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Es un seguro obligatorio que los empleadores deben contratar para todos sus trabajadores, sean
eventuales o permanentes, en caso la empresa realice alguna de las actividades consideradas de
riesgo en la legislación vigente.
Este SEGURO OBLIGATORIO fue creado por la Ley N° 26790 LEY DE MODERNIZACIÓN DE
LA SEGURIDAD SOCIAL EN SALUD que brinda prestaciones de salud y ECONÓMICAS, a los
Afiliados Regulares del Seguro Social de Salud que desempeñan actividades de riesgo listadas
en el Anexo N° 5 del Decreto Supremo N° 003-98-SA.
La obligación de contratar y pagar este seguro es de las y los EMPLEADORES que realizan
actividades de riesgo, así como toda institución que destaque personal hacia centros de trabajo
donde se ejecuten las actividades de riesgo.
¿Qué es el SCTR?
El Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo – SCTR fue creado por la Ley N.º 26790 y se
rige de acuerdo a las normas técnicas del D.S. 003-98-SA del 14 de abril de 1998. Otorga
prestaciones de salud y económicas por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales a
los trabajadores, (empleados dependientes o independientes y obrero) que tienen la condición de
afiliados regulares del Seguro Social de Salud y que laboran en un centro de trabajo en el que se
desarrollan actividades de riesgo previstas por ley. Las prestaciones de salud son otorgadas por
EsSalud o por una Entidad Prestadora de Salud – EPS. Las prestaciones económicas serán
contratadas por la entidad empleadora, a libre elección, con una compañía de seguros o con la
ONP.
¿Cuáles son las empresas obligadas a contratar el SCTR?
1. Las empresas que realizan actividades de riesgo señaladas en el anexo 5 del DS 009- 97-SA.
Reglamento de Ley N.º 26790.
2. Las empresas de servicios especiales.
3. Los contratistas y subcontratistas.
4. Las instituciones de intermediación o provisión a mano de obra.
5. Las cooperativas de trabajadores
Monto de la Pensión
- 41% de la "REMUNERACION MENSUAL" para el cónyuge o conviviente.
- 35% de la "REMUNERACION MENSUAL" para el cónyuge o conviviente, en caso de tener hijos.
- 14% de la "REMUNERACION MENSUAL" a cada hijo menor de 18 años, así como para los
mayores de edad en caso de que se encuentren incapacitados.
- 14% de la "REMUNERACION MENSUAL" para cada uno de los padres siempre que hayan sido
calificados de incapacidad total o parcialmente, tengan más de 60 años de edad y hayan
dependido económicamente del causante.
Nivel de riesgo III comprendido por extracción de madera, pesca, construcción. El aporte será de
1.53 % de tu remuneración mensual.
Nivel de riesgo IV comprendida por explotación de minas y canteras. El aporte será de 1.83 % de
tu remuneración mensual.
Por ejemplo, si eres un trabajador del nivel de riesgo II y tu remuneración mensual es de S/
1200.00 soles:
¿Qué condición debe tener el asegurado para recibir la atención médica por este seguro?
Los trabajadores dependientes: El empleador debe declarar y pagar el monto total de los
trabajadores afectos a este seguro. La cobertura para las atenciones de salud se inicia a
partir del día siguiente de la suscripción del contrato, o a partir del día siguiente del registro
del trabajador en el T-Registro.
Los trabajadores independientes: Bastará con que se encuentren al día en sus aportes
2. ¿Es el covid-19 una enfermedad profesional?
El coronavirus o covid-19 es una enfermedad respiratoria aguda, a veces grave, causada por un
nuevo coronavirus SARS-CoV2, que fue declarada como pandemia por la OMS. A la fecha, se
registran 1 292 564 contagios y 70 798 defunciones en el mundo. No existen investigaciones
concluyentes acerca de su origen, por lo que aún se sostiene que se transmitió a través del
consumo de la carne de murciélago. Ello refuerza la tesis de que se originó en circunstancias
comunes, lo que, en terminología del Derecho de Trabajo, no surgió producto de la actividad
laboral. Es decir, el covid-19 en una enfermedad común de alcance mundial.
A la fecha, muchas naciones han tomado medidas de restricción social y de asilamiento, con
variantes en cada país. Estas restricciones no han afectado las labores esenciales que en un
Estado de Derecho moderno no se pueden detener. El desarrollo hoy de estas actividades
permanentes se encuentra expuestas al contagio del coronavirus, por lo que, en primera instancia
evidencia la existencia de la POLEAV. Entonces ¿Cuál es la protección del Gobierno a estas
personas?
Esto nos plantea la pregunta de que si el covid-19 ¿Puede ser una enfermedad profesional? Esta
cuestión reabre el viejo debate allá por el 2009 cuando surgió el brote de la Gripe A (H1N1) y
muchos académicos del Derecho disputaron si ésta constituía una enfermedad profesional o un
accidente de trabajo. ¿Qué se entiende en el Perú que una enfermedad sea de origen laboral?
Para ello, debemos recurrir a la definición establecida en el art. 3 del DS 003-98-SA, Normas
Técnicas del seguro Complementario de Trabajo de Riesgo (Normas Técnicas en adelante):
“De acuerdo con lo establecido por el inc. “n” del art. 2 del Decreto Supremo N.º 009-97-SA, se
entiende como enfermedad profesional todo estado patológico permanente o temporal que
sobreviene al trabajador como consecuencia directa de la clase de trabajo que desempeña o del
medio en que se ha visto obligado a trabajar.
La tabla de enfermedades profesionales y su vinculación causal con la clase de trabajo que la
origina será aprobada por el Ministerio de Salud, a propuesta de la Comisión Técnica Médica a
que se refiere el art. 30 del presente Decreto Supremo.”
En el Perú, para que una patología sea reconocida como enfermedad profesional (en adelante
EP) basta que se encuentre en el Anexo 1 – Listado de Enfermedades Profesionales, aprobada
por la RM 480-2008/MINSA. Vale decir, todas las enfermedades mencionadas en el listado son
EP. Obviamente, como tal norma jurídica fue publicada en el 2008 no se registra el covid-19. Esto
de por sí ya es una desventaja para este momento. El tercer párrafo del art. 3 del DS 003-98-SA
precisa:
“En caso que una enfermedad no aparezca en la Tabla de Enfermedades Profesionales a que se
refiere el parágrafo anterior, pero se demuestre que existe relación de causalidad con la clase de
trabajo que desempeña el trabajador o el ambiente en que labora, será reconocida como
Enfermedad Profesional. El IPSS, las EPS, las Aseguradoras, el Instituto Nacional de
Rehabilitación y el Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades
Prestadoras de Salud, informarán a la Comisión Técnica Médica respecto de los casos que
conozcan para que las incluya en las ulteriores propuestas de modificación de la referida Tabla”.
Esto significa que si una enfermedad, que se presume común tal como el covid-19, no aparece en
la tabla o listado, tiene la opción de convertirse en EP siempre y cuando se demuestre que existe
relación de causalidad con la clase de trabajo o el ambiente donde labora el trabajador. Ahora
bien, se ha pretendido interpretar muchas veces este artículo que la declaración de EP solo le
compete a la ciencia o a un comité científico médico que haga causalidad e incorpore nuevas
enfermedades. De ser así, lamentamos que desde el 2008 no se han incluido ninguna
enfermedad al Listado a pesar de que en el 2010 la OIT publicó una Nueva Lista de
Enfermedades Profesionales, donde añadió nuevas EP a la antigua edición de la Recomendación
194, sobre la lista de enfermedades profesionales y el registro y notificación de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales, del 2002. Sin embargo, desde otro punto de vista, de la
lectura de la segunda parte del artículo citado se desprende que el IPSS (hoy EsSalud, las EPS,
las Aseguradoras, el Instituto Nacional de Rehabilitación (el INR) y el Centro de Conciliación y
Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud (hoy Ceconar) tienen la
facultad de informar a la Comisión Técnica Médica, lo cual indica que son competentes para
conocer casos dudosos de enfermedades comunes, respecto de los casos que conozcan. Ni las
Aseguradoras, el INR y mucho menos el Ceconar no son instituciones dedicadas exclusivamente
a la investigación científica médica, sino son instituciones de carácter médico legal que atienden
constantemente reclamos sobre el diagnóstico de EP, para fines de atención médica y pago de
prestaciones económicas. Desde la óptica de la interpretación teleológica ¿Por qué el legislador
le encomendó a las Aseguradoras, al INR y al Ceconar comunicar a la Comisión Técnica Médica
de los casos que conozcan de enfermedades que no aparezcan en la Tabla pero a su criterio son
profesionales? La respuesta está en la primera parte del tercer párrafo del art. 3, nuevamente lo
citamos:
“En caso que una enfermedad no aparezca en la Tabla de Enfermedades Profesionales a que se
refiere el parágrafo anterior, pero se demuestre que existe relación de causalidad con la clase de
trabajo que desempeña el trabajador o el ambiente en que labora, será reconocida como
Enfermedad Profesional.”
Esto suena a Derecho, a proceso. El “demostrar” (actividad probatoria), la “relación de
causalidad” (actividad lógica de conexión) y ser “reconocida” (consecuencia declarativa hecha por
la autoridad), son conceptos jurídicos. Ello nos conduce a reconocer que el Perú maneja un
sistema mixto en el reconocimiento de EP, el mismo que se reduce a dos puntos: 1) Un listado
pre establecido de EP; y a la vez, 2) Un listado incompleto para que cualquier administrado pueda
probar que la enfermedad que padece es una EP. Algo similar ocurre con el sistema español,
donde el art. 156 inciso “e” de la LGSS establece que se pueden reconocer nuevas EP siempre y
cuando el trabajador así lo pruebe. En sentido contrario, en otros sistemas de Derecho, se
manejan Listas cerradas, donde solo le compete a la autoridad, quien, avalada por una entidad
científica médica, declara nuevas o actualiza las EP.
Sin duda el hecho de poseer un Listado de EP mixto nos favorece, ya que no requiere de cambios
legislativos que por su naturaleza toman tiempo (recuérdese que el Listado permanece intacto
desde el 2008). Sin embargo, para el caso del coronavirus, obligatoriamente nos vamos por el
camino de la carga de la prueba sobre el trabajador, o sea, es él quien tiene que probar (lo que se
traduce en presentar documentos adicionales, como el MOF, IPER, circulares, oficios, fotografías,
etc.) que estaba expuesto a factores de riesgo. En el papel se escribe y suena bien, más en la
práctica las aseguradoras y el INR pueden negarse rotundamente a programar evaluaciones y no
reconocerlas como EP, lo cual conduce a una situación de desventaja hoy en el tiempo, por la
naturaleza rápida del coronavirus, pues queda acudir al Cecinar o al Poder Judicial, donde el
tiempo de solución para el arbitraje es de un año aproximadamente y a nivel judicial tres años. En
conclusión, el covid-19 puede ser reconocido en el Perú como EP si el interesado o administrado
prueba que efectivamente estuvo expuesto a su contagio.
A nivel internacional, la OIT publicó hace unos días un manual de preguntas y respuestas titulado
“Las Normas de la OIT y el covid-19”. En la pregunta ¿Se puede clasificar el covid-19 como una
enfermedad profesional? La OIT respondió:
“La enfermedad del COVID-19 y el trastorno de estrés postraumático contraídos por exposición
en el trabajo, podrían considerarse como enfermedades profesionales. En la medida en que los
trabajadores sufran de estas afecciones y estén incapacitados para trabajar como resultado de
actividades relacionadas con el trabajo, deberían tener derecho a una indemnización monetaria, a
asistencia médica y a los servicios conexos, según lo establecido en el Convenio sobre las
prestaciones en caso de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, 1964 (núm. 121)”.
La OIT hacía referencia a la Recomendación 194, Recomendación sobre la lista de enfermedades
profesionales, 2002, en el párrafo 1.3.9:
“1.3.9.: Enfermedades causadas por otros agentes biológicos en el trabajo no mencionados en los
puntos anteriores cuando se haya establecido, científicamente o por métodos adecuados a las
condiciones y la práctica nacionales, un vínculo directo entre la exposición a dichos agentes
biológicos que resulte de las actividades laborales y la(s) enfermedad(es) contraída(s) por el
trabajador”.
Al respecto se debe afirmar que la norma citada es otra posible salida, pero tiene el nivel de una
Recomendación, no siendo vinculante como un Convenio. Otra salida, más rápida y urgente, es
seguir la rienda de Uruguay donde la Cámara de Representantes aprobó un proyecto para
declarar el covid-19 como enfermedad profesional.
Si el coronavirus se acepta como EP no sería la primera vez que una enfermedad reconocida
como pandemia pueda convertirse en profesional. Todos recordamos el brote del VIH SIDA en los
años 80. Mucha gente murió en ese entonces, se estima que hasta hoy son 35 000 000 de
personas. A nivel internacional se dictaron medidas sanitarias y legales para contener y reforzar
la ayuda contra este mal, y luego de años de investigación la OIT, en la Recomendación 200 la
reconoció como una EP. Hoy también se encuentra en el Listado nacional.
Asimismo, también resulta evidente que cuando se refiere a “servidores de la salud” limita
únicamente a aquellos que prestan servicios en calidad de técnicos y/o profesionales de la salud,
pero no hace alusión a todos aquellos trabajadores que laboran dentro de un centro médico,
hospital, clínica, funeraria y demás establecimientos en los que también se encuentren expuestos
a la enfermedad pero que también deberían ser considerados trabajadores beneficiarios del
Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo (SCTR).
Esto ha generado un cúmulo de dudas y cuestionamientos que han traído como consecuencia,
que haya personas que se vean imposibilitadas de exigir el SCTR a pesar de trabajar de manera
expuesta a la enfermedad, y ejemplos los hay como el caso de: los policías, militares, personal
que trabaja en las funerarias, personal administrativo de los hospitales, centros médicos, clínicas,
etc.
Esto abre un abanico de posibilidades para la protección de trabajadores expuestos a situaciones
de riesgo respecto al Covid-19. Pero, debemos tener presente que las Normas Técnicas del
SCTR nos precisan que la relación de causalidad es de vital importancia para determinar qué
actividades de riesgo produjeron una enfermedad profesional, pudiéndose determinar que el
ambiente en el que labora el trabajador es riesgoso y puede generar una enfermedad profesional.
Ante dicho argumento, podría tomar fuerza la posibilidad de que otros trabajadores no incluidos
dentro de la calidad de “servidores de la salud” puedan exigir el SCTR si laboran en actividades
que impliquen un riesgo de contraer el Covid-19. Sin embargo, es evidente que resultaría
necesario que la normativa diera mayores alcances respecto a que trabajadores son
considerados servidores de la salud, y qué trabajadores que no laboran directamente con
personas afectadas con Covid-19 pero que al estar expuestas a la enfermedad por las
características de sus labores puedan también exigir el SCTR.