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En el primer párrafo tenemos una demora en un ataque inglés contra la línea

Serre-Montauban durante la Batalla del Somme en 1916. El libro de Liddell Hart


la atribuye a “lluvias torrenciales”, y ahí parece haber una ironía sobre esa
lluvia (“Un pájaro rayó el cielo gris y ciegamente lo traduje en un aeroplano y a
ese aeroplano en muchos (en el cielo francés) aniquilando el parque de
artillería con bombas verticales”), considerando el final exitoso en su misión de
Yu Tsun de transmitir su mensaje a Berlín. Se podría decir que se presenta un
hecho fáctico de la historia de la guerra y el narrador ausente del primer párrafo
abre/descubre una variante, un pliegue en ese detalle minúsculo de un episodio
más de la guerra y encuentra en/sugiere a partir de la declaración de Yu Tsun,
los motivos, es decir, el cuento en sí sería esa “insospechada luz sobre el
caso”.

Historia de la Guerra Europea de Liddell Hart se publicó en 1930, por lo que


esa enunciación del primer párrafo tiene que ser por lo menos posterior a esa
fecha. El procedimiento por el cual borra las primeras dos páginas de la
declaración de Yu Tsun me genera la sensación de que vuelve opaco de algún
modo todo ese primer párrafo (y la declaración posterior) y que, en simultáneo,
hace evidente el carácter ficcional e indudable la verosimilitud del relato en sí.
De estar completa la declaración de Yu Tsun, la verosimilitud no sería tan
envolvente.

Por otro lado, en el primer párrafo podría verse algún indicio de quién es el que
hace de narrador-introductor que abre al relato de Yu Tsun. Presentado como
doctor, “antiguo catedrático de inglés de la Hochschule de Tsingtao”, hay una
introducción cuanto menos neutra de Yu Tsun (creo que excede la necesidad
de introducir al personaje esta forma de hacerlo aparecer por primera vez en
palabras de este primer narrador) y se establece el vínculo entre un doctor
chino en lengua inglesa y Alemania.

Me pareció muy interesante la cuestión del verbo reconocer que plantearon en


una respuesta anterior, como Madden, Runeberg y Yu Tsun se conocían y
formaban parte de una trama previa, que era de vigilancia por una parte y de
saberse vigilados del otro. La interpretación inmediata de que Madden atienda
el teléfono del departamento de Runeberg como el descubrimiento de sus
actividades y la información que Yu Tsun tiene de él (es irlandés, la acusación
de tibieza y posible traición) no escapa, creo, del juego de inteligencia y
contrainteligencia propio de la guerra.

Un detalle a considerar es la nota al pie, que desdeña la hipótesis de que


Madden asesinó (a sangre fría podríamos acotar) a Runeberg como “odiosa y
estrafalaria”. De algún modo atribuye al proceder de Madden un rasgo
burocrático que derivó, por las acciones de Runeberg, en la muerte de este.
Además, nos informa del nombre verdadero de Runeberg (Hans Rabener), de
lo que me surge la pregunta de por qué siendo este un espía alemán su alias
no es lo suficientemente desgermanizado, aunque puede ser un mero detalle.

Luego, al plantear el carácter implacable de Madden, Borges traza el recorrido


del cuento hasta el final, el sendero por el que las acciones de Yu Tsun
discurrirán. Madden va a atrapar a Yu Tsun, sabe quién es y su lazo con
Runeberg. Establece hasta una cuenta regresiva, que será fatal: antes que
decline el sol. Creo que estas deducciones de Yu Tsun a partir del
reconocimiento de la voz de Madden deben ser leídas como una sentencia
sobre sí mismo. “Madden era implacable” supone un desenlace inevitable,
como una autoprofecía. Pero Yu Tsun tiene un secreto, conoce una
información, que su verdugo desconoce. Identificó a los espías en abstracto,
pero no la información que conoce y puede transmitir potencialmente. De allí el
proceder público de la detención de Yu Tsun y su publicidad como enigma.

En el mismo segundo párrafo aparece la relación, que se planteaba en una de


las respuestas y por Guadalupe, entre Madden y Yu Tsun como dobles en
función de su relación con el origen. Madden como irlandés, y Yu Tsun como
chino, sirven a dos amos que los desprecian, pero que los admiten como parte
de la lucha en un contexto de guerra. El desprecio que Yu Tsun explicita un
poco más adelante es equiparable con el inglés hacia Irlanda. Ambos buscan
demostrar algo a sus amos: rehabilitarse ante sus superiores como si quisieran
borrar su procedencia (Madden), o demostrar su valía ante quienes desprecian
a su raza (Yu Tsun). No obstante, al menos en el caso de Yu Tsun, en el fondo
no cree ni admite la pretendida superioridad del bando para el que trabaja. La
guerra y la actuación de ambos en ella, aparece como un medio para un fin que
la excede, un fin individual, quizá más individual en el caso de Madden y más
colectivo (“los innumerables antepasados”) en el de Yu Tsun.
La guerra aparece como un contexto para ellos, el juego que les toca, son y se
saben piezas que tienen sus propios motivos, que articulan con los que les
imponen sus superiores. Son elementos en extremo periféricos a la Historia, lo
saben y buscan actuar desde ese borde con motivos íntimos, por usar una
palabra del autor.

Me gusta, en un momento del relato de Yu Tsun, cuando dice “Nos sentamos;


yo en un largo y bajo diván”, imaginar la conversación con Albert como una
sesión de psicoanálisis. Yu Tsun bucea, a partir del dialogo con Albert, desde el
momento en que este menciona “El jardín de los senderos que se bifurcan”, en
su pasado, en sus antepasados. Una palabra, una secuencia de palabras libera
la asociación de Yu Tsun:

“ Algo se agitó en mi recuerdo y pronuncié con incomprensible seguridad:


         —El jardín de mi antepasado Ts’ui Pên.”

En cuanto al género del relato, creo que nunca escapa del relato de enigma, y
que cuando coquetea con lo fantástico, lo hace –Borges- como un recurso para
complejizar el género policial, sin entrar a lo fantástico, sin dejarlo entrar, pero
utilizándolo como un afuera que queda en el límite. Como si uno de los
senderos del relato mismo fuera llevarlo al terreno de lo fantástico, pero nunca
tomando ese camino. Pero juega constantemente, quizá con la fatalidad misma
con la que se sabe Yu Tsun perseguido y atrapado inevitablemente y con la
causalidad casi digitada de que el medio para su fin lo involucre a nivel
personal. Creo que es Piglia el que habla, en las Tesis o en las Nuevas Tesis
sobre el cuento, de que la segunda historia involucra secretamente al
protagonista, y este no lo sabe hasta que ya es tarde. En el caso de Yu Tsun,
entonces, el juego de Borges con el potencial desborde en lo fantástico es el
que da toda la fuerza al armado de lo policial y a su eficacia.

En la perspectiva de Yu Tsun, como se aprecia en los distintos pasajes que


hace referencia a su deber (“”), la conciencia de saberse un ejecutor de una
función específica aparece muy marcada. La experimenta de un modo casi tan
fatal como el desenlace que entrevé desde el comienzo.

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