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El principio del empirismo aplicado a la ética

El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia y la evidencia,


especialmente la percepción sensorial, en la formación de ideas y adquisición de
conocimiento, sobre la noción de ideas innatas o tradición. Para el empirismo más extremo, la
experiencia es la base de todo conocimiento, no solo en cuanto a su origen sino también en
cuanto a su contenido.

En relación a la ciencia, el empirismo no se debe mezclar con la investigación empírica, ya que


las diferentes epistemologías se deben considerar puntos de vista opuestos sobre la mejor
manera de hacer estudios. Sin embargo, entre los investigadores hay cierto consenso de que
los estudios deben ser empíricos. Por lo tanto, el empirismo actual se debe entender como
uno entre los ideales en competencia de obtener conocimiento. Como tal, el empirismo se
caracteriza primeramente por el ideal para permitir que los datos de la observación «hablen
por sí mismos», mientras que los puntos de vista opuestos se oponen a este ideal. El
empirismo, por lo tanto, no solo se debe entender en relación con cómo este término se ha
utilizado en la historia de la filosofía. También se debe interpretar de una manera que permita
distinguir el empirismo entre otras posiciones epistemológicas en la ciencia contemporánea.
En otras palabras: el empirismo como concepto se debe construir junto con otros conceptos,
que juntos hacen posibles discriminaciones importantes entre los diferentes ideales
subyacentes de la ciencia contemporánea.

Básicamente la relación entre la ética y el empirismo la establece David Hume y explica que:

El Empirismo, es todo conocimiento que deriva de la experiencia sensible, ésta es la única


fuente de conocimiento, y sin ella no se lograría saber alguno. Según Hume, todo
conocimiento procede de la experiencia, sea de la experiencia externa, que es la que proviene
de los sentidos, o de la experiencia intima, la autoexperiencia.

Hume fue testigo de un accidente mortal en París, la policía pidió explicaciones a los testigos y
se reconstruyeron los hechos pero al preguntar que quién había sido el culpable nadie se puso
de acuerdo. Este hecho llevó a Hume a reflexionar sobre el racionalismo moral. Dice que la
moral no está en la razón sino en los sentimientos. Si no tuviéramos sentimientos nos sería
indiferente que un hecho fuera bueno o malo, la razón sirve para describir los hechos, no para
juzgarlos. Ante un mismo hecho los sentimientos de cada uno son diferentes. Primero se
conocen los hechos por medio de la razón y luego los sentimientos actúan aprobando ese
hecho o desaprobándolo, actúan como tribunal moral. La razón interviene en la moral pero no
es lo que la mueve.

Filosofía moral

La filosofía moral es un área de la filosofía que considera el bien y el mal. Explora los orígenes
de la moralidad y cómo las personas deben vivir sus vidas en relación a los demás.

La filosofía moral tiene tres ramas:

Una rama, la metaética, investiga preguntas amplias como, “¿qué es la moralidad?” “¿qué es la
justicia?” “¿existe la verdad?” y “¿cómo podemos justificar nuestras creencias, o privilegiarlas,
cuando entran en conflicto con las de los demás?”
Otra rama de la filosofía moral es la ética normativa. Esta se enfoca en preguntas relacionadas
a lo que deberíamos hacer. La ética normativa ofrece un marco para guiar la toma de
decisiones para distinguir el bien del mal. Los tres marcos más comunes son la deontología, el
utilitarismo, y la ética de la virtud.

La última rama es la ética aplicada. Concierne temas morales concretos como lo son la guerra y
la pena de muerte. La ética aplicada también trata de resolver los desafíos morales que las
personas enfrentan en su vida cotidiana, como si es correcto mentir para ayudar a un amigo o
colega.

Entonces la filosofía moral nos ayuda a vivir una vida ética al tratar no sólo preguntas
abstractas, pero también al ofrecernos marcos prácticos para la toma de decisiones y para
resolver los desafíos morales concretos.

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