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LA ESTUPIDEZ
“Esta vez el sensacionalismo no vino sólo de los medios, sino
de los vecinos… o de usted”.
Autor Juan Soto / 2020-04
N
o es el pánico lo que hace que las personas tengan reacciones
N desaforadas frente a las emergencias sanitarias, sino la estupidez.
Uno de los dos capítulos que incluyó en el libro —al que contribuyeron con textos
originales, modificados o adaptados Ernst von Glasersfeld, Heinz von Foerster,
Jon Elster, Gabriel Stolzenberg y Francisco Varela, entre otros autores— lleva el
sugerente título de “Profecías que se autocumplen”. Aunque la idea de una
profecía que se autocumple ya no representa algo completamente extraño para el
sentido común, aún incita a confusiones. Una profecía que se autocumple,
aseguraba Watzlawick, es una suposición que, por la sola razón de haberse hecho,
convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera
confirma su propia “exactitud”.
No obstante, la definición es exagerada. No basta con decir “hoy seré feliz” para
que eso se cumpla. Sería estupendo. Para admitir ideas como éstas habría que
mandar muy lejos, de un puntapié, años de lógica y filosofía en la historia. Sin
embargo, a la hoy denominada psicología positiva (que tiene poco de psicología y
está plagada de simplismo) y a los optimistas estas ideas les vienen bien. El
coaching, por ejemplo, ha logrado hacer de la psicología simplista (positiva), un
negocio rentable. Así que no basta con la enunciación de la profecía para que ésta
se cumpla (sólo las personas con un alto grado de estulticia podrían admitir, sin
chistar, lo contrario). Pensar así, es pensar mágicamente: bajo la presuposición de
que se puede pasar de golpe de una causa a un efecto (como atinadamente lo dijo
Umberto Eco); donde la eliminación de la larga cadena de las causas y efectos
representa su poder de fascinación (o más bien de seducción).
Pero salgamos del laboratorio. En marzo de 1979, dice Watzlawick, los periódicos
comenzaron a publicar noticias sensacionalistas sobre una inminente reducción en
el suministro de gasolina, lo que lanzó a una gran cantidad de desesperados
californianos a consumir las reservas de combustible llenando sus tanques
semivacíos. De la noche a la mañana (ya lo supo también), esos estólidos
californianos habían hecho posible el pronóstico de escasez de combustible. ¿Vio
a la gente comprando de manera desmedida en los centros comerciales
anticipándose a la cuarentena anunciada por el gobierno para tratar de disminuir la
letalidad del SARS-CoV-2, mejor conocido en los medios como covid-19? ¿Se
convirtió en una de esas personas haciendo largas filas con el carrito del
supermercado abarrotado de víveres y productos de limpieza?