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Carta de Jamaica

La Carta de Jamaica es un texto dictado por el político y militar Simón Bolívar a su


secretario Pedro Briceño Méndez el 6 de septiembre de 1815 en Kingston, capital de
la colonia británica de Jamaica, en respuesta a una misiva de Henry Cullen, un comerciante
jamaiquino de origen británico residente en Falmouth, cerca de Montego Bay.1 En la Carta,
Bolívar expone las razones que provocaron la caída de la Segunda República de Venezuela en
el contexto de la independencia de Venezuela. La Carta, cuyo título era Contestación de un
Americano Meridional a un caballero de esta Isla, pretendía atraer a Gran Bretaña y al resto de
potencias europeas hacia la causa de los patriotas independentistas americanos.2

Ediciones[editar]
La edición en inglés de la Carta se titula A friend y, en español, Un caballero de esta isla.
[cita  requerida]
 Se publicaron dos ediciones en inglés: en 1818 en The Jamaica Quarterly Journal and
Literary Gazette y en 1825 en The Jamaica Journal and Kingston Chronicle. La primera
publicación conocida de la Carta en español apareció impresa en 1833, en el volumen XXI,
Apéndice, de la Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador, compilada
por Francisco Javier Yánez y Cristóbal Mendoza.1
El original más antiguo que se conocía era el manuscrito borrador de la versión inglesa
conservado en el Archivo General de la Nación (Bogotá), en el fondo Secretaría de Guerra y
Marina, volumen 323. No se había podido localizar el manuscrito original español, hasta que el 4
de noviembre de 2014 se informó del hallazgo en un archivo ubicado en Ecuador del manuscrito
original en idioma español del documento.31

Antecedentes[editar]
Las reformas introducidas por los Borbones (especialmente por Carlos III) provocaron un
sentimiento de frustración entre ciertas élites criollas, que creyeron amenazada su dominación
social a causa de la pérdida del control de los cargos de la administración colonial a favor de
funcionarios llegados de la península, además de tener que soportar una mayor presión fiscal y
el reforzamiento del pacto colonial, que obligaba a las colonias a comerciar sólo con la
metrópoli. Este sentimiento condujo a algunos de los miembros más ilustrados de las élites
criollas, como el propio Simón Bolívar, a pensar que la solución a sus "agravios" era la
independencia de la metrópoli (la misma solución que habían emprendido, con éxito,
los protestantes de habla inglesa de las trece colonias británicas de América del Norte y que
había dado nacimiento a los Estados Unidos).4
Tras conocerse las “sucesiones de Bayona” (como llamó Bolívar a las abdicaciones de Bayona)
de mayo de 1808, se formaron en las principales ciudades americanas, al igual que en la
península, unas juntas que asumieron el poder en nombre del rey ausente, Fernando VII: la
primera, en Quito (el 10 de agosto de 1809), que declaró la independencia. Estas juntas
enviaron representantes a la Junta Suprema Central de Sevilla. La ruptura con la metrópoli se
inició cuando algunas de ellas (en la ciudad de Bolívar, en abril de 1810) no reconocieron la
autoridad de la Regencia que se formó en Cádiz, ya que, al haberse disuelto la Junta Suprema,
volvían a quedarse sin representación en España y, por esta razón, se proclamaron
independientes, destituyendo, a continuación, a las autoridades coloniales.5
La ruptura se consumó definitivamente cuando, a principios de 1814, se conoció que Fernando
VII había abolido la Constitución de 1812, poniendo fin así al intento de las Cortes de Cádiz de
establecer una relación más igualitaria entre España y su imperio (proclamada en el artículo 1º
de la Constitución que decía: «La Nación española es la reunión de todos los españoles de
ambos hemisferios»), y que asimismo se proponía restaurar el orden colonial anterior a 1808
(entre otras razones, porque los impuestos procedentes de "las Indias" eran imprescindibles
para restablecer el maltrecho estado de la Hacienda pública).

Contexto ideológico
Alrededor de 1800, Bolívar estudió la política y las ideas de la época de la revolución en Francia.
Bolívar, como muchos de los criollos, no era ajeno a las teorías sobre el derecho natural y
el contrato social, y estas ideas eran pilares en su manejo político y en su defensa de la libertad
y la igualdad, claras premisas ilustradas. En la Carta de Jamaica, se ve claramente la influencia
de la Ilustración y sus grandes pensadores; Bolívar incluye conceptos de Montesquieu cuando
habla de «despotismo oriental» para definir al Imperio español.
Bolívar tenía en Montesquieu a su autor favorito; para él, El espíritu de las leyes era una obra a
la que recurría siempre a la hora de definir posturas y disertaciones sobre el futuro y presente de
los pueblos coloniales sudamericanos.
Bolívar tuvo que diseñar su propia teoría de la liberación nacional y, como hemos señalado, esta fue una
contribución a las ideas de la Ilustración, no una imitación de ellas.
John Lynch

Aunque la carta estaba originalmente dirigida a Henry Cullen, está claro que su objetivo
fundamental era llamar la atención de la nación liberal más poderosa del siglo XIX, Gran
Bretaña, a fin de que se decidiera a involucrarse en la independencia americana. No obstante,
cuando los británicos finalmente accedieron al llamado de Bolívar, este prefirió la ayuda de Haití.

Contenido[editar]
En la carta, Bolívar justifica la rebelión de los criollos «patriotas» de la América española y hace
un llamado a continuar la lucha para alcanzar la independencia (ya que «rara vez la
desesperación no ha arrastrado tras de sí la victoria»). Para ello, Bolívar recurre a dos
argumentos.7
El primero se refiere a la ruptura, por parte de la Monarquía, del contrato social, supuestamente
pactado entre la Corona española y «los descubridores, conquistadores y pobladores de
América» en tiempos de Carlos V (es decir, al inicio de la formación del Imperio en América),
según el cual éstos tenían derecho a dirigir los nuevos territorios, mientras la Corona se
reservaba únicamente el «alto dominio» (como si se tratara de una propiedad feudal). Este
contrato, según Bolívar, fue roto por la Corona —especialmente por la nueva dinastía de
los Borbones— al imponer «leyes expresas que favorecen exclusivamente a los naturales del
país originarios de España en cuanto a empleos civiles, eclesiásticos y de rentas» en detrimento
de los criollos —los «naturales» que se han visto despojados «de la autoridad constitucional que
les daba su código»—.8
El segundo argumento se refiere a la política represiva adoptada por la Regencia, primero, y
por Fernando VII, después (tras volver a asumir sus poderes absolutos en abril de 1814),
respecto a las «juntas» americanas que se habían proclamado independientes tras
las sucesiones de Bayona (la abdicación de Carlos IV y de Fernando VII a favor de Napoleón en
mayo de 1808) y la posterior disolución de la Junta Suprema Central a principios de 1810,
sustituida por una Regencia. Según Bolívar, esta política represiva había convertido a España
de madre patria (que la Constitución de 1812 ha reconocido, al menos en teoría, a los criollos
como españoles en igualdad de derechos que los peninsulares) en madrastra. Antes, afirma
Bolívar, «todo lo que formaba nuestra esperanza, nos venía de España, pero ahora sucede lo
contrario… y se nos quiere volver a las tinieblas… ya hemos sido libres, y nuestros enemigos
pretenden de nuevo esclavizarnos».9
El Discurso de Angostura
Discurso pronunciado por Simón Bolívar el 15 de febrero
de 1819, en la provincia de Guayana, con motivo de la
instalación del segundo Congreso Constituyente de la
República de Venezuela en San Tomé de Angostura
(hoy Ciudad Bolívar).
En este documento Bolívar como jefe de Estado se
dirige a los congresistas del país no sólo para expresar
su opinión sobre lo que debía ser el proyecto
constitucional a sancionarse, sino también para ofrecer
una profunda reflexión sobre la situación que vivía
Venezuela a fines de 1818 y comienzos de 1819. En
relación al proceso de elaboración de dicho texto, el
mismo se llevó a cabo fundamentalmente en su
residencia de Angostura durante los últimos meses de
1818. Asimismo, no vaciló Bolívar en confiar los
originales de este importante documento a Manuel
Palacio Fajardo, estadista dotado de talento y erudición,
para que le diera su opinión. En este sentido, Palacio
Fajardo formuló algunas observaciones, que Bolívar
acepto con humildad. El 15 de febrero de 1819, día
fijado para la instalación del Congreso que el propio
Bolívar había convocado, una salva de cañonazos,
unidas a las aclamaciones del pueblo, señaló a las 11
a.m., la llegada del Libertador, jefe supremo de la
República y de la comitiva que lo acompañaría a la sede
del Congreso.
El contenido del Discurso
En el discurso pronunciado durante casi una hora
ante El Congreso de Angostura, el Libertador analizó de
manera profunda la realidad de su tiempo, señalando la
conveniencia de que las instituciones que surgieran en
América a raíz de la Independencia, debían responder a
las necesidades y posibilidades de estas sociedades,
sin copiar modelos de tierras extrañas. Aunque se
reconoce en este documento lo favorable del régimen
federal para otras naciones; se sostiene que en el caso
de Venezuela es preferible un Centralismo, basado en
un Poder Público distribuido en las clásicas ramas:
Ejecutivo, Legislativo y Judicial; resaltando la fortaleza
del Ejecutivo. Sugiere también Bolívar que a estos tres
poderes se agregue una cuarta instancia denominada
Poder Moral, destinado a exaltar el imperio de la virtud y
enseñar a los políticos a ser probos e ilustrados.
Asimismo, concebía la idea de una Cámara Alta
hereditaria, para mantener en ella la tradición edificante
de los padres de la patria; lo cual no encajó muy bien
con la letra del Poder Moral. En una demostración de
gran ilustración el Libertador hace reminiscencias de
Grecia y Roma y examina las instituciones políticas de
Gran Bretaña y Estados Unidos, citando para esto a
filósofos y políticos de la Enciclopedia y de la
Revolución Francesa, para desembocar en la necesidad
de instaurar un sistema republicano-democrático, con
proscripción de la nobleza, los fueros y privilegios, así
como de la abolición de la esclavitud.

Decreto de Guerra a Muerte


El Decreto de Guerra a Muerte fue una declaración hecha por el general Simón
Bolívar el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo durante el desarrollo
de la Campaña Admirable. La declaración viene precedida meses antes por el Convenio
de Cartagena de Antonio Nicolás Briceño. Este decreto significaba que los españoles y
canarios que no participasen activamente en favor de la independencia venezolana se les
daría la muerte, y que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban
con las autoridades españolas. Además, añadía el objetivo de comprometer de forma
irreversible a los individuos con la revolución. Fue redactada bajo la justificación de
supuestos crímenes cometidos por Domingo Monteverde y su ejército contra los
republicanos durante la caída de la Primera República. Sin embargo la Guerra a
Muerte fue practicada por ambos bandos.

Desarrollo de la Guerra a Muerte[editar]


Artículo principal:  Guerra a muerte (Venezuela)

Durante la Campaña Admirable por cada lugar "todos los europeos y canarios casi sin
excepción fueron fusilados" por las armas patriotas a su paso. En febrero de 1814, al
concluir la campaña, Juan Bautista Arismendi, por órdenes de Bolívar, mando a fusilar
a 886 prisioneros españoles en Caracas. Para engrosar su número añadió inclusive los
enfermos en el hospital de La Guaira (cerca de 500 a 1000 entre los días 13 al 16 del
mismo mes).12 Bolívar escribió los detalles al Congreso de Nueva Granada. En
consecuencia, entre 1815 y 1817 fueron implicados y sentenciados a muerte varios
ciudadanos distinguidos de Nueva Granada, cabecillas de la revolución, siendo
ajusticiados a manos del ejército pacificador venido con el general Pablo Morillo.
La Declaración duró hasta el 26 de noviembre de 1820, cuando el general español Pablo
Morillo se reunió con el general venezolano Simón Bolívar para concluir un Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra.

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