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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos


Escuela de Arquitectura
Curso: La vida de los objetos

EVALUACIÓN FINAL
Una historia de Chile a través del consumo

Docente
Gonçalo De Carvalho Amaro

Estudiantes
Arturo Soto
Pablo Cuevas

Introducción

En el presente trabajo pretendemos contar la historia de Chile mediante 10 objetos asociados al


consumo, para lo cual hemos efectuado una selección que nos permita reflexionar sobre determinados
contextos históricos, en donde los objetos funcionan como símbolos de su época. Principalmente hemos
priorizado objetos cotidianos, asumiendo que estos se asocian a una multiplicidad de historias de las personas
que habitan el territorio más que a un acontecimiento único.

Entenderemos los objetos elegidos desde una perspectiva que releva la cultura material como fuente,
es decir, como un testimonio que podemos interpretar asociado a sus contextos de producción y uso. Esto nos
permite acceder a la historia de los subalternos y los omitidos por una historia oficial y/o hegemónica 1, por lo
cual nos aproximaremos a una interpretación que posibilite conocer el significado de los objetos en sus
contextos históricos.

El marco temporal a estudiar considera los periodos comprendidos entre la independencia de Chile en
el siglo XIX hasta nuestros días. Si bien en un primer momento los objetos elegidos pueden responder a la
necesidad de consumo generada en la relación entre trabajo y capital, en la segunda mitad del siglo XX nos
abocaremos a explicar cómo estos objetos se insertan en la denominada sociedad de consumo.

A modo de marco teórico, es relevante el aporte que realiza Marx 2 en el campo de la cultura material.
En 1867, este autor advertía el carácter engañoso de las mercancías en la sociedad capitalista, divididas en un
valor de uso que se presenta autónomo de sus productores, y aquel subyacente en las huellas de su origen
histórico y social perpetuamente borradas por el primero. En este sentido, nuestro país también se puede
interpretar como una forma de mercancía, dado que se ha visto dividido por su valor de uso, cuyas identidades

1 MacGregor, Neil. La historia del mundo en 100 objetos. Debate, 2010.


2 Marx, C. (2014). El Capital Tomo 1: Crítica De La Economía Política: Crítica de la economía política, tomo I,
Libro I. El proceso de producción del capital (4.a ed.). Fondo de Cultura Económica.
han sido desplazadas por la colonización española y luego por la industrialización extractivista moderna,
generando una identidad nacional perpetuamente en la otredad de sí misma.

Así, consideramos que el consumo de objetos no se asocia únicamente a una necesidad objetiva, sino más bien
se inserta en un código de significaciones y de valores de estatus, en donde los objetos se convierten en bienes
distintivos3. Por tanto, los objetos de consumo no necesariamente refieren a la, funcionalidad o utilidad, sino
que se asocian a las “aspiraciones simbólicas instruidas por el sistema de signos” 4, definiéndose como una
práctica cotidiana asociada a la reproducción material pero también espiritual 5.

El remanente de esta identidad, desplazado muchas veces del proyecto histórico nacional 6, emerge en
los residuos materiales del intercambio de significados sociales y culturales lo chileno, un elemento indefinido
y omitido, pero siempre presente a través de la fuerza nacional de producción y consumo masivo. Desde esta
perspectiva, consideramos esencial recoger aquellas sutilezas metafísicas de la mercancía nacional, en un
breve esfuerzo arqueológico e imaginativo para enfrentar los objetos como signos y reconstruir, a través de la
relación entre las personas y los objetos, un relato de Chile no solo histórico, sino también afectivo y espiritual
sobre su arraigada cultura material.

3 Alonso, Luis. (2009. Estudio Introductorio: la dictadura del signo o la sociología del consumo del primer
Baudrillard. En: Braudrillard,J. La sociedad del consumo. Sus mitos y estructuras. Siglo XXI, Madrid.
4 Ídem.
5 Moulian, Tomás. (1998). El consumo me consume. Santiago, Chile: LOM.
6 Larraín, J. (2001) La identidad Chilena. Editorial LOM, Santiago de Chile. 77 p.
Objeto N° 1: el Peso independiente, 1817

Fuente: Banco Central de Chile (2020)

En 1819, la primera transacción ultramarina de la República tomó lugar en Oahu, al pagarse las
provisiones de una fragata nacional con monedas de plata, que rezaban en su reverso “Chile independiente” 7
junto a un rústico volcán en erupción. A modo de metáfora, el Peso acuñado en la actual casa presidencial un
año antes de la independencia, señala el ferviente deseo de la naciente oligarquía criolla por levantar un
Estado desde el libre comercio, dinámica que retornará en el tiempo, produciendo un particular acervo de
figuras patrias.

Si bien el primer Peso utilizaba el sistema bimetálico colonial y no supuso gran cambio en la economía
latifundista, su uso través del consumo fue probablemente trascendental en la metrópolis y principales
puertos mercantiles de Chile, portando en el sucesivo cambio de manos la consigna de “Unión, fuerza y
libertad”, idea del progreso y desarrollo ilustrado que anunciaba el sistema político y económico a
desarrollarse en el país durante la segunda mitad del siglo XIX. Como carta de presentación al mundo, el Peso
Independiente habla de una nación liberal y global en construcción, siendo la nueva moneda no solo el medio
de nuevas relaciones sociales, sino también el motor, que, junto a las ciudades, “fabricó la modernidad” 8 en
Chile a través de la libertad de consumo.

7 Tampe, E. (1978) La expansión marítima de Chile hacia el Pacífico durante el siglo XIX. En: Revista Marina
N°78. p. 562.
8 Braudel, F. (2002) La dinámica del capitalismo. Fondo de Cultura económica, México. 8 p.
Objeto N° 2: la Manta de Castilla, 1872

Fuente: Bellavista Oveja de Tomé (2021)

En un pequeño puerto del sur, la Fábrica de Paños Bellavista fue la primera incursión industrial de
Chile en el mundo textil, iniciando en 1865 9 una acelerada actividad productiva que se mantendrá vigorosa
durante un siglo. Con dos tercios de población rural, el inicio de esta empresa textil se enmarca en un punto
medio en la modernización de Chile, en que tanto la mano de obra como el consumidor popular eran todavía
campesinos con fuertes resabios coloniales.

La manta de Castilla, como abrigo transversal de la sociedad española, fue uno de los primeros
productos en salir de la fábrica y representar con ello, el choque y la mixtura que supuso la industrialización en
Chile, manifestada en el traspaso de una lenta práctica de tejido artesanal en crin de caballo, a los 24 telares
estadounidenses que ahora producían en masa esta vestimenta con lana de llama y oveja Lincoln. La Manta de
Castilla de Paños Bellavista, también es patente en la radical transformación de pueblos en ciudades, dado que
es un vestigio de un punto álgido en las lógicas productivas nacionales. El paso de lo manual a lo mecánico no
solo conllevará la generación de nuevas ciudades, sino también nuevas formas de cultura material ligadas a
inéditas problemáticas sociales a desarrollarse en los próximos años, debido a un creciente grupo de
campesinos convertidos en obreros, que, atraídos a estas ciudades - fábricas, experimentarán las múltiples
crudezas de la vida urbana industrial.

9 Cartes, A. (2012) Bellavista Oveja Tomé, una fábrica en el tiempo. Ediciones Universidad San Sebastián. 19p.
Objeto N° 3: la Ficha Salitrera, 1880 - 1924

Fuente: Museo Histórico Nacional.

En el Chile post Guerra del Salitre, se generó una gran atracción para los mercados y empresarios
extranjeros en la inversión para la extracción del salitre en el norte del país, y con ello la migración de una gran
cantidad de obreros y sus familias. En este contexto, las salitreras comenzaron a encargar o a acuñar en la
propia oficina y de manera artesanal fichas para pagar a los trabajadores, las cuales podían utilizarse
únicamente en las pulperías de la misma empresa, reduciendo el capital circulante y disponiendo una clientela
cautiva de trabajadores10. Este objeto se masificó en las empresas salitreras en diversos materiales, tales como
el cuero y el latón, a pesar de lo cual la vulcanita se utilizó en las salitreras dado que se acomodaba más a los
ambientes nortinos.

Este objeto representa uno de los tantos medios de explotación que se utilizaban en las salitreras
nortinas, mediante el cual se controlaba la ganancia de los trabajadores, la circulación del capital y el valor de
los bienes en las pulperías, es decir, se fijaban las condiciones de la oferta y la demanda. En este sentido, el
consumo de los trabajadores y sus familias estaba limitado y fijado únicamente a la oferta que pudiera ofrecer
la salitrera, lo cual motivó las primeras protestas obreras en Chile debido a los descuentos en el cambio y los
precios elevados de la pulpería.

10 Calvo, Miguel. (2009). Dinero no veían, solo fichas. Metallica, N° 12. 9 - 30 p.


Objeto N° 4: la caja de cigarrillos “Marca Chancho”, 1920

Fuente: diseñonacional.cl (s.f).

“Aseguramos que estos cigarrillos valen mucho más de lo que cuestan”. Con este sello se garantiza la
dudosa calidad de los cigarrillos “Marca Chancho”, elaborados en el Valparaíso de 1920 que refulgía en
industrias, levantando en el paisaje sus característicos ascensores y edificios 11. El tabaco, elemento
considerado de primera necesidad desde tiempos coloniales, se hizo evidentemente parte de este desarrollo
tecnológico y comercial, vendiéndose una variedad casi infinita de cajetillas que testimonian el interés de la
época, en donde destacan diseños con escenas bélicas de la Guerra del Pacífico y rostros de las últimas
estrellas del teatro.

Elaborada a partir de los restos de otras líneas tabaqueras y ampliamente comercializada en pulperías
salitreras, la “Marca Chancho”, derivada de una chilenización de la cerveza inglesa “Pig”, apelaba
específicamente al consumo popular, grabándose en el imaginario nacional como sinónimo de la alternativa
genérica y económica que suplanta a la opción de calidad 12. Motivo permanente del consumo proletario y de
una creciente clase media, la figura del mestizo y el criollo despatriado entre España e Inglaterra, aparece
entonces en la ironía de la imagen genérica del cerdo inglés como un elemento atractivo a las clases populares,
que reconoce y destaca su alteridad en la adaptación de los símbolos de la cultura hegemónica. Hoy, el activo
mercado de las imitaciones y la piratería, confirma todavía la vigencia de la marca chancho como condición
estructurante de la identidad chilena, que construye sus valores en los residuos culturales del primer mundo.

11 Cultura Puzzle (2010) Valparaíso, Capital cultural. Cultura Puzzle 2010. Ediciones UV, Valparaíso. 21 p.
12 Salazar, C. (2009) La Marca Chancho tiene una historia de Lujo. Urbatorium. Extraído el [24/06/2021] de:
https://urbatorium.blogspot.com/2009/02/la-marca-chancho-tiene-una-historia-de.html
Objeto N° 5: la taza de té “Willow”, 1960

Fuente: Biobío Chile (2017)

Entre los más de diez mil diseños generados por el escultor Roberto Benavente Crisosto para la
fábrica de cerámicas Fanaloza, es interesante que la línea “Willow” fuera la de mayor distribución nacional,
perdurando en la memoria colectiva y siendo encontrada al día de hoy en muchas de nuestras cocinas 13.

Presentando un apacible paisaje europeo, la temática romántica de la taza de té “Willow” sugiere


otro tiempo y procedencia a la de su manufactura en Penco durante los años sesenta. Efectivamente, el
llamado “Willow pattern” se crea a finales del siglo XVIII, como una adaptación inglesa de los ricos patrones de
la porcelana china. De esta readaptación nacional, descontextualizada temporalmente de ambos orígenes,
cabe preguntarse cómo el patrón de la taza “Willow” llegó a tener tal nivel de atracción, al punto de
convertirse en un símbolo tradicional de lo chileno.

En un continente de café y mate, el tomar té confirma la afirmación ampliamente difundida de que


somos “los ingleses de Sudamérica”, no por nuestro dominio hegemónico en Latinoamérica, sino por el motivo
intrínseco de una sociedad colonizada que aspira continuamente a convertirse en su colonizador. De esta
manera, la condicionada respuesta afectiva de las masas chilenas a las figuras derivadas de la clase dominante,
explican la popularidad de la taza de té Willow, que permitía pasar una tradición de lo exógeno a lo endógeno
por el módico precio de la industria nacional, al poseer un pequeño trozo del paisaje idílico de Europa.

13 Corporación Cultural Las Condes. (septiembre-noviembre 2019). Exposición “Willow de Penco, el plato
nuestro de cada día la cerámica utilitaria de Penco en el imaginario nacional”.Curada por Bustos, G. Santiago de
Chile.
Objeto N° 6: cuchara medidora de leche, 1973

Fuente: Terremoto.mx (2010)

El diseñador industrial de la Ulm, Gui Bonsiepe, llega a Chile en 1968 traído por Frei Montalva para
desempeñarse como asesor de la Corporación de Fomento a la Producción. En el gobierno de Salvador
Allende, el impulso desarrollista de la Unidad Popular lo pone a la cabeza de un grupo de diseño en el Instituto
de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC), en el que se buscaría activamente la “modernización
tecnológica del sector de la producción y servicios” 14. En estas inéditas instancias, se trabajará en Chile el
sueño del socialismo por revertir la lógica capitalista en la producción, proyectando la creación de objetos
funcionales a las grandes problemáticas sociales, por sobre su valoración en el mercado.

En 1973, junto al ambicioso “Proyecto Synco”, considerado por algunos el predecesor de la internet,
la INTEC diseña una simple cuchara dosificadora de leche, la cual, sin ninguna pretensión mayor, ayudaba a
administrar una de las Cuarenta Medidas de Allende, que prometía medio litro de leche para combatir la
desnutrición infantil predominante. Lejos de ser un elemento considerado tradicional, la cuchara dosificadora
se relacionaba con la población de una forma mecánica, pero a la vez trascendental, que sería recordada no
por la particularidad de sus cualidades materiales, sino por ser parte de una breve suspensión en la arraigada
cultura liberal y una de las últimas iniciativas por una industria nacional, representando un proyecto a veces
utópico y otras práctico de anulación del capitalismo, que dejaría en el “pueblo” una profunda huella.

14 Palmarola, H. (2002) Diseño Industrial Estatal en Chile, 1968-1973. Conferencia presentada en el ciclo “
Testimonios de la modernidad”, FADEU, Santiago de Chile.
Objeto N° 7: El casete clandestino (1973 - 1986)

Casete Quilapayún, 1976. Fuente https://quilapayun.wordpress.com/

En la época de la Dictadura cívico – militar, se emprendió la acción de prohibir la creación y


circulación de ciertos contenidos musicales, sobre todo mediante el ejercicio clandestino de la represión y de
las listas negras. En este contexto, el casete se relevó como un artefacto para la circulación y producción de
músicas de la resistencia contra la Dictadura militar, distribuyéndose sobre todo en clandestinidad 15. El casete,
que a nivel mundial se constituyó como el medio predilecto para la difusión de la música y por tanto como un
aparato de globalización, funcionó en Chile en los años de la Dictadura como un medio para el consumo y
circulación de la música prohibida, mediante la copia casera y el pirateo del repertorio musical.

El casete clandestino se distribuyó como un medio de consumo musical sin el apoyo de la industria ni
de los medios de comunicación, con la evidente oposición del régimen dictatorial 16. En ese marco, tuvo la
finalidad de recaudar ingresos para la comunidad y la divulgación del material subversivo, difundiendo música,
discursos, proclamas e himnos, en donde el pirateo era promovido incluso por los mismos artistas. En este
sentido, el consumo artístico se supeditó a la lucha por la democracia, y una vez finalizada la Dictadura siguió
en circulación como una alternativa para adquirir la música comercializada a alto precio en el mercado oficial,
facilitando el consumo popular y de las clases medias.

15 Jordán, Laura. Música y clandestinidad en dictadura: la represión, la circulación de músicas de resistencia y


el casete clandestino. Revista Musical Chilena, Año LXIII, 2009. 77-102 p.
16 Ídem.
Objeto N° 8: el Mall Parque Arauco (1982).

Fuente: La Tercera

El Mall Parque Arauco corresponde al primer centro comercial de su tipo inaugurado en nuestro país,
abriendo sus puertas al público en el año 1982. En su contexto de creación y dada su ubicación en Las Condes,
se constituyó como un espacio de consumo y socialización de la élite santiaguina. Este mall marca el derrotero
de esta industria en Chile, dado que desde los años noventa estos espacios se constituyen como los predilectos
para el consumo masivo. En estos años, los gobiernos de la Concertación no sustituyeron el modelo económico
instaurado en Dictadura, sino más bien profundizaron la lógica neoliberal, con la cual se promovió el desarrollo
de nuevos malls y la proliferación de la sociedad de consumo.

Este mall es un símbolo del cambio del modelo económico en Chile, en donde la centralización de una
oferta desmedida ha provocado el abandono de otros comercios, del espacio público y de espacios de
producción de cultura y entretención 17. Este tipo de centro comercial sintetiza las actividades consumidoras,
produciéndose un coqueteo con los objetos y un vagabundeo lúdico 18, por lo cual puede ser visto como un
signo de la globlalización y de la mercantilización, en donde se disponen las grandes marcas mundiales al
consumo del público en un espacio que se ha interpretado desde la intelectualidad como una simulación de lo
urbano.

17 Salcedo, Rodrigo y De Simone, Liliana. El mall en Chile. Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2012.
18 Baudrillard, Op. cit.
Objeto N° 9: la Tarjeta BIP! (2007)

Fuente: Eldefinido.cl

La tarjeta BIP! fue creada el año 2007 bajo el cambio del sistema de transportes subterráneo y de
buses urbanos, conocido como el “Transantiago”. Su objetivo era unificar las transacciones asociadas al
transporte metropolitano en un único medio de pago, eliminando el traspaso de dinero en efectivo y su
presencia en los medios de transporte. En este sentido, constituye un símbolo para los santiaguinos como
también para los visitantes nacionales y extranjeros de la ciudad, dado que solo mediante este elemento se
puede acceder al sistema de transporte público. Para los santiaguinos, simboliza el cambio de sistema de
transporte público en la ciudad, junto con los buses “oruga”; asimismo representa la concesión y subvención
de los medios de transportes a las empresas privadas, en donde el precio de la tarifa se ajusta según los
requerimientos del mercado y se realiza por parte de un “grupo de expertos”, consolidando el transporte a la
lógica del consumo.

Desde un principio se pretendió que este medio de pago fuera masivo para toda la población de
Santiago y para quienes visitan la ciudad, no obstante, desde sus inicios los gobiernos nunca han podido
controlar el alto nivel de evasión y el desuso de la tarjeta, constituyéndose el no – pago como una práctica
política y económica en contra del transporte comprendido como un servicio de consumo.
Objeto N° 10: el llavero del “Negro Matapacos”

Fuente: Mercado Libre

El Perro Matapacos fue un ícono de las protestas sociales estudiantiles desde el año 2011, debido a su
evidente oposición a los carabineros, y posteriormente su imagen y memoria fueron apropiados como símbolo
de lucha del Estallido Social del 2019. A nivel metropolitano, la ciudadanía se tomó espacios tales como la
rebautizada Plaza Dignidad, en donde al calor de las manifestaciones afloraron economías populares, entre las
cuales se encuentra la proliferación y venta de los símbolos de la revuelta; dentro de estas economías el Perro
Matapacos fue convertido en pin, en llavero y polera.

El llavero del Perro Matapacos demuestra que en nuestros días la lógica de consumir no solo se deriva
de la necesidad ni del uso de los objetos, sino más bien el consumo se asocia a las aspiraciones simbólicas
instruidas por el sistema de signos, en donde el consumo produce la necesidad 19. En este caso, la generación
de emblemas del Estallido como este llavero es algo propio de las sociedades de consumo, en donde nacen
economías populares al alero de los procesos políticos, dotándolos de símbolos y cumpliendo una función
estética, nutriendo el imaginario cultural del cambio social 20 . En este sentido, el llavero del “Negro
Matapacos” marca la culminación de todo símbolo revolucionario en la sociedad del consumo.

19 Alonso, Luis. Op. cit. 33p.


20 Pacheco, Guillermo; Torres, María y Cuevas, Rodrigo. Emergencias simbólicas en la Plaza Dignidad del “18-
O” chileno. Revista Intervención, Santiago de Chile, 2020.

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