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LAS MARCAS DE LA VIOLENCIA EN LA LITERATURA COLOMBIANA

AURA GISELA CALDERON SANTOS – CÓD. 085151402018

PAULA ANDREA TORRES ROJAS - COD. 085151582018

DANNA ESTEFANÍA MAPE OSPINA - COD. 085151602018

YULY ALEJANDRA BALLESTEROS CÓDIGO: 085151642018

RAFAEL RICARDO GUZMÁN – 085151322018

HERMENÉUTICA DE LA LITERATURA

LICENCIATURA EN LITERATURA Y LENGUA CASTELLANA

UIVERSIDAD DEL TOLIMA /IDEAD - CAT IBAGUÉ

SEMESTRE V – GRUPO 01

NOVIEMBRE DEL 2020


LAS MARCAS DE LA VIOLENCIA EN LA LITERATURA COLOMBIANA
La violencia fue un fenómeno que mostró con claridad las debilidades del Estado
colombiano. (LaRosa y Mejía, 2014, p. 114).

Desde hace muchos años, Colombia ha estado sumergido en una violencia que ha

marcado la vida de aquellas personas que han perdido seres queridos, bienes materiales

e incluso las ganas de vivir. Muchos creen que la guerra acaba cuando los disparos

cesan, y bueno, quizá sea así para aquellos que no les tocó vivirla, pues, se acaban los

reportajes en el canal de noticias, no vuelve a ser titular en el periódico, ni se escuchan

en la radio. Para esas personas que vieron la guerra “desde la barrera” de los medios de

comunicación, para ellas si acaba. Pero, aquellos que la vivieron ¿qué? ¿Qué pasa con

esas personas a las que la guerra les arrancó desalmadamente todo lo que amaban y les

daba sentido a sus efímeras vidas, que perdieron sus seres más queridos, sus tierras, sus

casas y todo aquello por lo que había luchado una vida entera?

De manera análoga, la violencia en Colombia, puede ser vista desde una perspectiva

hermenéutica, si se tiene en cuenta que esta es definida por Arráez, Calles y Tovar

(2006) como el arte de interpretar donde “la interpretación viene a identificarse con la

comprensión de todo texto cuyo sentido no sea inmediatamente evidente y constituya un

problema, acentuado, por alguna distancia (histórica, psicológica, lingüística, etc.) que

se interpone entre nosotros y el documento.” Por ende, la interpretación de la violencia

que ha marcado nuestro país se puede ligar a la que cada persona haga tanto de los

hechos históricos o la realidad como la manera de interpretar los diversos sentimientos

que emergen al momento de abordar esta problemática aun cuando sólo se ha hecho

parte de esta de manera testimonial.

Teniendo en cuenta lo anterior, en el presente ensayo se expondrán algunas obras

literarias que contienen temáticas estrechamente ligadas a la violencia que ha azotado a


Colombia desde décadas anteriores, como por ejemplo los enfrentamientos bipartidistas,

las guerras entre los grupos armados, la desaparición forzosa, el narcotráfico, entre

otros. Haciendo énfasis en las obras “Gritos en la madrugada” de Antonio Echeverry

Gil, “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, “La multitud errante” de Laura

Restrepo, “Los ejércitos” de Evelio Rosero y, “Sin nombres, sin rostros ni rastros en

Los velos de la memoria” de Jorge Eliecer Pardo. Tratando de poner en evidencia

aquellas situaciones de la violencia colombiana que marcan notablemente dichas obras.

Un breve recorrido por el contexto histórico

La violencia en Colombia se remonta al año 1948 cuando estalló una guerra tras el

asesinato del liberal Jorge Eliecer Gaitán, pues luego de este acontecimiento sus

seguidores provocaron disturbios en todo el país y en especial en la ciudad de Bogotá

donde a raíz de lo anterior, ocurrió el llamado “bogotazo”, dicho asesinato, provocó que

los liberales empezaran a hacer –según ellos- “la revolución” pero esto realmente no

ocurrió, pues dicha revolución se transformó en violencia entre las guerrillas liberales y

el ejército conservador. Esta, probablemente junto con la de los grupos armados es una

de las violencias más reconocidas en nuestro país, pero cabe hacerse las preguntas que

en “Gritos en la madrugada” se hace Antonio Echeverry Gil:

“¿por qué se mataban entre sí … por qué les había envenenado el alma? ¿por qué

llegaron a odiarse tanto si eran comunes en su miseria y sus sufrimientos? ¿Por

qué incendiaban sus casas y se destruían sus parcelas? ¿Por qué destripaban a los

niños, echándolos en costales y golpeándolos contra las piedras? Ah si… dizque

porque eran rojos y azules” (p.32).

Luego de la guerra bipartidista, surgió el conflicto armado en Colombia, desde la

década de los 60, y nos atrevemos a decir, que la guerra entre liberales y conservadores
no terminó, sino que solamente cambió de nombre y ahora era la guerra entre los grupos

armados y el gobierno, (que además dio paso al temido narcotráfico). Se crearon, los

principales grupos armados en el país, como lo son las Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en

1964; en el año 1967 se dio inicio a otra organización guerrillera denominada Ejército

Popular de Liberación (EPL), desde entonces, Colombia estuvo marcada por

desplazamientos forzados, secuestros, asesinatos siniestros, terribles masacres,

reclutamiento de niños, asesinatos selectivos, violencia sexual, ataques violentos,

acciones bélicas, entre otros hechos atroces; se estima que hubo más de seis millones de

desplazados forzados y cientos y hasta miles homicidios. Sin mencionar los muertos que

dejó los “falsos positivos” los cuales eran personas civiles que fueron asesinadas por las

fuerzas militares gubernamentales inculpándoseles falsamente de pertenecer a los

grupos guerrilleros.

Algunas obras literarias relacionadas con el contexto de violencia colombiano

Como se mencionó con anterioridad, se expondrá a continuación algunas obras literarias

escritas por autores colombianos, que se componen de temáticas relacionadas con el

contexto de violencia y guerra que sufrió Colombia, empezando con el asesinato del

reconocido liberal Jorge Eliecer Gaitán; seguido por el bogotazo; la violencia

bipartidista; la guerra entre guerrillas, estado y paramilitares; el desplazamiento forzoso;

el reclutamiento de menores; las masacres; el narcotráfico; causando muerte,

desolación, desesperanza, dejando vidas vacías y marcadas para siempre.

OBRAS LITERARIAS COLOMBIANAS SOBRE LA VIOLENCIA EN


COLOMBIA
Año Autor Título Tema relacionado a
la violencia.
1953 Daniel Caicedo Viento seco Violencia y
migración forzada
sobre campesinos
hacia las ciudades.
1967 Gabriel García Cien años de Violencia
Márquez soledad bipartidista
1996 Antonio Echeverry Gritos en la Violencia
Gil madrugada bipartidista,
masacres,
narcoterrorismo y
corrupción.
1984 Gustavo Álvarez Cóndores no Muertes a causa de
Gardeazábal entierran todos los las ideologías
días. conservadoras y de
la extrema derecha
en épocas de
violencia
colombiana, la
masacre de las
bananeras.
2001 Alfredo Molano Desterrados Desplazamiento
forzado, destierro,
desarraigo y
violencia.
2001 Laura Restrepo La multitud errante Violencia
Bipartidista, y
desplazamiento
forzoso.
2004 Laura Restrepo Delirio Narcotráfico,
secuestro y
violencia.
2006 Marbel Sandoval En el brazo del río Conflicto armado en
Colombia.
2006 Hector Abad El olvido que Paramilitarismo.
Facioline seremos
2007 Evelio Rosero Los ejércitos. Violencia,
masacres,
narcotráfico.
2010 Tomás González Abraham entre Secuestro y grupos
bandidos. armados en
Colombia.
2011 Juan Gabriel El ruido de las cosas Narcotráfico.
Vásquez al caer
2012 Miguel Torres El incendio de abril Magnicidio de Jorge
Eliecer Gaitán
2014 Jorge Eliecer pardo Los velos de la Violencia
memoria bipartidista, muerte,
masacres.
2015 Daniel Ferreira Rebelión de los Destierro y
oficios inútiles desplazamiento.
2015 Santiago Jaramillo Dime si en la Violencia
cordillera sopla el bipartidista.
viento
2020 Ricardo Silva Rio muerto Violencia de
Romero diferentes actores
paramilitares, como
el Frente 99 y el
bloque Fénix.

Las huellas de la violencia en algunas obras literarias (colombianas)


Como se mencionó anteriormente, la literatura colombiana, e incluso la latinoamericana

ha permitido conocer la violenta realidad que marcó la historia de quienes la

presenciaron, pero también de aquellos que la han escuchado y encarnado como si fuese

propia, que la han sentido en lo profundo de su ser, carcomiendo el alma, lamentándose

de haber nacido en una época violenta, en medio de mucha gente indolente que lucha

sin sentido por causas e ideales ajenos, llevándose a su paso hasta los más indefensos,

sin importarle la vida, y mucho menos la muerte. Para ello, se abordan algunas citas de

las siguientes obras literarias:

 Gritos en la madrugada – Antonio Echeverry Gil. (1996)

 Cien años de soledad – Gabriel García Márquez (1982)

 La multitud Errante – Laura Restrepo (2001)

 Los ejércitos – Evelio Rosero (2006)

 Los velos de la memoria (cuento Sin nombres, sin rostros ni rastros) (2014)

Partiendo de la hipótesis de que la violencia en Colombia quedó marcada en la literatura

colombiana, haremos un breve recorrido por las cinco obras anteriormente

mencionadas, iniciando entonces por Gritos en la madrugada la cual, fue publicada en

el año 1996 por el escritor, periodista y educador Libanénse Antonio Echeverry Gil,

quien ha abordado en sus obras la violencia que marcó las épocas de los años cincuenta

y sesenta en Colombia. Echeverry inicia Gritos en la madrugada con el siguiente poema,

que se debe aclarar, está todo escrito con letras mayúsculas:


LLUVIA DE PALOMAS

Y FIRMARON LA PAZ
ANTE EL REGOCIJO DE TODOS
Y PARA SELLAR EL PACTO
GUERRILLEROS Y SOLDADOS
DISPARARON AL AIRE SUS FUCILES
Y DEL CIELO AZUL
CAYO UNA LLUVIA DE PALOMAS BLANCAS
CON LAS ALAS DESTROZADAS

El cual nos abre un contexto sobre las temáticas crueles y violentas que muy

probablemente va a abordar esta obra, poema que sin duda alguna tiene tantas

interpretaciones como lectores posibles, por nuestra parte, consideramos que tal como

expresa Laura Restrepo (2001) en La multitud errante que “la guerra que no cesa,

cambia de cara no más” pues de la violencia del bipartidismo se dio paso a la guerra

entre los grupos armados conformados por guerrillas y paramilitarismo, de este al

narcotráfico y hoy con unos Acuerdos de paz firmados la paz sigue siendo tan ilusoria

como hace 50 años. Y esas “palomas blancas con las alas destrozadas” caen día tras día

frente al rostro de las personas que fueron marcadas por la guerra, frente a esas madres

que perdieron sus hijos, las esposas que quedaron viudas, e incluso frente a las tumbas

de los muertos a los que también les cortaron brusca y despiadadamente sus alas; frente

a los hijos huérfanos y a la deriva, esos niños que tristemente han tenido que soportar el

peso de la guerra con el que ha cargado este país, y como menciona Echeverry, los

niños no tenían por qué ser víctimas en medio de una guerra absurda, pues “al principio,

cuando se enmontaron, hasta razón tenían. Algunos tenían motivos muy graves, les

habían matado a sus padres, a sus hermanos; a sus familiares. Pero de todas maneras los

niños no tenían por qué pagarlas” (p. 32). Lo cierto, es que con razón o sin ella, la
violencia en Colombia detrás de una supuesta lucha colectiva, esparcen sufrimiento sin

remordimiento alguno, y aún si lo tuvieran, tal como expresa la narradora del cuento

“Sin nombres, sin rostros, ni rastros”, de Pardo “el perdón, el olvido y la reparación, han

sido para mí una ofensa. Nadie podrá pagar ni reparar la orfandad en que hemos

quedado. Nadie”. Es tan complejo entender cómo por una supuesta causa común y

dizque por el bien del pueblo, se hay llegado a asesinar a tantas personas y de una forma

tan despiadada e inhumana, sin pensar ni siquiera en las criaturas inocentes que están

empezando a vivir ¿o a morir? Ya no se sabe bien, pues como menciona Evelio Rosero

en su novela Los ejércitos: “compadezco a los niños, que les aguarda un duro trecho por

recorrer, con toda esa muerte que heredan” que dura, y que triste que esta no sea sólo

una frase de la literatura, sino que contenga hechos reales dentro de sí, pues nos

atreveríamos a decir que muchas veces la literatura contiene más hechos reales y es más

fiel a estos que los historiadores y medios de comunicación. Lamentablemente en

épocas violentas a los niños les toca dejar su infancia a un lado y no preocuparse tanto

por jugar como por guardar su vida de la muerte, que dolorosa situación, que, como

menciona Echeverry “los niños no tenían por qué pagarla”, Respecto a este desgarrador

tema de los niños víctimas de la guerra, Jorge Eliecer Pardo también hace mención en

su cuento Sin nombres, son rostros ni rastros entre otras, en el fragmento donde la

narradora narra que:

“pedimos paz para los niños que aún no entran en la guerra a pesar de que a

muchos de nuestros sobrinos los han quemado o arrojado al agua (…) No

importa que seamos un pueblo de mujeres, de fantasmas, o de cadáveres

remendados, no importa que no haya futuro. Nos aferramos a la vida que crece

en los niños que no han podido salir del puerto … nuestras criaturas inocentes”
Y no sólo a los niños, pues lamentablemente “La guerra a todos envuelve, es un aire

sucio que se cuela en toda nariz, y aunque no lo quiera, el que huye se convierte a su

vez en difusor” (Laura Restrepo, 2001, p35) pues, quien ha sido tocado por la guerra, es

muy difícil que salga de esta, y si logra salir es probable que en su interior quede una

sutil contaminación que siempre está a la defensiva, es como si una parte en su corazón

se volviese de acero para no dejar penetrar más dolor, (o por lo menos para creer que no

se está admitiendo más dolor) pero a su vez, esa parte que se cree “impenetrable” se

convierte en un difusor, en algunos casos de odio y sed de venganza, en otros solamente

de dolor y sufrimiento, pero en ambos, las vidas de estas personas con un supuesto

corazón de acero quedan marcadas, destrozadas y todo a causa de “una guerra absurda”.

Pobres mujeres que aun cuando se oyen “acuerdos de paz” siguen con el alma

destrozada, llevando las penas por dentro, cargando en el alma a sus muertos, con un

corazón convertido en acero, pues, aunque estas sean poco nombradas en periódicos y

revistas, dado gran parte de estos medios suelen centrarse en los victimarios y en las

víctimas fallecidas, sin preguntarse ¿Qué pasa con aquellas que, aunque tengan el

cuerpo vivo, su alma, sentido y ganas de vivir fueron arrebatados por la guerra? Como

dice la voz de la viuda que narra Sin nombres, sin rostros, ni rastros el perdón, el olvido

y la reparación son una ofensa para aquellas mujeres que nada ni nadie les va a poder

devolver el ser querido que perdieron, la vida que tenían y que la guerra

despiadadamente les arrebató.

Por otro lado, Gabriel García Márquez en su obra “Cien años de soledad” en la voz de

un personaje conocido como <<el general Moncada>> menciona que “hay que pensar

en la guerra como absurda pesadilla del pasado” cabe decir, que de esta cita resaltamos

la palabra absurda, pues, por más que se quiera es muy difícil encontrar una verdadera

lógica a la violencia y a la guerra, porque entre otras cosas, en cada guerra se evidencia
que quienes mueren en mayor medida son las personas pobres, quienes persiguen y

defienden ideologías de aquellos que están en el poder; además, es absurdo pensar que

se pueda llegar a odiar a aquel con el que nunca se ha cruzado ni una sola palabra o a

aquel que es mi hermano pero que por estar en otro bando, se convierte en mi enemigo,

en mi objetivo a destruir; es absurdo pensar que la muerte y la desolación van a traer

cosas buenas, siempre, en cada guerra, aun cuando se considere el ganador, solo se

obtienen consecuencias negativas.

Siguiendo con el reconocido escritor colombiano Gabriel García Márquez,

consideramos, que una de las características que identifica a García Márquez como

escritor es la realidad histórica colombiana implícita en sus textos, mostrando una

Colombia de la cual muchos otros no se atreven a mencionar, un país sufrido y

fuertemente golpeado por violencias, abusos, corrupciones, abatimientos

proporcionados por mandatarios que gozan de una autoridad muchas veces comprada y

las absurdas pero trágicas guerras bipartidistas, frente a este último, es importante

señalar que “García Márquez vivió de cerca <el bogotazo> es decir, la revuelta social

causada por el asesinato de Gaitán” (Castro, 2005 p.292) por ello, es entendible que el

propio contexto de este reconocido autor estuvo ligado a su escritura, además según

Castro (2005) cuando García Márquez laboró como columnista del periódico El

universal “Sufrió directamente los rigores de la censura de la prensa con la vigilancia en

una forma permanente a todos los periódicos del país y solicitudes de las autoridades

gubernamentales para omitir ciertos hechos” (p 292) dado lo anterior, se puede inferir el

porqué de la postura política en cierta manera escéptica que García Márquez plasma en

sus textos.

En definitiva, se puede decir que las obras literarias abordadas, como también las

expuestas en el cuadro (obras literarias colombianas relacionadas a la temática de la


violencia en Colombia) contienen implícita una marca histórica sobre los sucesos que

azotaron nuestro país en la década de los cincuenta hasta el presente; así como también

se evidencia que el dolor producto de la guerra no ha cesado sino que sigue latente en

los personajes de estas obras y en los corazones de tantas mujeres a las que la violencia

les arrebató sus hijos, esposos, padres y seres queridos. Al igual que los bienes

materiales por los que muy probablemente habían luchado y se habían esforzado toda su

vida por conseguirlos, y en un abrir y cerrar de ojos la guerra arrasó con todo lo que

amaban. Vemos también, que es muy característico en los escritores colombianos narran

dentro de su literatura acontecimientos sobre la violencia que marcó el país y al mismo

tiempo dejó marcadas sus obras. Dando la voz a las víctimas (muertas y vivas) y no

solamente a los victimarios como lo suelen hacer los medios de comunicación. Así

mismo, se evidencia que cada uno de estos autores tiene una interpretación hermeneuta

diferente de los hechos históricos y violentos (que dejan plasmada en sus textos), al

igual que cada lector los interpreta de una manera única, por lo cual se hace posible

observar uno de los usos de la hermenéutica en la literatura.

Referencias bibliográficas:
Arraéz, Morella; Calles, Moreno de Tovar, Liuval (2006) “La hermenéutica: una
actividad interpretativa” Caracas, Venezuela: Revista Universitaria de Investigación de
la Universidad pedagógica Experimental.

Echeverry Gil, A. (1996) “Gritos en la madrugada” Bogotá, Colombia: Editorial Solar


Ltda.

García Márquez, G. (1967) “Cien años de soledad” Bogotá, Colombia: Editoriales


Norma. (adaptada en 2015)

LaRosa, M y Mejía, G. (2014). Historia concisa de Colombia (1810-2013)”. Bogotá:


Editorial Universidad Del Rosario.

Pardo, J. E. (2014) Sin nombres, sin rostros ni rastros en “Los velos de la memoria”
Cali, Colombia: Universidad del Valle.

Restrepo, L. (2001) “La multitud errante” Valle, Colombia: Editorial Debolsillo.

Rosero, J. E, (2007) “Los ejércitos” Colombia: Premio TusQuets Editores de Novela

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