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“Deliberando sobre la Resurrección”

Propósito General: Aliento.


Propósito Específico: Invitarte a aceptar y celebrar, que Yeshúa resucitó.
Palabra clave: Deliberar / Resurrección.
Proposición: ¡La conclusión de tanta deliberación, es que el Señor Resucitó!
Texto: Salmo 16.1-11 (inicio), Marcos 16.1-18 (todos), Varios (Mensaje Semanal)

INTRODUCCIÓN
No faltan, quienes dicen que creer en la resurrección es una tontería, pasando por alto que existe
evidencia, fuera de la Biblia, que así lo demuestra, como tuvo que concluir el autor del libro
“The Case for Christ” – “El Caso de Cristo”, Lee Strobel, un periodista del Chicago Tribune, que
era ateo y trató de probarle a su mujer, que había nacido de nuevo, que estaba en un error.
Strobel centró su investigación básicamente en las siguientes preguntas:
a) ¿Son fiables los testigos y los documentos que nos han llegado?
b) ¿Qué dice la arqueología y la historia sobre Yeshúa y su historia?
c) ¿Creía Yeshúa ser Dios?
d) ¿Estaba loco?
e) ¿Y si no murió? Quizá mataron a otro, quizá solo quedó malherido.
f) ¿Y si murió, pero robaron el cuerpo?
Los 13 expertos a los que acudió, eran eruditos, historiadores y académicos de tipo conservador;
él como periodista, tuvo que tomar decisiones, y publicar lo que tenía; porque, conforme a sus
palabras: “Nunca la evidencia es concluyente... pero hay que seguir los hechos”.
Tanto para Strobel, como para cualquier otro, aceptar la propuesta cristiana implica una apuesta
(como Blaise Pascal estableció en su tiempo), es un salto de fe, una decisión sin suficientes datos
(que siempre faltarán); pero no aceptarla, también es una decisión en la que también faltan datos:
por lo que no creer, también es una apuesta, y no se puede argumentar que sea más razonable.
C.S. Lewis dijo: “Si el cristianismo no es verdad, nada es importante; pero si es cierto, es de la
máxima importancia”.
Así que, deliberemos un poco sobre la Resurrección.

DESARROLLO
1) Yeshúa la predijo.
Marcos 8.31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y
ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y
resucitar después de tres días.
Los líderes religiosos en Israel sabían que Yeshúa había predicho que resucitaría de entre los
muertos, por lo que pensaban, que sus discípulos intentarían robar su cuerpo, a fin de fabricar
una mentira, por lo que pidieron a los romanos que vigilasen la tumba, y así, poder evitar que
esto sucediera: Y al día siguiente, que es después de la Preparación, los principales sacerdotes y
los fariseos se reunieron ante Pilato, diciendo: Señor, recordamos que aquel impostor, estando
aún vivo, dijo: Después de tres días, soy resucitado. Manda pues que sea asegurado el sepulcro
hasta el tercer día, no sea que lleguen sus discípulos y lo hurten, y digan al pueblo: Fue
resucitado de los muertos. Y sea el postrer error peor que el primero. Pilato les dijo: Tenéis una
guardia. Id, aseguradlo como sabéis. Y ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra
en compañía de la guardia” (Mateo 27.62–66).
κουστωδία (custodia). Guardia.

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Al estar el sepulcro excavado en la roca, no había modo de poder robar el cuerpo, a no ser por la
entrada, la cual quedó cerrada con una gran piedra y, por si fuera poco, custodiada por una
guardia de soldados y sellada con el sello del gobernador. Una guardia romana se formaba de
cuatro a dieciséis soldados (en combate, formaban un cuadrado, y eran capaces de contener a una
fuerza mucho más grande), respondían con sus vidas, si fallaban, serían ejecutados por no
cumplir con sus deberes (Hechos 16:25-28). Además, colocaron una piedra grande y el sello
romano sobre la entrada de la tumba; la piedra impedía que alguien entrara o saliera de la tumba,
si de alguna manera era abierta, se rompía el sello, lo que se castigaba con la pena de muerte.
Seamos lógicos, es bastante improbable, que los pescadores, cobradores de impuestos, y otras
personas comunes que siguieron a Yeshúa tuvieran el equipo, fuerza y habilidad para vencer a
una guardia de romanos bien capacitados y armados.
Es poco probable que el cuerpo muerto de Yeshúa fuera robado, a pesar del intento de los líderes
religiosos para demostrar que sí (Mateo 28:12-14).
Otro motivo de controversia, entre aquellos que ignoran los contextos (históricos y culturales),
son las palabras con las que Yeshúa se refirió al momento de Su resurrección, a los “tres días”,
pues pareciera no ajustarse, al hecho de que la resurrección ocurrió “al tercer día”. Esta aparente
discrepancia, se debe a que en el idioma hebreo, la frase “después de tres días” no significa
necesariamente el paso de tres días completos, sino que se emplea también cuando sólo ha
transcurrido parte de los tres días. En este caso fueron la tarde del viernes, el día de la muerte de
Cristo; el día del sábado (mientras permanece en la tumba), y la mañana del domingo, el día de la
Resurrección, algo similar al uso que tenemos en el español, al decir: nos vemos dentro de 8 días.
Si los principales sacerdotes y los fariseos, que conocían Las Escrituras, dudaron de la
Resurrección, no es de extrañar que analfabetas bíblicos, también duden.
¡Tú, puedes deliberar contigo mismo, y decidir si crees o no!
2) Los primeros testigos eran inaceptables.
Lucas 24.22–24 Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando
fueron de madrugada al sepulcro, y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también
habían visto una aparición de ángeles que decían que ÉL vivía. Algunos de los que estaban con
nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a ÉL
no le vieron.
Quizás el detalle más embarazoso desde una perspectiva sociocultural es que los principales
testigos de la resurrección eran mujeres (Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12; Juan
20:1-10), en la sociedad judía de aquel entonces, no se tenía un buen concepto de ellas, por lo
que no las aceptaban como testigos válidos (Pero no se admita el testimonio de las mujeres,
debido a la ligereza y audacia de su sexo - Antigüedades IV.8.15).
Si estos prejuicios existían, ¿por qué habrían inventado los discípulos que los primeros y
principales testigos de la tumba vacía, eran mujeres? A menos, que realmente haya sucedido.
Si un autor incluye detalles que no ayudan mucho a su caso, y algunos resultan vergonzosos para
su causa, es muy probable que realmente haya acontecido así. De hecho, Celso, un crítico del
Cristianismo del segundo siglo, se burló de la resurrección, precisamente porque María
Magdalena (una mujer) es una de las alegadas testigos de la resurrección (¿Y quién vio todo eso?
Una mujer furiosa, como decís, y algún otro de la misma cofradía de hechiceros, ora lo soñara
por alguna disposición especial de su espíritu, ora, según su propio deseo, se lo imaginara con
mente extraviada; cosa, por cierto, que ha sucedido a infinitas gentes; o, en fin, lo que es más
probable, quisiera impresionar a otros con este prodigio y dar, con parejo embuste, ocasión a
otros charlatanes mendicantes - Orígenes, Contra Celso 2.54). Si los discípulos hubiesen estado

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interesados en vender una mentira no habrían presentado a mujeres como los testigos principales
de la Resurrección.
También tenemos el testimonio de Pablo, quien, desafía a los corintios a investigar por sí
mismos, que Cristo verdaderamente había resucitado, pues aún había testigos que seguían vivos
(1ª Corintios 15.1-8).
¡Tú, puedes deliberar contigo mismo, y decidir si aceptas el testimonio de esos testigos!
3) Los discípulos la refrendaron.
Hechos 8.1–4 Saulo consintió en su asesinato, y en aquel día hubo una gran persecución contra
la iglesia en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, salvo
los apóstoles. Y unos varones piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran llanto por él. Y
Saulo asolaba la iglesia, entrando de casa en casa, y arrastrando a hombres y mujeres, los
entregaba en la cárcel. Pero los que habían sido esparcidos iban proclamando la palabra.
Los apóstoles y los primeros discípulos no murieron por lo que creían, sino por aquello de lo que
fueron testigos (Hechos 2:23-24). Los cristianos que hoy dan su vida por su fe, mueren por lo
que creen sinceramente, pero los apóstoles afirmaron ver e interactuar, físicamente, con el
Resucitado (Juan 20:27-29).
Antes de que Yeshúa fuera crucificado, los discípulos huyeron con miedo, después de su
Resurrección, se convirtieron en testigos elocuentes de ésta, dieron sus vidas y sufrieron
profundamente por su testimonio. Su predicación era no sólo “creemos que Yeshúa es el
Mesías”, sino, “lo vimos resucitado y sabemos que es cierto”.
Los primeros cristianos sabían sin lugar a dudas, y evidentemente, que ÉL había resucitado, por
eso, todos ellos sufrieron y murieron con gozo (Hechos 5:41). Ellos no ganaron riqueza, ni
poder, cuando propagaron la historia de la Resurrección; no tenían nada que ganar mintiendo.
La hipótesis de que los Apóstoles mintieron, es bastante absurda, confabularse para inventar,
decir y sostener una mentira, significaba tener en contra a las autoridades judías (después a las
romanas); y dado que el ser humano es inconstante, proclive a ser sobornado, bastaba con que,
tan sólo uno de ellos, se retractará de su historia, buscando librarse del encarcelamiento, de
torturas y/o la muerte.
Por lo que, la única explicación razonable, es que dieron su vida porque sabían que es un hecho
que Yeshúa había resucitado; como una vez dijo Blaise Pascal (filósofo y matemático del siglo
XVII): “yo le creo a los testigos que tienen las gargantas cortadas”.
¡Tú, puedes deliberar contigo mismo, y decidir si morirías por algo que sabes es una mentira!

CONCLUSIÓN
1ª Corintios 15.12–20 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos,
¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Y si no hay
resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado,
vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe. Aún más, somos hallados
testigos falsos de Elohim, porque hemos testificado contra Elohim que El resucitó a Cristo, a
quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan,
entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa;
todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo han
perecido. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres,
los más dignos de lástima. Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los
que durmieron.

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Una objeción común es que las narrativas de la resurrección y otros pasajes están llenas de
contradicciones, haciendo a un lado, que muchas de las diferencias en las narrativas paralelas son
suplementarias, no contradictorias; tenemos que muchas de estas aparentes contradicciones, son
fácilmente resueltas, cuando comprendemos, que de acuerdo a los estándares de las biografías
antiguas, ciertos aspectos como el desorden cronológico de los eventos o la omisión de ciertos
detalles no eran considerados como errores, sino aspectos pertinentes a énfasis, tiempo y espacio.
Irónicamente, los mismos críticos que gritan “¡contradicción!” serían los mismos críticos que
gritarían “¡conspiración!” si las narrativas de la resurrección no tuvieran diversidad.
La historia secular confirma que la iglesia es antigua, y aunque esto no prueba la Resurrección de
Yeshúa, sí prueba la existencia de una comunidad cristiana, creciente y vibrante, desde el primer
siglo, y plantea la pregunta: ¿de dónde viene esta comunidad si no es de la realidad histórica de
la Resurrección de Cristo?
La historia secular (como la del historiador judío del Siglo I, Flavio Josefo), confirma que el
Cristianismo estaba floreciendo en ese siglo, y que figuras históricas como Juan el Bautista,
Yeshúa y Santiago, el hermano de Yeshúa, fueron consideradas reales: Festo estaba muerto, y
Albinus no estaba más que en el camino; así que reunió al sanedrín de los jueces, y llevó ante
ellos al hermano de Jesús, que se llamaba Cristo, cuyo nombre era Santiago, y algunos otros,
[o, algunos de sus compañeros]; y cuando había formado una acusación contra ellos como
rompedores de la ley, los entregó a ser apedreado (Antigüedades XX.9.1).
Si bien esto no prueba la verdad o falsedad de las afirmaciones de la Biblia sobre la resurrección
de Yeshúa, sí demuestra que Yeshúa y otras personas importantes para el cristianismo primitivo
no fueron personajes inventados en el siglo IV o posteriormente.
Los primeros cristianos sufrieron profusamente por testificar de la Resurrección de Yeshúa y
negarse a adorar al emperador romano, fueron condenados, por odio, al ostracismo, a que les
confiscaran sus propiedades, que fuesen golpeados, e incluso asesinados.
La comunidad cristiana había crecido tanto en Roma para el año 64 d.C. que Nerón culpó a los
cristianos del incendio de Roma; y hacia el 112 d.C., el gobernador romano Plinio el Joven tenía
que consultar al emperador romano Trajano sobre cómo tratar con estos.
Durante largo tiempo, se ha deliberado sobre la Resurrección, hay quien insistirá en negarse a
creer, porque no le parece lógica, y gusta de ver conspiraciones, sin importar la evidencia
histórica, aun la que es independiente del Cristianismo.
Para aquellos que creemos que la Biblia es la Palabra de Elohim, ésta enseña que Yeshúa
resucitó corporalmente de entre los muertos y vive en la actualidad. Pero ¿qué significa esto?
Significa que: Yeshúa es único, Yeshúa ofrece salvación, Yeshúa nos da vida eterna a su
lado, Yeshúa vendrá de nuevo, hay vida después de la muerte, y ÉL es el REY.
El tema central del Evangelio, y de todo aquel que ha nacido de nuevo, es la Resurrección de
Yeshúa, pues es el regalo que todos nosotros recibimos por Gracia, y es por el cual nosotros
somos salvos. De igual manera es lo que nos convierte en sus seguidores, y no sólo en portadores
de las Buenas Nuevas, sino una buena nueva para los que se salvan (2ª Corintios 2.14-17).
Puedes seguir deliberando, largamente sobre la resurrección, o aceptar la Gracia y ser salvo por
la fe, que es un don de Elohim (Efesios 2.8-9).

¡La conclusión de tanta deliberación, es que el Señor Resucitó!


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