Un coordinador se hace trabajando. Además de la adquisición de herramientas teóricas y técnicas eficaces, transita por un trabajo sobre sí mismo. Debe armar una caja de herramientas con recursos teóricos y técnicos. Multirecursos pero con una lógica que le permita pensar la dirección de su tarea. Dirige una operatoria, dirigir no es controlar, sino orientar sus intervenciones en algún sentido. No se interviene solo con la palabra. Algunas intervenciones despabilan, conmueven, provocan. En los grupos cierto efecto de transformación subjetiva puede advenir en el encuentro con otros, se renuncia a lo más aniquilador de su posición narcisista. Es un desafío inventar y sostener un dispositivo que potencien lo singular, propiciando el tejido de una red y de anudamientos que mejoren las condiciones subjetivas. Un coordinador dirige, orienta sus intervenciones y estas intervenciones las puede pensar a posteriori. Es hacerse cargo de una decisión aun allí donde se trata de lo indecible, de lo inesperado, no pretendiendo volverlo predecible. Hay que correr al coordinador del lugar del líder, del lugar del ideal pero esto no significa que carezca de dirección. El termino intervención va de la mano de la idea de implicación, no solo interpreta, va mas allá de interpretación, es todo lo que resulta operativo para el grupo, que produzcan cambios y transformaciones. Hay tiempos de producción, de detención, en los que algo se arma o que resulta difícil porque no produce. Propicia trama, movimiento de alienación. Los primeros momentos producen alojamiento de lo subjetivo, trama que constituirá al grupo, lo cual produce un efecto subjetivo de amarre, articula una morada. Un primer momento en donde la transferencia con el coordinador, con los otros y con la tarea, se trata de brindar un espacio de alojamiento subjetivo. Este espacio subjetivo, permite que se pueda hacer un proceso de separación, separación de ese lugar de objeto. Construir un grupo será hacerlo habitable y se ira habitando en la misma construcción. Hay dos tipos de intervenciones: de corte y de enlace. De acotamiento y de ligadura. En el grupo cada uno pone el acento en la producción de trama o de trazo singular. Cada uno debe ir por los trazos de lo propio sujetado por una trama grupal. Se debe generar un tejido que aloje al sujeto pero que pueda separase en la producción de lo propio. Se hay un intervalo, hay un espacio para alojar la pregunta del otro. Una intervención podría propiciar ligadura para que un corte propiciatorio pudiera advenir. Eficacia de las intervenciones, según como y para que sea utilizado, si propicia un buen enlace o no. Depende del tiempo, momento o características del grupo. No solo se interpreta, se cuentan chistes, se propone un juego, con una mirada con tonos de vos. Abra que armar la escena más adecuada, la elección del dispositivo para recibir al grupo o la distribución de los muebles, tenderán a efectos de intervención que alojaran o expulsaran, El coordinador debe leer al grupo donde cada término se definirá por la relación con los otros términos. Debe encontrar la verdad. Debe poder ir más allá del sentido único. No se interviene solo con la palabra sino con la presencia, prestar algo de su cuerpo, se sus emociones para sostener la escena grupal. Con presencia nos referimos al modo de posicionarse de estar o no disponible en el juego grupal, hace muchas veces la posibilidad de sostener el dispositivo. Esto depende de la relación del coordinador con su propio inconsciente y dejarse llevar, entregarse y desde allí operar con direccionalidad en sus intervenciones. Al principio la presencia será inadvertida, una presencia que escucha, que propicia a través de la pregunta la implicación del sujeto con su propio padecimiento. Se trata de saber hacer y al mismo tiempo de no saber, dejarse sorprender. La actitud psicológica, no es eliminar la implicación sino saber nuestro deseo, nuestro estilo y nuestro limite.