lecturas prohibidas ni alumnos
o docentes con ascendencia judía, mora o indígena. En esa época,
Córdoba ya era la ciudad más rica y poblada del interior.

El impulso jesuita en la Córdoba del Tucumán


Al mismo tiempo que la Compañía de Jesús fundaba las reduc-
ciones, en Córdoba creaba el Colegio Máximo (1610) para formar
a sus alumnos en filosofía y teología. Los primeros jesuitas llega-
ron a suelo cordobés en 1587 y en 1599 ocuparon un terreno ce-
dido por el Cabildo local en lo que hoy se conoce como la “Man-
zana Jesuítica”, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad
por la UNESCO en 2000. El Colegio Máximo funcionó en ese
espacio, en el local que actualmente se denomina Rectorado His-
tórico de la Universidad Nacional de Córdoba.
Los jesuitas trajeron, además del estudio de la doctrina, el cono-
cimiento de la matemática; la arquitectura; la astronomía y diversas
artes. Con su aporte, la ciudad fundada un par de décadas atrás
comenzó a tener un brillo cultural e intelectual distintivo por el
que, entre otros motivos, fue elegida capital de la Provincia Jesuíti-
ca del Paraguay. Este era un territorio enorme que comprendió los
actuales países de Argentina, Uruguay, Paraguay, sur de Brasil y
de Bolivia y Chile hasta 1623. Para 1622, el Colegio Máximo contó
con el aval por escrito del Papa y del Rey para otorgar títulos de
grado, cumpliendo así el anhelo del obispo del Tucumán, fray
Hernando Trejo y Sanabria. Una vez que esos documentos llega-
ron a Córdoba, el Provincial de la Compañía, Pedro de Oñate, de-
claró inaugurada la primera Universidad en territorio rioplatense.
Este hecho fundacional marcó el origen de la educación superior
en lo que hoy es la República Argentina.
El brillo de la casa de estudios cordobesa (que originalmente se
llamó Universidad de San Ignacio) pronto atrajo a estudiantes de
diversas regiones. Si bien la enseñanza era gratuita, muchos alum-
nos no contaban con los recursos suficientes para costear su pen-
sión. Para brindarles alojamiento y alimentos gratuitos, la Orden
fundó en 1687 el Real Convictorio de Nuestra Señora de Monse-

115
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

rrat, una especie de internado creado a partir de una donación del


sacerdote cordobés Ignacio Duarte y Quirós. El sistema de becas
instituido en este colegio permitió que muchos jóvenes provenien-
tes de Salta, Jujuy, Catamarca, Asunción y Buenos Aires pudieran
acceder a una formación universitaria. Como se verá, la relación
entre la Orden Jesuita, el Colegio Monserrat y la Universidad resul-
taría de importancia fundamental para la radicación de la primera
imprenta en Córdoba.

Primeras gestiones para contar con una prensa 14


A mediados del siglo XVIII Córdoba era un centro de estudios
de gran prestigio en territorio de lo que décadas después sería el
Virreinato del Río de la Plata. La importante producción académi-
ca tenía por soporte gráfico el manuscrito, lo que limitaba las po-
sibilidades de difundirla y demandaba grandes esfuerzos por evitar
su deterioro o extravío. Las autoridades jesuitas del Colegio Mon-
serrat y de la Universidad comprendieron la conveniencia de im-
primir las tesis y el material de estudio como forma de superar las
dificultades citadas. Convencidos de su importancia, los jesuitas
participantes de la Congregación Provincial celebrada en Córdoba
en 1750 decidieron solicitar permiso para que la Universidad con-
tara con una imprenta.
La otra opción consistía en enviar el material para su impresión
a Lima o incluso España (para entonces, la imprenta misionera ha-
bía cesado su producción). Sin embargo, las grandes distancias en-
tre esos destinos y Córdoba implicaban esperas, gastos y riesgos
de deterioro enormes. Lo cierto es que la Congregación de 1750
optó por importar una prensa desde Europa; y para ello designó a
los Padres Pedro de Arroyo y Carlos Gervasoni, quienes debían re-
alizar las correspondientes gestiones ante las cortes de Roma y
Madrid.

14 Debe recordarse que en esa época, tanto la Iglesia Católica como la Corona Es-
pañola ejercieron un férreo control para evitar la impresión y circulación de obras
contrarias a la Fe y a la monarquía. Ambos poderes establecieron, entre otras medi-
das, un complejo sistema de avales y permisos (Licencias) que eran requeridos pa-
ra establecer un taller de imprenta y operarlo.

116
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

A mediados de 1752 ambos jesuitas se hallaban en Roma solici-


tando el aval de la máxima autoridad de su Orden en la época, el
General de la Compañía de Jesús P. Ignacio Vizconti. Este último
accedió a la petición y mediante un documento del 29 de noviem-
bre de 1752 instruyó a los citados sacerdotes para que, entre otros
asuntos, continúen el trámite ante el Rey:

Lo cuarto solicitarán igualmente Real Cédula de S. M. para que sin


perjuicio de tercero pueda el Colegio Máximo y Universidad de
Córdoba del Tucumán tener imprenta propia como la hay en Lima
y otras diferentes partes: representando para obtenerla los muchos
gastos y trabajo que tiene aquella Universidad en los frecuentes
papeles que tiene que imprimir, no habiendo imprenta alguna en
las tres Provincias de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay 15.

De la lectura de este párrafo se pueden confirmar los grandes


inconvenientes que generaba el tener que imprimir fuera de Cór-
doba. Además queda claro que la imprenta cordobesa debería ser-
vir a fines didácticos más que a religiosos, aún cuando sus gesto-
res y las instituciones educativas a la que estaba destinada eran je-
suitas. Este origen universitario es un factor que distinguió a la im-
prenta cordobesa de las que se instalaron en otras regiones hispa-
noamericanas.

Llegada de la imprenta a Córdoba


Lamentablemente la solicitud a Su Majestad estuvo signada por
el infortunio. El Padre Arroyo murió el 10 de abril de 1753 en Ma-
drid, la ciudad en la que había nacido 64 años antes. La responsa-
bilidad recayó así en el Padre Gervasoni, cuya defensa fervorosa
de los intereses de los indios despertó el recelo de los funciona-
rios de la corona española. Esta oposición política no sólo restó
apoyo a su gestión sino que determinó su expulsión del territorio
hispánico. La tramitación de la Real Licencia recayó entonces en el
procurador por la Provincia Jesuítica de Chile, Padre Luis Camaño,
quien arribó a Madrid en 1756.

15 G. FURLONG CARDIFF, El Colegio de Monserrat y la primera imprenta rioplatense,


Estudios, revista de la Academia del Plata, Año 27, tomo 58, noviembre de 1937,
p. 359.

117
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Imposibilitado de retornar a América, Gervasoni se asiló en Ita-


lia pero no olvidó la misión que se le había encargado en Córdo-
ba. Descontando el éxito del trámite del Padre Camaño, se abocó
a conseguir la prensa y sus accesorios. El Dr. Carlos Page comen-
ta sobre los esfuerzos del Padre Gervasoni por conseguir la pren-
sa: “Igualmente desde su exilio en Italia adquirió una imprenta a
mediados de 1758 y a fines de 1763 la embarcó rumbo al Río de la
Plata, con el jesuita impresor Pablo Karer” 16.
Furlong se remite a las investigaciones de Adolfo Luis Ribera,
quien comprobó que el Padre Gervasoni obtuvo todo lo necesario
para montar un taller tipográfico en Italia y embaló sus partes en
17 cajones, restándole solamente la adquisición del papel. Ribera
razona que muy probablemente la compra la realizó en Génova,
“[...] cuya industria impresora, aunque muy inferior en calidad a la
veneciana, era considerable” 17.
Finalmente, los esfuerzos de los Padres Gervasoni y Camaño
dieron frutos y en noviembre de 1763 se embarcaron en Cádiz los
17 cajones citados y quien sería el primer impresor de Córdoba, el
Padre Pablo Karer. El navío arribó a Montevideo en junio de 1764
y siempre de acuerdo a Furlong.18, tanto la prensa como el impre-
sor llegaron a Córdoba a mediados de agosto de 1764, previo pa-
so por Buenos Aires y de donde partieron en dos carretas. El rec-
torado de la Universidad era ocupado por Manuel Querini, Provin-
cial de los Jesuitas, quien por motivos poco claros no aprovechó
el maravilloso envío. Quien no desaprovechó la oportunidad fue
su colega, el Rector del Colegio Monserrat, P. Ladislao Orosz. Por
una carta que este último envió al P. José Ignacio González se co-
nocen algunos detalles sobre el traspaso de la prensa al Colegio.
En ella se lee: “[...] El Padre Rector del Colegio Máximo pidió una
imprenta. Ésta la ha traído la Misión, y después de traída, el padre

16 C.A. PAGE, La imprenta jesuítica de Córdoba, El pasado de la primera universidad


del actual territorio nacional, cap. 8, 2011. Consultado en línea en:
<http://bit.ly/1J4lmRN>, 16 de febrero de 2015.
17 G. FURLONG CARDIFF, Estudios, revista de la Academia del Plata, t. 75, Buenos Ai-
res, 1946 p. 447.
18 G. FURLONG CARDIFF, Historia y Bibliografía de las Primeras Imprentas Rioplaten-
ses. 1700-1850, Editorial Guanaria, Buenos Aires, 1953, p. 110.

118
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

rector se desanimó, y porque no cayese en manos extrañas, yo la


compré para este colegio”.19.
El taller tipográfico se instaló en una sala del antiguo Colegio
Monserrat (hoy Museo San Alberto), luego de que la Universidad
se desprendiera de la prensa por causas no reveladas en la docu-
mentación hallada hasta el momento. Entusiasmado con la com-
pra, Orosz se abocó a conseguir lo que restaba para poner en fun-
cionamiento el taller: papel y licencia. Para el primero destinó mil
pesos (la mitad de lo que costó la imprenta) a fin de traer el insu-
mo de Europa. Mientras, el P. Matías Boza, Procurador General de
la Provincia de Chile pero residente en Lima, consiguió que el Vi-
rrey del Perú, Don Manuel de Amat y Junient, autorizara el funcio-
namiento del taller monserratense. Finalmente, la ansiada licencia
llegó a Córdoba en 1765.

El primer impresor de Córdoba


El jesuita alemán Pablo Karer 20, impresor de oficio, fue enviado
al Río de la Plata por el General de los Jesuitas y cumpliendo su
mandato, se embarcó como se dijo en 1763 con rumbo al Nuevo
Mundo. De acuerdo con Furlong, es posible y aún probable que a
fines de agosto de 1764 ya hubiera instalado su taller tipográfico.
Para ese entonces contaba aproximadamente con 47 años de edad
y las crónicas de la época lo describen como “[…] carilargo, blan-
co rejalbido, barbilampiño, pelo negro”.21.
Es importante considerar que el oficio del impresor en esa épo-
ca suponía obviamente el dominio de la composición tipográfica,
pero también exigía contar con una amplia cultura y conocimien-
tos técnicos y científicos. Además de saber leer, escribir, corregir e
interpretar manuscritos, el impresor debía poseer conocimientos
mecánicos para ensamblar y mantener la prensa. También era ne-
cesario que supiera de metalurgia (para fundir sus propios tipos si

19 E.U. BISCHOFF, Las viejas imprentas de la universidad, Universidad Nacional de


Córdoba, Córdoba, 1976, p. 10.
20 BISCHOFF, op. cit, p. 18.
21 G. FURLONG CARDIFF, Historia y Bibliografía de las Primeras Imprentas Rioplaten-
ses. 1700-1850, Tomo I, Buenos Aires, Guarania, 1953, p. 106.

119
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

fuera necesario) e incluso conocimientos de química (o de alqui-


mia, según algunos autores) para que pudiera preparar adecuada-
mente las tintas. Celina Hafford, directora del Museo San Alberto,
profundiza al respecto: “[…] A la tinta había que prepararla. Había
que saber muy bien qué grado de óxido tenían los minerales que
se estaban utilizando porque si el óxido superaba un determinado
porcentaje, a los pocos meses consumía el papel”.22.
De este modo, es posible concebir a Pablo Karer como un téc-
nico especializado, muy culto y versado en diversas artes y cien-
cias. Esta formación tan específica no debe haber sido muy común
en la época, lo que explicaría las dilaciones en las gestiones para
contar con un “hermano impresor” en Córdoba. Lo cierto es que
finalmente, a esta ciudad llegó no solo el Padre Karer sino tam-
bién un cajonero, o sea, un ayudante que estaba a cargo de las
cajas que contenían los tipos. De acuerdo con Hafford, es muy
probable que el cajonero también asistiera a Karer en la composi-
ción de los textos y en la consolidación de las tintas.
Según Furlong.23, en vísperas de la expulsión de los jesuitas el
hermano Karer.24 se encontraba plenamente abocado al taller de
impresión y libre de toda otra responsabilidad. Allí desarrolló sus
tareas y transfirió los secretos del oficio, ya que de acuerdo a Bis-
choff “[...] formó operarios que le ayudaran, y, sin duda, algunos
no eran otros que negroides habitantes en la contigua ranchería
de la Compañía de Jesús” 25.
Sin embargo, en la documentación relevada por los investigado-
res del Museo San Alberto no se encuentran referencias a ayudan-
tes de imprenta formados en Córdoba. Lo más probable es que el
Padre Karer no haya contado con el tiempo suficiente para capaci-
tar mano de obra local, dado que a casi tres años de la llegada de
la imprenta, los Jesuitas fueron expulsados del virreinato. Cuando

22 C. HAFFORD, entrevista realizada en febrero de 2015.


23 G. FURLONG CARDIFF, El Colegio de Monserrat y la primera imprenta rioplatense,
Estudios, revista de la Academia del Plata, Año 27, tomo 58, noviembre de 1937,
p. 364.
24 Algunos autores escriben Carrer y otros Harrer o Karrer.
25 BISCHOFF, op. cit, p. 18.

120
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

sobrevino dicha expulsión en 1767, Pablo Karer, el primer y único


impresor monserratense, fue deportado a España en el barco “La
Venus” y ya nunca regresaría a continuar su obra.

Las obras impresas en el taller monserratense


A partir de la obtención de la Licencia en 1765, el hermano Ka-
rer pudo inaugurar oficialmente su oficina tipográfica. No se cono-
cen impresos realizados en dicho año, aunque es probable que
para poner a punto la máquina se hayan realizado ensayos desde
su arribo en 1764. Al decir de Efraín Bischoff “Si salieron prue-
bas – como es lógico que así ocurriera – se han perdido entre los
desechos aventados por el olvido. No debieron ser muchas, por-
que bien es conocida la escasez de papel y cómo por él clamaron
siempre”.26.
Lo cierto es que en 1766 el taller alumbró el primer libro impre-
so en suelo cordobés: las Cinco oraciones laudatorias a Ignacio
Duarte y Quirós, considerado por varios autores como uno de los
más destacados exponentes de la bibliografía rioplatense. Su con-
tenido refleja los discursos que un alumno del Monserrat, Bernabé
Echenique, habría brindado elogiando la figura del fundador del
colegio. Durante décadas se discutió sobre su autoría, que algunos
autores adjudicaban a Echenique y otros a su maestro, el jesuita
José Manuel Peramás. Sin embargo, y de acuerdo con las investi-
gaciones de Furlong, parece cosa probada que el autor de las ora-
ciones fue el profesor y no su estudiante, quien sólo los habría re-
citado.
En ese mismo año el taller produjo tres obras más: la Pastoral
del Arzobispo de París, un Manual de Exercicios Espirituales y las
Reglas y Constituciones del Monserrat. La primera era una suerte
de obra apologética de la Compañía de Jesús que fue traducida al
español de su original en francés. La segunda fue compuesta por
el Padre Tomás de Villacastín y dirigida a María Santísima, señora
nuestra. Según Furlong.27 se trataba de una voluminosa obra de la

26BISCHOFF, op. cit, p. 15.


27G. FURLONG CARDIFF, Historia y bibliografía de las primeras imprentas rioplatenses,
Tomo I, Buenos Aires, 1953, Editorial Guanaria, p. 439.

121
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

que se editaron varios ejemplares: para 1767 había 40 en el Cole-


gio de Santa Fe, 7 en el de Catamarca y 16 en el de Corrientes. En
cambio, las Reglas y Constituciones del Monserrat son un corto im-
preso cuyo origen cordobés fue cuestionado por elementos tipo-
gráficos que no se repiten en los otros impresos cordobeses ni en
los primeros de Buenos Aires.
En 1953 Furlong.28 reivindicó este volumen como un producto
de la prensa monserratense; sin embargo, seis años después apor-
tó evidencia documental de que su origen sería Perú o España y
su impresión habría ocurrido más tempranamente de lo que se
presumía, posiblemente en 1713 o antes.29.

Últimos días del taller cordobés


Se especula que la prensa del Monserrat pudo haber impreso
otras obras pero no se han hallado evidencias tangibles de las mis-
mas, más allá de algunas vagas referencias. La incipiente produc-
ción pronto se vio abortada por una real pragmática promulgada
por Carlos III en 1767, mediante la cual expulsaba de sus domi-
nios a la orden jesuita. El mandato del monarca no tardó en llegar
a tierras cordobesas.
En la madrugada del 12 de julio de 1767, el sargento Mayor
Fernando Fabro ejecutó la orden del Rey y sacó a los religiosos
de sus instalaciones en Córdoba. La Orden de los Franciscanos
pronto reemplazó a la Jesuita y se hizo cargo de la Universidad y
del Colegio Convictorio. La imprenta había sido desmantelada por
los jesuitas y así quedó, abandonada en el sótano del Monserrat
muy probablemente porque los nuevos administradores no poseí-
an los conocimientos técnicos para ensamblarla y operarla. Bis-
choff acota: “Fundamentalmente, el abandono sobrevino por no
haber otro Hermano Karer en Córdoba”.30. Algo similar expresa
Toribio Medina:

28 FURLONG CARDIFF, Ibídem, p. 440.


29 G. FURLONG CARDIFF, Historia y bibliografía
de las primeras imprentas rioplatenses,
Tomo II, Buenos Aires, 1959, Editorial Guanaria, p. 440.
30 BISCHOFF, op. cit., p. 21.

122
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Los franciscanos, que sucedieron a los jesuitas en la dirección


del Colegio de Monserrat, no comprendieron en realidad la im-
portancia que tenía el establecimiento tipográfico que allí existía,
si bien es cierto que no se hallaba en la ciudad, y acaso en todo
el virreinato, un maestro impresor que reemplazase al religioso
lego que para el intento ocupaban los jesuitas. Sin embargo, le-
jos de prestarle la atención que merecía aquel valioso taller, tole-
raron que los jóvenes estudiantes se apropiasen de algunos tipos
para aplicarlos a otros usos, descabalando algunas suertes. No
tardaría mucho sin que tuviesen que arrepentirse de una desidia
verdaderamente incomprensible.31.

Este estado de deterioro continuaría durante doce años hasta que


en 1779 el virrey Juan José de Vértiz, la máxima autoridad del fla-
mante Virreinato del Río de la Plata (1776), ofreció comprar la
prensa a los franciscanos. A estos efectos, el 16 de setiembre de
1779 les dirigió una misiva por la que se le debía informar el esta-
do de la máquina y una estimación de su precio. Con mucha dili-
gencia (apenas once días después) le contestó el rector del Colegio
Convictorio, Fray Pedro José de Parras. El Rector informó al Virrey
que había encontrado la prensa tirada en un sótano pese a que, en
sus palabras “Era la principal y más útil alhaja del Colegio”. Luego
de un superficial inventario, manifestó en respuesta a la autoridad
virreinal que los enseres tipográficos habían costado dos mil pesos
y que podía llevarlos a Buenos Aires (la capital del virreinato) por
el precio que el Virrey considerara justo. Bischoff señala que no
hubo reticencia de las autoridades educativas al pedido hecho en
tono de orden por Vértiz. Según este historiador, no hubo “Ningún
ademán protector para con el taller tipográfico”.32.
Ya sea por el descuido en que mantuvo el taller; por la ausencia
de impresor; por considerar muy costosa su reparación o por sus
deseos de congraciarse con el Virrey, para el 6 de noviembre Fray
Parras tuvo todo encajonado para su envío a Buenos Aires. Para fe-
brero de 1780, la “alhaja” había sido vendida a mitad de precio y

31 J.T. MEDINA, “La imprenta en Córdoba”, Historia de la imprenta en los antiguos do-
minios españoles de América y Oceanía, Tomo II, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel
de Cervantes, 2000, p. 279. Consultado en línea en: <http://bit.ly/1Ex4jYJ>, 27 de fe-
brero de 2015.
32 BISCHOFF, op. cit, p. 23.

123
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

arribaba a la capital en ocho cajones transportados por una tropa


de carretas.
En su nueva locación, la prensa monserratense comenzó una
extensa trayectoria en la Real Imprenta de Niños Expósitos, una
producción que excede el marco de análisis de este trabajo. Sin
embargo, vale la pena destacar que fue la única que tuvo Buenos
Aires durante 27 años. La mayoría de ese tiempo, Córdoba depen-
dió del taller porteño para imprimir sus propias páginas.

Estructura, localización y provisión tipográfica del taller


monserratense
Tal como consta en la documentación de la época.33, la imprenta
arribó a Córdoba con todo lo necesario para montar un taller tipo-
gráfico y contaba con los siguientes elementos:
1. Una prensa de imprimir con su caracol y plancha de cobre;
2. Dos almacenes grandes para escoger letras y 16 cajoncitos
con muchas separaciones para extenderlas; los cajones llenos de
diferentes caracteres de acero;
3. Diferentes tablitas y muebles concernientes a la imprenta;
4. Dos prensas de mano para cortar papel.

Hacia 1779, luego de la expulsión de los jesuitas y el abandono


de este taller, el Virrey Vértiz quiso conocer el estado de la prensa
para adquirirla. Le respondió el Rector de la Universidad, el fran-
ciscano Pedro José de Parras, quien después de aclarar que la ha-
lló tirada y desecha en un sótano, le informaba textualmente:
…no puede saverse, lo que en ella falta, pero enquentro en el
dia diez y ocho quintales de letras mezcladas, grandes y chicas,
con los demas caracteres, que les corresponden... Enquentro
tambien de letra nueva, y todavia en los Paquetes en que vino
de Europa, diez quintales y libras, con seis Planchas de Cobre
usadas, destinadas a imprimir muestras segun pareze, de varias
formas de letra para las Escuelas. Lo material de la prensa no
puedo saver si esta completa con todas las piezas, y utensilios,
q.e le corresponden, porque ignoro hasta los nombres de los
que son necesarios para su exercicio.34.

33 Archivo Provincial de Córdoba, Escribanía de Hacienda, leg. 40, exp. 8, 1777.


34 TORRE REVELLO, op. cit., p. 154.

124
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

El desconocimiento del oficio tipográfico que el propio Parras


confiesa se revela en la pobre descripción citada. Un inventario
más técnico y complementario es el rescatado por Furlong, donde
se describen las partes que llegaron a Buenos Aires según la no-
menclatura de la época:

1. Dos piernas de chumazos;


2. Torno y guadao (sic) de bronce;
3. Dos barras con sus tornillos correspondientes;
4. Cigueña de hierro con su manija;
5. Carro con su tabla;
6. Tímpano;
7. Tintero;
8. Barra de hierro para apretar, con su tornillo;
9. Dos pares de junturas;
10. Un par de visagras;
11. Dos frasquetas
12. Rama con sus tornillos.

Del análisis de todas estas referencias se deduce lo completo del


tórculo jesuita de Córdoba, que a pesar de no faltarle ninguna pie-
za, vería condicionada su producción por la limitada provisión de
papel. Como se dijo, tres meses después de la llegada de la prensa
el rector del Colegio Monserrat destinó 1.000 pesos para la compra
de papel. Sin embargo, Furlong comenta lo infructuosa que resul-
tó esta inversión de este modo: “El papel tardó tanto en venir que
se prescindió de él y usando el que se pudo hallar en Córdoba y
Buenos Aires, se hicieron las primeras publicaciones y parece cier-
to que aún no había llegado el papel pedido de Europa cuando
sobrevino la expulsión de 1767” .35.
La imprenta jesuítica se ubicó en un sótano del actual Museo
San Alberto, perteneciente al Instituto de Hermanas Carmelitas de
Santa Teresa de Jesús y administrado conjuntamente con la Muni-
cipalidad de Córdoba. A dicho sótano se accede a través del ingre-
so al Museo que se sitúa sobre la actual calle Caseros al 124. En
tiempos coloniales ese terreno era propiedad de la familia Duarte.

35 G. FURLONG CARDIFF, La imprenta jesuítica de Córdoba, Estudios, revista de la Aca-


demia del Plata, Año 27, tomo 58, noviembre de 1937, p. 363.

125
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Uno de sus hijos, el Presbítero Dr. Ignacio Duarte y Quirós, donó


en 1693 la casa paterna para crear el Real Convictorio de Nuestra
Señora de Montserrat. Como se dijo, su función era albergar a los
estudiantes de la Universidad que llegaban de todo el virreinato.
El sótano del convictorio funcionaba como despensa, pero al
llegar la prensa se vació para instalar allí el taller tipográfico. Algu-
nos autores señalan que se decidió esta locación a fin de evitar el
robo de la imprenta, pero el enorme peso de la máquina ya era
motivo suficiente para desalentar cualquier intento vandálico. Lo
más probable es que se haya decidido ubicarla allí por las condi-
ciones estables de temperatura y humedad del recinto. Esta era la
mejor situación para que el papel, que debía humedecerse antes
de imprimir, no se resquebrajara por cambios de temperatura. Lo
mismo ocurría con las tintas, que allí mantenían mejor su consis-
tencia.
El padre Karer también vivía en el convictorio, en una habita-
ción que según relata Hafford era de las más importantes, porque
tenía ventanas al exterior. Cuando arribó el impresor se le destinó
esta pieza, que anteriormente ocupaba el padre encargado del or-
den y la disciplina. Esta reasignación y la relocalización de la des-
pensa revelan la enorme importancia que tenían el taller y su ope-
rario principal.
La imprenta del Monserrat debe haber sido, muy probablemen-
te, no demasiado diferente a las empleadas en tiempos de Guten-
berg. Se trataría entonces de una prensa del tipo common press, o
sea, las prensas manuales habituales a mediados del siglo XVII y
cuya estructura principal era de madera, con el tornillo y otras pie-
zas mecánicas de metal. En su forma clásica, una prensa de este ti-
po medía aproximadamente 2 m de largo, 1 m de ancho y 2 m de
alto; con un peso cercano a los 900 kg. Además de muebles de
guardado para los insumos y accesorios, debe haber contado con
cajas para organizar los caracteres y un mueble llamado chibalete,
donde se guardaban las diferentes cajas. Esta sistematización no
sólo aportaba orden sino que mecanizaba la selección de los ca-
racteres, permitiendo una mayor velocidad en la composición de
los textos.

126
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Las fuentes secundarias nos hablan de una provisión abundante


de letras que, luego de la expulsión de los jesuitas, fue estropeada
y descabalada por los estudiantes del Monserrat bajo la mirada
permisiva de los franciscanos, las nuevas autoridades del Colegio.
José Toribio Medina cita que, junto con la prensa monserratense,
en 1780 llegaron a Buenos Aires aproximadamente 1300 kg de ti-
pos. En referencia al inventario encomendado por el Virrey Vértiz
y elaborado por José Custodio de Saa y Faría junto a José de Silva
y Aguiar, Medina expresa que: “[…] encontraron ocho cajones de
letras, la mayor parte mezcladas y confundidas, empasteladas, co-
mo diríamos hoy, algunas usadas y otras que aún no habían servi-
do, con un peso total de ciento once arrobas diez libras, cantidad
en verdad considerable para aquellos tiempos y lugares” .36.
Más adelante, Medina considera que si se atendiera solamente al
peso de esta provisión de letras, podría considerarse el fondo de
la flamante imprenta de Expósitos como abundante. Sin embargo,
explica que como estas suertes estaban incompletas y desorgani-
zadas, el surtido resultó deficiente. De estas palabras puede deri-
varse que antes de su abandono, el aprovisionamiento tipográfico
del taller monserratense debe haber sido bastante completo.
La consistencia de los cuerpos que se observa en las páginas del
Laudationes Quinque (ausente en los primeros trabajos de la Im-
prenta de los Expósitos) .37 sería prueba de ello, aunque esta obser-
vación debe tomarse con cautela en función de que el volumen
examinado es un facsímil y no el original.38. Una similar considera-
ción realizó Furlong, quien a partir del estudio de los impresos de
Expósitos ponderó que se trataba de un “gran stock de tipos o ca-
racteres que vinieron de Córdoba con la imprenta jesuítica” 39.

36 J.T. MEDINA, “La imprenta en Buenos Aires”, en Historia de la imprenta en los


antiguos dominios españoles de América y Oceanía, Tomo II, Alicante: Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes, 2000, p. 334. Consultado en línea en:
<http://bit.ly/1A6YJak> el 25 de febrero de 2015.
37 F.E. ARES, Expósitos. La tipografía en Buenos Aires. 1780-1824, 2.ª ed., Buenos Ai-
res, Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico, 2011 [1.ª ed., Buenos Aires,
2010].
38 Al parecer los dos ejemplares que existían en Córdoba están perdidos.
39 G. FURLONG CARDIFF, Historia y Bibliografia de las Primeras Imprentas Rioplaten-
ses. 1700-1850, tomo I, Buenos Aires, Guarania, 1953, pag. 144.

127
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

En busca de la prensa y sus tipos


Luego de su venta al virrey Vértiz, la prensa monserratense fun-
cionó en la Casa de Niños Expósitos y sería la única de ese taller
hasta 1807, cuando se incorporó una nueva prensa que había sido
abandonada por los británicos luego de las Invasiones Inglesas.
Con su capacidad productiva duplicada, el taller de los Expósitos
continuó trabajando y fue esencial para el proceso revolucionario
que culminó en la declaración de independencia en 1816. Luego
del cierre del taller en 1824, se pierde precisión documental que
acredite el destino de la prensa monserratense, lo cual generó
controversias y hasta reclamos provinciales.
Basado en fuentes secundarias, el Gobierno de Córdoba reclamó
en 1997 la máquina que se exhibe en el Museo Nacional del Cabil-
do y la Revolución de Mayo que funciona en el Cabildo de Buenos
Aires. En realidad no es una prensa original sino una reconstruc-
ción, realizada a partir de piezas de la primera que habría funcio-
nado en el taller de Expósitos. La respuesta de la directora del mu-
seo, la museógrafa María Angélica Vernet, desestimó el pedido de
restitución alegando que en Córdoba la prensa prestó servicios por
dos años, mientras que en Buenos Aires lo hizo durante 44.
En 2011 las autoridades del Museo San Alberto consideraron
traer esta reproducción, y aunque contaban con los medios eco-
nómicos para costear los seguros y el traslado, se dieron cuenta de
que no había posibilidad de ingresar la prensa sin afectar la es-
tructura edilicia del museo. Actualmente y en línea con las reser-
vas de Furlong, sus investigadores consideran que no se trataría
de la imprenta que funcionó en su sótano. Carlos Page, otro inves-
tigador del patrimonio cordobés, expresa sus propias dudas en es-
tos términos: “Creemos que los restos de esta no son los de la im-
prenta de Córdoba, pues en el inventario de 1767 dice tener plan-
cha de cobre y esta es de piedra. Ciertamente se puede haber re-
emplazado, aunque otros también dudan, atribuyéndola a la de las
misiones”.40.

40C.A. PAGE, La imprenta jesuítica de Córdoba, El pasado de la primera universidad


del actual territorio nacional, capítulo 8, 2011. Consultado en línea en:
<http://bit.ly/1J4lmRN>, el día 16 de febrero de 2015.

128
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Otros autores sostienen que la imprenta cordobesa estaría en


Salta, una provincia del norte argentino. Según ellos, sería la que
Bernardino Rivadavia ordenó trasladar del taller de Expósitos en
carácter de donación al gobierno salteño. Esta presunción se basa
en lo expresado por Medina:

En 1820, no funcionaba ya en la Imprenta de los Expósitos la


antigua prensa cordobesa. En virtud de un contrato de arrenda-
miento celebrado por el Director de la Casa don Saturnino Se-
gurola con don Pedro Ponce había salido de los talleres, des-
compuesta y ya vieja, para ser remendada y continuar afuera
repartiendo nuevamente en el público, no ya las proclamas re-
volucionarias que la han hecho ante la posteridad americana
eternamente simpática, sino papeles mucho más modestos. Pe-
ro su destino no había de terminar aún: trasladada a Salta en
1824 fue a inaugurar allí el período de la introducción de la
Imprenta como lo había inaugurado antes en Córdoba y en
Buenos Aires.41.

Académicos salteños señalan que luego de servir en la capital


norteña, la llamada “Imprenta de la Patria” fue trasladada a Cafaya-
te (una localidad del interior salteño) donde habría continuado en
funciones hasta 1920. El periodista y profesor salteño Néstor Salva-
dor Quintana señala: “Después ya no se la volvió a usar y fue pa-
sando de manos y estuvo expuesta en distintos lugares, como la
Municipalidad de Cafayate o el diario El Intransigente, de Salta;
hasta que finalmente fue instalada en el Museo del Vino”.42. La
prensa que se exhibe actualmente en la colección del Museo de la
Vid y el Vino (en Cafayate) está construida en hierro, característica
que negaría su origen cordobés ya que la prensa jesuítica que lle-
gó en 1764 y los tórculos de esa época eran de madera. Verifican-
do las fuentes secundarias y consultando con especialistas argenti-

41 J.T. MEDINA, “La imprenta en Buenos Aires,” en Historia de la imprenta en los


antiguos dominios españoles de América y Oceanía, Tomo II, Alicante: Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes, 2000, p. 370. Consultado en línea en:
<http://bit.ly/1A6YJak>, en febrero de 2015.
42 N.S. QUINTANA, “Llevarán a la Feria del Libro la Imprenta de Niños Expósitos,”
en Cadena Máxima, disponible en línea en <http://bit.ly/1HLhbeZ>, consultada
el 25 de febrero de 2015.

129
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

nos.43, es posible señalar que la de Salta no es la jesuítica original y


en cambio es más cercana a las tipo Stanhope que funcionaron a
partir de 1800.44. Actualmente no existe certeza del destino final de
la prensa monserratense: la que más se le parece a pesar de las
imprecisiones de su reconstrucción es la exhibida en el Museo del
Cabildo, y de acuerdo con el impresor artesanal Patricio Gatti se
trata de la más antigua de Argentina. En cuanto a los tipos móviles
del taller monserratense, hasta el momento no se han hallado
muestras físicas ni en Córdoba ni en Buenos Aires. Podemos finali-
zar esta historia con un dato de José Toribio Medina respecto de
los franciscanos, quienes sucedieron a los jesuitas en la dirección
del Colegio Convictorio. El investigador chileno señala: “[…] lejos
de prestarle la atención que merecía aquel valioso taller, [los fran-
ciscanos] toleraron que los jóvenes estudiantes se apropiasen de
algunos tipos para aplicarlos a otros usos, descabalando algunas
suertes” .45.

A manera de conclusión
Lo que se acaba de exponer es una parte de la discontinua his-
toria de la imprenta argentina, una que está llena de lagunas y de
irreversibles pérdidas materiales e informativas. Esta insularización
de los datos ha permitido quizá que al día de hoy haya datos con-
tradictorios e impresos sobre la parternidad y el origen de una
prensa de madera, y se recurran a estrategias de politización patri-
monial para asignar un origen a un mueble, que quizá raya en el
mito. Esta reflexión permite entender el valor contemporáneo de
la historia de la tipografía, pero sentada sobre las bases documen-
tales lo más certeras posible de forma tal que no se caiga en actos
de fe.

43 Correspondencia con Marina Garone Gravier y con el especialista argentino


en prensas antiguas Patricio Gatti.
44 F. ARES, Expósitos: la tipografía en Buenos Aires 1780-1824, 2a. ed., Dirección Ge-
neral Patrimonio e Instituto Histórico, Buenos Aires, p. 131.
45 J.T. MEDINA, La imprenta en Córdoba, Historia de la imprenta en los antiguos do-
minios españoles de América y Oceanía, Tomo II, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel
de Cervantes, 2000, p. 279.

130
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Los datos ofrecidos en este texto, más allá de lo específico del


caso argentino, y conforme se vayan sumando nuevos estudios su-
ficientemente documentados, podrían permitirnos analizar en un
contexto mayor el comportamiento tipográfico de jesuitas america-
nos. Si bien es ampliamente sabido que fueron una orden espe-
cialmente activa en cuanto a la escritura y difusión de obras, algu-
nas de gran complejidad formal y gráfica, su comportamiento co-
mercial y administrativos para fundar oficinas tipográficas merece
aún un análisis más detallado, que sin duda tendrá importantes la-
gunas en la medida que muchos de los documentos que registra-
ron sus actividades comerciales fueron dispersados y re organiza-
dos en archivos y legajos, tras la expulsión. Sin embargo espera-
mos que estas líneas sirvan al menos para dar cuenta de algunos
de los aspectos de ese taller virreinal argentino.

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Contemporaine Úniversité París-Sorbonne, 2011, Tesis de docto-
rado.

134
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Gustavo Cremonini
Gustavo Cremonini es licenciado en Diseño por la Universidad
Provincial de Córdoba [2015]; Diseñador gráfico y publicitario, y Di-
señador de multimedios [IES - Córdoba, 1997-2003]; obtuvo un di-
plomado en Diseño Tipográfico [UBP - Córdoba, 2006]. Junto al
Lic. Silverman ha investigado sobre el primer libro impreso en la
ciudad de Córdoba durante el período jesuita. Organizó y disertó
en las Primeras Jornadas de Diseño del libro y la tipografía en 2015
y ya organiza la segunda versión del evento que rescata el patrimo-
nio y libro antiguo. También organizó talleres y charlas sobre Tipo-
grafía junto a Luis Siquot [Córdoba, 2003-2004]. Ha dictado cursos y
seminarios de diseño gráfico, tipografía y diseño web. Actualmen-
te, dicta cursos de capacitación a empresas y profesionales en la
ciudad de Córdoba. Docente en el nivel terciario en carreras de Di-
seño gráfico desde 2003. Desde hace casi 19 años trabaja de mane-
ra independiente en cremoninidg, su estudio de diseño; además,
ha trabajado en estudios de diseño, agencias de publicidad e im-
prentas. Trabaja para clientes de distintas provincias de Argentina y
del exterior, con y para clientes locales, desarrollando proyectos de
marcas, diseño editorial, web y de comunicación global.

Daniel Enrique Silverman


Daniel Enrique Silverman es Licenciado en Diseño, Universidad
Provincial de Córdoba (UPC), Argentina. Actualmente se encuentra
cursando la Maestría en Diseño de Procesos Innovativos, Universi-
dad Católica de Córdoba. Desde 1998 hasta el presente, es diseña-
dor en el área de comunicación visual de la Empresa Provincial de
Energía de Córdoba, donde diseñó material didáctico
<http://www.epec.com.ar/educativo.html> y dirige proyectos se-
ñaléticos y arquigráficos. En forma paralela se desempeña como
docente de diseño gráfico en instituciones privadas y en la UPC,
donde además brinda cursos de extensión y es uno de los coordi-
nadores del ciclo de conferencias sobre diseño y tipografía en el
libro antiguo. Es coautor del proyecto para construir un símil de la
prensa del Monserrat, la primera imprenta cordobesa (1764), el
cual es cofinanciado por la Agencia para el Desarrollo Económico
de Córdoba (ADEC).

Marina Garone Gravier


Marina Garone Gravier es Doctora en Historia del Arte de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); investigado-
ra del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB-UNAM) y

135
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Na-


cional de Ciencia y Tecnología de México y coordinadora del Se-
minario Interdisciplinario de Bibliología (SIB-IIB-UNAM). Es auto-
ra de varios libros, entre los que cabe mencionar Historia en cu-
bierta. El Fondo de Cultura Económica a través de sus portadas
(1934-2009), [México, FCE, 2011]; e Historia de la tipografía colo-
nial para lenguas indígenas [México, CIESAS-Univ. Veracruzana,
2015]. Sus líneas de investigación versan sobre historia del libro y
la edición latinoamericanos; cultura escrita y lenguas indígenas y
las relaciones entre diseño y género.

136
Datos históricos de la
Imprenta jesuita del Colegio Real
de San Ignacio y consideraciones
materiales sobre algunas
de sus ediciones

MARINA GARONE GRAVIER

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
Doctrinal activities of the Jesuits have received plenty of atten-
tion over time by different disciplines, but one of the least studied
aspects have been their typographic work. While the American
continent, Ignatian established several printing shops – from New
Spain to the Rio de Plata – some gaps remain, also doubts and
ambiguous information about the status of their business, the
workers who participated in its work and the equipment and type
supplies of the printing shops. In this text we present some his-
torical information about the workshop that the Jesuits estab-
lished in the Eighteenth Century in Puebla de los Angeles, while
describes some material aspects of the editions that came out of
their presses.

Key words
Jesuits; Puebla; New Spain; San Ignacio College; printing press;
material bibliography.

Las actividades doctrinales de los jesuitas han recibido abundan-


te atención a lo largo del tiempo por diferentes disciplinas, sin em-
bargo uno de los aspectos menos investigados han sido sus labo-
res tipográficas. Si bien en el continente americanos los ignacianos
establecieron varios talleres tipográficos, desde Nueva España has-
ta el Río de Plata, aún siguen existiendo lagunas, dudas e informa-
ciones ambiguas sobre el estatuto de sus negocios, los trabajado-
res que participaron en sus labores y los diversos aditamentos de
imprenta. En este texto se ofrecen algunas noticias históricas sobre
el taller que los padres jesuitas establecieron en el siglo XVIII en
Puebla de los Ángeles, a la vez que se describen algunos aspectos
materiales de las ediciones que salieron de sus prensas.

Palabras clave
Jesuitas; Puebla; Nueva España; Colegio de San Ignacio; impren-
ta; bibliografía material.

88
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Introducción 1
La Compañía de Jesús fue una de las órdenes religiosas más ac-
tivas en la producción y circulación de textos, especialmente des-
pués del Concilio de Trento, sin embargo aunque en sus constitu-
ciones y documentos fundacionales no se hizo explícito que se
estimularía la fundación de talleres tipográficos, tanto en el viejo
como en el nuevo mundo e inclusive en Filipinas, la orden tuvo a
su cargo varios. Además de las menciones en libros y obras cla-
ves de la historiografía de los ignacianos, el investigador Bernabé
Martínez 2, es uno de los primeros en tratar el tema de la imprenta
y los jesuitas, y según sus propias opiniones las oportunidades
para que este grupo de religiosos tuvieran prensas bajo su admi-
nistración se consolidaron claramente en el siglo XVIII. Lo intere-
sante de ese momento, en particular después de la segunda mitad
del siglo, es que la expansión tipográfica jesuita coincide con el
un periodo de esplendor de las artes del libro en España y sus
dominios como consecuencia del apoyo que daría Carlos III, y
eso mismo será quizá uno de los factores que contribuyó a su rá-
pido cese.
Si bien aún no existen suficientes monografías que permitan co-
nocer en profundidad y de manera comparativa, “el negocio de
los talleres tipográficos de los jesuitas”, en lo material y financiero,
es sabido que al menos una parte de la producción editorial de
los padres, estaba encaminada a solventar las demandas del pro-
pio alumnado de los establecimientos educativos de la orden – el
consumo en colegios y seminarios –, de esta misma forma, en al-
gunos de los libros se puede leer – en portada o páginas prelimi-
nares – que una parte de la distribución y venta de los ejemplares
se realizaba en las porterías de los colegios, y quienes han estu-

1 Este texto se basa mayormente en la información de mi libro Historia de la


imprenta y la tipografía colonial en Puebla de los Ángeles (1642-1821), publica-
do por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Universidad Nacional Autó-
noma de México, 2015.
2 B.B. MARTÍNEZ, “Librerías e imprentas de los jesuitas (1540-1767): una apor-
tación notable a la cultura española,” en Hispania Sacra, núm. 40, 1988 (El Li-
bro y la Doctrina), pp. 330-331.

89
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

diado la historia de las congregaciones presentan además docu-


mentos que permiten probar que entre las vías clave de la distri-
bución bibliográfica la orden contó con la Congregación de la
Anunciata.3. Retomando las informaciones dadas por Bernabé Bar-
tolomé Martínez, al parecer, los talleres funcionaron “dentro de” o
muy “cerca de los colegios jesuitas”, aunque también hay que se-
ñalar que, para algunos casos, es poco claro no solo el lugar pre-
ciso de los talleres sino cuál era la disposición espacial del equipa-
miento.4. Además se ha señalado que el trabajo tipográfico queda-
ba a cargo de los hermanos coadjutores aunque también sabemos
de otros operarios no vinculados con la orden.5, finalmente se ha
señalado que había reglamentos para la operación interna de las
oficinas y se llevaban libros con la contabilidad de la producción
tipográfica.6.

Las imprentas jesuitas de Nueva España


Por documentación de archivo sabemos que en México existió
una temprana petición de fundación de una imprenta jesuita, por
la carta que el Provincial Antonio de Mendoza envió al General de
la Orden en Roma, Claudio Aquaviva, a finales de 1585, desde El
Colegio de Tepotzotlán, en la que se lee:

3 MARTÍNEZ, op. cit., p. 335.


4 Para este caso podemos mencionar el problema de la definición del lugar
de las imprentas guaraníticas de las misiones del Paraguay, y la de Montserrat
en Córdoba del Tucumán, en las actuales Paraguay y Argentina. Sobre la im-
prenta de Monserrat, sugerimos la lectura del artículo “Brevis vita typographica:
la imprenta jesuita del Colegio de Monserrat en Córdoba, Argentina”, en este
mismo volumen.
5 Podemos poner por caso el de Manuel Antonio Valdés, impresor mexicano
del siglo XVIII, que no era religioso, y que con posterioridad al trabajo en ese
taller, laboró con la familia Zúñiga y Ontiveros, hasta – más tarde – abrir su pro-
pio taller. Ver datos sobre este impresor en M. GARONE GRAVIER, El Arte de
Ymprenta de don Alejandro Valdés (1819). Estudio y paleografía de un tratado
de tipografía inédito, Toluca, Fondo Editorial del Estado de México, Colección
Fundaciones, 2016.
6 Sobre el colegio de San Ildefonso de México, en los expedientes que obran
en poder del Archivo Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de
México, se señala que además de esos libros de cuentas, había memoriales del
arte de imprenta, aunque a la fecha no hemos podido dar con ellos. Ver el ca-
tálogo del fondo San Ildefonso del propio archivo.

90
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

…también estará aquí muy bien una emprenta; y se podrá impri-


mir cualquier cosa, sin más costa que la del papel y tinta. Por-
que estos indios tienen estraño ingenio para todos estos oficios.
Y no hay otro modo, para poderse imprimir el vocabulario oto-
mí, y el flos sanctorum mexicano; porque costará los ojos de la
cara; y hai muy poca salida dellos.7.

Pasado el siglo XVI, un segundo momento de estrecho vínculo


de los jesuitas con imprenta se localiza a finales del siglo XVII, en
el que se enlazan la tipografía poblana y la de la Ciudad de Méxi-
co. Como hemos expuesto en el capítulo segundo de nuestra histo-
ria de la imprenta en Puebla, el impresor Diego Fernández de León
tuvo dos periodos de labores en la capital del virreinato, el prime-
ro de los cuáles obedeció a una petición expresa de los jesuitas 8.
Fue cuando el padre Alonso Ramos, prepósito de la Casa Profesa
de la Compañía de Jesús, solicitó que Fernández de León terminara
en la Ciudad de México la publicación de la Vida de Catarina de
San Juan.9, que había iniciado en Puebla de los Ángeles.10. Diego

7 F. ZUBILLAGA, Monumenta Mexicana, vol. V, Documento 213, pp. 702-722.


Dimos cuenta de esta referencia en nuestra tesis doctoral, defendida en 2009, ya
convertida en libro: Historia de la tipografía colonial para lenguas indígenas,
México, CIESAS-UV, 2014.
8 “La primera incursión mexicana de Diego Fernández de León”, en M. GARO-
NE GRAVIER, Historia de la imprenta y la tipografía colonial en Puebla de los Án-
geles, op. cit. pp. 163-169.
9 Del segundo volumen (1690) y del Compendio de la vida y virtudes de la ve-
nerable Catharina de San Juan (1692), hay dos ejemplares, respectivamente, en la
Biblioteca Nacional de Chile y en la Biblioteca Nacional de México (en adelante
BNM). Aunque de fecha posterior, es pertinente la mención del caso de Carta a
una religiosa para su desengaño y dirección, publicada bajo el pseudónimo de
Jorge Más Theóphoro y redactado por José Ortega Moro en 1769. La obra se pu-
blicó sin las licencias necesarias, ni mención de año y lugar de impresión; contra-
viniendo las normas que regían para los territorios de la corona española. El con-
flicto derivó en el expurgar de la edición por parte del Rey, la redacción de una
nueva versión y prohibición de la primera. Esta caso había sido tratado por R.
MORENO DE LOS ARCOS en Un caso de censura de libros en el siglo XVIII novohispa-
no: Jorge Mas Theóphoro. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Bibliográfi-
cas, 1978; recientemente se ha exhibido en la exposición titulada Exposición Cen-
sores y censurados. Libros prohibidos en la Nueva España (siglos XVI-XVIII), cura-
da por César Manrique, Manuel Rivera, Leonardo Hernández y Salvador Reyes,
que se llevó a cabo desde agosto a noviembre de 2015, en el vestíbulo del Fon-
do Reservado de la Biblioteca Nacional de México (en adelante BNM).
10 Archivos General de Notarías de Puebla (en adelante agnp), not. 3, caja
150. Protocolos de Pedro Gómez de Prado, 31 de marzo de 1688, ff. 253f-254f.

91
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

instaló un taller en México, que funcionó en dos ocasiones, la pri-


mera entre 1960 y 1693.11, y una segunda más breve en 1710, poco
antes de su muerte. En la primera temporada, el taller estuvo insta-
lado “en la casa profesa” pero además, se señala claramente “en la
imprenta de Diego Fernández de León”, despejando cualquier du-
da sobre la propiedad del taller para quien creyera que fue de los
jesuitas.
A pesar de las solicitudes de los jesuitas mexicanos para tener
un taller propio, no lo consiguieron sino con el establecimiento de
la imprenta en el Colegio de San Ildefonso, hecho que se consu-
mó en 1748 y duró hasta la expulsión. En dicho taller se publica-
ron libros de estudio, numerosos sermones, actos y obras en len-
guas indígenas, entre otros géneros impresos. Tenemos noticias
del funcionamiento del establecimiento por las informaciones que
dan José Toribio Medina pero sobre todo por el estudio monográ-
fico realizado por Martha Ellen Whittaker.12.
De ambos autores sabemos que el taller renovó el material ti-
pográfico de lo que dan cuenta los pies de imprenta de varias
obras.13, sin embargo de la tesis doctoral de Whittaker se coligen
más informaciones. Con la expulsión de la orden, se requirió el

11 En este lapso el impresor publicó otras obras como Lvz de verdades


catholicas y explicación de la doctrina christiana que segun la costumbre
de la Casa Professa de la Compañia de Jesvs de México, todos los jueves del
año se platica en su iglesia / Dala a la estampa el Padre Alonso Ramos de
la mesma Compañía, y Preposito actual de dicha Casa Professa, de Juan
Martínez de la Parra Juan Martínez de la Parra, en cuyo pie de imprenta se
lee “En México: en la Casa Professa, en la imprenta de Diego Fernández
de León”. Existe un ejemplar de la misma que forma parte de la Biblioteca
Nacional Digital de México y se puede visualizar en el siguiente enlace:
<http://catalogo.iib.unam.mx/exlibris/aleph/a21_1/apache_media/K3G1FA7
Q38AYVDYKLHDTADHYU4726L.pdf>. Sin embargo no queremos dejar de
señalar que el registro catalográfico de la Biblioteca Nacional indica: “en la
Casa Professa, de Diego Fernández de León: Jvan Joseph Guillena Carrasco-
so.” No sabemos a qué obedece que en el registro se consigne a “Jvan Jo-
seph Guillena Carrascoso”, en la medida que en el impreso no figura dato
alguno.
12 Jesuit printing in Bourbon Mexico City: the press of the Colegio de San Ilde-
fonso, 1748-1767, tesis doctoral de la University of California, defendida en
1998.
13 Medina indica que: núms. 4238, 4246, 4264 y 4336. J.T. MEDINA, La im-
prenta en México (1539-1821), México, UNAM, 1991, T. 1, p. CLXXI, nota 3.

92
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

inventario de sus bienes incluidas las imprentas y bibliotecas, el


inventario de la de San Ildefonso.14 es amplio en datos como por
ejemplo la relación completa de cuerpos de tipos de imprenta,
otros aperos y muebles del taller; los materiales que estaban en
proceso de ser impresos (es de notar que hay obras de poca en-
vergadura como novenas, sermones, calendarios, vidas de santos,
invitaciones, y actos); los tipos allí mencionados pueden parcial-
mente rastrearse en el último inventario que con nombre del Co-
legio se tiene y está fechado en 1812.15. Esperamos que los datos
sobre esta imprenta sean ampliados con los resultados de la in-
vestigación que estamos realizando sobre la edición en la ciudad
de México durante el siglo XVIII.

Los jesuitas y la imprenta en Puebla


Sin embargo es preciso señalar que los jesuitas de distintas áre-
as del virreinato de la Nueva España actuaban con cierta autono-
mía entre sí en materia de imprenta, en la medida que los de
Puebla de los Ángeles solicitaron autorización para abrir un taller
propio en 21 de junio de 1758. Para convencer a las autoridades,
explicaban que en Puebla solo había un sola taller, mal surtido y
a cargo de alguien sin instrucción suficiente, lo que los obligaba a
mandar sus obras a publicar a la capital del virreinato.16. Fue el vi-
rrey Agustín de Ahumada y Villalón, quien les concedió el permi-
so a los devotos de san Ignacio, para que pudieran “imprimir ac-
tos, sermones y otras obras que se puedan ofrecer, y mando se
mantenga dicho colegio, en el uso, goce y posesión de dicha im-

14 Archivo Históricos de la Universidad Nacional Autónoma de México (en


adelante AHUNAM), Fondo Colegio de San Ildefonso, Caja 105, exp. 131, doc.
1051, fol. 90r.-93r.
15 AHUNAM, Fondo Colegio de San Ildefonso, caja 107, exp. 139, doc. 1071,
fol. 16r-17r.
16 Los jesuitas poblanos había gozado previamente de permisos exclusivos
en materia editorial como podemos observar de documentación conservada
en el AGN de México: AGN, Temporalidades, Volumen 167, años 1730-1777,
Expediente: […] capellanias decima tercia y decima cuarta fundadas por d.
Juan Francisco Bernal con dote de $3,000 cada una, con poder del ilustrisimo
señor Dr. d. Carlos Bermudes de Castro, Arzobispo de Manila. […]. Sin embar-
go ahora se trataba de lograr una mayor autonomía en materia de producción
editorial.

93
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

prenta, sin que por las Justicias que son de dicha Ciudad de la
Puebla, ni las que en adelante fueren, ni otra persona alguna, se
le impida, moleste, ni perjudique” .17. Con esta autorización virrei-
nal, la labor editorial de los padres jesuitas alcanzaría una nueva
dimensión.
En la bibliografía sobre el arte tipográfico durante el periodo de
la imprenta manual se refiere repetidamente que los talleres sobre-
vivían más por las obras de poca envergadura que por las de gran
volumen editorial, es decir que eran más comunes las piezas bre-
ves, de pocas páginas, conocida como “impresos menores o plie-
gos sueltos” que los libros voluminosos. Y esta determinación fi-
nanciera es clave para entender el problema que generó el permi-
so que obtuvieron los jesuitas por parte del virrey, en la medida
que ese privilegio entraba en conflicto directo con el que ostenta-
ba, tenía desde muchos años antes.18, la familia Ortega y Bonilla.
Enterados de esta intromisión en el negocio, uno de los descen-
dientes de dicha familia Ortega, Cristóbal Tadeo, procuró detener a
los ignacianos entablando un largo litigio, que se suspendió por la
expulsión de los jesuitas de los territorios de la Corona Española.19,
más continuará entre los Ortega y la Imprenta del Seminario Pala-
foxiano y más tarde la Oficina de San Felipe Neri.

Características materiales de los impresos jesuíticos


poblanos
Francisco Pérez Salazar daba algunas precisiones sobre el tipo y
calidad del material de los jesuitas cuando indicaba que “desde el
año expresado [1758] empezaron a trabajar con una dotación de

17 F. PÉREZ SALAZAR, Los impresores de Puebla en la época colonial: dos fami-


lias de impresores mexicanos en el siglo XVII, Puebla, Gobierno del estado de
Puebla, 1987, p. 349.
18 Miguel Ortega y Bonilla compró su taller a José Pérez, quien a su vez lo
adquirió de la Viuda de Diego Fernández de León, junto con el privilegio de
impresión que estamos mencionando. La historia de esta transferencia de privi-
legios, que no se mencionaron en los estudios previos de la historia de la im-
prenta en Puebla, se puede leer en mi libro Historia de la imprenta y la tipogra-
fía colonial en Puebla de los Ángeles…, op. cit.
19 Las referencias a ese evento legal se pueden leer en: R. SÁNCHEZ FLORES,
Puebla de los Ilustrados, Puebla, H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla,
1994, Colección Crónica de Puebla número 3, pp. 167-168.

94
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

letra nueva, sencilla y seria,”.20, pero antes ya José Toribio Medina


había dado un dato curioso y que no había sido debidamente pro-
fundizado hasta mi trabajo: a su decir la letra de los jesuitas pobla-
nos procedía de París, ya que “en más de una de las portadas tra-
bajadas en el Colegio se advierte que han sido hechas en la im-
prenta nueva parisiense”.21. Si bien es posible que, tanto para el
aprovisionamiento de papel como de tipos, los jesuitas hubieran
usado las redes administrativas internas de la orden también es
cierto que podrían haber requerido en España sus tipos “france-
ses”. Damos este dato en el conocimiento de que en las fechas
que se estaban haciendo los encargo de material tipográfico desde
México, es decir antes de la década de 1760, la corona española
aún no contaba con una verdadera autonomía en materia de pro-
ducción de tipos de imprenta, y en cambio había importado pun-
zones y matrices desde Francia.22.
En 2010 dimos a conocer públicamente un notable documento
que señala un pedido de material tipográfico que los jesuitas hací-
an para completar el que tenían.23; en él se describen con precisión
la manera cómo deben enviarse los 9 tamaños de letra, se detalla
el surtido de las fundiciones, el peso de cada cuerpo y caracterís-
ticas puntuales de las suertes. El documento ofrece particularida-
des lingüísticas de la imprenta americana, como cuando precisa
que las letra de dos líneas en México se denominan Títulos. Asi-
mismo otros pasajes del texto nos permiten saber que éste era el

20 PÉREZ SALAZAR, op. cit., p. 349.


21 MEDINA, op. cit., núm. 676.
22 Este tema ha sido tratado por mi en Historia de la tipografía colonial
para lenguas indígenas, México, CIESAS-UV, 2014, “Breve panorama de la
producción tipográfica española (siglos XVI-XIX)”, especialmente la nota 35,
p. 137.
23 AGN, Colegios, Caja 1338, Exp. 017, Sin fecha, 2 Fojas, Colegio Real de
San Ignacio, “Memoria de los caracteres que se han de remitir al Colegio Real
de San Ignacio de la ciudad de Puebla de los Ángeles, para completar su im-
prenta”. Lo presenté por primera vez en la ponencia internacional “Panorama
histórico de la tipografía en Puebla” impartida durante celebración de la Bienal
Latinoamericana de Mexicana de Escuelas de Diseño Gráfico (Encuadre) y
Centro de Estudios Gestalt, México, Veracruz, 29 de abril de 2010. He transcrito
la paleografía completa del documento entre los anexos documentales de His-
toria de la imprenta y la tipografía colonial en Puebla de los Ángeles…, op. cit.,
pp. 677-679.

95
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

segundo de los pedidos.24. Además de letras para el cuerpo de tex-


to se piden “Letras labradas” que se refiere específicamente al esti-
lo de letra inaugurado por Fournier e imitado por otros punzonis-
tas neoclásicos; “Trechos para comenzar obra en distintos formatos
o para diferentes tamaños de pliego de papel [específicamente se
señalan el folio, cuarto y octavo], con espacios para incrustar “Es-
cudo de Armas de la Religión que le tocare”; que también se encar-
gan, en este caso se refiere a las orlas o guardas comunes del pe-
riodo, para dar realce al acabado de la impresión. Se hace también
la aclaración final que, ‘para garantizar la duración y resistencia
del material “Todo esto ha de ser del mismo Fundidor, o en las
mismas Matrices, y con los propios metales, por que de no ser a
perder la letra que tiene dho [dicho] Colegio, con solo que desdi-
ga en Carácter ô dureza […]”.25, este dato es por demás significati-
vo toda vez que hay noticias escandalosas españoles que no guar-
daban las proporciones usuales de la aleación del metal de im-
prenta, para lograr así ahorro en los costes de sus insumos, con la
consecuente disminución en la calidad de las letras y demás mate-
riales fundidos.
En la medida que la historia de la conformación de los fondos de
origen y antiguos de impresos novohispano es azarosa y compleja,
no es factible esperar que la Biblioteca Nacional de México tenga
todos los impresos de la oficina de los jesuitas poblanos ni de otras
imprentas, sin embargo bajo el pie de Imprenta del Colegio de San
Ignacio, se conservan diez obras.26, aunque, el último de los citados
impresos – publicado en 1768 – corresponde al periodo en que ya
era efectivo el proyecto editorial del Obispo Fabián y Fuero.
Cronológicamente hablando, el primero de los impresos conser-
vados es el de José Isidro Montaña, El corazón de las rosas, Sepul-

24 “Su Cursiva [de parangona] Quatro arrobas, repartidas en todo lo necesa-


rio, para una Caja, con excesso estas letras: Q-A-S-J-û, por aver faltado en lo que
antes vino, como también esta-h”, Ibid, f. 1. Las cursivas son nuestras.
25 Ibid., folio 4, las cursivas son nuestras.
26 Las obras impresas por los jesuitas poblanos que están en la Biblioteca Na-
cional se encuentran enlistadas en la bibliografía de las fuentes primarias con-
sultadas de nuestra Historia de la imprenta y la tipografía en Puebla de los Án-
geles con los siguientes números: 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 107, 108 y
109. La bibliografía se encuentra en las pp. 717-733.

96
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

tado entre fragancias (1765).27 y el último Rasgo breve de la gran-


deza guanajuateña, con lo cual tenemos dos obras de 1765, cua-
tro de 66, y tres de 67 y uno de 68, con la salvedad hecha previa-
mente justamente sobre el último.
Pero éstos sin duda no fueron los únicos impresos realizados
por los jesuitas poblanos; además de las bibliografías clásicas so-
bre la producción escrita en dicha ciudad.28, en el Archivo General
de la Nación hay varios documentos uno fechado en 1763, en el
que se describe, entre otras cosas, una licencia para la impresión
de los libros de Nuestra Señora de la Luz.29, y una carta 30 que men-
ciona la reimpresión de una carta del Obispo de Amiens.31. A par-
tir de la expulsión de los jesuitas se entablaron varias denuncias
sobre publicaciones que encontramos en el AGN 32, y en este mis-
mo tenor es interesante recordar el temprano caso de un libro
censurado de Puebla, publicado justamente por los jesuitas.33.

27 BNM: clasificación 619 LAF.


28 Nos referimos a las obras de José Mariano Beristáin y Sousa, Agustín Rive-
ra y San Román, Joaquín García Izcabalceta, José Toribio Medina, Francisco Pé-
rez Salazar y Salvador Ugarte. Ver los datos de esos textos en la bibliografía de
este artículo.
29 Archivos General de la Nación (en adelante AGN), Jesuitas, Caja 4954, Ex-
pediente 067, Fecha(s): 1763, Volumen: 14 Fs. informándole sobre la reimpre-
sión de una carta del Obispo de Amiens. Puebla. Esta obra el bibliógrafo Medi-
na la catalogó en su bibliografía de esa ciudad bajo el número 684. Ejemplar
conservado en la British Library_ Orlans de la Motte, L.O.G.d.’, Obispo de
Amiens, Carta pastoral [in favor de los Jesuitas] (M 1764)… del PM Larrainzar
(M 1763) 4986.cc.73 Orlans de la Motte, LFG d’, Obispo de Amiens, Carta pas-
toral [en favor de los Jesuitas] (M 1764) 4446.de.2 ... (Consulta realizada el 10 de
octubre de 2011, <www.bl.uk/reshelp/findhelplang/spanish/hispcoll/col-
relbkblspanish/hispcolbk.html>.
30 AGN, Clero Regular y Secular, Caja 5162, Exp. 019, fecha: 1764, 1 Foja,
Carta dirigida a Pedro Joseph.
31 AGN, Inquisición, vol. 1067, exp. 11, fecha 1769, ff. 252 a 269, denuncia
de un soneto impreso consagrado a Ntra. Sra. de la Concepcion, fojas 263,
268, 269 y 270 que es el soneto. Oración de s. Bernardo, fs. 252-256, sobre la
impresión del Catecismo de Montpellier, foja 258. Devocion a la Preciosisima
Sangre de Cristo nuestro señor, un cuadernillo. Puebla.
32 AGN, Inquisición, Volumen 1067, Expediente 11 Fecha(s): 1769, Fojas: 252
A 269; “Denuncia de un soneto impreso consagrado a Ntra. Sra. de la Concep-
cion, fojas 263, 268, 269 y 270 que es el soneto. Oracion de s. Bernardo, fojas
252 a 256. sobre la impresion del Catecismo de Mompellier, foja 258. Devocion
a la Preciosisima Sangre de Cristo nuestro señor, un cuadernillo. Puebla”. Ver
nota anterior.
33 Ver nota 9 de este mismo texto.

97
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

El taller de los jesuitas debió haber estado a cargo de personal


bien capacitado, a juzgar por las exigencias que se hacían evidentes
en la petición original para abrir una oficina y por la calidad de los
libros que publicaron. Aunque emplearon pocos grabados, algunas
obras presentan una notable combinación de tintas rojinegras.34, asi-

Figuras 1-6 (de izquierda a derecha) Marcas de agua de El corazón de las rosas,
Sepultado entre fragancias, de José Isidro Montaña, (Colegio Real de San Ignacio de la
Puebla, 1765) Clave de imagen: 1765 Mon Cor

34 Sobre las características estéticas de las portadas poblanos, remitimos a mi


texto “Las portadas de las ediciones coloniales poblanas de la Biblioteca Nacio-
nal de México. Elementos informativos, diseño y periodización,” en M. GARONE
GRAVIER (ed.), Miradas a la cultura del libro en Puebla. Bibliotecas, tipógrafos,
grabadores, libreros y ediciones en la época colonial, México, IIB-UNAM/Edicio-
nes de Educación y Cultura, 2012, pp. 271-220.

98
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Imágenes 7 y 8: Marcas de agua de Francisco José de Soria, La assumpcion tri-


umphante a los cielos de la soberana Reyna de la gloria María nuestra señora (Colegio
Real de San Ignacio de la Puebla de los Angeles, 1767) [Clave de imagen: Sor Ass. 1767
Sor Ass] , José Antonio Alzate y Ramírez, Breve descripción de los festivos sucesos de es-
ta ciudad de Puebla (Colegio Real de San Ignacio de la Puebla, 1768) [Clave de ima-
gen: 1768 Alz]

mismo el papel de los libros es especialmente blanco y de buena


calidad, en comparación con el de otros talleres de la época. Si bien
no es un repertorio exhaustivo, nos congratulamos en ofrecer la si-
guiente relación preliminar de filigranas de papel de los impresos
jesuitas. La consolidación sistemática de estos datos y otros más per-
mitirán en adelante ir aportando referencias concretas sobre los
usos del papel en la edición novohispana, tema que por cierto hasta
donde sabemos, a la fecha no ha sido tratado por ningún otro in-
vestigador.
De la revisión material de los impresos publicados por el Cole-
gio de San Ignacio, se observa el empleo de tres series de capitu-
lares, de las cuáles llama particularmente la atención una letra M
con fondo historiado, con la figura de Minerva o Atenea.35. En
cuanto al material tipográfico para la composición del cuerpo de
texto, hemos identificado 19 tamaños diferentes de letras que

35 Ver la relación de capitulares en la página 380 de la Historia de la impren-


ta y la tipografía en Puebla de los Ángeles…, op. cit.

99
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

abarcan del doble canon chico a la parisiesa (es decir desde 56 a


5 puntos tipográficos actuales), todos de un mismo diseño estilo
antiguo, y de buena calidad.36.
Al respecto de los cuerpos disponibles en la imprenta, es por
demás llamativa la “Advertencia” del Manual de Párrocos, impreso
en 1766, en el que se leen precisiones concretas sobre los usos de
tamaños para partes específicas del texto.37:
Advertencia, que debe leer, quien quisiere usar de este Manual. /
No solo la escasez de letra, que en cada uno de sus grados es
bien notable, sino también la necesidad de distinguir unas de
otras las cosas contenidas en este Manual, ha obligado a usar de
todas ellas /.38. La letra de Texto se ha empleado en las Rubricas (a
excepción de una, u otra, en que ha habido algún descuido, y se
advertirá en las Erratas) en las Oraciones, y Preces del Ritual, y
Pontificial Romano, en las Explicaciones de cada uno de los Sa-
cramentos, tomadas del Catecismo Romano, y en los Decretos de
las Sagradas Congregaciones, menos unos pocos, que van insertos
en algunas delas Notas. / La Athanasia (exceptuando las Admoni-
ciones) se ha ocupado en todo lo contenido en el Apéndice al Ri-
tual Romano de lo que se toma del Manual Toledano, y va inserto
en el cuerpo del Manuel en sus respectivos lugares, y distinguido
con este asterisco*. / En fin la de Lectura se ha aplicado a las No-
tas, con que las Rubricas se han ilustrado, tomadas de Concilios
Provinciales, Sínodos Diocesanos, y Clásicos Autores, como el Sr.
Benedicto XIV, Gavanto.39, Merati, Barufaldo.40, Catalani.41, etc. /
Los celebres Concilios de Milán, minerales verdaderamente inago-
tables de Sagrados Ritos, de que se han tomado muchas de las
Notas, de ordinario se citan, así, Prov. 1. Prov. 2, etc. Y sus textos,
como también los de otros Provinciales, y Sínodos extraños se ale-
gan precisamente como directivos, no como preceptivos…

36 Ver la relación de cuerpos de letra en las páginas 388-389 de la Historia de


la imprenta y la tipografía en Puebla de los Ángeles…, op. cit.
37 Estas advertencias se encuentran entre los preliminares del libro, numera-
dos a lápiz en el ejemplar de la BNM con 12r y 12v. Para una lectura más veloz,
se ha modernizado ortografía de esta transcripción.
37 Hemos separado con una diagonal los párrafos de la advertencia.
39 Datos sobre este autor se pueden leer en Enciclopedia Católica Online:
<http://ec.aciprensa.com/wiki/Bartolomeo_Gavanto>, consulta realizada el 1
de febrero de 2015.
40 Gerónimo Barufaldo autor de Comentario sobre el Ritual romano, impreso
en Venecia en 1731.
41 Autor del Sacrosanto concilio ecuménico del padre Benedicto XIV, impre-
so en Roma, en 1743. Existe un ejemplar disponible en Google books.

100
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

En cuanto al surtido de ornamentos tipográficos, comparándolo


con el de otras imprentas del periodo – tanto de Puebla como de
la ciudad de México –, hallamos escaso el de los jesuitas ya que
solo se observan crismones, asteriscos, dagas, algunos elementos
vegetales estilizados y entrelazos.42; y respecto de grabados, en los
impresos de la Biblioteca Nacional de México encontramos nueve:
tres son figurativos y el resto ornamentales: motivos florales y fru-
tales, tres tipos de lacerías, y un jarrón con flores sobre un mantel,
bordeado por sendas conchas y coronado con un querubín. 43.

Consideraciones finales
Es evidente que los regentes del taller jesuita de Puebla tuvieron
especial celo y cuidado en sus ediciones, y eso se aprecia en más
de una evidencia, además del documento que localizamos y pre-
sentamos de manera inédita sobre el pedido de tipos de impren-
ta.44, hay otras referencias materiales y textuales de consideración
en las propias impresiones. En este caso traemos a colación el si-
guiente texto que el impresor destina al escritor, en El ayudante de
cura instruido en el porte a que le obliga su dignidad, en los deberes
a que le estrecha su empleo, y en la fructuosa practica de su minis-
terio, de Andrés Miguel Pérez de Velasco impreso en el Colegio, en
1766.45:

El impresor saluda al escritor / Revisas lo que / los sacerdotes


deben tratar santamente. / El inmenso y estimado cuidado de las
almas los llama. / [Es] una obra útil. Sobreviviente después de la
muerte, serás / para el clero y el pueblo el principal ayudante,
doctor y autor. / Presbítero, que indica el camino para la vida
beata (lit. el camino beato de la vida) / De [Guillermo] Durando,

42 Ver la relación de ornamentos tipográficos en la p. 384 de la Historia de la


imprenta y la tipografía en Puebla de los Ángeles…, op. cit.
43 Los grabados son: un altar con 29 sahumerios para reliquias, de 1766; y un
retrato de Palafox, grabado por Troncoso e impreso y un escudo de Castilla y
León, estos últimos empleados en 1768, imágenes de estos grabados se pueden
ver en el libro Historia de la imprenta y la tipografía en Puebla de los Ángeles…,
op. cit. pp. 385-387.
44 Ver nota 20 de este texto.
45 BNMex.: RSM 1766 p6per 20521.

101
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Rationale divinorum officiorum, citado por el autor.46. / Que los


pueblos vayan al cielo. ¿Quieres? La carta proporciona al clero /
el camino seguro ¡Oh, autor, tú mismo un presbítero, vas por de-
lante! / Sea suficiente decirte esto, doctor amante de las almas. /
Sigue viviendo los beatos siglos de Dios. Adiós. / Del impresor
real de San Ignacio en el año de 1766.47.

Fuentes primarias de consulta


Nomenclatura
AGN: Archivo General de la Nacional de México
AGNP: Archivo General de Notarías de Puebla

AGN, Temporalidades, Volumen 167, años 1730-1777, Expedien-


te: […] capellanias decima tercia y decima cuarta fundadas por d.
Juan Francisco Bernal con dote de $3,000 cada una, con poder del
ilustrisimo señor dr. d. Carlos Bermudes de Castro, Arzobispo de
Manila. […].
AGN, Colegios, Caja 1338, Exp. 017, Sin fecha., 2 Fojas, Colegio
Real de San Ignacio. Contenido: Memoria de los caracteres que se
han de remitir al Colegio Real de San Ignacio de la ciudad de Pue-
bla de los Ángeles, para completar su imprenta. Transcribimos la
paleografía completa del documento entre los anexos documenta-
les de esta obra.

46 Una cita no textual, se encuentra en el libro 2, cap. 10, p. 54 de la edi-


ción de Durando de 1755: <https://books.google.com.mx/books?id=zt
WBgPKNMkgC&pg=PA54&lpg=PA54&dq=praebens+iter+beatum+vivendi&sour
ce=bl&ots=wFctVkmQ5l&sig=3o8vZ3PJnJQGLorTb81Y0JzX_lg&hl=en&sa=X&v
ed=0ahUKEwjl2rOPjNrKAhWqkYMKHQe6BwgQ6AEIJjAC#v=onepage&q=prae
bens%20iter%20beatum%20vivendi&f=false>.
47 El texto latino original señala: “Typographus scriptori salutem dicit / Res-
cribis quae sint sancte tractanda Ministris, / Quos animarum ingens, caraque cu-
ra vocat. / Utile opus. Clero et populo post fata superstes / Adiutor princeps,
doctor, et autor eris. / Presbyter praebens iter beatum vivendi. / Durandi Ratio-
nale divinorum officiorum, citatum ab autore / Caelum adeant populi, vis? Prae-
bet epistola clero / Tutum iter. O autor, presbyter ipse praeis. / Haec tibi, doc-
tor amans animarum, dicere sat sit: / Vivere perge Dei secla beata. Vale. / Ex
typographo Regio Sancti Ignatii anno MDCCLXVI”. Agradecemos a la doctora
Hilda Julieta Valdés, su auxilio en la traducción de este fragmento.

102
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

AGN, Jesuitas, Caja 4954, Expediente 067, Fecha(s): 1763, Volu-


men: 14 Fs. informándole sobre la reimpresión de una carta del
Obispo de Amiens. Puebla.
AGN, Clero Regular y Secular, Caja 5162, Expediente 019, Fe-
cha(s): 1764, 1 Foja, Carta dirigida a Pedro Joseph.
AGN, Inquisición, Volumen 1067, Expediente 11 Fecha(s): 1769,
Fojas: 252 A 269 Productores: (Pendiente) Alcance y contenido:
denuncia de un soneto impreso consagrado a Ntra. Sra. de la Con-
cepcion, fojas 263, 268, 269 y 270 que es el soneto. Oracion de s.
Bernardo, fojas 252 a 256. sobre la impresion del Catecismo de
Mompellier, foja 258. Devocion a la Preciosisima Sangre de Cristo
nuestro señor, un cuadernillo. Puebla.
AGNP, Not. 3, caja 150. Protocolos de Pedro Gómez de Prado,
31 de marzo de 1688, ff. 253f-254f.

Bibliografía
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setentrional, 2a ed., publícala Fortino Hipolito Vera. Amecameca:
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ciones Históricas, unam.
GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín, Obras de D.J. García Icazbalceta,
tomo viii. México: Imp. de V. Agueros, 1898, p. 231.
GARONE GRAVIER, Marina, Historia de la imprenta y la tipografía
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ciones Bibliográficas, Universidad Nacional Autónoma de México,
2015.
GARONE GRAVIER, Marina, Historia de la imprenta colonial para
lenguas indígenas, México, CIESAS-Universidad Veracruzana,
2014.
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– “Panorama histórico de la tipografía en Puebla”, conferencia
impartida durante celebración de la Bienal Latinoamericana de ti-
pografía Tipos Latinos, organizado por la Bienal Latinoamericana

103
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

de tipografía Tipos Latinos, Asociación Mexicana de Escuelas de


Diseño Gráfico (Encuadre) y Centro de Estudios Gestalt, México,
Veracruz, 29 de abril de 2010.
– “Las portadas de las ediciones coloniales poblanas de la Bi-
blioteca Nacional de México. Elementos informativos, diseño y pe-
riodización,” en Marina Garone Gravier (ed.), Miradas a la cultura
del libro en Puebla. Bibliotecas, tipógrafos, grabadores, libreros y
ediciones en la época colonial, México, IIB-UNAM / Ediciones de
Educación y Cultura, 2012, pp. 271-220.
MANRIQUE, César, Manuel Rivera y los maestros Leonardo Her-
nández y Salvador Reyes, curadores, Exposición Censores y censu-
rados. Libros prohibidos en la Nueva España (siglos XVI-XVIII),
agosto a noviembre de 2015, vestíbulo del Fondo Reservado de la
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MARTÍNEZ, Bernabé Bartolomé, “Librerías e imprentas de los je-
suitas (1540-1767): una aportación notable a la cultura española,”
en Hispania Sacra, núm. 40, 1988 (El Libro y la Doctrina), pp.
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MEDINA, José Toribio, La imprenta en México (1539-1821), Méxi-
co, UNAM, 1991, T. 1.
– La imprenta en Puebla de los Ángeles México (1640-1821),
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MORENO DE LOS ARCOS, Roberto, Un caso de censura de libros en
el siglo XVIII novohispano: Jorge Mas Theóphoro. México: UNAM,
Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1978. Existe un ejemplar
en la BNM, clasificación: R 098.1 MOR.c,
PAULA Y ANDRADE, Vicente de, Ensayo bibliográfico mexicano del
siglo XVII, 2a ed. México: Museo Nacional, 1899, nota 2, p. 793.
PÉREZ SALAZAR, Francisco, Los impresores de Puebla en la época
colonial: dos familias de impresores mexicanos en el siglo XVII,
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RIVERA Y SANROMÁN, Agustín, Fundación de la imprenta en Pue-
bla. Lagos [de Moreno, Jal., Mex.: Tipografía de V. Veloz a cargo
de A. Lopez Arce, 1890, 2 p. [encuadernado en: Rivera, A. Entrete-
nimientos de un enfermo.

104
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

SÁNCHEZ FLORES, Ramón, Puebla de los Ilustrados, Puebla, H.


Ayuntamiento del Municipio de Puebla, 1994, Colección Crónica
de Puebla número 3, pp. 167-168.
WHITTAKER, Martha Ellen, Jesuit printing in Bourbon Mexico City:
the press of the Colegio de San Ildefonso, 1748-1767, Berkeley, Uni-
versity of California, 1998, 242 pp. tesis doctoral.
ZUBILLAGA, Félix, Monumenta Mexicana, vol. V, Documento 213,
pp. 702-722.

105
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Marina Garone Gravier


Marina Garone Gravier es doctora en Historia del Arte por la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autóno-
ma de México. Desde 2009 es investigadora del Instituto de In-
vestigaciones Bibliográficas de la UNAM, donde coordina el Semi-
nario Interdisciplinario de Bibliología y es miembro del Sistema
Nacional de Investigadores de México. Sus líneas de investigación
son: historia del libro, la edición y la tipografía latinoamericanas;
la cultura impresa en lenguas indígenas y las relaciones entre di-
seño y género. Ha recibido distintos premios, entre los que se
pueden citar: el Premio de la Cátedra Gonzalo Aguirre Beltrán en
2010 por su tesis doctoral y el Premio García Cubas 2013 que
otorga el INAH, por su libro La tipografía en México. Ensayos his-
tóricos (siglos XVI al XIX) publicado por la UNAM en 2012. Es au-
tora, compiladora, y editora de más de diez libros entre los que
cabe mencionar: Muses de la impremta. La dona i la imprenta en
el món del llibre antic, Barcelona, Museo Diocesano de Barcelona
y Asociación de Bibliófilos de Barcelona, 2009 (junto con Albert
Corbeto) e Historia de la tipografía colonial para lenguas indíge-
nas, México, CIESAS-Univesidad Veracruzana, 2014.

106
Cuadernos de apuntes escolares
jesuíticos sobre cultura latina
de la Biblioteca Nacional de México.
Un acercamiento bibliofilológico

MARTHA ELENA ROMERO RAMÍREZ


HILDA JULIETA VALDÉS GARCÍA

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
The manuscripts, as is well known, have a uniqueness within
the bibliographic heritage. The survival of the Jesuitical
notepads of the XVIII century to our days and their state of con-
servation are attractive from the point of view bibliological and
philological.
The existing manuscripts in the National Library of Mexico ana-
lyzed in this work include the following thematic: the Ms. 1419
contains several brief translation exercises from Latin to Spanish;
Ms. 1420 encloses compositions in prose aimed at drafting; while
the Ms. 1421 meets poetic compositions of religious character or
of apologia to the authorities of the time. Finally, Ms.1423 confirms
the Greek and Latin cultural background that all Jesuit student
should dominate.
In addition to the anonymity, these manuscripts share the
technique of limp, laced-case binding in parchment, very com-
mon in colonial times; however, each one has particular fea-
tures, such as variants in the techniques and in the use of mate-
rials for the construction of the book.

Key words
Neolatin Manuscripts of New Spain; Jesuit in New Spain; Teach-
ing Latin in the 18th century; Limp, laced-case binding in parch-
ment; Colonial binding in Mexico.

Los manuscritos, como se sabe, poseen un carácter único dentro


del patrimonio bibliográfico. La supervivencia de los cuadernos de
apuntes jesuíticos del siglo XVIII hasta nuestros días y su estado de
conservación resultan atractivos desde el punto de vista bibliológico
y filológico.
Los manuscritos existentes en la Biblioteca Nacional de México
analizados en este trabajo incluyen las temáticas siguientes: el Ms.
1419 contiene varios ejercicios de traducción breves del latín al es-
pañol; el Ms. 1420 encierra composiciones en prosa orientados a la
redacción; mientras que el Ms. 1421 reúne composiciones poéticas
de carácter religioso o de encomio a autoridades de la época. Por
último, el Ms.1423 consigna el bagaje cultural grecolatino que todo
estudiante jesuita debía dominar.
Además del anonimato, estos manuscritos comparten la técnica
de encuadernación en pergamino flojo, muy común en época colo-
nial; sin embargo, cada uno posee características particulares, como

60
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

las variantes en las técnicas y en el uso de materiales para la cons-


trucción del libro.

Palabras clave
Manuscritos neolatinos; Jesuitas en Nueva España; Enseñanza
del latín en el siglo XVIII; Encuadernación en pergamino flojo; En-
cuadernación colonial.

61
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

L a lengua latina ha sido cultivada en México de manera inin-


terrumpida desde su llegada tras la Conquista. Al igual que
en Europa, el latín fue utilizado como lingua franca en el ámbi-
to cultural y eclesiástico en los siglos XVI-XVIII.
La enseñanza del latín en la Nueva España se impartía en el
nivel previo al superior, pues todo aquel que quisiera hacer estu-
dios mayores, es decir, una carrera universitaria, debía poseer
cierto dominio de esta lengua, ya que las cátedras se impartían
en latín, los libros de texto estaban en latín y, por ende, los
apuntes de clase. Una veintena de estos últimos quedaron ma-
nuscritos y se encuentran en el Fondo Reservado de la Bibliote-
ca Nacional de México.
Ahora bien, de acuerdo con la United Nations Educational,
Sientific and Cultural Organization (UNESCO), en su programa
Memoria del Mundo, sobre la definición de documento, señala
que éste “consta de dos componentes: el contenido informativo
y el soporte en el que se consigna; ambos pueden presentar una
gran variedad y ser igualmente importantes como parte de la me-
moria” 1. Tradicionalmente, cuando se estudia el libro, se privile-
gia el valor documental del texto y se obvia la información que
puede ser obtenida de la encuadernación. Hasta donde sabemos,
no existe un trabajo interdisciplinario que aborde nuestro objeto
de estudio de forma global. Lo que ahora presentamos es el re-
sultado de un primer acercamiento al estudio integral de los cua-
dernos jesuíticos de apuntes latinos, mismos que nos han dado
la pauta para continuar sobre esta línea de trabajo colaborativo
que coadyuvará en la revalorización de estos documentos. Con-
sideramos que la información del contenido de los manuscritos
analizados en este estudio sirve, por una parte, para acercarnos a
la didáctica jesuítica, saber qué se enseñaba en los colegios y
qué recursos de aprendizaje eran utilizados en las aulas novohis-

1 R. EDMONDSON, Directrices para la salvaguardia del patrimonio documental, París,


Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
2002, p. 7.

62
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

panas; por otra, se muestran las particularidades de su encuader-


nación, que revela el uso del objeto y nos aproxima a la historia
del texto que protege.
A través de un análisis minucioso de los cuadernos de apun-
tes, que comparten características materiales y constructivas en
sus encuadernaciones, se pondera tanto el discurso textual como
el material, a fin de conocer las prácticas escriturarias de los co-
legiales novohispanos, que, como veremos – salvo por las nue-
vas tecnologías –, no están alejadas de las nuestras.

Manuscritos, documentos únicos


Los manuscritos, como se sabe, poseen un carácter único den-
tro del patrimonio bibliográfico. La supervivencia de los cuader-
nos de apuntes hasta nuestros días y su estado de conservación
resultan atractivos desde el punto de vista bibliológico y filológi-
co.
Si bien los anónimos cuadernos de apuntes escolares existen-
tes en la Biblioteca Nacional de México proceden de diversas ór-
denes religiosas, nuestro interés se ha centrado únicamente en
aquellos de origen jesuítico, pues fueron precisamente los jesui-
tas quienes sobresalieron en la enseñanza de la gramática y la
retórica latinas en la Nueva España, a tal grado que, se dice, mo-
nopolizaron la enseñanza del latín 2.
La filiación de estos materiales a la orden jesuita es posible
identificarla por la manifiesta devoción a san Ignacio, a la Virgen
María o a la Guadalupana; o bien, con mayor precisión, por la
divisa jesuita Ad maiorem Dei gloriam, Para mayor gloria de
Dios [fig. 1].
Los temas compilados en los apuntes muestran el interés de su
propietario. A guisa de ejemplo presentamos cuatro manuscritos
que se analizan en este trabajo: el Ms. 1419 contiene varios ejer-
cicios de traducción breves del latín al español; otro más, el Ms.
1420 encierra composiciones en prosa orientados a la redacción;

2 Á. SANTOS, Los jesuitas en América, Madrid, MAPFRE, 1992, p. 293.

63
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 1. Manuscrito 1423 Opuscula varia 3

mientras que el Ms. 1421 reúnen composiciones poéticas de te-


mática religiosa o de encomio a autoridades de la época [fig. 2].
Por último, el Ms.1423 consigna el bagaje cultural grecolatino
que todo estudiante jesuita debía dominar.
Estos cuatro ejemplares están encuadernados en pergamino
flojo, muy común en época colonial como se explica más ade-
lante; sin embargo, al analizar de cerca las características particu-

3 Todas las imágenes corresponden a ejemplares de la Biblioteca Nacional de México.

64
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 2. Manuscritos 1419, 1420 y 1421. Biblioteca Nacional de México

lares de cada encuadernación, es posible identificar variantes en


las técnicas y en el uso de materiales para la construcción del li-
bro, incluso cuando los elementos que la conforman sean los
mismos y similares en su apariencia externa. Cabe recordar que
las encuadernaciones que sustentan, tanto de los libros en blan-
co como de las obras impresas, eran totalmente hechas a mano,
costumbre que se siguió hasta finales del siglo XIX, cuando algu-
nos pasos del proceso de encuadernación se mecanizaron. Este
hecho se traduce en que cada una de las encuadernaciones, aun-
que hubieran sido ejecutadas por el mismo oficial, son únicas y,
por tanto, la información complementaria al discurso escrito con-
tenida en su materialidad, difícilmente se obtendría de otra fuen-
te documental que no sea la propia encuadernación.
Antes de la presentación de los cuadernos escolares, conside-
ramos necesario revisar brevemente los antecedentes del origen
y uso de los cuadernos de apuntes, también conocidos como
cuadernos de notas o libretas o bajo la denominación genérica
de libros en blanco.
Históricamente, la práctica de encuadernar libros en blanco
viene de la Europa medieval, cuando los encuadernadores de-

65
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

sarrollaron técnicas propias para libros contables y de registro.


Por el uso que se le daba a este tipo de libros, las encuaderna-
ciones debían ser resistentes y abrir perfectamente en cada hoja
para poder escribir con comodidad 4.
Aunque en México teníamos los códices, sistemas de registro
bien desarrollados antes de la llegada de los españoles, el hábi-
to de registrar y los sistemas que utilizamos según la naturaleza
de los datos fueron heredados de Europa; la impronta del viejo
continente es manifiesta en las características físicas estructurales
y materiales de los libros en blanco novohispanos destinados a
esto.
Hay dos tipos principales de libros en blanco: en primer lugar
están aquellos que se escribían y, una vez terminado el texto, se
encuadernaban; los segundos son los que se vendían ya encua-
dernados, listos para ser escritos, con una determinada cantidad
de hojas, como existen en nuestros días 5. Independientemente
del tipo de cuaderno, en el caso novohispano, como se ha di-
cho, la encuadernación era en pergamino flojo, la cual fue de
uso común o cotidiano y, en ocasiones, de uso rudo, tanto en li-
bros blancos como impresos.
La encuadernación en pergamino flojo, como su nombre lo
indica, consiste en una cartera de pergamino que no requiere
ningún tipo de soporte en las tapas, pues aprovecha la resisten-
cia mecánica del material. Una vez construida la cartera, tam-
bién llamada cubierta, se une al cuerpo del libro. Los sistemas
de unión entre el cuerpo y la cartera son muy variados y, en
ocasiones, la preferencia en el empleo de alguno de ellos do-
cumenta las prácticas de trabajo empleadas en la ejecución del
oficio, en un lugar y tiempo determinados. Asimismo, las parti-
cularidades que presenta cada encuadernación hablan del em-
pleo que se le daba, y de las tendencias del comercio y merca-

4 C. METZGER, “Colonial blankbooks in the Winterthur Library”, en Suave mechani-


cals: essays on the history of bookbinding, editado por Julia Miller, Michigan, Legacy
Press, 2013, p. 100.
5 Ibi, pp. 96-97.

66
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

do del mismo. Así pues, esta encuadernación en pergamino flo-


jo, al ser muy económica y prácticamente sin decoraciones,
abundó en los estantes de las bibliotecas de la Nueva España,
desde el siglo XVI y hasta finales del siglo XVIII o principios
del XIX.
Nuestro interés en investigar la encuadernación en pergamino
flojo obedece a que los estudios sobre ésta son escasos, quizá su
sencillez y uso común resultan poco atractivos al estudioso. Si
bien esta sencillez no puede competir con las encuadernaciones
lujosas, ricamente decoradas, caras y exclusivas, que, precisa-
mente por su alto costo, representan una minoría de las obras
encuadernadas en México y el mundo, al tratarse de encuaderna-
ciones ordinarias, sus características estructurales pueden indicar
los patrones de trabajo y, por tanto, es posible tener mayor infor-
mación sobre la cultura del libro que imperaba en la sociedad
que lo creó.

Manuscrito 1419. Temario latino. 15 cm, 36 pp. [fig. 3].


Cuaderno de trabajo escolar donde se compilan textos breves
con temática del culto religioso. El texto presenta varias manos
de escritura y anotaciones intercaladas entre uno y otro texto en
español. En la página uno, parte superior izquierda se lee: “Anno
Domini 1761, octubre” 6. Osorio, guiándose por los tópicos del
santo jesuita Luis Gonzaga, patrono de la juventud cristiana, lo
considera procedente de alguna escuela de la Compañía de Je-
sús. Contiene 86 temas compilados quizá por un profesor como
propuesta para que los alumnos desarrollaran composiciones re-
tóricas, pues, se sabe que los colegios jesuitas promovían “so-
lemnes actos públicos y otras manifestaciones literarias en que el
alumnado y el profesor pronunciaban oraciones, conferencias y
recitaciones alusivas a la ocasión” 7.

6 I. OSORIO. Floresta de gramática, poética y retórica en Nueva España (1527-1767),


México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas (Cuadernos del Centro de
Estudios Clásicos 9), 1997 (1980), p. 385.
7 Ibi, pp. 14-16.

67
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 3. Manuscrito 1419. Biblioteca Nacional de México. Cartera de pergamino con


carnaza hacia el exterior

Esta última hipótesis se puede sostener considerando la evi-


dencia material que presentan el cuerpo del libro y la encuader-
nación del manuscrito: los cantos de frente y pie presentan indi-
cios de que el cuerpo se cortó más de una vez; los cortes del
texto testimonian que el cuerpo se refinó después de ser escrito
[fig. 4a].
Por otro lado, las guardas actuales pertenecen al impreso me-
xicano del siglo XIX, El christiano redemptor de las almas del
Purgatorio, mientras que el texto se escribió en 1761, según
consta en la primera hoja. Ahora bien, las guardas están unidas

68
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 4. Evidencia del uso continuo del


Manuscrito 1419.
4a. Corte del texto en los cantos de
frente y pie

al cuerpo por una costura en


diagonal hecha con un hilo
de color rosa. El uso de los
hilos de color en las encua-
dernaciones mexicanas fue
una práctica común en siglo
XIX. El decorado de los can-
tos, moteados en rojo, se
realizó una vez que las guar-
das ya estaban en su lugar.
Esto es visible en las man-
chas de este mismo color
que presentan las guardas
[fig. 4b].

4b. Guardas impresas del siglo XIX, manchadas con pigmento rojo, igual al utilizado
para la decoración de los cantos

69
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Las particularidades descritas muestran que fue un cuaderno


de uso constante y continuo desde su elaboración en el siglo
XVIII y hasta su última reparación, en el siglo XIX. Es posible
que haya sido una especie de libro de texto para los profesores
que enseñaban estos temas latinos durante ese largo periodo.
Comúnmente, los libros, ya sean manuscritos o impresos, sufren
deterioros en los cantos debido al uso; también, si se rompe la
costura o el sistema de unión de los cuadernillos, las orillas de
las hojas pueden presentar rasgaduras. Para eliminar estos dete-
rioros, un hábito común ha sido el de refinar o cortar los cantos.
Si esta operación no se hace con atención, es posible, como en
este caso, que se pierda parte del texto en el corte.
Cabe destacar que la flor del pergamino utilizado en esta en-
cuadernación está hacia adentro y, por consiguiente, la carnaza
hacia afuera [fig. 3]. Esta práctica es de origen italiano y es la pri-
mera vez que se identifica en una encuadernación mexicana; pa-
ra determinar cuándo fue introducida en el país y con qué fre-
cuencia fue utilizada, será necesario localizar más ejemplares en-
cuadernados en México, desde el siglo XVI en adelante.

Manuscrito 1420. Cuaderno de ejercicios retóricos. 14.5 cm,


135 pp. [fig. 5].
Podría tratarse de un cuaderno de apuntes de algún profesor
de retórica. Ignacio Osorio piensa que bien pudo pertenecer al
preceptor de Gramática en el Colegio de la Compañía en Valla-
dolid, el padre Francisco Javier Evangelista, por aparecer el nom-
bre de éste en la hoja 99v en una carta. Los textos están datados
y oscilan entre las fechas de 1742 y 1743; algunas composiciones
fueron elaboradas en Tepotzotlán.
En la primera parte del cuaderno se encuentran textos en es-
pañol, que el alumno debía componer en latín. Para verificar que
el ejercicio estuviera bien redactado, en la tercera parte se inclu-
ye el texto latino correspondiente. La segunda parte contiene
composiciones latinas tanto en prosa como en verso.
Este cuaderno, como el anterior, fue refinado más de una vez,
lo que se evidencia en el canto de cabeza pues, además de que

70
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 5. Manuscrito 1420. Biblioteca Nacional de México

el texto sobre ese canto está cortado, se ven claramente las hue-
llas de la herramienta empleada para ello; en este caso, por el ti-
po de marcas, se utilizó un cuchillo [fig. 6a y 6b].
Ahora bien, la cartera se construyó con un pedazo de pergami-
no apenas suficiente para formar las puntas y cubrir el cuerpo;
esto se puede observar en las guardas, que están adheridas hasta
el borde de las tapas [fig. 7 Sup.]. El cuerpo del libro está unido
mediante unas tiras de piel curtida color café, que lo atraviesan
de lado a lado, lo cual impide la apertura total en cada una de las
hojas. Como se mencionó anteriormente, la facultad de abrir per-

71
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 6. Evidencia de que el cuerpo del Manuscrito 1420 fue cortado más de una vez.
En la imagen superior el texto está cortado en el canto de la cabeza; en la inferior,
muestra huellas de cuchillo utilizado para el corte

fectamente en cada hoja es característica de los libros en blanco


para poder escribir cómodamente; sin embargo, en este caso, la
evidencia muestra que el cuerpo se unió una vez terminado el
texto. Esta última aseveración se reafirma por el hecho de que, en
ocasiones, las tiras perforan el texto [fig. 7 Izq.]. Las prolongacio-
nes de las tiras de piel se utilizaron para enlazar la cartera al cuer-
po del libro [fig. 7 Der.], y la unión entre los dos elementos, cuer-
po y cartera, se reforzó por la adhesión de las guardas al interior
de cada una de las tapas.
Las características materiales descritas son testimonio de que el
manuscrito estuvo fue usado por tiempo prolongado; así, en al-

72
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 7. Características de la encuadernación del


Manuscrito 1420.
Sup. Interior de la cartera en pergamino flojo; Izq.
Tiras de piel que atraviesan y perforan el cuerpo
del libro; Der. Unión del cuerpo con la cartera

73
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

gún momento, fue necesaria su reencuadernación para continuar


protegiendo el cuerpo y unirlo de forma resistente y rápida a la
cartera. Considerando que el contenido corresponde a un cua-
derno de ejercicios diseñados para la enseñanza del latín, no es
de sorprender que el manuscrito haya sido reparado y sus carac-
terísticas actuales sean producto de su uso rudo, quizá por varias
generaciones.
Algunos ejercicios resultan significativos porque muestran es-
trategias pedagógicas que continúan vigentes en la enseñanza de
una lengua. Así, en la página nueve del manuscrito encontramos
un ejercicio donde se proporciona al alumno cierto vocabulario,
en este caso verbal, que debe utilizar en su redacción:
Quien atiende (incumbo) al estudio de la lengua latina necesita
(egeo) de mucha noticia de vocablos, porque la cabeza está va-
cía (vaco) de noticias y los principiantes ignoran (praestent) de
las que usaron (utor) los romanos. Los que atienden (vaco) a la
retórica necesitan (opus est) de mucho tiempo y ejercicio, por-
que careciendo (careo) de éstos, aunque sepan (calleo) todos
los preceptos (praeceptio), jamás llegarán a imitar a los príncipes
de la oratoria y poesía. Ea, pues, no os enfadéis (tadeo) del estu-
dio y del trabajo porque éstos son los medios con los cuales se
adquiere (adipiscor) el fin que tenéis en este estudio.

Este texto muestra cómo el alumno podía enriquecer su voca-


bulario. Para el verbo ‘atender’ el profesor da dos opciones: in-
cumbo y vaco. Es importante señalar que entre los estudiantes se
encontraban no sólo aquellos que aspiraban a una carrera ecle-
siástica, sino también quienes se preparaban para la vida seglar,
fuera comercial, administrativa o política. Sabemos que “gran
parte de las personalidades influyentes y promotoras de la socie-
dad moderna se formaron en sus colegios”.8. Con los jesuitas es-
tudió Carlos de Sigüenza y Góngora, renombrado pensador e in-
telectual; entre los cronistas sobresalientes de la Compañía se en-
cuentran el padre Florencia y Francisco Javier Alegre.

8 P. GONZALBO, Historia de la educación en la época colonial: La educación de los


criollos y la vida urbana, México, El Colegio de México, 1990, p. 130.

74
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Si bien las composiciones están escritas en prosa, abundan las


de carácter religioso o moralizante, pero no están ausentes las de
carácter lúdico como la intitulada “Si enseñamos la lengua caste-
llana a un loro” (p. 3), y su correspondiente texto latino Psitta-
cum vernaculo nostro erudimos… (h. 43).
Al ser Tepotzotlán un centro de formación para los novicios, és-
tos debían tener advertencias constantes como la siguiente: Si ju-
venes animum laxare et se juncunditati dare volent, caveant in-
temperantiae meminerunt verecundiae (h. 71v.), que se traduce
como “Si los jóvenes quisieran relajar su ánimo y darse al placer,
que se cuiden de la intemperancia y recuerden la moderación”. O
aquellas composiciones relacionadas con el aprendizaje: Si et vobis
difficile ac insipidum grammaticae studium… (h. 30), es decir, “Si
se os hace difícil y desabrido el estudio de la gramática…” (h. 9).
En un estudio profundo de este manuscrito podrían clasificar-
se las casi cien composiciones, ya por su temática, ya por el gra-
do de dificultad o por la destreza con que están escritas. Todo el
corpus es un testimonio valioso del neolatín utilizado en las au-
las novohispanas.

Manuscrito 1421. Cuaderno de ejercicios retóricos. 79 hojas


escritas. 15 cm [fig. 8].
Las composiciones de este cuaderno son principalmente de te-
mática religiosa y de encomio a autoridades de la época. Es el
manuscrito más estropeado, Yhmoff lo registra como “deteriora-
do por el agua”.9.
El índice proporcionado por Yhmoff es el siguiente: Oraciones
gramaticales (h. 1-19). Partículas castellanas (h. 19v-23). Numera-
lia quaedam vocabula; cardinalia, ordinalia, distributiva (h. 23-
24). A partir de la hoja 26 inician las composiciones en lengua
latina. Esta descripción es de gran ayuda, sin duda, ya que en es-
tos últimos años se ha atenuado más la tinta y la mayor parte de
su libro se ha perdido.

9 J. YHMOFF, Catálogo de obras manuscritas en latín de la Biblioteca Nacional de


México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Bibliográficas (Guías 4), 1975,
p. 229.

75
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 8. Manuscrito 1421. Biblioteca Nacional de México

Al parecer, este cuaderno fue escrito en varias etapas, como lo


demuestran las variadas grafías y el contenido del texto. Obsér-
vese con atención el perfil del lomo: el cuerpo del libro es ma-
yor en espesor que el que puede alojar el lomo de la cartera, es
decir, tanto la fracción anterior del cuerpo como el espesor del
lomo de la cartera tienen la misma medida, lo que indica que la
fracción posterior del mismo fue añadida después [fig. 9].

Fig. 9. Lomo del Manuscrito 1421

76
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Esto se sustenta en las características de la costura: es hilvana-


da y atraviesa el cuerpo en puntadas diagonales; además, la ten-
sión es tanta que provoca la deformación de la fracción posterior
para ajustarse al lomo del resto del cuerpo. El propósito de la
costura es mantener las dos fracciones unidas en un solo bloque
[fig. 10].

Fig. 10. Costura hilvanada uniendo ambas fracciones del cuerpo

Por último, la cartera está uni-


da al cuerpo por medio de las
guardas y no por las prolonga-
ciones de los supuestos sopor-
tes, pues las tiras de piel son
aparentes [fig. 11] y no cumplen
ninguna función estructural co-
mo sucede en los otros manus-
critos descritos en este trabajo.
La evidencia sugiere que el en-
cuadernador buscaba una apa-
riencia externa similar al resto
de los cuadernos que resguarda-
ba la orden jesuita.

Manuscrito 1423. 15 cm, 38


hojas [fig. 12].
Este manuscrito guarda en su
primera parte el bagaje cultural
grecolatino que todo estudiante
novohispano debía conocer y
cuya impronta nos legó en su

Fig. 11. Prolongaciones aparentes enlazadas


a las tapas

77
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 12. Manuscrito 1423. Biblioteca Nacional de México

cuaderno de apuntes. En cuanto al autor de este texto, el mismo


Osorio ofrece la hipótesis siguiente: “Tal vez se trate de un cua-
derno al uso de un colegial o maestro de los jesuitas, en el cual
compiló los textos usados en los cursos de retórica y poética, así
como sus propias composiciones” 10.
Intitulado Opuscula varia. Seu varii linguae latinae aliarum-
que rerum ex auctoribus variis, el manuscrito anónimo es de una

10 I. OSORIO, Floresta de gramática cit., pp. 390-397.

78
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 13. Faltante entre las hojas 12 y 13

sola mano o grafía; consta de


treinta y ocho hojas con doble
foliación posterior: la primera,
en color rojo.11, señala el total de
hojas que componen el cuerpo,
la segunda, en azul, el número
de hojas escritas; el cuerpo pre-
senta cuatro hojas faltantes al
centro de uno de los cuaderni-
llos, entre las hojas 12 y 13 de la
numeración en rojo – que co-
rresponden a las 18 y 19 de la
numeración en azul –. Al pare-
cer, por lo menos la primera de
las hojas desprendidas que for-
maba este cuadernillo estaba escrita, mas no afecta el texto que
se percibe completo de acuerdo con su discurso [fig. 13]. Una
explicación probable es que el compilador, por alguna razón,
decidió eliminar el escrito de esta sección – posiblemente por ser
un texto duplicado o erróneo – y continuó con el apunte en las
hojas subsecuentes.
En cuanto a su contenido, se distinguen tres apartados: el pri-
mero corresponde a temas de la literatura y mitología clásica (h.
1-13): Aetates linguae latinae scriptorum ex Iacobo Facciolato 12
desumptae. El segundo aborda un tema astronómico intitulado
De sphera celeste (h. 14-21) desarrollado en siete subapartados; la
tercera parte contiene composiciones poéticas: dos elegías y
veinticinco epigramas “de motivo novohispano; varios dedicados
a la Virgen de Guadalupe, en donde se describen lugares cerca-

11 Todas las referencias siguen esta numeración por ser la consecutiva del ejemplar
en su totalidad.
12 Se refiere a Jacopo Facciolatti (1682-1769) fue un lexicógrafo y filólogo italiano,
quien, junto con Forcellini, elaboró el diccionario Totius Latinitatis Lexicon, publica-
do en cuatro volúmenes en Padua en 1771; hasta la fecha sigue siendo uno de los
diccionarios de la lengua latina más completo.

79
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 14. Costura seguida sobre dos soportes

nos a su basílica” 13. Ignacio Osorio reproduce en su Floresta de


gramática, poética y retórica en Nueva España (1521-1767) al-
gunas de estas composiciones religiosas 14.
Atendiendo a la primera sección encontramos cinco apartados
cronológicos, destinados a los escritores latinos sobresalientes.
Enumera a varios autores de la edad de oro, pero destaca aparte
a Terencio, Catulo, César, Nepote, Cicerón, Virgilio, Horacio,
Ovidio, Livio y Salustio; de la edad de plata a Celso, Veleyo, Sé-
neca, Plinio, Suetonio, Juvenal, Quintiliano, Floro y Curtius.
Continúa con los Proverbios en lengua latina, extraídos de los
mejores autores. Hay hojas en blanco que señalan la intención
de continuar escribiendo sobre el tema, mismas que, sin ser éste
su propósito, indican el fin de un tema y el inicio de otro. La
presencia de estas hojas en blanco, aunada a que el tipo de cos-
tura que mantiene unidos los cuadernillos de esta libreta es una
costura seguida sobre dos soportes; es decir, el hilo pasa por el
centro de cada uno de los cuadernillos, de un extremo a otro –

13 I. OSORIO, Floresta de gramática cit., p. 390.


14 Ibi, pp. 391-397.

80
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

de cabeza a pie –, logrando así una estructura resistente y esta-


ble, permitiendo también la apertura a 180 grados en cada hoja
[fig. 14], favoreciendo la escritura cómoda, por tanto, se trata del
tipo de libro en blanco que se adquirió ya encuadernado con
una cantidad de hojas determinada para ser escritas.
En las hojas siete a diez se compendian los temas mitológicos:
Musas, Parcas, Sibilas, Gracias, Harpías, Furias, Sirenas y Ninfas,
Hespérides y Helíades, Gorgonas, los trabajos de Hércules, las
maravillas del mundo y los sabios del mundo. Este contenido
muestra los temas de cultura general grecolatina atractivos para
los estudiantes. El nivel sintáctico de las composiciones es ele-
mental. Independientemente de la obra de donde se extrajo la
información, para compilarla, el alumno debió manejar perfecta-
mente la morfología y sintaxis latina. Amén del uso de los tiem-
pos verbales. A continuación se muestra el texto latino con una
traducción interlineal con la finalidad de que el lector perciba la
sencillez de la composición.

Miracula Mundi XII


Las maravillas del mundo
Miracula Mundi haec septem sunt, templum Dianae
Las maravillas del mundo son siete: el templo de Diana
Ephesinae, Mausoleum, Colossus solis, Iovis Olympici Simulacrum,
de Éfeso, el Mausoleo, el Coloso [de Rodas], la estatua de Júpiter
Olímpico
muri Babylonis, Pyramides Aegipti,
los muros de Babilonia, las pirámides de Egipto,
domus Cyri Medorum Regis, quam Memnon illigatis
la casa de Ciro, rey de los medos, que Memnón construyó
auro lapidibus construxit. Aliqui septimo loco ponunt
con piedras engastadas de oro. Algunos colocan en séptimo lugar
Templum Iovis Capitolini, alis (sic) turrim Phari insulae.
el templo de Júpiter capitolino, otros, la torre de la isla de Pharos.

En cuanto al autor de este manuscrito, Osorio ofrece la hipóte-


sis siguiente: “Tal vez se trate de un cuaderno al uso de un cole-

81
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

gial o maestro de los jesuitas, en el cual compiló los textos usa-


dos en los cursos de retórica y poética, así como sus propias
composiciones” .15.
Por otra parte, la caja de escritura del cuerpo del texto abarca
el área central de cada página escrita, dejando un margen consi-
derable del lado correspondiente al lomo – por donde los cua-
dernillos fueron cosidos – y del canto de frente. Si se comparan
estos cantos con los de cabeza y pie, los últimos son más peque-
ños que los primeros. Ahora, si se observa con mayor deteni-
miento, el texto próximo al margen de cabeza está cortado.
Quien haya escrito el texto se preocupó por la apariencia del
mismo, considerando el tamaño original del cuaderno; después,
por alguna circunstancia – ya fuera en un proceso de reparación
o de reencuadernación – los cantos de cabeza y pie se cortaron
y con ellos, accidentalmente, también se cortó el texto cercano a
la cabeza.
El manuscrito está encuadernado en pergamino flojo; la carte-
ra está enlazada al cuerpo por medio de las prolongaciones de
las almas de las cabezadas, hechas de piel blanca, tratada al
alumbre. La unión entre el cuerpo y la cartera está reforzada por
las guardas, que están completamente adheridas al interior de
cada tapa. La costura, como ya mencionó, es sobre dos soportes
de piel curtida color café obscuro, cuyas prolongaciones están
cortadas al ras del lomo, por lo que no contribuyen a la unión
del cuerpo con la cartera. Esta combinación de materiales, es de-
cir, el uso de piel tratada al alumbre como alma de las cabezadas
y el empleo de piel curtida de color café obscuro para los sopor-
tes de la costura, era una práctica típicamente italiana, por lo que
su posible influencia puede estar reflejada en este ejemplar.
Por último, este cuaderno, al igual que los otros manuscritos
tratados en este trabajo, tiene los cantos decorados en rojo [fig.
15] con técnicas similares salpicadas o moteadas en este color,
utilizadas en México desde el siglo XVI.

15 Ibi, p. 301.

82
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fig. 15. Cantos decorados en rojo. Manuscrito 1423

Conclusiones
Estos cuadernos de apuntes escolares que presentamos nos
dieron la oportunidad para hacer un análisis interdisciplinario,
pues comparten el tipo de encuadernación en pergamino flojo,
el periodo de composición y algunas estrategias didácticas para
la enseñanza de la lengua latina en los colegios jesuíticos novo-
hispanos.
Así, la sencillez de unas lecturas, la complejidad de otras nos
invita a pensar que se trata de materiales graduados utilizados ya
por alumnos, ya por profesores para sus clases, hecho que co-
rrobora uno de los aciertos de la pedagogía jesuítica: el preservar
para la memoria la información significativa sobre la lengua lati-
na que debían dominar los estudiantes novohispanos.
En cuanto al uso de estos materiales, queda el vestigio en su
encuadernación: todos ellos han sido reencuadernados, por lo
menos los cantos se han refinado y, por tanto, ha sido necesario
proveerlos de una cartera acorde a su nuevo formato. De esta
manera se constata el uso frecuente y arduo al que estos cuader-
nos estuvieron sometidos.
Cabe mencionar que los cuatro cuadernos de apuntes jesuíti-
cos estudiados en este trabajo ofrecieron la oportunidad de ana-
lizar las particularidades de las encuadernaciones; aunque, como
ya se ha dicho, todas ellas son en pergamino flojo, se pudieron
identificar ciertas similitudes que podrían ser indicios de patro-
nes de trabajo propios de la orden. Estas semejanzas son: al ex-
terior de la cartera de pergamino se observan dos tiras de piel

83
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

dispuestas en diagonal con respecto al lomo y los cantos están


decorados en rojo, utilizando técnicas semejantes. Sin embargo,
para poder determinar si estas características son típicas de los
cuadernos jesuíticos del siglo XVIII, será necesario localizar y
analizar más documentos de este tipo.
Así pues, consideramos que el trabajo expuesto nos permitió
acercarnos a las prácticas escriturarias imperantes en la Nueva
España, que, como es posible observar, seguimos utilizando en
nuestros días a fin de asir el conocimiento transmitido en el ám-
bito escolar, no sólo en el ejercicio de tomar notas como parte
del proceso de enseñanza-aprendizaje, también en el soporte,
pues los cuadernos de apuntes – o libros en blanco – ha seguido
en uso hasta nuestros días. El contenido de estos materiales si-
gue vigente y bien podría ser aprovechado en la enseñanza ac-
tual de la lengua latina.

Bibliografía
EDMONDSON, R., Directrices para la salvaguardia del patrimo-
nio documental, París, Organización de las Naciones Unidas pa-
ra la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2002, pp. 89.
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educación de los criollos y la vida urbana, México, El Colegio de
México, 1990, pp. 395.
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en Suave mechanicals: essays on the history of bookbinding, edi-
tado por Julia Miller, Michigan, Legacy Press, 2013, pp. 522.
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España (1527-1767), México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Filológicas (Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos 9), 1997,
pp. 431.
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pp. 337.
YHMOFF, J., Catálogo de obras manuscritas en latín de la Biblio-
teca Nacional de México, México, UNAM, Instituto de Investiga-
ciones Bibliográficas (Guías 4), 1975, pp. 461.

84
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Martha Romero
Investigadora de tiempo completo del Instituto de Investiga-
ciones Bibliográficas, UNAM, y ex coordinadora de la Bibliote-
ca Nacional de México (2015-2016). Estudió la licenciatura en
química farmacéutico biólogo en la Universidad La Salle. Estu-
dió encuadernación en la Escuela Nacional de Artes Gráficas
(México), la especialidad en restauración de libros en el Istituto
per l’Arte e il restauro (Italia), y el doctorado en historia de la
encuadernación en la University of the Arts London (Inglaterra).
Ha tomado varios cursos de actualización sobre encuaderna-
ción, preservación, conservación y restauración de libros en Eu-
ropa, Estados Unidos y México. Es profesora de la ENCRyM, IN-
AH-SEP y ha sido profesora invitada en diversos países extran-
jeros.
Como restauradora y encuadernadora de libros ha trabajado
para varias bibliotecas del país, tanto públicas como privadas.
Además de haber dictado varias pláticas en diversos foros tanto
nacionales como extranjeros sobre la historia de la encuaderna-
ción mexicana y la conservación de libros (líneas de estudio e
investigación), cuenta con varias publicaciones en torno a estos
temas. Sus encuadernaciones artísticas han sido expuestas en
México, Canadá, España, Suiza y Alemania.

Hilda Julieta Valdés García


Doctora en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autó-
noma de México. Es investigadora asociada “C” de tiempo com-
pleto en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de esta mis-
ma institución. Su línea de investigación es el pensamiento novo-
hispano a través de sus fuentes: textos latino-mexicanos y biblio-
grafía novohispana. Sobre este tema ha dictado numerosas po-
nencias con la finalidad de dar a conocer la vigencia del estudio
de fuentes documentales en latín y español en espera de ser es-
tudiadas para enriquecer la historia de la literatura mexicana. Im-
parte la asignatura de Latín en el Colegio de Lengua y Literatura
Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras; en el Posgrado en
Letras de la UNAM, Tradición clásica en México y Literatura neo-
latina de la Nueva España, asignaturas esenciales para descubrir
las raíces de autores clásicos griegos y latinos que continúan vi-
gentes en nuestra cultura.
Actualmente se encuentra desarrollando el proyecto “Obras je-
suitas impresas y manuscritas del siglo XVII sobre gramática y re-

85
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

tórica latinas conservadas en la Biblioteca Nacional de México.


Un estudio de fuentes”. Con este trabajo la Doctora Valdés desea
rescatar y difundir el patrimonio bibliográfico nacional novohis-
pano.

86
Origen y destino de tres bibliotecas
jesuitas: Casa Profesa, Convento
de Tepotzotlán y Colegio Máximo
de San Pedro y San Pablo

MANUEL SUÁREZ RIVERA

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
The paper analyzes three libraries from three different Jesuit fa-
cilities and the way they were taken over by the Royal University
of Mexico. The Jesuit order was always characterized by having
well-stocked library collections based on the academic activities
performed by its members. However, in 1767 on the occasion of
his expulsion of all Hispanic territories, jesuit libraries remained in
the fund called “temporality” then, they served to swell the incipi-
ent collection of the Royal University of Mexico. Throughout the
text, I detail the different moments when the books of the three
Jesuit libraries mentioned came, in order to understand how the
Ignatian order s books will eventually went to the shelves at the
National Library from Mexico.

Key Words
Library of the Royal University of Mexico; jesuit libraries.

El texto analiza las bibliotecas de tres instituciones jesuitas novo-


hispanas y la manera en la que fueron absorbidas por la Real Uni-
versidad de México. La orden jesuita siempre se caracterizó por te-
ner acervos bibliográficos bien surtidos en función de las activida-
des académicas que realizaban sus miembros. Sin embargo, en
1767 con motivo de su expulsión de todos los territorios hispanos,
las bibliotecas quedaron en el denominado fondo de “temporali-
dades” para después pasar a engrosar la incipiente colección de la
biblioteca de la Real Universidad de México. A lo largo del texto,
hago un recuento de los momentos claves en que llegaron libros
de las tres bibliotecas jesuitas mencionadas, con el fin de entender
la manera en que los libros de la orden ignaciana eventualmente
fueron a parar a los estantes de la Biblioteca Nacional de México.

Palabras claves
Biblioteca Real Universidad de México; Bibliotecas jesuitas.

Este trabajo recibió el apoyo del proyecto “La Biblioteca de la Re-


al Universidad de México. Historia de un patrimonio bibliográfico
al resguardo de la Biblioteca Nacional” respaldado por la Direc-
ción General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, a
través de su Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e In-
novación Tecnológica, PAPIIT IA401016.

48
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

D urante el mes de junio de 1767, el impresor José Antonio


de Hogal recibió uno de los encargos más trascendentes
desde el punto de vista político de la historia novohispana. Se
trataba del decreto real que disponía la expulsión de los Jesuitas
de todos los territorios hispanos. La empresa fue encomendada
por el mismo Virrey en persona a Hogal, quien fue encerrado en
un cuarto en lo que se establecían las condiciones de la publica-
ción del bando; además, debía imprimir en persona el documen-
to y en caso de que la información se filtrara, sería ahorcado
desde un balcón 1. Como se aprecia, el impresor fue sometido a
presiones excesivas para cualquier dueño de imprenta; no obs-
tante, la gravedad del asunto a tratar lo ameritaba.
Finalmente, el 25 de junio de 1767 fue publicado en la Nueva
España el decreto real y los jesuitas fueron expulsados de la
Nueva España, no sin desatar el enojo de una buena parte de la
sociedad virreinal, recordemos por ejemplo los levantamientos
sociales que se efectuaron en la actual zona de Guanajuato y San
Luis Potosí 2. Estos levantamientos y su eventual aplacamiento re-
velan que al momento de la salida de los ignacianos de la Nueva
España su grado de arraigo en la sociedad parecía estar muy fir-
me. Eran dueños de buena parte de los bienes inmuebles del rei-
no, además de contar con colegios y un sinfín de enseres que
fueron regulados por la Corona española en el denominado fon-
do de “Temporalidades” 3.
Por lo general, la historiografía tiende a asentar que una de las
mayores facetas que desempeñó la Compañía de Jesús en la
Nueva España tenía que ver con la educación. Al respecto, existe
un debate en relación con el protagonismo ignaciano en la for-

1 J.T. MEDINA, La imprenta en México, 1539-1821 Santiago de Chile: Impreso en


casa del autor, 1912, v. I, p. CLXXXIV.
2 Sobre el descontento social originado por la expulsión de los jesuitas ver: F.
CASTRO GUTIÉRREZ, Los movimientos populares de 1766-1767 en Michoacán,
México; UNAM, Tesis de maestría, 1986, 317 pp. También J. DE GÁLVEZ, Infor-
me sobre las rebeliones populares de 1767, México; UNAM / Instituto de Inves-
tigaciones Bibliográficas, 1990.
3 T. EGIDIO (coord.), Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Madrid: Fun-
dación Carolina/Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos, pp. 256-273.

49
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

mación académica novohispana, ya que alguno autores han de-


mostrado que en realidad el proceso educativo en México no se
desplomó – como otros han asentado – tras la salida de los igna-
cianos de los territorios novohispanos 4. Al margen del protago-
nismo educativo de los jesuitas, lo cierto es que sí contaban con
un patrimonio bibliográfico significativo y que las bibliotecas de
sus conventos y colegios sirvieron para la formación académica
de una buena parte de los novohispanos, ya desde sus anaque-
les originales o, posteriormente, desde los de la Real Universidad
como destacaré más adelante.
Después de que los jesuitas salieron de la Nueva España, se
hicieron una serie de inventarios de sus bienes, entre los que se
encontraban, por supuesto, los libros. En términos generales, el
procedimiento para inventariar los bienes bibliográficos estable-
ció que debían separarse en libros, manuscritos y papeles de ar-
chivo. La mayor parte de los libros se encontraban en las biblio-
tecas de los conventos, seminarios, colegios y noviciados; sin
embargo, una cantidad muy importante se encontraron en los
aposentos de los ignacianos, lo que sugiere que su lectura se ve-
rificaba tanto en espacios desganados para ello – lo que hoy lla-
maríamos sala de lectura – pero también en la privacidad de una
celda.

Procesos paralelos
Como es sabido, los libros de algunas instituciones jesuitas pa-
saron al acervo de la Real Universidad de México. Este traslado
estaba sustentado en la “Colección de Providencias”, donde se
decretó (XXIV, 71) que los fondos bibliográficos podían pasar a
las universidades en caso de ser necesario. Ahora bien, existe
certeza sobre dicho traslado, sin embargo no sabemos con preci-
sión cómo fue el proceso de enriquecimiento del acervo univer-

4 E. GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “La expulsión de los jesuitas y la educación novohispana


¿debacle cultural o proceso secularizador?” en Ilustración en el mundo hispánico:
preámbulo de las independencias, Milena Koprivitza Acuña, et. al. (editores), Mé-
xico: Gobierno del Estado de Tlaxcala/Universidad Iberoamericama, 2009, pp.
255-275.

50
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

sitario a partir de la expulsión de los jesuitas, por lo que me pa-


rece pertinente realizar un breve estudio al respecto para com-
prender mejor el proceso de absorción bibliográfica.
La biblioteca universitaria es un caso muy peculiar, ya que en
realidad comenzó a funcionar hasta 1778; es decir, más de dos-
cientos años después de fundada la corporación. Esto, bajo nin-
guna circunstancia, significa que la Real Universidad no contara
con un buen cúmulo de libros disponibles para estudiantes y
maestros. La realidad es que las lecturas y cátedras que se daban
al interior de las aulas estaban previamente establecidas en las
Constituciones 5.
La historia de la biblioteca de la Universidad se remonta, por
lo menos, al 17 de junio de 1600, cuando Sancho Sánchez de
Muñón, maestrescuela de la universidad en ese momento, reci-
bió 585 títulos para la Universidad 6. Desafortunadamente no he
localizado mayor referencia sobre esos libros, por lo que resulta
muy complejo saber qué ocurrió con ellos, y es que una de las
fuentes más importantes para estudiar el desarrollo de la biblio-
teca universitaria la constituyen los libros de Claustro, que son
una serie de cuadernillos en donde se anotaban las minutas de
las reuniones que tenía la corporación, lo que dificulta saber si
los volúmenes que recibió Sancho Sánchez se utilizaron para los
estudiantes, los maestros, en las aulas de la universidad o inclu-
so si se vendieron, como solía hacerse para obtener ingresos ex-
traordinarios.
Ahora bien, de acuerdo con dichos libros, habrá que esperar
hasta 1726 para encontrar información sobre la biblioteca al inte-
rior del claustro de doctores. Se trata precisamente del primer in-
tento real por erigir una biblioteca en un espacio designado es-
pecíficamente para ello. En ese momento, el rector de la Univer-
sidad era Pedro Ramírez del Castillo, quien solicitó formalmente
al Virrey Casa Fuerte la erección de una Biblioteca, para lo cual

5 Estatutos y Constituciones Reales de la Imperial y Regia Universidad de México, Mé-


xico: 1668, Imprenta de la viuda de Bernardo Calderón.
6 I. OSORIO, Historia de las bibliotecas novohispanas, México: SEP/Dirección General
de Bibliotecas, 1986, p. 210.

51
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

se pidió a dos arquitectos un presupuesto que ascendió a 2,800


pesos; el 20 de diciembre el virrey autorizó su construcción y
tanto el claustro general, como el de hacienda, aprobaron la
construcción; pero por razones que aun no he podido dilucidar,
el asunto no fructificó 7.
Dos años más tarde, el doctor Carlos Bermúdez de Castro fue
electo Arzobispo de Manila y mandó una carta al rector notifi-
cando que cedería sus libros a la Universidad, los que ascendían
a 100 títulos más diez estantes y una mesa. La donación tuvo lu-
gar el 28 de enero de 1728 y es el punto que suele considerarse
como el inicio de la Biblioteca de la Real Universidad, ya que –
de nueva cuenta – el claustro discutió sobre la posibilidad de
crear un espacio específico de custodia y lectura de los textos y
enseres donados por el doctor Castro. No obstante, la iniciativa
no fructificó.
No fue sino hasta el rectorado de Ignacio Beye de Cisneros
cuando se iniciaron las obras de remodelación del edificio de la
universidad, entre las que se incluían las del espacio físico que
habría de ocupar la biblioteca; las obras dieron inicio en 1759 y
culminaron en 1761 8. Además de la adecuación del espacio físi-
co, el rector Cisneros se preocupó por dotar a la universidad de
personalidad jurídica mediante la creación de sus constituciones
y la eventual aprobación del Rey Carlos III Mediante Cédula Re-
al del 27 de mayo de 1761, leída en Claustro General hasta el 23
de septiembre del mismo año 9.
Pese a las buenas intenciones emitidas en sus constituciones,
nuevamente la biblioteca no pudo abrir debido a problemas de
presupuesto (se debían pagar las obras recién concluidas). Ade-
más el doctor José Becerra argumentó que la biblioteca aun con-
taba con muy pocos libros por lo que permaneció cerrada a pe-
sar de haberse creado oficialmente en 1761 10. Es decir, se había

7 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Universidad, vol. 33 fols. 66r
66v.
8 I. OSORIO, op. cit., p. 212.
9 AGN, Universidad, vol. 24, fols. 39v-42r.
10 AGN, Universidad, vol. 24 fols. 19v-20r.

52
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

gastado una buena cantidad de dinero en la adecuación de un


espacio físico designado para la lectura, había recibido donacio-
nes suficientes para funcionar, se habían redactado sus constitu-
ciones, pero faltaba lo más importante: los libros.
No es sino hasta ocho años después, cuando se presentó la
oportunidad de engrosar el acervo mediante la “Colección gene-
ral de providencias” de Carlos III en donde establecía que se po-
dían agregar los libros de los jesuitas expulsos a las universida-
des. Aprovechando el decreto, el claustro nombro al ex rector
Beye de Cisneros el 17 de junio de 1769 para solicitar al rector la
donación del patrimonio jesuita. La discusión del pleno es muy
rica en cuanto a la información de la biblioteca ya que se argu-
menta que “esta Real Universidad tiene una muy hermosa y ca-
paz biblioteca y no tiene libros algunos”. Además, debido a que
aún se seguía pagando la remodelación del edificio, no se había
podido designar la partida presupuestal establecida en las consti-
tuciones. Año y medio más tarde, en sesión del 7 de diciembre
de 1770, el claustro nombró una comisión con los doctores más
antiguos de cada facultad para apoyar a Cisneros en la gestión
de la obtención de los libros. En realidad es hasta ese momento
cuando podemos establecer que la Biblioteca de la Real Univer-
sidad comenzó a crecer significativamente. La expulsión de los
jesuitas y el aprovechamiento de su patrimonio bibliográfico en-
contró en el edificio de la Universidad un refugio seguro para
sobrevivir conjuntamente.
Los primeros libros en llegar fueron los de la Casa Profesa, en
1774. Como se sabe, la Profesa era el centro del poder jesuita en
la Nueva España y fue inaugurado en 1610, aunque el edificio
que hoy existe comenzó a funcionar en 1720 11. Hasta el momen-
to conocemos dos inventarios de su biblioteca: uno de ellos fue
redactado por Antonio Vito González, está en el Archivo General
de la Nación bajo el grupo documental “Temporalidades” que
contiene los libros de la biblioteca general, los de los aposentos

11 M.A. DÍAZ RUIZ, La arquitectura de los jesuitas en la Nueva España, las intitucio-
nes de apoyo, colegio y templos, México: UNAM/Instituto de Investigaciones Estéti-
cas, 1982, p. 36.

53
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

y de la congregación del salvador: en total son 4,495 libros. El


otro inventario es un manuscrito citado por Perla Chinchilla y
que no he tenido la oportunidad de consultar. Si tomamos en
cuenta que los libros de la Profesa llegaron a la Universidad en
1774 y que el inventario conocido es de 1769, es evidente que la
biblioteca ya se encontraba dispersa. En ese sentido, es necesa-
rio realizar un estudio sistemático para conocer mejor el origen y
personalidad de la biblioteca de la Casa Profesa.
En lo que se refiere a su destino, sabemos que buena parte de
su acervo pasó a la Universidad, aunque el 20 de abril de 1774,
el virrey Bucareli se dirigió al rector notificándole que se había
formulado una lista de libros para ser remitidos a la universidad.
La notificación se leyó en Claustro y el rector sugirió dar gracias
al Virrey, pero aseguró que eran “el desecho de la librería” y que
se necesitaban “más y mejores libros de las librerías de los otros
colegios de dichos regulares” 12.
Un año después, en 1775 llegaron parte de los libros de San
Pedro y San Pablo que habían sido preparados por Omaña y Ro-
dríguez y hasta 1779 recibió los sobrantes, los cuales sumaban
casi 2 mil, según el bibliotecario Andonegui. En ese sentido, de-
bo destacar que como resultado de la investigación que estoy
llevando a cabo 13, la librería de San Pedro y San Pablo represen-
ta el mayor donador del acervo universitario novohispano, aun-
que evidentemente es necesario avanzar más para asentar resul-
tados sustentados en un proceso de investigación sistemático. Y
es que, en palabras de Ignacio Osorio, la librería de San Pedro y
San Pablo era la biblioteca más importante de la Nueva España
al momento de la expulsión de los jesuitas.
Según el inventario del AGN en el ramo jesuitas, el acervo as-
cendía a 13,320 títulos con 19,705 volúmenes totales y su valor
monetario estaba estimado en 32,916 pesos. La historia de esta
biblioteca se remonta al siglo XVI y fue abasteciéndose de com-

12 AGN, Universidad, vol. 25, f. 105r, 105v y vol. 61, fol. 196, Sesion del 26 de abril
de 1774.
13 El proyecto se titula: La Biblioteca de la Real Universidad de México. Historia de
un patrimonio bibliográfico al resguardo de la Biblioteca Nacional.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

pras realizadas por la orden y donaciones particulares a lo largo


de más de doscientos años 14. Al igual que la biblioteca de la Ca-
sa Profesa, una parte el acervo del Colegio Máximo fue absorbi-
do por la Real Universidad, aunque finalmente en su conjunto se
encuentra dispersa actualmente en varias instituciones.
Diez años después de que llegaran los libros de San Pedro y
San Pablo, José Rivera, en comisión, trajo los libros del Conven-
to de Tepotzotlán y se ocupó de su traslado, colocación e inven-
tario. El caso de la biblioteca de Tepotzotlán es similar a la de las
otras dos, ya que actualmente se encuentra dispersa y es posible
conocer su procedencia gracias a algunos exlibris manuscritos in-
cluidos en sus portadas. Actualmente, el convento resguarda el
Museo Nacional del Virreinato y parte de la exposición incluye el
espacio físico de la librería, aunque el origen de los libros exhi-
bidos también requiere un profundo análisis que muestre cuáles
de ellos se encuentran actualmente en la Biblioteca Nacional de
México y cuáles de los que se exhiben ahí formaron parte del
acervo original.
De cualquier forma, el claustro universitario en 8 de abril de
1785 notificó que hasta ese momento habían pasado a la univer-
sidad 4 mil 358 libros de los jesuitas. Lo que indica que la Real
Universidad recibió fragmentariamente los acervos jesuitas. Sin
embargo, la universidad no guardó todos los libros, Incorporó
los que no tenía y puso en venta los duplicados. El encargado de
hacer la venta fue el Secretario y entre 1779 y 1785 se percibe en
los claustros de hacienda venta de ejemplares, como el 8 de ene-
ro de 1780 cuando informó que tenía 1,300 pesos por venta de
libros y el 18 de julio de 1782 informó de otros 1,362 15.
La biblioteca de la Universidad debió abrir sus puertas al pú-
blico a finales de agosto o quizá inicios de septiembre de 1778,
pues el 7 de septiembre el rector propuso un acto público para
agradecer al Rey la dotación de una Biblioteca Pública 16. aunque

14 I. OSORIO, op. cit., p. 67.


15 AGN, Universidad, vol. 25 f 328-328 v, vol. 26 f 66-68, 119 y vol. 33, f 216, 218-
218v.
16 AGN, Universidad, vol. 25 f. 263v-265.

55
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

al parecer, no se llevó a cabo dicho acto en virtud de que los


doctores consideraron que habían gastos más inmediatos como
la compra de libros y el adeudo de la remodelación.
Finalmente, y después de varios siglos, rectores, esfuerzos y
contratiempos, la Real Universidad contaba con una biblioteca
pública de buen tamaño, con un espacio amplio, iluminado, dos
bibliotecarios de tiempo completo y mobiliario adecuado para el
estudio no sólo de sus miembros, sino de todo el público que
quisiere asistir a leer. La inauguración de la biblioteca de la Uni-
versidad debe entenderse en un contexto en donde el pensa-
miento ilustrado comenzaba a permear la sociedad de antiguo
régimen. No es casual que por las mismas fechas, la Biblioteca
Turriana también se estuviera enfrentando al reto de abrir una
biblioteca pública al interior de la catedral, cosa que logró hasta
1804.
El reto para la Universidad Novohispana de los siguientes años
sería conseguir lecturas apropiadas a los tiempos que estaban en
proceso de cambio y que, desafortunadamente para la corpora-
ción universitaria novohispana, acabaría con la supresión de la
universidad y, afortunadamente para el patrimonio bibliográfico
mexicano, los libros serían absorbidos por la Biblioteca Nacional
de México.

Bibliografía
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México, México: UNAM, 1947.
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DÍAZ RUIZ, Marco Antonio, La arquitectura de los jesuitas en la
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56
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

EGIDIO, Teófanes Egidio (coord.), Los jesuitas en España y en el


mundo hispánico, Madrid: Fundación Carolina/Centro de Estudios
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GÁLVEZ, José de, Informe sobre las rebeliones populares de 1767,
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GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Enrique, “La expulsión de los jesuitas y la
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OSORIO, Ignacio, Historia de las bibliotecas novohispanas, Méxi-
co: SEP/Dirección General de Bibliotecas, 1986, 282 pp.

57
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Manuel Suárez Rivera


Licenciado, maestro y doctor en Historia por la Facultad de Filo-
sofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México; su
tesis doctoral se titula: El negocio del libro en Nueva España: los
Zúñiga Ontiveros y su emporio tipográfico (1756-1825). Ha dedi-
cado sus estudios a la imprenta en la ciudad de México, con ma-
yor énfasis en la familia Zúñiga y Ontiveros, así como al comercio
de libros en la segunda mitad del siglo XVIII. Entre sus publicacio-
nes destacan: “Caballero vasco y mercader de libros. Tomás Do-
mingo de Acha y sus redes mercantiles (1771-1814)” “Acomodar,
ordenar y leer. La disposición de los libros en los acervos novohis-
panos durante la segunda mitad del siglo XVIII.” Ha participado
en congresos internacionales sobre historia del libro y la cultura
impresa como el “I Congreso latinoamericano de la SHARP (So-
ciety for the History of Autorship, Reading and Publishing) (Mon-
terrey 2015 y Río de Janeiro 2013), “Congreso Internacional Las
edades del libro” (México, UNAM 2012). Es investigador de tiempo
completo del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la
UNAM desde octubre de 2014 con el proyecto titulado “La Biblio-
teca de la Real Universidad de México. Historia de un patrimonio
bibliográfico al resguardo de la Biblioteca Nacional”.

58
La impronta de los Países Bajos
en las bibliotecas novohispanas
de la Compañía de Jesús

CÉSAR MANRIQUE FIGUEROA

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
The Netherlandish Jesuit Provinces were amongst the most im-
portant regarding the amount of Jesuit books published prior to
the suppression of the order in 1773. In fact, not only local Jesuits
published their works in domestic presses, but also a myriad of
members of the Society coming from other Provinces saw their
works published in the presses of a significant typographic centre
like Antwerp, where the Society of Jesus had excellent connec-
tions with local printers, resulting in the printing of hundreds of
Jesuit works covering different genres, such as science, linguistics,
spirituality, architecture, history and geography. Furthermore, as a
long-distance religious corporation, the Society of Jesus had effi-
cient mechanisms of international book distribution within its large
worldwide network of colleges and missions, accordingly, the Je-
suit libraries of New Spain, boasted hundreds of Jesuit titles print-
ed abroad, such as in the Low Countries. The detailed inventories
of the Mexican Jesuit libraries, prepared by local authorities after
the expulsion of the order in 1767, prove the relevant presence of
these Jesuit books published in the Low Countries and kept in Je-
suit libraries of Colonial Mexico. Finally, several copies of these
books are currently stored in the holdings of several Mexican li-
braries including the special collections of the National Library of
Mexico.

Key Words
Books; Jesuits; Low Countries.

Las Provincias Jesuitas de los Países Bajos fueron bastante prolí-


ficas en la impresión de obras producidas por miembros de la or-
den, no sólo oriundos de la región, sino también de otras muchas
provincias. La buena relación de los ignacianos con importantes
impresores de centros tipográficos de gran envergadura como Am-
beres, facilitaron la impresión de cientos de obras de distintos gé-
neros, como ciencia, lingüística, espiritualidad, arquitectura, histo-
ria y geografía. Dichas ediciones fueron distribuidas para la red in-
ternacional de colegios, casas, y misiones establecidos por la Com-
pañía a lo largo y ancho del orbe, permitiendo la difusión del co-
nocimiento y espiritualidad de la orden a través de sus propias
ediciones. Por esta razón las bibliotecas jesuitas novohispanas con-
taban entre sus acervos con una destacada presencia de ediciones
impresas en los Países Bajos Católicos. Este hecho se puede cons-
tatar fácilmente al revisar los inventarios de las bibliotecas jesuitas

24
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

novohispanas, particularmente los de los colegios y Casa Profesa


de la ciudad de México. Los cuales fueron elaborados minuciosa-
mente después de la expulsión de la orden de todos los reinos
hispánicos en 1767. Estos inventario ofrecen al estudioso contem-
poráneo una aproximación relativamente completa a dichos fon-
dos. Finalmente, es notable la presencia de múltiples ejemplares
que pertenecieron a esas bibliotecas jesuitas novohispanas, que se
conservan en repositorios mexicanos con fondos históricos como
el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional.

Palabras claves
Libros; Jesuitas; Países Bajos.

25
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

L os repositorios bibliográficos que la Compañía de Jesús for-


mó en el virreinato de la Nueva España reflejan por un lado,
los gustos, preocupaciones y prioridades de la orden, y por otro,
muestran la importancia que la cultura impresa y manuscrita tu-
vieron para el proyecto educativo de la misma. Los acervos sor-
prenden por la variedad de géneros disponibles y la riqueza de
los fondos, los cuales podrían considerarse entre los más ricos
dentro de las corporaciones religiosas novohispanas.
Los libros impresos provienen prácticamente de todos los cen-
tros tipográficos de la Europa Católica de la Edad Moderna, así
como de las prensas novohispanas. Particularmente abundantes
son los títulos impresos fuera de la Península Ibérica, es decir,
ediciones consideradas como “extranjeras” fueron impresas de
allende las fronteras de los reinos hispánicos. Estos títulos impor-
tados procedían de las prensas francesas, italianas, de los centros
católicos alemanes, de los Países Bajos Históricos, y de algunos
otros centros tipográficos de la Europa Central como Praga o
Viena principalmente.
El objetivo de esta contribución es proveer de un panorama so-
bre el tipo de libros jesuitas impresos en una de las zonas con ma-
yor impacto para el desarrollo de la espiritualidad e identidad de la
orden: los Países Bajos Meridionales o los Países Bajos de los Habs-
burgo 1, ya que dichas ediciones, impresas en su gran mayoría en
Amberes, llegaron en cantidades respetables a la Nueva España a
través de los circuitos transatlánticos de distribución libresca 2.

1 Los Países Bajos históricos es una zona geográfica y cultural, que comprende los
actuales países de Holanda o Países Bajos (Netherlands), Bélgica, Luxemburgo, y
zonas del Norte de Francia como los actuales Departamentos de Nord y Pas de Ca-
lais. Sin embargo, al separarse las Provincias Septentrionales del dominio de los
Habsburgo durante el reinado de Felipe II, se suele hablar a partir del último cuar-
to del siglo XVI, de los Países Bajos Septentrionales (Protestantes) por un lado, y de
los Países Bajos Meridionales (Católicos) por el otro.
2 Los libros jesuitas impresos en los Países Bajos Históricos se pueden encontrar
prácticamente en cada rincón en donde la orden tuvo presencia en Nueva España,
o al menos de eso dan cuenta los inventarios de las remotas misiones de Baja Cali-
fornia, como Nuestra Señora de Loreto Conchó, San Francisco de Borja, San Ignacio
Kadakaamán. Véase, M. MATHES, Oasis culturales en la Antigua California. Las bi-
bliotecas de las misiones en Baja California en 1773, en “Estudios de Historia Novo-
hispana”, 10, 1991, pp. 360-442.

26
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Para el reconocimiento de estas ediciones se han consultado


concienzudamente diversos inventarios de las bibliotecas de la
Compañía de Jesús elaborados por la Junta de Temporalidades en
Nueva España después del extrañamiento de la orden de todos los
reinos hispánicos en 1767 3. Dichos legajos permiten al investiga-
dor contemporáneo tener una aproximación relativamente com-
pleta a fondos jesuíticos por la meticulosidad y el detalle con los
que fueron hechos, particularmente los del colegio Máximo de
San Pedro y San Pablo de la ciudad de México 4..
Igualmente, se levantó un censo de los ejemplares aún disponi-
bles en repositorios bibliográficos con acervos históricos particu-
larmente el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México,
en donde se encuentran múltiples ejemplares que pertenecieron
originalmente al colegio Máximo de San Pedro y San Pablo y a la
biblioteca de la Casa Profesa 5.

1. Estudios sobre el libro jesuita de los Países Bajos


En los últimos diez años han proliferado las investigaciones y
proyectos en torno a la producción bibliográfica de los jesuitas en
los Países Bajos históricos. Entre los años 2004 y 2005 la llamada
Provincia jesuita Bélgo-Septentrional así como la Provincia Neer-
landesa de la Compañía de Jesús dieron en comodato sus vastas

3 Particularmente útiles para este rastreo fueron los inventarios de las bibliotecas del
colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México resguardados en el Archivo
General de la Nación (en adelante Agn), Jesuitas, III, 30; así como el inventario de
la Casa Profesa de México, Agn, Temporalidades, 230, dicho inventario también in-
cluye los libros encontrados en los aposentos de los padres; y el inventario del co-
legio de San Gregorio de la Ciudad de México, Agn, Temporalidades, 173.
4 El inventario del colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México por ejem-
plo, provee una descripción bibliográfica bastante detallada y en general bastante
correcta de los materiales impresos, así como del valor estimado de cada volumen,
e incluso una descripción del tipo de encuadernación.
5 Entre otras bibliotecas mexicanas con fondos especiales que cuentan con acervos
jesuitas destacan obviamente la Biblioteca Eusebio Francisco Kino en la ciudad de
México, la Biblioteca del Museo Nacional del Virreinato (Munavi) en Tepotzotlán,
las bibliotecas poblanas José María Lagrafua y Palafoxiana; así como la Biblioteca
Pública de Jalisco “Juan José Arreola” de Guadalajara. Y en menor medida la Biblio-
teca Pública de la Universidad Michoacana en Morelia, la Biblioteca Armando Oliva-
res Carrillo de la Universidad de Guanajuato, y la Biblioteca de la Universidad de
Ciencias y Artes de Chiapas en Tuxtla Gutiérrez.

27
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

colecciones Jesuitica, Ignaciana y Preciosa a la Biblioteca “Maurits


Sabbe” de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de
Lovaina, formándose una de las colecciones más importantes de li-
bros jesuíticos en el mundo (ca. 550.000 libros se integraron a la
colección) 6. Una de las consignas de la Compañía era la promo-
ción de estudios científicos con base en estas colecciones. Como
resultado se han llevado a cabo varias iniciativas como la creación
del sitio <http://www.jesuitica.be> que incluye la difusión de in-
vestigaciones recientes, la descripción bibliográfica y prosopográ-
fica de estos materiales así como su digitalización.
Dentro de este vasto programa académico se llevó a cabo en di-
ciembre del 2009 un congreso organizado por bibliotecarios y aca-
démicos de la mencionada facultad que llevó por nombre The Je-
suits of the Low Countries: Identity and Impact (1540-1773). De
donde se desprendieron las actas y la publicación del libro Jesuit
books in the Low Countries (1540-1773) 7, el cual, a decir de Rob
Faesen (S.J.) miembro de la Provincia Septentrional Belga, busca
dar una idea de la riqueza y contenido de esta colección, particu-
larmente de las obras impresas por jesuitas y sobre jesuitas en los
Países Bajos (que en aquel tiempo incluían las Provincias Meridio-
nal/Septentrional de Bélgica y la Misión Holandesa) antes de la su-
presión de la orden en 1773 8. Sobra decir que esta contribución se
beneficia de esta amplia labor de trabajo y de alguna manera con-
tribuye con los estudios bibliográficos del libro jesuita neerlandés
y su difusión transatlántica.

1.1. Las Provincias Jesuitas neerlandesas


Los jesuitas se establecieron relativamente rápido en los Países
Bajos, fundando su primera casa en Lovaina en 1542. El 15 de
agosto de 1556, solamente dos semanas después de la muerte del

6 Ya desde 1998 la provincia Belgo-septentrional había depositado en la biblioteca


su colección Philosophica.
7 Jesuit Books in the Low Countries (1510-1773), Lovaina, Peeters, 2009.
8 R. FAESEN S.J., Jesuit Books in the Low Countries (1510-1773), Lovaina, Peeters,
2009, p. IX. Entre otros trabajos recientes sobresale: P. BEGHEYN S.J., Jesuit books in
the Dutch Republic and its Generality Lands 1567-1773. A bibliography, Leiden,
Brill, 2014.

28
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

fundador Ignacio de Loyola, Felipe II otorgó reconocimiento real a


la orden en la región. Algunos años después en 1564 la llamada
Provincia de Germania Inferior conocida después como Provincia
Bélgica se separó oficialmente de la vasta Provincia Alemana (Ger-
mania). Ya en tiempos de la Guerra de los Ochenta años (1568-
1648) la Compañía funda en 1592 la Missio Hollandica y en 1612
durante los años de la conocida tregua de los Doce años (1609-
1621) la Provincia Belga se subdividió en la Provincia Flandro-Bel-
gica o Provincia Flamenca y Gallo-Belgica o Provincia Valona 9.
Por otra parte, al ser los Países Bajos una zona en extremo urba-
nizada y densamente poblada, no sorprende la gran cantidad de
miembros en estas provincias. La Flandro-Belga por ejemplo, al-
canzó en su apogeo un total de 867 miembros en 1643, mientras
que la Gallo-Belga contaba con 856 miembros en 1631. Números
nada despreciables si se tiene en cuenta la reducida zona geográfi-
ca de la que hablamos (y nada mal si se compara con los 2662 je-
suitas españoles censados en 1626). De hecho los Jesuitas de los
Países Bajos tenían la red más densa de colegios en Europa, alre-
dedor de 34 para el año 1640 10, en una región de dimensiones ge-
ográficas relativamente pequeñas.
A raíz de de diversos factores históricos los jesuitas tuvieron un
rol preponderante en la zona, y es que como consecuencia de la
mencionada Guerra de los Ochenta años, iniciada en los Países
Bajos durante el reinado de Felipe II, así como de la rápida propa-
gación del calvinismo 11, la región fue particularmente proclive a la
aplicación de las reformas tridentinas especialmente después de la
llamada toma o reconquista de Amberes en agosto de 1585. Mo-
mento decisivo en la historia de los Países Bajos, cuando las tro-
pas españolas lideradas por Alejandro Farnesio, duque de Parma
recuperaron la ciudad de manos de las Provincias Unidas, reins-
taurando de forma permanente el catolicismo, lo cual aceleró el

9 P. BEGHEYN, S.J., Jesuit in the Low Countries and their publications en Jesuit Books
in the Low Countries (1510-1773), Lovaina, Peeters, 2009, p. XXI.
10 Ibidem.
11 El calvinismo comenzó a propagarse en la región a partir de la década de 1560.

29
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

proceso de confesionalización en la zona 12. En consecuencia los


Países Bajos Meridionales y particularmente Amberes se convirtie-
ron en un sólido bastión contrarreformista, en donde la presencia
del clero diocesano y el clero regular particularmente los Jesuitas
dejaron una impronta innegable en la vida cotidiana de la ciudad.
A pesar del evidente declive económico de Amberes, que había
perdido un porcentaje importante de su población, y que va de la
mano con el auge económico de Ámsterdam y la consecuente
Edad de Oro Holandesa, los Países Bajos Católicos o Países Bajos
Españoles, particularmente el puerto de Amberes, experimentaron
un florecimiento artístico y cultural con el advenimiento del siglo
XVII, favorecido por la tregua de doce años con las Provincias
Unidas (1609-1621). Esta es la época de nombres de la talla de Ru-
bens, Jordaens, y Van Dyck, de hecho, la Provincia Flandro-Belga
tuvo un rol preponderante en la formación de la cultura visual je-
suita, particularmente de la iconografía ignaciana 13, por ejemplo,
los grabados de la edición de la Vida de san Ignacio impresa en
Roma en 1622 con motivo de su beatificación fueron encomenda-
dos a Rubens. No sólo la pintura, la escultura, la arquitectura, sino
también la imprenta flamenca se vio imbuida por este florecimien-
to y volcó todos sus esfuerzos para la difusión de ideas y modelos
acordes con la ideología imperante de la Contrarreforma.
Finalmente, las provincias jesuitas neerlandesas también fueron
un semillero de misioneros, Johan Verberckmoes estima en alrede-
dor de 200 los que salieron de esta región con rumbo a Asia o
América, particularmente a China y Paraguay, e incluso otras re-
giones como la Nueva España 14.

12 Entendiendo como confesionalización al proceso en que las grandes tradi-


ciones religiosas de Europa (Catolicismo, Protestantismo) entre la segunda
mitad del siglo XVI y la primera del XVII, modelaron y establecieron sus res-
pectivos credos doctrinales y parámetros de ortodoxia en las sociedades de
Europa.
13 Veáse R. DEKONINCK, L’invention anversoise d’une culture visuelle jésuite, en
P. Renoux-Caron y C. Vincent-Cassy (coords.), Les jésuites dans la monarchie
catholique (1565-1615), París, Editions Le Manuscript, 2012, pp. 145-165.
14 J. VERBERCKMOES, Les émotions et le passage: jésuites flamands et wallons au Nouve-
au monde, XVIIè-XVIIIè siècles, en R.M. Loureiro y S. Gruzinski (eds.), Passar as
fronteiras. II Colóquio internacional sobre mediadores culturais, séculos XV a XVIII,
Lagos, Centro de estudos Gil Eanes, 1999, pp. 63-76.

30
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

1.2. La pujante imprenta flamenca y los Jesuitas


La relación de los jesuitas con el libro es larga y prácticamente
tiene sus orígenes con la conversión de san Ignacio a través de la
lectura de vidas edificantes de santos. Por otra parte, el primer li-
bro publicado por un miembro de la Compañía de Jesús fue la
edición del sermonario del dominico alemán Johann Tauler (ca.
1300-1361) en 1543, editado por el joven novicio holandés Petrus
Canisius (1521-1597) 15. En 1552 en carta dirigida a todos los recto-
res de colegios, escribía Juan de Polanco (1517-1576), secretario
personal de Ignacio de Loyola que tanto la adquisición de libros
como de alimentos era esencial para las casas de estudio, pues los
libros eran herramientas para el servicio de Dios 16.
Esta proclividad hacia la cultura impresa, favoreció la publica-
ción de innumerables obras de autores jesuitas a lo largo y ancho
de las prensas de la Europa Católica durante la Edad Moderna
hasta la supresión de la Compañía en 1773. El libro jesuita, abarca
una amplia gama de géneros tan diversos como ciencia, lingüísti-
ca, espiritualidad, arquitectura, matemáticas, historia, gramáticas, y
geografía.
De hecho, una de las regiones más prolíficas en cuanto a la im-
presión de autores jesuitas fueron precisamente los Países Bajos,
especialmente a partir del mencionado renacimiento económico,
artístico y cultural experimentado a partir del último cuarto del si-
glo XVI en adelante. En este contexto de revitalización y pujanza,
la Compañía de Jesús se benefició de las buenas relaciones esta-
blecidas con casas de imprenta amberinas, como la célebre Offici-
na Plantiniana bajo la égida de los descendientes de Cristóbal
Plantino, los Moretus, o las dinámicas imprentas de las familias
Van Keerberghen o Van Meurs también de Amberes. Esta coyuntu-
ra se tradujo en la impresión de infinidad de ediciones preparadas

15 P. CANISIUS, Des erleuchten D. Johannis Tauleri von eym waren Evangelischen le-
ben göttliche Predig, Leren, Epistolen, Cantilenen, Prophetien, Colonia, Jaspar von
Gennep, 1543.
16 P. BEGHEYN S.J., Jesuit books in the Dutch Republic and its Generality Lands 1567-
1773. A bibliography, Leiden, Brill, 2014, 17. Apud: Monumenta Historica Societatis
Iesu. Sanctii Ignatii de Loyola Societatis Iesu fundatoris epistulae et instructiones, vol.
IV. Madrid, Gabriel López del Horno, 1907, pp. 494-495.

31
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

por y para la Compañía, y por autores nacidos en diferentes regio-


nes de Europa 17. En consecuencia los Jesuitas en los Países Bajos
Meridionales no tuvieron la necesidad de montar un taller de im-
presión propio durante el Antiguo Régimen, por lo que no se vie-
ron en la necesidad de hacer proezas técnicas como lo hicieron en
sus lejanas misiones guaraníticas de Sudamérica 18. En realidad los
jesuitas neerlandeses no lo necesitaban por la disponibilidad de
excelentes talleres de impresión y las ya mencionadas buenas rela-
ciones establecidas con éstos principalmente en Amberes.
Asimismo, no sorprende la prolífica pluma de los jesuitas pues
en las Constituciones de la Orden, se considera a la escritura e im-
presión de libros como un ministerio apostólico de influencia po-
sitiva. Aunque las cifras no son del todo exactas, se calcula que
durante el Antiguo Régimen alrededor de 600 miembros de la
Compañía de Jesús de las Provincias de los Países Bajos publica-
ron obras dentro de una amplia gama de disciplinas: en primer
plano el libro religioso (teología, exegesis, patrística, polemistas,
mariología, homilética, espiritualidad), así como política, poesía,
ciencias (como matemáticas), geografía, literatura e historia 19. Esto
sin contar la gran cantidad de jesuitas de otras naciones cuyas
obras fueron impresas en las prensas locales, como los padres es-
pañoles Luis de Alcázar, Luis de Molina, Juan Osorio, Juan de Pi-
neda, Pedro de Ribadeneira, Francisco Suárez o el portugués Em-
manuel Sá.

1.3. Redes transatlánticas de distribución libresca entre los jesuitas


La red de colegios jesuitas y su sistema educativo favorecía el
consumo de grandes cantidades de libros usados en la enseñanza
del latín, o en estudios de otras disciplinas como la teología, histo-
ria, matemáticas etc. Por lo tanto los colegios, seminarios o casas

17 C. MANRIQUE FIGUEROA, The early seventeenth-century Antwerp printing press and


its connections with the Iberian World, en prensa para un volumen de la serie Li-
brary of the Written Word, Leiden, Brill.
18 M. GARONE GRAVIER, Kuati’a guarani: tres momentos de la edición tipográfica del
guaraní (siglos XVII, XIX y XXI), en V Foro De Las Lenguas Amerindias. Literaturas
Indígenas en América Latina, Barcelona, Casa Amèrica Catalunya, 2010, pp. 133-140.
19 P. BEGHEYN, S.J., Jesuit in the Low Countries and their publications, cit., p. XXII.

32
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

jesuitas de centros urbanos como México, Puebla, Valladolid (Mo-


relia), Guadalajara o la del noviciado de Tepotzotlán se constituye-
ron como verdaderos centros culturales con una activa vida acadé-
mica, favorecida por una creciente demanda de libros. De hecho,
la producción de las prensas novohispanas no era suficiente para
abastecer las necesidades bibliográficas de la Compañía 20, pues
muchos de los libros de autores jesuitas o requeridos por la orden
como sus constituciones eran impresas directamente Europa. En
consecuencia para engrosar los acervos de las bibliotecas jesuitas
novohispanas, y en general de todas las corporaciones religiosas
se dependía en gran medida de la importación de libro europeo
principalmente durante los siglos XVI y XVII.
El abastecimiento transatlántico no resultaba cosa sencilla sobre
todo durante los primeros años de los ignacianos en México, co-
mo lo demuestra el desasosiego de profesores jesuitas mexicanos
quienes escribieron directamente a la Casa Generalicia en Roma,
quejándose de la falta de libros. En marzo de 1576 el General en
turno, Everardo Mercuriano respondía en este tenor:

Entendemos hay en el colegio de México harto gran falta de li-


bros; la cual no es pequeña; y será de aquí adelante aun mayor;
si no se provee con tiempo; porque, en fin, sin libros, muchos y
buenos, no se pueden hacer los más ministerios de nuestra
Compañía. Por eso deseo mucho, V.R. provea en esto con toda
la diligencia que le fuere posible; y parece que el medio más
propósito será, que envié una buena suma de dineros al padre
procurador de las Indias, en Sevilla, con la lista de los libros que
fueren necesarios; el cual hará proveer de Amberes, de todo lo
necesario, con mucha comodidad […] 21

Esta cita hace hincapié en varios asuntos de nuestro interés, por


un lado el papel de los procuradores al servicio de diferentes cor-
poraciones tanto religiosas como civiles. El papel de éstos era cru-

20 Véase en esta compilación el trabajo de Marina Garone Gravier sobre la im-


prenta jesuita del colegio Real de San Ignacio en Puebla.
21 Citado en I. OSORIO, Colegios y profesores jesuitas que enseñaron latín en la
Nueva España (1572-1767), México, Unam, 1979, pp. 24-25. Véase también F. ZU-
BILLAGA (comp.), Monumenta Mexicana. I (1570-1580), Roma, Monumenta Histó-
rica Societatis Iesu, 1956, p.188. [Monumenta Historica Societatis Iesu].

33
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

cial para resolver in situ cuestiones legales o prácticas en Europa,


principalmente en España o incluso en Roma. Estos enviados eran
sumamente necesarios en un tiempo en el que las largas distancias
y la lenta comunicación entre España y las Indias entorpecían y
dificultaban cualquier iniciativa. En el caso referido, el General
Mercuriano sugiere servirse del Procurador General de Indias con
residencia en el colegio de San Hermenegildo de Sevilla.
Por su parte, Mercuriano solicita expresamente traer libros de
Amberes que ya para la época era uno de los centros tipográficos
más reputados del mundo 22. Y es que Sevilla, no solamente era la
puerta hacia Indias sino un centro de distribución libresca interna-
cional, desde donde los profesionales del libro podían ordenar
obras a través de sus contactos a otras ciudades ya sea dentro de
los mismos reinos ibéricos, o en Roma, en Venecia, en París, en
Lyon, o en Amberes 23. Una vez conseguidos los libros deseados u
obras similares a las pedidas, los procuradores seguían el procedi-
miento rutinario para embarcarlos en las flotas, ya sea la de Nueva
España o la de Tierra Firme, dependiendo del destino último de
éstos 24. Llegada la flota a Veracruz, el rector del colegio del puerto
recibía los cajones despachados para la orden y a su vez los en-
viaba a Puebla, México o algún otro destino. Estas redes trans-
atlánticas aseguraron que la llegada de novedades o ediciones di-
fíciles de conseguir en mercados domésticos fuera constante hasta
prácticamente 1767.
El Archivo General de Indias (AGI) en Sevilla resguarda múlti-
ples licencias de embarque otorgadas por la Inquisición Sevillana
(o la de Cádiz) como institución rectora de la censura libresca,
pues los libros tenían que estar conforme a la ortodoxia católica,

22 Cristóbal Plantino, por ejemplo, había fundado su taller en la ciudad desde 1552.
23 Resulta ilustrativo, el ejemplo temprano brindado por el Convento dominico de
Coyoacán, el cual a través de intermediarios en Sevilla ordenó un pedido de libros.
K. WAGNER, Libros para el convento de Santo Domingo de Coyoacán, en “Historio-
grafía y Bibliografía Americanistas”, XXIII, 1979, pp. 117-119.
24 Pedro Rueda ha descrito detalladamente el proceso a seguir para embarcar libros
en la llamada Carrera de Indias. P. RUEDA RAMÍREZ, Negocio e intercambio cultural, el
comercio de libros con América en la carrera de Indias, Sevilla, Universidad de Se-
villa, 2005, pp. 73-74.

34
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

por lo que las llamadas ediciones prohibidas, particularmente el li-


bro protestante, o de “heréticos” estaban vedadas para ser trans-
portadas en las flotas de Indias. Por lo cual, los envíos eran “teóri-
camente” revisados por el inquisidor en turno, quien otorgaba su
visto bueno para su embarque y envío.
Por ejemplo, el 23 de junio de 1699, el comisario de la Inquisi-
ción en Cádiz dio licencia al jesuita Juan de Vergara para trans-
portar dos cajones de diversos libros, predicables y morales y de
historias divinas y humanas y embarcarlos en el navío Jesús María
y Joseph, para entregarlos en la ciudad de México al padre Fran-
cisco de Borja y Aragón, presbítero de la Compañía de Jesús 25.
Por otra parte, cualquier miembro de la Compañía enviado a In-
dias podía llevar su propia biblioteca personal, en la mencionada
flota de 1699, el jesuita de Moravia, Juan de Esteyneffer solicitó
permiso para embarcar un cajón de su propiedad, con diferentes
“libros latinos escolásticos” para su uso personal 26. En suma, la
Compañía de Jesús construyó una red eficaz de distribución li-
bresca transatlántica, cuyo motor eran precisamente los procura-
dores de Indias, quienes no solamente pedían los libros requeri-
dos a libreros normalmente sevillanos, o a otros intermediarios,
sino todo lo necesario para la liturgia y devoción de los colegios,
misiones y templos como estampas, grabados, rosarios, agnus
dei, u otros objetos artísticos.

1.4. Ediciones jesuitas impresas en los Países Bajos Católicos en


bibliotecas novohispanas
Con base en una exhaustiva revisión de los legajos formados
por la Junta de Temporalidades, tras el extrañamiento de la orden

25 Archivo General de Indias (en adelante Agi), Contratación 674, Licencias de la


Inquisición para cargar libros, fol. 207r. También citado en J. TORRE REVELLO, El li-
bro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española, Méxi-
co, Unam, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1991, p. CXLIII.
26 AGI, Contratación 674, Licencias de la Inquisición para cargar libros, fol. 213r.
Juan de Esteyneffer (1664-1716), fue un jesuita de Moravia que ingresa a la orden
en 1686 y pasa como misionero a Nueva España, en donde trabajó en el colegio de
Chihuahua. Esteyneffer es conocido por su obra Florilegio Medicinal (México, Here-
deros de Juan José Guillena Carrascoso, 1712), que combina a la tradicional medici-
na del Nuevo Mundo con las técnicas europeas de la época.

35
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

de todos los reinos Hispánicos en 1767 27, se cuenta con una sóli-
da idea del material impreso en los Países Bajos que formaba par-
te de las bibliotecas del colegio Máximo de San Pedro y San Pa-
blo, de la Casa Profesa, incluidos los aposentos de los profesores
residentes en ella al momento de la expulsión, y de la biblioteca
del colegio de San Gregorio 28.
Los resultados arrojados son sugerentes: 599 obras (no tomos)
de la biblioteca del colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, de
libros impresos, lo que representa aproximadamente un 4.49% del
total del volumen de la biblioteca con base en los números ofreci-
dos por Ignacio Osorio, quien calculó el volumen total en 13,320
obras repartidas en 19,705 tomos; Por otra parte, se localizaron
236 obras pertenecientes a la biblioteca de la Casa Profesa inclui-
dos los libros encontrados en los aposentos de los padres; y final-
mente sólo 14 obras de la biblioteca del colegio de San Gregorio.
No es mi intención enumerar en este trabajo los cientos de edi-
ciones encontradas en estas bibliotecas, sin embargo, me parece
pertinente subrayar la presencia de importantes autores y obras je-
suitas de diferentes géneros producidas principalmente en las
prensas de Amberes, con una clara intención de difundirse dentro
de la orden, trabajos que son considerados ya sea como obras
maestras de la imprenta flamenca o como ejemplos relevantes de
la producción jesuita en los Países Bajos, y de los cuales se tiene
constancia circularon entre las bibliotecas jesuitas de la ciudad de
México. Por lo que a continuación se citarán ejemplos notables de
ediciones conmemorativas, de la espiritualidad jesuita, así como
obras de corte exegético, histórico y científico.

1.5. Edición conmemorativa


Es precisamente en el colegio jesuita de Amberes en donde la
Compañía desarrollará una fecunda actividad en la propaganda re-
ligiosa aprovechando la efervescencia cultural y artística que cono-

27 Después de la expulsión de la orden de los reinos hispánicos, todos sus bienes,


incluidas sus bibliotecas, quedaron jurídicamente hablando en una especie de suce-
sión ab intestato.
28 Los tres expedientes se encuentran en el Agn, véase nota 3.

36
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

ció la ciudad durante la primera mitad del siglo XVII. Del colegio
de Amberes salieron las producciones tipográficas más suntuosas
del siglo XVII, por ejemplo para la celebración del primer centena-
rio de vida de la orden, salió de las prensas de la Officina Planti-
niana la fastuosa edición: Imago primi sæcvli societatis Iesv (Ambe-
res, Balthazar I Moretus, 1640). Los 126 grabados de la obra corrie-
ron a cargo de un grabador del prestigio de Cornelius I Galle, en-
tre los compiladores estuvieron una entusiasta generación de jóve-
nes padres jesuitas entre quienes sobresalen Joannes Bollandus o
Jean Bolland (1597-1665), gran teólogo, y conocedor de la historia
de la Compañía, así como Goedefridus Henschenius o Godfrey
Henschen (1601-1681) y Sidronius Hosschius (1596-1653) 29. Es no-
table que tres ejemplares de esta magnífica obra fueron consigna-
dos en el inventario de la biblioteca de San Pedro y San Pablo, uno
más para la biblioteca de La Profesa, y otro para San Gregorio 30. La
Biblioteca Nacional de México conserva un ejemplar, que de hecho
también perteneció al noviciado de Tepotzotlán 31.

1.6. Espiritualidad Jesuita


Las obras del padre Joannes David (1546-1613) se pueden con-
siderar como polémicas, didácticas y moralizantes, su conocida Ve-
ridicus christianus (Amberes, Jan I Moretus, 1601), cuya segunda
edición aumentada también fue impresa por Jan I Moretus en
1606, es considerada como una obra clave de la espiritualidad je-
suita. Los grabados de la primera edición de 1601 abarcan una

29 L. SALVUCCI INSOLERA, L’iconographie dans le livre spirituel flamand, en La


spiritualité en images aux Pays-Bas Méridionaux dans les livres imprimés des
XVIe et XVIIe siècles, Lovaina, Peeters, 1996, p.35. De hecho, se considera a Je-
an Bolland/Bollandus como pieza clave en la escuela jesuita de los Bollandis-
tas que volcaron sus esfuerzos en compilar obras hagiográficas de gran enver-
gadura como la serie aparecida en diferentes volúmenes a lo largo del siglo
XVII, Acta Sanctorum.
30 Los ejemplares de San Pedro y San Pablo quedaron consignados en Agn, Jesuitas-
III-30, 289r-289v., 296r, 369v; el de la Casa Profesa en Agn, Temporalidades, 230,
25r; y el del colegio de San Gregorio en Agn, Temporalidades, 173, 27v.
31 BNM: RFO 271.53 IMA.p. 1640. Por otra parte, tanto la Biblioteca Pública de la
Universidad Michoacana en Morelia, como la Biblioteca Pública de Jalisco “Juan
José Arreola” resguardan ejemplares de esta edición.

37
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

gran variedad de temas y alegorías, siendo ejecutados en su totali-


dad por Théodore Galle y tienen como objetivo reforzar el rol y la
fe de un verdadero cristiano ante la herejía (que en el caso de
Amberes estaba tan próxima geográficamente hablando). De he-
cho, se puede pensar en el padre David como un trend-setter de
una lectura no lineal, fragmentaria de textos jesuitas con emble-
mas. El Veridicus christianus es un libro espiritual que fomenta
una lectura no narrativa sino una lectura interiorizada, meditativa,
típica de la espiritualidad ignaciana. Aquí las imágenes requieren
forzosamente la lectura del texto para comprenderlas en toda su
cabalidad, alejándonos así del realismo maravilloso de las ilustra-
ciones para las obras de Jerónimo de Nadal 32. El Veridicus se con-
sidera el primer libro de emblemas publicado en Amberes durante
el siglo XVII, aunque algunos autores lo sitúan solamente como
un libro de espiritualidad jesuita. En México el colegio de San Pe-
dro y San Pablo así como la Casa Profesa tuvieron ambos un
ejemplar de la edición de 1606 33. Actualmente la Biblioteca Nacio-
nal de México conserva el ejemplar que perteneció al colegio Má-
ximo de San Pedro y San Pablo, el cual gracias al exlibris manus-
crito se sabe circuló también en el noviciado de Tepotzotlán 34.

1.7. Trabajos exegéticos


Por su abundancia en repositorios jesuitas novohispanos, es ne-
cesario mencionar a las obras del padre Cornelio a Lapide (1567-
1637). A Lapide, fue un notable profesor de la cátedra de Sagrada
Escritura en la Universidad de Lovaina desde 1596. Probablemente
se trate del exégeta más prolífico de los Países Bajos Meridionales.
Ya que escribió sobre prácticamente todos los libros canónicos de
la Biblia. Muchas de estas ediciones fueron póstumas. Sus obras

32 L. SALVUCCI INSOLERA, Le livre spirituel Jésuite en particulier, en La spiritualité en


images aux Pays-Bas Méridionaux dans les livres imprimés des XVIe et XVIIe siècles,
Lovaina, Peeters, 1996, pp. 144-145. Para la obra de Jerónimo de Nadal y su recep-
ción en México véase el texto de Clara Bargellini en esta compilación.
33 Véase Agn, Jesuitas-III-30, 186r y Agn, Temporalidades, 230, s.f., respectivamente.
34 BNM: RFO 248 DAV.v. 1606. Las bibliotecas Eusebio Francisco Kino de la Provin-
cia Mexicana de la Compañía de Jesús y la Palafoxiana de Puebla también tienen
ejemplares de esta edición.

38
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

fueron impresas fecundamente por diversas familias de Amberes y


gozaron de amplia difusión y éxito. En general sus trabajos fueron
encontrados en respetables cantidades no solamente en bibliote-
cas jesuitas sino prácticamente en todas las bibliotecas clericales
novohispanas, de hecho, las obras de A Lapide continuaron impri-
miéndose hasta bien entrado el siglo XIX 35. Entre los numerosos
ejemplares registrados en el inventario del Colegio Máximo de San
Pedro y San Pablo o encontrados en el catálogo de la Biblioteca
Nacional de México se pueden mencionar a:
– Lapide Cornelius a (S.I.), Commentaria in Ecclesiasticvm, Ambe-
res, Martin III Nutius, 1634 36.
– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentarivs in Iosue, Judicum, Ruth,
IV. Libros Regum et II. Paralipomenon, Amberes, Henricus II &
Cornelius I Verdussen, 1700 37.
– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentaria in omnesdivi Pauli Epis-
tolas, Amberes, Martin III Nutius, 1635 38.
– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentaria in Proverbia Salomonis,
Amberes, Henricus II & Cornelius I Verdussen, 1714 39.

En cuanto, a los ejemplares de A Lapide encontrados en los apo-


sentos y la biblioteca de la Casa Profesa son definitivamente más
numerosos, probablemente porque eran obras necesarias para los
estudios teológico-exegéticos de los padres que ahí habitaban.
– Lapide Cornelius a (S.I.), Commentaria in Acta apostolorvm,
Epistolas canonicas, et Apocalypsin, Amberes, Jacobus Meurs,
1672 40.
– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentaria in dvodecimprophetas-
minores, Amberes, Henricus II & Cornelius I Verdussen, 1720 41.

35 Por ejemplo, la Biblioteca Nacional de México resguarda una edición impresa en


París en 1891 de sus Commentaria in Scripturam Sacram. BNM: G 222.107 LAP.c
36 Agn, Jesuitas-III-30, 11v.
37 BNM: RFO 220.7F LAP.c.2.
38 Agn, Jesuitas-III-30, 4v.
39 BNM: 220.7F LAP.c.4.
40 Agn, Temporalidades, 230, s.f. Este ejemplar se conserva en la Biblioteca Nacio-
nal de México, BNM: RFO 220.7F LAP.c.11.
41 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos de
los padres de la Casa Profesa).

39
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentaria in Ecclesiasticvm, Ambe-


res, Hieronymus III Verdussen, 1687 42.
– Lapide, Cornelius a (S.I.),Commentaria in Ecclesiasticvm, Ambe-
res, Martin III Nutius, 1634 43.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in Ieremiam Prophetam,
Threnos et Barvch, Amberes, Martin III Nutius & fratres, 1621 44.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in Ieremiam Prophe-
tam,Threnos et Barvch, Amberes, Viuda & Herederos de Hie-
ronymus III Verdussen, 1688 45.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in omnes Divi Pavli Epis-
tolas, Amberes, Herederos de Martin II Nutius, 1614 46.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in omnes divi Pauli Epis-
tolas, Amberes, Jacobus Meurs, 1665 47.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in omnes divi Pauli Epis-
tolas, Amberes, Jacobus Meurs, 1679 48.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in Pentatevchvm Mosis,
Amberes, Herederos de Martin II Nutius, 1616 49.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in qvuatvor prophetas
maiores, Amberes, Henricus II & Cornelius I Verdussen, 1703 50.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentaria in qvuatvor prophetas
maiores, Amberes,Viuda & Herederos de Hieronymus III Ver-
dussen, 1689 51.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentarivs in Esdram, Nehemiam,
Tobiam, Ivdith, Esther, etMachabæos, Amberes, Henricus II &
Cornelius I Verdussen, 1703 52.

42 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).


43 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (3 tomos fueron encontrados en los aposentos).
44 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
45 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
46 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (4 ejemplares fueron encontrados en los apo-
sentos).
47 Agn, Temporalidades, 230, s.f.
48 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
49 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (3 ejemplares fueron encontrados en los aposen-
tos).
50 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
51 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
52 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).

40
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentarivs in Esdram, Nehemiam,


Tobiam, Ivdith, Esther, et Machabæos, Amberes, Jacobus Meurs,
1669 53.
– Lapide,Cornelius a (S.I.), Commentarivs in Ieremiam Prophetam,
Threnos et Barvch, Amberes, Henricus II & Cornelius I Verdus-
sen, 1703 54.
– Lapide, Cornelius a (S.I.), Commentarivs in Josue, Judicum, Ruth,
IV. Libros Regum et II. Paralipomenon, Amberes, Viuda & Here-
deros de Hieronymus III Verdussen, 1687 55.

1.8. Historia de los Países Bajos


Hugo Hermann (1588-1629) fue un notable teólogo, profesor y
poeta de la Provincia Flandro-Belga, quien entre otros cargos se
desempeñó como el confesor y director espiritual del capitán gene-
ral y comandante del ejército español en Flandes, Ambrosio Spíno-
la, así como capellán de la armada española en los Países Bajos.
Spínola fue un general español de origen genovés, quien pasó a la
historia por encabezar el sitio y la toma de la ciudad de Breda, en-
tre agosto de 1624 y junio de 1625 (aunque la ciudad volvió a ma-
nos de la República en 1637) una vez reanudadas las hostilidades
contra la República Holandesa después de la conclusión de la tre-
gua de los Doce Años (1609-1621). La toma de Breda es un episo-
dio inmortalizado por el virtuoso pincel de Velázquez 56. El padre
Hermann fue testigo presencial de estos hechos dejándolos escritos
en su Obsidio Bredana (Amberes, Officina Plantiniana, 1626), la
cual es una fuente de primera mano sobre este episodio de las
guerras en Flandes. La obra incluye algunos grabados ejecutados
por Cornelius II Galle (inspirados en Rubens). La obra fue impresa
en español un año después (Amberes, Balthazar I Moretus, 1627),

53 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).


54 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
55 Agn, Temporalidades, 230, s.f. (1 ejemplar fue encontrado en los aposentos).
56 Esta obra maestra de Diego Velázquez se conoce indistintamente como “La
rendición de Breda”o “Las Lanzas”, fue ejecutada entre 1634 y 1635 prácticamen-
te diez años después del sitio de la ciudad. Actualmente se exhibe en el Museo
del Prado.

41
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

de hecho la novela El Sol de Breda (Alfaguara, 1998) del conocido


escritor español Antonio Pérez-Reverte está inspirada en esta tra-
ducción 57. Precisamente un ejemplar de la versión en español de
1627 formó parte de la biblioteca de la Casa Profesa 58. Lo que nos
hace pensar que junto con otras obras de historia europea encon-
tradas en acervos jesuitas novohispanos, éstos podían tener una
idea bastante actual de la historia universal de aquel momento.

1.9. Edición científica


André Tacquet (1612-1660) enseñó matemáticas en Lovaina y
Amberes, alcanzó la fama con su obra Cylindrorum et Annula-
rium (Amberes, Jacobus van Meurs, 1651) en donde se discute el
método para calcular planos y volúmenes de figuras obtenidas a
partir del corte de un cilindro. Sus obras póstumas también le die-
ron fama, como los Elementa geometriæ planæ ac solidæ (Ambe-
res, Jacobus van Meurs, 1654) que conoció más de 30 ediciones,
así como su Ópera Mathematica (Amberes, Jacobus van Meurs,
1669) 59. Las ediciones prínceps de los Elementa y de su Ópera Ma-
thematica pertenecieron a la biblioteca de San Pedro y San Pablo,
en donde probablemente fueron utilizadas en la preparación de
lecciones de matemáticas 60.

1.10. Comentarios finales


Esta contribución demuestra por un lado, la importancia de las
Provincias Jesuitas de los Países Bajos en la prolífica producción
editorial de diferentes géneros, producidos por jesuitas principal-
mente -aunque no exclusivamente- para difundirse al interior de la
misma Compañía de Jesús. Las condiciones ofrecidas por las pren-
sas de un centro tipográfico de primer nivel como Amberes, las

57 M. GIELIS, Herman Hugo S.J. Obsidio Bredana (1626), en Jesuit Books in the Low
Countries (1510-1773), Lovaina, Peeters, 2009, pp. 58-63.
58 Agn, Temporalidades, 230, s.f.
59 J. RICHE, André Tacquet S.J., Opera Mathematica, en Jesuit Books in the Low Coun-
tries (1510-1773), Lovaina, Peeters, 2009, pp. 237-243.
60 Para los Elementa véase Agn, Jesuitas-III-30, 617v. y para la Opera, véase: Agn, Je-
suitas-III-30, 617v. De hecho la Biblioteca Nacional de México custodia el ejemplar
que perteneció al colegio de San Pedro y San Pablo, BNM: RFO 516.1 TAC.e. 1654.

42
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

excelentes relaciones establecidas con los impresores locales, con-


virtieron a las Provincias neerlandesas en generadoras de primer
nivel tanto de cultura jesuita impresa como visual.
Por otra parte, al ser la Compañía de Jesús una corporación ex-
pandida por varios continentes (o una corporación religiosa de
larga distancia), se resolvieron con cierto éxito, los problemas de
las distancias y lentas comunicaciones, estableciéndose circuitos
de distribución libresca transatlántica en manos básicamente de los
procuradores y sus contactos con libreros e intermediarios. Siendo
Sevilla un centro crucial para tener acceso a la producción edito-
rial necesaria, impresa en zonas como los Países Bajos. Esta eficaz
red internacional de distribución dentro de la orden, permitió la
incorporación, estudio, lectura y recepción de obras jesuitas neer-
landesas en círculos jesuitas novohispanos, engrosando junto con
la producción de otras regiones de Europa (como Francia, Italia, o
las ciudades ibéricas), los acervos jesuíticos en Nueva España, y
mantuvo a los jesuitas novohispanos actualizados y al día de las
novedades aparecidas dentro de la orden en provincias tan lejanas
como las neerlandesas.
Finalmente, vale la pena señalar la riqueza patrimonial biblio-
gráfica de fondos como el reservado de la Biblioteca Nacional de
México y otras bibliotecas mexicanas, en donde a pesar de las vi-
cisitudes, destrucción, hurto, saqueo y otras desgracias a las que
se vieron sometidas las bibliotecas jesuitas después de la expul-
sión de la orden, es todavía posible encontrar con gran benepláci-
to para los estudiosos de los libros, múltiples ediciones europeas o
novohispanas con las marcas o exlibris que sus poseedores origi-
nales, los jesuitas, grandes generadores y consumidores de libros
dejaron en ellas.

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45
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

César Manrique Figueroa


(México Df., 1979). Lic. en Historia por la Ffyl-Unam, maestro y
doctor por el Departamento de Historia Moderna de la Universi-
dad de Lovaina, Bélgica (Ku Leuven). Se incorporó a principios
del 2014 como investigador al Instituto de Investigaciones Biblio-
gráficas (IIB-Unam). Sus líneas de investigación incluyen intercam-
bios bibliográficos, culturales y artísticos entre los Países Bajos y el
Mundo Hispánico entre los siglos XVI al XVIII, destacando la ex-
portación, distribución y consumo del libro de los Países Bajos en
la Nueva España. Ha publicado varios artículos y capítulos de li-
bros, y actualmente prepara su libro sobre el libro flamenco en
Nueva España. Ha participado en coloquios, conferencias y even-
tos académicos nacionales e internacionales y entre sus estancias
de investigación figuran estancias en la John Carter Brown Library
en Providence, Rhode Island (Jcb) y en la Escuela de Estudios His-
panoamericanos de Sevilla. (Eeha-Csic).

46
La circulación del libro
en el México colonial

JOSÉ ABEL RAMOS SORIANO

Anno III, n. 2, dicembre 2016


ISSN 2284-0869
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Abstract
The circulation of the book in the colonial Mexico faced several
limits. Among them, the analphabetism very extended in the pop-
ulation and the expensive price of the publications in most cases
proceeding from foreign.
In addition, it was also delimited by the control measures of the
Holy Office of the Inquisition, tribunal guardian of the Christian
faith. Nevertheless, the rich archives of the Inquisition, among oth-
er valuable sources, allow us now to get close to field of the Read-
ing, apparently few frequented in the colonial period, I refers par-
ticular the inquisitorial edicts promulgated batwing 1571 and 1820,
and proceedings because the denunciations of the people.
Frequently we find documents about the circulation of the
books. Other important sources about the matter are the bibliogra-
phies about the book’s production at that time and the census lists
of the ancient collections. Sources like this, allow us to see that
book’s circulation was wider than we imagine: How happened?
What readied it in that time? Was the control media? How did it
were applied and what was their impact? Such are some questions
analyzed in this work

Keywords
Book; Circulation; Reading; Censorship; Inquisition; New Spain.

La circulación del libro en el México colonial se enfrentó a dife-


rentes limitantes. Entre ellas, el analfabetismo que se encontraba
muy extendido en su población y el alto precio de las publicaciones
que en su mayoría llegaban de fuera. Por si esto fuera poco, se vio
acotada también por las medidas de control de la lectura implemen-
tadas por las autoridades, especialmente por el Tribunal del Santo
Oficio de la Inquisición, encargado de salvaguardar la fe cristiana.
Sin embargo, los abundantes archivos inquisitoriales, entre
otras fuentes valiosas de información, nos permiten acercarnos
ahora a un ámbito aparentemente poco frecuentado del periodo
colonial, el de la lectura. Me refiero particularmente a los edictos
que el tribunal promulgó durante su gestión entre 1571 y 1820, y
a los expedientes formados con motivo de las denuncias presen-
tadas por los fieles. En ambos casos se encuentran a menudo
asuntos relacionados con libros. Otras fuentes importantes sobre
el tema son las bibliografías sobre la producción de libros de la
época y los registros de los fondos bibliográficos de la época
que se conservan.

6
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Fuentes como las mencionadas nos permiten observar que la


citada circulación de escritos fue mucho más amplia de lo que
pudiera parecer ¿Cómo sucedió? ¿Qué se leía? ¿Quiénes lo hací-
an? ¿Cuáles fueron las medidas de control, cómo se aplicaban y
cuál fue su impacto? ¿Cuál la importancia de los libros? Tales son
algunas de las cuestiones que se analizan en el presente trabajo.

Palabras clave español


Libro; Circulación; Lectura; Censura; Inquisición; Nueva España.

7
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Introducción
Como sabemos, la Compañía de Jesús tuvo una importancia
fundamental en la cultura escrita de la Nueva España. Tuvo que
ver con lecturas, bibliotecas, manuscritos, imprentas y grabados.
Actividades que desde mediados del siglo XV, con la invención de
la imprenta, comenzaron a desarrollarse de manera amplia y simi-
lar en Europa y, durante los tres siglos siguientes, en otras partes
del mundo. ¿Qué tan ajeno fue el ambiente novohispano al euro-
peo del siglo XV? ¿Qué pasó con los lectores de otras épocas? ¿Te-
nían qué leer? ¿Cómo accedían a la lectura? Para responder a pre-
guntas como las anteriores, iniciaré mi texto con dos preguntas
más: ¿Qué tanto circularon los libros en el virreinato? y ¿circularon
de manera importante?
Es indudable que en estos territorios hubo muchos factores en
contra de una circulación amplia de libros. Entre otros, el analfa-
betimo de la mayoría de la población, lo cual significaba que ha-
bía un número reducido de lectores. Por si esto fuera poco, el
grueso de publicaciones de la época que se conservan, o de las
cuales existe evidencia en la actualidad, provienen del extranjero,
lo que repercutía en el aumento de su costo, en relación con los
que se produjeron en México a partir de 1539. Además, la mayoría
de ellas estaban escritas en lenguas también extranjeras: latín, grie-
go y hebreo, por mencionar a las “lenguas cultas”, y en francés,
inglés, italiano, portugués, japonés e incluso tagalo, lengua indíge-
na de las Filipinas, por hablar de las “vulgares”. Las dos últimas de
acuerdo con diccionarios que se citan entre los libros confiscados
al insurgente Morelos por la Inquisición 1.
Si bien el asunto se refiere a un personaje destacado, nos
muestra que tal tipo de obras podía conseguirse y que, al menos
para el héroe, tales obras le fueron necesarias, lo cual nos lleva a
pensar que, posiblemente, tuvo acceso a escritos en esos idiomas.

1 Cfr. C. HERREJÓN PEREDO, Morelos, vida preinsurgente y lecturas, El colegio de Mi-


choacán, Zamora, Michoacán, 1984. J.A. RAMOS SORIANO, Los delincuentes de papel,
Inquisición y libros en la Nueva España (1571-1820), 1ª reimpresión, Instituto Na-
cional de Antropología e Historia/Fondo de Cultura Económica, México, 2013, pp.
223-225.

8
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Sin embargo, salvo el caso de las obras delatadas que circularon


realmente en el virreinato, lo cual comentaré más adelante, ¿qué
tan importantes fueron los factores mencionados para impedir la
circulación de los escritos? Aparentemente había muchos y difíciles
obstáculos por superar.

Procedencia de los libros


Las fuentes con las que contamos hoy en día sobre fondos bi-
bligráficos novohispanos, nos sugieren una situación diferente a
la que podríamos imaginar. Entre ellas, las ricas colecciones, in-
ventarios y catálogos de fondos que nutrieron las bibliotecas no-
vohispanas existentes en el país y fuera de él. Así también, los
registros de los incunables que se conservan en México; la canti-
dad de escritos prohibidos que la Inquisición incluyó en sus
edictos y las denuncias que los fieles presentaron ante el tribunal
de la fe.
De los incunables que se conservan en México, aquellos que
fueron impresos en las primeras décadas de los talleres tipográfi-
cos (1455-1500), se han registrado más de 250 ejemplares en dis-
tintas bibliotecas. Se localizan sobre todo en la Biblioteca Nacional
(182), por haberse reunido en ella la mayor parte de las coleccio-
nes de fondos conventuales. así como otras bibliotecas de la Re-
pública Mexicana. Las principales son la Pública del Estado de Ja-
lisco en Guadalajara (15), Eusebio Kino del Instituto Libre de Filo-
sofía y Ciencias del la ciudad de México (15), Francisco de Burgoa
de Oaxaca (10), José Ignacio Gallegos Caballero de Durango (7),
Pública y Universitaria de Morelia (6), Museo Casa de Morelos,
también en Morelia, entre otras 2.
Dichas obras datan principalmente de los años 90 del siglo XV y
fueron publicados en alrededor de 30 ciudades de los actuales te-
rritorios de Italia, Alemania, Francia y España 3.

2 Cfr. E. CARREÑO VELÁZQUEZ, Catálogo de incunables, Instituto Nacional de Antropo-


logía e Historia, México, 2000. J. YHMOFF CABRERA, Catálogo de incunables de la Bi-
blioteca Nacional de México, presentación de Ernesto del Torre Villar, Universidad
Nacional Autónoma de Máxico, México, 1987.
3 Cfr. J. YMHOFF y E. CARREÑO, Ibidem.

9
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Sobresalen como productoras las ciudades italianas, sobre todo


Venecia con 119 ejemplares, porque a fines del siglo XV ya se ha-
bía convertido en el principal centro editor del mundo, en detri-
mento de las ciudades alemanas, sobre todo de Maguncia (Mainz),
donde nació la tipografía, y de otras ciudades del territorio ale-
mán, donde primero se extendió. Le siguen bastante lejos, Milán
con 22, Lyon con 16, Nuremberg con 25, Estrasburgo con 12, París
con 7, etcétera 4.
Algunos de los autores más celebres de los incubables que se
encuentran en México son el filósofo y teólogo dominico alemán
san Alberto Magno, doctor universalis, magnus in magia, major
in philosophia y magnus in theologia, quien vivió entre los años
de 1200 y 1280; el franciscano san Buenaventura (Juan Fidanza,
1230-1298) doctor seraphicus, y el fraile dominico hagiógrafo Ja-
cobo de Vorágine (Iacopo de Varazze, 1228?-1298), autor, entre
otras obras, de la célebre vida y leyenda de santos titulada Leyen-
da dorada. Los tres fueron escritores prolíficos e influyentes des-
de el siglo XIII y en épocas posteriores.
En cuanto a los libros prohibidos, fueron numerosos los consig-
nados en los edictos de la Inquisición pricipalmente en el siglo
XVIII y principios del XIX, época de consolidación del libro im-
preso. Los edictos estaban destinados a normar la conducta de los
fieles mediante disposiciones que pretendían abarcar todos los po-
sibles comportamientos desviantes de la religión católica, y se con-
virtieron a menudo en largas listas que consignaban los título de
los escritos que no debían leerse. Además de los títulos, asentaban
las características de las obras y los motivos por los cuales se veta-
ba su lectura. De esto último, tenemos el caso, por ejemplo, de las
misivas del político y financiero español conde Francisco de Caba-
rrús al escritor y tamién político español Gaspar Melchor de Jove-
llanos. Se titulan Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la
opinión y las leyes oponen a la felicidad pública, precedidas de
otra al Príncipe de la Paz, impresas en Vitoria por Pedro el Real
en 1808 y reimpresa en Madrid en 1813. Fueron prohibidas por el

4 Ibidem.

10
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

edicto del 10 de octubre de 1819 “por contener máximas y doctri-


nas pestilentes, nocivas a la religión y buenas costumbres, antipo-
líticas, subversivas, sediciosas, revolucionarias, escandalosas, inju-
riosas, erróneas y heréticas.”
Es decir que, al igual que los incunables, en el otro extremo del
periodo colonial, los libros prohibidos por el Tribunal del Santo
Oficio de México durante el siglo XVIII y principios del XIX, pro-
cedían del extranjero. Fueron poco más de 2,000 impresos en las
más diversas ciudades españolas, francesas, holandesas, alemanas,
inglesas, italianas y varias más. Sobresalen Madrid (172), París
(156), Londres (80), Amsterdam (84), Valencia (40), La Haya (37),
Ginebra (24) y Cádiz (35). En este caso en un número mayor que
el de los incunables, porque la cantidad de libros producidos en
general era más alta. También varía el orden de importancia de los
lugares de edición, debido a que en esta última época las ciuda-
des españolas eran las que más publicaciones exportaban a la
Nueva España, y porque París se había convertido en el productor
más destacado 5.
Se trató de obras de diversa índole, extensas y breves, incluso
de papeles sueltos impresos y manuscritos, todos ellos contenidos
en los expedientes inquisitoriales sobre libros prohibidos. Fueron
de autores famosos, no famosos y anónimos. Por ejemplo:
Fr. Nicolás de Jesús Belando, Religioso franciscano descalzo,
Historia civil de España, Sucesos de la guerra y tratados de paz des-
de el año 1700 hasta el de 1773, Madrid, Imprenta y librería de
Manuel Fernández, 1740-1744. Fue condenada en 1744 y en 1745.
José Bonaparte, Proclama, Madrid, 22 de marzo de 1810, prohi-
bida el 28 de septiembre del mismo año.
Bossuet, Meditaciones sobre el Evangelio, t. I, traducción del
francés por Francisco Martínez Moles, Madrd, en 8º, Antonio Ma-
yora, 1770, Imprenta de Joaquín Ibarra, 1775, vetada el 5 de mayo
del año siguiente. O bien,

5 Cfr. J.A. RAMOS SORIANO, “Orígenes de la literatura en la Nueva España del siglo
XVIII”, en Seminario de Historia de las mentalidades, Vida cotidiana y cultura en el
México virreinal. Antología, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México,
2000, pp. 281-315.

11
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Mirabeau, Le libertin de qualité, ou confidences d’un prisonnier


au château de Vincennes, écrites par lui même, avec figures, (El li-
bertino de calidad, o confidencias de un prisionero del castillo de
Vincennes, escritas por él mismo, con ilustraciones), Estambul,
1784. Fue prohibido el 13 de septiembre de 1799 6.

Las prohibiciones de libros en los edictos se reflejaron en las


también numerosas denuncias presentadas al Santo Oficio, lo cual
indica la circulación efectiva de obras de este tipo en el virreinato
novohispano, ya fueran vetadas o sospechosas. En el caso de las
sospechosas, éstas se analizaban para determinar si debían ser
prohibidas o no.
De igual manera, en correspondencia con las prohibiciones in-
quisitoriales de ciertas lecturas, lo mismo sucedió con los escritos
denunciados ante el Santo Oficio durante este periodo. Es decir, la
mayoría de estos libros llegaban al virreinato procedentes de los
lugares citados, aunque a principios del siglo XIX ya aparecieron
publicaciones novohispanas entre las proscritas. Se trató sobre to-
do de proclamas, hojas sueltas y periódicos revolucionarios 7. No
faltaron, sin embargo algunas obras extensas e incluso relaciona-
das con acontecimientos o personajes aparentemente ajenos al vi-
rreinato, pero que por alguna razón se publicaro aquí.
Muestra de lo anterior fueron el cuarto tomo de la obra de Juan
López de Cancelada, de título Decreto de Napoleón, emperador de
los franceses, sobre los judíos residentes en Francia, impresa por
Mariano Zúñiga y Ontiveros, prohibida en 1809. Otros escritos fue-
ron el Decreto constitucional para la libertad de la América Mexi-
cana, sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814, y “Pro-
clama impresa que comienza: cuando el esfuerzo…”, de Ignacio
López Rayón. Ambas publicaciones fueron vetadas por el edicto
inquisitorial del 8 de julio de 1815 8.
Lo anterior se refiere principalmente a publicaciones que llega-
ron de fuera, pero en la Nueva España la producción no fue des-

6 RAMOS SORIANO, “Orígenes geográficos…,” op. cit., pp. 292-293, 295.


7 Cfr. RAMOS SORIANO, Los delincuentes de papel…, op. cit.
8 RAMOS SORIANO, “Orígenes geográficos…”, op. cit., p. 294.

12
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

preciable. Ya a fines del siglo XVI, el primero del virreinato, hubo


una decena de impresores, lo que nos puede indicar que el nego-
cio de la imprenta no era tan poco rentable como pudiera pensar-
se. Y el número de imprentas e impresiones siguó creciendo en
las épocas posteriores, como lo comprueban las extensas biblio-
grafías elaboradas al respecto, sobre todo desde Juan José de
Eguiara y Eguren a mediados del siglo XVIII, hasta José Toribio
Medina a principios del XX 9.
Debemos tener en cuenta también que entre el establecimiento
del primer taller tipográfico de la ciudad de México en 1539, y la
publicación de la Biblioteca mexicana de Eguiara, primer catálogo
general de las impresiones novohispanas en 1755, habían pasado
ya más de dos siglos. Es decir, cuando, es de pensarse, había des-
aparecido gran número de ejemplares, muchos de los cuales fue-
ron de uso rudo: catecismos, vocabularios, grámaticas y dicciona-
rios, en castellano y lenguas indígenas. En el siglo de la Conquista
se trató principalmente de textos utilizados constantemente por los
frailes como herramientas para enseñar a los naturales a leer y es-
cribir, así como los rudimentos de la fe cristiana. Y no precisamen-
te en aulas, donde los ejemplares podían resguardarse, sino a la
intemperie y acompañando a los evangelizadores en sus constan-
tes recorridos.
Así pues, los libros de que disponían los lectores novohispanos,
eran los que se producían en el virreinato y los que llegaban del
extranjero, por lo que la cantidad era abundante.

La circulación del libro en el México colonial


¿Qué sucedió entonces con la aparente falta de lectura que po-
demos percibir en una primera aproximación? Tal vez podemos
pensar en una lectura intensiva, es decir, que los pocos lectores
que había leían bastante.
Quienes estudiaban eran bilingües, pues el saber latín era indis-
pensable para adentrarse en las diversas ramas del conocimiento.

9 Cfr. E. RIVAS MATA, Bibliografías novohispanas o historia de varones eruditos, Insti-


tuto Nacional de Antropología e Historia, México, México, 2000.

13
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Eso, sin contar con quienes habían aprendido lenguas indígenas o


sabían otro u otros idiomas extranjeros.
Además de lo anterior, eran habituales dos tipos de lectura, una
directa y otra indirecta; una circulación física de los escritos y una
transmisión oral de las ideas contenidas en ellos.
La primera, por medio de la compra-venta, como mercancía, en
una época en que por lo general no existía el comercio especiali-
zado y los libros eran objeto de transacción en diferentes tipos de
establecimientos, o entre vendedores ambulantes de todo tipo de
artículos.
Por ejemplo un caso, entre otros, relacionado directamente con el
tema general que aquí nos ocupa, el de la Compañía de Jesús, que
como tantos y variados temas se ligaron de una u otra manera con
el amplio asunto de la censura de libros. Me refiero a la declaración
del comerciante Mariano Castillo, encargado de una almoneda,
quien en 1815 informó a la Inquisición de México sobre un texto
embargado por este tribunal en contra de los miembros de dicha
orden 10. Se trató de Retrato de los jesuitas, breve obra de largo título
traducida del portugués al castellano impresa en Madrid en 1768 11,
de la cual el declarante informó simplemente haber oido la lectura
de algunos párrafos en su establecimiento por parte de José María
Olibarri, empleado de la Casa de Moneda. En este caso también
aparece un barbero de nombre Paulino, quien había vendido el
ejemplar del libro a “un empleado real” (imagen 1).
También era común el regalo, por ejemplo entre funcionarios,
clérigos u oficiales del ejército que pasaban por el territorio en trán-
sito y regalaban libros a sus conocidos que radicaban en el lugar.
Era el caso también de algunos más que habían desempeñado sus

10 Archivo General de la Nación, ramo Inquisición (Riva Palacio), v. 47, exp. 8. Cfr.
J.A. RAMOS SORIANO, Los delincuentes de papel… op. cit., pp. 244-245.
11 Retrato de los jesuitas, formado al natural por los más sabios, y más ilustres católi-
cos. Juicio de los jesuitas autorizado con auténticos, e innegables testimonios, por los
mayores y más esclarecidos hombres de la Iglesia, traducido del portugués en caste-
llano para desterrar las obstinadas preocupaciones, y voluntaria ceguedad de los
muchos incautos, e ilusos, que contra el hermoso respeto de la verdad cierran los
ojos, Nullum ad nocendum tempus augustum et mzlis, Oficina de la viuda de Eliseo
Sánchez, Madrid, 1768, 142 p.

14
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Imagen 1. Ejemplo de libro revisado por la Inquisición, Juan de Casiano, Opera


omnia, Trevi, Juan Bautista & Guillermo Riverios, 1628. Acervo: Museo Nacional del
Virreinato, INAH

15
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

funciones o actividades en el virreinato y partían a otros lugares. En


fin, como ahora, el regalo o préstamo de libros entre amistades 12.
Era común, igualmente, la copia, aunque no como fue costum-
bre durante milenios hasta la invención de la imprenta, en que los
libros se reproducían uno por uno y durante varios días, meses o
años, según la extención del texto. O como a partir del surgimien-
to de las universidades, cuando los copistas comenzaron a prolife-
rar alrededor de estos centros educativos para transcribir en grupo
diferentes secciones de una obra y abreviar la espera. En tiempos
novohispanos se trató de textos breves, como coplas y textos bur-
lescos. Entre ellos, el Padre Nuestro contra los gachupines, del
cual se reprodujeron distintas versiones 13.

Una de ellas termina diciendo:


Líbranos del mal en fin
Y de todo gachupín,
Por siempre jamás… amén 14.

En tanto que otra reza:


¡Oh, Dios mío! Ponnos en paz,
y nuestra queja acalla,
líbranos de esta canalla
y al reino no vengan… más,
ni vea por acá jamás
ninguno de ellos, de quien
jamás tenemos un bien;
en fin… líbranos del mal
y de esta plaga infernal.
Así sea, Señor… amén 15.

12 Cfr., J.A. RAMOS SORIANO, “Usos librescos, en Historias, Revista de la Dirección de


Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, núm. 27, octu-
bre 1991-marzo1992, México, pp. 91-95.
13 P. GONZÁLEZ CASANOVA, La literatura perseguida en la crisis de la Colonia, 2ª ed.,
Secretaría de Educación Pública, México, 1986, pp.. 91-92. J.A. RAMOS SORIANO, “Usos
librescos”, op. cit., p. 94.
14 Texto citado por GONZÁLEZ CASANOVA, op. cit., p. 91.
15 Ibidem, p. 92.

16
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

O bien, las coplas que se cantaban en el baile del Chuchumbé


denuciado a la Inquisición el 27 de octubre de 1766, de los cuales
cito algunos versos para tener una idea de lo que trataban y de
porqué fue prohibido por el tribunal:

En la esquina está parado


un fraile de la Merced
con los hábitos alzados
enseñando el chuchumbé

Que te pongas bien,


que te pongas mal,
El chuchumbé
te he de soplar.

Esta vieja santularia


Que va y viene a San Francisco,
toma el Padre, daca el Padre,
y es el padre de sus hijos.

De mi chuchumbé,
de mi cundabal,
que te pongas bien,
que te voy a aviar.

El Demonio de la China
del barrio de la Merced,
y cómo se zarandeaba
metiéndole el chuchumbé 16.

En cuanto a la forma en que circulaba un texto, conocemos el


caso de un folleto denunciado al Santo Oficio el 15 de mayo de

16 El texto completo se reproduce en G. BAUDOT y M. ÁGUEDA MÉNDEZ, Amores pro-


hibidpos, La palabra condenada en el México de los virreyes, Antología de coplas y
versos censurados por la Inquisición de México, prólogo de Elías Trabulse, Siglo XXI,
México, 1997.

17
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

1784 17. A pesar de que se trata de un manuscrito de circulación


muy limitada que se difundió también en una zona muy concreta
del obispado de Puebla, es particularmente importante no sólo
porque el folleto fue copiado, sino porque nos ilustra sobre la cir-
culación de algunos escritos y acerca del proceder del Santo Ofi-
cio en el tema de las denuncias de escritos sospechosos.
El título del folleto era Desengaño sobre la falsa piedad, y error
del amor desinteresado, con reglas para la práctica y ejercicio de la
caridad verdadera. Su autor, José Rivera Salazar, cura de Atzalan,
en dicho obispado, bibliotecario de laos colegios de San Pedro y
San Juan, así como ex colegial y catedrático de Concilios, Historia
y Disciplina eclesiástica en el Real y Pontificio Seminario Palafo-
xiano de la capital del mismo obispado.
Según su enunciado, el folleto trataba sobre el tema de la cari-
dad, que comprende el amor de Dios y del prójimo, y que con la
fe y la esperanza constituye las virtudes teologales en la religión
cristiana. La denuncia fue presentada por otro eclesiástico, Geróni-
mo Peláez, cura coadjutor del pueblo de San Andrés Chalchico-
mula (hoy Ciudad Serdán, Puebla). El motivo fue porque el ma-
nuscrito “[…] se había difundido con el escándalo de los buenos y
la ruina de los incautos.” Según el denunciante, el texto contenía
proposiciones acerca de diversas manifestaciones del amor a Dios,
e incluso de los santos bíblicos, y condenaba como pecado mortal
el uso del “generoso” acto de contrición, el cual se define como el
“arrepentimiento de haber ofendido a Dios, sólo por ser quien es.”
El asunto duró más de 20 años (1784-1805) y no tuvo una reso-
lución definitiva, pero es significativo para el tema que estamos tra-
tando por las condiciones en que se desarrolló. Hubo en total nue-
ve personas implicadas en el asunto aparte del autor del escrito y
el denunciante, eclesiásticos en su mayoría: Juan Rendón Palomi-

17 Archivo General de la Nación de México (AGNM) Ramo Inquisición (Riva Pala-


cio), volumen. 32, expediente 10. Cfr. J.A. RAMOS SORIANO, “Inquisición sobre un es-
crito en el siglo XVIII. Formas de comunicación en el Tribunal del Santo Oficio no-
vohispano, en Seminario de Historia de las Mentalidades, Senderos de palabras y si-
lencios, Formas de comunicación en la Nueva España, Instituto Nacional de Antro-
pología e Historia, México, 2000.

18
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

no, padre del pueblo de San Andrés, poseedor del folleto; Manuel
Trujillo, alférez de la milicia del lugar, amigo del autor, quien llevó
el manuscrito a San Andrés; José Huerta, habitante del lugar, quien
mostró el folleto al padre Rendón y al fraile franciscano Juan Bue-
no. También poseían un ejemplar Andrés de Uriarte, prior del con-
vento de San Agustín, José Tapiz, cura de San Juan de los Llanos y
José Jiménez, profesor de los colegios de San Pedro y San Juan.
Por supuesto, también fueron lectores los calificadores del San-
to Ofico encargados de dictaminar si el escrito era condenable o
no: el fraile carmeita José Francisco Varas Valdés, cuyo parecer fue
negativo; el hermano dominico Domingo de Gandarias, de opi-
nión favorable, y el también fraile carmelita Mateo de la Santísima
Trinidad, quien fue de la misma opinión de este último. Comenta-
rio aparte, estos calificadores fueron de los más activos del siglo
XVIII 18, lo cual muestra que, a pesar de la poca importancia de la
circulación del manuscrito que nos ocupa, por sus características y
por la limitada zona geográfica en que se difundión, atrajo de ma-
nera particular la atención del Santo Oficio, aunque al final, tal vez
por la diferencia de pareceres de los calificadores, no haya deter-
minado nada sobre el asunto.
Los eclesiásticos, incluyendo al denunciante y al autor, pertene-
cían al bajo clero y dos eran regulares. De estos últimos, uno era
de la jerarquía de la Iglesia, ya que se trataba del prior del con-
vento de San Agustín, y otro, fraile franciscano. Se menciona asi-
mismo a “un obispo” a quien, según el autor, consultó sobre su
escrito, a un habitante de San Andrés y a un oficial del ejército,
aunque no de alto rango.
Así, el folleto en cuestión, como tantos otros escritos que circula-
ron en la Nueva España, especialmente los impresos, permeó no
sólo jerarquías y ámbitos sociales, sino también geográficos. El
ejemplo citado implicó personajes que se movían en el obispado de
Puebla, tanto en su capital como en algunas de sus poblaciones,

18 J.A. RAMOS SORIANO, “El ‘santo oficio’ de los calificadores de libros en la


Nueva España del siglo XVIII”, en C. CASTAÑEDA, Del autor al lector, I. Histo-
ria del libro en México, II. Historia del libro, Centro de Investigaciones y Es-
tudios Superiores en Antropología Social/Miguel Ángel Porrúa, México, 2002,
pp. 179-197.

19
ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

hubo lectura en voz alta, ya que el denunciante afirmó que el padre


Juan Rendón se lo había leído y, si se trató de un manuscrito, tam-
bién fue copiado, ya que se mencionó a varios de sus poseedores.
Pero en general, la transmisión oral de las obras en territorio no-
vohispano fue amplia, como en tertulias donde alguien leía para
un grupo de personas, representaciones teatrales de piezas escritas
y la lectura de textos edificantes, como las que se realizaban en
los refectorios, mientras los miembros de la comunidad tomaban
sus alimentos. Cuentan también los comentarios sobre un libro en
un lugar cualquiera, en cierta esquina o establecimiento, comenta-
rios que no sólo escuchaban el o los interlocutores, sino incluso
otras personas ajenas que pasaban o se encontraban cerca. Si la
lectura silenciosa fue cobrando importancia a partir de la Edad
Media, durante la época novohispana, como ahora, continuó sien-
do sólo una de las maneras de leer.

Conclusión
Luego entonces, el libro o el escrito en general, es actualmente
un instrumento de comunicación entre otros, pero sobre todo en el
siglo XVIII era la época del “libro triunfante” como medio de co-
municación de las ideas por excelencia. Y la Nueva España no fue
ajena al proceso de la difusión del libro por el mundo, ni de la lec-
tura ni de su producción. Respecto a lo primero, porque recibió las
publicaciones de los centros editores europeos más importantes
desde los inicios de la imprenta y más adelante según la época. Pe-
ro además, en cuanto a lo segundo, se introdujo en la geografía de
la edición con publicaciones propias de su territorio. Además, par-
ticipó activamente todo el tiempo en su difusión oral y escrita.
Así, la situación de la lectura en la Europa del siglo XV, la con-
dición de Bernal Díaz del Castillo como lector y la circulación de
libros en la Nueva España, se perciben más cercanas de lo que
pudiera pensarse.

Fuentes primarias
Archivo General de la Nación de México (AGNM) Ramo Inquisi-
ción (Riva Palacio), volumen. 32, expediente 10.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

Bibliografía
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coplas y versos censurados por la Inquisición de México, prólogo
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HERREJÓN PEREDO, Carlos, Morelos, vida preinsurgente y lecturas,
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versidad Nacional Autónoma de México, México, 1987.

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ANNO III - N. 2 PROGRESSUS

José Abel Ramos Soriano


Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor investigador
del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el Museo Na-
cional del Virreinato y en la Dirección de Estudios Históricos
(DEH). En el Museo del Virreinato fue además Subdirector y Di-
rector. En la DEH, donde labora actualmente, fue miembro funda-
dor del Seminario de Historia de las Mentalidades y Coordinador
del mismo. Sus principales temas de estudio son la historia del li-
bro en México, la Inquisición y las Mentalidades de la Nueva Es-
paña, temas a los que ha dedicado diversas publicaciones en li-
bros colectivos y revistas. Publicaciones recientes: Los delincuentes
de papel, Inquisición y libros en la Nueva España (1571-1820),
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Fondo de
Cultura Económica, 2011. Primera reimpresión 2013. (Coordina-
dor) Historias de la época colonial y del siglo XIX en México, Méxi-
co, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2015. (Coautor),
Vocabulario eclesiástico novohispano, México, Instituto Nacional
de Antropología e Historia, 2015.

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