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Varela Blanca Secreto de Familia y Otros Poemas
Varela Blanca Secreto de Familia y Otros Poemas
Blanca
Varela
Secreto de familia
y otros poemas
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 42
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
2
Secreto de familia y
otros poemas
Blanca Varela, Perú
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía 42
Editor: Aquiles Julián, República Dominicana.
¿Qué somos?
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
3
Contenido
Y voy hacia la muerte que no existe / Adolfo Castañón 5
Primer baile (V) 8
Bodas 8
Vals 8
(Tell me the truth) 9
Secreto de familia 9
(Pobres matemáticas) 10
Conversación con Simone Weil 11
(Es fría la luz de la memoria) 12
Justicia 13
Concierto animal 13
A rose is a rose 13
(Aquella torturada nube) 13
Una ventana 14
Así sea 15
Auvers-sur –oise 15
Canto villano 16
Casa de cuervos 17
Currículum vitae 18
Dama de blanco 19
Deseos, piedras, cielo a jirones 20
Ejercicios 20
En lo más negro del verano 21
Escena final 21
Fuente 22
Historia 22
Persona 23
Juego amoroso 23
(El día queda atrás) 24
A lo mejor eres tú mismo 24
El rayo ha pefumado ferozmente nuestra casa 25
Nadie nos dice 25
Destiempo 25
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo 26
A media voz 26
Así debe ser 27
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
4
Visitación 27
Diálogo 28
Strip tease 28
(Hoguera de silencios) 28
Poderes mágicos 29
Último poema de junio 29
Puerto Supe 31
Fútbol 32
(Si esta línea viajara al infinito…) 32
(Sobre la tierra de sal yacen sin ojos…) 33
Rejas 33
Tápies 33
El falso teclado 34
Ternera acosada por tábanos 34
Esta mañana soy otra 35
Despierto 36
El amor es como la música 36
El mar pliega las alas al atardecer… 37
Estréchame las manos… 37
Hoguera de silencios… 37
Invierno y fuga 38
La lección 38
La muerte se escribe sola… 39
Lección de anatomía 39
Malevitch en su ventana 41
Máscara de algún dios 42
Monsieur Monod no sabe cantar 43
Nadie sabe de mis cosas 46
Palabras para un canto 48
Poema 48
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos 49
Sin fecha 49
Supuestos 51
Talvez en primavera… 51
El libro debe su título a Paz. Blanca –un buen nombre para una dama finísima
dedicada a la ingrata tarea de buscar un lugar en la tierra para la voz de la
poesía– contó cómo el título original iba a ser el de una pequeña localidad
marítima del Perú: Puerto Supe. A Paz no le gustó el título y ella respondió con
una voz casi exasperada: “Pero, Octavio, si ese puerto existe.” El sonrió, siempre
atento a las insinuaciones de la poesía en el habla diaria: “Ese es el título,
Blanca, ya lo tenemos.”
Aunque escrito por una muy joven poeta –que no creía en las artes sino en la
eficacia de la palabra y el poder del signo, para frasear a Paz–, el breve libro era
ya una obra enunciada por una voz inusitadamente poderosa, no opulenta,
intensa a fuerza de contención y velocidad asociativa.
Varela había participado junto con su maestro, el alto poeta surrealista Emilio
Adolfo Westphalen (amigo y compañero de César Moro), en la notable revista
Las moradas. De ellos aprendió ese arte del balbuceo y del quiebre que es una de
sus mayores contribuciones a la lírica castellana. Y de la amistad y afinidad con
ese pétreo poeta calcinante, Westphalen, trajo ella a la lírica el acento despojado
y veloz, la cuerda nunca monótona y el tono de asertiva e inusitada sobriedad
que invita a la invención de otra cordura. Pero ya desde ese primer libro se
puede advertir otra huella o, más bien, otro rumbo en su metabolismo poético:
el de la palabra armada en el taller de los pintores y escultores contemporáneos
y abierta al diálogo con las artes plásticas: Picasso, Matisse, Léger, Van Gogh,
Giacometti, Brâncuşi, a quienes ella y Fernando de Szyszlo pudieron conocer –a
veces en persona, a veces sólo a través de su taller, siempre por su obra.
Sus últimos años tácitos fueron una lección que ahora, después de su partida,
seguirá creciendo. Para recordármelo, además de los poemas en sus libros,
tengo una pequeña llama prehispánica tallada en cuarzo y ceñida por un anillo
de plata. Es un juguete o un amuleto de sacerdote inca que Blanca Varela me
regaló en uno de sus últimos viajes a México diciéndome: “Cuídalo para que te
cuide.” Ahora nos toca cuidarla a ella en nosotros. ~
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Primer baile (V)
Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino varios, superpuestos,
espejeantes, horribles.
¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino la noche y el sueño que
sucede al sueño?
Despegar los párpados significa morir, desprenderse de una estrella. El ritual es
breve, la entrega absoluta. Se grita con los ojos cerrados, empapado de sudor o
crujiendo de frío: te amo porque tu latido ocasiona catástrofes, huracanes,
guerras.
Bodas
Perdidos en la niebla
el colibrí y su amante.
Dos piedras lanzadas por el deseo
se encuentran en el aire.
Vals
No he buscado otra hora, ni otro día, ni otro dios que tú.
Laberinto, pirámide de humo, altura que canta,
pozo que amenaza, tierra de abismo, primavera ciega.
Secreto de familia
soñé con un perro
qué ha sucedido
no hay otro
la luz no existe
tú eres el perro
(pobres matemáticas)
cuando nada quede de ti ni de mí
habrá agua y sol
y un día que abra las puertas más secretas
más oscuras más tristes
y ventanas vivas como grandes ojos
despiertos sobre la dicha
y no habrá sido en vano que tú y yo
solo hayamos pensado lo que otros hacen
porque alguien tiene que pensar la vida.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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La vida es de otros.
Ilusiones y yerros.
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.
El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
Concierto animal
(1999)
SI me escucharas
tú muerto y yo muerta de ti
si me escucharas
hálito de la rueda
cencerro de la tempestad
burbujeo del cieno
viva insepulta de ti
con tu oído postrero
si me escucharas
A rose is a rose
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume
Cóncava,
valva de nieve y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.
Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.
Una ventana
Vuelvo a contar mis dedos.
(La flor helada, la desconocida cabeza
que me acecha se
descuelga y da voces.)
Yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces,
hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles que persiguen a los hombres
y perlas arrancadas de malignos estanques
o de negros pulmones sepultados
y horriblemente vivos.
Así sea
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.
Auvers-sur -oise
Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del
teléfono.
Te equivocas.
Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos,
latigazos.
No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que
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lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.
Canto villano
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
Curriculum Vitae
digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.
Dama de blanco
el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
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y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado
Ejercicios
I
Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo
yo
y el gran aire de las palabras
II
miente la nube
la luz miente
los ojos
los engañados de siempre
no se cansan de tanta fábula
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III
terco azul
ignorancia de estar en la ajena pupila
como dios en la nada
IV
pienso en alas de fuego en música
pero no
no es eso lo que temo
sino el torvo juicio de la luz
Fantasma.
Terrible a mediodía.
A la altura de los lirios
la muerte sonríe.
Sobre una pequeñísima charca,
ojo de dios,
un insecto flota bocarriba.
La miel silba en su vientre
abierto al dedo del estío.
Canta el pantano,
arden los árboles,
no hay distancia,
no hay tiempo.
Escena final
he dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a morir
desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra
hielo primaveral
y una espina de sangre
en el ojo de la rosa.
Fuente
Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo, interior.
Historia
puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que al aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama
Persona
el querido animal
cuyos huesos son un recuerdo
una señal en el aire
jamás tuvo sombra ni lugar
el querido animal
jamás cesa de pasar
me da la vuelta
Juego amoroso
Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
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arrancadas al vuelo
la nubecilla rosada
y tonta que ya no es
el cierraojos y el ábrelos
en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma
y azules y brillantes
las estrellas
rientes
párpado sobre párpado
labio contra labio
piel demorada sobre otra
llagada y reluciente
hogueras
eso haremos a solas
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.
A lo mejor eres tú mismo
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete
bajo tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te
lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos,
endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz
propietario de una boca escarlata que muge.
Pega el oído a la tierra que insiste en levantarse y respirar.
Acaríciala como si fuera carne, piel humana capaz de
conmoverte, capaz de rechazarte.
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el
saltito, la imagen que te saca la lengua.
Destiempo
I
Se fue el día,
las escamas del sueño giran.
Todo desciende,
la noche es el tedio.
En el desierto, a oscuras,
temerosa del amor
la ostra llora a solas.
Caen las lívidas hojas de tu frente,
Te alejas, negra burbuja sin destino.
A media voz
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la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
esta el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi
en la muerte
casi en el fuego
échame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas
Diálogo
Él abre la boca
es roja por dentro
ella abre los ojos
su córnea es blanca
como la luna
se está quieta
la córnea luna
iluminando apenas
la bienamada encía
adentro
con silencio
a boca cerrada
a oscuras
habitan ambos
Strip-tease
Quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
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las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras
(Hoguera de silencios)
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
Poderes mágicos
No importa la hora ni el día
pie en en suelo,
(1993)
Puerto Supe
Fútbol
A Vicente y Lorenzo
báilala,
estréllala,
reviéntala
tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño
Reja
cuál es la luz
cuál la sombra
Tàpies
(puertas)
1
hombre en la ventana
medio punto negro
2
puerta con noche encima
abajo y dentro
3
ubre de yeso lágrima de yeso
pisada en el centro de la nube
4
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Como el mundo
puerta entre la sombra y la luz
ente la vida y la muerte
5
el justo golpe
la mano la música de la mano
la rebusca en el fuego
El falso teclado
toca toca
todavía tus dedos se mueven bien
el dedo de la nieve y el de la miel
hacen lo suyo
voraces aladas
sedientas bestezuelas
infamantes ángeles zumbadores
la perseguían
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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tras la legaña
me deslumbró el milagro mortecino
la víspera el instinto la mirada
el sol nonato
ah señor
qué horrible dolor en los ojos
qué agua amarga en la boca
de aquel intolerable mediodía
en que más rápida más lenta
más antigua y oscura que la muerte
a mi lado
coronada de moscas
pasó la vida.
la sin sombra
la muerte
como una mala madre
me tocó bajo los ojos
entonces dividida
dando tumbos
de lo oscuro a lo oscuro
giré recién llegada
a la luz de esta línea
en pleno abismo
abriéndose
y cerrándose la línea
sin música
pero llamando
sin voz
pero llamando
sin palabras
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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llamando
Despierto...
VIII
Despierto.
un árbol.
Aléjate
Atravieso el desierto,
la terrible fiesta en el centro de un cielo derribado.
Estoy casi olvidando.
Hoguera de silencios...
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
Invierno y fuga
Nieve, labios rojos,
una gota de fuego,
un grito que nadie escucha.
Diamantino estertor,
irritada claridad,
lágrimas que la luz arrebata y fecunda.
Muerte llena de oro.
Todo es posible
en ese activo sueño.
La lección
Como una moneda te apretaré entre mis manos
y todas las puertas cederán
y lo veré todo
y la sorpresa
no quemará mi lengua
y comprenderé entonces el crecimiento de las plantas
y el cambio de pelaje en las pequeñas crías.
Hallaré la señal
y la caída de los astros
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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me probará la existencia de otros caminos
y que cada movimiento engendra dos criaturas,
una abatida y otra triunfante,
y en cada mirada morirá la apariencia
y desnudo y bello
te arrojará la fábrica entre nosotros.
Lección de anatomía
más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores
Malevitch en su ventana
1
ah mon maitre
me has engañado como el sol a sus criaturas
prometiéndome un día eterno todos los días
de lo inexacto me alimento
y toda el agua de los cielos es incapaz de lavar
esta ínfima y rebelde herida de tiempo que soy
polvo rebelde sí
con los cabellos de polvo desordenado
para siempre jamás por un peregrino pensamiento
persigo toda sagrada inexactitud
2
sí señores
este es otro día inevitable
en que me alimento de lo inexacto
de la monstruosa fruta que aletea
de la huella en el aire
del recuerdo
del azogue perdido en alguna alcantarilla
de lo irrecuperable que se acumula y agiganta
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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en afiebrados cristales
y cruza el aire como una llama
recién nacida
3
hoy me despierta
con su delgado resplandor abstracto la esperanza
la oscuridad del naufragio
se escapa como un gato por la ventana
y alguien vuelve
sí
alguien vuelve desvelado y sin prisa
con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos
¿Pájaros en la frente?
querido mío
adoro todo lo que no es mío
tú por ejemplo
con tu piel de asno sobre el alma
y esas alas de cera que te regalé
y que jamás te atreviste a usar
no sabes cómo me arrepiento de mis virtudes
ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas
y mentiras
con mi indecencia de niño que debe terminar este cuento
ahora ya es tarde
porque el recuerdo como las canciones
la peor la que quieras la única
no resiste otra página en blanco
y no tiene sentido que yo esté aquí
destruyendo
lo que no existe
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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querido mío
a pesar de eso
todo sigue igual
el cosquilleo filosófico después de la ducha
el café frío el cigarrillo amargo el Cieno Verde
en el Montecarlo
sigue apta para todos la vida perdurable
intacta la estupidez de las nubes
intacta la obscenidad de los geranios
intacta la vergüenza del ajo
los gorrioncitos cagándose divinamente en pleno cielo
de abril
Mandrake criando conejos en algún círculo
del infierno
y siempre la patita de cangrejo atrapada
en la trampa del ser
o del no ser
o de no quiero esto sino lo otro
tú sabes
esas cosas que nos suceden
y que deben olvidarse para que existan
verbigracia la mano con alas
y sin mano
la historia del canguro -aquella de la bolsa o la vida-
o la del capitán encerrado en la botella
para siempre vacía
y el vientre vacío pero con alas
y sin vientre
tú sabes
la pasión la obsesión
la poesía la prosa
el sexo el éxito
o viceversa
el vacío congénito
el huevecillo moteado
entre millones y millones de huevecillos moteados
tú y yo
you and me
toi et moi
tea for two en la inmensidad del silencio
en el mar intemporal
en el horizonte de la historia
porque ácido ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre
1
a ti capaz de desaparecer
de ser atormentado por el fuego
luminoso opaco ruin divino
a ti
fantasma de cada hora
mil veces muerto recién nacido siempre
a ti capaz de hacer girar la llave
de inventar el sol en un cuarto vacío
a ti
observador de la tarde
infatigable lector del reloj del sueño
de la fatiga del tedio de la esposa
a nadie sino a ti
2
(cualquier hora del día)
en una hoguera extinguida
esa mujer sacrificada
cerraba los ojos y nos negaba la dicha de su agonía
3
y un perro una gota de lluvia una familia de paseo
como en un cuadro entraban para siempre en la memoria
una vuelta de tuerca y otra y otra un peldaño que cruje
siempre a la misma altura de la oscuridad
la dicha puede ser este brebaje oscuro el neón de las cinco
de la tarde la más esplendorosa verdad
así casi ciegos encontrando generosa como nadie la miseria
cruzando el muro invisibles
manos tan pálidas no han existido jamás en otras manos
ni tanto calor en tanto frío ni ojos tan llenos de otros
ojos contemplaron la tarde
y frente al mar negra ruina y portentosos círculos de
bruma
rodeándonos
y el rojo lengua río perro mosca y la tarde la reina de
desnudos
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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malvados brazos en su balcón de ceniza
4
(noche y descontento)
pitada cruel canción de ciego
la noche comienza a respirar
todo se aleja
todo se pierde
5
(conversaciones insidiosas)
alguien dice tu nombre
-es un libro interesante y habla de un héroe
anónimo por cierto
hay una estrella azul al fondo de mi vaso
inagotable estrella
debe brillar en tus ojos cada vez que la miro
cómo debes reír para los otros
tú cordero disfrazado de cordero
tú lobo a solas
tú atrozmente niño
-los bellos pensamientos señores
no ocultan el perfume de la carne
hemos de transpirar en los museos como bestias
sumisas bestias en su rincón de terciopelo
-Picasso por ejemplo...
7
hila su imposible claridad nuevamente la envenenada
sonrisa solar
¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el
hedor de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo?
más tarde será tarde cuando la soledad invente lo mejor
nuevamente tus labios tus ojos las ruinas de tus caricias
el mar de mi pecho
la soledad «estrella de mis noches»
nadie sabe de mis cosas
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Palabras para un canto
¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido en el esmalte al alcanzar el fruto.
Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.
Poema
Hoy estás en los brazos
de mi feroz imaginación
brazos que han matado
brazos con que tapo mis ojos
con un gesto de lobo
para buscarte un hogar
un lento y suave infierno
donde todo calor
provenga
de una furtiva lágrima
oh líquido mundillo
oh jadeante fantasma
no eres
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sino el ojo que estalla
y que deja caer
como si no ocurriera
sus mejores colores
en mi entraña
ojo que hociquea
que peino con la más pura saliva
aquí en mis brazos
entre mis torpes alas de mamífero
la muy compuesta y perdurable nada
para siempre te guarde
y el buen mal ojo salta
y se eleva en el oscuro cielo de mi lecho
y ese cielo
es el marco impreciso de una frente
que ya no reconozco
esa sombra ese objeto esa cosa
con boca con nariz y con oídos
Sin fecha
a Kafka
No habrá testigos.
Se nos ha advertido que el cielo es mudo.
me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe
me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo me abre como a una res
y estos dedos recién contados
te atraviesan en el aire y te tocan
Algunos no se resignaron. Los más tercos, los más valientes. Quizá los más
inocentes. Unos se entregaron a la filosofía. Otros a la política. Unos cuantos
cerraron los ojos y recordaron : allá, del otro lado, en el "otro tiempo", nacía el
sol cada mañana, había árboles y agua, noches y montañas, insectos, pájaros,
fieras. Pero los muros eran impenetrables. Rechazados, buscábamos otra salida
-no hacia fuera, sino hacia adentro-. Tampoco adentro había nadie : sólo el
desierto de la mirada. Nos íbamos a las calles, a los cafés, a los bares, al gas neón
y las conversaciones ruidosas. Guiados por el azar -y también por un instinto
que no hay más remedio que llamar electivo- a veces reconocíamos en un
desconocido a uno de los nuestros. Se formaban así, lentamente, pequeños
grupos abiertos. Nada nos unía, excepto la búsqueda, el tedio, la desesperación,
el deseo. En el hotel del Etats-Unis oíamos jaz, bebíamos vino blanco y ron,
bailábamos. "El Alquimista" leía poemas de Artaud o de Michaux.
Caminábamos mucho. Un muro nos detenía : sus manchas nos entregaban
revelaciones más ricas que los cuadros de los museos. (Fue entonces cuando, en
verdad, descubrimos la pintura.) "En este hotel vivió César Vallejo", me decía
Szyszlo. (La poesía de Vallejo también era un muro, tatuado por el hambre, el
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deseo y la cólera.) En una casa de la Avenida Victor Hugo los
hispanoamericanos soñaban en voz alta con sus volcanes y sus pueblos de adobe
y cal y el gran sol, inmóvil sobre un muladar inmenso como un inmenso toro
destripado. En invierno Kostas se sacaba del pecho todas las islas griegas,
inventaba falansterios sobre rocas y colinas y a Nausica saliendo a nuestro
encuentro. En esos días llegó Carlos Martínez Rivas con una guitarra y muchos
poemas en los bolsillos. Más tarde llegó Rufino, con otra guitarra y con Olga
como un planeta de jade. Elena, Sergio, Jacques, Gabrielle y Ricardo, André,
Lena, Monique, Georges y Brigitte, Arturo, Jean y ustedes, vistas, entrevistas,
sueño o realidad, verdades corpóreas, sombras,
Gertrude, Dorothy, Mary, Claire, Alberta,
Charlotte, Dorothy, Ruth, Catherine, Emma,
Louise, Margaret, Ferral, Harriet, Sara,
Florence toute nue, Margaret, Toots, Thelma,
Diez años después, un poco contra su voluntad, casi empujada por sus amigos,
Blanca Varela se decide a publicar un pequeño libro. Esta colección reúne
poemas de aquella época y otros más recientes, todos ellos unidos por el mismo
admirable rigor. Blanca Varela es un poeta que no se complace en sus hallazgos
ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a
tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un
signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por
el fuego y la sal, el amor, el tiempo y la soledad. Y, también, una exploración de
la propia conciencia. En sus primeros poemas, demasiado orgullosa (demasiado
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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tímida) para hablar en nombre propio, el yo del poeta es un yo masculino,
abstracto. A medida que se interna en sí misma -pero, asimismo, a medida que
penetra en el mundo exterior- : la mujer se revela y se apodera de su ser. Cierto,
nada menos "femenino" que la poesía de Blanca Varela; al mismo tiempo, nada
más valeroso y mujeril : "Hay algo que nos obliga a llamar 'mi casa' al cubil y
'mis hijos' a los piojos". Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión :
"Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla
como una rata envenenada...". Y en otro pasaje : "El pueblo está contento
porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esta es la inmortalidad".
La pasión brilla, arde, se concentra y afila en una frase que es, a un tiempo, un
cuchillo y una herida : "Amo esa flor roja sin inocencia".
En Blanca Varela hay una nota, común a casi todos los poetas de su tiempo, que
no aparece en los grupos anteriores, trátese de españoles, hispanoamericanos o
franceses. Los poetas de la generación anterior se sentían, por decirlo así, antes
de la Historia : los nuevos, después. La Víspera y el Día Siguiente. Antes de la
Historia : en espera del Acontecimiento, el Salto, la Revolución o como quiera
llamarse al profetizado cambio final. No hubo cambio o, si lo hubo, tuvo otro
crácter, otras consecuencias y otra tonalidad. Después de la guerra no salimos al
Paraíso o al Infierno : estamos en el Túnel. La poesía anterior a la guerra se
propuso perforarlo o hacerlo estallar; la nueva pretende explorarlo, como se
explora un continente desierto, una enfermedad, una prisión. La rebelión, el
humor y otros ingredientes son menos explosivos pero más lúcidos. Explorar :
reconocer. La nueva poesía quiere ser un re-conocimiento. El mundo exterior,
ayer negado en provecho de mundos imaginarios o de sueños utópicos,
comienza a existir -aunque no a la manera ingenua de los "realistas"-. Para
algunos nuevos poetas la realidad no es algo que hay que negar o transfigurar,
sino nombrar, afrontar y, así, redimir. Operación delicada entre todas, ya que
implica una reconciliación con esa realidad, es decir, una búsqueda de su
sentido y, al mismo tiempo, una transformación de la actitud del poeta. (Esa
transformación, me apresuro a señalarlo, no puede ser exterior; no significa un
cambio ante el mundo sino un cambio del ser mismo del poeta). En el nuevo
poema, de una manera que apenas empezamos a sospechar y que sólo comienza
a hacerse visible en unas cuantas obras aisladas, al fin han de conciliarse las
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tendencias que desgarran ahora al hombre. ¿Asumir la realidad? Más bien :
Asunción de la realidad.
Blanca Varela es un poeta de su tiempo. Y, por eso mismo, un poeta que busca
trascenderlo, ir más allá. Apenas escrita la última frase, siento su inexactitud :
en poesía no hay más allá ni más acá. Vanidad de las clasificaciones literarias : a
nada se parecen más estas líneas de un poeta del siglo XIV (el Almirante
Hurtado de Mendoza) : A aquel árbol que mueve la hoja, / Algo se le antoja...,
que a estos versos de Blanca Varela (que también recuerdan a Busson y a Basho)
: Despierto. / Primera isla de la conciencia : / Un árbol.
En varios poemas de este libro Varela adopta un "yo" poético masculino que,
más bien, puede ser interpretado como universal. Es posible que haya percibido
en la utilización del género femenino un carácter restrictivo, así como, a su vez,
indicativo, por restringido, de la persona que se esconde tras el poema. Cuando
finalmente irrumpe el "yo femenino" su asunción es paralela a otros actos
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similares de su ser creador. 'Aceptar', 'asumir', son verbos casi siempre tácitos
que subyacen a su actividad creadora y vital, son parte de una actitud que
rechaza el engaño, pero que de ningún modo se resigna; no corresponden a
actos pasivos, hay rebeldía encubierta e ironía mordaz detrás de ellos. Veamos
un caso perteneciente a Valses y otras falsas confesiones:
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto,
el saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es
ridículo caerse de trasero with music in your soul.
("Auvers-sur-Oise")
Existe, además, para el caso de los temas considerados femeninos, un
tratamiento intencionalmente áspero y abrupto, con el que tuerce el camino
usualmente transitado. El tema de la maternidad, sin ser tan abundantemente
tocado en su obra, es un ejemplo de escueta emotividad o de consideraciones
violentas: "hay algo que me obliga (...) a llamar 'mi casa' al cubil y 'mis hijos' a
los piojos" ("Primer baile"). Un poema relacionado con este asunto merece ser
citado por entero, se trata de "Casa de cuervos", publicado en su poesía reunida
en la sección "Otros poemas" y posteriormente incluido en Ejercicios materiales,
como todos los de la mencionada sección. El título mismo supone ya un
cuestionamiento y desde los versos iniciales es posible entrever que la relación
madre-hijo no está planteada precisamente en términos ejemplares:
porque te alimenté con esta realidad mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
Luz de día se inicia con un poema en prosa titulado "Del orden de las cosas", en
el cual expresa en cierta forma su arte poética. Esta preocupación volverá a
surgir, pero en este caso la ironía se enseñorea para anotar incluso las posturas
externas adecuadas para favorecer la creación y encubrir tras ellas las actitudes
auténticas, la verdadera disposición interior que nace de la desesperación; el
poema pone de manifiesto la lucha constante con las palabras, el carácter
evanescente de las ideas, sensaciones e intuiciones poéticas, la tremenda
dificultad de atraparlas con el lenguaje y el inevitable fracaso que se asocia a
esta empresa. Leamos algunos fragmentos:
Poner en marcha una nebulosa no es difícil, lo hace hasta un niño.
El problema está en que no se escape, en que entre nuevamente
en el campo al primer pitazo. (...)
Volviendo a la desesperación: una desesperación auténtica no se
consigue de la noche a la mañana.
Hay quienes necesitan toda una vida para obtenerla. (...)
Recomencemos: estamos acostados bocarriba (en realidad la posición
perfecta
para crear es la de un ahogado semienterrado en la arena).
Llamemos cielo a la nada, esa nada que ya hemos conseguido situar.
Pongamos allí la primera mancha. Contemplémosla fijamente.
Un pestañeo puede ser fatal.
Este es un acto intencional y directo, no cabe la duda. Si logramos hacer
girar la mancha
convirtiéndola en un punto móvil el contacto estará hecho.
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Repetimos: desesperación, asunción del fracaso y fe.
Este último elemento es nuevo y definitivo.
Al tema de la escritura poética se asocian también, en otros momentos de la
producción de Varela, el apartamiento de los recursos superficiales y manidos,
el cansancio de una lucha de resultado imposible y la facultad del poema-canto
de aliviar el peso de la existencia. De su primer libro descarta estos versos: "El
golpe del canto que se enciende / como una hoguera posible contra la muerte";
en ellos el 'canto' o el poema son un arma ardiente contra la aniquilación y a
favor de la permanencia. Con el repudio de lo superfluo se relacionan, por
ejemplo, "A rose is a rose" (Valses y otras falsas confesiones), en el que además
se rechaza la figura de la flor: "inmóvil devora luz / se abre obscenamente roja /
es la detestable perfección / de lo efímero / infesta la poesía / con su arcaico
perfume"; y "Ultimo poema de junio" (Ejercicios materiales): "Pienso en esa flor
que se enciende en mi cuerpo. La hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de
carne y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores? Preciosismo bienvestido, muertodehambre,
vaderretro. // Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente
mortales". Con la lucha fatal e insuficiente con las palabras se relacionan los
siguientes versos: "un poema / como una gran batalla / me arroja en esta arena
/ sin más enemigo que yo // yo / y el gran aire de las palabras" ("Ejercicios", en
Valses...); "no he llegado / no llegaré jamás / en el centro de todo está el poema
/ intacto sol / ineludible noche" ("Media voz", en Canto villano); "palabra escrita
palabra borrada / palabra desterrada / voz arrojada del paraíso / catástrofe en
el cielo de la página / hinchada de silencios" ("Malevitch en su ventana", en
Ejercicios materiales).
El libro de barro, tal vez una de las colecciones poéticas más herméticas de
Varela, contiene referencias más veladas a este tema, pero en el trasfondo la
muerte, como parte de una cadena interminable, se enlaza con la vida en una
sucesión que caracteriza a la especie; de hecho el poemario se abre y se cierra
con alusiones a la articulación vida-muerte y a la relación simbólica del mar con
ésta, la estructura del poemario refleja el diseño circular de los ciclos vitales.
Pero uno de los poemas vincula los textos poéticos a la muerte, son como
emanaciones que la desafían, que instauran en ella misma la semilla de la
eternidad: "Poemas. Objetos de la muerte. Eterna inmortalidad de la muerte.
Algo así como un goteo nocturno y afiebrado. Poesía. Orina. Sangre".
El mundo que este libro de poemas en prosa encierra tiene que ver con la senda
de la estirpe humana sobre la tierra, con la huella de lo primitivo y su
proyección, con la implacable soledad de la existencia. La voz que habla no dice
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'nosotros' sino para marcar la desunión, habla de otros, antes, y de sí misma,
algunas veces; el tono es impersonal y hosco, el punto de vista, de quien impone
distancia. Entre el espacio en el que habita esa voz y el de su invisible oyente se
percibe la amplitud del cosmos. En el 'libro de barro' se inscribe la vida humana,
desde el origen, el barro modela la casa y guarda la memoria del hombre. La
entidad a la cual se dirige esa voz tiene antecedentes en la producción anterior
de Blanca Varela, un dios con minúscula que incluso pueda crearse a imagen del
hombre, pero en sus dos últimos libros la mención es más frecuente. En "Vals
del Angelus" (Valses y...) el tono se eleva hasta la increpación cuando se dirige a
Dios, sin nombrarlo, para echarle en cara su responsabilidad en los males de
este mundo y, como consecuencia, en el desconcierto humano, representado por
la propia poeta y su desamparo; en el último verso invierte los términos de un
principio básico del Génesis, es Dios quien termina por parecerse a ese despojo
atroz en que ha convertido al hombre:
Formidable pelele frente al tablero de control;
grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa
marmita celeste.
Ve lo que has hecho de mí.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura,
guiándome con
sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba. (...)
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.
En El libro de barro la divinidad es una figura que declina, pero aún aquella que
habita el espacio celeste al que constantemente mira el hombre; la frecuencia de
imágenes o de entidades que irradian desde lo alto en relación con esa voz
humana que permanece abajo es notoria en el poemario. El tercer poema del
libro incide en la decadencia pero también en el alcance de su poder aún
vigente, el cual se concentra en el símbolo de la mano ya anteriormente
registrado en la obra vareliana:
La mano de dios es más grande que él mismo.
Su tacto enorme tañe los astros hasta el gemido.
El silencio rasgado en la oscuridad es la presencia de su carne
menguante.
La voz poética de Blanca Varela se impone a quien la lee, lúcida, fuerte, sin
ambages; penetra el hueso de la vida, atraviesa la carne desgarrada, desecha la
piel, la suavidad y la apariencia; padece las arduas luchas de la especie, no
propone un mundo ilusorio ni una puerta abierta que no sea la de la muerte.
Habla desde el auténtico meollo de sí misma, asumiendo la voz de la estirpe
humana. Con ella no queda sino "aprender a caminar sobre la viga podrida"
("Sin fecha", en Ejercicios...).
El libro inaugural de Blanca Varela, Ese puerto existe (1959), lleva un prólogo
consagratorio de Octavio Paz y, aunque es la primera entrega de la poeta, se
trata ya de un libro maduro. El trabajo creativo de diez años, denso y decantado,
se concentra en un volumen cuyo título es, según ilustra una anécdota bastante
conocida, hijo de la amistad y el azar. Puerto Supe se iba a llamar el libro, pero
Paz -que ignoraba la existencia de ese pueblo costero en el norte del Perú- opuso
reparos, creyendo que se trataba de un nombre forzadamente simbólico. El
título definitivo surgió cuando Blanca Varela le aclaró al poeta mexicano que ese
lugar, en efecto, existía. Sitio de la imaginación y la experiencia, el ámbito del
poemario tiene su origen en la geografía y la historia, pero la alquimia de la
palabra lo transfigura hasta el punto de transformarlo en un territorio alucinado
e íntimo.
La voz poética no es, por lo demás, una emanación de la biografía. Así, el yo que
habita los poemas de Ese puerto existe es masculino. Máscara y doble de la
poeta, esa persona lírica declara tanto su arraigo en el litoral como su soledad:
"Aquí en la costa tengo raíces,/manos imperfectas,/ un lecho ardiente en donde
lloro a solas", dicen los versos finales del texto que abre el libro.
Dobles y pares
El motivo de la dualidad recorre e inquieta toda la obra de Blanca Varela. "Cuál
es la luz/ cuál la sombra", pregunta con lacónica ironía el yo en "Reja", de Canto
Villano (1972-1978). Una reflexión afín se halla en un pasaje de El libro de barro
(1993-1994): "Digo isla y pienso en mar. Digo mar y pienso en isla ¿Son lo
mismo?" Un pacto vincula a los elementos y los torna indesligables: en los
dominios de la imaginación, la ley de la contigüidad es la que rige. El imán de la
cercanía hace que los términos no sólo se necesiten recíprocamente, sino que los
roles sean -en cierto modo-intercambiables. En los lazos de parentesco, esa
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mudanza de posiciones cobra un sentido más desgarrado, más urgente. Así, la
hija que apostrofa a la madre, sin rodeos ni falso pudor, en el extraordinario
poema inicial de Valses y otras falsas confesiones (1964-1971) es también la
madre que, con amarga ternura, se dirije a su hijo en "Casa de cuervos", de
Ejercicios materiales (1978-1993).
El silencio expresivo
Ni cívica ni sentimental, la poesía de Blanca Varela desdeña la grandilocuencia:
su estilo no es caudaloso. El emblema que ilustra a esta poética no es el río, sino
la fuente. En el cauce del verso o del poema en prosa, así como cuando se
condensa en el aforismo o se despliega en la interpelación, el lenguaje de Blanca
Varela se distingue por la rica nitidez de su textura. "Vuelvo otra vez.
Pregunto./Tal vez ese silencio dice algo,/ es una inmensa letra que nos nombra
y contiene/ en su aire profundo", se lee en un poema de Luz de vida (1960-
1963). La conjetura de la voz lírica señala una forma de entender el ejercicio y el
sentido de la poesía. En efecto, la poeta no busca la proliferación y el exceso,
sino la concentración y el despojamiento. Así, saber decir es aprender a no decir
de más: "Nada suena mejor que el silencio/ nuestro desvelo es nuestro bosque",
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afirman dos versos del poema que da título a El falso teclado (2000), el último
de sus ocho poemarios. Libre de hojarasca, la poesía de Blanca Varela canta y se
decanta. En ella, la inteligencia de la pasión y la pasión de la inteligencia
tiemplan la materia de un lenguaje que vibra y exalta, interroga y conmueve.
Desde Este puerto existe hasta El falso teclado, la travesía de Blanca Varela es,
sin duda, una de las más fascinantes en la lírica contemporánea de América
Latina.
Ningún espíritu puede quedar inmune después de leer a Blanca Varela. Algo se
rompe, rasga o tritura dentro de cada nuevo lector. Sus versos son revelaciones
que muchos quisieran no tener. Con
frecuencia otros autores los toman
prestados para, a manera de epígrafes
desgarrados, abrir la puerta a las
historias más grises. Epígrafes como: "El
dolor es una maravillosa cerradura". O
tal vez: "Merodean las bestias del amor
en esa ruina/ florece la gangrena del
amor/ todavía se agitan las tenazas
elásticas/ los pliegues insondables
laten". Y aun más: "¿De qué balcón
hinchado de miseria se arrojó la dicha
una mañana?". Todos con su nombre al
final. No hay que rebuscar demasiado en sus páginas para encontrar esas frases
que parecen alaridos. En el prólogo de una antología que el INC acaba de
publicar, la escritora Giovanna Pollarolo advierte: "Para leer a Blanca es preciso
disponerse al sobresalto, a la tensión, a la desesperanza y el miedo". Intriga
conocer al puño detrás de esas líneas. Es probable que muchos de sus lectores
apenas recuerden su voz. A diferencia de otros autores, Blanca Varela no suele
dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien discretas. Incluso es
poco usual verla en lecturas de poetas. La escritora Rocío Silva Santisteban,
estudiosa de su obra y amiga cercana, recuerda una de esas pocas ocasiones, a
fines de los años ochenta. "Había pasado varios años sin publicar y sin dar un
recital, y Cesáreo Martínez la invitó para leer su obra en el Instituto Peruano
Soviético. Fue un montón de gente, porque era como muy raro". El pintor
Fernando de Szyszlo, quien estuvo casado con ella y con quien hasta ahora
mantiene una fuerte amistad, también lo considera un privilegio escaso. "No
recuerdo haberla escuchado leer sus poemas más de dos veces", comenta. "Pero
cuando la he escuchado ha sido emocionante, porque es muy insegura,
conmovida por lo que está leyendo". Son momentos íntimos: se diría que
pronuncia sus versos como si estuviera revelando un secreto a la fuerza.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Silencios
La crudeza de sus versos provoca preguntar si hubo épocas felices en quien los
escribió. Las hubo. Una amiga de la universidad de San Marcos la recuerda
como una joven hermosa, intensa, de respuestas rápidas. También hay huellas
de sus pasos por la recordada peña Pancho Fierro junto con Jorge Eduardo
Eielson, Augusto Salazar Bondy, Javier Sologuren: el núcleo de la generación
del 50. "Teníamos escapadas a la música con Iturriaga, Pinilla y los Arguedas,
José María y Celia. Blanca bailaba muy bien, era muy alegre", recuerda Szyszlo.
En los años posteriores, la poeta se divirtió bailando en París. Octavio Paz --su
padrino literario-- la llamaba La Reina del Mambo: en la casa del poeta
mexicano inventaba formas de bailar el ritmo que llegaba ardiendo desde
América. "Siempre tuvo muy buen oído para la música tanto como para la
poesía", refiere Szyszlo. A la poeta de los versos dramáticos incluso le gustaba
cantar. Podía entonar valses acompañada por la guitarra de Arguedas, a cuya
casa de Puerto Supe llegaba ella con cierta frecuencia. En alguna época compuso
boleros. No hay referencias precisas de cuándo ese espíritu empezó a atardecer.
"Entre los veinte y cuarenta años tuvimos una vida social muy activa --recuerda
el pintor--. Íbamos mucho al teatro Segura. Veíamos obras como "La vida que te
di", de Pirandelo; "Los árboles mueren de pie", de Casona; "Los hermanos
Karamazov", de Dostoievski. Éramos de ir a las exposiciones, conciertos". Ella
ha ubicado su etapa fundamental en París. Hace cuatro años, en un texto
autobiográfico para El Dominical de El Comercio, Blanca Varela describió su
gusto por las palabras desde niña, sus dudas de adolescente, sus vivencias
universitarias y su estancia esencial en esa ciudad. En ese período se interrumpe
su crónica. "Lo que pasó después, lo demás, si no está escondido entre mis
poemas, entonces está irremediablemente perdido", escribió. La madurez la
empujó a la reserva. Incluso gente que la conoce de varias décadas recuerda que
siempre ha tenido una actitud prudente, ajena a los sentimentalismos. "Es una
persona que puede mostrarse cariñosa y preocupada, pero no a un punto que se
diga maternal", dice la también poeta Rocío Silva Santisteban, quien prepara
una importante antología de ensayos sobre Varela. De hecho, cuando apareció la
primera edición recopilatoria de "Canto villano" --publicada a fines de los
setenta por el Fondo de Cultura Económica de México-- la poeta quedó un tanto
decepcionada porque la editorial había puesto una rosa en la carátula. Al
parecer en referencia al poema en que ella afirma que esa flor "infesta la
poesía/con su arcaico perfume". En una segunda edición, la ilustración de la
carátula fue cambiada por el cuadro "Perro semihundido en la arena", de Goya,
que sin ser demasiado dramático figura en la serie negra del artista. La poeta
quedó encantada. Otro episodio que la retrata ocurrió en los años noventa,
cuando, alentada por amigos, accedió a postularse como regidora de Barranco,
el distrito donde ha vivido por mucho tiempo. Se acercaba el Día de la Madre y
la oficina de cultura organizaba una actividad para las señoras del distrito.
"Vinieron a la oficina y dijeron: 'sería bonito poner un poema de la señora
Blanca'. Entonces yo le digo: 'Blanca, ¿tendrás un poema por el Día de la
Madre?'. Y ella responde: 'Ni pensarlo, no tengo nada. Tengo cosas horribles,
todo el mundo se va a asustar'", sonríe Fina Capriata, compañera de esos días en
el municipio. Por esos días ocurrió también la tragedia que la marcó
irreversiblemente: la muerte de Lorenzo, el segundo hijo que tuvo con Fernando
de Szyszlo, en un accidente aéreo.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Penas
Es el Rubicón de su tristeza, la línea de no retorno. Su forma de asumir el luto
fue como el presagio de un mayor aislamiento: "Anunció (a sus conocidos) que
nadie le comentara nada, que nadie le dijera ni una palabra. Nadie se atrevió a
variar aquello", recuerda una amiga cercana. Pero el dolor quebró su salud. "Fue
una tragedia tal que ninguno de los dos nos hemos recuperado nunca", sostiene
Szyszlo. La familia entera fue abatida a un punto extremo. "Las hijas de
Lorenzo, por ejemplo, no pudieron hablar durante los primeros cinco años". El
estrecho círculo de personas que la frecuenta en sus almuerzos familiares de los
miércoles sabe que su corazón tampoco se reconstruyó del todo. "Ni ella ni yo
somos abuelos chochos. Con nosotros ocurre que hemos querido tanto a
nuestros hijos, que es como tener una cuenta bancaria que se derrocha.
Entonces ha quedado poco para los nietos, aunque los queremos mucho", dice el
padre de Lorenzo y Vicente. Alguna vez, en una entrevista, Varela explicó que en
su poesía sintetiza los sentimientos sin referencias directas a la realidad.
"Incluso cuando murió mi hijo, un momento muy duro para mí, lo que escribo
son poemas sobre el dolor pero no hago referencia al suceso", afirmó. En
realidad, es un tema casi vedado. Uno de sus autores favoritos, el rumano-
francés Paul Celan, tiene un poema que bien puede explicar ese silencio: ¿qué
tiempo es éste/en el que una conversación/es casi un crimen/porque incluye/
tantas cosas explícitas? Blanca Varela, cuya vida depende de las palabras,
sintetizó su dolor pero quedó disminuida físicamente. Por eso ha reducido sus
actividades a lo indispensable. Hace un tiempo la Universidad de Harvad la
invitó para una lectura de sus poemas, pero ella declinó. Así ha rechazado otras
invitaciones. Parece valorar la tranquilidad por sobre todas las cosas. Es su
derecho: ha viajado a los límites del espíritu para traer la belleza. Su obra ha
pagado sus silencios.
Intensidad y altura
Dice Varela en “Casa de cuervos”, uno de sus poemas emblemáticos: “despertar
/ en la gran palma de dios / calva vacía sin extremos / y allí te encuentras / sola
y perdida en tu alma / sin más obstáculo que tu cuerpo / sin más puerta que tu
cuerpo”. Reflexión sobre la maternidad pero también testimonio de un
abandono, “Casa de cuervos” ejemplifica ese magnífico juego de opuestos que es
la obra de Varela. Influida por el existencialismo y por el surrealismo, ella supo
tomar de estas corrientes solo lo que su riguroso temperamento creativo
necesitaba; y supo, desde ahí, plasmar una poesía desde la que surgen, como
símbolos encarnados, los estremecedores elementos de un ritual pagano y
sagrado a la vez.
Reacciones
Siento un vacío terrible. Y lo que me impresiona es que siempre su poesía habló
sobre estos vacíos, sobre estos agujeros, sobre estas sensaciones de que las cosas
son como cáscara de huevo, como ceniza, son nada. Es como si su muerte
confirmara todo lo que ella dijo sobre la existencia, que era una especie de
muerte permanente. Su poesía ya lo dijo todo en ese territorio terrible de lo que
es estar y no estar.
Rossella Di Paolo. Poeta
Blanca ha sido, en el Perú, una de las mujeres pioneras del uso de la palabra con
gran capacidad de recursos. Su propuesta poética ha sido muy contundente,
creo que su fuerza radicaba en que podía manejar lo que se tenía que decir y lo
que no se tenía que decir. Su silencio ha sido estratégico, importante. Ella me
acercó mucho más a lo literario. Era muy generosa y recuerdo en estos
momentos las reuniones en su casa. Era una mujer de temple. Una mujer
autónoma. Ha sido para mí un gran ejemplo no solo por su poesía sino también
por esa autonomía y búsqueda personal. Por eso, con Mariela Dreyfus le
dedicamos “Nadie sabe mis cosas” como un homenaje.
Rocío Silva-Santisteban. Poeta
Aunque, sin duda, la poesía haya sido la pasión más sostenida de su vida, para
ella nunca fue un oficio, un quehacer público. Más bien, un vicio recóndito,
inconfesable, cultivado en la clandestinidad, con celo y reserva tenaces, como si
su exposición a la luz, a los ojos de los demás, pudiera dañarlo.
Que llegara a publicar esa media docena de libros ha sido una especie de
milagro, más obra de la insistencia de sus amigos que de su propia voluntad.
Entre esos lectores privilegiados a los que mostraba sus versos a escondidas
estuvo Octavio Paz, que prologó su primer libro y la ayudó a ponerle título. (Ella
quería que se llamara "Puerto Supe" y a él no le gustaba. "Pero ese puerto existe,
Octavio". "Ahí tienes el título, Blanca: Ese puerto existe).
Discreta y elegante, como las hadas de los cuentos, la poesía de Blanca Varela ha
ido apareciendo de tanto en tanto, con largos intervalos, en unos poemarios
breves, ceñidos y perfectos, Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y
otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Ejercicios materiales
(1993) y, por fin, su poesía reunida, con dos recopilaciones inéditas, Donde todo
termina abre las alas (2001). Cada libro suyo dejaba a su paso un relente de
imágenes de engañosa apariencia, pues, bajo la delicadeza de su factura, sus
juegos de palabras, la levedad de su música, se embosca una áspera
impregnación de la existencia, una fría abjuración del ser en trance de vivir para
morir. La vida late siempre en ellas, pero amenazada y en capilla, sometida sin
cesar a ordalías atroces. En uno de sus más intensos poemas, de Ejercicios
materiales, la vida ("más antigua y oscura que la muerte"), aparece
transfigurada en una ternera a la que acosan miles de moscas, un patético
animal impotente para defenderse de las menudas bestezuelas que la
atormentan. La fuerza del poema reside en que consigue hacernos sentir que
aquel destino no es sólo lastimoso, que hay en él cierta inevitable grandeza, la de
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los héroes de las tragedias clásicas, que morían sin resignarse, resistiendo, a
sabiendas de que la derrota sería inevitable.
Así ha resistido Blanca la adversidad y las pruebas a que está sometida toda
vida, con gran coraje y estoicismo, y con una elegancia natural, inconsciente.
Toda su vida trabajó, en trabajos alimenticios que afrontaba con buen humor y
empeño –periodismo, relaciones públicas, librera, editora-, creciéndose hasta lo
indecible, con temple de hierro, ante las vicisitudes más duras, incluida la más
terrible de todas: la pérdida de su hijo Lorenzo, en un accidente de aviación,
hace once años. Al mismo tiempo, siempre hubo en ella el ser que escribía, un
ser frágil, delicado, inseguro, sensible, indefenso por su inconmensurable
decencia e integridad ante las vilezas y ruindades cotidianas de este mundo
sórdido, de frustraciones y traiciones, por el que ella siempre consiguió pasar
incontaminada, sin hacer una sola concesión, sin desfallecimientos ni cobardía.
Ésa es la historia que relata su avara y sutil poesía, bajo sus inusitadas
metáforas, y sus extrañas exploraciones en el mundo de las cosas menudas, los
insectos, los rumores del mar, los pájaros marinos, las voces del arenal y los
paisajes del cielo.
A fines de los años setenta, cuando, más por amistad hacia mí, que se lo pedí,
que porque la tarea la entusiasmara, Blanca resucitó el centro peruano del
P.E.N., viajamos juntos a esas conferencias y congresos que convoca aquella
organización de escritores que por tres años me tocó presidir. En Egipto, en
Dinamarca, en Alemania, en España recuerdo a Blanca haciendo esfuerzos
denodados para pasar inadvertida, para ser invisible, y la angustia que la
sobrecogía cuando no tenía más remedio que intervenir (lo hacía en voz baja y
veloz, en un francés monosilábico, pálida y demacrada por el esfuerzo). Y, sin
embargo, todos los que se codearon con ella y la conocieron en aquellas
reuniones, la recuerdan y siempre voy encontrando por el mundo poetas y
escritores que me preguntan por ella, porque en esos fugaces encuentros su
inconfundible manera de ser, su halo, su varita, su silencio locuaz, su encanto
involuntario, los chispazos luminosos de su inteligencia, se les grabaron en la
memoria, y les dejó el convencimiento de haber entrevisto a un ser fuera de lo
común, a una mujer de carne y hueso que estaba también hecha de sueño,
gracia y fantasía.
Pese a ella misma, en los últimos años, poco a poco, la poesía de Blanca Varela
ha ido conquistando dentro y fuera del Perú los lectores y la admiración que
merecía, rompiendo el círculo entrañable en que hasta entonces estuvo
reducida, y muchos poetas jóvenes, sobre todo mujeres, se han ido acercando a
ella, buscando su amistad y sus consejos. Eso debe haberla hecho feliz, sin duda:
sentir que estaba viva entre los seres más vivos que tiene la existencia, que son
los jóvenes, y, sobre todo, saber que su poesía no sólo a ella la había hecho vivir
y defendido contra el infortunio, que también a otros ayudaba y daba fuerzas
para soportar la existencia y ánimos para escribir.
Blanca, queridísima Blanca: yo siempre lo supe, pero qué bueno que en este
invierno callado de tu vida, cada vez más gente lo sepa también, y te lea, te
quiera, te premie y reconozca en ti toda la inmensa sabiduría, talento y
humanidad generosa que has contagiado a tu alrededor, con que has escrito y
vivido la poesía.
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Blanca Leonor Varela
Gonzáles / Biografía
(Lima, Perú, 10 de agosto de 1926 - 12 de marzo de
2009 ) estaba considerada como una de las voces
poéticas más importantes de la actualidad en América
Latina. Se inició en la poesía en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de la capital peruana,
donde ingresó en 1943 para estudiar Letras y
Educación.
De esta etapa data su amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux,
Alberto Giacometti, Léger, Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros.
El hecho que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés,
inglés, italiano, portugués y ruso implica un reconocimiento a su obra fuera de
las fronteras de su país natal. A diferencia de otros escritores, Blanca Varela no
acostumbraba a dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien
escasas y discretas.
Obras
• Ese puerto existe. 1959
• Luz de día (poemario) 1963
• Valses y otras falsas confesiones. 1971
• Ejercicios materiales.
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• El libro de barro.
• Concierto animal.
• Canto Villano. (Su primera recopilación fundamental) 1978
• Poesía escogida.
• Como Dios en la nada. Se trata de su antología de 1949 a 1988.
• Donde todo termina abre las alas. (Poesía reunida)[2] 1949 - 2000
• El falso teclado. 2001
Premios
Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001.
Tomado de Wikipedia
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Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros 22. Antología de Spoon River / Edgar Lee
poemas / Roberto Sosa Masters
2. El verbo nos ampare y otros poemas 23. Beso para la Mujer de Lot y otros
/ Hugo Lindo poemas / Carlos Martínez Rivas
3. Canto de guerra de las cosas y otros 24. Antología esencial / Joseph Brodsky
poemas / Joaquín Pasos 25. El hombre al margen y otros poemas /
4. Habitante del milagro y otros Heberto Padilla
poemas / Eduardo Carranza 26. Réquiem y otros poemas / Ana
5. Propiedad del recuerdo y otros Ajmátova
poemas / Franklin Mieses Burgos 27. La novia mecánica y otros poemas /
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Jerome Rothenberg
Juarroz 28. La lengua de las cosas y otros poemas
7. Para vivir mañana y otros poemas / / José Emilio Pacheco
Washington Delgado. 29. La tierra baldía y otros poemas / T.S.
8. Haikus / Matsuo Basho Eliot
9. La última tarde en esta tierra y otros 30. El adivinador de hojas y otros poemas
poemas / Mahmud Darwish / Odysseas Elytis
10. Elegía sin nombre y otros poemas / 31. Las ventajas de aprender y otros
Emilio Ballagas poemas / Kenneth Rexroth
11. Carta del exiliado y otros poemas / 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas /
Ezra Pound Czeslaw Milosz
12. Unidos por las manos y otros 33. El barco en llamas y otros poemas /
poemas / Carlos Drummond de Jaroslav Seifert
Andrade 34. Uno escribe en el viento y otros
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans poemas / Gonzalo Rojas
Magnus Enzersberger 35. El animal que llora y otros poemas /
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Antonio Gamoneda
Césaire 36. Los andamios del mundo y otros
15. Poesía árabe / Antología de 16 poemas / Ledo Ivo
poetas árabes contemporáneos 37. Dominican Style y otros poemas /
16. Voy a nombrar las cosas y otros Alexis Gómez Rosa
poemas / Eliseo Diego 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40
17. Muero de sed ante la fuente y otros autores
poemas / Tom Raworth 39. Número equivocado y otros poemas /
18. Estoy de pie en un sueño y otros Wislawa Szymborska
poemas / Ana Istarú 40. Desde la república de la conciencia y
19. Señal de identidad y otros poemas otros poemas / Seamus Heaney
/ Norberto James Rawlings 41. La tierra giró para acercarnos y otros
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / poemas / Eugenio Montejo
Derek Walcott 42. Secreto de familia y otros poemas /
21. Epístola a los poetas que vendrán / Blanca Varela
Manuel Scorza
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Colección
Muestrario de
Poesía
2009