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CASTELLANA
1. Introducción y contexto
2. Las jarchas
La jarcha es un elemento previo a la moaxaja. Debe ser compuesta lo primero de todo. Es patente
que no siempre es obra del autor, ya que una misma jarcha se reitera en varias moaxajas. La jarcha
representa el desaliño, la irracionalidad y la desnuda emotividad.
Aunque la jarcha precede y origina la moaxaja, no por esto tienen que compartir temática. El amor,
las alabanzas y los motivos báquicos son comunes. La jarcha no está en boca del poeta, sino de una
muchacha con la que se compara el autor.
El tema dominante es la ausencia del amado en múltiples variantes. Unas veces se expone el dolor
por la enfermedad del amado, otras lamenta que se haya marchado a otra parte y otras le pide que
no se vaya.
Otro tema frecuente es la presencia odiosa del espía o del guardador que impide la felicidad de los
amantes.
Del estilo de las jarchas se dice que deben tener los siguientes rasgos: ardiente, abrasadora, aguda y
cortante, con palabras de lenguaje común y vulgar.
3. Poesía gallego-portuguesa
La lírica surgió en Galicia por los siguientes motivos: la ausencia de actividad bélica, un sistema
lingüístico propio, la especial disposición sentimental de los gallegos y la naturaleza privilegiada.
Hasta el descubrimiento de las jarchas, las más tempranas muestra del lirismo peninsular eran los
cancioneros galaicoportugueses. Se han conservado tres manuscritos: “Cancioneiro da Ajuda”,
“Cancioneiro da Vaticana” y “Cancioneiro de Colocci-Brancutti”.
Estos cancioneros no solo contienen cántigas cortesanas al modo provenzal, sino también otros
textos puestos en boca de mujeres y que representaban la poesía más pura al estilo gallego-
portugués.
Contamos con un único texto de autor individual. Las “Cántigas d'amigo” de Martín Códax, un
pergamino a cuatro columnas por una sola cara que contiene también la música de seis canciones.
Desde principios del siglo XIII se conservan poemas galaicoportugueses. Los poetas más
celebrados de la época fueron, entre otros, Bernal de Bonaval, Airas Nunes o el propio monarca,
Alfonso X, cuyas “Cántigas de Santa María” constituyen una de las cimas de la primitiva lírica
hispánica en gallego.
Los estudiosos distinguen en los cancioneros tres tipos de composición: cántigas d'amor, d'amigo y
d'scarnho e de maldizer.
Las cántigas de amor son poemas amorosos cortesanos, escritos desde la perspectiva masculina, con
formas estróficas complicadas.
Las cántigas de escarnio y maldizer constituyen un auténtico cancionero de burlas, con más de 400
poemas. La diferencia es que las de escarnio tienden al juego ingenioso y burlesco, y las de
maldizer se aplican a la sátira y la moralización.
Más tarde, por razones socio-históricas la lírica gallega cae en el olvido hasta el siglo XIX.
El villancico, que sigue la estructura paralelística de la moaxaja, fue la forma estrófica más popular
de la lírica castellana.
El villancico suele tener dos partes: el cantarcillo inicial (cabeza) y la ampliación del mismo (glosa)
El amor es el núcleo temático del villancico. El amor en todas sus vertientes: la morenica que se
queja por el color de su piel y su cabello, los tópicos encuentros amorosos, la ausencia, la
infidelidad, el desenfado y la protesta de una joven precoz sobreprotegida por su madre, que no
quiere ir al Monasterio porque la hacen elegir entre casarse o quedarse allí, etc.
El villancico se caracteriza por la austeridad estilística para describir el estado anímico.
En el Renacimiento y Barroco proliferan los cancioneros de villancicos tradicionales.
Los puntos comunes entre las jarchas, las cántigas y los villancicos son:
– Canciones puestas en labios de mujer que se lamenta por su situación amorosa.
– La madre o las hermanas como confidentes.
– Coincidencias métricas: paralelismo (en el villancico tiene más flexibilidad). No se da en las
jarchas.