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Instituto Superior de Formación Docente

nº163

Profesorado de Lengua y Literatura

curso: 4º

año: 2021 Pandemia y


Materia: Análisis e intervención en
situaciones de convivencia escolar resignificación de
Profesora: Susana Rodríguez

Alumna: Tolosa Valeria


la violencia

valeria tolosa
INTRODUCCIÓN

Todos podríamos definir qué es la violencia, incluso, según la rae la violencia es:

1.  f.  Cualidad  de  violento.

2.  f.  Acción  y  efecto  de  violentar  o  violentarse.

3.  f.  Acción  violenta  o  contra  el  natural  modo  de  proceder.

4.  f.  Acción  de  violar  a  una  persona”

Entonces, vemos que se trata de una definición aparentemente simple, porque se ha

establecido connotativamente a partir de convenciones socialmente establecidas.

La violencia, tiene aspectos que parten de los juicios, por ello si intentamos

posicionarla como proveniente de los sistemas educativos, será necesario pensarlos

desde un determinado punto en particular. Lo cierto es que, desde el inicio de una

inesperada pandemia mundial, la violencia ha configurado un plano que va más allá de

lo acaecido en las infraestructuras escolares pre pandemiales, por lo que, en este

presente ensayo destacaremos algunas características vinculadas con la violencia escolar

en situaciones anteriores a la pandemia, para dar paso a la configuración de la violencia

escolar argentina en la actualidad dado que, lejos de eliminarse, al no existir un espacio

físico en el que se haga palpable, se ha reconfigurado.


DESARROLLO

Daniel Miguez y Adela Tisnez en Violencias y conflictos en las escuelas. Midiendo

la violencia en las escuelas argentinas, pensaron la cuestión de la violencia escolar pre

pandemial y llevaron a cabo para tal fin, diversas investigaciones.

Según sus estudios, puede optarse por dos caminos a la hora de pensar a la violencia:

 La mirada que restringe el hecho de violencia, que plantea que violencia es aquella que

refiere a la transgresión legal y,

 La mirada más abarcativa, que establece el punto a partir de la víctima. De este modo,

no se pone el foco en el marco meramente legal, sino que se piensa desde una

perspectiva que implique el reconocimiento de un número mayor de personas que sufren

violencia de diversos tipos.

Es decir que, entran en juego múltiples violencias que son ignoradas por el código

penal, pero que son sumamente nocivas para quienes las sufren. Pensemos en violencias

que van más allá de lo físico. Violencia verbal, estigmatizante, violencia psicológica,

incluso violencia institucional, que refleja un claro abuso de las autoridades educativas

por sobre uno, una o varias/os personas.

En algunos casos podría pensarse que la violencia en las escuelas se ha intensificado

debido a cuestiones netamente internas, sin embargo, hay otras investigaciones que

demuestran que la acentuación del grado de violencia en las escuela se debe a otros

factores externos, como por ejemplo las cuestiones relacionadas con la divergencia en

los entornos sociales, como las situaciones de pobreza, algo que se ve claramente

marcado y potenciado en la actualidad donde atravesamos por una pandemia mundial


que ha hecho que las desigualdades sociales se acentúen con mayor fuerza y las

violencias, se resignifiquen.

En los análisis estadísticos planteados por los autores Daniel Miguez y Adela Tisnez

anteriores a la pandemia, la mirada nos lleva a poner el foco en algunos tipos de

violencia, tales como: violencia física entre compañeros, robos de diversa índole, temor

a ser lastimado. Llegando a algunas conclusiones que derivan en la idea de que los

robos pasan a un grado menor de violencia, mientras que la problemática ante

situaciones de violencia física muestra notoriamente que son los estudiantes de menores

recursos quienes optan por silenciar las situaciones de abuso, y los que están en una

situación de vulnerabilidad económica menor, son quienes hacen más notoria la

victimización ante las violencias.

Lo que queda claro en los estudios en torno a la violencia es que, ante menor estado

de pobreza, mayor es el grado de victimización (quizás porque crecen con otros estilos

de vida que hacen naturalizar ciertas violencias q no son vistas como algo “grave” en

sus entornos de desarrollo próximo) además, podría pensarse que, si se trata de

transgredir normas entonces no pueden responder afirmativamente sobre casos de

victimización, estableciendo una determinada reticencia a hablar de ciertas cuestiones

(pensemos en la idea de “ser machito”, “ser hombre y hacerse hombre”, ser el que

“pegue primero”, etc.) En algunos entornos sociales, estas conductas suelen ser

legitimadas e incluso alentadas por el grupo de pertenencia del estudiante.

Ahora bien, ¿qué sucede en contexto de pandemia? las violencias siguen estando,

pero ha cambiado su forma. Vemos como plantean los autores Daniel Miguez y Adela

Tisnez que, existe una reticencia a hablar de las violencias sufridas, y si pensamos en

que siguen existiendo en contexto de pandemia, ¿Cómo hacemos para estar alerta ante

estas situaciones?
Hoy, la violencia se transforma en grooming y ciberbulling o ciberacoso, entre otras,

donde queda claramente observado que los comportamientos en torno a esto siguen

siendo los mismos que en la presencialidad. Son quienes están expuestos a una situación

de mayor vulnerabilidad los que mantienen cierta reticencia a hablar de lo que están

sufriendo, y que por lo tanto no se victimizan ante la situación. Por el contrario, se hace

visible y notorio en aquellos que mantienen una mejor relación económica en situación

de pandemia, dado que son quienes suelen presentar un grado de victimización mayor.

Sin embargo, también vemos otro tipo de violencia que es el ejercido por el Estado y

las instituciones educativas, que aún siguen estando ausente ante las demandas

requeridas para garantizar una educación de calidad. Sabemos que se intenta romper la

brecha de algún modo, pero esa grieta sigue en aumento. Tenemos jóvenes que no

pueden acceder a una computadora para conectarse a las clases, que tienen un solo

celular para usar en toda la casa y son muchos estudiantes para trabajar con las

cuestiones educativas, que aun, incluso, hay instituciones que ejercen violencia

imponiendo ciertas normas o formas de transcurrir el ciclo lectivo que son

incompatibles con muchos estudiantes porque no tienen acceso a ellas. Por ello decimos

que las violencias en pandemia se han resignificado.

Jurado Aranxa (2020) dice que, para el 2017, UNICEF, en su informe anual “El

Estado Mundial de la Infancia 2017: Niños en un mundo digital” señaló que internet

aumenta la vulnerabilidad de los niños a los riesgos que representan la difusión de

información privada, la exposición a temas perjudiciales y, por sobre todo, al acoso

cibernético, indicando también que los jóvenes son el grupo que más utiliza los medios

virtuales, estimando que, en todo el mundo,  el 71% utilizan internet en comparación

con el 48% de la población total. Siguiendo esta línea discursiva, para el año 2020, con

el inicio de la pandemia y la entrada en vigencia del régimen escolar virtual, registraron


mediante la encuesta de “U-Report” 8000 respuestas, que revelaron que más de

la cuarta parte de jóvenes había sufrido casos de ansiedad, y un 15% depresión

durante estos tiempos de confinamiento y educación remota.

Las consecuencias del acoso virtual no siempre resultan muy evidentes, sino que,

antagónicamente, pueden llegar a pasar desapercibidas por estar relacionadas con

conflictos de autoestima, depresión, ansiedad, problemas para dormir, desanimo o

derivar en un conflicto mayor, como resultar implicado en “sexting” “grooming” o

“ciberbulling”.

Los autores Daniel Miguez y Adela Tisnez, decían que son los excluidos aquellos

que están en mayor posibilidad de presentar acciones violentas o incluso de llevar armas

a la institución educativa, tal como a ocurrido en múltiples oportunidades. Bastará con

recordar el caso del estudiante que asesinó e hirió a sus compañeros en Rafael Calzada,

luego de haber pasado por un largo tiempo de acoso y bulling, dado que lo llamaban

“pantriste” hecho que ocurrió hace precisamente 20 años, en Argentina.

Si llevamos a la actualidad dicha situación de violencia en torno al bulling, acoso

escolar o ciberacoso en pandemia, podemos observar que aquellos excluidos optan

simplemente por abandonar la escuela ante casos de violencia o acoso virtual, ocultando

la mirada bajo “situaciones de no conectividad” que parece ser la única manera de

enfrentarse o escapar de estas situaciones. Por lo que, es posible observar cómo siguen

existiendo conductas de reticencia o desestimación por parte de quienes sufren violencia

y se alejan claramente, de la mirada de “victima”.

Conclusión:
En conclusión, estamos ante un mundo que ha cambiado radicalmente debido a una

pandemia que ha reconfigurado no solo las formas de ser y estar en la escuela, sino

también las formas de vinculación con la violencia, dado que, al pensar que la violencia

está ligada a la presencialidad y las formas físicas, dejamos por fuera nuevas

configuraciones de la misma desde la virtualidad, pero que siguen manteniendo un gran

nexo entre las formas representativas de la violencia en estratos de mayor o menor

vulnerabilidad social. Vemos que, si bien las formas de violencia se ven modificadas,

sigue existiendo cierto temor o rechazo a hablar de violencias sufridas por parte de

quienes están del lado de la brecha educativa con mayor desigualdad, que aquellos que

están en mejores condiciones y que son quienes, en su mayoría, no ocultan la mirada

respecto a la victimización de violencia sufrida. Pero también, creo que en este plano

queda fuertemente visible la forma de violencia que se ejerce por algunas instituciones

educativas que plantean políticas sumamente alejadas de la realidad de muchos

estudiantes. Será necesario seguir profundizando el trabajo en torno a desarrollar

políticas públicas y educativas en pos de garantizar una mejor situación educativa, que

sea garantizada y de calidad, a partir de pensar los nuevos paradigmas educativos a los

que nos ha enfrentado la pandemia, como así también, en torno a las nuevas formas de

ser, estar y habitar la escuela, y las nuevas perspectivas en torno a la violencia que, lejos

de desaparecer, se ha resignificado y a cobrado un nuevo sentido.


Bibliografía:

 Jurado Aranxa: https://www.amnistia.org/ve/blog/2021/05/18620/la-pandemia-

caldo-de-cultivo-para-el-aumento-de-los-casos-de-acoso-escolar

 Infobae sobre el caso de asesinato escolar:

https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2020/08/04/a-20-anos-de-la-matanza-

escolar-del-joven-al-que-llamaban-pantriste-el-sangriento-final-del-caso-que-

instalo-el-debate-sobre-el-bullying/

 Miguenz Daniel. Violencias y conflictos en las escuelas, “Midiendo la violencia en

las escuelas argentinas”, de Daniel Miguez y Adela Tisnez

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