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De acuerdo con la Ley 1523 de 2012, la Gestión del riesgo de desastres es un proceso
social orientado a la formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de políticas,
estrategias, planes, programas, regulaciones, instrumentos, medidas y acciones
permanentes para el conocimiento y la reducción del riesgo y para el manejo de
desastres, con el propósito explícito de contribuir a la seguridad, el bienestar, la
calidad de vida de las personas y al desarrollo sostenible.
Las amenazas naturales son aquellas que tienen su origen en la dinámica propia de
la tierra; las amenazas socio-naturales se expresan a través de fenómenos de la
naturaleza, pero con la intervención de la acción humana; y por último, las amenazas
antrópicas, que como su nombre lo indica son estrechamente relacionadas a la acción
humana sobre los elementos naturales o la población.
Además del riesgo, existe un concepto que hay que tener en cuenta, el de desastre,
el cual se define como un proceso, que por lo general es largo, de construcción de
condiciones de riesgo en la sociedad, esto ocurre en el momento en el que un
determinado evento demuestra el riesgo latente y lo transforma en un producto con
ciertas consecuencias relacionadas con pérdidas y daños. Se podría decir entonces
que los desastres son el resultado de los riesgos x la vulnerabilidad entre la
preparación.
Según la ISO 31000: 2018, la gestión del riesgo es iterativa y asiste a las
organizaciones a establecer su estrategia, lograr sus objetivos y tomar decisiones
informadas. La gestión del riesgo desde el enfoque de las normas ISO considera
principios de creación y protección del valor, un marco de referencia de liderazgo y
compromiso y procesos que se interrelacionan como un ciclo.
Para que la gestión del riesgo sea eficaz, se requiere de ciertos elementos:
- Que sea una gestión integrada, es decir, que forme parte de toda la
organización.
- Que sea estructurada y exhaustiva, de esta forma los resultados serán
coherentes y comparables.
- Adaptada al contexto de la organización, tanto interno como externo.
- Inclusiva, en la que pueda participar de forma apropiada e inclusiva todas las
partes interesadas pertinentes.
- Dinámica, pues los riesgos no son estáticos, estos pueden cambiar o
desaparecer por completo dependiendo del contexto en el que se encuentre.
- Mejor información disponible, que constituyen las entradas a una adecuada
gestión del riesgo, esta debe ser histórica y actualizada y, de igual forma,
basada en expectativas.
- Factores humanos y culturales, pues influyen considerablemente en cada uno
de los aspectos de la gestión del riesgo y en cada una de sus etapas y niveles.
- Mejora continua, que como en todo sistema de gestión, es la guinda del pastel,
pues es el objetivo principal que se logra mediante el aprendizaje y las
experiencias conseguidas.
Todo esto es posible con una alta dirección y órganos de supervisión que lidere y
demuestre el compromiso adquirido para asegurar que la gestión del riesgo se
integre a todas las actividades desarrolladas por la organización, a partir de la
adaptación e implementación de los componentes del marco de referencia,
estableciendo una política que proporcione un enfoque y un plan para la acción de
la gestión del riesgo, que de igual forma asegure la asignación de los recursos
necesarios, así como la autoridad, responsabilidad y la obligación de rendir
cuentas en los niveles apropiados.
De esta manera, la organización podrá alinear la gestión del riesgo a sus propios
objetivos estratégicos y fomentar la creación de una cultura organizacional; así
mismo, podrá reconocer y abordar las obligaciones y los compromisos, entre otros
beneficios.
Para que la gestión del riesgo funcione y sea efectiva es necesaria la participación
y consecuente liderazgo de todos los niveles de la organización y de todos los
colaboradores que formen parte de esta; de igual forma, es necesario considerar
medidas de prevención, mitigación y preparación ante emergencias, que requieren
de elementos de información que comprendan eventos pasados, actuales y
potenciales.