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Los árabes, descendientes de Ismael, hijo de Abram

1. Abram partió hacia Gerar, en Palestina, llevando consigo a


Sara como si fuera su hermana, usando la misma simulación que la
vez anterior. Temía a Abimelec, el rey de aquella tierra, que también
se enamoró de Sara y se propuso corromperla. Pero una grave
enfermedad que le envió Dios le impidió satisfacer su lujuria.
Cuando sus médicos desesperaban de curarlo se durmió y recibió en
sueños la advertencia de que no debía inferir agravio a la esposa de
su huésped.
Cuando se recobró dijo a sus amigos que Dios le había enviado
aquella enfermedad para vindicar a su huésped, a cuya esposa se
había propuesto violar. (Porque no era su hermana, sino su legítima
esposa.) Dios le había prometido concederle en adelante su favor, si
libraba a aquel hombre de preocupación por la castidad de su esposa.
Dicho esto, y por consejo de sus amigos, mandó llamar a Abram y lo
exhortó a que no temiera que a su cónyuge le pasara ninguna
contrariedad; porque Dios se había ocupado y por su providencia
recuperaba a su mujer sin que hubiese sufrido ninguna ofensa. Apeló
a Dios y a la conciencia de la mujer y dijo que no se habría sentido
tentado de gozarla, si hubiese sabido que era su esposa. Como creyó
que era su hermana, no había cometido nada injusto.
Le suplicó que no le guardara rencor y le hiciera recuperar el favor
de Dios. Si quería seguir con él, obtendría todo lo que necesitara y
en abundancia; si decidía marcharse, lo despediría honrosamente y
le daría todas las provisiones que había ido a buscar a su casa. A
esto Abram le respondió que no había mentido respecto al
parentesco de su esposa (porque era hija de su hermano); y que no se
consideraba seguro cuando viajaba con su esposa sin recurrir a ese
subterfugio; añadió que él no le había causado la enfermedad,
porque sólo había buscado su propia seguridad. Y le dijo que estaba
dispuesto a quedarse con él. Abimelec
le concedió tierras y dinero, y ambos convinieron en vivir juntos sin
engaños. Prestaron juramento junto a un pozo llamado Bersube, que
significa El pozo del juramento. Así lo llama aún hoy la población
del lugar.
2. Poco tiempo después Abram tuvo un hijo de Sara, como le había
predicho Dios, y le puso de nombre Isaac, que significa risa. Así lo
llamaron porque Sara se había reído cuando Dios le dijo que pariría;
no esperaba tener prole a su edad. Sara tenía noventa años y Abram
cien. El hijo nació al año siguiente, y fué circuncidado al octavo día,
y desde entonces los judíos acostumbran a circuncidar a sus hijos
dentro de ese término. Los árabes a los trece años, porque Ismael,
generador de su pueblo, hijo de Abram y su concubina, fué
circuncidado a esa edad. De lo cual daré ahora una explicación
detallada.
3. Sara amó al principio a Ismael, nacido de su sierva Agar, con el
cariño que hubiese dispensado a su propio hijo, porque estaba
destinado a ser el sucesor en el gobierno. Pero cuando dio a luz a
Isaac, no quiso que Ismael se educara junto con el niño, porque era
mayor y podía perjudicarlo cuando muriera el padre. Persuadió a
Abram que lo mandara con su madre a un país lejano.
Al principio no accedió al pedido de Sara, pensando que era una
medida inhumana despedir a un niño y una mujer carentes de
recursos, pero al final consintió (porque Dios estaba conforme con
lo que Sara había resuelto); entregó a Ismael a su madre, porque
todavía no sabía andar solo, y le mandó que se llevara una botella de
agua y una rebanada de pan y se fuera, guiada por la necesidad.
Marchó hasta que se encontró en mala situación por falta de
provisiones; cuando estaba por terminarse el agua dejó al niño, que
estaba por expirar, al pie de un abeto, y siguió andando sola para no
presenciar su muerte. Pero un ángel de Dios le salió al encuentro, le
indicó una fuente próxima y le ordenó que cuidara al niño y lo criara
porque su salvación sería la felicidad de ella.
Ella tuvo fe en la predicción y luego se encontró con unos pastores
que la ayudaron a librarse de sus penurias.
4. Cuando el niño creció y llegó a la edad adulta se casó con una
mujer oriunda de Egipto (de donde era también su madre). Con la
cual tuvo Ismael doce hijos: Nabaiot, Cedar, Abdel, Ma-san,
Idumas, Masmas, Masa, Codad, Temán, Jetur, Nafés y Cedmas.
Habitaron las tierras que se extienden entre el Éufrates y el mar
Rojo, y llamaron a la región Nabatea. Son árabes y sus tribus llevan
sus nombres, por su propia virtud y por la dignidad de su padre
Abram.

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