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Clase Escrita 1.B - Aproximaciones Al Campo de La Educación Sexual
Clase Escrita 1.B - Aproximaciones Al Campo de La Educación Sexual
Parte 1.B: Aproximaciones al campo de la
educación sexual
Catalina González del Cerro y Paula Fainsod
Índice
Introducción 3
Estudios sobre educación, géneros y sexualidades 4
La escuela: espacio de reproducción de las normas hegemónicas 5
La escuela: espacio de resistencias 9
Las tradiciones de la educación sexual 11
Modelos hegemónicos 11
Modelos emergentes 12
Perspectivas de género y ESI: Vinculaciones potentes para una educación sexuada más igualitaria, m
justa y estimulante 13
Introducción
La escuela argentina del siglo XXI se muestra como un terreno de múltiples conflictos y
transformaciones en relación a las formas tradicionales de organizar y enseñar los conocimientos, de
articular los espacios y los tiempos, de delinear los límites del adentro y del afuera escolar. Es, al mismo
tiempo, objeto de diversas demandas y expectativas por parte de la sociedad que le exige adaptarse a las
actuales formas de subjetivación mientras añora las antiguas marcas que la revestían de autoridad y
sentido de pertenencia.
2
En este contexto, diversas investigaciones internacionales y nacionales que constituyen antecedentes
1 2
significativos en la materia se han dedicado a analizar el lugar de las escuelas (en tanto espacios
primordiales de las prácticas educativas pero no las únicas) en la reproducción/producción de las
relaciones entre los géneros y de las sexualidades. Los estudios se han ocupado de describir los múltiples
dispositivos de disciplinamiento corporal que la escolarización realiza sobre estudiantes y docentes. Las
expectativas diferenciales, los discursos y las prácticas dentro y fuera del aula dejan, según estos estudios,
marcas profundas, cotidianas y sutiles en niñxs y jóvenes, y son las que logran hacer mella de manera más
duradera en la experiencia escolar por no estar ni explicitadas, ni reconocidas. Las ciencias sociales
argentinas comenzaron a estudiar los sentidos locales en torno a la enseñanza de la sexualidad a partir de
la década del 70 y desde entonces aportan indicios generales sobre cómo se han ido disputando entre
actores y disciplinas diversas, e instalándose como tema de interés en diferentes ámbitos3.
La discusión sobre la Ley de Educación Sexual Integral en 2006, su sanción y puesta en práctica (algo que
trabajaremos en detalle en el Módulo 2 de la Diplomatura) convocó nuevas investigaciones desde campos
diversos. En la última década encontramos un interés renovado sobre los cruces entre los estudios de
género y la educación, que se renuevan día a día a partir de múltiples problemáticas y potencias que lxs
feministas identifican en sus experiencias educativas.4 ¡Pensemos que cada nivel educativo tiene sus
preguntas específicas! Y cada disciplina, cada modalidad, cada territorio...es verdaderamente un mundo
por explorar. Y cada aporte que hagamos en este momento seguramente podrá ser agradecido y
complementado por experiencias futuras, por comunidades educativas que están cambiando todo el
tiempo.
Además de la multiplicación de investigaciones, becas, posgrados vinculados a la temática, lo que estuvo
pasando en los últimos años es un proceso de sistematización de experiencias escolares de ESI realizados
por docentes, así como también por activistas y profesionales de ámbitos no necesariamente escolares.
Esta compilación de recursos se dio en parte por la escasez inicial de materiales con perspectiva de género
para ser usados en el aula (varias áreas académicas demoraron en aportar las herramientas conceptuales
que demandaba la propuesta de transversalización curricular de la ESI). Esto sucedió en simultáneo a un
proceso de sensibilización social que creció como efecto de las masificación de los feminismos populares,
que entraron a las aulas de la mano de educadorxs y también de lxs jóvenes estudiantes5. La experiencia
1
S ubirats, M. y Brullet, C. (1988) Rosa y Azul. La transmisión de los géneros en la escuela mixta. Ministerio de Cultura, Madrid;
AAUW (1992) ¿Cómo las escuelas estafan a las niñas?. Wellesley College, Massachussets ; Epstein y Johnson (2000) Sexualidades
e institución escolar. Morata, Madrid; Connell, R (1995) Masculinities, University of Carolina, Berkeley; Lopes Louro (2001)
“Pedagogía de la sexualidad” O corpo educado. Àtica, Belo Horizonte
2
Bonder, G. (1994) “Mujer y educación en América Latina: hacia la igualdad de oportunidades” Revista Iberoamericana Nª 6 -
Género y Educación; Morgade, G. (1999) Mujeres en la educación. Género y docencia en la Argentina. Miño y Dávila, Buenos
Aires; (2002) Aprender a ser varón, aprender a ser mujer. Novedades educativas, Buenos Aires; Wainerman, C y Heredia, M
(1999) ¿Mamá amasa la masa?. Fundación editorial Belgrano, Buenos Aires; Alonso, G. (2006) “La investigación socio-educativa.
Perspectivas situadas en sistemas sexo-género” Revista de Educación de la FCE, UN Comahue
3
Los distintos trabajos que realizan Mónica Gogna (2005), Karina Felitti (2005) y Santiago Zemaitis (2016). Respecto del campo
educativo una de las investigaciones pioneras sobre los debates históricos en torno a la formación en sexualidad en el contexto
previo a la sanción de la ESI fue el de Catalina Wainerman, Mercedes Di Virgilio y Natalia Chami (2008).
4
Los Coloquios Interdisciplinarios e Internacionales de educación, relaciones de género y sexualidades, que se realizan con
sistematicidad en diversas ciudades del país desde el 2005, se conformaron como un espacio de confluencia de estas
investigaciones o estudios, entre otros espacios de encuentro que han aflorado en los últimos años y a los que asisten personas de
distintas disciplinas, territorios, niveles educativos y espacios de participación política o académica.
5
En la tesis doctoral González del Cerro (2018) se analiza los modos de la transversalización institucional de la perspectiva de
género. En el período previo y sobre todo posterior al primer “Ni una menos” se propiciaron las condiciones para una
apropiación de la ESI por parte de estudiantes y docentes orientada a una “politización de género”, que encuentran continuidad
con las características y modos de interpelación de los feminismo populares actuales. Proceso que se dio en parte a partir de una
revisión de los saberes disciplinares legitimados, además de una revisión de los vínculos inter e intrageneracionales y de los
tiempos, espacios y voces autorizadas que organizan la vida cotidiana en las instituciones.
3
acumulada con la ESI, los problemas y las estrategias de sensibilizar sobre la perspectiva de género que se
desplegaron estos años en instituciones sumamente diversas nutre asimismo otros desafíos actuales
incluso fuera del sistema educativo. Tal es el caso de la Ley Micaela (2019) que propone formar en
perspectiva de género a toda la administración pública nacional de las distintas áreas de trabajo.
Es así que en esta clase presentamos un breve recorrido de los conceptos centrales del área de estudios que
se pregunta sobre la educación a partir de integrar los debates históricos y actuales sobre géneros y
sexualidades y que, tal como planteamos en la presentación de la Diplomatura, se encuentra frente al
desafío de construir un movimiento pedagógico capaz de consolidar espacios educativos de mayor
justicia e igualdad.
Estudios sobre educación, géneros y sexualidades
Cuando se habla de educación y sexualidad suele aparecer una idea muy instalada en el imaginario social
que vincula la enseñanza de la sexualidad a un espacio y momento específico de la vida escolar, como por
ejemplo una clase en el marco de una materia o un taller. Una premisa desde la cual partimos en esta
Diplomatura es que, por el contrario, en las aulas, pero también en los pasillos, en los patios, en la vereda
es donde y cuando, por acción u omisión se desarrollan contenidos y expectativas relativas a los cuerpos
4
sexuados. Interesa destacar que esta premisa de que “toda educación es sexual” es uno de los pilares
a partir de los cuales la normativa ESI fundamenta la necesidad de que la comunidad educativa
entera se haga cargo de este proceso históricamente silenciado: advierte que, se quiera o no, ya se
está enseñando sobre sexualidad, pero en general desde los enfoques propios de lxs adultxs y a partir de
procesos de normalización, aunque no se diga que se lo está haciendo (tal como vimos en la parte 1.A).
Manifiesta la urgencia, entonces, de tornar explícito, de forma crítica, sistemática y rigurosa todo aquello
que lxs niñxs, jóvenes y adultos aprenden cotidianamente sobre los los cuerpos, los géneros y los deseos
que se presentan como únicos y correctos. Felizmente también aprenden en ocasiones que existen
alternativas y principalmente resistencias a los efectos de esa normalización.
En la búsqueda por posibles respuestas a estos interrogantes, se desarrolló un caudal de trabajos y estudios
que en muchos casos confluyen y se identifican en un enfoque que aquí llamamos “pedagogías
feministas”. Se trata de un enfoque que, por un lado, describe y denuncia los múltiples dispositivos de
disciplinamiento de los cuerpos, y por otro lado propone y pone en valor experiencias que tienden a
cuestionarlos y ensayar modos más justos de estar juntxs. Como sucede en otros campos académicos, los
estudios de género y los saberes acumulados en los movimientos feministas han realizado diversos aportes
a la pedagogía, pero ocupando lugares más bien marginales en los circuitos académicos. En el último
tiempo han comenzado a ser objeto de mayor atención a partir del interés por comprender en
profundidad cómo las instituciones educativas interpelan a los cuerpos sexuados y a su vez como
los cuerpos sexuados interpelan a las instituciones educativas. Así, es posible delinear al menos dos
grande preguntas dentro de este campo, que a la vez asumen la convivencia de dos grandes definiciones
sobre los espacios educativos, y que desarrollaremos en los dos apartados que siguen:
● ¿De qué forma los espacios educativos colaboran con las miradas hegemónicos sobre los cuerpos
sexuados?
● ¿De qué forma pueden estos espacios colaborar en revertir estas miradas dentro y fuera del aula?
Lo que es importante advertir aquí es que, en general, ambos procesos ocurren de forma simultánea y
superpuestas en una misma escuela, e incluso en una misma persona. Nadie nace machista (ni feminista) se
va armando en la medida en que tengamos o no intenciones de desnaturalizar las formas cotidianas
y estructurales, individuales y colectivas, mediante las cuales las violencias se perpetúan.
La escuela: espacio de reproducción de las normas hegemónicas
Si bien no existe una genealogía consolidada sobre el campo de estudios de educación, géneros, y
sexualidades, aquí nos gustaría identificar al menos dos grandes vertientes de la que se nutre: los aportes de
las teorías feministas -en particular desde la epistemología que problematizan la producción del
conocimiento- y los de la pedagogías crítica, que elaboran una mirada acerca de la educación que
problematiza la producción de las desigualdades en transmisión de la herencia cultural.
La epistemología feminista remonta sus antecedentes a la sociología de la ciencia, que se desplegó con
mayor profundidad a partir de la década del 60 en los países del norte y se ocupó de des-ocultar el carácter
situado de la investigación científica. Focalizó en la pertenencia de lxs científicxs a una clase social y a un
grupo étnico dominante, así como también en su actitud conservadora en defensa de los privilegios de la
elite científica y social. A su vez, el campo de la historia de la ciencia se ha dedicado a iluminar el carácter
procesual y relacional de las teorías científicas, poniendo también en cuestión sus pretensiones de
universalidad, objetividad y neutralidad. Estos desarrollos de la teoría crítica fueron acompañados por
epistemólogas de inspiración feminista que denunciaron tempranamente el carácter sesgado de la ciencia
positivista masculina y reforzaron el cuestionamiento al ideario moderno que deposita la esperanza del
5
bienestar en el control de la naturaleza y en un progreso lineal e ilimitado. Asimismo los estudios
decoloniales, junto con los movimientos socioambientales, indígenas, campesinxs, de diversidad funcional,
entre muchxs otrxs, están demandando con urgencia revisar los modos de validación y circulación del
saber.
Estas discusiones comenzaron a emerger junto con la -cada vez mayor- presencia de mujeres en los estudios
superiores, y una progresiva inserción laboral de éstas en las comunidades científicas6. De la mano de estas
teóricas que gestionaron los primeros grupos de estudios en las universidades, se apuntó tempranamente al
campo académico y científico como uno de los ámbitos sociales en los que se reproducen las normas,
valores y expectativas diferenciales propios del orden patriarcal. La reproducción de las desigualdades de
género en el ámbito científico se expone, según la filósofa argentina Diana Maffia, en dos dimensiones del
vínculo entre mujeres y ciencia: por un lado en la indagación por ver quiénes hacen ciencia, y por el otro
lado en ver cómo y qué se investiga: las mujeres han sido históricamente más un objeto de la ciencia que
sujetas protagonistas de ella7. Asimismo la autora enraíza esta subordinación en la tradición aristotélica
androcéntrica, cuyo esquema de valores epistémicos, lejos de responder a principios lógicos, se sustenta en
características atribuidas a sujetos sociales en relaciones asimétricas de poder y se corresponde con la
construcción binaria de los géneros: mientras lo masculino se corresponde con la objetividad, la
abstracción, la universalidad y la racionalidad ( valores todos de la ciencia moderna) lo femenino
representa, en ese orden de oposiciones, la subjetividad, la narratividad, la singularidad y la emocionalidad.
Dejamos aquí una definición tentativa que retomaremos con mayor profundidad en el Módulo III:
6
autonomía, criticidad, diálogo y liberación. Otro problema que este enfoque pedagógico aborda es la
conflictiva relación entre teoría y práctica, problema que Freire busca profundizar con el concepto de
praxis como unidad indisoluble entre reflexión y acción. Entre las herencias de las pedagogías críticas
locales encontramos la de poner en evidencia la naturaleza política de la educación ( “toda educación es
política”), e intervenir en el sistema educativo sin resignar su horizonte emancipador. En este enfoque
confluyen objetivos como el de develar las condiciones ocultas de las prácticas educativas y a la vez
añorar el fortalecimiento de las instituciones educativas públicas.
Si bien la perspectiva de género no ganó legitimidad en ese campo hasta entrados los años 80,
estos trabajos aportaron herramienta para analizar las contribuciones del sistema educativo a la
reproducción y legitimación de las múltiples desigualdades. Aportaron a la definición de
conocimiento escolar como una construcción formalizada diferente de la que los campos mismos de las
ciencias académicas han deparado. Plantearon que los campos disciplinares, lejos de ser neutrales, son
escenarios de lucha, con reglas de inclusión y exclusión orientadas por fuentes de prestigio y de
financiamiento mucho menos maleables que el curriculum escolar. Lo que se enseña en las escuelas se
produce en diferentes procesos de elaboración micropolítica abonados por la acumulación de
conocimientos, pero también por las perspectivas que sostienen quienes toman las decisiones.
● Qué y cómo se investiga es una decisión adoptada en ámbitos académicos;
● Qué se enseña de lo que se investiga es una decisión que toman los equipos profesionales técnicos
de las áreas de política curricular central;
● Qué se enseña en cada escuela y/o aula es otro nivel de decisión, en el cual las expectativas y los
saberes docentes tienen una incidencia mayor.
Para pensar...
Para reflexionar acerca de la premisa de que “toda educación es sexual” en los
espacios educativos, resulta útil pensar el curriculum en tres planos: explícito, oculto y
nulo. En cada uno de ellos podemos reconocer formas en las que instituciones, por
momentos, reproducen las miradas hegemónicas que vimos en la clase inicial: la
imbricación entre sistemas de opresión
patriarcal, capitalista y colonial.
Entendemos por curriculum formal o explícito a
todo aquello que se encuentra consignado de
manera explícita dentro de los contenidos,
programas y planificaciones de los distintos
niveles y áreas curriculares. Refiere a los saberes
académicos organizados en disciplinas en donde
se ve de forma más evidente la presencia o
ausencia de los enfoques hegemónicos o críticos.
7
En este libro de lectura8 podemos ver, por ejemplo, cómo se legitima la idea de que las
mujeres son las únicas responsables de las tareas del hogar.
Por curriculum oculto entendemos a todo aquello que no aparece de forma explícita
en los programas o planificaciones de nuestras clases y que se manifiesta de forma
implícita, lo que se enseña sin decir que se enseña... En lo que respecta a las elacioens
de género, podemos pensarlo como el conjunto de contenidos que la escuela enseña
sin incluirlos deliberadamente en el “temario” escolar pero que ya son parte de los
hábitos e imaginarios acerca de “lo normal” o “lo esperable” y están vinculados con la
vida cotidiana institucional: los usos que se hacen de los espacios y los tiempos, de las
voces y de los cuerpos; las expectativas
diferenciales que se depositan según el
género. ¿Por qué se asume, por
ejemplo, que sólo las niñas pueden
jugar a ejercer tareas de cuidado?
¿Cómo reaccionan lxs adultxs cuando
niños varones disfrutan jugar con
muñecas, tal como se ve en esta
imagen?
Por curriculum nulo entendemos a
aquellos contenidos que podrían ser
incluídos en el curriculum formal o
explícito pero que se dejan por fuera del mismo. Se trata de aquellos temas o
enfoques que tradicionalmente fueron “tabú”, y que aún hoy no circulan con facilidad
en las conversaciones cotidianas y que son deliberadamente evadidos dentro de las
escuelas. Muchas veces están relacionados con reclamos políticos, económicos,
culturales ¿Consideran que hay movimientos sociales que tienen saberes valiosos
sobre temas que interpelan a sus comunidades pero que en la vida escolar ni se los
verbaliza? Además de los reclamos históricos de los feminismos (¿alguien les enseñó
sobre la historia de las mujeres y colectivos lgttbiq+ organizadas en sus escuelas?)
existen muchos otros debates vitales para una vida democrática justa pero que
actualmente son silenciados. Ejemplo de ello son los debates que buscan instalar los
pueblos indígenas en torno al racismo en la vida social y económica o las disputas de
los movimientos socioambientales en torno al ecocidio liderado por diversas
empresas9 y la desigualdad en el acceso a la tierra ¿Cuáles otros agregarían? La
sexualidad en general ha sido tema tabú en la escuela, y actualmente tenemos
algunos ejemplos de aquellas palabras que su sola mención a veces movilizan
emociones de rechazo, como por ejemplo la masturbación, los abusos intrafamiliares,
o el aborto.
Lxs invitamos a recordar cómo esto se plasmó en sus biografías escolares. En parte
8
Extracto del libro de lectura “Upa!”, creado por Constancio Vigil, que fue usado por varias generaciones a lo largo del Siglo XX
como material para aprender a leer y escribir.
9
Para más información al respecto sugerimos la lectura de los materiales producidos por la “Red de docentes por la vida” en
relación a los daños ocasionados por las fumigaciones de glifosato sobre escuelas rurales: http://docentesporlavida.org/
8
este ejercicio ya lo comenzamos a realizar en los encuentros que compartimos. En el
Módulo II veremos cómo la ESI vino a tensionar y aportar en cada uno de estos
terrenos.
10
Al respecto sugerimos los libros locales compilados por Claudia Korol (2016, 2017)
11
Recomendamos para su profundización la compilación “Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas
descoloniales en Abya Yala /Editoras: Yuderkys Espinosa Miñoso, Diana Gómez Correal, Karina Ochoa Muñoz –
Popayán:Editorial Universidad del Cauca, 2014.
9
La definición de pedagogía feminista que tomamos aquí se nutre de todas estas reflexiones y se posiciona
en y desde la escuela pública territorializada e incorpora elementos propios de los estudios que
describen y a su vez cuestionan los sesgos androcéntricos de las fuentes disciplinares del
curriculum. También incorpora los saberes producidos en la práctica política de los movimientos
feministas latinoamericanos,de los movimientos sociosexuales (o lgttbiq+) y de lxs actorxs involucradxs en
todo proceso de enseñanza. Asimismo incluimos en esta corriente los aportes fundamentales de la
“pedagogía queer (o “cuir” en su versión local)” desarrollada, entre otras, por la brasileña Guacira
Lopes Louro y la canadiense Deborah Britzman, que proponen una enseñanza que habilite la erotización
de los procesos de conocer, de aprender y de enseñar, dando lugar a las curiosidades impertinentes; una
pedagogía, además, que sea sostenida en la posibilidad de la incertidumbre y que cuestiona la corrección
política del curriculum que se limitan a “tolerar” las identidades y orientaciones usualmente exotizadas.
Les sugerimos el trabajo de esta docente y activista lesbiana argentina que desde hace
muchos años viene aportando reflexiones sobre la heteronormatividad y el trabajo docente:
flores, val (2016) Afectos, pedagogía, infancia y heteronormatividad. Reflexionas sobre el
daño. En Pedagogías Transgresoras. (pp. 13-30). Córdoba, Argentina: Bocavulvaria
Su trabajo es a su vez retomado por Lucas Platero quien reconstruye los aportes de las pedagogías
queer, las experiencias de infancias trans, la disposición al humor y la curiosidad, entre otras, a la vez
que elabora una serie de propuestas para llevar a cabo en las instituciones:
Platero, R. Lucas (2018) “Ideas clave de las pedagogías transformadoras”. En Ocampo González, A.
(Coord.) Pedagogías queer
Asimismo, la pedagogía feminista genera un aporte sustancial en la consolidación de una metodología
que propicie relaciones más igualitarias en términos de género al tiempo que produce condiciones más
justas de producción de saberes. Esta metodología dialoga con los planteos que hace la epistemología
feminista: es necesario ensayar otras formas de enseñar a partir de poner en valor aspectos
menospreciados y que han sido históricamente atribuidos a lo femenino, tales como la capacidad de
escucha y de cuidado, y el valor epistémico de las experiencia, las emociones, la narratividad, la
singularidad. Es así que plantea la necesidad de no detenerse solamente en cuestionar los sesgos
androcéntricos y la falsa neutralidad de los conocimientos científicos y los contenidos escolares, sino
también de asumir una rigurosidad basada en una objetividad intersubjetiva; de reconocer las voces de los
movimientos sociales que enuncian desde un lugar de subordinación; de reconocer los saberes que se
producen en las escuelas por lxs mismxs docentes y jóvenes, para luego resituarlos en esferas públicas. En
definitiva, aspira a potenciar la dimensión política de las prácticas escolares.
10
Modelos hegemónicos
El enfoque educativo tradicional-moralista, supone que la sexualidad se reduce al coito cisheterosexual;
y se centra en “lo que debe ser” y “lo que no debe ser”, “lo que está bien” y “lo que está mal”, de acuerdo
con prescripciones morales ya definidas y consideradas universales. Su supuesto pedagógico es que se
debe intervenir sobre la razón y la moral de lxs niñxs y jóvenes, que debe ser conducida porque se la
considera carente y desorientada, o abrumada por los sentimientos y las “hormonas”. Es una pedagogía
mecanicista: enseñar el ejemplo, aprenderlo y llevarlo a la práctica. La abstinencia sexual, en este enfoque,
es enseñada como modelo a ser seguido, y descansa sobre la noción de la sexualidad como genitalidad.
Considera que “lo que debe ser” se expresaría en un “orden natural” que es pensado como algo opuesto
y/o superior a la vida social, y por eso se termina hablando de “anormales” o “no natural”, conceptos que
se aplican desde este enfoque a algunas personas y a algunas prácticas. Por ejemplo, la idea de que la
homosexualidad corrompe el orden natural, o que la masturbación constituye una aberración ( sobre
todo en el caso de personas con vulva), estuvieron y están muy presentes en espacios familiares y
escolares.
Otro enfoque, que ha estado o está presente en nuestras escuelas, es el médico-biologicista: su principal
supuesto pasa por entender la sexualidad sólo desde el punto de vista reproductivo. Diferenciamos aquí el
modelo biologicista, presente en muchos programas de educación en la sexualidad, cuyo énfasis es el
estudio de la anatomía de la reproducción. Suelen trabajarse estos contenidos desde la asignatura de
Ciencias Naturales en primaria y de Biología en secundaria. La descripción de los sistemas genitales12
suele presentarse como complementaria de lo femenino y masculino ya que está dirigida a representar al
encuentro coital cisheterosexual y con intenciones reproductivas como el único válido. En la práctica,
este modelo biologicista se complementa con una perspectiva médica, conformándose entre ambos, un
enfoque biomédico, que adquiere una gran presencia en los programas educativos a partir de la pandemia
12
Preferimos este término y no “aparatos reproductores” ya que refieren a una perspectiva mecanicista del cuerpo como máquina y
asume como única función la de propiciar la fecundación.
11
del HIV-SIDA y/o de la creciente visibilización en las escuelas de embarazos no planificados en la
adolescencia. Por supuesto que estos programas fueron y son vitales, pero es un problema si las voces y las
fuentes de validación para abordarlas en las escuelas se limitan únicamente a las de lxs profesionales de la
salud y por ejemplo se excluyen las voces de quienes transitan estas experiencias. Mientras el enfoque
biologicista hace hincapié en la anatomía de la reproducción y los ciclos menstruales, este modelo médico
pone el énfasis en las “amenazas” y “riesgos” que se corren, sin mencionar otras dimensiones como el
placer. Una escena que representa este modelo es la que muestra a adolescentes o a niñxs fotos
atemorizantes de pacientes con, por ejemplo, una sífilis avanzada, causando impresión, un poco de
pánico también, o risas que no suelen ser problematizadas. El objetivo es mostrar el peligro para que lxs
adolescentes “teman” y “no caigan en eso”.
Vale mencionar que durante muchas décadas en la Argentina, el vacío normativo habilitó a las escuelas a
recurrir al mercado para validar el conocimiento sobre “la sexualidad”, como es el caso de empresas de
productos de salud y belleza corporal, que traían sus propios especialistas para hablar del desarrollo
corporal, ciclo menstrual y a veces de la anticoncepción. Al final del encuentro se solían obsequiar
productos de higiene menstrual a quienes aparecen identificadas en la escuela como mujeres, principales
destinatarias de lo que podemos llamar una astuta campaña publicitaria.
Modelos emergentes
Hay un enfoque que hoy tiene bastante visibilidad, sobre todo a partir de la presencia de algunxs
profesionales en los medios de comunicación y más recientemente redes sociales, vinculado con el
modelo de la sexología, que enfatiza la necesidad de problematizar creencias y propiciar la exploración de
modos personales o compartidos de conocer y disfrutar de la sexualidad. Es una disciplina que felizmente
incorpora una mirada de sexualidad como una construcción que está presente durante toda la vida y
tiene que ver con cómo percibimos nuestro cuerpo sexuado, qué nos sucede en las relaciones sexuales, y
le da importancia a la subjetividad, al disfrute y principlamente a la diversidad. Ahora bien, es importante
alertar que es un enfoque vinculado más a la consulta y la terapia individual, entre sexólogx o expertx y el
caso particular, que al trabajo pedagógico en la escuela con destinatarios específicos y estrategias de
enseñanza situadas.
Una cuarta tradición es la que denominan judicial, que se hace presente en las escuelas y que pone el
énfasis en cuestiones vinculares y éticas. Es aquella que encara la educación en la sexualidad desde los
sistemas judiciales, que enfatizan las situaciones de vulneración de derechos de niños, niñas y
adolescentes, tales como abusos sexuales, violación, violencia, maltrato, discriminación, etc., que
numerosxs niñxs y jóvenes atraviesan durante su infancia y adolescencia. Es un enfoque que regula la
sexualidad desde el derecho, para garantizar el respeto a lo más íntimo y personal de los niños, niñas y
adolescentes, generando mecanismos para protegerlxs y al mismo tiempo, valorarlxs como sujetxs. Desde
este punto de vista, se propone la inclusión de una sólida formación en derechos humanos, la valoración
de este enfoque por parte de todos los actores escolares, y la enseñanza de habilidades relacionadas con el
autocuidado y con la posibilidad de identificar acciones abusivas por parte de lxs adultxs en el ámbito
familiar e institucional. En algunas instituciones se elaboran listados de recursos “amigables”, centros de
salud barriales, líneas de teléfono gubernamentales, u organismos que puedan actuar frentes a situaciones
de abuso o violencias. Pero las leyes y los derechos legislados no agotan la complejidad de la enseñanza de
las normas sobre protección frente a ciertos peligros, y pueden reforzar la judicialización de los vínculos
cotidianos, además del temor a una sexualidad concebida también como amenazante.
12
Por último, el modelo que incluye las perspectivas de géneros es sin duda es uno de los que más aportes
ha brindado a la construcción del carácter “integral” de la ESI y su énfasis en los derechos humanos.
13
Podríamos nombrar entonces la idea de “educación sexuada” como aquella educación que, a
diferencia de las perspectivas conservadoras-tradicionales, reconocen el carácter sexuado de lxs
sujetxs que se encuentran en el ámbito escolar. Tener como horizonte una educación sexuada con
perspectiva de género, implica entonces para nosotrxs no sólo reconocer la educación como sexual,
reconocer a lxs sujetxs implicadxs como sexuados sino por sobre todo el desafío de que la educación
constituya una propuesta que desafíe los límites de lo instituido en una conquista de mayor igualdad,
justicia y que colabore al despliegue de sexualidades autónomas, plenas y placenteras. ¿Cómo ir en ese
camino? Los aportes de las tradiciones de los estudios de género y los estudios queer, las pedagogías
feministas y las pedagogías críticas nos permiten trazar algunos rasgos que aún están omitidos en las
tradiciones emergentes en la educación sexual. En esta línea es que la ESI viene a ser una oportunidad, y
no sólo para quedarnos en la comodidad de lo logrado (lo cual resultó tan difícil de conquistar y sigue
siendo susceptible de perder).
Les proponemos la lectura del capítulo de cierre del libro “Toda educación es sexual”
(2011, Ed. La crujìa), titulado “Algunas pistas...” , en donde Graciela Morgade, Jesica
Baez, Gabi Díaz Villa y Susana Zattara desarrollan el concepto de educación sexuada
justa y sintetizan así:
● Una educación que reconoce el carácter social y político del “proceso de sexuación” y
el carácter incorporado (“hecho cuerpo”) de la cultura y las relaciones de poder.
● Una educación sexual con enfoque crítico de género, lo que implica avanzar en la
deconstrucción de los componentes pedagógicos sexistas y heteronormativos de los
discursos hegemónicos, y los componentes innovadores de los subordinados.
● Una educación sexual que apunta a recuperar la integralidad de la sexualidad,
superando los enfoques biomédicos, represivos, judicializantes o revictimizantes y
dirigida a simbolizar, conceptualizar e historizar las emociones sin intentar
racionalizar, controlar o pedagogizar aquello que fluye irracional o emotivo.
● Una educación que habilita la curiosidad y la formulación de preguntas reales, que
construye y fortalece voces diversas. Que da lugar a la incertidumbre de la
multiplicación sin un fin final “sobredeterminado” a priori; donde la novedad tiene
lugar.
Sólo a modo de avance de lo que abordaremos en el módulo que sigue, aquí señalamos que la sanción de
la Ley Nacional de ESI (N 26.150) conlleva dos hitos fundamentales que merecen detenimiento al
momento de comprender este contexto y por qué estas leyes lejos de sustituir una a la otra se
complementarían. Por un lado, la ESI establece la garantía del derecho y la responsabilidad del Estado por
garantizarla. Por otra parte, ella propone una nueva y desafiante mirada respecto de los tradicionales
abordajes: la perspectiva integral.
14
En relación al primer punto, resulta necesario señalar que aún luego de varios años de la sanción de la Ley
Nacional ESI (ESI) hay quienes obstaculizan y aún hoy con más vehemencia expresan que la sexualidad
no es asunto de la escuela y es un campo privativo de las familias. Los feminismos y los movimientos
socio-sexuales, como así también los aportes de los estudios de género, han resultado piezas
fundamentales en la conquista del derecho a la educación sexual. No sólo por su lugar protagonista en la
escena política para su concreción sino también en la generación de saberes que abonaron a este terreno.
Respecto del segundo hito, la ESI genera un punto de ruptura respecto del abordaje tradicional de la
sexualidad en las escuelas. Estipula como modelo, el abordaje integral. ¿Integral implica perspectiva de
género? El abordaje integral genera ruptura con los abordajes reduccionistas que aún hoy mantienen su
hegemonía en las aulas: el modelo biologicista, el modelo bio-médico. En el texto de la Ley ESI se
menciona la igualdad de oportunidades y trato entre varones y mujeres, este enunciado da cuenta del
consenso logrado con los grupos conservadores que se oponían a la inclusión de la perspectiva de género
en la normativa. Será en los Lineamientos curriculares para la ESI (2008) como en documentos
posteriores del Programa Nacional de ESI que siguieron luego en dónde “género” y “perspectiva de
género se mencionan entre sus fundamentos, contenidos y propuestas para el aula. Si bien podemos
mencionar estas como distintas instancias de su institucionalización, vale aclarar que en la actualidad
“garantizar la equidad de género” es uno de los cinco ejes irrenunciables plasmados en la Resolución del
Consejo Federal de Educación 340 /18. A su vez, como dijimos en la Clase 1.A se presentan diferentes
modos de entender las perspectivas de género, en plural. A partir de allí, habrá que analizar cuáles son las
potencias de la ESI en tanto portadora de la perspectiva que propone y cuáles son los límites y los
desafíos.
¿Límites y desafíos respecto a qué? Desde esta Diplomatura abonamos a que la perspectiva de género
forme parte de la ESI no como un tema más, sino como un eje (como también los otros cuatro ejes que
veremos en próximos módulos) no sólo dando lugar a ciertos contenidos insistentemente omitidos que
pasen a tener su “rinconcito” curricular, sino que constituya una propuesta pedagógica que
transversalice a todo lo educativo. Para comenzar a pensar esta transversalidad a nivel curricular, que
veremos más en profundidad en el Módulo 3 en relación a la ESI, retomamos los aportes de la
norteamericana feminista Peggy Mcintosh quien en 1983 describiólo que ella llamó “las fases interactivas
del desarrollo curricular” para abordar la inclusión del punto de vista feminista y antiracista en la
enseñanza, en particular en la formación de profesorxs de Historia.. Sintéticamente diremos que la
primera fase corresponde a la enseñanza tradicional de la historia, sin mujeres y totalmente blanca. La
segunda apunta a una historia “compensatoria” que refieren al esfuerzo por sumar o añadir a aquellas
mujeres excepcionales, . Una tercer fase es la de “issues history”, la historia de los problemas de la vida de
las mujeres enmarcadas en un sistema de desigualdad estructural patriarcal y racista. Una cuarta fase
apunta a la enseñanza de puntos de partida alternativos para comprender la historia; y una quinta fase
reconstruye y redefine la historia de modo que se incluyan las formas de vida de las mujeres. ¿Podemos
aplicar esto a otros sujetos subordinados de la historia? ¿Podemos aplicarlo a la enseñanza de la ciencia, de
la literatura, de las artes?Aparece en esta autora una revisión epistemológica y política del curriculum, y
una denuncia a las exclusiones, así como también un esfuerzo de visibilizar en los espacios educativos las
luchas de los diferentes grupos subordinados. Acá comenzamos a vislumbrar el enorme desafío de la
transversalización que nos propone la ESI y en el que seguiremos trabajando a lo largo de la
Diplomatura….
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En síntesis...
En esta clase virtual no buscamos dar una receta sobre prácticas educativas justas,
no sería ni deseable ni posible proponer un “paso a paso” para los diversos contextos
educativos. Pero sí aspiramos a brindar herramientas para elaborar una propuesta
pedagógica que nutra la imaginación, que desafíe los límites de lo instituido, que
subvierta las categorías de pensamiento, que interrogue las prácticas educativas.
Una educación sexuada justa donde cada quien pueda re-pensar el orden
hegemónico, re-pensarse y transformarse. En esa búsqueda la perspectiva de
género resulta un ineludible de la educación sexual, y específicamente de la ESI. La
ESI resulta una oportunidad, no un punto de llegada; ella es el terreno desde donde
desplegar y seguir empujando los límites de lo posible.
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