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1996 El género: Una categoría útil para el análisis histórico. En: Lamas Marta Compila-
dora. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México. 265-302p.
*
La versión en castellano de este trabajo apareció en Historia y género: las mujeres en la
Europa moderna y contemporánea, James y Amelang y Mary Nash (eds.), Edicions Alfons el
Magnanim, Institució Valencina d Estudis i Investigació, 1990. La traducción es de Eugenio y
Marta Portela. Originalmente, este artículo fue publicado en Ingles como “Gender: A Useful
Category of Historical Analysis” en American Historical review, 91,1986, pp. 1053-1075
Este artículo está dedicado a Elizabeth Weed, quien me enseñó a pensar sobre el género
y la teoría. Fue preparado originalmente para su presentación en la reunión de la Améri-
can Historical Association, en Nueva York, el 27 de diciembre 1985. Estoy profundamente
agradecida a Denise Riley, quien me mostró cómo una historiadora puede trabajar con una
teoría hasta sus últimas consecuencias; también a Janice Doane, Jasmine Ergas, anne Norton
y Harriet Whiteead, todas ellas miembros del seminario sobre “Construcciones culturales del
género”, que tuvo lugar durante 1982- 1985 en el Centro Pembroke para la Enseñanza y la
Investigación sobre las mujeres, de la Brown University. Las urgencias y críticas de los miem-
bros del Taller de Estudios Históricos, de la New School for Ir Social Research, en especial
de Ira Katznelson, Charles Tilly y Louise A. Tilly,y, me formaron a clarificar mis argumentos.
en varios sentidos. Los comentarios de otras amigas y colegas tambien me han resultado
de extrema utilidad sobre todo los de Elisabetta Galeotti, Layna Rapp, Christine Stansell y
Joan Vincent. Donald .Scott, como siempre fue una vez más mi crítico más exigente y de más
apoyo. [Nota de la autora.]
1
Oxford English Dictionary, edición de 1961, vol.4.
empleo de términos gramaticales, para evocar ras- la historia de las mujeres como de los hombres,
gos del carácter o de la sexualidad. Por ejemplo, que no deberíamos trabajar solamente sobre
el empleo que ofrecía el Dictionnaire de la langue el sexo oprimido, del mismo modo que un histo-
francaise, de 1876, era: “On nesait de quel genre il riador de las clases sociales no puede centrarse
est,s ‘il est male ou femelle, se dit d’un homme tres- por entero en los campesinos. Nuestro propósito
caché, dont on ne connait pas les sentiments”2. es comprender el significado de los sexos, de los
Y Gladstone hacía esta distinción en 1878: “Ate- grupos de género, en el pasado histórico. Nues-
nea nada tiene de sexo, excepto el género, y nada tro propósito es descubrir el alcance de los roles
de mujer excepto la forma”3. Más recientemen- sexuales y del simbolismo sexual en las diferentes
te - demasiado recientemente para encontrar su sociedades y periodos, para encontrar qué signi-
sitio en los diccionarios o en la Encyclopedia of ficado tuvieron y cómo funcionaron para mante-
the Social Sciences- las feministas, de una forma ner el orden social o para promover su cambio.4
más literal y seria, han comenzado a emplear el
“género” como forma de referirse a la organiza- Además, y quizá sea lo más importante, “género”
ción social de las relaciones entre sexos. La co- fue un término propuesto por quienes afirmaban
nexión con la gramática es explícita y está llena que el saber de las mujeres transformaría fun-
de posibilidades inexploradas. Explícita, porque damentalmente los paradigmas de la disciplina.
el uso gramatical comprende las reglas forma- Las estudiosas feministas pronto indicaron que
les que se siguen de la designación masculina o el estudio de las mujeres no sólo alumbraría te-
femenina; llena de posibilidades inexploradas, mas nuevos, sino que forzaría también a una re-
porque en muchos lenguajes indoeuropeos exis- consideración crítica de las premisas y normas de
te una tercera categoría: asexuada o neutra. la obra académica existente”. Nos damos cuenta
-escribieron tres historiadoras feministas- de que
En su acepción más reciente, “género” la inclusión de las mujeres en la historia implica
parece haber aparecido primeramente entre las necesariamente la redefinición y ampliación de
feministas americanas que deseaban insistir en l nociones tradicionales del significado histórico,
cualidad fundamental social de las distinciones ba- de modo que abarque la experiencia persona! y
sadas en el sexo. La palabra denotaba rechazo al subjetiva lo mismo que las actividades públicas y
determinismo biológico implícito en el empleo de políticas. No es demasiado sugerir que, por muy
términos tales como “sexo” o “diferencia sexual”. titubeantes que sean los comienzos reales, una
“Género” resalta también los aspectos relaciona- metodología como ésta implica no sólo una nue-
les de las definiciones normativas de la feminidad. va historia de las mujeres, sino también una nue-
Quienes se preocuparon de que los estudio acadé- va historia”.5 La forma en que esta nueva historia
micos en torno alas mujeres se centrasen de for-
ma separada y demasiado limitada en las mujeres,
utilizaron el término “género” para introducir una
2
“No se sabe de qué género es, si es varón o hembra, se dice de
un hombre muy reservado del cual se desconocen los sentimien-
noción relacional en nuestro vocabulario analítico. tos”, en E. Littré, Dictionnaire de la Langue Francaise, París, 1876.
De acuerdo con esta perspectiva, hombres y muje-
res fueron definidos en términos el uno del otro,
3
Raymond Williams, Keywords, Nueva York, 1983, p. 285.
debería incluir y dar cuenta de la experiencia de ción; así lo han hecho, al menos, por dos razones.
las mujeres depende de la amplitud con que pu- La primera, la proliferación de estudios concretos
diera desarrollarse el género como categoría de (case estudies) en la historia de las mujeres parece
análisis. Aquí las analogías con las clases (y las hacer necesaria alguna perspectiva de síntesis que
razas) eran explícitas; claro está que los espe- pueda explicar las continuidades y discontinuida-
cialistas en los estudios en torno a la mujer con des, y las desigualdades persistentes, así, como
mayores intereses políticos, invocaban regular- experiencia sociales radicalmente diferentes. Se-
mente las tres categorías como cruciales para gunda, la discrepancia entre la alta calidad de la
poder escribir una nueva historia6. El interés por obra reciente en la historia de las mujeres y la per-
clase social, raza y género apuntaba, en primer sistencia de su status marginal en el conjunto de
lugar, el compromiso del estudioso con una his- este campo (tal como puede medirse en los libros
toria que incluía las circunstancias de los opri- de texto, planes de estudios y trabajos monográ-
midos y un análisis del significado y naturaleza ficos), indica los límites de los enfoques descrip-
de su opresión, y, en segundo lugar, la compren- tivos que no se dirijan a conceptos dominantes
sión académica de que las desigualdades del de la disciplina, o al menos que no se dirijan a esos
poder están organizadas en al menos tres ejes. conceptos en términos que puedan debilitar su
validez y quizá transformarlos. No ha sido suficien-
La letanía de clase, raza y género sugiere te que los historiadores de las mujeres probaran
la paridad entre esos términos, pero de hecho que éstas tenían una historia o que participaron
ése no es de ningún modo el caso. Mientras que, en las conmociones políticas más importantes de
por lo general, “clase” se apoya en la sofisticada la civilización occidental. En el caso de la historia
teoría de Marx (desarrollada además entretanto), de las mujeres, la respuesta de la mayor parte de
de la determinación económica y del cambio his- los historiadores no feministas ha sido el recono-
tórico, “raza” y “género” no comportan esas con- cimiento y luego la marginación o el rechazo (“las
notaciones. No existe unanimidad entre quienes mujeres han tenido una historia aparte de la de los
emplean los conceptos de clase. Algunos estu- hombres; en consecuencia, dejemos que las femi-
diosos emplean los conceptos weberianos, otros nistas hagan la historia de las mujeres que no tiene
usan la clase como recurso heurístico temporal. por qué interesarnos”; o “la historia de las mujeres
No obstante, cuando invocamos las clases, traba- tiene que ver con el sexo y con la familia y debería
jamos con o contra un conjunto de definiciones hacerse al margen de la Historia política y econó-
que, en el caso del marxismo, implican una idea mica”). En cuanto a la participación de las mujeres,
de causalidad económica y una visión del camino en el mejor de los casos la respuesta ha sido de un
a lo largo del que se ha movido dialécticamente interés mínimo (“mi comprensión de la revolución
la historia. No hay la misma claridad o coheren- francesa no cambia porque sepa que las mujeres
cia en los casos de raza o género. En el caso de participaron en ella”). El desafío que plantean esas
género, el uso ha implicado un conjunto de po- respuestas es, en definitiva, de carácter teórico.
siciones teóricas como también de meras refe- Requiere el análisis no sólo de la relación entre ex-
rencias descriptivas a las relaciones entre sexos. periencia masculina y femenina en el pasado, sino
también de la conexión entre la historia pasada y
Las historiadoras feministas, preparadas la práctica histórica actual. ¿Cómo actúa el género
como la mayor parte de los historiadores para
sentirse más cómodas con la descripción que con 6
El ejemplo mejor y más agudo es de Joan Kelly, “The doubled
la teoría, han buscado pese a ello de forma cre- Vision of femeinist theory”, en su womwn, History and theory,
ciente, formulaciones teóricas de posible aplica- Chicago, 1984, pp. 51-64, en especial p. 61.
en las relaciones sociales humanas? ¿ Cómo da sig- académica de una obra, porque “género” suena
nificado el género a la organización y percepción más neutral y objetivo que “mujeres”. “Género”
del conocimiento histórico? Las respuestas depen- parece ajustarse a la terminología científica de
den del género en tanto que categoría analítica. las ciencias sociales y se desmarca así de la (su-
puestamente estridente) política del feminismo.
En su mayor parte, los intentos de los his- En esta acepción, “género” no comporta una de-
toriadores de teorizar sobre el género han per- claración necesaria de desigualdad o de poder, ni
manecido dentro de los sistemas científicos so- nombra al bando (hasta entonces invisible) opri-
ciales tradicionales, empleando formulaciones mido. Mientras que el término “historia de las
tradicionales que proporcionan explicaciones mujeres” proclama su política al afirmar (contra-
causales universales. Esas teorías han sido limi- riamente a la práctica habitual) que las mujeres
tadas en el mejor de los casos porque tienden a son sujetos históricos válidos, “género” incluye a
incluir generalizaciones reductivas o demasia- las mujeres sin nombrarlas y así parece no plan-
do simples que socavan el sentido no sólo de la tear amenazas críticas. Este uso de “género” es
comprensión que tiene la disciplina de la histo- una faceta de lo que podría llamarse la búsqueda
ria de la complejidad de la causación social sino de la legitimidad académica por parte de las es-
también del compromiso feminista a un análisis tudiosas feministas en la década de los ochenta.
que conduce al cambio. Una exposición de di-
chas teorías pondrá de manifiesto sus límites y Pero esto es, sólo una faceta. “Género”,
hará posible proponer un enfoque alternativo.7 como sustitución de “mujeres” se emplea también
para sugerir que la información sobre las mujeres
Los enfoques que utiliza la mayor parte es necesariamente información sobre los hom-
de los historiadores pertenecen a dos categorías bres, que un estudio implica al otro. Este uso in-
distintas. La primera es esencialmente descripti- siste en que el mundo de las mujeres es parte del
va, esto es, se refiere a la existencia de fenóme- mundo de los hombres, creado en él y por él. Este
nos o realidades, sin interpretación, explicación o uso rechaza la utilidad interpretativa de la idea de
atribución de causalidad. El segundo tratamiento las esferas separadas, manteniendo que el estudio
es causal; teoriza sobre la naturaleza de los fe- de las mujeres por separado perpetúa la ficción de
nómenos o realidades, buscando comprender que una esfera, la experiencia de un sexo, tiene
cómo y por qué adoptan la forma que tienen. poco o nada que ver con la otra. Además, género
,se emplea también para designar las relaciones
En su acepción reciente más simple, “géne- sociales entre sexos. Su uso explícito rechaza las ex-
ro” es sinónimo de “mujeres”. En los últimos años, plicaciones biológicas, del estilo de las que encuen-
cierto número de libros y artículos cuya materia es tran un denominador común para diversas formas
la historia de las mujeres sustituyeron en sus títu- de subordinación femenina en los hechos de que
los “mujeres” por “género”. En algunos casos, esta ]as mujeres tienen capacidad para parir y que los
acepción, aunque se refiera vagamente a ciertos hombres tienen mayor fuerza muscular. En lugar
conceptos analíticos se relaciona realmente con de ello, género pasa a ser una forma de denotar
la acogida política del tema. En esas ocasiones, el las “construcciones culturales”, la creación total-
empleo de “género” trata de subrayar la seriedad mente social de ideas sobre los roles apropiados
para mujeres y hombres. Es una forma de referirse
a los orígenes exclusivamente sociales de las iden-
7
Para una revisión de la obra reciente sobre la historia de las mu-
jeres, véase Joan W. Scott, “Womens History: The modern Period”, tidades subjetivas de hombres y mujeres. Género
en Past and Present, 101, 1983, pp. 141-157. es, según esta definición, una categoría social im-
puesta sobre un cuerpo sexuado8. Género parece (y cambiar) los paradigmas históricos existentes.
haberse convertido en una palabra particularmen-
te útil a medida que los estudios ,sobre el sexo y Algunos historiadores, desde luego, se
la sexualidad han proliferado, porque ofrece un dieron cuenta de este problema y de ahí los es-
modo de diferenciar la práctica sexual de los roles fuerzos por emplear teorías que pudieran expli-
sociales asignados a mujeres y hombres. Si bien car el concepto de género e interpretar el cambio
los estudiosos reconocen la conexión entre sexo y histórico. En realidad el desafío estaba en recon-
(lo que los sociólogos de la familia llamaron) “rolesciliar la teoría, formulada en términos generales
sexuales”, no asumen una relación sencilla y direc- o universales, y la historia, comprometida con el
ta. El uso de género pone de relieve un sistema estudio de la especificidad contextual y el cambio
completo de relaciones que puede incluir el sexo, fundamental. El resultado ha sido extremadamen-
pero no está directamente determinado por el sexo te ecléctico: apropiaciones parciales que viciaron
o es directamente determinante de la sexualidad. la capacidad analítica de una teoría particular o, lo
que es peor, el empleo de sus preceptos sin con-
Esos usos descriptivos del género han, sido ciencia de sus implicaciones; o bien explicaciones
empleados con frecuencia por los historiadores de cambio que, por estar encajados en teorías uni-
para trazar las coordenadas de un nuevo campo versales, ilustraban sólo temas inmutables; o es-
de estudio. Mientras los historiadores sociales se tudios maravillosamente imaginativos en los que,
enfrentaban a nuevos objetos de estudio, el gé- sin embargo, la teoría se encuentra tan oculta que
nero era relevante para temas como las mujeres, impide que esos estudios sirvan como modelos
los niños, las familias y las ideologías de género. para otras investigaciones. Dado que con frecuen-
Este uso de género, en otras palabras, se refiere cia no se han extraído todas las implicaciones de
solamente a aquellas áreas -tanto estructurales las teorías que los historiadores han bosquejado,
como ideológicas- que comprenden relaciones en- parece que vale la pena invertir algún tiempo en
tre los sexos. Puesto que, según las apariencias, la hacerlo. Sólo a través de un ejercicio así pode-
guerra, la diplomacia y la alta política no han te- mos evaluar la utilidad de esas teorías y, quizá,
nido que ver explícitamente con estas relaciones, enunciar una aproximación teórica más potente.
el género parece no aplicarse a ellas y por tanto
continúa siendo irrelevante para el pensamiento Las historiadoras fem inistas han empleado
de historiadores interesados en temas de política diversos enfoques para el análisis del género, pero
y poder. Como consecuencia, se respalda cierto pueden reducirse a una elección entre tres posi-
enfoque funcionalista enraizado en último extre- ciones teóricas.9 La primera, esfuerzo completa-
mo en la biología, y se perpetúa la idea de las es- mente feminista, intenta explicar los orígenes del
feras separadas (sexo o política, familia o nación, patriarcado. La segunda se centra en la tradición
mujeres u hombres en la escritura de la historia). marxista y busca en ella un compromiso con las
Aunque en este uso el género defiende que las re- críticas feministas. La tercera, compartida funda-
laciones entre sexos son sociales, nada dice acer-
ca de por qué esas relaciones están construidas
como lo están, cómo funcionan o cómo cambian. Una discusión contra el uso de género para subrayar los aspectos
8
mentalmente por posestructuralistas fran- con su analogía de Marx, MacKinnon, en lugar del
ceses y teóricos angloamericanos de las materialismo dialéctico, proponía la promoción de
relaciones-objeto, se basa en esas distintas escue- la conciencia como método del análisis feminista.
las del psicoanálisis para explicar la producción y Al expresar la experiencia compartida de la obje-
reproducción de la identidad de género del sujeto. tificación, razonaba, las mujeres vendrían a com-
prender su identidad común y, por consiguiente,
Los teóricos del patriarcado han di- se aprestarían a la acción política. Para MacKinnon,
rigido su atención a la subordinación de la sexualidad así entendida se situaba fuera de la
las mujeres y han encontrado su expli- ideología, y podía revelarse como un hecho expe-
cación en la “necesidad” del varón de rimentado no mediatizado. Si bien las relaciones
dominar a la mujer. En la ingeniosa adaptación de sexuales se definen como sociales en el análisis de
Hegel que ha hecho Mary O’Brien, definiría esta MacKinnon, nada hay excepto la desigualdad in-
denominación del varón como el efecto del deseo herente de la misma relación sexual que pueda ex-
de los hombres de trascender su alienación de los plicar por qué el sistema de poder opera como lo
medios de reproducción de las especies. El princi- hace. La causa de las relaciones desiguales entre los
pio de continuidad generacional restaura primacía sexos son, en definitiva, las relaciones desiguales
de la paternidad y oscurece la función verdadera y entre ]os sexos. Aunque se diga que la desigualdad
la realidad social del trabajo de las mujeres en el de la cual la sexualidad es la fuente está englobada
parto. La fuente de la liberación de las mujeres resi- en un “sistema completo de relaciones sociales”,
de en “una comprensión adecuada del proceso de sigue sin explicarse cómo funciona este sistema13.
reproducción”, la apreciación de la contradicción
entre la naturaleza de la función reproductora de Las teóricas del patriarcado se han enfren-
las mujeres y la mistificación ideológica (que el va- tado con la desigualdad de varones y mujeres des-
rón hace) de la misma.10 Para Shulamith Firestone, de vías interesantes, pero sus teorías presentan
la reproducción era también la “trampa amarga” problemas para los historiadores. En primer lugar,
para las mujeres. Sin embargo según su análisis, mientras ofrecen un análisis desde el propio sis-
más materialista, la libe ración se alcanzaría con las tema de géneros, afirman también la primacía de
transformaciones en Ja tecnología de la reproduc- ese sistema en toda organización social. Pero las
ción, que en un futuro no demasiado lejano podría teorías del patriarcado no demuestran cómo la
eliminar la necesidad de los cuerpos de las muje- desigualdad de géneros estructura el resto de des-
res como agentes reproductores de la especie11. igualdades o, en realidad, cómo afecta el género
a aquellas áreas de la vida que no parecen conec-
Si la reproducción era la clave del patriarca- tadas con él. En segundo lugar, tanto si la domina-
do para algunas, para otras la respuesta estaba en la ción procede de la forma de apropiación por parte
propia sexualidad. Las atrevidas formulaciones de del varón de la labor reproductora de la mujer o
Catherine MacKinnon eran al propio tiempo suyas
y características de una determinada perspectiva:
“La sexualidad es al feminismo lo que el trabajo al
marxismo: lo que nos es más propia, pero más qui- 10
Mary O Brien, The Politics of Reproduction, Londres, 1981,pp.
tada”. “La objetificación sexual es el proceso prima- 8-15,46 11 Shulamith Firestone, The Dialetic of Sex, Nueva York,
rio de la sujeción de las mujeres, Asocia acto con 1970. La expresión “trampa amarga” es de O Brien, Politics of
palabra, construcción con expresión, percepción reproduction, p.8
12
Catherine Mackinno, “Feminism, Marxism, Method, and the
con imposición, mito con realidad. El hombre jode State: An Agenda.
a la mujer; sujeto, verbo, objeto”12. Continuando 13 Ibid., pp.541, 543.
de la objetificación sexual de las mujeres por los erradicar la propia división del trabajo para acabar
hombres, el análisis descansa en la diferencia físi- con la dominación del varón”, quiere decir la ter-
ca. Cualquier diferencia física comporta un aspec- minación de la segregación del trabajo por sexos16.
to universal e inmutable, incluso si las teóricas del
patriarcado tienen en cuenta la existencia de for- Las primeras discusiones entre feminis-
mas y sistemas variables de desigualdad de géne- tas marxistas giraron en torno al mismo conjun-
ro.’144 Una teoría que se apoya en una única va- to de problemas: el rechazo del esencialismo de
riable de diferencia física plantea problemas para quienes argumentaran que las “exigencias de la
los historiadores: asume un significado consisten- reproducción biológica” determinan la división
te o inherente para el cuerpo humano -al margen sexual del trabajo bajo el capitalismo; la futilidad
de la construcción social o cultural- y con ello la de Incluir los “modos de reproducción” en las dis-
ahistoricidad del propio género. En cierto sentido, cusiones de los modos de producción (sigue sien-
la historia se convierte en un epifenómeno, que do una categoría por oposición y no asume un
proporciona variaciones continuas al tema inmu- status análogo al de los modos de producción);
table de la desigualdad permanente del género. el reconocimiento de que los sistemas económi-
cos no determinan directamente las relaciones
Las feministas marxistas tienen una pers- de género, y de que realmente la subordinación
pectiva más histórica, guiadas como están por una de las mujeres precede al capitalismo y subsis-
teoría de la historia. Pero cualesquiera que hayan te en el socialismo; y a pesar de todo lo ante-
sido las variaciones y adaptaciones, la exigencia rior, la búsqueda de una explicación materialista
auto impuesta de que debería haber una explica- que excluya las .diferencias físicas naturales17.
ción “material” para el género, ha limitado, o al Un Importante Intento por romper este círculo
menos retardado, el desarrollo de nuevas líneas
de análisis. Bien se plantee una solución de las
llamadas de sistema duales (que afirma que los
dominios del capitalismo y el patriarcado están se- 14 Una interesante discusión de la utilidad y límites del término
parados pero interactúan recíprocamente) o bien “patriarcado” puede verse en el intercambio de punto de vista
entre las historiadoras Sheila Rowbotham, Sally Alexander y bar-
se desarrolle un análisis más firmemente basado; bara Taylor en Raphael Samuel (ed.), Peoples History and Socialist
en la discusión marxista ortodoxa de los modos Theory, Londres, 1981, pp. 363-373
de producción, la explicación de los orígenes y
15
Frederick Engel, The Origins of the Family, Private Property, and
the State (1884, edición reimpresa en Nueva York, 1972).
cambios en los sistemas del género se plantea al 16 Heidi Hartmann, “Capitalism, Patriarch, and Job Segregatión by
margen de la división sexual del trabajo, Al final, sex”, en Signs, 1, primavera de 1976, p. 168. Véase también “the
familias, hogares y sexualidad son todos productos Unhappy Marriage of Marxism and Feminism: Towards a More
Progressive unión”, en capital and class ,8, verano de 1979, pp.
de modos de producción cambiantes. Así es como 1-53,; “The Family as the locus of gender Class, and political Stru-
concluía Engels sus exploraciones sobre los Origins ggle: The example of Housework”, en Sins, 6, primavera de 1981,
of the Family15 y ahí es donde se basa en último pp. 366-394.
17
Los debates sobre el feminismo marxista incluyen a zillah
extremo el análisis de la economista Heidi Hart- Eisenstein, Capitalist patrirchy and capital in the famili”, en A.
mann. Insiste ésta en la importancia de conside- Kuhn y A. Wolpe (eds.), femeinism and materialism, Londres,
rar el patriarcado y el capitalismo como sistemas 1983, Hilda Scott, does Socialism Liberate Women?, Boston, 1974;
Jane humphries, “working Class family, Womens Liberation and
separados pero que interactúan. Sin embargo, Calss strugle: The case of Nineteenth-Century British History”,
como su razonamiento revela, la causalidad eco- en Review of radical political Economics,9, 1977, pp. 25-41, Jane
nómica tiene prioridad y el patriarcado se desarro- Humphries, “Class Family”, en Cambrige Journal of Economics,1,
1971, pp. 241.258, vease tambien el debate sobre la obra de
lla y cambia siempre en función de las relaciones Humphreis en review of radical political economics, 12, verano de
de producción. Cuando sugiere que “es necesario 1980, pp. 76-94
chaban haber abandonado el análisis materialista quienes cuidan de él, en particular, por supuesto,
de la división sexual del trabajo bajo el capitalis- con sus padres), mientras que los posestructura-
mo22. Puede verse también en la sustitución de la listas recalcan la función central del lenguaje en
tentativa feminista inicial de reconciliar psicoa- la comunicación, interpretación y representación
nálisis y marxismo, por la elección de una u otra del género. (Por “lenguaje”, los posestructura-
de esas posiciones teóricas, y ello en estudiosos listas no quieren decir palabras sino sistemas de
que al principio insistieron en la posibilidad de la significados -órdenes simbóIicos- que preceden
fusión23. La dificultad de las feministas inglesas y al dominio real del habla, la lectura y la escritura)
americanas para trabajar dentro del marxismo es
evidente en las obras que he mencionado. El pro- Otra diferencia entre las dos escuelas de
blema con que se enfrentan es el opuesto al que pensamiento se concentra en el inconsciente, que
plantea la teoría patriarcal. Dentro del marxismo, para Chodorow es en último extremo sujeto de la
el concepto de género ha sido tratado durante comprensión consciente y no lo es para Lacan. Para
mucho tiempo como el producto accesorio en el los lacanianos, el inconsciente es un factor crítico
cambio de las estructuras económicas; el género en la construcción del sujeto; además, es la ubi-
carece de status analítico independiente propio. cación de la división sexual y, por esa razón, de la
inestabilidad constante del sujeto con género. En ción a la asimetría se plantea la cuestión de la des-
los últimos años, las historiadoras feministas han igualdad. ¿Cómo podemos explicar, dentro de esta
recurrido a estas teorías porque sirven para san- teoría, las persistentes asociaciones de la masculi-
cionar hallazgos específicos con observaciones ge- nidad con el poder, el valor superior asignado a los
nerales o porque parecen ofrecer una importante hombres sobre las mujeres, la forma en que los ni-
formulación teórica sobre el género. Cada vez más, ños parecen aprender esas asociaciones y evalua-
los historiadores que trabajan con el concepto de ciones, incluso cuando viven fuera de familias nu-
“cultura de mujeres” citan las obras de Chodorow o cleares o en familias en que las responsabilidades
de Gilligan como prueba y explicación de sus inter- de los padres se dividen con equidad entre mari-
pretaciones; quienes desarrollan la teoría feminis- do y esposa? No creo que podamos hacerlo sin
ta miran a Lacan. En definitiva, ninguna de esas teo-
rías me parece completamente operativa para los prestar atención a los sistemas simbólicos, esto
historiadores; una consideración más rigurosa de es, a las formas en que las sociedades represen-
cada una de ellas puede ayudar a explicar por qué. tan el género, hacen uso de éste para enunciar las
normas, de las relaciones sociales o para construir
Mis reservas acerca de la teoría de las el significado de la experiencia. Sin significado, no
relaciones-objeto proceden de su literalidad, de hay experiencia; sin procesos de significación no
su confianza en que estructuras relativamente hay significado (lo que no quiere decir que el len-
pequeñas de interacción produzcan la identidad guaje lo sea todo, sino que una teoría que no lo
del género y generen el cambio. La división fami- tiene en cuenta ignora los poderosos roles que los
liar del trabajo y la asignación real de funciones símbolos, metáforas y conceptos juegan en la defi-
a cada uno de los padres, juegan un papel crucial nición de la personalidad y de la historia humana).
en la teoría de Chodorow. La consecuencia de los
sistemas occidentales dominantes es una neta di-
visión entre varón y mujer: “El sentido femenino 24 Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering: Psichoanalissi
básico del yo está vinculado al mundo; el senti- and the sociology of Gender , Berkeley, California, 1978, p.169.
do masculino básico del yo está separado”24. De
25
Mi apreciación sugiere que los temas relacionados con el género
puede ser influidos durante el periodo del complejo de Edipo,
acuerdo con Chodorow, si el padre estuviera más pero que no son su único centro o resultado. La gestación de estos
implicado en la crianza y tuviera mayor presen- temas está presente en el contexto de procesos más amplios obje-
cia en las situaciones domésticas, las consecuen- tos-realcionales y del ego. Esos procesos más amplios influyen por
igual sobre la formación de la estructura de la estructura psíquica,
cias del drama edípico podrían ser diferentes.25 la vida psíquica y los modos, relacionales; de hombres y mujeres.
Explican los diferentes modos de identificación y orientación hacia
Esta interpretación limita el concepto de objetos heterosexuales, por las consecuencias asimétricas del
Edipo que describen los psicoanalistas. Esas consecuencias, como
género a la familia y a la experiencia doméstica, las edípicas, más tradicionales, proceden de la organización asimé-
por lo que no deja vía para que el historiador re- trica de los padres, con el rol de la madre como elemento primario
lacione el concepto (o el individuo) con “otros sis- y el del padre, típicamente de mayor lejanía, con su inversión en
materia de socialización, en especial en áreas relacionadas con
temas sociales de economía, política o poder. Por la tipificación del genio”, Chodorow, Reproduction of Mothering,
supuesto, queda implícito que el ordenamiento 166. Es importante hacer notar que existen diferencias de inter-
social que requiere que los padres trabajen y las pretación y enfoque entre Chodorow y los teóricos británicos de
las relaciones-objeto, que siguen la obra de D.W.Winicott y Mela-
madres se ocupen de la mayor parte de las tareas nie Klein. El enfoque de Chodorow, se caracteriza mejor como una
de la crianza de los hijos estructura la organización teoría más sociológica o socializada, pero es la óptica dominante
familiar. No está claro de dónde proceden esos or- a través de la cual las feministas; americanas se han acercado a la
teoría de Las relacione-objetos . Sobre la historia de la teoría bri-
denamientos y por qué se articulan en términos tánica de las relaciones-objetos en relación con la política social,
de división sexual del trabajo. Tampoco en oposi- véase Denise Riley, War in the Nursey, Londres 1984.
El lenguaje es el centro de la teoría laca- trucción y ofrece una forma sistemática de inter-
niana; es la clave para instalar al niño en el orden pretar el deseo consciente e inconsciente, al se-
simbólico. A través del lenguaje se construye la ñalar el lenguaje como el lugar adecuado para el
identidad de género. Según Lacan, el falo es el análisis. En este sentido, la encuentro instructiva.
significante central de la diferencia sexual. Pero el
significado del falo debe leerse metafóricamente. Estoy preocupada, no obstante, por la fi-
Para el niño, el drama edípico se manifiesta en tér- jación exclusiva sobre cuestiones del “sujeto” y
minos de interacción cultural, puesto que la ame- por la tendencia a reificar el antagonismo que se
naza de castración incluye el poder y las normas origina subjetivamente entre varones y mujeres
Legales (del padre). La relación del niño con la ley como hecho central del género. Además aunque
depende de la diferencia sexual, de su identifica- hay apertura en la noción de cómo se construye
ción imaginativa (o fantástica) con la masculinidad “el sujeto”, la teoría tiende a universalizar las ca-
o la feminidad. En otras palabras, la imposición de tegorías y la relación entre varón y mujer. Para los
las normas de interacción social son inherentes y historiadores, el resultado es una lectura reductiva
específicas del género, porque la mujer tiene ne- del testimonio del pasado. Aun cuando esta teoría
cesariamente una relación diferente con el falo toma en consideración las relaciones sociales al
que el hombre. Pero la identificación de genero, vincular la castración con la prohibición y la ley, no
si bien siempre aparece como coherente y fija, es permite introducir una noción de especificidad y
de hecho altamente inestable. Como las propias variabilidad histórica. El falo es el único significan-
palabras, las identidades subjetivas son proce- te: el proceso de construcción del sujeto genérico
sos de diferenciación y distinción, que requieren es predecible, en definitiva, porque siempre es el
la eliminación de ambigüedades y de elementos mismo. Si como sugiere la teórica del cine Tere-
opuestos con el fin de asegurar (y crear la ilusión sa de Lauretis, necesitamos pensar en términos
de) coherencia y comprensión común. La idea de de constitución de la subjetividad en contextos
masculinidad descansa en la necesaria represión sociales e históricos, no hay forma de especificar
de los aspectos femeninos -del potencial del suje- esos contextos dentro de los términos propues-
to para la bisexualidad- e introduce el conflicto en tos por Lacan. Realmente, también en la tenta-
la oposición de lo masculino y femenino. Los de- tiva de Lauretis, la realidad social (esto es, “las
seos reprimidos están presentes en el inconscien- [relaciones] materiales, económicas e interperso-
te y son una amenaza constante para la estabilidad nales que son de hecho sociales y, en una pers-
de la identificación de género, al negar su unidad pectiva más amplia, históricas”) parece hallarse
y subvertir su necesidad de seguridad. Además, fuera, aparte del sujeto27. Falta un modo de con-
las ideas conscientes de masculino y femenino no cebir la “realidad social” en términos de género.
son fijas, ya que varían, según el uso del contex-
to. Existe siempre conflicto, pues, entre la nece- El problema del antagonismo sexual tie-
sidad del sujeto de una apariencia de totalidad y ne dos aspectos en esta teoría. Primero, proyec-
la imprecisión de la terminología, su significado ta una cierta cualidad independiente del tiempo,
relativo y su dependencia de la represión26. Esta incluso cuando se haya historizado tan bien como
clase de interpretación hace problemáticas las
categorías de “hombre” y “mujer”, al sugerir que
masculino y femenino no son características in- 26
Juliet Mitchel Y Jacqueline Rose (eds.), Jacques Lacan and the
herentes, sino construcciones subjetivas (o fic- École Freudienne, Londres, 1983, Alexander, “Women, class and
Sexual Difference”.
ticias). Esta interpretación implica, también que 27
Teresa de lauretis, alice Doesn ́t: Femeinism, Semiotics, Cinema,
el sujeto está en un proceso constante de cons- Bloomington, Ind., 1984, p. 159.
sugiere que las elecciones morales de las muje- término género en los cuerpos teóricos existentes
res pueden ser más humanas que las de los hom- y para convencer a los partidarios de una u otra
bres), no examinan la propia oposición binaria. escuela teórica de que el género pertenece a su
vocabulario. El término género forma parte de una
Necesitamos rechazar la calidad fija y tentativa de las feministas contemporáneas para
permanente de la oposición binaria, lograr una reivindicar un territorio definidor específico, de
historicidad y una deconstrucción genuinas de insistir en la insuficiencia de los cuerpos teóricos
los términos de la diferencia sexual. Debemos existentes para explicar la persistente desigualdad
ser más autoconscientes acerca de la distinción entre mujeres y hombres. Me parece significati-
entre nuestro vocabulario analítico y el mate- vo que el uso de la palabra género haya surgido
rial que deseamos analizar. Debemos buscar vías en un momento de gran confusión epistemológi-
(aunque sean imperfectas) para someter conti- ca, que en algunos casos adopta la forma de una
nuamente nuestras categorías a crítica y nuestros desujación desde los paradigmas científicos a los
análisis, a la autocrítica. Si empleamos la defini- literarios entre quienes se dedican a las ciencias
ción de deconstrucción de Jacques Derrida, esta sociales (desde el énfasis sobre las causas a otro
crítica significa el análisis contextualizado de la centrado en el significado, con la discusión de
forma en que opera cualquier oposición binaria, los métodos de investigación, frase del antropó-
invirtiendo y desplazando su construcción jerár- logo Clifford Geertz)34, y en otros casos, la forma
quica, el lugar de aceptarla como real o palma- de los debates acerca de la teoría, entre quienes
ria, o propia de la naturaleza de las cosas33. En afirma la transparencia de los hechos y quienes
cierto sentido, por supuesto, las feministas han insisten en que toda la realidad se interpreta o
estado haciendo esto durante años. la histo- se construye, entre quienes defienden y quienes
ria del pensamiento feminista es la historia del cuestionan la idea de que el “hombre” es el dueño
rechazo de la construcción jerárquica de la re- racional de su propio destino. En el espacio que
lación entre varón y mujer en sus contextos es- este debate ha abierto y junto a la crítica de la
pecíficos y del intento de invertir o desplazar su ciencia desarrollada por las humanidades, y la
vigencia. Las historiadoras feministas están aho- del empirismo y el humanismo por los poses-
ra en condiciones de teorizar sobre su práctica y tructuralistas, las feministas no sólo han comen-
desarrollar el género como categoría analítica. tado a encontrar una voz teórica propia sino
que también han encontrado aliados académi-
El interés en el género como categoría ana- cos y políticos. Dentro de este espacio debemos
lítica ha surgido sólo a finales del siglo XX. Está au- formular el género como categoría analítica.
sente del importante conjunto de teorías sociales
formuladas desde el siglo XVIII hasta comienzos
del actual. A decir verdad, algunas de esas teo-
rías constituyeron su lógica sobre analogías a la
33
Por “deconstrucción”, quiero referirme a la discusión de Derrida
que, aunque seguramente no inventó el procedimiento de análisis
oposición de hombre y mujer, otras reconocieron que describe, tiene la virtud de teorizar sobre él de forma que
una “cuestión de la mujer”, y otras, por último, pueda constituir un método útil. Para una presentación sucinta y
se plantearon la formación de la identidad sexual accesible de Derrida, véase Jonathan Culler,On Deconstruction:
Theory and Criticism after Structuralism, Ithaca, Nueva York,
subjetiva, pero en ningún caso hizo su aparición el 1982, en especial pp. 157-179. Véase también Jacques Dcrrida, Of
género como forma de hablar de los sistemas de Grammatology, Baltimore, 1976; Jacques Derrida,Spurs, Chicago,
relaciones sociales o sexuales. Esta omisión pue- 1979; y una transcripción del Pembroke Center Seminar, 1983, en
Subjects/Objects, otoño de 1984.
de explicar en parte la dificultad que han tenido 34 Clifford geertz, “Blurred Genres”, en american Scholar, 49, de
las feministas contemporáneas para incorporar el octubre de 1980, pp. 165-179.
¿Qué deberían hacer los historiadores que mado de relaciones, una sociedad con ciertos lí-
después de todo han visto despreciada su discipli- mites y con un lenguaje, lenguaje conceptual que
na por algunos teóricos recientes como reliquia a la vez establece fronteras y contiene la posibi-
del pensamiento humano? No creo que debamos lidad de negación, resistencia, reinterpretación y
renunciar a los archivos o abandonar el estudio el juego de la invención e imaginación metafórica.
del pasado, pero tenemos que cambiar algunas
de las formas con que nos hemos acercado al tra- Mi definición de género tiene dos partes
bajo, ciertas preguntas que nos hemos planteado. y varias subpartes. Están interrelacionadas, pero
Necesitamos examinar atentamente nuestros mé- deben ser analíticamente distintas. El núcleo de
todos de análisis, clarificar nuestras hipótesis de la definición reposa sobre una conexión integral
trabajo y explicar cómo creemos que tienen lugar entre dos proposiciones: el género es un elemen-
los cambios. En lugar de buscar orígenes senci- to constitutivo de las relaciones sociales basadas
llos, debemos concebir procesos tan interrelacio- en las diferencias que distinguen los sexos y el gé-
nados que no puedan deshacerse sus nudos. Por nero es una forma primaria de relaciones signifi-
supuesto, identificamos los problemas que hay cantes de poder. Los cambios en la organización
que estudiar y ellos constituyen los principios o de las relaciones sociales corresponden siempre a
puntos de acceso a procesos complejos. Pero son cambios en las representaciones del poder, pero
los procesos lo que debemos tener en cuenta con- la dirección del cambio no es necesariamente en
tinuamente. Debemos preguntarnos con mayor un solo sentido. Como elemento constitutivo de
frecuencia cómo sucedieron las cosas para des- las relaciones sociales basadas en las diferencias
cubrir por qué sucedieron; según la formulación percibidas entre los sexos, y el género compren-
de la antropóloga Michelle Rosaldo, debemos per- de cuatro elementos interrelacionados: primero,
seguir no la causalidad universal y general, sino símbolos culturalmente disponibles que evocan
la explicación significativa: “Me parece entonces representaciones, múltiples (y menudo contradic-
que el lugar de la mujer en la vida social huma- torias) -Eva y María, por ejemplo, como símbolos
na no es producto, en sentido directo, de las cosas de la mujer en la tradición cristiana occidental-,
que hace, sino del significado que adquieren sus pero también mitos de luz y oscuridad, de purifi-
actividades a través de la interacción social con- cación y contaminación, inocencia y corrupción.
creta”35. Para alcanzar el significado, necesitamos Para los historiadores, las preguntas interesantes
considerar tanto los sujetos individuales como la son cuáles son las representaciones simbólicas
organización social, y descubrir la naturaleza de que se evocan, cómo y en qué contextos. Segun-
sus interrelaciones, porque todo ello es crucial do, conceptos normativos que manifiestan las
para comprender cómo actúa el género, cómo tie- interpretaciones de los significados de los símbo-
ne lugar el cambio. Finalmente, necesitamos sus- los, en un intento de limitar y contener sus posi-
tituir la noción de que el poder social está unifica- bilidades metafóricas. Esos conceptos se expresan
do, es coherente y se encuentra centralizado, por en doctrinas religiosas, educativas, científicas,
algo similar al concepto de poder en Foucault, que legales y políticas, que afirman categórica y uní-
se identifica con constelaciones dispersas vocamente el significado de varón y mujer, mas-
de relaciones desiguales, constituidas culino y femenino. De hecho, esas declaraciones
discursivamente como “campos de fuerza” so- normativas dependen del rechazo o represión de
ciales36. Dentro de estos procesos y estructuras, posibilidades alternativas y, a veces, tienen lugar
hay lugar para un concepto de agencia humana disputas abiertas sobre las mismas (debería cons-
como intento (al menos parcialmente racional) tituir una preocupación para los historiadores el
de construir una identidad, una vida, un entra- conocimiento del momento y circunstancias en
que tienen lugar). Sin embargo, la posición que trucciones de antiguos sistemas de parentesco,
emerge como predominante es expuesta como la basados en el intercambio de mujeres37. El género
única posible. La historia subsiguiente se escribe se construye a través del parentesco, pero no en
como si esas posiciones normativas fueran produc- forma exclusiva; se construye también mediante la
to del consenso social más bien que del conflicto. economía y la política que, al menos en nues-
Ejemplo de esta clase de historia es el tratamiento tra sociedad, actúan hoy día de modo am-
de la ideología victoriana de la domesticidad como pliamente independiente del parentesco.
si hubiera sido creada de entrada, en su totalidad,
y ante la que sólo se hubiera reaccionado más tar- El cuarto aspecto del género es la identi-
de, en lugar de considerarse que fue tema cons- dad subjetiva. Estoy de acuerdo con la formula-
tante de grandes diferencias de opinión. Otro tipo ción de la antropóloga Gayle Rubin de que el psi-
de ejemplo proviene de los grupos religiosos fun- coanálisis ofrece una teoría importante sobre la
damentalistas contemporáneos, que han vincula- reproducción del género, una descripción de la
do por la fuerza su práctica a la restauración del rol
“transformación de la sexualidad biológica de los
de las mujeres que se supone más auténticamente individuos a medida que son aculturados”38. Pero
“tradicional”, cuando de hecho hay pocos prece- la pretensión universal del psicoanálisis me hace
dentes históricos para el desempeño indiscutible vacilar. Aun cuando la teoría de Lacan pueda ser
de tal papel. La intención de la nueva investigaciónútil para pensar sobre la construcción de la identi-
histórica es romper la noción de fijeza, descubrir dad de género, los historiadores necesitan traba-
la naturaleza del debate o represión que condu- jar de un modo más histórico. Si la identidad de
ce a la aparición de una permanencia intemporal género se basa sólo y universalmente en el miedo
en la representación binaria del género. Este tipo a la castración, se niega lo esencial de la investi-
de análisis debe incluir nociones políticas y refe- gación histórica. Además, los hombres y mujeres
rencias a las instituciones y organizaciones socia- reales no satisfacen siempre o literalmente los
les, tercer aspecto de las relaciones de género. términos de las prescripciones de la sociedad o
de nuestras categorías analíticas. Los historiado-
Algunos estudiosos, sobre todo antropó- res, en cambio, necesitan investigar las formas
logos, han restringido el uso del género al siste- en que se construyen esencialmente las, iden-
ma del parentesco (centrándose en la casa y en tidades genéricas y relacionar sus hallazgos con
la familia como bases de la organización social). una serie de actividades, organizaciones sociales
Necesitamos una visión más amplia que incluya y representaciones culturales, históricamente es-
no sólo a la familia sino también (en especial en pecíficas. Los mejores esfuerzos en este campo
las complejas sociedades modernas) el merca- han sido, hasta ahora, y, el no debe sorprender-
do de trabajo (un mercado de trabajo segregado nos, las biografías: la interpretación de Lou An-
por sexos forma parte del proceso de construc- dreas Salomé por parte de Biddy Martin, el retrato
ción del género), la educación (las instituciones
masculinas, las de un solo sexo, y las coeducativas
forman parte del mismo proceso) y la política (el 35 Michelle Zimbalist rosaldo, “The Uses and Abuses of Antropolo-
sufragio universal masculino es parte del proce- gy: reflections on Feminism and Cros-Culñtural Understanding”, en
so de construcción del género). Tiene poco senti- sins,5,
36
primavera de 1980, p. 400.
Michel Foulcaut, the History of sexuality, vol. i. An Introductión,
do obligar a esas instituciones a retroceder hacia nueva York, 1980; michel Foulcaut, Power/Knowledge: Selected
una posición de utilidad funcional en el sistema de interviews and Other Writings,1972- 1977, Nueva York, 1980.
37
En relación con este argumento, véase Rubin, “Trafic in Women”,
parentesco, o argumentar que las relaciones con- p.199
temporáneas entre hombres y mujeres son cons- 38 Rubin, “Traffic in Women”, p. 198
que Kathryn Sklar hace de Catherine Beecher, la cómo la “división del mundo”, basada en referen-
vida de Jacqueline Hall escrita por, Jessie Daniel cias a “las diferencias biológicas y sobre todo a las
Ames y el examen de Charlotte Perkins Gilman a que se refieren a la división del trabajo de procrea-
cargo de Mary Hill39. Pero también son posibles ción y reproducción”, actúa como “la mejor funda-
los tratamientos colectivos, como han demostra- da de las ilusiones colectivas”, Establecidos como
do Mrinalini Sinha y Lou Ratté en sus respectivos conjunto objetivo de referencias, los conceptos
estudios sobre los periodos de construcción de de género estructuran la percepción y la organiza-
la identidad de género en los administradores ción, concreta y simbólica, de toda la vida social41.
coloniales británicos en la India y sobre los hin- Hasta el punto en que esas referencias establecen
dúes educados en Gran Bretaña que se revelaron distribuciones de poder (control diferencial sobre
como dirigentes nacionalistas y antiimperialistas40. los recursos materiales y simbólicos, o acceso a
los mismos), el género se implica en la concep-
La primera parte de mi definición de género ción y construcción del propio poder. El antropó-
consta, pues, de esos cuatro elementos y ninguno logo francés Maurice Godelier lo ha expresado así:
de ellos opera sin los demás. Sin embargo, no operan
No es la sexualidad lo que obsesiona a la sociedad,
simultáneamente de forma que uno sea simple- sino la sociedad la que obsesiona la sexualidad
mente el reflejo de los otros, De hecho, una cues- del cuerpo. Las diferencias relativas al sexo entre
tión para la investigación histórica sería conocer los cuerpos son evocadas continuamente como tes-
cuáles son las relaciones entre los cuatro aspec- timonios de relaciones y fenómenos sociales que
tos. El esquema que he propuesto del proceso de nada tienen que ver con la sexualidad, y no sólo
construcción de las relaciones de género podría como testimonio de, sino también como testimo-
usarse para discutir sobre clases, razas, etnicidad, nio para; en otras palabras, como legitimación42.
o por la misma razón; cualquier proceso social,
Mi intención era clarificar y especificar hasta qué La función legitimadora del género fun-
punto necesitamos pensar en el efecto del género ciona de muchos modos. Bourdieu, por ejemplo,
en las relaciones sociales e institucionales, porque
este pensamiento no se ejerce con frecuencia de 39 Biddy Martin, “Femenism, Criticism and Foulcaut” en New Ger-
modo preciso o sistemático. La teorización del gé- man Critique,27, otoño de 1982, pp. 3-30; Kathyrn Kish sklar, Ca-
nero, sin embargo, se desarrolla en mi segunda therine Beecher: A Stududy in American Domesticity, New Haven,
Conn., 1973; Mary A. Hill, Charlotte Perkins Gilman: The MaKing of
proposición: el género es una forma primaria de a Radical Feminist, 18601-1896. Filadelfia, 1980
relaciones significantes de poder. Podría mejor de- 40 Lou Ratté, “Gender Ambivalence in the Indian Nationalist Move-
cirse que el género es el campo primario dentro ment”, trabajo no publicado, Pembroke Center Seminar, primavera
de 1983; y Mrinalini Sinha, “Manliness: A Victorian Ideal and the
del cual o por medio del cual se articula el poder. British Imperial Elite in India”, trabajo no publicado, Departmento
No es el género el único campo, pero parece haber de Historia, Universidad de Nueva York, Stony Brook, 1984.
sido una forma persistente y recurrente de facilitar 41 Pierre Bourdieu, Le Sens Pratique, París, 198O, pp. 246-247, 333-
461, en especial
la significación del poder en las tradiciones occi- p.366.
dental, judeo-cristiana e islámica, Como tal, puede 42 Maurice Godelier, “The Origins or Male Domination”, en New
parecer que esta parte de la definición pertenece Left Review, 127, mayo-junio de 1981,p 17.
43
Gayatry Chakravorty Spivak, “Three Women’s Texts and a
a la sección normativa del argumento, y sin em- Critique or Imperialism”, en Critical Inquirv,. 12, otoño de 1985,
bargo no es así, porque los conceptos de poder, pp. 243-246. Véase también Kate Millett, Sexual Politics, Nueva
aunque puedan construirse sobre el género, no York, 1969. Un examen de cómo operan las referencias, femeninas
en texto. importantes de la fílosofía occidental es llevado a cabo
siempre tratan literalmente al propio género, El por Luce Igaray en Speculum of the Oter Woman, Ithaca, Nueva
sociólogo francés Pierre Bourdieu ha escrito sobre York,1985.
Robert Filmer y Jonh Locke. El ataque de Edmund y muchacho, sugiriendo no sólo formas de sexua-
Burke a la Revolución francesa se construye en lidad aceptables, próximas a las que la última obra
torno a un contraste entre las repugnantes y san- de Foucault describía para la Grecia clásica, sino
guinarias brujas Sans-culottes; (“furias de infierno, también la escasa relevancia de las mujeres para
con la forma denostada de las mujeres más viles”) cualquier noción de política y para la vida pública50.
y la delicada feminidad de María Antonieta, quien
escapó del populacho para “buscar refugio a los Para que este último comentario no su-
pies de un rey y marido” y cuya belleza inspirara giera que la teoría política refleja simplemente
un día el orgullo nacional. (Con referencia al pa- la organización social, parece importante ha-
pel apropiado a lo femenino en el orden político, cer notar que los cambios en las relaciones de
escribía Burke: “Para hacernos amar nuestro país, género pueden ser impulsados por considera-
nuestro país debería ser hermoso.”)49. Pero la ana- ciones de necesidades de Estado. Un ejemplo
logía no lo es siempre respecto al matrimonio o llamativo es el argumento de Louis de Bonald
incluso a la heterosexualidad. En la teoría política sobre por qué fue derogada la legislación acer-
islámica medieval, los símbolos del poder político ca del divorcio de la Revolución francesa:
aludían con mayor frecuencia al sexo entre hombre
Lo mismo que la democracia política “permite al
pueblo, la parte débil de la sociedad política, al-
49
Edmund Burke, Reflection on the French Revolution, 1982; zarse contra el poder establecido”, así el divor-
edición reimpresa en Nueva York, 1909. pp. 208-209, 214. Véase cio, “verdadera democracia doméstica”, permite
Jean Bodin, Six Books of the Commonwealth (1606; ed., reimpre- a la esposa, “la parte débil, rebelarse contra la
sa, Nueva York , 1967); Robert Filmer, Patriarcha Other Political
Works, Peter Laslett (ed.). Oxford. 1949; y John Locke, Two autoridad marital” [ . . . ] “Con el fin de mante-
Treatises of Government (1690; ed, reimprcsa, Cambridge, 1970). ner el Estado ( fuera del alcance de las manos del
Véase tambien Elizabeth Fox- Genovese, “Property and Patriarchy pueblo, es necesario mantener la familia fuera
in Classical Bourgeois Political Theory”, en Radical History Review,
4, primavera verano de 1977. pp. 36-59; y Mary Lyndon Shanley, del alcance de las manos de esposas y niños”.51
“Marriage Contract and social Contract in Seventeenth Century
English polítical Thought”, en Western Polítical Quarterly,32 marzo Bonald comienza con una analogía y luego esta-
de 1979, pp. 79-91
50
Agradezco a Bernard Lewis la referencia al Islam. Michel blece una correspondencia directa entre divorcio y
Foucault, Histoire de la Sexualité, vol. 2. L’usage des plaisirs, París, democracia. Al prestar oídos a argumentos muy an-
1984. En situaciones de este tipo, uno se pregunta cuáles son los teriores acerca de la familia bien ordenada, como
términos de la identidad del género del sujeto y si la teoría freu-
diana es suficiente para describir el proceso de su construcción. fundamento del Estado bien ordenado, la legisla-
Acerca de las mujeres en la Grecia clásica, véase Marilyn Arthur, ción que consagraba esta consideración redefinía
“Liberated Woman: The Classical los límites de la relación conyugal. De un modo
Era”, en Renate Bridenthal y Claudia Koontz (eds.), Becoming Visi-
ble, Boston, 1976, pp. 75-78. similar, en nuestros tiempos, a los ideólogos polí-
51
Citado en Roderick Philljps, “Women and Famjly Breakdown in ticos conservadores les gustaría aprobar una serie
Eighteenth Century France: Rouen 1780- ] 800”, en Social History, de leyes sobre la organización y el comportamien-
2, mayo de 1976. p. 217.
52
Sobrc la Revolución francesa, véase Darlene Gay Levy, Harriet to de la familia que alterarían las costumbres esta-
Applewhite y Mary Johnson ( eds.) , Women in Revolutionary} Pa- blecidas. La relación entre regímenes autoritarios y
ris, 1789-1795, Urbana, III , 1979, pp. 209-220 sobre la legislación control de las mujeres ha sido denunciada pero no
soviética, véanse los documentos en Rudolph Schlesinger, The
Family in the USSR: Documents and Reading, Londres, 1949, pp. suficientemente estudiada: si en un momento cru-
62-71, 251-254; sobre política nazi, véase Tim Mason, “Women cial para la hegemonía jacobina en la Revolución
in Nazi Germany”, en History Workshop, 1, primavera de 1976, francesa, en el instante de la lucha de Stalin por
pp. 74-113 y Tim Mason, “Women in Nazi Germany, 1925-1940,
Family, Welfare and Work”, en History Workshop, 2, otoño de controlar la autoridad, en la instauración de la po-
1976, pp. 5- 32. lítica nazi en Alemania o con el triunfo en Irán del
ayatollah Jomeini, los nuevos gobernantes hubie- sino también por sus visiones de un mundo ,en el
ran legitimado como masculinos la dominación, la que la diferencia sexual no implicara jerarquía.
fuerza, la autoridad central y el poder legislativo (y
caracterizado como femeninos a los enemigos, los Son estos ejemplos de conexiones explí-
instrusos, los subversivos y la debilidad) y hubie- citas entre género y poder, pero constituyen sólo
ran plasmado ese código en leyes (prohibiendo la una parte de mi definición de género como fuente
participación política de las mujeres, declarando el primaria de las relaciones significantes de poder.
aborto fuera de la ley, prohibiendo el trabajo asa- Con frecuencia, la atención al género no es explí-
lariado a las madres e imponiendo reglas al atuen- cita, pero no obstante es una parte crucial de la
do femenino), que hubiera puesto a las mujeres organización de la igualdad o desigualdad. Las es-
en su sitio52. Esas acciones y el momento de su tructuras jerárquica cuentan con la comprensión
apIicación tienen poco sentido en sí mismas; en la generalizada de la llamada relación natural entre
mayor parte de los casos, el .Estado no gana nada varón y mujer. En el siglo XIX, el concepto de clase
inmediato o material de la sujeción de las muje- contaba con el género en su enunciado. Cuando,
res. Las acciones sólo cobran sentido como parte por ejemplo, los reformadores de la clase media
de un análisis de la construcción y consolidación describieron a los trabajadores en términos codifi-
del poder. Como política hacia las mujeres, se dio cados como femeninos (subordinados, débiles, ex-
forma al mantenimiento del control de la fuerza. plotados sexualmente como prostitutas), dirigen-
En esos ejemplos, la diferencia sexual se concebía tes del trabajo y socialistas replicaron insistiendo
en términos de dominación o control de las mu- en la posición masculina de la clase trabajadora
jeres. Esos ejemplos ayudan a discernir las clases (productores, fuertes, protectores de sus mujeres
de relaciones de poder que se constituyen en la e hijos). Los términos de este discurso no lo fueron,
historia contemporánea, pero este tipo concreto explícitamente sobre el género, pero contaron con
de relación no es un tema político universal. Por referencias al mismo, a la “codificación” de género
ejemplo, los regímenes democráticos del siglo de ciertos términos, para establecer sus significa-
xx han constituido también de diferentes formas dos. En el proceso, históricamente específico, se
ideologías políticas con conceptos de género y las reprodujeron definiciones normativas de género
han trasladado a la política práctica; el estado del (que se tomaban como conocidas) , .que se refor-
bienestar, por ejemplo, demostró su paternalismo zaron en la cultura de la clase obrera la francesa55.
protector en leyes dirigidas a las mujeres y los ni-
ños.53 Históricamente, algunos movimientos so-
cialistas y anarquistas han rehusado por completo 53
Elizabeth Wilson, Women and the Welfare State, Londres,
las metáforas de dominación y han presentado 1977, Janes Jenson, “Gender and Reproduction”, Jane Lewis, The
Politics of Motherbood: Child and Maternal welfare in England,
con imaginación sus críticas de regímenes concre- 1900-1939, Montreal, 1980 Mary Lynn MacDougall, “Protecting
tos o de organizaciones sociales , en términos de Infants: The French Campaing for Maternity Leaves, 1890s-1913,
transformaciones de las identidades del género. En en French Historical Studies, 13, 1983, pp. 79-105.
54
Sobre los utopistas ingIeses, véase Barbara Taylor, Eve and the
Francia e Inglaterra, los socialistas utópicos de las New Jerusalen, Nueva York, 1983; sobre Francia, Joan W. Scott,
décadas de los treinta y cuarenta concibieron sus “Men and Women in the Parisien Garment Trades: Discussions
sueños de un futuro armonioso en términos de las on Family and Work in the 1830s ; and 40s”, en Pat Thane al (eds
), The Power of the Past: Essays for Eric Howsbawm, Cambridge,
naturalezas complementarias de los individuos , tal 1984, pp. 67 -94.
como se ejemplifican en, la unión del hombre y la 55
Louis Devance, “Femme, famille, travail et morale sexuelle. dans
mujer, “el individuo social”.54 Los anarquistas euro- l’idéologie de 1848” , en Mythes el representation. de la femme
au XIXe siecle, París, 1976~ Jacques Ranciere y Pierre Vauday, “En
peos fueron conocidos mucho tiempo no sólo por allant al expo: 1’ouvrier, sa Femme et les; Machines”, en Les révol-
rechazar las convenciones del matrimonio burgués, fe logiques, 1. invierno de 1975, pp. 5-22.
Los temas de la guerra, diplomacia y alta regímenes nuevos57. Crisis demográficas, ocasio-
política aparecen con frecuencia cuando los his- nadas por escasez de alimentos, plagas o guerras,
toriadores políticos tradicionales cuestionan la pueden haber cuestionado las, visiones normati-
utilidad del género en su obra. Pero también aquí vas del matrimonio heterosexual (como sucedió
necesitamos mirar más allá de los actores y del en ciertos círculos de algunos países en, la década
sentido literal de sus palabras. Las relaciones de de los veinte) , pero también han engendrado po-
poder entre naciones y el status de los sujetos líticas pronatalistas que insisten en la importancia
coloniales se han hecho comprensibles (y de este exclusiva de las funciones maternal y reproduc-
modo legitimados) en términos de relaciones en- tora de las mujeres58. Los modelos cambiantes
tre varón y .hembra. La legitimación de la guerra del empleo pueden llevar a alterar las estrategias
-de derrochar vidas jóvenes para proteger el Esta- matrimoniales y a diferentes posibilidades para
do- ha adoptado diversas formas de llamadas ex- la construcción de la subjetividad, pero también
plícitas a los hombres (a la necesidad de defender pueden ser experimentados como nuevos cam-
a las por otra parte vulnerables mujeres y niños), pos de actividad para hijas y esposas solícitas.59
a la confianza implícita en el deber de los hijos de
servir a sus dirigentes y a su (padre el) rey, y de La aparición de nuevas clases de sím-
asociaciones entre la masculinidad y la firmeza bolos culturales puede dar oportunidad a la
nacional.56 La propia alta política es un concepto reinterpretación o, realmente, a la reescri-
de género, porque establece su crucial importan- tura del relato edípico, pero también puede
cia y el poder público, las razones y el hecho de servir para reinscribir ese terrible drama en
su superior autoridad, precisamente en que exclu- términos todavía más significativos. Los procesos
ye a las mujeres de su ámbito. El género es una políticos determinarán qué resultados prevalecen
de las referencias recurrentes por las que se ha -políticos en el sentido de que diferentes actores
concebido, legitimado y criticado el poder políti- y diferentes significados luchan entre sí por alcan-
co. Se refiere al significado de la oposición varón/ zar el poder. La naturaleza de ese proceso, de los
mujer, pero también lo establece. Para reivindi- actores y sus acciones, sólo puede determinarse
car el poder político, la referencia debe parecer específicamente en el contexto del tiempo y del
segura y estable, fuera de la constitución huma- espacio. Podemos escribir la historia de ese pro-
na, parte del orden natural o divino. En esa vía, ceso únicamente si reconocemos que “hombre” y
la oposición binaria y el proceso social de relacio- “mujer’) son al mismo tiempo categorías vacías y
nes de género forman parte del significado del rebosantes. Vacías porque carecen de un significa-
propio poder; cuestionar o alterar cualquiera de do último, trascendente. Rebosantes, porque aun
sus aspectos amenaza a la totalidad del sistema. cuando parecen estables, contienen en su seno
definiciones alternativas, negadas o eliminadas.
Si las significaciones de género y poder se
construyen la una a la otra, ¿cómo cambian las cosas? En cierto sentido, la historia política ha
En sentido general, la respuesta es que el cambio venido desempeñando un papel en el campo del
puede iniciarse en muchos lugares. Las conmocio- género. Se trata de un campo que parece estable,
nes políticas masivas, que empujan al caos órde- pero cuyo significado es discutido y fluyente. Si tra-
nes viejos y traen otros. nuevos, pueden revisar los tamos la oposición entre varón y mujer, no como
términos (y también la organización) del género algo dado sino problemático, como algo contex-
en busca de nuevas formas de legitimación. Pero tualmente definido, repetidamente constituido,
pueden no hacerlo; los viejos conceptos de gé- entonces debemos preguntarnos de forma cons-
nero han servido también para dar validez a los tante qué es lo que está en juego en las plocIamas