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3.3.1 LEYES
La denominación “ley” se emplea para aquellos dispositivos de rango legal
emanados del Congreso de la República, que, desde una concepción
sustantiva, pueden incluir a las leyes ordinarias, las leyes orgánicas, las leyes
de desarrollo constitucional e incluso aquellas que utilizan la denominación
“ley”, pero agregan a ello otras nomenclaturas (como Ley Marco).
Ello también ha sido indicado expresamente por el Tribunal Constitucional al
desarrollar los alcances de lo que sería una ley:
“Con relación a la fuente normativa denominada ley, en sentido material, deben
tenerse presentes dos puntos. En primer lugar, su expedición corresponde al
Congreso de la República conforme al inciso 1 del artículo 102 de la
Constitución, que establece que es atribución del Congreso dar leyes.
Atribución que descansa en los principios de soberanía política, consagrado en
el artículo 45 de la Constitución, que establece que el Poder emana del pueblo,
y en el principio representativo reconocido en el artículo 43 de la Constitución.
1
Sobre la distinción entre disposición (como enunciado lingüístico) y norma (como producto de la
interpretación), uno de los pioneros fue CRISAFULLI, V. “Voz Disposizione (e norma)”. En: Enciclopedia
del Diritto. Tomo XIII. Giuffrè, Milán, 1964, p. 165 y siguientes. Citado por BERNAL PULIDO, Carlos. El
derecho de los derechos. Escritos sobre la aplicación de los derechos fundamentales. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 210.
Y, en segundo lugar, que para la Constitución la fuente normativa denominada
ley comprende a las leyes ordinarias, las leyes orgánicas, las leyes de
desarrollo constitucional y las que tienen una denominación asignada
directamente por la Constitución y cuyas diferencias no radican en su jerarquía
ni en el órgano que las expide, sino en su procedimiento de aprobación y en las
materias que regulan.2
Siguiendo en la línea de lo expuesto agrega a ello que:
“[…] conforme al sistema de fuentes diseñado por la Norma Suprema y a sus
artículos 51, 200 inciso 4), 102 inciso 1) y 106, la categoría normativa de leyes
comprende a las leyes ordinarias y a las leyes orgánicas, las cuales tienen la
misma jerarquía jurídica”.
Y, para incluir a dispositivos con otras nomenclaturas como las leyes marco o
leyes de bases afirma que:
“Este Colegiado estima también que el Congreso de la República, al detentar la
competencia exclusiva en la producción de la fuente normativa de ley, goza de
la autonomía inherente, en el marco de la Constitución, del Reglamento del
Congreso y de las leyes, para precisar la denominación de las leyes que
expide; […].
La facultad de otorgar una denominación ha sido desarrollada por la Ley N°
26889, Ley Marco para la producción y sistematización legislativa, cuyo artículo
3 dispone que: ‘La Ley debe tener una denominación oficial que exprese su
alcance integral. La denominación forma parte del texto oficial de la Ley y
corresponde al Congreso de la República asignársela, salvo en los casos de
Decretos Legislativos y Decretos de Urgencia, en los cuales es el Poder
Ejecutivo quien asigna la denominación’. En ese sentido, el Congreso de la
República e incluso el Poder Ejecutivo, en el caso de Decretos Legislativos,
son competentes para asignar determinadas denominaciones cuando se trata
de leyes que regulan aspectos generales sobre una materia a fi n de sintetizar
su alcance integral, empleando para ello las denominaciones de Ley de Bases,
Ley Marco y Ley General, según corresponda, pero que, en definitiva,
constituyen la fuente normativa de ley expedida por el Congreso de la
República.
Adicionalmente, por expresa prescripción de la Constitución, existen otras
materias que deben regularse a través de leyes especiales. Así, las leyes que
emite el Congreso de la República para autorizar al Gobierno a que emita
determinada normativa, regulando un tema específico y por un plazo
determinado –ley autoritativa– la cual es mencionada en el primer párrafo del
artículo 104 de la Constitución:
“Artículo 104.- El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de
legislar, mediante decretos legislativos, sobre la materia específica y por el
plazo determinado establecidos en la ley autoritativa”.
Ello también ocurre con la Ley General de Presupuesto de la República, que
tiene un modo peculiar de producción normativa y que se encuentra regulada
entre los artículos 78 y 80 de la Constitución hoy vigente.
2
STC Exp. Nº 008-2005-PI/TC, Fundamento 9.
Por tanto, una ley, entendida como una prescripción normativa general y escrita
emanada del Congreso de la República conforme a un procedimiento prefijado
por la Constitución3 y que puede adoptar alguna de las diversas
denominaciones que ya se han indicado, puede ser objeto de control en el
marco de un proceso de inconstitucionalidad.
Al emplearse la voz “leyes” en el artículo 200, inciso 4), algunos dedujeron de
ello que se habilitaba únicamente a cuestionar aquella normativa que recibiera
dicha denominación en estricto (las leyes ordinarias), y sin nomenclaturas
adicionales, tal como se hacía en el caso de la ley orgánica, la ley de reforma
constitucional o la ley de desarrollo constitucional, con las previsiones que se
señalarán.
Sin embargo, esta posible comprensión restrictiva ha sido descartada por el
Tribunal Constitucional. Ello, tal como ha efectuado al equipar los distintos
cuerpos normativos –al margen de sus denominaciones– al concepto de ley, y
como se analizará en específico para los casos de las leyes orgánicas y las
leyes de reforma constitucional, objeto de control en este tipo de procesos.
LEYES ORGANICAS
Las leyes orgánicas son dispositivos legales cuyo modo de producción implica
cumplir una serie de requisitos formales y materiales, conforme se ha
estipulado en el artículo 106 de la Constitución:
“Artículo 106.- Mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el
funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución, así
como también las otras materias cuya regulación por ley orgánica está
establecida en la Constitución.
Los proyectos de ley orgánica se tramitan como cualquiera otra ley. Para su
aprobación o modificación, se requiere el voto de más de la mitad del número
legal de miembros del Congreso”.
Respecto a estos requisitos materiales, entendiendo que los temas que pueden
ser tratados por ley orgánica corresponden a un criterio taxativo o numerus
3
STC Exp. N° 0047-2004-AI/TC, Fundamento 16.
clausus (y por tanto, no permite ir más allá de lo plasmado en el artículo 106 de
la Constitución), el Tribunal Constitucional ha afirmado que:
4
STC Exp. Nº 0047-2004-AI/TC, Fundamento 18
2. Soberanía, dominio o integridad del Estado.
3. Defensa nacional.
4. Obligaciones financieras del Estado.
También deben ser aprobados por el Congreso los tratados que crean,
modifican o suprimen tributos; los que exigen modificación o derogación de
alguna ley y los que requieren medidas legislativas para su ejecución”
3.3.6. REGLAMENTO
l Reglamento del Congreso de la República es el instrumento jurídico
encargado de la regulación de las funciones del Congreso de la República, al
cual la Constitución le otorga “fuerza de ley”, es decir, vincula de manera
equivalente a un dispositivo de rango legal.
En ese sentido, el artículo 94 del texto constitucional establece: “Artículo 94.- El
Congreso elabora y aprueba su Reglamento, que tiene fuerza de ley; elige a
sus representantes en la Comisión Permanente y en las demás comisiones;
establece la organización y las atribuciones de los grupos parlamentarios;
gobierna su economía; sanciona su presupuesto; nombra y remueve a sus
funcionarios y empleados, y les otorga los beneficios que les corresponden de
acuerdo a ley”.
Ello es reiterado por el artículo 1 del Texto Único Ordenado del Reglamento del
Congreso de la República en los términos siguientes:
“Artículo 1.- Fuerza normativa y materias de regulación del Reglamento. El
presente Reglamento tiene fuerza de ley. Precisa las funciones del Congreso y
de la Comisión Permanente, define su organización y funcionamiento,
establece los derechos y deberes de los Congresistas y regula los
procedimientos parlamentarios”. Recogiendo lo planteado en la Carta
Constitucional, el Tribunal Constitucional también ha incluido al Reglamento del
Congreso de la República entre los dispositivos cuya constitucionalidad es
susceptible de control a través del proceso de inconstitucionalidad:
“[...] tal como lo establece expresamente el inciso 4) del artículo 200 de la
Constitución, este colegiado es competente para controlar la constitucionalidad
del Reglamento del Congreso. En efecto, toda diferencia doctrinaria que
pudiera existir respecto al lugar que ocupa el Reglamento del Congreso en el
sistema de fuentes del derecho, no tiene lugar en el ordenamiento jurídico
peruano, ya que la propia Carta Fundamental, en la disposición recién citada,
ha establecido que dicha norma tiene rango de ley. Se trata, pues, de una
fuente primaria del derecho y, como tal, solo se somete a la Constitución.
Por tanto, cualquier disposición de este Reglamento que incurra en una
infracción constitucional podría ser cuestionada por alguno de los sujetos
legitimados para ello ante el Tribunal Constitucional mediante el proceso de
inconstitucionalidad.