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HOMBRE.
Podemos afirmar que el ser humano se sabe unir a la naturaleza, más al mismo tiempo
poseedor de algún rasgo cualitativo que lo distingue de ella, esa relación paradójica se
expresa en la cultura de múltiples maneras, como pueden ser las manifestaciones artísticas
naturaleza como expresión de los estados de ánimo, religiosas, la vuelta a la simplicidad
natural taoísta o el acceso a lo divino a través de la unión mística con la naturaleza, o
científicas todos los procesos de explicación del universo a partir de conjuntos de leyes. Sin
comprender esa tensión cultural, es imposible plantear escenarios sostenibles realistas, pues
la voluntad de sobrevivir de nuestra especie, en este momento histórico, no parece ser
suficiente si va ligada tan sólo al desarrollo científico, tecnológico. Para que el sistema
tecnocientífico sea realmente una herramienta de desarrollo humano, debe insertarse en el
universo simbólico de las diversas culturas en la medida en que éstas lo demanden, y
hacerlo de forma propositiva e integradora de lo humano en el orden natural.
NATURALEZA DE LA TECNOLOGÍA.
Desde que el ser humano apareció sobre la Tierra hay tecnología. De hecho, las técnicas
utilizadas en la elaboración de instrumentos se toman como una evidencia contundente de
los albores de la cultura humana. En general, la tecnología ha sido una fuerza poderosa en
el desarrollo de la civilización, más aún cuando se ha fraguado su vínculo con la ciencia. La
tecnología lo mismo que el lenguaje, el ritual, los valores, el comercio y las artes es una
parte intrínseca de un sistema cultural y les da forma y refleja los valores del sistema,
además, es una empresa social compleja que incluye no solamente la investigación, el
diseño y las artes, sino también las finanzas, la fabricación, la administración, el trabajo, la
comercialización y el mantenimiento en el mundo actual.
A su vez, la tecnología aporta los ojos y los oídos de la ciencia y también algo del músculo.
La computadora electrónica, por ejemplo, ha conducido a un progreso sustancial en el
estudio de sistemas atmosféricos, patrones demográficos, estructura genética y otros
sistemas complejos que no hubieran sido posibles de otra manera. La tecnología es esencial
a la ciencia para efectos de mediciones, recopilación de datos, tratamiento de muestras,
computación, transporte hacia los sitios de investigación, colección de muestras, protección
de materiales peligrosos y comunicación. Cada vez más, se están desarrollando nuevos
instrumentos y técnicas a través de la tecnología que hacen posible el avance de varias
líneas de investigación científica.
Vivimos un momento de transición profunda entre una sociedad de corte industrial y otra
marcada por el procesamiento de la información y las telecomunicaciones.
REVOLUCIÓN AGRÍCOLA.
Por cientos de miles de años la humanidad vivió en grupos nómadas que se alimentaban de
la caza, la pesca y la recolección. Sin embargo, hace alrededor de 10 mil años, el hombre
aprendió a cultivar alimentos y a criar animales, ocasionando una verdadera revolución en
la estructura social: las personas dejaron de desplazarse para establecerse en pequeñas
aldeas que fueron la base de la civilización.
LA REVOLUCION INDUSTRIAL.
Hasta hace apenas unos 200 años, la organización social se estructuraba en torno a la
agricultura, pero algunas circunstancias de gran importancia habían cambiado y estaban por
dar paso a un nuevo tipo de civilización.
Se logró que más de la mitad de los habitantes del planeta fueran a la escuela y aprendieran
a leer y escribir, mientras que a principios del siglo XIX sólo una minoría tenía esa
habilidad. El número de universidades e institutos de estudios superiores se multiplicó
exponencialmente y se crearon decenas de nuevas carreras. En síntesis, el conocimiento de
la humanidad se multiplicó varias veces. Todo ello gracias a una sociedad industrial
mantenida en movimiento principalmente gracias al poder de la electricidad y el petróleo.
LA REVOLUCION INFORMATICA.
Por más de 200 años la economía mundial se sustentó en un aparato industrial en
permanente expansión y perfeccionamiento técnico que logró grandes avances, de 1800 a
finales del siglo XX la población mundial pasó de poco más de 900 millones de personas a
6 mil millones, un crecimiento nunca antes visto, debido en buena medida al progreso de la
medicina y al aumento de la productividad en todos los campos de la economía.
La ciencia ofrece soluciones para los desafíos de la vida cotidiana y nos ayuda a responder
a los grandes misterios de la humanidad. En otras palabras, es una de las vías más
importantes de acceso al conocimiento. Tiene un papel fundamental del cual se beneficia el
conjunto de la sociedad: genera nuevos conocimientos, mejora la educación y aumenta
nuestra calidad de vida.
La ciencia debe responder a las necesidades de la sociedad y a los desafíos mundiales. La
toma de conciencia y el compromiso del gran público con la ciencia, y la participación
ciudadana, incluyendo la divulgación científica son esenciales para que los individuos
tengan información suficiente para tomar decisiones razonadas a nivel personal y
profesional.
Para afrontar los desafíos del desarrollo sostenible, gobiernos y ciudadanos tienen que
entender el lenguaje de la ciencia y adquirir una cultura científica. Asimismo, los
científicos han de comprender los problemas a los que se enfrentan los gobernantes y
esforzarse en buscar soluciones pertinentes y comprensibles para los gobiernos y la
sociedad en general.
Los desafíos actuales son multidisciplinares y cubren el ciclo de vida completo de la
innovación desde la investigación al desarrollo de conocimientos y sus aplicaciones. La
ciencia, la tecnología y la innovación deben conducirnos hacia un desarrollo más equitativo
y sostenible.