Está en la página 1de 3

Enlace de Isaac con Rebeca

1. Cuando Abram resolvió tomar por esposa para su hijo Isaac,


que tenía cuarenta años de edad, a Rebeca, nieta de su hermano
Nacor, envió a hacer los esponsales al más anciano de sus sirvientes,
después de haberlo obligado a darle la máxima garantía de fidelidad.
El juramento se hizo de la siguiente manera: cada cual puso la mano
debajo del muslo del otro, y ambos invocaron a Dios como testigo
de lo que debían hacer. Y mandó con a sus amigos como obsequio
objetos que por ser raros o nunca vistos en aquella tierra eran de
valor inestimable.
El viaje insumió al sirviente mucho tiempo, porque era difícil
transitar por la Mesopotamia, en invierno por el espesor del cieno, y
en verano por la falta de agua y por los ladrones que infestaban el
lugar y contra los cuales los viajeros debían precaverse. Finalmente
llegó a Carra. Antes de entrar en la ciudad se encontró con una gran
cantidad de doncellas que iban a buscar agua y rogó a Dios que
Rebeca, aquella a la que su amo le había enviado a pedir para su
hijo, estuviese entre ellas, y que la señal para reconocerla , fuese que
las demás le negasen agua y ella se la diese.
2. Con ese propósito se acercó a la fuente y pidió a las doncellas que
le dieran agua para beber. Todas se negaron, con la excusa de que la
necesitaban para sus casas y no podían disponer de la menor
cantidad; sólo una reprochó a las demás su falta de hospitalidad, y
les preguntó cómo podrían compartir la vida de los hombres si se
negaban a compartir con ese hombre un poco de agua. Y se la
ofreció gentilmente para beber.
El criado pensó que su misión tendría éxito, pero deseando conocer
la verdad, la alabó por su generosidad y su humanidad, porque no
había vacilado en dar agua al que la necesitaba, aunque le costaba
trabajo sacarla. Y le preguntó quiénes eran sus padres, felicitándolos
por tener una hija como ella.
-Sin duda estarás casada, a satisfacción de ellos -le dijo-, con un
buen esposo a quien darás hijos legítimos.
Rebeca no desdeñó responder a su pregunta, y le dijo quién era su
familia.
-Mi nombre es Rebeca -dijo-. Mi padre se llamaba Batuel, pero ya
ha muerto1. Mi hermano es Labán, que junto con mi madre atiende
todos los asuntos de mi familia y cuida mi virginidad.
Al oírlo el criado se alegró mucho por el episodio y vio que era Dios
quien había dirigido sus pasos. Sacando los brazaletes que había
llevado, y otros adornos propios de una virgen, se los dio a la
muchacha como agradecimiento y recompensa por su amabilidad,
diciéndole que era justo que se los diera porque había sido más
amable que las demás. Como se acercaba la noche y no podía seguir
viaje, le pidió que le permitiera pernoctar en su casa. Sacando sus
preciosos adornos para mujeres, le dijo que no los confiaría a nadie
mejor que a ellos; y que sin duda por ser tan humanitarios su madre
y su hermano no quedarían desconformes con él, porque no sería
una carga y pagaría el alojamiento y los gastos de su propio peculio.
Replicó ella que había acertado en cuanto a la humanidad de sus
padres, pero que no aceptarían dinero y lo hospedarían
completamente gratis. Pero primero era necesario que le pidiera
licencia a su hermano Labán para llevarlo a su casa.
3. Hecho lo cual la muchacha condujo al forastero. Los criados de
Labán se hicieron cargo de los camellos y a él Labán lo llevó a
comer. Después de la cena les dijo, a él y a la madre de la joven:
-Abram es hijo de Tare, y pariente de vosotros, porque Nacor,
mujer, el abuelo de estos hijos, era hermano de Abram, de padre y
madre. Él me envió porque desea tomar a esta doncella como esposa
de su hijo. Es su hijo legítimo y su único heredero. Podría conseguir
a la mujer más opulenta de aquella tierra, pero no quiere que su hijo
se case con ninguna de ellas, sino que contraiga enlace
honorablemente con una de su raza. Fué por voluntad de Dios que
encontré a tu hija y su casa; porque cuando estaba cerca de la ciudad
vi una cantidad de doncellas que iban a la fuente, y rogué que
pudiese encontrarme con esta virgen, lo cual así sucedió. Debéis, por
lo tanto, confirmar el matrimonio, cuyos esponsales han sido hechos
de antemano por decisión divina; y honrar a Abram, que me envió
con tanto empeño.
Comprendiendo que era la voluntad de Dios, enviaron a la joven de
acuerdo con las condiciones pedidas. Isaac casó con ella y recibió la
herencia; porque los hijos de Cetura se habían instalado en sus
propias colonias.

También podría gustarte