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El Arte de la Estrategia

Los principios de la estrategia son: querer, poder y saber. Querer es un acto volitivo; poder es un
acto de libertad; y saber un acto de capacidad. Los principios de la táctica son la seguridad, la
sorpresa, la economía de medios, la concentración de fuerza, el aprovechamiento del éxito y la
flexibilidad.

EL PRINCIPE - MAQUIAVELO

Resistencia a los cambios

Los hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida. La incredulidad de los
hombres, hace que nunca crean en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello. La
naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es
difícil mantenerlos convencidos.

La venganza

A los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras ya que de las
graves no puede: la afrenta que se hace a un hombre debe ser, por tanto, tal que no haya ocasión
de temer su venganza.

Cuando iniciar el combate

No se debe jamás permitir que se continúe con problemas para evitar una guerra porque no se la
evita, sino que se la retrasa con desventaja tuya.

Imitar a los grandes hombres

Un hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes hombres e imitar
a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que,
aunque no se alcance su virtud algo nos quede sin embargo de su aroma.

Las recompensas

Quien cree que nuevas recompensas hacen olvidar a los grandes hombres las viejas injusticias de
que han sido víctimas, se engaña.

La crueldad

Se puede hacer un buen o mal uso de la crueldad. Bien usadas se pueden llamar aquellas
crueldades (si del mal es lícito decir bien) que se hacen de una sola vez y de golpe, por la
necesidad de asegurarse, y luego ya no se insiste más en ellas, sino que se convierten en lo más
útiles posible para los súbditos. Mal usadas son aquellas que, pocas en principio, van aumentando
sin embargo con el curso del tiempo en lugar de disminuir.

Las injusticias y los favores

Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño,
mientras que los favores se deben hacer poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor. Los
hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban iba a causarles mal, se sienten más obligados
con quien ha resultado ser su benefactor, el pueblo le cobra así un afecto mayor que si hubiera
sido conducido al Principado con su apoyo.

Prudencia

El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente.

El arte de la guerra

Un príncipe que no se preocupe del arte de la guerra, aparte de las calamidades que le pueden
acaecer, jamás podrá ser apreciado por sus soldados ni tampoco fiarse de ellos.

Lo que se debe hacer

Quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su
preservación.

Generosidad

Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño
con todos aquellos a quienes no da, que son pocos.

Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El
gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta.

Castigos

Con poquísimos castigos ejemplares será más clemente que aquellos otros que, por excesiva
clemencia, permiten que los desórdenes continúen, de lo cual surgen siempre asesinatos y
rapiñas.

Naturaleza humana

Se puede decir de los hombres lo siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y
disimulan lo que son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces favores son
todos tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida y los hijos cuando la necesidad está lejos; pero
cuando ésta se te viene encima vuelven la cara. Los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte
de su padre que la pérdida de su patrimonio.

La naturaleza de los hombres es contraer obligaciones entre sí tanto por los favores que se hacen
como por los que se reciben.

Evitar el odio del pueblo

El príncipe debe hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor del pueblo
consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado.
El príncipe debe evitar todo aquello que lo pueda hacer odioso o despreciado.

Fidelidad a la palabra dada

No puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se
vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los
hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no
te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya.

Delegar las medidas impopulares

Los príncipes debe ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearle odio y ejecutar
por sí mismo aquellas que le reportan el favor de los súbditos. Debe estimar a los nobles, pero no
hacerse odiar del pueblo.

Entretener al pueblo

Se debe entretener al pueblo en las épocas convenientes del año con fiestas y espectáculos.

Alianzas

Hay que guardarse de entablar una alianza con alguien mas poderoso que tu para atacar a otros, a
no ser que te veas forzado a ello. La razón es que en caso de victoria te haces su prisionero y los
príncipes deben evitar en la medida de lo posible el estar a discreción de los demás. También se
adquiere prestigio cuando se es un verdadero amigo y un verdadero enemigo, es decir, cuando se
pone resueltamente en favor de alguien contra algún otro. Esta forma de actuar es siempre más
útil que permanecer neutral, porque cuando dos estados vecinos entran en guerra, como son de
tales características que si vence uno de ellos haya de temer al vencedor. El vencedor no quiere
amigos dudosos que no lo defiendan en la adversidad; el derrotado no te concede refugio por no
haber querido compartir su suerte con las armas en la mano.

Prestigio

Ayuda también bastante dar ejemplos sorprendentes en su administración de los asuntos


interiores, de forma que cuando algún subordinado lleve a cabo alguna acción extraordinaria
(buena o mala), se adopte un premio o un castigo que de suficiente motivo para que se hable de
él. Hay que ingeniárselas, por encima de todo, para que cada una de nuestras acciones nos
proporcionen fama de hombres grandes y de ingenio excelente. Hay muchas gentes que estiman
que un príncipe sabio debe, cuando tenga la oportunidad, fomentarse con astucia alguna
oposición a fin de que una vez vencida brille a mayor altura su grandeza.

Elección y manejo de consejeros

No hay otro medio de defenderse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no
te ofenden si te dicen la verdad; pero cuando todo el mundo puede decírtela te falta el respeto.
Un príncipe prudente se procura un tercer procedimiento: elige hombres sensatos y otorga
solamente a ellos la libertad de decirle la verdad, y únicamente en aquellas cosas de las que les
pregunta y no de ninguna otra.

Simular y disimular

Es necesario ser un gran simulador y disimulador: y los hombres son tan simples y se someten
hasta tal punto a las necesidades presentes que el que engaña encontrará siempre quien se deje
engañar. Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres. La poca prudencia de los
hombres impulsa a comenzar una cosa y, por las ventajas inmediatas que ella procura, no se
percata del veneno que por debajo está escondido.
Cualidades del Príncipe

De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y
se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer
clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera
que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria.

Soy un convencido de que los directivos y quienes se preparan para serlo deberían conocer la
historia del management porque muchas de las cuestiones actuales de la administración y gestión
empresarial, quizá con otros nombres o con otras vestimentas, ya las vivieron y trataron nuestros
antepasados; y saber cómo las abordaron o las resolvieron sin duda puede ayudarnos a entender
muchas de las que actualmente nos preocupan.

Aunque la historia del management es tan antigua –quizá más porque ejemplos de gestión
organizativa se encuentran en otras especies animales– como la humanidad, quiero hoy glosar
brevemente el pensamiento de Maquiavelo de hace «sólo» unos 500 años.

La estrategia, la hermana pobre

Además, abrigo otra convicción personal que me gustaría que provocara un debate entre lectores
interesados y mucho más versados que yo. Cuando repaso los programas de formación y de
entrenamiento que ofrecen diversas consultoras, in-company u otras, tengo la percepción de que
la estrategia es la hermana pobre frente a otras materias que parecen merecer mayor atención.
Sin embargo, la estrategia, pensar y actuar para asegurar el futuro de la empresa, me parece una
tarea esencial.

El fin justifica los medios

Decir que Maquiavelo vivió en tiempos turbulentos es una obviedad. Durante gran parte de su
vida (1469-1527) los estados ciudad italianos estaban casi continuamente en guerra con los
franceses, los españoles, el papado y entre ellos mismas. El mismo Maquiavelo fue ascendiendo
los niveles del funcionariado de Florencia y llegó a ser miembro del consejo supremo conocido
como «Los diez de la guerra», sirviendo también en varias misiones diplomáticas.

Sus ideas esenciales sobre la estrategia y el liderazgo están recogidas en El príncipe y en Los
discursos, pero es el primero el que ha recibido casi toda la atención, principalmente porque en él
Maquiavelo sostiene que «el fin justifica los medios», controversia que sigue viva en nuestros días
quizá no a nivel teórico (nunca lo justifican) pero sí en el práctico (la necesidad de determinada
acción u omisión por el bien de la compañía).

Maquiavelo, condona el uso del engaño, del subterfugio, las mentiras e incluso la tortura si son
necesarias para la seguridad del Estado. Acepta que estas cosas son inmorales pero, ¿y si su
práctica es la única manera que tiene el Príncipe de asegurar la supervivencia del Estado?
«Uno de los debates actuales a los que deberíamos prestar más atención es a la supervivencia de
la empresa».

Una verdad incómoda

Son profundas las implicaciones éticas del pensamiento de Maquiavelo y resulta fácil entender por
qué sus contemporáneos lo criticaron duramente y prohibieron sus libros. Sin embargo otros
sostienen que cuando nuestro autor afirma que el fin justifica los medios, está defendiendo «una
verdad incómoda».

El primer deber de un gobernante es asegurar la supervivencia de su estado. Un estado fallido,


por muy altos que sean los estándares de sus dirigentes, es un estado fallido. Una empresa puede
tener un propósito muy noble pero nunca lo conseguirá si la propia empresa se desaparece.
¿Significa esto que aceptamos las ideas de Maquiavelo sin cuestionarlas?

Los mismos argumentos se han utilizado recientemente por ciertos políticos para justificar la
tortura conocida como «waterboarding» de terroristas. Más cerca de nosotros también se utiliza
para cobrar o pagar sobornos para asegurar la supervivencia de la empresa; pagar sobornos es
inmoral pero hemos de hacerlo para conseguir determinados contratos y puestos de trabajo para
nuestra gente. Después de 500 años Maquiavelo aún nos deja inquietos sobre la naturaleza de lo
moral y de lo inmoral.

La estrategia

Continúa resonando el pensamiento de Maquiavelo sobre la estrategia. Dice que el éxito de


cualquier empresa no es más que la combinación de dos factores.

El primero, fortuna (nuestra suerte), que es una combinación de circunstancias y de factores del
entorno que afectan a nuestro pensamiento y a nuestras acciones. El segundo, vertú, que no
solamente es la integridad sino también la fortaleza intelectual y la resiliencia mental. Es la vertú la
que facilita a los líderes ver las amenazas y las oportunidades que presenta la fortuna, para luego
reunir los recursos necesarios para afrontarlas o aprovecharlas.

«El líder ganador siempre está a la búsqueda de oportunidades estratégicas y puede moverse
ágilmente para aprovecharlas».

La planificación

Maquiavelo descarta positivamente la planificación: «Se equivoca menos y será más favorecido
por la fortuna quien adapta sus actuaciones a los momentos».

Vemos una línea directa entre su enfoque de la estrategia y el que actualmente sostiene, por
ejemplo, Henry Mintzberg. También existe una fuerte vinculación con los conceptos estratégicos
comentados por Keinichi Omahe en La mente del estratega: «Hay que llamar al éxito: no nos
llegará de forma espontanea ni sin planificar», escribe Omahe, quien continúa: «Para convertirse
en un estratega eficaz se necesita una práctica constante del pensamiento estratégico. Es una
disciplina diaria, no un recurso que podamos dejar dormido en tiempos normales para luego
recurrir a él en una emergencia». Al menos en parte, podría ser ésta una definición parcial de la
vertú de Maquiavelo.
Estoy seguro, lector, de que si ha ojeado estas humildes líneas estará un poco más de acuerdo
conmigo en que en los programas de desarrollo de directivos hay que introducir la historia del
management y reforzar las disciplinas estratégicas.

Si nos remontamos en la historia unos 500 años atrás, un personaje que me atrae poderosamente
asoma con una esencia exquisita. Hoy os traigo un protagonista excepcional: Nicolás Maquiavelo y
el pensamiento estratégico.

Maquiavelo fue un historiador, político, diplomático, filósofo, humanista y escritor (casi nada) al
que ubicamos en la época renacentista italiana, a quien se le ha adjudicado en numerosas
ocasiones ser el creador de la política moderna.

Me voy a focalizar en su papel literario, pues escribió obras memorables. La más famosa de ellas
fue El Príncipe, pero no voy a olvidar otras de sus grandes aportaciones, los Discursos.

En la primera de ellas, El Príncipe, se da vida a un concepto totalmente asentado en nuestros días


y que todos conocemos: el maquiavelismo o lo maquiavélico.

Se trata de un concepto de enfoque negativo muy utilizado para señalar a aquellas personas que
básicamente no tienen escrúpulos. Maquiavelo apunta en esta obra a los políticos sin escrúpulos,
de comportamiento inmoral y sin ningún tipo de honradez.

Este libro fue ganando notoriedad cuando muchos afirmaban que Maquiavelo estaba enseñando
al mundo las malas artes e incluso recomendando a aquellos considerados como tiranos técnicas
para mantener su poder. Pura estrategia.

Por otra parte, muchos pensadores de referencia opinan que Maquiavelo supuso una inspiración
para los defensores de la filosofía política democrática moderna.

Como todo en la vida, la subjetividad, los puntos de vista encontrados y las percepciones,
sensaciones y experiencias que poseemos cada uno nos hacen ver las cosas de una forma u otra.

Sobre la segunda obra citada, los Discursos, su estructura asimétrica y un estilo quizás más
moderno y desconcertante, hacen que tu mente se desborde. Te hace pensar sobremanera.

Tal y cómo os comenté en este post anterior sobre El Arte de la Guerra, de Sun Tzu, me enamora
que todo lo que se dice en ambas obras está totalmente en vigor en la actualidad

A pesar del uso despectivo que otorgamos al término “maquiavélico“, tenemos todo por descubrir
sobre el mismo. Al fin y al cabo, Nicolás Maquiavelo no es otra cosa sino un ser con un gran
conocimiento de la psicología humana, un gran sentido común y sobre todo muy pragmático.

Hay que darle la oportunidad de descubrir aquello que dice, pues lo mágico de sus pensamientos
es que podemos darle diversas interpretaciones en función de nosotros mismos. Insisto, pura
estrategia.

Nicolás Maquiavelo me parece un personaje fascinante, pero para conocerlo debemos dejar
inicialmente de lado los prejuicios adquiridos sobre el y sobre su concepto asociado.
Otro autor importante que influyó en la evolución del pensamiento estratégico fue Nicolás
Maquiavelo, quien parte de la premisa de que “adaptarse al entorno consiste en protegerse de las
amenazas que suponen los cambios ocurridos y supone también aprovechar ciertas oportunidades
que el entorno ofrece”. Desde entonces la actitud estratégica se ha considerado como una postura
abierta al cambio y crítica de las propias concepciones y prácticas administrativas, que supone la
capacidad de cuestionarlo todo y salir de lo rutinario para poner en práctica soluciones nuevas.

El modelo de Maquiavelo esta basado en lo científico-estrategico, donde se busca darle respuesta


al como hacerlo y no al por qué. Es decir un saber técnico de la política y lña acción guiadad para
ese saber hacer. Este modelo de pensamiento estratégico no pregunta si el fin es legitiumo, o si el
sujeto (el gobernante) debe quererlo; se aleja de la ética y de la moral. Es en ultimas un
pensamiento que trabaja en diseño de políticas que alvances resultados deseados.

La estrategia en Maquiavelo tiene un fin primordial: proveer al sujeto de herramientas que en su


actuar le permitan la supervivencia; donde los medios de la acción política provean resultados
satisfactorios. Se vuelve importante la eficacia y la eficiencia Obtención del fin con un minimo
coste). En ultimas es el sujeto quien determina que se va a proteger.

Para Maquiavelo el juicio por las consecuencias es el verdadero juicio de los hombres, por lo que
entre mejor estructurado y se cumpla con el principio de eficacia y eficiencia todo estará bien.El
juicio político fundado exclusivamente en criterios de eficacia y eficiencia debe ser el fin ultimo.

La acción política debe ser en un solo sentido. El que manda lo hace inteligentemente y que el
obedece lo hace de manera diligente, siendo el que obedece tomado como una cosa, se cosifica a
los subordinados.

Para Maquiavelo el mundo peligroso, y la única forma de salvarlo es con la acción política, asi se
obtiene obedicencia, control y previsibilidad: la aspiración de vivir seguro. La única ética relevante
para Maquiavelo es la ética de la victoria en la lucha por el poder. Donde la técnica y el poder
eliminan cualquier limite moral a las acciones lo que convierte la política en fría y despiadad.

Maquiavelo es así un fundador de un modelo que se preocupa por la consecución de objetivos


políticos. Un modelo que luego sería aprovechado por Weber (racionalidad de medios/fines) por
Hockmeimer (racionalidad instrumental) y Racionalidad estratégica (habermas). EL pensamiento
estratégico maquiavélico se convierte entonces en una teoría científica, amoral, realista y
utilitaroista.

El modelo entonces sugiere:

1. Que el sujeto sepa y actue según lo que le conviene, que no dude para conseguir sus fines.
Que se desligue de tradiciones o interés, asegure su conveniencia y asegure su seguridad
en el mundo.
2. Uso de aquellos que no afecten el fin. Utilización inteligente y equilibrada de los medios
técnicos el exceso debe tener reglas.
3. Producción de efectos adecuados

Maquiavelo entonces asume:

1. Aislamiento del individuo respecto al mundo que lo rodea


2. Acción política a conveniencia
3. Poder por medio de mecanismos de obedicneia
4. Indiferencia a los medios que se usa e independencia respecto al fin.

respecto de la tradición
Individuo aislado
respecto de la comunidad
respecto de la moral
Sujeto de la
individuo desatado respecto de la ética
acción
respecto de la religión
política
Príncipe
República
individuo indiferenciado
Tirano
Cualquiera

impacto estratégico (habilidad)


en relación técnica con el sujeto
No impacto formativo (amoralidad)

Medios de la
acción
Eficacia: conseguir el fin propuesto
política
en relación técnica con los fines Eficiencia: conseguir el fin con el menos
(Racionalidad
coste (economía de la violencia)
, técnica y
estrategia) Autonomía de la política respecto de la
moral, la religión y la ética
necesidad de trasgresión de la Ética y política con diferentes logoi
moralidad León y zorro fuerza y astucia
Las transgresiones se excusan y se
justifican por el éxito político

obtener el poder
Fines políticamente fijados para el
Fines de la mantener el poder
sujeto
acción ampliar el poder
política

Fines arbitrarios Cualquier fin

[ CITATION Maq \l 9226 ]

[ CITATION del \l 9226 ][ CITATION Sch07 \l 9226 ]

Bibliografía
del Aguila, R. (s.f.). Maquiavelismo: El Modelo de la Estrategia en Maquiavelo. Madrid: Universidad
Autonoma de Madrid.
Maquiavelo, N. (s.f.). Del Arte de la Guerra. Mineola: Dover Publications.

Schenoni, L. (2007). El Concepto de lo Político en Nicolas Maquiavelo. Andamios, Volumen 4.

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