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1. El castellano medieval
El castellano nace de la evolución del latín hablado en la Castilla medieval. El contacto con las
hablas locales e invasoras crea la lengua romance. El castellano de Castilla se impone sobre el que
se habla en el resto de la Península y Castilla se convierte en el centro cultural del país.
Luego, desde Andalucía saltó a Canarias y al nuevo mundo, América.
2. Características del castellano medieval
2.2- La morfosintaxis
Hay que tener en cuenta que el castellano se impone al latín, así que en un principio no tenían claras
las reglas ortográficas, que se fijarán con Alfonso X. Se guían por criterios fonéticos, es decir, se
escribe como se pronuncia.
2.4- La dialectología
3.1- Estilo
La Estilística es la ciencia del estilo del habla literaria. Su objetivo es interpretar la obra dentro de
su contexto. En la Edad Media existía una teoría del estilo (Teoría de los tres estilos), basada en los
tres géneros descritos por Cicerón, género:
– Para referirse a lo poco importante hay que expresarse con sencillez.
– Para las cosas de importancia media, la expresión templada.
– Para las grandes cosas hay que hablar con gravedad.
3.2- Transmisión, autoría y recepción
En la Edad Media, la literatura latina será la norma y modelo en todas las creaciones artísticas. La
Poética y Retórica, junto a la Gramática, fueron los tratados heredados y se adaptaron en función de
los géneros (artes) medievales. Los tres grandes géneros medievales son:
– El arte de la poesía.
– El arte de escribir cartas.
– El arte de predicar.
Las fuentes latinas básicas de la literatura medieval se encuentran en autores como Cicerón,
Quintiliano u Horacio.
Con el desarrollo de la Retórica, la alegoría pasa de accesorio a convertirse en una modalidad básica
de expresión del pensamiento.
Paralelamente al desarrollo de obras basadas en lo clásico, nace una teoría literaria del arte nuevo,
relacionada con la poesía provenzal, que dará sus frutos en obras como la Divina Comedia de
Dante.
Los “tópica” (conjunto de tópicos o lugares comunes) fueron conocidos y repetidos desde la
Antigüedad hasta el Romanticismo para elevar el tono poético de la obra.
También aparecen desde muy pronto en literatura refranes y proverbios, piezas que actuaban como
fórmulas cuya sentencia confirma lo que dice el contexto literario. Los refranes tienen su origen en
el folklore y los proverbios en la literatura clerical.
En cuanto al verso:
– Su medida se establece por una relativa igualdad entre los espacios en que se divide la
secuencia del sintagma literario. Su base fue la sílaba, por eso en su forma más acabada los
versos aparecen con medida fija o combinación de ellas.
– Si el latín distingue las cantidades prosódicas de la métrica, las lenguas románicas aplicaron
una medida común entre todas las sílabas marcando los acentos de intensidad del verso.
– Para marcar el límite del verso se usó la rima. La estrofa se establece como unidad superior
y compleja.
En cuanto a la prosa:
Las fórmulas que se usaron para distinguir la prosa literaria se tomaron de la prosa latina. Algunas:
– Cursus: se añaden cadencias o patrones al final de cada componente oracional para
conseguir el ritmo.
– Similier cadens: igualando la forma casual con que terminan los miembros de la frase.
– Similier desinens: igual que el anterior, pero repite la terminación verbal.
– Isocolon: se establece una extensión semejante entre dos o más miembros de la frase y una
disposición análoga en sus componentes.
– Anáfora: repetición de palabras al principio de la frase; y epífora, repetición de una o varias
palabras al final de la frase.