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Los bienes o productos derivados de la Apicultura (Tema 2)

La Apicultura es una actividad discreta que no llama la atención. Aunque se sepa que existe, es
fácil visitar los poblados y no encontrar actividades de apicultura, a menos que éstas se busquen.
Sin embargo, en todo el mundo se están echando a andar proyectos para que los pequeños
productores implementen la apicultura: una forma de ayudar a la gente a fortalecer su sistema
de vida y desarrollo y asegurar la continuidad del hábitat y de la diversidad biológica.

Fortalecer el sistema de vida significa ayudar a la gente a volverse menos vulnerable ante la
pobreza. Para lograr esto hay que ayudarles a tener acceso de forma más fácil a una serie de
bienes, consolidando la capacidad de incorporarlos en sus actividades productivas de
subsistencia.

Todos los medios de vida y desarrollo individuales dependen de la disponibilidad de varios tipos
de capitales, que podemos resumir en cinco grandes categorías: naturales, humanos,
materiales, sociales y económicos. Para una mejor comprensión, piense en el ambiente que le
rodea y en sus diversos aspectos, sus habilidades, el acceso al transporte, a los equipos y
materiales, a las telecomunicaciones y a la red social en la que ha nacido o que usted mismo ha
decidido crear. Ningún bien por sí mismo, como por ejemplo el capital financiero, es suficiente
para crear un sistema de vida y desarrollo.

La apicultura es un medio útil para el fortalecimiento de los sistemas de vida y desarrollo, porque
usa y produce una serie de bienes. Aunque el capital financiero no sea fundamental para echar
a andar una actividad de apicultura competitiva, ésta es satisfactoria si logra reunir las 5
categorías mencionadas.

Tipos de capitales necesarios para la apicultura

Naturales: las abejas, un lugar para su crianza, agua, luz solar, diversidad biológica y recursos
ambientales;

Humanos: habilidades, conocimientos, buena salud y fortaleza, experiencia en la


comercialización;

Materiales: herramientas, equipos y materiales, transporte, caminos, agua no contaminada,


energía e instalaciones;

Sociales: ayuda de la familia, amigos y redes sociales, socios de grupos y acceso a un ambiente
social más amplio, informaciones sobre la comercialización y resultados de investigaciones;

Económicos: dinero en efectivo, ahorros y accesibilidad a préstamos o subvenciones.

Los beneficios de la apicultura

La organización de una colmena de abejas resulta realmente asombrosa por su capacidad de


armonizar los diversos trabajos de la colonia, comunicarse entre los individuos las fuentes de
alimento o situaciones de peligro, construir los panales más perfectos (en los que está
optimizado el espacio), decidir la renovación de sus reinas y otros muchos ejemplos más que
estos insectos sociales brindan a quienes quieran acercarse a conocerlos.

Pero si hay un aspecto de la vida de una colonia realmente llamativo para nosotros es su
capacidad de producir alimentos tan variados como la miel, el polen o la jalea real, cada uno con
unas funciones específicas en la nutrición de estos insectos, pero capaces, a su vez, de deleitar
(en especial la miel) y ayudar a complementar la alimentación humana. No queremos olvidarnos
en esta relación del propóleo, un producto con gran potencial en la dietética, que constituye la
auténtica “medicina” de la colmena.

Antes de entrar a profundizar en cada uno de estos productos, vamos a visitar a una colonia de
abejas para ver qué usos hacen de ellos; tendremos así las primeras pistas de sus propiedades
biológicas y de sus beneficios para nosotros.

La miel, el oro dulce, es el alimento energético por excelencia; rica en azúcares, procede del
néctar de las plantas, que las abejas recolectan y transforman, y constituye la base alimenticia
de estos insectos.

El polen, el oro en polvo, aporta los lípidos, proteínas, minerales y vitaminas y es fundamental
para alimentar a la cría de las abejas, proporcionar las reservas grasas a las hembras adultas y
para que las abejas nodrizas produzcan una jalea real de calidad.

La jalea real, el oro blanco, es el alimento de la cría en sus primeros días de vida y el alimento de
la reina durante toda su vida (la reina es la única hembra fértil de la colonia y su puesta, en
momentos de máxima plenitud, alcanza los 2.000 huevos diarios).

El propóleo, el oro negro, se utiliza para mantener la asepsia en el interior de la colmena, tapar
rendijas y fortalecer los panales de cera, y evitar la putrefacción de otros insectos o animales
intrusos (ratones, serpientes…) que por su tamaño las abejas no pueden sacar de la colmena
una vez muertos.

Ing. José Illescas

Agro III

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