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Julio Garmendia (Escritor venezolano)

Nace en la hacienda «El Molino» de la ciudad del Tocuyo, estado Lara, el 9 de


enero de 1898, hijo del Dr. Rafael Garmendia Rodríguez y de doña Celsa Murrieta.
A causa de la temprana muerte de su madre, vive sus primeros años bajo el
cuidado de su abuela en Barquisimeto. Tras cursar el bachillerato, llega a Caracas
con su padre en 1915.

A los 17 años, comienza una intensa labor como periodista en el diario El


Universal y en distintas revistas de su época, al tiempo que participa activamente
en los círculos intelectuales de la ciudad. Fue uno de los alumnos fundadores del
Colegio La Salle. En 1909 publica un pequeño ensayo en el diario El Eco
Industrial. En 1914 cursa estudios en el Instituto de Comercio de Caracas, los
cuales abandona poco tiempo después para trabajar como redactor en el Diario El
Universal. Se relaciona con integrantes de la llamada generación del 28.

En 1923 se traslada a Europa, y fija residencia en Roma, luego en París y más


tarde en Génova. Allí ejerce el cargo de cónsul de Venezuela. Durante su estadía
en esta ciudad, publica su primer libro, La tienda de muñecos, en 1927. La
narrativa de Julio Garmendia es única en Venezuela, logrando romper con el
realismo y criollismo de la época en la que le toca desarrollarse, creando su propio
perfil bajo la atmósfera de la ficción, lo fantástico, lo imaginario en donde
predomina lo ingenuo, el profundo amor a la naturaleza y también el humor. Su
obra no fue extensa, ni tan periódica, por lo que ha sido más la calidad de la
misma la que ha dado el puesto de honor al escritor.

Tras haber recorridos los países nórdicos, comienza a trabajar en lo que será su
segundo libro, La tuna de oro, que no termina hasta 1961. En este texto el tono
narrativo es mucho más oscuro, ayudado por el ambiente de la posteridad que
presencia en sus viajes por Europa y que incide en sus lineamientos estéticos. La
obra también retrata todos aquellos lugares asociados a su juventud en
Venezuela. En 1973 obtuvo el Premio Nacional de Literatura (Venezuela), en 1976
le es otorgado la medalla Honor al Mérito. Julio Garmendia muere en Caracas el 8
de julio de 1977 contaba con 79 años de edad.

OBRA LITERARIA:

La tienda de muñecos (1927), La tuna de oro (1951), La hoja que no había


caído (1986): en este volumen póstumo se recogen sus cuentos inéditos. El
médico de los muertos, Difunto yo, El Gato de los delgados, La Hija de la
mafia, Manzanita, Las dos Chelitas
“MANZANITA”

Autor: Julio Garmendia.

En una frutería, donde los alimentos cobran vida, se encontraba una Manzana
muy feliz,  todo iba bien hasta que llegan unas manzanas del norte. Manzanita,
está cansada que la menosprecien, llora haciendo que sus vecinos se preocupen
por ella pero no le preguntan nada por discreción. Manzanita decía que esas
manzanas del Norte, ocupan la atención de todo el mundo, y todos las encuentran
muy de su gusto.

Manzanita le cuenta al Sr. Coco la desgracia que está viviendo, al ver que no
sabía cómo calmar a la manzanita, una de sus vecinas la Sra. Lechosa se acerca
a ella muy maternal a consolarla. Muchas de las frutas que se encontraban en el
lugar no compartían el dolor que sentía manzanita. O que hace que suceda una
pelea entre las frutas, ya sea porque una es más amarilla que otra o simplemente
de que alguna fruta sea un poco asida.

Al llegar la noche, Manzanita no logro dormir. Hasta la madrugada no pudo cerrar


los ojos. De modo que, al amanecer del día siguiente, cuando volvieron a abrir la
frutería, dormía aún, y soñaba. Estaba muerta, pensaron las demás frutas. La
Manzanita criolla se había muerto de pena y de vergüenza de verse tan chiquita,
tan verdecita, acidita y durita.

La echaron al hoyo, cerca de un arroyuelo, sus amigos comenzaron en seguida a


echarle tierra encima. Cuando ya estaba totalmente cubierto uno de sus amigos, el
Sr. Gusano le comenta que todavía no es hora de morir que esas manzanas del
Norte las ha visto mucho por aquí, ya que no resisten al calor y mueren rápido.
Manzanita toda ilusionada después de haber odio a su gran amigo, sintió un aire
esperanzador y comenzó a escarbar, quitándose toda la tierra que le habían
echado encima, logro salir y fue rodando cerró abajo hasta llegar a la frutería, al
llegar todos quedaron sorprendidos por ver a Manzanita allá, ella les comento que
solamente necesitaba comprobar una sola cosa.  Manzanita estaba llena de miedo
y esperanza a la vez, comenzaron a salir manzanas manchadas, o con puntos
hundidos y abollados, o ya próximas a descomponerse, tal como le dijo su amigo
el Sr. Gusano. Observo como el frutero iba echando en una cesta sus manzanas
inservibles. Manzanita estaba ya satisfecha, y en el fondo de su corazón, ya les
estaba perdonando su belleza y su atractivo. La alegría de Manzanita estallo al
sentirse nuevamente en paz.
Análisis de Manzanita.

Podemos encontrar en este cuento, el narrador omnisciente, que es el que cuenta


lo que hacen los personajes, desde una perspectiva suprema, pues conoce lo que
sienten y piensan [2]. Por ejemplo: "La llevaban a enterrar. Pero la que más
lloraba en el entierro de Manzanita, la que más triste iba, era la misma Manzanita,
que se tenía mucha compasión y se daba una gran lástima. El cortejo pasaba por
la falda del cerro, y estaban presentes las frutas más importantes y
representativas, todas las grandes frutas. Sólo la señora Patilla, entre éstas, no
había podido llegar hasta allí; varias veces lo intentó, pero se vino rodando hasta
el pie de la cuesta una y otra vez; allí se quedó al fin, inmóvil, sudorosa, echando
la colorada lengua hacia afuera. El lento cortejo subía por la ladera; los pájaros
piaban tristemente, siguiéndolo de rama en rama; murmuraban las hojas, alguna
se desprendía y venía a posarse en tierra…” [3].

A continuación clasificaremos los personajes, por principal, secundarios y


referenciales.

El principal en este caso sería manzanita, el cual ocupa el centro de la acción.  Por
ejemplo: “-¡Ay, señora Lechosa! –Gimió Manzanita echándole los brazos al
cuello–. ¡Qué desgracia la mía!

—Cálmate, Manzanita, cálmate –le decía maternalmente la Lechosa (que era una
señora Lechosa bastante madura y corpulenta).

Volviéndose hacia otro de los vecinos, con los ojos húmedos –tan blanda así era–,
preguntó la Lechosa:

—¿Qué me dice usted de esto, señor Aguacate? ¿No comparte el dolor de


Manzanita? ¡Usted, que parece una lágrima verde a punto de caer!” [3].

El secundario están, el Sr. Coco, Sra. Lechosa, Sr. Aguacate, la Naranja, Sra.
Piña y el Sr. Gusano. Su papel dentro del cuento, son personajes de apoyo para
los principales y del desarrollo para el cuento. Por ejemplo: “— ¿De qué te
moriste, Manzanita, tú tan dura?

—De dolor, señor Gusano, viendo llegar a esas ricas Manzanas del Norte, y que
nadie más sentía gusto por mí –contestó ella–. Ni a los niños, ni a los pajaritos, ni
a nadie le gustaba ya, ¿para qué iba a seguir viviendo?

—Mira, Manzanita –le dijo otra vez al oído el gusano–, te voy a dar un consejo.
Mejor es que no te mueras todavía. Oye lo que te voy a decir: esas lindas
manzanas fácilmente perecen aquí, yo lo sé, y te lo digo porque soy tu viejo amigo
y porque somos los dos de aquí del cerro.

La Manzanita vio una lumbre de esperanza en aquello que le decía el gusano. —


¿Y crees tú que se van a morir de verdad esas bichas? –Preguntó con los ojos
brillantes. —De seguro que sí, Manzanita. Es el calor lo que las daña –explicó el
gusano, con aire entendido y científico.” [3]

Los personajes circunstanciales o complementarios son la Patilla, Sra. Parcha, Sr


Mamey, Cambur, Guanábana, Topocho pintón, Pomarrosa,  Nísperos, La Parcha
Granadina, la señora Badea, Mamones, Tomates, Manzanitas del Norte, la
Granada, Membrillo y  Durazno. Los cuales no tienen participación directa en la
trama, sino más bien ayudan a la contextualización de la acción [2]. Por ejemplo:
“—¿Qué se habrá creído la Naranja? –Refunfuñó el Cambur–. Nada más que
porque es redonda y amarilla, ya se cree el Sol.

Los recursos literarios que contiene el cuento son:

Exageración o hipérbole, es exagerar las cualidades o defectos de una persona,


animal u objeto. Puede ser engrandeciendo o empequeñeciendo la característica,
virtud, defecto o situación, según sea el caso [2]. Por ejemplo: “—Ya usted se
habrá fijado –dijo la Manzanita, conteniendo a duras penas sus sollozos– en lo
que está pasando aquí en la frutería. Esas del Norte, ¡esas intrusas! ocupan la
atención de todo el mundo, y todos las encuentran muy de su gusto, señor Coco,
¡señor Coooooooco!… –y la pobre Manzanita rompió a llorar a lágrima viva.” [3]

Humanización, este recurso expresivo consiste en atribuir acciones y cualidades


propias de los seres humanos a objetos, animales [2]. Ejemplo: “La llevaban a
enterrar. Pero la que más lloraba en el entierro de Manzanita, la que más triste iba,
era la misma Manzanita, que se tenía mucha compasión y se daba una gran
lástima”. [3]

El epíteto es un adjetivo con valor literario, que otorga mayor expresividad a lo que
se esta describiendo. Por ejemplo: “Cuando llegaron las grandes, olorosas y
sonrosadas manzanas del Norte, la Manzanita criolla se sintió perdida.” [3]

El propósito del cuento es demostrar que todos somos diferentes, cada uno de
nosotros es único, tenemos nuestros defectos y virtudes, no debemos
compararnos con los demás. Ciertamente una condición humana es el ego, donde
todos queremos y necesitamos que nos presten atención, sin embargo no recibirla
no debe bajar nuestra autoestima. Tenemos que observarnos a nosotros mismos,
estar seguros de los que somos y de lo que vayamos a ser.
Sabemos que es difícil sentir el desprecio que nos causan las personas, tenemos
que recordar que ya sea lo que vayas hacer con tu vida, hazlo, sin tener que
esperar una aprobación de los demás. Al final lo que realmente importa es que
estés conforme contigo mismo.

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