Está en la página 1de 2

A ti maestro

“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la
vida”
Pitágoras

La labor de un maestro es enseñar con respeto, honestidad y confianza; siento como si

fuera ayer, aquel primer día de clases, en la que temeroso, entre llantos, dejaba el regazo

de mi morada, para ingresar por primera vez primera, al lugar que se iba a convertir, con

el paso del tiempo, en mi segundo hogar, al lugar que se iba a convertir, con el paso del

tiempo, en mi templo de enseñanza.

Aquí, Dios me dio la oportunidad de conocer a mis primeros amigos, mis primeras

travesuras; ávido de aprender, de conocer el mundo junto a mi profesor, a quien le

agradezco infinitamente por toda la paciencia, el compromiso y la dedicación hacia mí y

hacia mis compañeros; esos primeros años serán inolvidables, me enseñaron a

compartir, a ser generoso, a valorar y respetar a los demás; por eso me siento tan

agradecido, por eso con estas palabras quiero homenajear esta labor; a la profesión de

profesiones, loor a los docentes que cumplen un papel preponderante en nuestra

sociedad.

Recuerdo mi escuela con tanto cariño, cada día un conocimiento nuevo, cada día

aprender mucho más: el planeta Tierra girando alrededor del sol, Cristóbal Colón

descubriendo América en 1492, Juan León Mera escribiendo el himno nacional, nueve

por nueve ochenta y uno; ¡fue deslumbrante! y los valores, esos valores que con tanto

ahínco, mi querido profesor me inculcó: tolerancia, responsabilidad, respeto; que

valioso me es todo aquello, que hace hoy de mí, la persona que soy, en quien me he

convertido; y será la base, el cimiento, de quien he de llegar a ser.


En mi segundo hogar también encontré mis segundos padres; alguna vez, saltando la

cuerda mi pie tropezó, caí al suelo, raspé mi rodilla, llorando busqué a mi profesor,

¡cuánta calma sentí! Apaciguó mi dolor, curó mis heridas, consoló mi llanto con una

sonrisa, me devolvió la alegría y volví a jugar, por eso lo aprecio tanto; no solo por lo

que me enseñó, sino también, por estar ahí cuando lo necesitaba, por ser mi soporte, mi

guía, mi amigo y definitivamente como mi padre.

Así fui creciendo, llegué al colegio, nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevas

experiencias, cada uno aportando su granito de arena, dejando en mí, todo su esfuerzo.

La alegría inunda mi corazón, cuando recuerdo a mis tutores, casas abiertas, proyectos,

excursiones, fiestas de la lectura, que hoy, me hacen suspirar.

Por eso no me voy a cansar de agradecerte, por ser tan bondadoso, por apoyarnos, por

exigirnos, por dejar de lado sus problemas y llenarse de paciencia con nosotros, por

explicarnos tan bien sus clases, por repetirla si no entendemos, por aconsejarnos si mal

actuamos, por inculcarnos su responsabilidad, por eso y mucho más, ¡muchas gracias

querido profesor!

También podría gustarte