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El Importante rol de los medios de comunicación ante el coronavirus en el mundo

Por  todos los medios y canales posibles no solo se da una actualización de la


situación internacional de la pandemia, sino tambien se insiste en la necesidad
del autocuidado y la autorresponsabilidad de cada ciudadano, de manera
especial en los escenarios de mayor riesgo, como aeropuertos, centros
asistenciales y educacionales y transporte público.

Tras la medida que tomó el Gobierno Nacional de suspender las actividades de


carácter público, privado y académico, algunas empresas de comunicación se
sumaron a esta causa nacional con la suspensión de sus actividades presenciales
y la aplicación de la modalidad virtual para evitar el contagio masivo del
coronavirus.

Los directivos explicaron que, la razón fundamental de esta decisión fue para
tomar los recaudos necesarios y evitar la propagación de la enfermedad. Esto se
debe a que el espacio físico donde se encuentran los medios de comunicación
acoge a varias personas, y está ubicado en una zona muy traficada.

Asimismo, mencionaron la importancia no solo del rol que cumplen los medios de
comunicación para la difusión de información, sino también, para proyectar
ejemplos de conductas ante este tipo de situaciones, que presuponen costos
económicos para cualquier empresa de comunicación.

“Vamos a perder económicamente pero vamos a ganar la seguridad de que


ningún integrante de nuestros medios de comunicación contraiga el virus en el
cuerpo, se haga daño y haga daño a los demás. Nuestra idea básicamente ha sido
centrarnos en el objeto de nuestro trabajo que es la información y garantizar a los
comunicadores de que no estarán expuestos a posibilidades de este tipo”, explicó
el Dr. Benjamín Fernández Bogado (paraguay).

La alternativa utilizada para la implementación de la modalidad virtual fue el


teletrabajo, conocido también como homeworking, es decir, que la apuesta
tecnológica apunta a que los periodistas trabajen en la edición digital de los dos
periódicos y un canal de tv a la distancia. Además de, la suspensión de la entrega
de los diarios en papel hasta una fecha a ser determinada.
“Nuestra idea fue tomada muy bien por nuestros colaboradores, con una
comprensión muy clara de lo que significa esta determinación y fundamentalmente
apoyando la medida sanitaria que se adoptó”, resaltó Fernández Bogado.

Acosta refirió que, con esta metodología de trabajo, 5 días pretende “colaborar
desde el medio de comunicación a preservar la salud de todos sus colaboradores.”
Así también, emitir el mensaje de que “se pueden hacer las cosas de un modo
diferente, utilizando la tecnología y contribuyendo desde el espacio que nos toca a
poder aportar a la no propagación del virus”, concluyó.

Por su parte, Samuel Acosta, editor de 5 días (paraguay), comentó que, el sistema
implementado está teniendo un buen resultado, generando equipos virtuales
donde cada sección  coordina sus tareas y en base a eso, actualiza la página y
utiliza todas las herramientas digitales como las redes sociales para seguir
brindando información.

Comunicación para la vida en tiempos de vulnerabilidad y muerte


Este es el ambiente en el que hay que hacer comunicación, dejando claramente
establecido que su razón de ser en situaciones de desastre social es la vida de las
personas. En realidad, la comunicación se hace parte

fundamental de la construcción y puesta en operación de soluciones. Esta


disciplina, que tiene la capacidad de articular fronteras entre el mundo individual y
social; entre los espacios público y privado, entre el pasado el presente y el futuro;
y entre distintos campos como la salud, la espiritualidad y la protección social,
suele jugar un papel en extremo importante tanto en las fases de previsión, como
en las de prevención y las de solución.

El doctor Pablo Feal Carvajal, director de la Unidad de Promoción de Salud y


Prevención de Enfermedades (Prosalud) (Cuba), del Ministerio de Salud Pública,
destacó el papel de los medios de comunicación en la información oportuna
y confiable al pueblo respecto al nuevo coronavirus COVID-19, y de que tenga
percepción de riesgo sin crear alarmas.

Al intervenir en la mesa redonda informativa referida a las acciones que acomete


el país en el enfrentamiento a esa enfermedad, el experto subrayó que existe un
plan de comunicación dirigido a informar y preparar a la población, para que
junto al personal de salud, especialmente del nivel de atención primaria, sea la
principal protagonista en esta batalla por la vida.
También el director de Prosalud elogió cómo se ha visibilizado la capacitación de
los trabajadores sanitarios y de otros organismos en la prevención y control del
COVID -19, muestra del carácter intersectorial del plan de comunicación, y la
seguridad y confianza en el sistema de salud cubano y en la dirección del país, a
partir de las medidas aprobadas.

En un mundo de incertidumbres
En situaciones de calamidad, desastre o pandemia, como es el caso de estos
tiempos de coronavirus, hacer comunicación tiene que tomar en cuenta que el
ambiente social está dominado por una sensación justificada de vulnerabilidad,
que es a su vez producto de la incertidumbre provocada por el factor que altera
negativamente la cotidianeidad, desequilibrándola y poniéndola en situación de
riesgo.  

Situaciones de vulnerabilidad por incertidumbre, condicionan que el sentido de la


comunicación en tiempos de coronavirus, se desarrolle considerando
mínimamente cinco características:
1) por su concepción, la comunicación en situaciones de desequilibrio social es
esencialmente educativa, con un sentido relacional y acciones de orientación y
acompañamiento, ya sea como previsión, prevención o soluciones
2) las estrategias adecuadas son multimediáticas, es decir que una construcción
discursiva se comparte por distintos medios que intervienen desde su propia
naturaleza y lenguajes
3) la comunicación cumple un rol informativo crítico y orientador, oportuno, urgente
y absolutamente realista y transparente
4) acompaña los procesos de solución del problema alimentando
sentipensamientos constructivos
5) se realiza en un diálogo entre autoridades y ciudadanos, para tejer
comprensiones, acuerdos, complicidades e involucramientos compartidos para las
soluciones, con la dirección de una voz oficial que pregona con el ejemplo.
Comunicación educativa  
Siguiendo a Paulo Freire (Quito), que pone en el centro de atención de la
educación a la acción creadora de las personas, Daniel Prieto dice que la
comunicación educativa “no se concentra solo en producir y enviar mensajes, sino
por acompañar aprendizajes en el seno de las relaciones naturales y por crear
dentro de las comunidades”. Analicemos con detenimiento este planteamiento,
que pareciera asincrónico en contextos en los cuales la necesidad de información
no siempre contempla la necesidad adjunta de la apropiación discursiva en las
poblaciones desde sus propias condiciones de vida, y desde sus temores,
propuestas y esperanzas.
Especialmente en los círculos estatales y, por supuesto también en los privados, la
urgencia de la información suele llevar a aislar el mundo de la emisión del de la
recepción, del mismo modo que los razonamientos de los sentimientos, o a las
autoridades de los ciudadanos. Digámoslo claramente, hacer comunicación en
situaciones de pandemia no consiste en saturar el ambiente social de mensajes,
sino en garantizar su apropiación útil por parte de los ciudadanos que se
involucran en las soluciones como individuos y como sociedad.

Por lo tanto, la comunicación en situaciones de coronavirus es más cuestión de


mediaciones que de medios, o de construcción de imaginarios y sentidos de vida
más que de transmisión de mensajes, porque los procesos de comunicación se
realizan en el polo de la recepción, donde los sujetos están interactuando
cotidianamente con sus propias subjetividades, con sus entornos sociales,
culturales, políticos, espirituales, con la naturaleza, el cosmos y sus ilusiones,
tendiendo puentes con lo conocido y lo desconocido, y con lo vivido y por vivir.
Los países están haciendo esfuerzos por evitar pasar de la segunda a la tercera
fase. Los decretos ya están lanzados con variantes que se adecúan a cada
contexto. Sin embargo, un decreto no resuelve el problema, solo canaliza los
caminos posibles para trabajar soluciones que son tarea de todos. En
consecuencia, es necesario involucrar a la población y aquí interviene la
comunicación, activando los sentipensamientos con convicción y con
conocimiento, tanto en la adopción de las medidas que definen los gobiernos, así
como en un sentimiento de que, con su cumplimiento, la ciudadanía se hace parte
de la solución, aportando a los propósitos de derrotar la pandemia que está
ocurriendo en tiempo real y en paralelo en todo el planeta.
El doctor Feal Carvajal señaló que en el nivel de atención primaria están las
acciones principales, con la pesquisa activa que desarrollan el médico y la
enfermera de la familia, y que también requiere de la alerta de la población de
comunicar algún caso con síntomas respiratorios, especialmente entre las
personas más vulnerables, como los adultos mayores e hipertensos.

Pero hizo énfasis en la responsabilidad ciudadana, de protegernos ante los


riesgos y cualquier síntoma respiratorio, de acudir al médico o al policlínico en
cuanto el momento lo amerite, de posponer viajes al extranjero y de extremar el
lavado de las manos, como medida más eficaz para evitar la propagación del
virus.
El experto destacó la importancia de las audiencias sanitarias en todo el país,
del movimiento popular que comienza a surgir con la producción de nasobucos
con vistas a compartirlos entre las familias o en el barrio, a la par que la industria
confecciona los que se requieren para el propio personal de salud expuesto al
riego y a los pacientes ingresados bajo sospecha.

En casos como el coronavirus, este ambiente podría tornarse tornarse dramático,


porque lo que están en juego son vidas, lo que activa un mecanismo
proteccionista de subsistencia que conduce conductas gregarias, o de primacía de
la individualización, por un afán de sobrevivencia que se amuralla con prioridad en
grupos familiares y primarios, muy cercanos a la vida de cada ser humano. Son
situaciones en las que las prácticas de solidaridad son relegadas y absorbidas por
la fragmentación que funcionaliza las dinámicas colectivas a la prioridad de la
propia seguridad y sobrevivencia. Es decir, se tiende a ser solidario en la medida
que la acción colectiva favorece la propia seguridad personal.  
Este factor conduce a asumir actitudes de extrema protección y de exagerada
previsión, por lo que no resulta un proceso ajeno el reino del miedo provocador de
situaciones de caos y de pánico, que agudizan socialmente el problema, por
ejemplo con la arremetida consumista en los mercados, farmacias y centros de
abasto, especialmente cuando los discursos de autoprotección no tienen como
contraparte una adecuada y oportuna información.
Otro factor que opera en estas situaciones es que, en el ambiente cotidiano, la
apropiación del riesgo se asume con un sentido de ilusión, o como un hecho
externo, ajeno, foráneo, que se espera no llegue, aunque se sabe al mismo tiempo
que está tocando las puertas de cada vivienda y que, para no abrirle el paso, es
preciso conocerlo a fondo, así como los mecanismos para impedir su ingreso. A
diferencia de la anterior situación, en estos casos, que externalizan el problema,
se podría caer en situaciones de un exceso de confianza que podría conducir al
descuido o a la justificación de la inexistencia de posibilidades para tomar las
previsiones, como es el caso, por ejemplo, de la población en situación de extrema
pobreza que, por sí misma, no tiene las condiciones para su protección y
entonces, ilusoriamente, o con resignación, minimiza el problema.
El resultado de estas y otras situaciones, derivan en la construcción de un estado
social de excepción, en el que la combinación de una pandemia de constitución
poco conocida, que se enlaza con una situación de anomia individual y colectiva,
hacen más difíciles las soluciones.  
En algunos casos como actualmente el boliviano, estos tiempos de coronavirus se
están combinando además con la coyuntura de elecciones nacionales previstas
para el 3 de mayo. Y por si fuera poco, esta situación combinada se sitúa en los
tiempos largos de una arraigada economía de mercado. Esta triada se encarga de
mostrar el rostro inhumano de un sistema no normado que se regocija con el
ocultamiento de productos y la subida de precios de los artículos necesarios para
combatir la pandemia, así como de los alimentos; o con el bloqueo a soluciones de
conjunto como el acceso a los centros de aislamiento de los casos comprobados
de Covid-19; o con el abandono de mascotas en las calles porque alguien dijo que
son transmisores del virus; o con la búsqueda de preferencias desmedidas por
parte de algunos en las concesiones económicas que se agudizan con la crisis,
evidenciando así que la vida importa menos que el capital, y que la colectividad es
un valor de uso secundarizado por el individualismo.
Tiempos de pandemia como el coronavirus desnudan no sólo las limitaciones
humanas sino también las carencias materiales, más cuando como en este caso,
no se conocen con exactitud los modos de impedir con eficacia su expansión y no
se tienen consignados los recursos para su curación. La pandemia ha venido a
desnudar las enormes carencias de inversión y limitaciones en la capacidad de
infraestructura y equipamiento en el campo de la salud que tenemos la mayoría de
países. En estas condiciones, la voluntad, compromiso, calidad y calidez de los
profesionales de la salud, no son suficientes para acometer con eficacia la
atención de un problema que ha puesto en vilo incluso los avances de la ciencia
médica.
En los casos donde ocurren al mismo tiempo proceso electoral más coronavirus,
se debe reconocer que no son una buena combinación para posicionar un sentido
válido de la vida, porque ambos se disputan el centro de atención y resultan
convirtiéndose en una pésima coincidencia. Definitivamente, no se combinan, por
lo que uno de los dos debería entrar en receso. Y como no depende de una
decisión política que el coronavirus salga de nuestras fronteras, lo más factible
resulta plantearse una pausa electoral. Pausa que no implica, necesariamente,
postergar fechas de comicios electorales, pero sí frenar las campañas, con un acto
de desprendimiento de cada frente político quitándose por un tiempo sus
camisetas para ponerse la del país, de modo que todas y todos, unidos,
combatamos material y virtualmente la pandemia que se ha convertido en una
amenaza que desnuda nuestras fragilidades como país en el campo de la salud,
de la coordinación interinstitucional y de las empatías con las ciudadanías.  
¿En este ambiente en el que las mentes y los corazones de los ciudadanos están
preocupados por conocer los modos de sobrevivir a la pandemia, para lo que se
resisten a abrirle las puertas de sus hogares, será posible suponer que podrían
predisponerse a congeniar con las promesas celestiales de los candidatos, o con
sus condenas a los contrincantes electorales?

Se debe tomar en cuenta por una parte la interrelación entre autoridades y


ciudadanos, asentándola en el elemental ejercicio de saber escuchar los temores,
dudas, esperanzas, reclamos y propuestas ciudadanas, poniéndose en su
situación, es decir, colocándose en el lugar desde donde construyen sus discursos
y dialogar con ellos, reconstruyendo narrativas de preservación de la vida. La
pregunta de partida es: ¿tienen todas y todos, las condiciones mínimas para
sobrellevar las recomendaciones más elementales que podrían impedir la
propagación de la pandemia?
Como la respuesta más probable es que no, en las medidas procesuales que
tomen las autoridades (suspensión de clases, limitación a los vuelos de y hacia
algunos países, número limitado de concentración de personas, suspensión de
actividades públicas, horario continuo, aislamiento en hogares a partir de una hora
x, liberación de aranceles para la importación de productos, cierre de fronteras,
cuarentena … y otras), es imprescindible, en el campo de la comunicación, otorgar
condiciones para el acceso, diálogo, participación y convivencia de la población,
incentivando acciones relacionales en los distintos medios, públicos y privados,
para una información adecuada, orientaciones pertinentes y exposiciones de
casos de las poblaciones que lleven a las autoridades a superar posibles
impasses producto del ambiente de extrema vulnerabilidad por la alta
incertidumbre.
Situaciones de crisis y de pandemia, son terreno inexorable e ineludible de
reconocimiento de una mayoritaria expectativa, expresión y apropiación de
mensajes desde el mundo denso de las emociones. Muy difícilmente, sin un
trabajo educomunicativo, la racionalidad primará por sobre los sentimientos. Por
eso es necesario trabajar integralmente los sentipensamientos, es decir, el
conocimiento a partir de las subjetividades, las sensibilidades, las espiritualidades,
las creencias, las intuiciones y los impulsos que impelen a actuar, en relaciones
donde los sentimientos son inseparables de los pensamientos.
Así los temores y las dudas se entremezclan con los razonamientos en los
acercamientos a la realidad con mirada de futuro, avanzando hacia él con
intuiciones al mismo tiempo que con esperanzas y con decisiones argumentadas,
en un terreno de complejidad e incertidumbre.
Un claro ejemplo de lo dicho lo constituye la resistencia de vecinos en varias
ciudades a la habilitación de zonas de aislamiento para los casos comprobados de
coronavirus. La primera reacción a estas actitudes, ciertamente reñidas con los
propósitos de salubridad y condenables desde todo punto de vista, suele
concentrarse en su enjuiciamiento como acciones inhumanas, cavernícolas,
conspirativas o criminales. El Estado tiene dos maneras de resolver estos
impasses, por la vía coercitiva si las razones fueran de orden político, y por la vía
de la persuasión en cualquiera de las posibilidades.
En este espacio juega un rol decisivo la comunicación que, al tener un sentido
fundamentalmente educativo, se basa en el desarrollo de espacios de diálogo, con
mutua explicación de los temores, expectativas y acciones con el propósito de
llegar a acuerdos que convengan al conjunto de la sociedad. Un ramillete de spots
difusivos no lograría nunca jamás los mismos resultados que un proceso
participativo de resolución de conflictos y de construcción de acuerdos, sabiendo
que -lo demuestra la realidad- la aplicación de las políticas gubernamentales, por
más pertinentes y adecuadas que sean, como los hospitales centinela o el
distanciamiento social, no van a funcionar sin la complicidad y apoyo conviviente
de las poblaciones.
Estrategias multimediáticas
Es por estas situaciones que la propuesta educomunicativa, en su realización,
debe ser esencialmente multimediática y multidiscursiva. No se puede trabajar
solamente por medios masivos tradicionales (televisión, radio, prensa), ni tan sólo
por redes sociales, ni tan sólo por medios grupales, sino que se los debe combinar
adecuadamente, por supuesto a partir de la naturaleza y lenguaje de cada medio.
Estas situaciones exigen paralelamente la construcción discursiva tanto en el
plano del cuidado personal (lavarse las manos adecuadamente, no saludarse
dando la mano, toser cubriendo con el brazo...), como de medidas basadas en el
distanciamiento social (aislamiento en el hogar, reducción de reuniones, cierre de
locales de eventos…). El desafío comunicacional radica en que ambas
dimensiones deben saber compartirse evitando la confusión y la subsecuente
resistencia a su aplicación, para lo que es imprescindible otorgar una adecuada
explicación, tomando en cuenta además las características socioculturales de los
espacios donde se desarrollen.  
Por ejemplo, el metro, el teleférico y los buses son espacios idóneos para posters
o trípticos con explicaciones claras sobre cómo toser para evitar contagios, con
demostraciones rápidas y prácticas en las filas de espera. O la estrategia puerta a
puerta explicativa de las medidas, es mucho más necesaria ahora que las visitas
de los candidatos electorales. En los aviones y buses, además de las
demostraciones personales, los videos cumplirán un rol instructivo de primer nivel.
La televisión y la radio, antes que grandes análisis de especialistas (lo que es
necesario en espacios especializados para públicos interesados), deben abundar
en la exposición didáctica de las medidas de previsión, prevención y posible
solución.
En nuestros tiempos, las redes cumplen no solamente un rol informativo, sino
también un nocivo papel de desinformación y alarma, con mensajes que se
reproducen con la misma fuerza arrasadora de la pandemia. Actúan como
catarsis, en algunos casos, siempre que no caigan en la banalización que provoca
la subestimación o sobreestimación de un monstruo que tiene que ser resistido.
En tiempos de fake news y coronavirus es menester activar la duda y preguntarse
si las noticias o memes que circulan serán ciertas, o no. Los pulgares no pueden
dominar a las mentes.
Y como las redes sociales no se someten al derecho a la información, sino que se
regocijan en el mundo de la libertad de expresión, con fuertes desviaciones de
libertinaje, para que cumplan un rol de orientación, del mismo modo que los otros
medios, deben ser alimentados con mensajes que orienten, informen y sean útiles
para enfrentar responsablemente los impactos nocivos del coronavirus y su
expresión en el Covid-19. Hay que hacer tendencia con los mensajes que
acompañan soluciones.
Información trascendente, para garantizar la vida
Un factor comunicacional clave en estas situaciones de incertidumbre es la
información adecuada, pertinente, orientadora y oportuna. Para desarrollarla, es
imprescindible recuperar de las prácticas tradicionales del periodismo el sentido de
la noticiabilidad para la información con veracidad, respetando los códigos de ética
contemplados en el derecho a la información, siguiendo disciplinadamente el
cumplimiento de principios como los siguientes:
i)  Cero propaganda y publicidad. Un principio eje de la información en
situaciones de pandemia es eliminar todo rasgo publicitario, puesto que, en este
caso, queda claro que el coronavirus no es un producto comercial a ser vendido, ni
tampoco es un recurso electoral a ser aprovechado. En consecuencia, ninguna
persona ni organización pueden valerse de esta situación de vulnerabilidad para
querer instalar promesas o posicionar imágenes. Que nadie busque ganarse
medallas, ni reconocimientos, ni votos con la preservación de la vida.
 
ii)  Decir siempre la verdad. No hay mentiras buenas en situaciones de
pandemia. La información responsable, sin alarmar, ni ocultar evidencias, es un
recurso necesario tanto para las medidas correctas como para los
comportamientos individuales y sociales adecuados. Sobre todo, no se puede
mentir sobre las soluciones, difíciles soluciones, que con frecuencia se suelen
mostrar con exageración para justificar posicionamientos y eficacias
institucionales.
 
iii)  Promover solidaridades. Dijimos que en estas situaciones el individualismo
personalista se impone a los rasgos de solidaridad por una reacción de
sobrevivencia. Por lo tanto, la solidaridad no es un proceso en desarrollo, sino una
condición por construirse. Y los modos de hacerlo desde la comunicación, pasan
por el involucramiento, la participación, el protagonismo ciudadano y el desarrollo
de acciones con complicidades, con la ciudadanía sabiéndose parte de las
soluciones. Como las iniciativas son tomadas por los gobiernos, éstos tienen que
mostrarse sin propósitos ni electorales, ni de posicionamiento, ni de consolidación
partidaria. Su misión es su país.  
 
iv)  Tejer esperanzas. Las soluciones son las encargadas de encaminar
alternativas de reconstitución de la normalidad social, cultural y política con el
menor daño posible, asumiendo las lecciones aprendidas. Por esto es que las
esperanzas no son solo una meta colocada en el futuro, sino una realidad que se
construye paso a paso, día a día, medida a medida, con la intervención
colaborativa de ciudadanos y gobernantes, como tarea de todos.  
La información en tiempos de pandemia rompe con prácticas condicionadas por la
espectacularización de la vida, o por la búsqueda de la primicia informativa, o por
la consecución de ratting. No es la economía de mercado la que prima en estos
momentos de excepción, es la filosofía de la vida la que conduce la recomposición
de las sociedades. Hay que poner los medios y la generación de discurso a la
altura del desafío.
Codo con codo: mediaciones con sentipensamientos
No se pueden dar por sobreentendidos los componentes del problema. El Covid-
19 es desconocido y nuevo para todos. En consecuencia, cada medida que se
tome tiene que contar con explicaciones de qué se trata, para que se entienda y
se asuma. Por ejemplo, si se dijera que el propósito del país es evitar la
transmisión comunitaria del coronavirus, lo que no depende de la emisión de un
decreto, sino del desarrollo de acciones pertinentes, entre todos, la población
tendría que saber que se trata de una fase avanzada de la invasión de la
pandemia, que ocurre cuando el virus ya camina en todos las direcciones y se
arrima en todos los rincones de los hábitats y vida cotidiana, sin capacidad de ser
contralado, por lo que podría generar incalculables daños indeseados.  
Saber esto con valoración adecuada, tiene que acompañarse con explicaciones
claras de que la primera fase se produce por la presencia de casos de afectación
producto de su importación por quienes estuvieron en países ya contaminados. Y
como los países con afectación posterior a la de otros cuentan con referentes de
lo ocurrido en otras fronteras, tienen el tiempo y las condiciones para desarrollar
un adecuado proceso de preparación contemplando el carácter integral que
supone enfrentar la llegada de la pandemia.  
Es ya conocido que la segunda fase se caracteriza por la transmisión local del
Covid-19, es decir desde los afectados hacia sus entornos compuestos por las
personas con los que mantuvieron contacto. En este caso, las medidas que se
tomen y también los mensajes de los procesos de comunicación, deben girar en
torno a su contención, con acciones combinadas de cuidado personal y de
mitigación o distanciamiento social, para controlar la transmisión local y evitar su
expansión a nivel comunitario. La tercera fase, producto de que la enfermedad
explosiona y se expande raudamente, es de transmisión comunitaria, que se
caracteriza porque el virus se ubica en el ambiente con la posibilidad de abarcar a
quien se exponga especialmente a lugares de alta concentración de personas.
Finalmente, la cuarta fase, de transmisión sostenida, escapa a las medidas de
control y se hace difícil de controlar.  
Una medida de distanciamiento social con aislamiento en los hogares, constituye
una situación sociocultural especial que rompe la cotidianeidad. Técnicamente es
una medida adecuada que necesita ser reforzada y consolidada desde las
propuestas de los medios de comunicación, con programaciones que se innoven
tanto en la difusión de las medidas sobre la pandemia, así como con ofertas que
se realicen para alimentar la situación de encuentro y socialización familiar en el
hogar. Los medios de comunicación tienen que volver a pensarse como las
compañeras de la vida de las personas, ahora convivientes de grupos primarios
que deben trabajar su cotidianeidad labrándose condiciones para enfrentar la
pandemia y tejerse futuro, desde ellos en relación virtual con otros grupos
familiares.
Los momentos de información deben estar identificados y no invadir otros
espacios mediáticos que son necesarios para poner la mente y la atención en
otros temas, como por ejemplo alimentar el sentido de responsabilidad que
supone el aislamiento en tanto medida para protegerse y para contribuir al bien
común. Por eso, en estas situaciones, se debe evitar la sobreinformación por más
bien intencionada que esté, porque en una situación de aislamiento ya sea
personal o colectivo, suele generar ansiedad.  
Las programaciones de los medios de comunicación en estas situaciones tienen
que ser creativas para acompañar la realización de actividades físicas y manuales
dentro el hogar; o espacios de interacción como concursos, o pedidos musicales,
que tienen la capacidad de generar empatías en las audiencias. No se olvide que
enfrentar a la pandemia es cuestión de todos, no de una autoridad, ni de un
profesional iluminado, ni de un conjunto de autoridades, sino de toda la sociedad,
por lo que se deben promover y acompañar espacios, momentos y actitudes
colaborativas, en equipo, siguiendo un plan diario que marca rutinas familiares, a
sabiendas que la prioridad la tienen los niños. Es tiempo para recuperar los relatos
de los abuelos y las historias de solidaridades que no sólo alimentan la
espiritualidad y subjetividad personal, sino también las historias colectivas.
Por sobre todas las cosas, los mensajes deben ser, además de claros en las
condiciones y consecuencias de la pandemia, esperanzadores en sus
posibilidades de solución con el aporte de todos. Hay que inventar alternativas
adecuadas de convivencia y construcción de esperanzas, dinamizando las
capacidades sociales de desarrollo de soluciones compartidas y alimentado
prácticas sociales de resiliencia, es decir la capacidad de una comunidad,
sociedad u organización expuestas a una amenaza, para resistir, absorber,
adaptarse y recuperarse.
Pregonar con el ejemplo
Multiplicidad de voces rondan en el ambiente. Y cada una pretende convertirse en
la última palabra. Algunas tienen fundamento. Otras navegan en el mar de las
especulaciones. No faltan las que tienen por vocación desorientar. El mundo
comunicacional no tiene fronteras y los conocimientos se abren a los miedos, los
atisbos y las alternativas que empiezan a rondar por el planeta a la par que el
coronavirus.
En un ambiente como éste, polifónico, es imprescindible la guía de una voz oficial,
una capaz de aglutinar en consensos otras voces para convertirlas en una y
organizar con ella la acción colectiva. Esta voz oficial, expresada por el más alto
nivel de autoridad del territorio que corresponda debe tener presencia permanente,
como compañía y como guía. Tiene que ser oportuna; directa, sin rodeos; clara,
que no de lugar a dobles interpretaciones; orientadora; inclusiva y esperanzadora.
Esta voz, una, no puede caer en contradicciones porque genera confusiones en un
ambiente social que ya es confuso, porque las contradicciones no sólo que
alimentan la incertidumbre, sino que adoquinan niveles de desconfianza, lo que
podría resultar en situaciones fatales de mayor anomia. Un ejemplo, los horarios
declarados de aislamiento domiciliario, tienen obligatoriamente que guardar
correspondencia con los horarios de trabajo. Si se decreta horario continuo, el
inicio de éste y su finalización tienen que tener un tiempo prudente para la
finalización e inicio del aislamiento domiciliario.  
La voz oficial no puede estar sometida a niveles de creación de expectativa
porque debe ser directa, sin rodeos que den paso a las especulaciones. Su
emisión ocurre en el momento oportuno de una situación en la que todo es
urgente. Salvo con fines programados de darle tiempo a la población para que se
abastezca de víveres, no se puede anticipar que se adoptará una decisión de
cuarentena, genera caos más que encaminar soluciones.
Predicar con el ejemplo pasa comunicacionalmente por adoptar un lenguaje
inclusivo para un tema que en la realidad no excluye a nadie. El nosotros es el
término adecuado que representa posiciones de gobierno e incluye
responsabilidades compartidas con la ciudadanía. En estas situaciones el yo es un
recurso lingüístico impertinente, que podría tener impacto de posicionamiento
personal, posiblemente, lo que no es válido cuando el desafío es arribar a
soluciones colectivas en un problema comunitario.
Cada día, cada paso, durante el proceso y a su conclusión, tiene que servir como
escenario de lecciones aprendidas, en todos los campos: de política pública,
financiero, de capacidad logística, de atención profesional, de comunicación, de
coordinación interinstitucional, y otros, para enriquecer las capacidades del país
en situaciones inesperadas e indeseadas como la que sobrevivimos.
La intervención estatal en la solución de pandemias es una intervención de
liderazgo con acompañamiento ciudadano; de un liderazgo que demuestra en la
práctica que la prioridad es la población; de un liderazgo inclusivo sin colores
partidarios; y un liderazgo que comparte iniciativas con todos los sectores.  
Este liderazgo se consolida en su capacidad de coordinación y comando de la
toma de decisiones y del proceso de realización de las medidas de protección
como el abastecimiento médico y alimentario; de servicio, como un plan de
limpieza y salubridad o transporte adecuado; de atención, como las condiciones
de curación de los afectados; de orden, con medidas claras y compartidas; de
esperanza, con intervenciones oportunas.
La comunicación tiene dos dimensiones que operan sobre los imaginarios: una de
interacción mediante el intercambio de mensajes y de discursos; y otra de práctica
social, mediante la construcción de sentidos de vida. En tiempos del coronavirus,
la comunicación provoca interacciones con orientaciones, información y espacios
de diálogo que generan corresponsabilidades y solidaridades; así como con la
participación individual y colectiva en el cumplimiento de las medidas, con lo que
garantiza su seguridad personal y familiar, además de contribuir a la seguridad de
la sociedad.
 
 * Sociólogo y comunicólogo boliviano. Consultor internacional en estrategias de
comunicación. Ex Secretario General de la Comunidad Andina de Naciones -
CAN; ex Secretario ejecutivo de OCLACC (actualmente SIGNIS ALC)
Santiago Ortíz, del Sindicato de Periodistas del Paraguay habló sobre la
importancia de los medios de comunicación en tiempos de emergencia sanitaria,
situación por la que actualmente atraviesa el país ante la pandemia COVID-19.

Por su parte, la Dra. Lucía Valdéz, del Departamento de Psicología del Hospital de


Clínicas de la FCM-UNA añadió que la comunicación es imprescindible en estos
tiempos, por lo se recomienda acudir a fuentes confiables como la de expertos o
especialistas en la materia, o en todo caso, recurrir a la literatura científica para
brindar información acertada, utilizando siempre un lenguaje claro y sencillo para
brindar información realista, veraz y oficial, de manera a ir disminuyendo la
sensación de temor, pánico o ansiedad en la población.

Dijo que en este momento la influencia de la prensa, sobre todo en el personal de


blanco y sus familiares, representa una influencia muy importante. Aunque
lamenta cierto exceso de negatividad en la información, puesto que se informa
más sobre casos de contagio y de muerte que de estadísticas de personas
curadas, que vendrían siendo mayoría en este caso.

“Entonces eso denota un sesgo negativo muy importante que hace desde luego
que todo esto parezca una catástrofe para todos, sobre todo cuando que se habla
por ejemplo de que las personas con morbilidades son las que tienen más riesgo.
Y la prensa tiene hoy, más que nunca, un rol demasiado importante para transmitir
a la población mensajes veraces en cuanto a Ciencia, en la que científicos están
abocados en la búsqueda de opciones terapéuticas, que en otros países, ya están
dando resultados positivos en el combate contra el virus”.

Dijo que sería interesante que los medios de comunicación mostraran también
testimonio de gente que ya está curada; apelando a noticias más positivas como la
búsqueda de mensajes esperanzadores, en lugar de la desesperanza que se
quiere reflejar muchas veces.

Exhortó además a transmitir más información de autocuidado tanto individual


como familiar, brindando herramientas de ayuda que puedan servir para estos
días de convivencia en la casa.

“Ya que esta etapa de aislamiento parece que a la familia le está costando
bastante, mismo por la falta de costumbre al diálogo, de compartir cosas,
entonces ahí también hay mucha necesidad de dar algunas orientaciones básicas
para la convivencia, inclusive con los hijos y mismo la relación de pareja”.

La especialista en salud mental, resaltó la importancia de estar bien primeramente


con uno mismo, pues la situación de aislamiento requiere también de
introspección, de vivir los espacios individuales de manera serena, de poder
procesarlo individualmente tomando cada uno sus riesgos y su autocuidado.

“Y ayudar a que el otro esté bien, a relajarnos haciendo cosas que a cada uno nos
sirve y que pueden ser distintas; porque lo que a mí me relaja, le puede estresar al
otro. Buscar aquello que nos produzca bienestar, procurando estar serenos,
porque nuestro sistema nervioso cuando hay estrés hace que bajen nuestras
defensas, y ahí es cuando todos podemos hacer mucho, estar serenos es lo que
nos conviene porque es nuestra serotonina natural, es como que ahí vamos a
hacer que nuestros glóbulos rojos puedan estar atentos para
defendernos”, explayó.

Asimismo, valoró al equipo del Dpto. de Prensa de la Facultad de Ciencias


Médicas, por convertirse en un canal importante de producción y difusión de
materiales referentes a la salud.  “Gracias al trabajo de Prensa, nuestros usuarios
están pendientes de las recomendaciones que todos los profesionales podemos
hacer llegar y ser de mucha utilidad en estos momentos difíciles”, concluyó.

El coronavirus es, en estos momentos, motivo de charlas en las familias, amigos,


vecinos y compañeros de escuelas y de trabajo. Si bien hay un riesgo real, los
medios de comunicación --audiovisuales, sobre todo-- están generando una
sobrecarga de información que provoca el efecto nocivo de la desinformación de
buena parte de la sociedad, ya que no logra tramitar todo lo que ve en pantalla:
desde el video del primer infectado que pide sushi en su cama de internación
hasta los mapas interactivos que van llenando casilleros, como en el TEG, de los
países que va “ocupando” el coronavirus. ¿Es tiempo de preocuparse o más bien
de ocuparse (entendiendo por esto último el acceso a una información veraz)?
¿Qué impactos tienen los medios en los miedos de la sociedad? “Hay una relación
directa entre la producción de los medios de comunicación y la reacción de la
sociedad”, explica el prestigioso médico psiquiatra Santiago Levín, también
presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y psicoanalista.
“Hoy en día, la comunicación es instantánea, pero también la repetición es
instantánea. La saturación de imágenes de gente con barbijo, de cruceros en
cuarentena, de ciudades con las calles desiertas produce pánico cuando no viene
acompañada de una orientación editorial adecuada. Se tira en crudo sin ayudar a
comprender ni a procesar y queda del lado del público qué hacer con eso”, analiza
Levín. “En estos días, hemos escuchado a empleados de farmacia muy
preocupados porque va gente del barrio a hacer largas colas y se desespera si no
encuentra barbijos o alcohol en gel, cuando debería informarse a la población que
ninguna de las dos medidas son necesarias ni recomendadas. Entonces, esa falta
de una línea editorial destinada a la información produce también ganancias
comerciales en distintos sectores y no sólo pánico en la sociedad”, cuestiona
Levín.
CARACAS, VENEZUELA — 
A pesar de que representantes del gobierno en disputa han asegurado que los
trabajadores de los medios de comunicación están autorizados para transitar en
medio de la cuarentena colectiva implementada en el país para tratar de contener
la propagación del coronavirus, se han registrado varios casos en los que distintos
cuerpos de seguridad han impedido el libre ejercicio profesional de la prensa.

Edgar Cárdenas, secretario del Colegio Nacional de Periodistas seccional


Caracas, confirmó a la Voz de América los episodios que esta semana se han
registrado, entre ellos la detención de una reportera y una fotógrafa mientras
verificaban la situación en la que se encuentra una zona del oeste de la capital
venezolana y fueron obligadas a borrar el material que habían grabado.

De acuerdo al representante del gremio, también se ha restringido el libre transito


de varios reporteros.

“Se dirigía hacia su lugar de trabajo y fue abordado por funcionarios del FAES (…)
cuando se identificó con su carnet de prensa, este le fue retirado e inclusive se lo
rompieron y fue subido a una unidad de la policía donde estuvo detenido por casi
una hora”, relató Cárdenas.

Reiteró que de acuerdo al artículo 337 de la Constitución de Venezuela el derecho


a la información no puede ser limitado ni en estado de emergencia.

“Es un momento critico en el que cual yo creo que más bien uno de los mejores
aliados del Ejecutivo Nacional debería ser la prensa pero pareciera que no lo
entienden, pareciera que somos enemigos”, agregó.

En las últimas horas gremios que agrupan a los trabajadores de la prensa han
pedido al Estado el ofrecimiento de garantías necesarias para que los periodistas
y los medios de comunicación puedan cumplir con su responsabilidad de informar.

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