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24/05/13 Divorciados vueltos a casar

20.05.13

Divorciados vueltos a casar


La situación de innumerables parejas de bautizados, que han
dejado su matrimonio legal y se han unido en concubinato
preocupa hondamente a la Iglesia.
Incontables parejas separadas en su matrimonio válido e
indisoluble, han hallado un nuevo cónyuge con el que no
pueden contraer matrimonio católico. Es una situación triste.
Muchas de estas parejas han encontrado en la nueva
provisional unión, un equilibrio y una felicidad que no habían
logrado en su matrimonio legítimo, pero les aferra su situación
de cristianos. El concubinato admitido voluntariamente no les
permite acercarse a la confesión sacramental, y, en esas
circunstancias de situación de pecado, no pueden acercarse a
la Sagrada Comunión, sin incidir en un sacrilegio.
La Iglesia no puede permanecer indiferente ante el doloroso
problema que afecta a tantos hijos suyos. La Iglesia madre y maestra, busca la felicidad y el bien de los
hogares, y, cuando por algún motivo éstos se disgregan, sufre y trata de consolarlos.
La Iglesia instituida para conducir a la salvación a los hombres, sobre todo a los bautizados, no
puede abandonar a sí mismos a quienes -unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental- han
intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto, procurará infatigablemente poner a su disposición los
medios de salvación (Familiaris consortio, 84).
El último sínodo de obispos que trató la nueva evangelización para la transmisión de la fe
cristiana, abordó también el asunto de los divorciados vueltos a casar. Los padres sinodales dicen:
La nueva evangelización debe hacer esfuerzos para abordar los problemas importantes en relación
con el matrimonio, en el caso de los divorciados y vueltos a casar, en la situación de sus hijos, el
destino de los cónyuges abandonados, en las parejas que viven juntas sin casarse, y en la tendencia
de la sociedad a redefinir el matrimonio.
La Iglesia con atención materna y espíritu evangélico, debe buscar las respuestas adecuadas a estas
situaciones, siendo un aspecto importante de la nueva evangelización. Cada plan pastoral de
evangelización también debe incluir una invitación respetuosa a todos los que viven solos, para que
experimenten a Dios en la familia de la Iglesia (Lista final de las propuestas, nº 48).
Para estas parejas, en el Año Internacional de la Familia de 1994, la Sagrada Congregación para la
Doctrina de la Fe emitió una Carta a los Obispos con expresa aprobación del Papa Juan Pablo II. El
documento señala:
durante los últimos años, en varias regiones se han propuesto diversas soluciones pastorales según
las cuales ciertamente no sería posible una admisión general de los divorciados vueltos a casar a la
Comunión eucarística, pero podrían acceder a ella en determinados casos, cuando según su
conciencia se consideraran autorizados a hacerlo. Así, por ejemplo, cuando hubieran sido
abandonados del todo injustamente, a pesar de haberse esforzado sinceramente por salvar el anterior
matrimonio, o bien cuando estuvieran convencidos de la nulidad del anterior matrimonio, sin poder
demostrarla en el foro externo, o cuando ya hubieran recorrido un largo camino de reflexión y de
penitencia, o incluso cuando por motivos moralmente válidos no pudieran satisfacer la obligación
de separarse.
En algunas partes se ha propuesto también que, para examinar objetivamente su situación efectiva,
los divorciados vueltos a casar deberíanentrevistarse con un sacerdote prudente y experto. Su
eventual decisión de conciencia de acceder a la Eucaristía, sin embargo, debería ser respetada por
ese sacerdote, sin que ello implicase una autorización oficial.
En estos casos y otros similares se trataría de una solución pastoral, tolerante y benévola, para
poder hacer justicia a las diversas situaciones de los divorciados vueltos a casar.

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24/05/13 Divorciados vueltos a casar
Si la realidad es tan cruda, ¿quiere decir que no son de la Iglesia o nada pueden hacer en
ella? Serían propuestas dislocadas. Son de la Iglesia como bautizados, y pueden realizar mucho
bien en el seno de la Iglesia.
Nada les impide que fomenten en su interior verdaderos sentimientos de conversión, que ofrezcan el
Sacrificio de la Misa, como adoración, alabanza y acción de gracias a Dios, que gusten del Sacrificio de
Jesús como reparación de sus propios pecados, que puedan orar seriamente para conseguir la solución de
su problema, que practiquen muchas y excelentes obras de misericordia, que enseñen a otros los caminos
de la fe, que puedan colaborar con el complejo parroquial en iniciativas pastorales, que fomenten en sí
mismos la lectura de la Biblia (cf. Juan Pablo II en su discurso a la XIII Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para la Familia, el 24 de enero de 1997).
Son muchas y útiles para sí y para otros las perspectivas que ofrece la colaboración de los divorciados, lo
que deben es pensar, que no están expulsados de la Iglesia de Cristo, ni condenados de antemano por su
situación y realidad.

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