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REGLA NÚMERO VEINTIOCHO PARA EL ESTUDIANTE DE PRIMER AÑO: “EL CORAZÓN DEL

VETERANO LE PERTENECE AL NOVATO”.

Los días y las noches avanzaron sin problemas.


Había pasado una semana desde la boda de Thum y Fone, y las vidas de ambos volvieron a la
normalidad.
Para Kongphob aquello significó una serie de exámenes, presentaciones en clase, y proyectos
finales, sólo porque el final de semestre estaba a una semana de distancia.
Apenas terminar su almuerzo, Kongphob se apresuró en volver a la biblioteca para regresar los
libros que había tomado prestados para preparar su presentación de mecánica, con intenciones de
regresar a su dormitorio lo antes posible para poder terminar sus tareas pendientes. Kongphob se
levantó de la mesa con su plato y mochila en hombros, pero fue detenido por su amigo Em quien
acababa de colgar la llamada en su teléfono.
-¡Kongphob, Wad dijo que los resultados de cálculo ya están publicados en la pizarra junto al
elevador! ¿Vamos?
Calculo, la materia llamada Análisis Matemático I, fue en definitiva la materia más difícil en el año.
Los resultados del examen final eran una constante preocupación en los corazones de los
estudiantes de primer año. Incluido Kongphob, quien, a pesar de estar casi cien por ciento seguro de
al menos la mitad de sus respuestas, no podía dejar de preocuparse. En realidad, tenía que hacerlo.
Su calificación dependía de la mitad de su calificación en el primer examen de medio término, y de
que estaba aún nervioso por aprobar. Un sistema justo de ponderación que dejaba a los estudiantes
de primer año en la cuerda floja para aprobar.
Así que no fue una sorpresa que Kongphob cambiara de planes en ese mismo instante y siguiera a
su amigo Em hacia el piso inferior junto con otros colegas del departamento. Lo vieron apenas llegar,
el tablón de anuncios junto al ascensor, rodeado de estudiantes curiosos. Por supuesto que estaba
aglomerado, tanto que era casi imposible acercarse a la pizarra. De inmediato, Em fue quien sugirió
escabullirse entre los espacios para llegar al frente, dado que era de menor estatura que Kongphob,
y le sería más fácil avanzar sin ser detenido. Kongphob observó a su amigo llegar al frente con algo
de esfuerzo mientras él permaneció paciente a unos pasos de la multitud.
Eran tantos los estudiantes que inclusive obstruyeron la entrada al ascensor. No tuvo que pasar
mucho tiempo para que un grupo de veteranos expresara su descontento.
-¿Qué hacen todos aquí?
Los novatos se estremecieron al escuchar la voz furiosa del veterano que encabezaba al grupo.
Huyendo de él cuando se dieron cuenta que se trataba del líder de las novatadas. Y aunque ya no
portaba su barba y cabello largo en una coleta, su presencia seguía siendo causa de
estremecimiento para los estudiantes de primer año. Quienes posiblemente recordaban al verlo las
reuniones de las novatadas. No sólo lo observaban con respeto, también había parte de aquel miedo
que siempre le tuvieron a Arthit los novatos.
Todos, menos uno.
-Estamos aquí por los resultados de cálculo.
Por supuesto que Arthit supo su identidad en segundos. No era otro que el famoso héroe de primer
año, el alumno de número 0062, y el mismo que dio un paso al frente para hacerse notar en la
multitud. Sin embargo, su vaga explicación no ayudó a relajar la atmósfera, al contrario, provocó,
como usualmente lo hacía, que Arthit fuera aún más severo.
-¿Por qué no se forman en fila tal y como se los enseñamos? ¿No aprendieron disciplina? ¡Al
parecer ya olvidaron lo que aprendieron en las novatadas y necesitan que se los recuerde!
¡Perfecto! ¡Formen en fila, novatos!
Los estudiantes de primer año escucharon en silencio muerto la orden, sin saber en realidad qué era
lo que estaba pasando.
Los novatos del departamento industrial conocían bien la metodología de aquella orden para formar
una fila, pero el resto de los estudiantes estuvieron realmente confundidos con el comportamiento de
Arthit. Pronto, todos voltearon a verse unos a otros con asombro, intrigados por la situación, pero
aun dispuestos a obedecer. Y lo hubiesen hecho si los amigos de Arthit no hubiesen golpeado la
cabeza del líder de las novatadas, sólo para después comenzar a burlarse de él.
-¡Oye, oye! Parece que el espíritu duro del líder de las novatadas se ha arraigado en ti. Ya puedes
ser un poco más amble. Míralos, acabas de asustarlos.
-¡Ya lo sé! Bien, lo siento. Fue la costumbre. Además, no tengo ni la menor idea de cómo debo
tratarlos - se quejó Arthit con sus amigos. Él, en realidad, simplemente quería que los novatos que
bloqueaban su camino se apartaran, pero como ya estaba acostumbrado a su posición de líder de
las novatadas, había elegido sin darse cuenta sus viejos métodos de persuasión.
Los estudiantes de primer año respiraron aliviados al darse cuenta de que se trataba de una broma
de los estudiantes de tercero. Pero, de todas formas, el regaño de Arthit sirvió de algo. Los novatos
se alejaron lo suficiente como para despejar el camino y la entrada al ascensor.
Antes de que los veteranos continuaran con su camino, uno de los novatos se alejó del tablón de
anuncios, cambiando la atención a ellos.
-¡P'Arthit, realmente me asustaste! Mis piernas estaban listas para hacer la formación en fila.
El comentario de Kongphob provocó la risa de los amigos de Arthit, quienes no tardaron en volver a
burlarse de él.
Seguía siendo curioso que al comienzo del año los estudiantes de primero estaban aterrados de
hablar con los de tercero, y en ese momento, incluso podían bromear y reírse juntos. Teniendo, por
supuesto, aun presente el respeto entre veteranos y novatos.
-¿Y bien, que tal los resultados? - preguntó Arthit cambiando el tema.
-En nuestro departamento la mayoría ha aprobado. Los puntajes más altos fueron también de
nuestra carrera. - Respondió Em incluyéndose en la conversación justo después de echar un vistazo
a la pizarra de anuncios.
Y su respuesta fue bien recibida por asentimientos de los veteranos.
-Un resultado digno del departamento de ingeniería industrial. Y a juzgar por lo duro que fuiste,
Arthit, estoy seguro de que la mayoría no tendrá problemas en pasar el año.
El comentario de uno de los amigos de Arthit obligó al veterano a girarse en su dirección y preguntar
con sorpresa a que se refería.
-¿Qué relación tiene mi novatada con los resultados?
-¡Es evidente! Después de haber vivido tu novatada, pueden atravesar el fuego y caminar sobre
agua. ¡Lo pueden resistir todo! Estoy seguro de que nada es más aterrador que tus castigos.
Arthit no dijo nada, sólo porque no pudo identificar de inmediato si se trataban de elogios o criticas lo
que sus oídos estaban escuchando. Pero, en cualquiera de los casos, abrió la boca para responder
algo inteligente. Lastimosamente, una voz interrumpió su ingenioso comentario.
-P'Arthit hizo un gran trabajo. Me gustaría también ser el líder de las novatadas en mi tercer año.
No sólo los veteranos, también sus compañeros de clase miraron a Kongphob con asombro.
Incrédulos que alguien como él quisiera ocupar ese cargo. Por ello, el líder de las novatadas actual
se vio obligado a preguntar sus intenciones con un tono más serio.
-¿Hablas en serio?
-Sí, ya he pensado en ello - confirmó Kongphob con confianza, y una sutil emoción.
La sinceridad en sus palabras fue evidente para todos, tanto que un colega de tercer año se atrevió
a poner su mano sobre el hombro de Arthit justo después de sonreírle a Kongphob.
-Felicidades Arthit, ya tienes a tu sucesor.
Y aunque las palabras de su amigo sonaron iguales a una broma, Arthit no se quejó al respecto. En
realidad, estaba listo para pasar el cargo a una nueva generación, al igual que sus conocimientos y
experiencia, y si algún día Kongphob se convertía en el líder de las novatadas, al menos, tendría la
seguridad de que las tradiciones de la facultad de ingeniería se transmitirían a generación entrante.
El agradable ambiente armonioso y de unidad que ambos estudiantes de diferentes años habían
creado fue perturbado por Knot, el mejor amigo de Arthit, y también, estudiante de tercer año.
-¡Oigan, la maestra acaba de tomar el ascensor!
La atención de todos enseguida cambió hacia las puertas de metal cerrándose. Y los rostros de los
veteranos se encendieron en pánico.
-¡Si llegamos tarde la maestra cerrara la puerta!¡Dense prisa!
Los estudiantes de tercer año corrieron sin pensarlo hacia las escaleras, con la esperanza de ser lo
suficientemente rápidos para entrar antes al aula que su profesora.
Arthit también estaba listo para poner toda su fuerza en sus piernas cuando alguien tiró de su
manga, deteniéndolo.
-Espera, P'Arthit - . Kongphob se acercó aún más a Arthit, dejando un espacio cerrado entre ellos,
suficiente para que fuera visible el brillo en sus ojos, y la sonrisa coqueta en sus labios. Después,
Kongpob habló suave y bajo para que lo que estaba a punto de decir sólo fuera audible para
ambos-, espero que tengas un buen día.
Fueron palabras simples, pero que causaron en el corazón de Arthit una extraña emoción. Sintió el
sutil apretón de Kongphob en su mano, segundos después de que Kongphob lo soltara para que él
pudiera correr igual que sus compañeros escaleras arriba.
Él y Kongphob seguían manteniendo la distancia entre un veterano y un novato, y preferían no
interferir demasiado en la vida del otro. Era también difícil verse con regularidad ya que sus horarios
no eran ni siquiera un poco parecidos, y en esas semanas estaban más que inmersos en sus
estudios.
Parecía a simple vista que su relación volvía a ser como en el pasado. Pero en lo profundo del
corazón de Arthit, él estaba consciente que poco a poco su relación con Kongpob estaba
cambiando, volviéndose más estrecha sin necesidad de demostración pública. Una cercanía que no
necesitaba explicación.
Porque, en ocasiones, las relaciones más hermosas se forman con el paso del tiempo, reforzadas
con eventos cotidianos entre dos personas que se consideran especiales la una para la otra.
Pronto, otro día en la universidad llegó a su fin, dejando a Arthit demasiado exhausto después de
tener su último examen a las seis de la tarde.
En ese instante lo único que él quería y que su cuerpo exigía era hundirse en su cama y no
despertar hasta el inicio del nuevo semestre. Pero antes de rendirse al placer de dormir como una
roca, necesitaba comprar algo para calmar su estómago, y por supuesto, no podía faltar su bebida
favorita.
El estudiante de tercer año fue al restaurante donde solía ir, viendo la fila de pocas personas en el
puesto de jugos. Pero, él, al ser un cliente VIP, se acercó sin preocupación a la barra para ser
atendido. La señora a cargo lo reconoció de inmediato, sonriéndole antes de hacerle la misma
pregunta de siempre.
-¡Hola, Arthit! ¿Leche rosa, cierto?
-Creo que hoy voy a tomar un café helado .- Él tampoco supo qué tipo de fuerza lo llevó a cambiar su
pedido habitual, pero no se arrepintió de hacerlo.
Tal vez porque su cuerpo estaba demasiado agotado, y necesitaba algo que lo despertara. O tal vez
porque era la favorita de aquella persona que no podía sacar de su mente.
Después de pensarlo un poco, Arthit sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos. Estaba
soñando despierto como una colegiala enamorada. Y Kongpob tenía la culpa de ello.
Arthit fue directo hacia la tienda en donde vendían su platillo favorito con arroz y esperó cerca de
diez minutos en la fila, comprando al final un plato de arroz con huevo frito y carne de cerdo picante.
En seguida, con su comida ya envuelta, regresó al puesto de jugos.
La fila era considerablemente más corta, y Arthit aprovechó la oportunidad para acercarse y
preguntar si su bebida estaba lista.
-¡Disculpe!, ¿estará listo mi...? - Arthit se detuvo en cuando vio al hombre a su lado, quien también
estaba esperando por su pedido. -¡Kongphob!
El estudiante de primer año sonrió cuando escuchó la voz de Arthit llamándolo, volteando hacia él
con absoluta emoción. Era la segunda vez que tenía la suerte de encontrarse con él en ese mismo
lugar.
-¡Hola, P'Arthit! ¿Has venido a comprar tu cena?
-Si - dijo Arthit sacudiendo ligeramente la cabeza. Al poco tiempo Arthit notó la bolsa en la mano de
Kongphob con comida. Era evidente que ambos estaban ahí por la misma razón. Así que no
preguntó nada más al respecto. - ¿Qué tal tu resultado en el examen de cálculo?
-Fue bastante bueno - contestó Kongphob con modestia. Evitando presumir que, en realidad, había
obtenido el segundo mejor resultado.
Sin embargo, el éxito del estudiante de primer año había sido en gran parte gracias a los consejos
de Arthit, los cuales también les dio a sus amigos. Y, aun así, Arthit le respondió de forma
inesperada.
-Escucha, si no estás satisfecho con ingeniería, puedes dejarlo. Sé que querías estudiar economía,
así que, si realmente esa es tu vocación, entonces no tienes nada que hacer en ingeniería industrial.
Y no tienes porqué sentirte mal por ello.
Aquel consejo salió de la boca de Arthit sin habérselo esperado, contradiciendo completamente a su
opinión de semanas pasadas.
Arthit había pensado en ello, dándose cuenta de que era injusto prohibirle a Kongphob seguir sus
sueños. Y que, si él quería estudiar en otra facultad, Arthit no tenía el derecho de detenerlo. Así
fuera en otra universidad, Kongphob debía estudiar lo que él deseaba, y Arthit como su veterano,
tenía la obligación moral de apoyarlo en su decisión.
Pero, pese a sus palabras empáticas, Kongphob sacudió la cabeza con negación.
-Puedo estudiar en la facultad de economía un posgrado justo después de graduarme de ingeniería.
Y no abandonaré la facultad, estoy feliz de estudiar aquí.
Lo que quedó oculto detrás de las palabras de Kongphob era simple: "Me gusta estudiar aquí,
contigo", pero aquello Arthit no lo sabría. Ni siquiera pudo pensar en ello porque la mirada de
Kongphob le había hecho avergonzarse y apartar su rostro. Después de todo, los ojos de Kongphob
provocaban que sus latidos se aceleraran.
Por fortuna, el ambiente se relajó con la inoportuna voz de la señora a cargo del puesto de jugos. 
-¡Leche rosa para Arthit!
Ella le entregó el vaso con líquido rosa, a lo que Arthit tuvo que negarse.
-Esta vez ordené un café helado.
La vendedora quedó un poco confundida con la afirmación de Arthit, verificando de nuevo el papel
del pedido donde claramente se especificaba que él ordenó una leche rosa. Aun así, ignorando la
nota, se giró hacia los demás clientes y preguntó en voz alta quien era el dueño de esa bebida.
-¿Quién ordenó una leche rosa?
-¡Yo la pedí! - Kongphob levantó la mano con sorpresa, a lo que la mujer le entregó su pedido
sintiéndose un poco más tranquila.
-¡Lo siento mucho Arthit! Fue mi error, siempre pides lo mismo, así que me confundí - ella le sonrió.
Arthit esperó unos minutos hasta que le entregaron el pedido correcto, y el café helado que había
ordenado pronto estuvo en sus manos.
Kongphob y Arthit voltearon a verse riendo también cuando vieron sus pedidos en sus manos. Al
parecer, ambos habían decidido probar algo nuevo esa noche. Ya que, por lo visto, no sólo
Kongphob había influenciado a Arthit para que él probara aquello que a él le gustaba, Kongphob
también estaba curioso por las preferencias y gustos de Arthit. Después de esa extraña coincidencia
ambos comenzaron a caminar juntos, de regreso hacia sus dormitorios.
Ambos caminaban por la acera del campus, de camino a sus edificios, con sus pasos siendo
iluminados por las linternas recién encendidas cuando Arthit recordó algo.
-Oye, tengo algo que darte - dijo mirando hacia sus bolsillos, pero con las manos ocupadas.
-Espera, detenme esto.
Kongphob tomó el café helado de Arthit y la bolsa con su comida, observando a Arthit sacar su
billetera y buscar en su interior un objeto que escondió rápidamente en su puño. Ni siquiera le dio
tiempo a Kongphob de hacer alguna pregunta cuando Arthit tomó su café de vuelta.
-Extiende tu mano.
Kongphob no entendió lo que estaba pasando, pero, aun así, él obedeció la petición de Arthit. Y
levantó la palma de su mano.
El corazón de Kongphob cayó con rudeza al suelo cuando el pensamiento más aterrador cruzo su
mente en el momento en que vio el collar de engranaje en la mano de Arthit, creyendo por unos
segundos que él se lo estaba devolviendo. Pero, mirando un poco más de cerca y con detenimiento,
se dio cuenta de que no era el engranaje de su generación, el cual se suponía, era plateado,
mientras que ese, que estaba descansando en su mano, era de bronce, además de que el número
de la generación no coincidía con la suya por dos años de diferencia.
La respuesta llegó rápido a la mente del novato. Aquel era el engranaje de Arthit.
Kongphob levantó la vista, encontrándose con la mirada fija y seria de Arthit.
-Cuídalo por mí.
Kongphob había escuchado de Arthit esas mismas palabras con anterioridad. Aquel día cuando fue
la entrega de la bandera de la generación. Pero en ese instante, aquella frase tuvo un impacto
totalmente diferente, siendo tan importantes que su corazón se llenó de emoción. Una que fue
demostrada por la amplia sonrisa en sus labios.
-Lo cuidaré con todo mi corazón.
Tiempo atrás, y hasta ese mismo día, ninguno de los dos tenía una respuesta clara a cómo sería el
futuro. Pero aquello parecía tan lejano que no debía ser algo de lo cual preocuparse.
Tampoco habían decidido cuál era el nombre de su relación, ni cómo llegó a ser lo que era. Ambos
simplemente estaban conscientes de que eran realmente importantes el uno para el otro. Y eso era
más que suficiente. 
Pero, si alguna vez alguien quisiera una explicación sobre su relación, la más acertada
probablemente sería...
Una historia de amor entre un veterano y un estudiante de primer año.  

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