Está en la página 1de 17

ALTERIDADES, 2008

18 (36): Págs. 87-103

Sombras del pasado, sombras del futuro


La arquitectura contemporánea frente a los cambios
metropolitanos*
GRACIELA SILVESTRI**

Abstract Resumen
SHADOWS OVER THE PAST, SHADOWS OVER THE FUTURE: CONTEMPO- Cualquier trabajo de arquitectura lleva implícita una
RARY ARCHITECTURE VERSUS METROPOLITAN CHANGES. Every reflexión sobre las formas de habitar humano; pero al
Architecture work has an implicit reflection about the observar el panorama arquitectónico de los últimos años
ways in which we, as humans, inhabit the spaces. If we se revela que los problemas de la habitación sólo son
observe the architectural landscape of recent years, abordados de manera analógica para multiplicar nuevas
we see that housing problems are only address ana- imágenes. El arquitecto de hoy parece haber abdicado
logically, to multiply new images. Now days, it appears de la búsqueda de equilibrio entre las esferas tradiciona-
that architects prefer to become artist. They seem to les de su acción, que implicaban arte, técnica y sociedad,
have abdicated their search for balance between their para erigirse en artista. La contracara inescindible de
traditional spheres of action: art, technique and society. las obras producidas por el llamado star system la cons-
The works produced by de so called star system have tituye un craso profesionalismo, un urbanismo prag-
another complementary face, and it consist in a crass mático o la voluntad de escapar de los marcos disciplina-
professionalism, a pragmatic urbanism, or the will to res para sumarse al trabajo social. En este artículo se
escape the frames of the discipline and affiliate to social intenta resumir la trayectoria de la arquitectura de los
work. In this article we try to summarize the history of años posteriores a la crítica integral de los modernismos.
architecture after the years of integral criticism of mod- Palabras clave: arquitectura, arte, cultura metropo-
ernist trends. litana
Key words: Architecture, art, metropolitan culture

C ualquier trabajo de arquitectura lleva implícita una reflexión sobre la ciudad o –más genéricamente– sobre
las formas del habitar humano. Me refiero a la arquitectura como producto de una disciplina específica,
y no como mera construcción –trabajo que sin embargo la funda, y con la que permanece estrechamente vincu-
lada–. Así, los caminos de la arquitectura no sólo operan en la construcción de la ciudad real, sino que se convier-
ten en testimonios privilegiados para el estudio de la cultura urbana.
Pero al observar el panorama disciplinario de los últimos años, plagado de alusiones discursivas a la metrópoli
contemporánea, se revela que, con frecuencia, ella es sólo abordada como insumo para nuevas imágenes, lejos de

* Artículo recibido el 13/04/07 y aceptado el 17/05/07.


** Instituto del Habitat, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de la Plata, Calle 47 núm. 162 (1900).
La Plata, Buenos Aires, Argentina <investig@arqui.faulp.unlp.edu.ar>. El artículo fue escrito en el 2004; considero que las
tendencias principales no se han alterado sustancialmente, aunque hoy resulta más notable la fragmentación y menos pro-
metedoras las imágenes de la arquitectura reseñada.
Sombras del pasado, sombras del futuro...

la complejidad que el habitar actual propone. Tomemos lógico y científico del que no participa activamente, se
por caso dos proyectos de Ben Van Berkel, una tetera postula como Artista y se recluye en la apariencia; el
para la casa Alessi y la Estación Central de la ciudad de momento en que la apariencia deja de aludir al mun-
Arnhem –cuyas formas podrían ser intercambiables–. A do de objetos y se alimenta a sí misma; pero también
despecho de las sugerencias y analogías orgánicas que cuando la imagen alcanza su mayor eficacia en los pro-
las imágenes sugieren, Arnhem se cierra sobre sí mis- cesos económico-sociales. Esto trae incalculables con-
ma; no puede ser construida por el coro público porque secuencias para la disciplina arquitectónica, cuya for-
la marca del autor es definitiva. El modelo que la rige ma se estableció persiguiendo el equilibrio de lo bueno,
es unidireccional, y no es posible imaginar cómo la lo bello y lo útil –entre la construcción física y la ima-
vida va a transformarla, porque, al igual que la tetera, gen proyectada; entre la permanencia de sus objetos,
Arnhem sólo admite desgaste, no transformación.1 que hablan al presente del pasado, y la perenne volun-
Pocos son los ejemplos construidos de este grado de tad de cambio que la misma idea de proyecto representa.
complejidad formal. Sólo algunos programas admiten Las repercusiones también son inmensas para nues-
el esfuerzo tecnológico y económico de materializar los tra idea de ciudad. La elaboración arquitectónica de
sueños virtuales –monumentos, museos, nudos que la vida urbana actual –de lo que se supone que “es” o
representan extensas y anónimas infraestructuras a lo que se supone que va– propone experiencias disten-
viales; o arquitecturas mínimas y efímeras como stands, didas, tenues, intercambiables, blandas, siliconadas,
quioscos o pabellones de feria–. La realización de estos sin rugosidades, sorpresas, rémoras ni contradicciones.
objetos es ardua, y en su propia materialización nie- Aunque el star system de la arquitectura actual se de-
gan las hipótesis de flujo continuo, de organicidad, de riva de la revuelta contra la arquitectura moderna cu-
levedad o de novedad tecnológica que los autores pre- yos inicios se remontan a 1970, poco tiene que ver con
sentan como justificación. El pabellón para niños de las valencias críticas que llevaron a tantos a interrogar
una casa de San Ángel, de Fernando Romero, resume el pasado, la identidad o la mecánica del lenguaje ar-
esta contradicción entre imagen etérea, producida fá- quitectónico. Quien con mayor inteligencia expresa el
cilmente por medio de la computadora, y forma tradicio- cambio de situación es Rem Koolhaas en su artículo “La
nal de construcción (idéntica a la de la Estatua de la ciudad genérica” (1997). Koolhaas, uno de los princi-
Libertad en las costas neoyorquinas: un esqueleto me- pales referentes del llamado posmodernismo, que se
tálico recubierto). Su pequeña escala y su referencia integra sin solución de continuidad a las nuevas van-
cotidiana desnudan los problemas: no es posible pen- guardias, revela sus antecedentes en la ironía despiada-
sar de qué manera este divertido pabellón será usado da con que describe la situación actual. Una situación
por los niños cuando crezcan. La articulación con el a la que no pretende oponerse, sino aclarar con desen-
resto de la casa –un ejemplo de racionalismo posmie- cantadas propuestas que la expresan retóricamente.
siano– no está siquiera pensada. Difícilmente nos pode- Para él, esta ciudad genérica (para otros Megacity, Edge
mos imaginar su vinculación con el resto de la ciudad.2 city, postciudad) “es lo que queda después de que gran-
Se dirá que puede ser demolido con facilidad; pero en- des sectores de la vida urbana se pasaron al ciberes-
tonces estamos hablando de otra idea de casa y de otra pacio” (Koolhaas, 2006: 15). La identidad es “como
idea de ciudad: la que ignora la importancia de cierta una ratonera en la que más y más ratones tienen que
permanencia en términos sentimentales, cotidianos, compartir el cebo original”, la cárcel de un centro; la
identitarios y, sin duda, económicos. Pocos individuos originalidad no existe y la otredad es un campo de golf;
pueden cambiar libremente su lugar de vida; y si algo no hay raíces porque esta ciudad es “multicultural” y
aprendimos en estos años es que arrasar y construir ad permanentemente móvil –atravesada por multitudes
novum no es un buen consejo para las políticas de cons- sin destino de radicación–; la calle ha muerto (el espa-
trucción de la ciudad. cio público ha muerto, coincidiendo con los “frenéticos
Pareciéramos estar en otro de esos momentos tan intentos de resurrección”); la cultura es lo redundan-
característicos de la Modernidad tardía en los que el te; su gobierno es necesariamente autoritario aunque
sujeto productor, arrinconado por un horizonte tecno- su invisibilidad permite ignorarlo. Ante esta situación,

1
Ben Van Berkel (Holanda, 1957), fundador junto con Caroline Moss de UN Studio, es uno de los arquitectos más conocidos
de la generación que se formó con los maestros del “deconstructivismo” arquitectónico. Aunque, como ellos, hace hincapié
en la búsqueda lingüística, propone una ruptura con el pasado para rearmar, con base en las tecnologías digitales, nuevos
efectos espaciales. No se trata de una operación disolvente y crítica, sino componedora de nuevas coherencias, de alto im-
pacto mediático. Entre sus obras recientes más difundidas se encuentra el museo para la Mercedes Benz.
2
El arquitecto mexicano Fernando Romero es autor, junto con Jean Nouvel y Rem Koolhaas, del nuevo Museo Soumaya, cuya
inauguración está prevista para 2010.

88
Graciela Silvestri

Koolhaas se entusiasma y escribe su guión: el guión término hegeliano de religión del arte […] el arte moderno
que se espera al salir del cine, y no al entrar, como ejem- se rebeló después contra la apariencia de la apariencia que
plifica con potente metáfora al final de su artículo. El es pura nada […] en gran parte la dialéctica del arte mo-
guión de esta ciudad que supuestamente ha abando- derno es su tendencia a sacudirse el carácter apariencial
nado la representación es el de una “agencia matrimo- como el animal sus cuernos demasiado crecidos [pero]
nial: encaja con eficacia la oferta y la demanda”. Como la consecuencia de esta rebelión ha sido que las obras han
Ben Van Berkel o Fernando Romero, pero con una cla- retrocedido hasta convertirse en meras cosas como castigo
ridad de la que ellos carecen, se entrega a lo que es y de su hybris de haber querido ser más que arte […] La bar-
lo representa con la nueva metáfora: China, la China barie literal y la culpa de la fantasmagoría están insepara-
que, siendo la otredad hasta anteayer, es hoy, para Oc- blemente entrelazadas (Adorno, 1983: 85-86).
cidente, el futuro –indistinto, masivo, autoritario, con el
rojo de las banderas históricas convertidas en souvenir. Pero Adorno habla desde el Arte, y así se encuentra
Koolhaas inició su carrera en el momento de giro de con un punto ciego, sin pasado ni futuro –las obras de
la arquitectura hacia el Arte (con mayúsculas: no ofi- arte son, para él, mónadas sin ventanas–. No me intere-
cio sino voluntad del Genio, fundante de lo nuevo). Pero sa ya hablar desde esta posición, aunque reconozco en
advirtió que la ruptura que avalaría su genio necesitaba ella verdades sustanciales; ayuda a comprender, pre-
postular un horizonte de transformación radical, y no cisamente, en qué sentido la arquitectura más publici-
un pantano de eterna repetición de lo clásico o lo mo- tada, a pesar de sus reparos más cínicos, continúa mo-
derno. Se sumergió así, como Ludwig Hilberseimer o viéndose en el horizonte estético tradicional, buscando
Hannes Meyer, en lo que postuló como realidad de la en el Arte sus seguridades. En consecuencia, no extraña
ciudad contemporánea, aceptando provocativamente que muchos arquitectos se entregaran a la filosofía.
algunos de sus rasgos. Es tan moderno como lo fueron Pero el pensamiento arquitectónico no puede sino
los protagonistas de las vanguardias heroicas. La dife- ser analógico, y así las sugerencias de una filosofía
rencia es moral: acepta lo que viene y lo representa a fragmentaria se tradujeron en invenciones plásticas,
cabalidad –y no juzga, ni para bien ni para mal, el futu- pero no en instrumentos para pensar. Por otro lado, la
ro–. Sus proyectos carecen de resistencia porque care- arquitectura nunca pudo expulsar del todo, aunque
cen de las esperanzas que movían aun a los más duros lo intentó, la determinación técnico-social que la ancla
representantes de las vanguardias. a otras esferas del trabajo humano y la separa drástica-
Fuera del debate específico, se sigue construyendo mente del mundo espiritual. Es cierto que, si en algo
arquitectura: la profesión replica unos años después importó la arquitectura al pensamiento de las ciencias
lo que fue impuesto por la avanzada arquitectónica; el humanas y sociales, es en su carácter representativo
urbanismo mantiene una voluntad pragmática, con que, sorprendentemente, se realizaba en el mundo. La
intenciones transformadoras a corto plazo, sin refle- brutal materialidad de los objetos construidos se con-
xionar sobre estos temas centrales; la legendaria vo- virtió, en este juego equívoco de espejos, en metáfora
luntad social del arquitecto no ha dejado de sumarse del mundo actual.
a las búsquedas biempensantes de algunas líneas de Para su desgracia o para su suerte, la arquitectura
las ciencias sociales, sin lograr otra cosa que replicar es propositiva. Mientras las artes visuales y las letras
ranchos, casitas o palomares. Los instrumentos de este recorrieron durante el siglo XX un camino negativo –la
arte en cierto modo arcaico no están hechos para di- crítica al estado de las cosas a través de la apariencia
luirse ni en la tecnología ni en la reforma social: su lu- “libre”–, el proyecto de arquitectura, aunque se resuel-
gar es, ante todo, el de la representación del habitar va en un croquis genérico, es por naturaleza constructivo.
humano a través no sólo de objetos contemplables, El lenguaje arquitectónico, de extrema abstracción,
sino vivibles. sólo puede ser comprendido en el interior de su tradi-
Desde el punto de vista de su naturaleza artística, ción y, cuando el objeto es construido, adquiere una
es posible pensar la producción actual de arquitectura silenciosa vida propia, independiente de las intenciones
desde las premisas de Adorno, quien expuso la dia- del autor. Pero en la arquitectura ha permanecido una
léctica moderna de las artes en los dos últimos siglos, dimensión simbólica que los trabajos de ingeniería no
desarmando la idea de que existe tal cosa como pos- tienen. De tal manera que la cultura arquitectónica de
modernismo. estos años ha ofrecido en su conjunto una notable am-
bivalencia: aun las críticas más acérrimas al estado de
En el siglo XIX la apariencia estética se convirtió en fantas- cosas se han convertido en nuevos seductores len-
magoría […] su carácter apariencial se fue robustecien- guajes aprovechados sin problemas por los medios de
do hasta convertirse en absoluto; es esto lo que oculta el comunicación.

89
Sombras del pasado, sombras del futuro...

En las páginas que siguen trataré de resumir la tra-


yectoria de la arquitectura en el periodo en que esta-
mos aún instalados, los años posteriores a la crítica
integral de los modernismos, que se inició dentro de la
propia disciplina antes de que la palabra posmoderno
se generalizara en las ciencias sociales. Dando por sen-
tada la heterogeneidad de la situación (una constelación
de fragmentos imposible de ser resumida en tendencias
o movimientos), he seguido dos desarrollos divergentes
que pueden ilustrar las aporías de la arquitectura de
hoy, íntimamente ligada a la pretensión ética del arte.
El primero se articula con los ejemplos anteriores
y describe una mecánica que se acentuó desde la déca-
da de los noventa, con notables figuraciones; se inicia
con un diálogo íntimo con la filosofía postestructura-
lista. Su horizonte fue el del Arte en cuanto último lu-
gar de resistencias, último lugar de libertad. La negocia-
ción de estas tendencias con la ciudad es compleja. En
las manifestaciones más recientes, supone una no-
ciudad o una postciudad: un asentamiento infinito, ca-
rente de formas fijas, gobernado por fuerzas tecnológi-
cas, de dominio o de guerra, y en ocasiones contestado
por “la naturaleza”, lo radicalmente otro de la conciencia
humana, o por las móviles multitudes que ocuparon
el lugar de la clase desheredada en el pensamiento po-
lítico reciente. Fuerzas que se denuncian o se aceptan,
de manera optimista, apocalíptica o cínica.
El segundo desarrollo resulta más fragmentado e
impreciso, aunque en su impulso inicial dejó una he-
rencia notable en las acciones sobre la ciudad actual:
he agrupado las diversas propuestas con el nombre de
realismos. Los realismos han presentado actitudes
negociadoras con la sociedad y con la historia que re-
sultaron difíciles de asumir para una disciplina cuyo
El carácter propositivo de la arquitectura está a su mito fundante, en el siglo XX, identificó vanguardia po-
vez ligado a su carácter político. Con ello me refiero, por lítica y vanguardia artística. Su horizonte es el de la
un lado, al hecho de que la arquitectura, en sentido ciudad, reclamada como experiencia cotidiana que
amplio, fabrica la escena para el devenir de los asuntos liga viejo y nuevo, individual y colectivo, arte y natu-
humanos: es decir, lo que aún llamamos ciudad. Por raleza. Acentúa, también en su figuración, los aspectos
el otro, al carácter político que conformó la arquitectu- de igualdad, continuidad y comunidad: experiencias
ra de vanguardia, nuestra tradición reciente: político- humanas compartidas, tipologías históricas, construc-
moral, podría decirse, en su voluntad de contestación ción colectiva, fuentes populares o regionales. Su lí-
de las normas y convenciones, de crear ámbitos de mite se plantea asimismo a la luz del conflicto que he
transparencia y felicidad, de higiene y virtud. La crí- considerado: estamos moralmente condenados a lo
tica a estas aspiraciones político-morales ya ha sido nuevo, es decir, a la libertad individual y a los avata-
suficientemente realizada, y sustenta gran parte de res del mundo que, tanto artistas como críticos, enten-
las figuraciones actuales, pero lo cierto es que el arqui- demos tarde. Los consuelos o esperanzas son perma-
tecto no ha podido abdicar de este hilo rojo que, a falta nentemente triturados por esta mecánica, y terminan
de una tradición moderna firme, otorgó unidad a su sirviendo, como afirma Koolhaas con ánimo de denun-
saber en el siglo XX. Incluso Koolhaas, con su cinismo, cia, a la misma anomia de la ciudad genérica: Barcelona,
discute los lugares comunes como identidad o espacio “al ejemplificar excesivamente su identidad, se torna
público con la obligación de la inteligencia –no con la genérica. Se vuelve transparente, como un logotipo”
lógica de la mercadotecnia. (Koolhaas, 2006: 14).

90
Graciela Silvestri

Paradojas de la libertad: lo que se deconstruye, es preciso insertar los conceptos


del lenguaje al mercado críticos en un discurso prudente y minucioso, marcar las
condiciones, el medio y los límites de su eficacia, designar
Esta primera formación que describo ofrece sus produc- rigurosamente su pertenencia a la máquina que ellos per-
tos más brillantes en los primeros años de la década miten deconstruir, y simultáneamente la falla que se en-
de los noventa: el Museo Guggenheim de Bilbao es la trevé, aun innombrable, el resplandor más allá de la clau-
obra más reconocida por no especialistas. Pero sus sura (Derrida, 2000: 20).
principios, aunque no necesariamente su expresión
concreta, se amasaron decenios antes: es en la emer- La arquitectura popularizó la deconstrucción. Esta-
gencia de lo que la prensa especializada ha llamado mos hablando de imágenes, de metáforas: no existe
Escuela de Nueva York, en los setenta, en donde se en- ninguna gramática convencional, ni letras, ni pala-
cuentra la tensión que conduce a resolver en el plano bras, ni lectura unívoca de las formas. Aunque la ar-
lingüístico los problemas que adquirieron plena visi- ticulación con este núcleo de ideas iluminó aspectos
bilidad con la debacle del modernismo. Y no es la tra- naturalizados de los modernismos, permitiendo una
yectoria de Frank Gehry, sino la de Peter Eisenmann, mayor comprensión de sus operaciones, descuidar la
la que ilustra con precisión los avatares de la culta for- diferencia clave entre operaciones literarias y arquitec-
mación neoyorquina –que incluía, por cierto, un activo tónicas llevó a ignorar que el lugar desde donde se ha-
grupo argentino–.3 Manfredo Tafuri, en un recordado cían estas manipulaciones no sólo no cambiaba, sino
artículo titulado “Las cenizas de Jefferson”, hablaba que acentuaba aquella clausura que se buscaba quebrar.
de la frivolidad del rigor: porque en efecto se desarro- Sin embargo, las promesas de que por este camino
llaba un juego riguroso, y, como Derrida dijera poco emergería un resplandor fueron especialmente eficaces
tiempo antes, lo frívolo nace de la separación del signo en el plano retórico. Buen provecho sacó de este acervo
y su referente (Tafuri, 1976: 105). Lo frívolo será su Daniel Libeskind en el Museo Judío de Berlín, utilizando
destino, aunque ninguno de sus protagonistas preten- la metafórica del Antiguo Testamento, el Libro que “se
dieron abonarlo. ha perdido irremisiblemente”, como imagen a la vez
No sorprende que la arquitectura haya asociado lo arcaica y contemporánea.4 El edificio está planteado
que antes se llamaba estilo a lo que ahora se mienta como una colección de escenografías de poderoso pate-
como lenguaje. Sus lecturas inspiradoras se buscaban tismo. La escalera que remeda el sueño de Job, en el
en la tradición filosófica francesa que partía de la lin- texto coronada por ángeles y culminando en el resplan-
güística general de Saussure, cruzada con los escritos dor divino, concluye en una pared muda, que represen-
de posguerra de Heidegger –que, desde que se formula- ta el silencio de Dios. Otras escenas aluden al jardín
ron, causaron gran impacto entre los arquitectos–. La del Paraíso o a las heridas siempre abiertas del Holo-
“cárcel del lenguaje” se tomó como metáfora de las for- causto; la misma planta del edificio fue imaginada en
mas de composición y expresión de la arquitectura, el cruce de partituras de Schoenberg, líneas quebradas
basadas en la geometría cartesiana; los ejercicios de recordando los itinerarios de Benjamin que no condu-
investigación de la estructura geométrica clásica y cen a ninguna parte, refiguraciones de la estrella judía.
moderna se convirtieron en afán deconstructivo. El Con estas alusiones, Libeskind situaba el campo po-
mismo nombre de este movimiento (uno de los últimos lítico-moral en que se moverían las operaciones de los
que puede ser pensado como tal) fue sugerido por un arquitectos estrella durante la década de los noventa.
párrafo de Derrida: Esta nueva contestación a la Modernidad ya no apela-
ba a imágenes pueblerinas y nostálgicas; tampoco a
en el interior de la clausura, a través de un movimiento Las Vegas o Disneylandia –las preferidas por la genera-
oblicuo […] corriendo el riesgo de volver a caer más acá de ción pop–. Se movía en la deconstrucción de la tradición

3
Peter Eisenman (Newark, 1932), descendiente de judíos alemanes emigrados a Estados Unidos, es sin duda uno de los per-
sonajes centrales de las últimas cuatro décadas en lo referente a la arquitectura. En diversos emprendimientos avaló un
estrecho intercambio con las tradiciones europeas. Es autor, entre otras obras, del actual monumento conmemorativo del
Holocausto en Berlín, proyectado inicialmente junto al escultor Richard Serra.
4
Daniel Libeskind (1946), arquitecto de origen polaco, ciudadano estadounidense por adopción, estudió música en Israel y
Nueva York (su destreza como intérprete es comentada en sus biografías, ya que se entronca con su imaginario proyectual).
Su formación como arquitecto está relacionada con la trayectoria de Eisenmann (estudió en la Cooper Union antes de gra-
duarse en Essex, Inglaterra). En 1990 abre su estudio en Berlín, después de haber obtenido el primer premio en el concurso
del Museo Judío, y en 2003 gana el concurso del Ground Zero, alcanzando fama más allá de los círculos vinculados al arte
y la arquitectura.

91
Sombras del pasado, sombras del futuro...

moderna, en la que necesitaba fundar su poética para


avanzar. Leídas desde la cultura arquitectónica, las
formas de Libeskind remiten directamente a la ex-
periencia de aquellos pocos años luminosos en que la
vanguardia soviética parecía a tono con el comunismo
utópico. Las formas de la escalera del sueño de Job
son en realidad una reinterpretación de la escalera con
que Konstantin Melnikov estructuró el pabellón sovié-
tico en la exposición de París, en 1925. Pero esta refe-
rencia es la única que Libeskind no explica en el video
que, hasta hace poco tiempo, guiaba a los visitantes
del Museo Judío: porque, de hacerse explícita, lo con-
vertiría en un esteta manierista, antes que en artista
inspirado por el silencio sagrado.
Fue alto el precio de la libertad que les fue otorgada
a los arquitectos, basada en la oposición a la “dictadura”
del canon moderno. Por un lado, se asistió al paulatino
olvido de las reglas del arte que habían posibilitado ejer-
cer una crítica específica a la operación arquitectónica.
La arquitectura se convirtió en ilustración directa de las
imágenes creadas en otras sedes; de manera señalada, Puede notarse el cambio al revisar dos publicaciones
de las poderosas imágenes filosóficas de fin de siglo (la separadas por muy pocos años. La primera es la que
hiperrealidad de Baudrillard, las mil mesetas de Deleuze Anyone Co. realizó en Buenos Aires en 1996, prevista
y Guattari). Una retórica expuesta con brillantez por desde 1992: Anybody.5 El libro abre con la foto de una
Libeskind en su anteproyecto del Ground Zero, mo- marcha de las Madres de Plaza de Mayo, por lo que las
délico para los parámetros de un creativo publicitario: correctas intenciones político-sociales quedaban cla-
sólo necesitó ser difundido por Internet para que se ras, como también la elección de una ciudad en donde
constituyera en una pieza más del frente de apoyo de la el cuerpo fue objeto concreto de manipulación violenta
guerra que abrió el milenio, aunque la memoria descrip- –el momento en que verdaderamente cesan las pala-
tiva celebrara la vida. Que este proyecto no se constru- bras–. Todavía el marco ideológico era claro: las sucesi-
yera tal como estaba previsto carece de importancia: vas conferencias intentaban desde 1991 introducir en
el concurso perseguía otra cosa. arquitectura cuestiones no específicas (indetermina-
En relación con esta nueva retórica, la arquitectura ción, multiculturalismo, género, virtualidad), centrales
se sumergió radicalmente en el mercado. La potencia para las reflexiones contemporáneas en ciencias hu-
pública de estas figuraciones no sólo encajaba bien manas. Pero 1996 resultó un año de quiebre, ya que
con el mundo resuelto en imágenes de imágenes, sino mientras la vieja guardia arquitectónica insistía en las
en concreto con el nuevo urbanismo, que de Barcelo- condiciones políticas e ideológicas concretas de las ope-
na en adelante había colocado el valor del monumento raciones arquitectónicas, la nueva generación se había
(o de la obra de arquitectura de gran impacto retórico) desplazado francamente en favor del puro impacto de
como recurso central en el impulso de la economía de la imagen. Los que trabajaron en momentos posteriores
las ciudades. cambiaron de referencias metafóricas (que de manera
Este aspecto no pasó desapercibido a la crítica de sucesiva o simultánea se fijaron en la lectura topográfica
finales de los noventa. Sólo que mientras la generación como eco de la tierra devastada, en la analogía progra-
de Eisenmann, de distintas maneras, intentaba preser- mática, utilizando diagramas con múltiples variables
var un espacio de libertad que casaba con las viejas como inspiración de la forma, o en la analogía tecno-
premisas ético-políticas, la generación que maduró lógica), pero toda una forma de producir imágenes de
con el muro ya caído no tuvo el menor problema con arquitectura, facilitada por la computadora, se había
el mercado. puesto inexorablemente en marcha. El rigor del juego

5
La publicación forma parte de una serie que resume los encuentros de arquitectos e intelectuales en diversas ciudades del
mundo promovidos por la Anyone Co., fundada en 1991 por Peter Eisenmann y Cinthya Davison. Participaron, en diversas
instancias, intelectuales clave en los estudios culturales norteamericanos, como Fredrik Jameson, y filósofos de moda, como
el ex arquitecto Paul Virilio.

92
Graciela Silvestri

del que hablaba Tafuri fue olvidado sin remedio; las cas). Poseía el mismo pulso optimista de tantos textos
largas y costosas lecturas se remplazaron por frag- de críticos de arte y curadores de hoy –aquellos que,
mentos digeridos, del mismo modo que la dificultad abdicando a las taxonomías modernas, se lanzaban a
del dibujo, que prefiguraba la dificultad de la construc- celebrar la pluralidad con espíritu descriptivo–. Preten-
ción, ya no ponía aparentemente ningún obstáculo a día ofrecer un instrumento para moverse en el mundo
la imaginación. de la “alta arquitectura”: de aquí que elija, conscien-
Durante algunos años, las quebradas arquitectu- te del pequeño escándalo, un “modelo de mercado” en
ras de la deconstrucción dieron paso a los amorfos lugar del “modelo de burocracia” que habría caracte-
blobs, de los cuales el citado ejemplo de Romero resu- rizado la crítica clásica. Abundaba sobre cuestiones
me los problemas. Ellos ofrecían todas las metáforas metodológicas, como si se tratara de un ensayo acadé-
antieuclideanas posibles: fluencia, amorfismo, mutación mico –ciertamente delirante–: el criterio del mapa está
en la serie construida por computadora, multiplicidad, extraído, dice, de las observaciones de especialistas en
apertura. mercadotecnia que, reconociendo que la suma de los
Greg Lynn escribía en 1996: mercados nicho es cuantitativamente mayor que la de
los mercados mayoritarios o estratificados, señalan
The amorfous or formless would constitute a new architecture que resulta potencialmente más productivo invertir en
an architecture that would no longer be considered archi- los dominios inexplorados que en las áreas que ya pro-
tecture because it could not have, by definition, a descript baron sus beneficios. El mapa buscanichos, con sus
form or geometry that preceded the building. Blobs […] are instrucciones de uso, “no es un instrumento para sa-
an advanced body type, and advancement from the identical ber lo que se lleva, sino lo que todavía no está explo-
to the different, from predetermined hierarchy to assemblage, tado”. Pasará luego a describir mediante una serie de
and from repeatable identities to unfolding processes of oposiciones (poder/potencia, determinación/indeter-
becoming.6 minación, expresionista/maquínico, etcétera) los cam-
pos de fuerza en que se moverían los arquitectos más
Donde Eisenmann se retiraba con modestia, porque renombrados o las obras de mayor interés. Zaera pre-
sabía que lo nuevo podía entreverse, pero no nombrarse, tende que una revista de arquitectura deje de leerse
ni menos producirse, en la medida en que el mundo como una colección de ideales que deben copiarse, para
colocaba un horizonte por fuera de las voluntades in- constituirse en “un sistema de información” similar al
dividuales, Greg Lynn decidía que había alcanzado su de los avisos clasificados. En homenaje a la origina-
meta. Ninguna referencia ya a las condiciones concre- lidad de Zaera, debo decir que nunca un crítico se ha-
tas en que transcurría la vida urbana, aún menos a las bía colocado de manera más ferviente a la par de una
particularidades y contrastes de los distintos lugares vendedora de Avon.
del mundo, sólo la hipertrofia heideggeriana de los ci- Sin embargo, Zaera va más allá de los críticos que
clos larguísimos, tan largos como para obturar cual- celebran la idílica pluralidad del arte actual ignorando
quier diferencia, cualquier evento, cualquier tempora- deliberadamente que no existe libertad de elección en
lidad concreta. un campo sobredeterminado por un complicado siste-
Pocos años después, en 1999, Alejandro Zaera Polo ma mercadocrático, más jerárquico –porque es más
publicó en la revista española El Croquis una cartogra- oscuro en sus procesos– que el del siglo XIX. Sabe bien
fía del estado de las cosas que sirvió en los años de cru- que no es leyendo estas instrucciones como un arqui-
ce del milenio como guía de tendencias (Zaera, 1998: tecto logrará acumular capital simbólico, encargos
308). Su estudio (Foreign Office, con Farshid Moussavi) importantes, fama y dinero. Pero ya no mienta ni las
había obtenido el primer premio por la Terminal de pa- deliberaciones metafísicas, ni las culpas sociales, ni
sajeros del puerto de Yokohama (Japón) –finalizada en la misma operación técnica de la arquitectura. A dife-
2002–, cuando viajó a Buenos Aires para participar rencia de aquel artículo de Tafuri, que indicaba la tra-
en Anybody. Junto con Lynn, representaba a su des- ma de relaciones sociales y culturales en que las pro-
prejuiciada y nada ingenua nueva generación, que puestas se inscribían, Zaera no da más detalles de los
conocía bien la mecánica del campo. que daría un catálogo de electrodomésticos. “Si esta-
La empresa de Zaera Polo iba más allá de lo que su- mos interesados en determinado ethos, dice, habrá que
giere la palabra cartografía (ya entonces convertida en aumentar la resolución en el mapa en torno a las tareas
jerga sociocultural junto con otras metáforas geotécni- de práctica en las que estamos interesados (mediando

6
Intervención de Greg Lynn en el Congreso Anybody, Rizzoli/Anyone Co., Buenos Aires, 1996, p. 44.

93
Sombras del pasado, sombras del futuro...

con) las oportunidades que se detectan en el mapa”. Realismos I: las vías del materialismo
Ésta fue, en efecto, la deriva del mundo que quería en- de izquierdas en los años setenta
trever el resplandor más allá de la clausura: el después
de la arquitectura de Lynn se convierte en un desencan- En el mismo escenario post ‘68 en el que algunos ar-
tado más acá. quitectos, conscientes de la crisis global de las premi-
En un pasaje de las lecciones sobre estética, Hegel sas modernistas, comienzan a desmontarlas con la
recordaba un hermoso verso de Schiller: guía del nuevo pensamiento francés, las tendencias
más revulsivas de Italia eligen una vez más la vía del
en el ideal y la vida, Schiller opone al mundo real, a sus realismo. La palabra había sido utilizada en tantas
dolores y sus luchas, la belleza silenciosa y tranquila del ocasiones y de manera tan controvertida que recupe-
mundo de las sombras. Este imperio del mundo de las rarla constituyó una provocación. Como término de ca-
sombras es el ideal. Los espíritus que en él se aparecen racterización estética, había quedado anclado en el
están muertos en la vida real, apartados de las necesidades exangüe mundo de la novela del siglo XIX, las columnas
de la existencia natural, libres de los lazos en que nos re- stalinianas o los murales de obreros musculosos. No
tiene la dependencia de las cosas exteriores, de todos los obstante, había sido utilizado antes por las más va-
reveses, de todas las laceraciones inseparables del desarro- riadas corrientes de vanguardia: de realismo hablaba
llo en la esfera de lo finito. Sin duda el ideal pone el pie en Kandinsky en 1912 (un realismo neogoethiano, com-
el mundo de la sensibilidad y de la vida real, pero lo con- prendido como lo fantástico a nivel superior, encarnado
duce a sí mismo, como todo lo que es dominio de la forma en la materia más concreta), pero también Naum Gabo
exterior […] solamente el ideal, libre e independiente en el y Antoine Pevsner en el “Manifiesto Realista” de 1920,
seno de lo sensible, aparece como hallando en su propia asociando en este caso realismo con positividad inge-
naturaleza su dicha y su felicidad. El eco de la felicidad nieril. En la pintura, los realismos habían ocupado un
resuena en todas las esferas del ideal (Hegel, 2003: 72). lugar preponderante en los años de entreguerras: la
nueva objetividad berlinesa (Grosz, Dix, Beckmann),
El eco de la felicidad resonaba, por cierto, en los tra- los italianos herederos de valori plastici (Mario Si-
bajos de aquellos jóvenes neoyorquinos, en la misma roni, Giorgio Morandi, Giorgio De Chirico), la Escuela
idealidad del lenguaje al que se retiraron después de norteamericana (Edward Hooper, Charles Burchfield).
1968, cuando el entero estatuto del arte arquitectónico Muchos de ellos inspirarán con su figuración desencan-
había sido llevado al extremo de disolución por los úl- tada, casi metafísica, el nuevo realismo arquitectónico.
timos estertores vitales de las izquierdas occidentales. Más recientemente, Italia había asistido al surgimiento
Sin separarse, empero, de esta centenaria travesía, que del cine moderno con las tendencias neorrealistas, y
articulaba arte, política de izquierdas y valores éticos también este afán testimonial fue el que impulsó la re-
–¿o acaso Marx no había asumido el paradigma de la novación cinematográfica francesa: cuando Bazin ha-
actividad artística libre para pensar el hombre nuevo? blaba de montage interdit lo hacía desde la voluntad
¿Y acaso los jóvenes del 68 no lo habían retomado, de documentar el tiempo real sin las manipulaciones de
pensándose en un nuevo octubre sin Stalin? la forma cinematográfica “clásica” –el montaje de Eisens-
En un periplo muy breve, el eco de la felicidad desa- tein o Vertov– (Bazin, 2003: 117). El cine moderno fue
parece, pero no las sombras que evocan sombras. “En central para los renovados realismos, ya que no sólo
ninguna otra parte como en la Estética es tan patente aparecía libre de culpa política y estética, sino que, al
la oscura sombra del idealismo, con la muerte de todo identificar la manipulación del montaje de autor y ne-
lo que no esté dominado por el sujeto […] la falta de li- garla, permitía a los arquitectos una reflexión sobre
bertad para lo distinto” (Adorno, 1983: 140). La acep- sus propios medios de manipulación que, como en el
tación llana del mercado como ideal (planteado con la cine “clásico” (paradójicamente, de vanguardia), apa-
abstracción que supuso el ideal de belleza o de libertad) recían naturalizados en la disciplina.
no implica escuchar otras voces, sino multiplicar el La presentación internacional de la tendenza italia-
dominio, con las peligrosas armas de un tipo de repre- na –el nombre que fue dado en un principio al movi-
sentación que, al volverse material de la vida, convence miento liderado por Aldo Rossi–7 en la revista francesa
de la verdad de su modelo. AA en 1977, apelaba a una vieja fórmula: formalismo

7
Aldo Rossi (Milán, 1932-1997), cuyo libro L’ Architettura della citá (1979 [1966]) constituye, quizá, la última gran interpre-
tación de la ciudad occidental considerada en la larga duración, fue reconocido internacionalmente en la década de los se-
tenta, mediante algunas obras como el conjunto Gallaratese (1969) y el cementerio de Modena (1971-1978). En 1979, cons-
truye para la Bienal de Venecia el Teatro del mondo, en el que confluyen autobiografía, referencias clásicas y calidad poética.

94
Graciela Silvestri

vs. realismo. Quedaba claro que el formalismo al que aspectos de la tradición urbana que habían sido des-
se referían era el del International Style y las deriva- plazados por las vanguardias como obsoletos. Fue en-
ciones del ideario moderno tan características de la tonces cuando el tema del espacio público comenzó a
arquitectura estatal o de los conjuntos de especulación. tratarse en su dimensión política –en el sentido arend-
En esos años no sólo el nuevo realismo criticaba a este tiano–; cuando el tejido de habitación popular comenzó
adversario agonizante, el movimiento moderno: tam- a reconocerse en valores arquetípicos de larguísima
bién, en nombre de la vida, lo habían hecho los situa- duración; cuando las continuidades y permanencias
cionistas, que dieron letra al mayo francés, y el po- de las estructuras se revelaron no sólo como inevita-
pulismo de Robert Venturi y Denise Scott Brown que bles, sino también como deseables. No era en 1970 el
llamaba a aprender de Las Vegas.8 Aunque muy diver- pasado remoto, sino la tradición de lo nuevo, lo que
sos entre sí, todos colocaban un horizonte preciso: la originaba las pesadillas de los vivos. Lo que es compren-
experiencia de la ciudad tal como se había desarrolla- sible: esta generación había vivido la guerra, cuya po-
do, contaminada, mezclada, potente. Pero mientras el tencia tecnológica y burocrática, plenamente moderna,
situacionismo apenas había otorgado figuraciones ar- se asociaba íntimamente con la dimensión impensable
quitectónicas,9 las diferencias de los contemporá- de las matanzas masivas.
neos Venturi y Rossi se establecían de manera mucho Este es el aspecto del pensamiento de Rossi, sus
más concreta: la ciudad italiana que ofrecía la materia consideraciones urbanas (desplegadas en La arquitec-
para el pensamiento arquitectónico de Rossi era bien tura de la ciudad), que continúa vital en el del urbanismo
distinta de la ciudad americana, con su absoluta e irre- práctico y en la sensibilidad del habitante urbano me-
verente libertad, su amorfismo, su kitsch comercial. La dio: no hablaríamos igual hoy de memoria urbana o de
ciudad italiana era la ciudad histórica por excelencia, espacio público sin la mediación de este texto.
en donde las ruinas de Roma convivían con los palo- En Buenos Aires, por ejemplo, su alcance fue enor-
mares de la época fascista; las iglesias ideales del Re- me, tal vez porque, como muchas ciudades sudame-
nacimiento en la campiña cultivada, con los suburbios ricanas, la capital argentina poseía vinculaciones con-
descualificados. El panorama de posguerra atravesa- cretas con la tradición europea. Aunque la red infinita
ba aún campos y ciudades: paisajes de pobreza y rui- de calles, las manzanas trazadas a cordel y las viejas
nas, decadentes nobles junto a estrellas americanas, fachadas de las casas chorizo habían sido asiduo moti-
el paisaje de la Roma felliniana. vo literario y fuente de nostalgia en el imaginario por-
De manera que el primer rasgo que este realismo teño, carecían de consecuencias concretas en las discipli-
acentuaba era el de una experiencia urbana concreta, nas de la construcción. Fue a partir de las disquisiciones
tramitada por el cine y la literatura locales. Se trataba de los realismos italianos que Buenos Aires descubrió
de un realismo narrativo, antes que de un manifiesto de que en calles, fachadas y manzanas se anclaba su ca-
principios: en palabras de Rossi, “un realismo cotidiano lidad urbana particular. El urbanismo dio entonces
y antiguo” (Rossi, 1977: 41). un giro radical, incorporando normativamente muchos
Pero decir ciudad italiana era tanto como decir ciu- de los tópicos rossianos, y los actuales ejemplos exito-
dad europea, inicios de esa civilización –de esa Ciudad, sos, como la ciudad de Rosario, iniciaron entonces su
en el sentido más amplio del término– que parecía lle- transformación.10 Rosario es un caso de singular inte-
gar a su fin. Por lo tanto, el realismo también acentuó rés para recordar que la “arquitectura de la ciudad” no

Militante del Partido Comunista italiano en la época del eurocomunismo –lo que explica en gran medida su compromiso so-
cial y su original apertura–, trazó relaciones estrechas con algunos representantes de la Escuela de Nueva York desde que
fue invitado por la Cooper Union –en donde experimentaban Eisenmann y Hedjuk, formando a la generación de Libeskind y
Shigeru Ban–. La oposición realismo/formalismo no era, en efecto, tan contrastante como se suele pensar.
8
Robert Venturi (Filadelfia, 1925) puede considerarse el Warhol de la arquitectura. Pero su contribución fue más importante
en el plano teórico que en el de la producción arquitectónica. En 1966 publicó un libro clave para la crítica del movimiento
moderno (Complexity and contradiction in Architecture), y en 1972, asociado con Denise Scott Brown, presentó Learning from
Las Vegas, un texto articulado por la elocuencia de irónicas imágenes: luces de neón, salchichas gigantes, automóviles en
el desierto, resultaban más vitales que las estilizadas réplicas del modernismo alemán que había derivado, en Estados Uni-
dos, en International Style.
9
Cuando lo hizo, como en las exhibiciones de Constant, no se distinguía demasiado de las invenciones de sistemas extensibles
y móviles, de fuerte impronta neotecnológica, de grupos como Archigram. Restos de este imaginario pueden reconocerse en
el Museo Beaubourg.
10
Rosario, situada en la provincia de Santa Fe, es la segunda ciudad argentina en la escala demográfica. Ciudad puerto, en donde
el impacto de la inmigración europea fue aún mayor que en Buenos Aires, posee hoy en día una importante actividad cultural

95
Sombras del pasado, sombras del futuro...

descansaba sólo, para Rossi, en el mundo construido, de realismo podía leerse de manera bastante explíci-
sino en una particular articulación con la naturaleza ta dentro del debate europeo de izquierdas. Si entre las
o, más precisamente, con el entorno rural y fluvial: fue figuraciones más polémicas de Rossi se encontraban
desde esta perspectiva que su costa, hasta entonces de- los subterráneos de Moscú era porque la apelación al
saprovechada, se abrió al impetuoso río Paraná. “realismo socialista” debía ser clara en su versión de
Las fuentes de Rossi se alejaban de manera decidi- trabajo social y disfrute de la mayoría. Las orientaciones
da del planeamiento, regresaban al urbanismo decimo- eurocomunistas de entonces avalaban un amplio eclec-
nónico –el del “embellecimiento urbano”–, las geogra- ticismo, tan amplio que podía incluir a Heidegger (las
fías históricas, las virtudes del pintoresquismo. No, menciones rossianas de lugar –cualitativo– en vez de
ciertamente, para olvidar la “lección de los maestros” espacio –extensión neutra, homogénea– revelan estas
modernos: ella formaba parte ya de los hechos urbanos lecturas). Pero es el giro antropológico de la estética del
que Rossi describió en su autonomía por primera vez. último Lukács y la Escuela de Budapest, que referencia
La historia de la arquitectura del siglo XX se engarza- lo real al “mundo de la vida cotidiana”, lo que primó en
ba así en una historia de mayor duración, ostentando el horizonte del realismo italiano. En ese tiempo, no
como fondo el mundo urbano. Ciudad y arquitectura, sólo la tradición marxista occidental, sino muchos de-
en su mutua apelación, constituían además un epi- sarrollos independientes de la sociología, se anclaron
sodio –relevante, pero no único– de la historia del tra- en el concepto de praxis como objetivación de la facul-
bajo humano. tad expresiva humana, que se traduce en la construc-
Cuando releemos aquellos textos surgen algunos ción de un mundo común. Con esto, se desplazaba el
aspectos que en los años se han difuminado, tanto en paradigma productivista que inclinó tantas operaciones
lo que se refiere a las fuentes ideológicas del pensamien- de vanguardia hacia la pura tecnología, y se recolocaba
to de Rossi, como respecto a su poética. el viejo paralelo schilleriano, que sedujo al joven Marx,
Casi todos los protagonistas italianos de entonces según el cual el trabajo artístico –reunión de necesi-
pertenecían al “área comunista”, por lo que el nombre dad y libertad– se transforma en modelo ideal de toda

y artística. La continuidad de las sucesivas administraciones, de signo socialista, desde el inicio de la democracia en 1983,
permitió especialmente la recuperación de los espacios abiertos con un sentido no sólo paisajístico, sino también social-
mente integrador.

96
Graciela Silvestri

actividad humana. Raymond Williams lo tradujo con mano, a su dolor y a su emoción. Rossi lo resume en
elocuencia unos años después: “there is now at least una frase potente, que identifica indirectamente a los
the possibility of replacing the idea of production by that adversarios de este enfoque: “Quel est le manuel de
of livelihood”.11 statistique qui rende compte de la resistance du corps
Este realismo, anclado en una versión del trabajo humain face a la muraille de Chine?” (Rossi, 1977: 41).
y del arte que remite a la ciudad occidental, puede li- Pero este horizonte del trabajo parecía muerto, ase-
garse directamente con la descripción que Hannah sinado por la tecnología –que diluyó las técnicas espe-
Arendt hiciera de las actividades humanas colocando cíficas y “el trabajo de nuestras manos”– y por el pro-
en el centro la mítica ciudad griega. En esta versión, el ceso industrial moderno, que hace que una silla no
trabajo de nuestras manos (fabricación de cosas esta- sea construida para sentarse cómodamente y durar la
bles según modelo), a diferencia del trabajo de nuestros mayor cantidad de tiempo posible, sino para alimentar
cuerpos (mezcla consumible en función de la pura ne- el proceso de producción, comercialización y consumo
cesidad), construye la variedad de cosas cuya reunión –y para esto conviene, como sabemos, que la silla se
constituye el artificio humano por excelencia: la ciudad, adecue a la cadena de producción y no al cuerpo hu-
la cual resulta la base indispensable para pensar la mano, que sea novedosa e impactante antes que cómo-
acción humana que caracteriza al hombre como animal da, desechable y no durable–. Quedan sólo vestigios de
político: es el “remedio griego” contra la fragilidad de este tipo de trabajo en ese grupo de ambiguas prácticas
los asuntos humanos, contra lo efímero de las vidas que llamamos arte, y en particular en la arquitectu-
personales. Mediante el trabajo se construyen mundos ra, que hasta hace pocos años no había perdido su ca-
de cierta estabilidad que permiten el diálogo entre ge- rácter de producción de taller. Oponiéndose o resistiendo
neraciones, entre historia y futuro, un diálogo que lleva la disolución de las viejas prácticas, este realismo es,
al ser humano a reconocerse a la vez como igual y dife- en el sentido más convencional, conservador.
rente en la esfera pública. La historia se asume por úl- Ahora bien: al decir realismos mentamos también
tima vez como maestra de las diferencias y de las si- una poética. Ya hemos mencionado las fuentes gene-
militudes en el largo trayecto de conformación de lo que rales de las que la imaginación realista se nutrió: vea-
Arendt llama la condición humana, evitando la onto- mos ahora la elaboración específica de una tendencia
lógica palabra “naturaleza” (Arendt, 1993). que declaraba aprender más de los colores de las ca-
Los objetos de arquitectura, junto con objetos de sas de Lombardía que de los exangües esquemas mo-
uso y de placer, construyen un mundo humano que dernos –aunque esta declaración de batalla implicaba
se levanta en contraste con la sublime indiferencia de la un sólido conocimiento de la tradición de lo nuevo.
naturaleza, cuya abrumadora fuerza elemental obligaría Una salvedad: como va a ser cada vez más frecuente,
a los hombres a girar en el círculo de su propio movimiento la tendencia realista apelará tanto a la palabra escrita
biológico. Entre estos objetos se encuentran algunos como al dibujo, junto con los proyectos y las obras de
que se extraen del ciclo cotidiano de las necesidades arquitectura –no es extraño para quienes retrazaban
ordinarias al carecer de utilidad inmediata, y así han relaciones con los mundos laterales del arte, despre-
manifestado una sobresaliente permanencia en el tiem- ciando la idea de “progreso” que todavía animaba las
po: las obras de arte. Son, para Arendt, las más mun- tendencias más novedosas de los sesenta–. Las imá-
danas de todas las cosas tangibles: genes dibujadas implicaron el último momento artesa-
nal en la larga tradición del trabajo arquitectónico. El
es como si la estabilidad mundana se hubiera hecho per- dibujo, con calidad autónoma, abre un comercio más
manente, de manera que una premonición de inmortalidad, desprejuiciado con la historia: no sólo se vuelve a técni-
no la inmortalidad del alma o de la vida, sino de algo in- cas ya obsoletas, como el lavado de planos, la acuarela,
mortal realizado por manos mortales, ha pasado a ser tan- el crayón, etcétera, sino que el mismo relato histórico
giblemente presente para brillar y ser visto, para resonar se pone en crisis mediante la utilización del collage, el
y ser oído, para hablar y ser leído (Arendt, 1993: 185). montaje, la alusión o la cita. Finalmente, el dibujo otor-
ga al arquitecto una libertad mayor que la que posee
En esta versión, la arquitectura –como la ciudad, en el trámite de proyecto y construcción de la obra; y
como el arte– remite a la larga historia del trabajo hu- permite “hablar” de ella –del impacto deseado, de la

11
Puede sorprender la mención de Williams, padre de los estudios culturales, vinculado con el mundo italiano –que ignoraba
deliberadamente la producción anglosajona–. Pero no sólo Williams conocía bien ciertas vertientes del marxismo italiano
(en especial las gramcianas), sino que, leído en la Argentina de la época dictatorial, se articuló eclécticamente con la recepción
de los textos de Rossi, Cacciari, Tafuri, entre otros. La cita está extraída de una entrevista a Williams en The Guardian, en
junio de 1984, registrada por Fuller (1988).

97
Sombras del pasado, sombras del futuro...

interpretación buscada–. Los dibujos son versiones cargo del lector. Registra la realidad, dice Borges, no la
de autor, lo que ya resulta imposible hallar en los ca- representa. Las alusiones se infieren; ha compuesto
sos más recientes citados en el punto anterior (en Van con “lugares comunes”, fórmulas escriturarias, arque-
Berkel, en Lynn o en Zaera). Las proyecciones compu- tipos, géneros aceptados, una comedia. Las frases son
tarizadas son necesariamente neutras (el avance tec- generales, imprecisas como la propia experiencia; las
nológico aún no permite inflexiones individuales en el metáforas fueron amasadas durante siglos. El escritor
dibujo); por el contrario, suelen usar un repertorio hi- clásico, con el que el vanguardista Borges se identifica-
perrealista pero sin ninguna distancia crítica con la ba, no indica qué hacer. Confía en que existe una reali-
operación. Este detalle pone también de manifiesto dad común a todos los hombres, por condición “iguales”
que, cuando Rossi o Krier dibujaban, remarcaban la (no homogéneos): de ahí el título del artículo. Este es-
diferencia sustancial entre el dibujo como represen- critor “no escribe los primeros contactos con la realidad,
tación simbólica de las dimensiones culturales de la sino su elaboración final en conceptos”. Se basa, como
arquitectura y la mecánica ortogonal-proyectiva del en la vida cotidiana, en fórmulas e imprecisiones. “Una
plano, con medidas y normas precisas, que hace posi- vez fraguada una imagen ésta constituye un bien pú-
ble la construcción material del objeto. blico. Para el concepto clásico, la pluralidad de los
Por otro lado, el tipo de dibujo asumido por Rossi hombres y de los tiempos es accesoria, la literatura es
deja en claro que aun en el marco general de raciona- siempre una sola”.
lidad didáctica, herencia ilustrada que se vuelve a No interesan aquí los métodos por medio de los
apreciar por entonces, su realismo es fuertemente au- cuales la palabra, de naturaleza abstracta, llega a ofre-
tobiográfico. Su extensión instantánea en el mundo cer esta impresión: basta con decir que, junto a la
rindió homenaje al aspecto racional, pero apenas des- descripción, se alude siempre a un detalle que suele
cubrió las inflexiones afectivas, personales, de sus parecer extemporáneo: “De un lado yacía el océano, del
obras ejemplares. otro lado, un agua grande, y la luna era llena” (Tennyson,
La época en que surgió este nuevo realismo coincidió un “romántico”, es colocado entre los clásicos). La com-
con la reorganización de la historia canónica, que co- posición se anima con la frase y la luna era llena, que
locaba a la arquitectura de vanguardia como culmi- no proporciona información, pero que es más poderosa
nación hegeliana del largo ciclo moderno. En el contexto que cualquier invención metafórica. La técnica clásica
de reformulación de las narraciones clásicas, la Acade- de composición innova sobre el fondo estable de luga-
mia fue revalorizada (en particular en su aspecto de res comunes; la técnica romántica está tensada para
forjadora de espacios públicos cualificados), se releyó expresar la experiencia individual inmediata, antes de
la herencia de los Maestros, y se volvió a las obras de cualquier formulación conceptual, intentando un len-
otros que habían sido empujados al desván de los guaje nuevo.
pioneros. Un pionero-maestro que fue objeto de disími- La poética de Rossi es clásica, pero da cuenta de la
les interpretaciones, Adolf Loos (desde la filosofía por historia reciente: la convención de larga duración (vg.
Massimo Cacciari, desde la arquitectura por Aldo Rossi, la tipología de vivienda familiar que tan poco cambió
etcétera), ocupó un lugar central por su ambigüedad durante siglos) es animada por detalles extemporá-
y densidad semántica, por su valorización del oficio y neos que revelan emociones, paisajes de infancia, o jue-
del material, por sus alusiones a tipologías de larga gos de incongruencia, memorias personales. La con-
duración sin obturar el camino de la ciudad moder- vención liga las arquitecturas a lo público urbano; el
na –de la metrópolis. detalle extemporáneo a la invención moderno-román-
Esta utopía de reunión social que el objeto de arqui- tica. Lo igual colectivo e histórico se articula con lo libre
tectura representa (experimentado de múltiples formas; individual y su aspiración a la libertad y la novedad,
reinterpretado una y otra vez en cada época, material- que en la misma operación se revelan mutuamente in-
mente transformado) es la utopía del mundo clásico: la dispensables.
armonía entre cabeza y cuerpo, entre naturaleza y
hombre, entre individuo y sociedad. Este realismo ita-
liano, que tan importante fue para los caminos de la Realismos II: su herencia
arquitectura posmoderna, era clásico. En un breve ar- en el mundo del simulacro
tículo, “La postulación de la realidad”, Borges establece
una relación impensada en la antinomia clásico/ro- A diferencia de lo que suele pensarse, la arquitectura
mántico: para Borges, lo clásico es realista (Borges, reciente no se plegó sin más a los llamados de sirena
1974: 219 y ss.). El escritor clásico se apega a los he- del neoliberalismo, ni a la multiplicación de imágenes
chos, los describe, y su animación eventual queda a promovidas para glorificar el poder. Diversas tendencias

98
Graciela Silvestri

(una característica de la época, no sólo en el ámbito ar- entre disciplina y profesión, abordando la complejidad
quitectónico, es la imposibilidad de reconocer movi- histórica de la operación de arquitectura –que impli-
mientos fuertes) resistieron desde variados ángulos la ca fuertemente la recepción y el uso de los objetos
publicitada convicción de hallarse condenados al mun- construidos–. Si, como planteaba Lukács, “lo específico
do global y virtual. Discutimos aquí únicamente la he- del espacio arquitectónico es su realidad”, porque en
rencia del realismo, pero no es posible dejar de men- la arquitectura el hombre se encuentra rodeado con
cionar otras posiciones que no se anclan, como él, en todo su ser somático-psíquico por un espacio confor-
una defensa del oficio en su tradición material y so- mado; el hombre vive literalmente en este espacio”
cial, sino que abrevan de otras ilusiones. La más impor- (Lukács, 1965: 111), es este aspecto el que separa la
tante, sin duda, es la vertiente “ecologista”: la recupera- actividad que nos ocupa de las otras artes hermanas,
ción de la Tierra para humanos –y no humanos– ante de origen mimético y –aún hoy– activamente contem-
la dimensión de desastre producido por el capitalismo plativas. Queda claro que la arquitectura debe hacerse
tardío. Dentro de esta inflexión ideológica, algunas cargo de esta instancia, o desaparecer. Las vertientes
tendencias lograron evitar el banal sentimentalismo ligadas con el ecologismo avalan la disolución: éstas re-
del lugar común, articulando arquitectura con un arte fuerzan el gesto original de la fabricación, en el senti-
que había pasado a un plano secundario en el siglo XX,
do arendtiano.
pero que en la década de los setenta renovó original-
Los realismos actuales tienen la virtud de expresar
mente su lugar entre las artes: la escultura. Los ejem-
la incomodidad esencial ante una cultura arquitec-
plos contemporáneos se mueven entre las apelaciones
tónica que elige, en sus versiones más exitosas, disolver
a la experiencia sensorial del individuo en movimiento
o negar el momento constructivo de la arquitectura o
(Richard Serra), hasta el arte intransitivo o desadje-
sus técnicas específicas de proyecto, constituyéndose
tivado de Donald Judd, Robert Morris o James Turrell.
en imágenes que reproducen otras imágenes, o indife-
Con mayor peso, los trabajos del land art convocaron
renciándose con “lo natural”. No se avienen a las defi-
otros aspectos de esta relación entre arquitectura y
niciones ideales del mundo actual, pero no intentan
fondo natural del mundo, en un esfuerzo neoorganicista
construir un relato orgánico, conceptual, que se le
de lectura de accidentes, topografías y paisajes. El
oponga: su ámbito de reflexión es concreto, frecuente-
land art abrió la posibilidad de retomar el viejo tema
del paisaje, determinante en la arquitectura académi- mente local, ostensiblemente pragmático –lo que tam-
ca, renovándolo con las investigaciones en estudios bién las aleja de la tradición utópica de las vanguardias
culturales, y haciéndolo permeable, también, a las estéticas, acercándolas en espíritu al modernismo re-
contribuciones de las ciencias biológicas. Estas tenden- formador de las academias decimonónicas–. No han
cias, lejos de impugnar la revolución informática, se propuesto una articulación entre arquitectura y ciudad
alimentan de la red y en ocasiones coinciden –en el como la que animó a la tendenza. Aceptan los límites
lenguaje, ya que no en el espíritu– con las propuestas impuestos por la mecánica urbana, para explorar las
mediáticas más difundidas. Pero abordar este tema posibilidades que ella deja libres en manos del arqui-
implicaría otro artículo, por lo que sólo trataré en este tecto. La ciudad es comprendida sobre todo como un
punto la herencia del realismo de los años setenta. contexto que define límites.
Los realismos actuales trabajan en otro sentido, Sus fuentes pueden devanarse desde la cultura de
aunque varios aspectos los ligan con este fondo euro- crítica al modernismo de los setenta, que excede, como
peo-continental, ilustrado, reacio a someterse a la me- vimos, la contribución de Aldo Rossi. Sólo basta leer
cánica norteamericana. Los llamo realismos porque la obra que, en muchos sentidos, presta base teórica a
sobrevuela, en todas estas propuestas, un afán –más estas tendencias: Studies in tectonic Culture. The poetics
ético que político– de recuperar las instancias mate- of construction in nineteenth and twentieth C Architecture
riales de la construcción, ya sea privilegiando el mo- (Frampton, 1999 [1995]).12 La cita inaugural de Saint-
mento concreto de elaboración de la obra o subrayando Exupéry es elocuente: “No pretendemos ser eternos.
los usos sociales o las inflexiones locales. Aunque se Tan sólo pretendemos que las cosas no pierdan del todo
trata de expresiones muy distintas entre sí, se reúnen su sentido”. Al volver convencionales las contribuciones
en el punto en que intentan recomponer los puentes del primer realismo en el diseño urbano y banalizar las

12
Kenneth Frampton (Inglaterra, 1930), arquitecto, profesor de las universidades de Columbia y Virginia, es conocido sobre todo
por su trabajo ensayístico e historiográfico. Podría decirse que su libro Historia crítica de la arquitectura moderna permitió
la difusión, en el mundo de habla inglesa, de las perspectivas europeo-continentales.

99
Sombras del pasado, sombras del futuro...

citas históricas, el incansable Frampton se dispone en como Mies van der Rohe, asociados en el sentido co-
este libro a desplegar un aspecto poco revisado: la ar- mún a la aceptación acrítica de la anónima tecnología.
quitectura como poética de la construcción. Gracias a las introducciones de Frampton, muchas
Esto ya había sido planteado de manera progra- experiencias que en otra constelación de ideas hubie-
mática, aunque poco efectiva. León Krier, por ejemplo, ran sido interpretadas como craso materialismo profe-
titulaba “Lógica constructiva y cultura popular” a uno sional, o brindis por la tecnología de punta, cobraron
de sus artículos de batalla de 1977, en contra de la ela- nuevos sentidos. Tomemos como ejemplo dos estudios
boración de estilos personales. Lo popular no lo acer- suizos, de amplia difusión actual. Los lacónicos traba-
caba a la cultura mediática sino a la silenciosa elabo- jos de Peter Zumthor se presentan, en pleno aluvión de
ración de siglos de trabajo humano, con sus lenguajes imágenes digitales e interpretaciones metafísicas, como
colectivos y materiales (Krier, 1977: 102). último eslabón de resistencia. Una versión más nego-
Frampton da un paso más: recupera a Gottfried ciadora la constituye el estudio Herzog-de Meuron, que
Semper, el primer tratadista que demuele la famosa se destaca desde la década de los noventa en las in-
tríada vitruviana, repetida convencionalmente en cuan- vestigaciones sobre la piel edilicia, tanto en el plano de
to tratado de arquitectura se publicara desde el qui- la invención tecnológica, como en el abordaje concep-
nientos hasta el novecientos: utilitas, firmitas, venus- tual del carácter de los cerramientos (tejidos en distintas
tas. El socialista Semper propuso, en cambio, cuatro capas) que utilizan con frecuencia como pantallas grá-
elementos básicos elaborados a partir de las indaga- ficas. Herzog y de Meuron, de similar rigor puritano
ciones antropológicas de la época: el basamento, el ho- que Zumthor, se someten sin embargo al horizonte del
gar (fuego inducido), el tejado o armazón y la ligera piel desarrollo tecnológico y mediático.
del cerramiento. No son elementos ideales, sino mate- Como dije, las tendencias que asociamos al realismo
riales, con base en los que clasificó las técnicas de edi- acentúan el carácter concreto del arte, negándose a
ficación y su dimensión cultural: la tectónica de la es- disolverlo en un panorama artístico-conceptual que,
tructura (componentes lineales ensamblados abarcando a decir de Rosalind Krauss, ha acabado ya con las mu-
una matriz espacial: o sea, forma) y la estereotomía del sas particulares. La peculiaridad que asume Frampton
basamento ciclópeo que sugiere anclaje a la tierra a para salvar la arquitectura es su enfoque como ex-
través de la piedra o del barro –hybris–. Se trata de la presión de la construcción. Este rasgo atañe al fondo
primera lectura materialista del desarrollo arquitec- arcaico de la disciplina: en la operación arquitectóni-
tónico, central al espíritu del primer modernismo, que ca, los materiales físicos y las fuerzas naturales son
inauguró conceptualmente privilegiando los aéreos socializados –es decir, significados– desde el concepto
cerramientos que caracterizaban la construcción do- histórico de espacio; traducidos en la oposición entre
méstica en culturas no occidentales –la casa japonesa la gravedad y la rigidez de los materiales de soporte; la
y sus paredes de papel; las construcciones de paja y lucha entre el peso muerto de las piedras y la voluntad
barro de las culturas caribeñas– vinculándolas con el de elevarse, de hacer liviano el material, de hacer móvil
trabajo textil, abiertamente “femenino”. Mientras el te- el objeto.
jado recordaba la condición general de refugio, el muro Resulta interesante analizar cómo esta vuelta de
pesado, la fundación pétrea, el anclaje al lugar, perma- tuerca sobre la autonomía arquitectónica ilumina o
necían en dialéctica expresa con lo efímero, liviano o impulsa algunas obras contemporáneas. Un caso que,
sutil de los cerramientos cuya analogía con la estruc- además, permite una reflexión regional (un tema que
tura del telar era explícita. Con Semper, la arquitectura Frampton ya había visitado, un poco candorosamente,
abordaba la variedad de géneros y culturas, de climas en publicaciones anteriores) lo constituye el trabajo de
y paisajes, desde su misma base material y no desde Rafael Iglesia en Rosario. Es necesario aclarar que en
idealidades normativas (Semper, 1992). la arquitectura argentina –gobernada históricamente
Frampton sabía de qué manera articular esta his- por Buenos Aires– ha primado un enfoque ideal de la
toria con la plena Modernidad. Personajes de alto cli- operación arquitectónica, desgajando abiertamente
vaje estético pero ambigua situación en el canon, como su forma de las determinaciones técnicas, materiales
el inclasificable Carlo Scarpa o el exquisito Dimitris o económicas; así, el divorcio entre profesión y disciplina
Pikionis, fueron redimidos en el nuevo relato; sus obras se acentuó en las últimas décadas del siglo XX. La
dejaron de leerse como anécdotas o citas al pie de los arquitectura de Iglesia puede estudiarse en este marco
movimientos importantes, para apuntalar otra versión como una posible vía de reunión.
de los caminos históricos de la arquitectura. La pro- Su realismo las lleva a trabajar con materiales del
puesta de Frampton también permitía una lectura más lugar; con esquemas estructurales simples, con tipolo-
refinada de algunos maestros asiduamente estudiados, gías probadas. La experimentación se plantea dentro

100
Graciela Silvestri

de estos límites, adquiriendo así un carácter más su- des táctiles; las variaciones del color, luces y som-
til, difícil de reconocer para una mirada no entrenada. bras; sobre la articulación entre ornamento, detalle y
Por ejemplo: objetos que no deben apoyarse sobre el construcción. Obras de estudios pequeños (como el de
piso con el argumento explícito de una mayor facilidad Becker y Ferrari, en Buenos Aires) pero también de es-
de higiene en un pabellón destinado a comidas rápidas, tudios internacionales, como el de los argentinos Sil-
indagan en otro plano las consecuencias estéticas de vetti y Machado en Boston, se orientan hacia este tipo
esta decisión; el uso de materiales económicos, como de expresión.
troncos sin devastar, constituye una ocasión para re- Resulta de interés para nuestro argumento el ca-
flexionar sobre el tiempo natural de las cosas inserta- mino de Silvetti y Machado, emigrados argentinos en
das en el artificio construido; un pabellón de sanitarios Estados Unidos, ya que en su trayectoria resumen el
colocado osadamente en la entrada de un parque pú- tránsito entre la vocación lingüístico-historicista que
blico se materializa en vidrio estructural, originando marcó los inicios de los setenta (en sus casas-manifiesto
un comentario acerca de la ambigüedad del límite ac- la retórica fue puesta, por primera vez en el campo ar-
tual entre lo privado y lo público.13 quitectónico, en el lugar que la arquitectura moderna
El de Iglesia no es el único estudio rioplatense que le había negado), y el reconocido realismo de sus con-
tribuciones más recientes.
explora las posibilidades de lo que he mencionado como
Silvetti ha indicado sus diferencias con las corrientes
realismos contemporáneos. En principio, la sensibili-
más difundidas en academias y escuelas norteame-
dad realista inauguró una de las más fructíferas re-
ricanas (Silvetti, 2004: 86). En principio, discute con
lecturas operativas de la historia local, recuperando
las posiciones que celebran el fin de las artes indivi-
experiencias que habían sido licuadas bajo la vaga
duales como medios específicos –el reinado del Arte en
idea de movimiento moderno o posmoderno –por ejem-
su versión idealista–. Desde tal lugar, apela al paralelo
plo los trabajos de Horacio Baliero y Carmen Córdova,
de la arquitectura con la música, un arte todavía resis-
de Ernesto Katzenstein o Eduardo Leston, cuya preo-
tente por su obligación con las especificidades técnicas.
cupación por las posibilidades de los materiales, por
En las suites francesas de Bach, compuestas para la
la relación con el paisaje o por la solución de las ne-
ejecución doméstica, por ejemplo, halla una obra de
cesidades concretas solicitadas por el programa, los
arte indiscutible y sin embargo de especial humildad.
colocó en una posición excéntrica a la de las líneas he-
¿No debiera mantener, la arquitectura como práctica,
gemónicas, seducidas por abstractas determinaciones
esa misma modestia –servir a una utilidad inmedia-
formales. De mayor interés es el reconocimiento de al-
ta, al puro placer cotidiano–, la cual no impide avanzar,
gunos viejos autores radicalmente externos a la esce- en raras ocasiones, preguntas mayúsculas sobre el es-
na nacional, como el rosarino Jorge Scrimaglio, cuyos tar en el mundo? Este territorio de interrogación es re-
trabajos de pequeña dimensión, como la Capilla del clamado desde la arquitectura: pero se pregunta des-
Espíritu Santo (1962), revelan un cuidado artesanal de un lugar común, en la más amplia acepción de la
de las disposiciones, los aparejos, los colores y las tex- palabra.
turas de los límites materiales de la construcción. Fi- La arquitectura que defiende Silvetti subraya su
nalmente, algunos casos ejemplares fueron extraídos aspecto coral y dialógico, inscrito en la propia práctica.
de su mortuorio panteón de honor, como el del uru- Tal vez por ello la obra del estudio carece intenciona-
guayo Julio Vilamajó, “pionero” del modernismo rio- damente de unidad estilística, en el sentido de “visual-
platense en el ecléctico entorno montevideano de los mente reconocible”. El lenguaje se pone al servicio de
años veinte y treinta. Su obra demuestra que pragma- la cultura del lugar, busca ser identificado socialmente,
tismo y altura poética no están desvinculados; y que satisfacer las expectativas del usuario, responder a las
su obsesión por el ornamento estaba lejos de constituir posibilidades económicas, expandiendo en todo caso
una rémora académica o un comentario “femenino” en “la conciencia del observador”, produciendo una revela-
el adusto mundo del modernismo rioplatense. ción, otorgando placer sensual e intelectual (Leston,
En todos estos casos –múltiples en elecciones y esti- 2004: 50-53).
los, en tiempos y en lugares geográficos– se revelan los Por otra parte, tanto Machado como Silvetti poseen
intentos de expandir el sentido de la materia literal e una formación sistemática en el diseño urbano –ni ur-
(in)significante que supuestamente arrastra la arqui- banismo o planificación, ni arquitectura–. Esto dife-
tectura al espacio no artístico. Ellos llaman la atención rencia su contribución de los otros casos que citamos,
sobre la individualidad de los cuerpos; sus cualida- cerrados en los problemas de la obra y vagamente

13
Para mayor información sobre los trabajos de Rafael Iglesia desde esta perspectiva, cf. Silvestri (2006).

101
Sombras del pasado, sombras del futuro...

articulados con las cuestiones de la ciudad. Como co- quien se detiene, ralentando el tiempo, mira hacia
menta Eduardo Leston, la relación entre ciudad y ob- atrás. Pero también cuesta pensar en estas sofistica-
jeto arquitectónico es, en el caso de Silvetti y Machado, das y bellas propuestas en términos de futuro.
un punto de partida programático. Deleuze, en sus lecciones sobre Spinoza, afirma
que “una filosofía de la vida […] consiste principalmente
Las propuestas urbanas nunca quedan a nivel de diagra- en denunciar todo lo que nos separa de la vida, todos
mas abstractos. Para ellos, la arquitectura y el diseño estos valores trascendentes (‘pasiones tristes del poder’)
urbano se encuentran indisolublemente ligados, represen- vueltos contra la vida, vinculados a las condiciones e
tando en consecuencia sus visiones urbano-arquitectó- ilusiones de nuestra conciencia” (Deleuze, 2001: 37).
nicas con una expresión de materialidad y tectonicidad, Y sin embargo hoy, el sólo hecho de intentar hacer más
impresas al proyecto por medio de dibujos obsesivamente agradable la vida de los hombres, de otorgar un sen-
detallados, que otorgan a sus propuestas un sorprenden- tido al trabajo cotidiano que enriquezca la cotidianidad,
te “olor a realidad” que se ha calificado como delirante parece destinado, si no al fracaso en términos de expe-
(Leston, 2004). riencia particular, sí a demostrar, en su propia forma,
la imposibilidad de alterar las tendencias hegemónicas
El comentario es interesante, ya que la voluntad de de construcción urbana.
articularse con lo real culmina, de modo imprevisto, Se trata de la imposibilidad de pensar una ciudad
en imágenes vagamente surreales: su realismo se con- que ya no es más ciudad; un espacio público que
vierte, en el marco de la ciudad actual, en hiperrealismo. nunca fue en la Modernidad ni griego ni democrático;
Es posible que esta impresión surreal se articule estas arquitecturas no pueden medirse con las fractu-
con la voluntad de recrear, para así decirlo, un momento ras sociales que estructuran estas ciudades, con el
idílico de la arquitectura, cuando se acercaba más al caos multiplicado, con la naturaleza informe del propio
taller que a la mecánica industrial; más a la vida coti- proceso urbano que, sabemos, cubrirá toda la tierra
más allá de la voluntad de los arquitectos. No puede
diana que a las preguntas filosóficas; más al oficio que
pensarla la filosofía, ni la sociología, la literatura o las
a la inmersión en la lógica del proceso productivo. El
artes visuales: ¿por qué hemos de pedirle este paso a
estudio Machado y Silvetti propone una arquitectura
la arquitectura? Estamos en un difícil umbral: no emer-
que proporciona el marco para la “buena vida” –aris-
gen nuevos instrumentos conceptuales que permiti-
totélicamente: placer y virtud reunidos–. Si debiéra-
rían, al menos idealmente, transformar el actual estado
mos pensar un ámbito adecuado para sus obras, las
de las cosas: como en el largo ciclo clásico, estos realis-
pensaríamos en la “ciudad griega” de Arendt, en don-
mos horadan desde el interior de la disciplina la tra-
de las imágenes corresponden a los objetos, la utilidad
dición del siglo XX, pero no pueden pensar alternati-
a los cuerpos, y la duración de los “objetos más mun-
vas radicales.
danos de todos”, las obras de arte, sugiere no trascen-
Comparten con el último realismo europeo –el que
dencia, sino inmortalidad –incesante diálogo entre ge-
hemos descrito por medio de Aldo Rossi– la alianza
neraciones.
didáctica de ciudad e historia, pero están alejados de
En un mundo enrarecido con imágenes neutras
aquellas contundentes premisas que proponían una
como las de Second Life, es necesario doblar la apuesta nueva versión de la ciudad, de la historia, y de las rela-
para convocar sentidos adormecidos o llamar la aten- ciones de la arquitectura con la construcción colectiva
ción sobre valores de relativa permanencia: lo que ex- del lugar. Quizá el problema sea político, en el sentido
plica en parte el hiperrealismo de estas propuestas, la más sustancial del término. Todavía en los años se-
extrañeza con que las observamos y aun su elegante tenta era factible creer que la resistencia a aceptar las
manierismo. Un aire enrarecido indica que estas obras, reglas de juego llevaría a otro futuro, en la medida en
tan atentas a la materialidad, a los usos sociales, a la que la acción política podía avalar el cambio. En el
localización física y cultural, no son precisamente de contexto actual, la voluntad de regresar a lo concreto
este mundo. (en el elogio a la experiencia cotidiana, en el respeto al
Pero no es nostalgia la palabra que debiéramos usar trabajo material, en el rigor intelectual del proceso de
para pensar estos realismos; menos aún utopía. La pa- construcción y expresión, en la atención al usuario real
labra justa sería ilusión (en el humilde y craso sentido y no genérico) parece, como dijo Cacciari de los per-
utilizado en el lenguaje coloquial español: esto me hace sonajes de Viena del 900 (Cacciari, 1989), póstumo,
ilusión). Si la vida se ha puesto a trabajar productiva- mensaje en una botella para improbables futuros; éste
mente, y así cualquier instancia de felicidad se con- parece ser además el destino de la política, que podría
vierte en insumo del proceso general, no necesariamente garantizar en otro contexto una nueva versión de la

102
Graciela Silvestri

polis; y éste parece ser, en un concierto más de retirada Machado and Silvetti, Princeton Architectural
Press, Nueva York.
que de optimismo, el destino de la felicidad. Pero si algo HEGEL, FRIEDRICH
sabemos los historiadores es que (por suerte) el conoci- 2003 Lecciones sobre la estética, Mesetas, Madrid
miento del pasado y del presente no alcanza para pre- [1834].
KOOLHAAS, REM
decir el futuro. Tal vez lo que horadan las tendencias
2006 La ciudad genérica, Gustavo Gili (Mínima), Bar-
actuales permita arribar, algún día, si no a la ciudad celona [1997].
ideal que tan mala prensa posee, sí a una ciudad mejor. KRIER, LEÓN
1978 “Lógica constructiva y arquitectura popular”,
en L’ Architecture D’ Aujourd’hui, núm. 199,
abril, p. 102.
Bibliografía LESTON, EDUARDO
2004 “Retrospectiva. Algunas cosas que sé de Rodolfo
Machado y Jorge Silvetti”, en Summa, núm. 67,
ADORNO, THEODOR W.
agosto, pp. 50-56.
1983 Teoría estética, Orbis, Madrid [1970].
LUKÁCS, GEORG
ARENDT, HANNAH
1965 Estética. La peculiaridad de lo estético, vol. 4,
1993 La condición humana, Paidós, Barcelona [1958].
Grijalbo, Barcelona.
BAZIN, ANDRÉ
ROSSI, ALDO
2003 “Montage interdit”, en Qu’est-ce que le cinema?,
1977 “Entrevista”, en L’ Architecture D’ Aujourd’hui,
t. I, Les Editions du CERF, París, pp. 117-129
núm. 199, abril, pp. 41-43.
[1958].
1979 La arquitectura de la ciudad, Gustavo Gili, Bar-
BORGES, JORGE LUIS celona [1966].
1974 “La postulación de la realidad”, en Discusión.
SEMPER, GOTTFRIED
Obras completas, Emecé, Buenos Aires, pp. 1992 Lo stile nelle arti tecniche e tettoniche o estetica
217-221. pratica. Manuale per tecnici, artisti e amatori,
CACCIARI, MASSIMO Laterza, Bari [selección de la edición original
1989 Hombres póstumos. La cultura vienesa del pri- de 1870, Munich].
mer novecientos, Península, Barcelona. SILVESTRI, GRACIELA
DELEUZE, GILLES 2006 “La lógica de la sensación. Límites de un rea-
2001 Spinoza: filosofía práctica, Tusquets, Barcelona. lismo contemporáneo”, en Block. Revista de
DERRIDA, JACQUES Cultura de la Arquitectura, la Ciudad y el Terri-
1998 De la gramatología, Siglo XXI Editores, México torio, Centro de Estudios de Arquitectura Con-
[primera edición en francés, 1967]. temporánea, Universidad Torcuato Di Tella,
FRAMPTON, KENNETH pp. 24-31.
1999 Estudios sobre cultura tectónica. Poéticas de la SILVETTI, JORGE
construcción en la arquitectura de los siglos XIX 2004 “Las musas no se divierten”, en Summa, núm.
y XX, Akal, Madrid [1995]. 66, Buenos Aires, pp. 86 y ss.
FULLER, PETER TAFURI, MANFREDO
1988 “The geography of mother Nature”, en D. 1976 “Les cendres de Jefferson”, en L’Architecture
Cosgrove y S. Daniels, The iconography of land- d’Aujourd’hui, núm. 186, agosto-septiembre,
scape, Cambridge University Press, Cambridge, pp. 76 y ss.
pp. 11-31. ZAERA POLO, ALEJANDRO
HAYS, K. MICHAEL 1998 “Un mundo lleno de agujeros”, en El Croquis,
1995 Unprecedented Realism. The architecture of núms. 88-89, Madrid, pp. 308-323.

103

También podría gustarte