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1. Introducción
La regulación de las pautas alimenticias y cantidades de comida que se ingieren se regula por el
sistema neuroendocrino, ya que es en el cerebro donde se localizan los circuitos y mecanismos para
ajustar la ingesta a las demandas energéticas. Así se controlan diferentes procesos fisiológicos
relacionados con el metabolismo energético. Otras redes neurales colaboran con la conducta,
motivante y atractiva, que hace que en ocasiones se ingieran alimentos de elevado valor energético
aunque no sea necesario. Todo ello puede desencadenar sobrepeso y obesidad, un problema global
reconocido por la OMS de carácter epidémico.
El concepto de medio interno (milieu intérieur) lo introdujo Claude Bernard (1913-1878). Cinco
décadas más tarde, Walter Cannon introdujo el término de homeostasis.
Por otro lado, la conducta motivada es la respuesta que emite el organismo, dirigida a la
consecución de un objetivo y que depende de fuerzas internas y externas al mismo.
Reacciones metabólicas:
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
Tasa metabólica o índice metabólico: se mide a través del consumo de O2; es el gasto energético
que se produce en una circunstancia determinada y que depende del ciclo alimentario y de la
actividad que se esté desarrollando.
Tasa metabólica basal: consiste en el gasto energético mínimo que se necesita para el
mantenimiento básico del organismo. Se mide en reposo, en un ambiente neutro y estable en
términos de factores ambientales (temperatura).
Sólo para el mantenimiento del metabolismo basal, el cuerpo dedica entre el 45% y el 70% de la
energía que genera, dependiendo de la edad, género, peso y composición corporal (% de masa grasa
y muscular).
Arginina Leucina
Aspargina Lisina
Cisteína Metionina
Glicina Treonina
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
Glutamina Triptófano
Prolina Valina
Serina
Tirosina
Tanto los estados previos como posteriores a la ingesta conforman los determinantes de la
conducta alimentaria.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
La glucosa sobrante se
transforma en ácidos grasos
que se almacenan en forma
de triglicéridos en los
adipocitos y en los
músculos. También se
requiere la participación de
la insulina.
Fase de ayuno
¿Qué significa tener hambre? La cantidad y calidad de la ingesta varía según muchas circunstancias
(aspecto de la comida, circunstancias laborales, comer solo o acompañado...). No siempre se come
cuando se tiene hambre.
Las señales que el cerebro recibe sobre el estado metabólico son determinantes para que la
ingestión se inicie o cese. Pero también influyen factores ambientales y sociales, como los ritmos
circadianos, lo que se ha ingerido en la comida anterior, el recuerdo de comidas placenteras ante
un alimento concreto, etc.
En relación con los ritmos circadianos, hay que tener en cuenta que la disponibilidad de alimento
determina el ciclo de estos ritmos. Las diferentes especies han adaptado sus períodos de ingesta a
las circunstancias. Por ejemplo, en presencia de depredadores, algunos animales adaptan el
período de alimentación en los momentos de menor presencia de estos. El clima también
determina que algunas especies hibernen o emigren. Y en períodos reproductivos se incrementa la
demanda de nutrientes.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
Estudios en ratas
Los determinantes sociales son indicadores del inicio de la ingesta y la cantidad ingerida. Solemos
comer en torno a la mesa con otras personas. Además, ofrecer comida es un signo de hospitalidad.
Todo ello puede alterar los ritmos normales de alimentación e incrementar (o disminuir) el
volumen total de la ingesta.
El aspecto del alimento, su olor y su sabor, es decir, que sea o no agradable, influye en lo que se
come y la cantidad. La palatabilidad es el término que se emplea para describir el valor hedónico
de un alimento. Se ha comprobado que se come más cantidad de aquellos alimentos agradables.
Pero lo que realmente determina la cantidad de alimento es la percepción subjetiva de dicho
alimento.
Se han estudiado varios factores como la composición de sal o azúcar y el aspecto visual (color,
forma). Todos influyen en la aparición de la SSE. La estimulación que llega a través de los sentidos
es una de las señales con las que el cerebro cuenta para elaborar una respuesta concreta
relacionada con el hambre y la saciedad.
Desde el sistema digestivo se envían señales al cerebro relativas a las reservas de nutrientes. Pero
se ha propuesto la glucosa como la principal señal que el cerebro recibe para valorar el balance
energético del organismo, ya que es el elemento básico utilizado por todas las células e
imprescindible para el funcionamiento neuronal. La homeostasis dependería de un incremento o
decremento de sus niveles. Esta teoría glucostática fue propuesta por Mayer en 1953, en la que
decía que existían glucorreceptores en determinadas células del hipotálamo y estas serían las
responsables de desencadenar los mecanismos de ajuste para recuperar la homeostasis.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
En 1964, Oomura y Anand realizaron experimentos con gatos y ratas a través de técnicas de
registros unicelulares tras una inyección de glucosa y demostraron la existencia de este tipo de
neuronas en el hipotálamo. Pero posteriormente se ha demostrado que la teoría glucostática sólo se
cumple cuando los niveles de glucosa disminuyen o aumentan drásticamente.
Aunque la glucostasis no es el único factor que desencadena la ingesta, se sabe que varias regiones
cerebrales implicadas en el control de la ingesta son sensibles a los cambios en los niveles de
glucosa. Las neuronas glucosensibles se ubican en varios núcleos hipotalámicos: arcuato (ARC),
ventromedial (VMH), lateral (HL) y en el tronco del cerebro (núcleo del tracto solitario o NTS).
Las que incrementan su actividad cuando los niveles de glucosa son altos (GE).
Las que incrementan su actividad cuando los niveles de glucosa son bajos (GI).
Todas estas estructuras se encuentran en una ubicación privilegiada, próximas a los ventrículos
cerebrales, donde la barrera hematoencefálica es más permeable, lo que las hace estar expuestas a
diferentes patrones temporales y cuantitativos de los cambios en los niveles de glucosa
extracelular. Los niveles de glucosa extracelular se equilibran con más facilidad por el aporte
sanguíneo que los niveles de glucosa en el líquido cefalorraquídeo o en núcleos cerebrales
concretos.
En la actualidad se considera que la glucosa actúa en el cerebro sobre las células situadas en los
núcleos hipotalámicos como una señal indicativa de la situación metabólica del organismo.
Los lípidos proporcionan la mayor cantidad de E por unidad de masa (9 kcal/g). Una mayor o
menor acumulación de triglicéridos en los almacenes a largo plazo podría estar regulando el inicio
o cese de la ingesta. Estudios recientes han demostrado que existen células capaces de detectar
cambios en la cantidad de E disponible y de promover la respuesta oportuna. Un trabajo que ha
puesto esto de manifiesto ha sido la inyección sistémica o intracerebroventricular de C75, un
inhibidor de la enzima ácido graso sintasa (FAS) que promueve la acumulación de grasa, tenía
como efecto la disminución de la ingesta y la pérdida de peso en los animales al actuar sobre
poblaciones neuronales específicas.
Las proteínas: trabajos recientes han sugerido una posible función de alguno de los aa contenidos
en las pp en la regulación de la ingesta. En el caso de la leucina se ha demostrado que la
administración intracerebroventricular (icv) inhibe la ingesta y produce disminución de peso
corporal en ratas.
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La grelina es un péptido orexígeno secretado por el estómago y el intestino, produciendo un
incremento en la ingesta. Se identificó en 1999 por Kojima et al. También se secreta en el páncreas
y en el cerebro. Se relacionó inicialmente con la liberación de la hormona del crecimiento (ghrelin
= growth hormone). En ratas, la inyección intraperitoneal (ip) y la icv en ratas produce un
incremento en la cantidad de la ingesta. Este efecto es dependiente de la dosis. Posiblemente, la
grelina ejerza una acción directa sobre el cerebro, activando núcleos hipotalámicos como el núcleo
arcuato, el paraventricular, el dorsomedial y el lateral, así como el núcleo del tracto solitario del
tronco del encéfalo. Probablemente, la señal se transmita a través del nervio vago, ya que si se
bloquean sus fibras aferentes se abole el efecto de la grelina. También puede tener acción directa
sobre el ARC como vía secundaria.
Se conocen más de 20
hormonas diferentes que
regulan la ingesta. Estas
responden ante la presencia o
ausencia de nutrientes en el
sistema digestivo (estómago e
intestinos). En algunos
experimentos se ha
comprobado que la presencia
o ausencia de alimento en el
tracto digestivo tiene como
consecuencia la variación en
tamaño y duración de la
ingesta alimentaria.
El cese de la ingesta viene determinado mayoritariamente por factores internos, por señales del
sistema gastrointestinal y del tejido adiposo, que se sirven de hormonas peptídicas para comunicar
al cerebro que la ingesta debe cesar, como la colecistoquinina (CCK), la insulina y la leptina.
Además de las señales que envía el estómago, las que envía el intestino podrían contribuir al cese
de la ingesta, lo que supone un modelo de mecanismo donde ambos órganos se suman para
producir la finalización de las comidas.
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lipídico y proteico, afectando a la cantidad y duración de las comidas pero no a la frecuencia. Este
péptido podría interactuar con otros.
En los años 90 se descubrió la leptina. Tanto la insulina como la leptina cumplen con 3 requisitos:
En 1994, Zhang y cols. clonaron y secuenciaron en ratones el gen ob. La mutación de este gen
provoca obesidad y diabetes tipo II, similar a la obesidad mórbida en humanos. Leptina viene del
griego leptos (delgado). Su presencia en ratas y humanos parece que permite mantener un peso
adecuado. La leptina es liberada principalmente por los adipocitos y también secretada por el
estómago en menores cantidades y posee receptores en núcleos cerebrales como el núcleo arcuato
el núcleo dorsomedial y el ventromedial del hipotálamo.
En ratas, la lesión del VMH produce hiperfagia y su estimulación cese de la ingesta. La lesión en el
HL cesa la ingesta (hasta la muerte) y la estimulación la provoca. Pero al lesionar estas áreas
también se destruyen las fibras de paso, por lo que no se puede decir que sean zonas exclusivas del
control de la ingesta. La regulación de la misma depende de una red neural formada por diversas
estructuras coordinadas.
En ratas y ratones, las proyecciones que regulan la ingesta parten del núcleo arcuato y se dirigen a
los núcleos lateral, dorsomedial, ventromedial y paraventricular. Cada núcleo presenta un patrón
específico en el contenido de receptores que responden a los diferentes neuropéptidos, así como en
el contenido propio de los péptidos que secretan y los neurotransmisores que liberan.
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Las neuronas del ARC se activan
tras la infusión icv de grelina. Por
tanto, el ARC tiene capacidad para
responder a los niveles circulantes
de los principales péptidos que
señalizan el estado metabólico
relativo a la ingesta y depósitos
grasos. En este circuito neural, los
núcleos lateral y paraventricular
del hipotálamo tienen especial
protagonismo.
En el núcleo arcuato se encuentran neuronas que sintetizan diversos péptidos reguladores del
inicio de la ingesta que activan o inhiben otras neuronas relacionadas con la conducta alimentaria.
El neuropéptido Y (NPY) y la pp relacionada con Agouti (PRAG) son péptidos que responden a los
niveles de insulina y leptina en el ARC. El 90% de las neuronas que contienen NPY en el ARC
también expresan PRAG (acción orexígena reguladora conjunta de ambos péptidos).
Cuando el balance de E del organismo es deficiente (depósitos grasos comprometidos, bajos niveles
de leptina e insulina), junto con la acción de la grelina, esto provoca la activación de las neuronas
secretoras de NPY/PRAG en el ARC.
El PRAG es un péptido también orexígeno, que inhibe la función del receptor de melanocortinas
(MCR), actuando como antagonista del MCR-4. Pero también desempeña funciones en la
integración de señales orexígenas y anorexígenas.
Cuando se activan las neuronas NPY/PRAG en el núcleo arcuato, se transmite a las neuronas
situadas en:
El área perifornical (PF) y el hipotálamo lateral (se denominan como un continuo APR/HL
por su localización).
El núcleo paraventricular del hipotálamo.
Otra estructura a la que llegan las proyecciones de NPY/PRAG es el PVH. Estas proyecciones
tienen un papel relevante en el inicio de la ingesta. Por una parte, el NPY inhibe a las neuronas que
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expresan la hormona corticotropa (CRH), hormona tirotrópica (TRH) y oxitocina, péptidos
anorexígenos, y por otra parte, la acción antagonista del PRAG sobre los receptores MCR-4 del
PVH produce también efecto orexígeno.
Las señales que llegan al cerebro a través del nervio vago y alcanzan el NTS
La acción de la grelina producida en la zona hipotalámica.
El objetivo final de la grelina es la activación de las neuronas NPY/PRAG del ARC. Esto se sumaría
a la acción de la grelina secretada desde el sistema digestivo y que actúa directamente sobre el
ARC.
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Se concluye que:
La señal de inicio de la
ingesta parte de las neuronas
NPY/PRAG del ARC
activadas por la grelina
cuando desciende la insulina
y la leptina circulante.
Las proyecciones de
las neuronas NPY/PRAG
estimulan la ingesta por 2
mecanismos paralelos:
1. Su acción sobre las
neuronas APG/HL que
contienen orexina y HCM
produce la liberación de estos
péptidos orexígenos.
2. La acción de NPY y PRAG en el núcleo paraventricular del hipotálamo ejerce acción
inhibitoria sobre las neuronas de esta estructura, impidiendo la expresión de CRH, TRH y
oxitocina (anorexígenos).
En el ARC también hay otro grupo de neuronas en las que se localiza el péptido
proopiomelanocortina (POMC) y el transcripto relacionado con la cocaína y la anfetamina
(CART), ambos anorexígenos. Las neuronas POMC/CART se activan ante niveles elevados de
leptina e insulina. Esto provoca la secreción por parte de estas neuronas de la hormona estimulante
de los melanocitos (α-MSH), que tiene un potente efecto anorexígeno y actúa sobre los mismos
receptores que la PRAG, los MCR-4. Los receptores MCR-4 se expresan en grandes cantidades en
el PVH y en el HL, que reciben eferencias de las neuronas POMC/CART desde el ARC, por lo que
los efectos anorexígenos se producen en ambas estructuras.
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Los MCR-4 se expresan en grandes cantidades en el PVH y en el HL y sobre ellos la PRAG, que
actúa como antagonista (orexígeno) cuando se une a ellos, mientras que la α-MSH actúa como
agonista (anorexígeno).
En el PVH, las neuronas sobre las que actúan ambos péptidos (PRAG y α-MSH) son las mismas, las
que expresan CRH, TRH y oxitocina (anorexígenas). Así que si la PRAG las inhibe, el resultado es
orexígeno. Y si la α-MSH actúa como agonista del receptor MCR-4, las neuronas se activan, actúan
la CRH, TRH y oxitocina y el efecto es anorexígeno.
Las estructuras del tronco del encéfalo que regulan la alimentación y que forman parte del
complejo dorso vagal incluyen el área postrema, el núcleo del tracto solitario y el núcleo
motor dorsal del vago (MDV)
Grill y Kaplan señalan 3 hechos para considerar que los circuitos del tronco del encéfalo controlan
la ingesta:
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1. En esta región se localizan receptores para la leptina.
2. La estimulación de los receptores de melanocortina en la región caudal del tronco del
encéfalo provoca efectos sobre la ingesta y el peso corporal.
3. Cuando se separa quirúrgicamente en ratas el tronco del encéfalo del prosencéfalo, de
forma que la región sigue funcionando pero no tiene comunicación con el hipotálamo, los
animales pueden controlar la cantidad de comida que ingieren.
La experiencia previa con la comida determina qué se come y cuánto. La teoría del incentivo
positivo defiende que la palatabilidad de los alimentos es un potente desencadenante de la
conducta de la ingesta. Lo que es un mecanismo adaptativo puede suponer un problema en las
sociedades desarrolladas en las que se predispone al sobrepeso y obesidad.
La comida actúa como un reforzador natural y para ello se distinguen diferentes regiones
cerebrales implicadas en el procesamiento de la información sensorial relativa a la comida. Son las
áreas sensoriales primarias de la corteza las que reciben información desde los receptores
sensoriales a través del NTS y el PB.
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familiaridad que los sujetos tengan de los estímulos y de la forma de presentación del estímulo
olfativo, puesto que este efecto aparece cuando se combina el estímulo gustativo con un olor
presentado retronasalmente (a través de la boca) pero no ortonasalmente (a través de la nariz).
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Técnica de patch clamp
Circuito de palatabilidad:
Órganos sensoriales núcleo del tracto solitario (tronco del encéfalo) corteza gustativa
primaria corteza gustativa secundaria núcleo accumbens y ATV
Los estudios apuntan a que el HL recibe información directa desde el ARC en relación con la
situación energética del organismo. El HL responde a través de 2 poblaciones neuronales, las que
contienen orexígenos y las que contienen anorexígenos. Al HL le llega información sobre el valor
hedónico de los alimentos desde el ATV y el Acc. Luego ocurriría la respuesta motora porque la
información llegaría a los núcleos del tronco del encéfalo implicados en la misma y se produciría la
ingesta.
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4.9. Sistemas de neurotransmisión implicados en la ingesta
Sistema serotoninérgico
En los años 70 se descubrió la relación entre serotonina y regulación del hambre y saciedad. Las
neuronas serotoninérgicas del núcleo del rafe proyectan a regiones hipotalámicas implicadas en la
alimentación como el ARC.
Lesiones en el núcleo del rafe en animales (o inhibición de sus neuronas) provocan hiperfagia y
obesidad. En cambio, la administración central de serotonina o alguno de sus precursores es
anorexígeno. También se ha demostrado que la actividad de varios receptores de serotonina se
relaciona con la inhibición del apetito.
Bouret y Simerly (2004) proponían la presencia de leptina durante los primeros días de vida, lo
que sería fundamental para que se desarrollen correctamente las conexiones entre los principales
núcleos hipotalámicos de control de la ingesta.
Ahima y cols., mostraron que la leptina se incrementa durante la segunda semana de vida pero no
correlaciona con disminución de peso, por lo que ha de tener una función importante para el
desarrollo cerebral.
Bouret y Simerly estudiaron ratones con una mutación en el gen productor de leptina (Lep ob/Lepob)
que provoca obesidad por falta de señal de saciedad. Comprobaron que las proyecciones desde el
ARC de estos ratones no tienen la misma consistencia que en ratones sin la mutación.
Arriba, dibujo esquemático en el que se representan, en secciones sagitales de cerebro de rata, los periodos en
los cuales se establecen las proyecciones entre los núcleos hipotalámicos que regulan la ingesta en ratones y la
intensidad de las mismas y se compara su desarrollo con el que experimentan estas mismas proyecciones en
ratones Lepob/Lepob (Bouret y Simerly 2004).
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Bouret y Simerly pudieron comprobar que el patrón de desarrollo de las proyecciones desde el ARC
hasta el DMH están considerablemente retrasado en los ratones con la mutación del gen
Posiblemente existe un período crítico durante el cual el circuito hipotalámico que regula la ingesta
es sensible a la acción de la leptina, que actuaría como un factor trófico, más que como un factor de
saciedad.
Vickers y cols. (2005) administraron leptina desde el día P3 hasta el P13, en ratas desnutridas
durante la etapa fetal. Se lograba así evitar el desarrollo de la obesidad, hiperinsulinemia e
hiperleptinemia que aparecía en los animales no tratados con leptina.
6. Trastornos alimentarios
El índice de masa corporal (IMC) es la relación entre el peso y la estatura de una persona y se
calcula:
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metabolismo del hígado se encuentra alterado, lo que provoca arteriosclerosis e
hipertensión.
Hales y Barker (1992) propusieron la hipótesis del fenotipo ahorrador, basándose en estudios
de la población india. El bajo peso de los niños al nacer, producto de la desnutrición fetal, da como
resultado un incremento en riesgo de padecer diabetes 2. La desnutrición durante la gestación
provoca alteraciones en las células β del páncreas (que secretan insulina), lo que justificaría la
insulinorresistencia. Otros autores sugieren que el bajo peso al nacer debido a una carencia
insulínica podría ser debido a una alteración genética, ya sea porque afecte a la regulación de la
secreción de la insulina, como a la sensibilidad de los tejidos a la acción de la insulina.
Las estructuras clave para el efecto adictivo (recompensa) de las drogas son coincidentes con las
que loa alimentos de elevado valor hedónico activan. Se produce una liberación de dopamina en
estas estructuras. Esto es así hasta el punto de que se ha llegado a plantear incluir la obesidad en la
categoría de los trastornos de adicción en el DSM-V. Pero los resultados no acaban de confirmar la
hipótesis, ya que el hecho de que los sustratos neurales a través de los que, tanto drogas como
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alimentos ejerzan efectos reforzadores, sean los mismos, no quiere decir que los mecanismos que
controlen ambos efectos tengan una coincidencia total.
En otros estudios se ha comprobado que sustancias dulces, como sacarina, poseen mayor poder de
recompensa que la cocaína. Se situaba a las ratas en cajas de Skinner con dos palancas. Una de las
palancas administraba cocaína y la otra dispensaba sacarina. Las ratas apretaban la palanca de la
sacarina un número de veces significativamente mayor. Esto implica que el contenido calórico del
nutriente no es lo preferente, sino el dulzor (poder reforzante). Aunque no todos los resultados
apoyan esta hipótesis.
Avena y cols. comprobaron que el azúcar actuaba como una droga cuando se administraba por
atracones, pero los animales no ganaban peso. Hacía falta la presencia de alimentos con alto
contenido graso (dieta de cafetería). La liberación de dopamina es lo que produce el efecto
reforzante. Pero la ingesta no depende de la liberación de dopamina únicamente, sino de la
actividad de determinados péptidos que actúan sobre diversas estructuras hipotalámicas. En
circunstancias normales, una palatabilidad media activa las neuronas NPY/PRAG sin incremento
de dopamina. La connotación adictiva se da cuando el alimento tiene un alto valor hedónico.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
Recientemente se ha apuntado a la idea de que la pérdida de control sobre la conducta de ingesta se
debe a una disminución de dopamina en el estriado, a una disminución de la actividad en la corteza
prefrontal (concretamente región orbitofrontal dorsolateral) y en el giro cingulado anterior.
Figura de arriba: convergencia de las señales procedentes del sistema homeostático y del sistema de
recompensa. Las estructuras que integran estos sistemas regulan la homeostasis en el área hipotalámica, la
recompensa a través del sistema dopaminérgico y el control de los impulsos en la corteza cerebral reciben
información desde el exterior y el interior del organismo en relación con la alimentación. A su vez, las drogas
activan directamente el sistema de recompensa cerebral que también está relacionado con las regiones de la
corteza cerebral que controlan el impulso y con las que regulan la homeostasis en el hipotálamo.
Algunos datos apuntan a que una disfunción en la corteza prefrontal y el giro cingulado anterior da
como resultado un comportamiento compulsivo. La región orbitofrontal de la corteza prefrontal
está implicada en la saciedad sensorial específica.
Se puede decir que el problema de la obesidad se relaciona con la disminución de dopamina, lo que
conlleva a un deterioro del control de la corteza prefrontal sobre los circuitos de recompensa, lo
que provoca una tendencia a la ingesta compulsiva. Pero no es tan sencillo, ya que la disfunción
también afecta a otras regiones cerebrales implicadas en la motivación, emoción, estrés, memoria y
condicionamiento.
Ejemplo:
Se ha asociado al tabaco a un menor peso corporal y las personas que dejan de fumar ganan
peso. Esto se debe a que la nicotina incrementa el metabolismo basal y atenúa la respuesta a
la ingesta, a la vez que actúa como anorexígeno porque potencia el efecto de la leptina. En
ratones se ha mostrado que el efecto anorexígeno de la nicotina podría deberse a la
activación de los receptores de acetilcolina.
Lo que es indiscutible es que la respuesta de ingesta en humanos está sometida a una gran variedad
de factores: palatabilidad, situación social, estrés, disponibilidad de los alimentos, etc. Además, la
comida es necesaria para vivir y se consigue de forma habitual, al contrario que las drogas. Por
tanto, la determinación de todos los mecanismos implicados es muy compleja.
Los primeros estudios en ratones sobre el gen de la leptina, a los que se les administró esta
hormona de forma exógena, provocaron una disminución de la ingesta y peso corporal. Pero en
humanos sólo existen unos pocos portadores de esta mutación que responden al tratamiento con
leptina. Son personas que padecen hiperfagia, obesidad y trastornos endocrinos como retraso en la
pubertad y reducción en la secreción de la hormona de crecimiento y de tirotropina. Pero estos
casos no resuelven la inmensa mayoría de casos de obesidad, ya que la incidencia es
extremadamente baja.
Se han estudiado mutaciones del gen del receptor 4 de la melanocortina (MCR-4) y las del gen
asociado a la obesidad y masa grasa (FTO o fat mass and obesity associated).
Una alteración del MCR-4 en ratones produce incremento de ingesta y obesidad, pero no
trastornos endocrinos. En humanos podría haber un 2-6% de portadores en toda la
población, pero los incrementos de peso descritos en estos casos no son excesivos. Aunque
la hiperfagia es especialmente significativa cuando se ingieren grasas.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
El gen FTO se expresa en varios tejidos, principalmente en el cerebro, sobre todo
hipotálamo. La mutación que afecta al FTO también afecta al IRX3 y es determinante para
que aumente el IMC.
Los estudios con gemelos han revelado cierta probabilidad de que la obesidad sea en parte
hereditaria. Se puede sugerir que un número determinado de casos sean debidos a la alteración de
varios genes (etiología poligénica) que actúan sobre procesos fisiológicos relacionados con el
metabolismo y la ingesta y que la suma de todas esas alteraciones daría como resultado obesidad
en distintos grados.
En la década de los 70 se demostró en estudios que, tanto para el caso de bajo peso al nacer
(mujeres que nacieron en el invierno del hambre en Holanda, de madres desnutridas), como
cuando tenían un peso por encima de la media (estudio realizado en 71.100 mujeres de entre 30 y
55 años) se vio que el efecto del peso al nacer sigue el modelo en forma de U, es decir, el IMC en
la edad adulta es mayor cuando se nace con menor o mayor peso que la media. Estos datos resultan
congruentes con la hipótesis del fenotipo ahorrador.
En ratas, cuando se alimenta a las madres con una dieta rica en grasas, el resultado es un
incremento del peso corporal y adiposidad en las crías. Es decir, una malnutrición durante el
desarrollo (calidad o cantidad) provoca una alteración de la “programación” del funcionamiento de
los circuitos hipotalámicos en su respuesta a la señalización de los diferentes péptidos. Los
animales hipernutridos durante la época de lactancia tienen una respuesta exagerada a la inyección
del péptido NPY en el ventrículo lateral, ya que comen el doble que los animales control.
En la mayoría de casos de obesidad se ha constatado que los niveles de leptina en plasma están
elevados, lo que indicaría que las estructuras hipotalámicas que regulan la ingesta presentan
incapacidad para responder a la leptina (leptinorresistencia) o que existe un fallo en los sistemas
que transportan la leptina o que hay algún tipo de inhibición de las señales intracelulares.
Un tratamiento para la
obesidad implica
disminución de aporte
energético e
incremento de la
actividad física. En la
obesidad mórbida se
emplea la cirugía. La
cirugía se recomienda a
personas en las que la
gravedad de los
trastornos asociados a
la obesidad pone en
riesgo su vida.
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
El cerclaje consiste en situar un anillo reductor de estómago, lo que reduce la ingesta. La
derivación gástrica consiste en unir una pequeña porción del comienzo del estómago
directamente al intestino delgado, dejando el resto fuera del recorrido digestivo. También implica
una menor capacidad estomacal. En el 30% de los casos se disminuye la obesidad y en el 50% se
reduce el riesgo de diabetes 2.
Los medicamentos anorexígenos que se han utilizado para combatir la obesidad han ido
encaminados a:
Pero muchos de estos medicamentos se han retirado por las autoridades sanitarias por el riesgo
que conllevan.
Cabe resaltar que todo tratamiento contra la obesidad implica irremediablemente una
reducción de la ingesta y un aumento del gasto energético.
La anorexia y la bulimia son trastornos alimentarios caracterizados por una restricción alimentaria
con objeto de disminuir el peso (adecuar la imagen corporal a unos patrones), que se manifiestan
de forma diferente. En la anorexia se llega a la desnutrición y en la bulimia hay una ingesta
desequilibrada que combina restricciones con atracones.
La AN suele aparecer en la adolescencia. El 95% son mujeres (1% de la población). Es uno de los
trastornos mentales con mayor índice de mortalidad. Supone un grave estado de desnutrición y el
4% comete suicidio (más que en la población general).
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Tema 4. Psicología Fisiológica UNED Dolores Latorre
Se produce una restricción extrema en la alimentación en un intento por perder peso junto con
otros síntomas (recogido en el DSM-V): miedo a engordar y distorsión sobre el reconocimiento de
las dimensiones, forma y aspecto de su cuerpo. A esto se suma que suelen realizar excesiva
actividad física. Aparecen alteraciones en los niveles electrolíticos que deterioran el
funcionamiento celular, pérdida de tejido muscular, problemas gastrointestinales, óseos,
cardiovasculares, etc., que pueden ser incompatibles con la vida.
No hay una explicación científica para la AN. Se trata de un trastorno multifactorial, donde
intervienen factores neurobiológicos que algunos autores agrupan en 2 categorías:
Factores genéticos: En estudios con familiares y gemelos se ha comprobado que los factores
genéticos contribuyen en más del 50% de la varianza de la AN. La probabilidad de que la hermana
de una gemela con AN padezca este trastorno es significativamente mayor cuando son
monocigóticas. Se han relacionado ciertas alteraciones en los cromosomas 1 y 10 con la AN. En el
cromosoma 1, alteraciones en los genes codificantes de los receptores de serotonina 5-HT2a, 5-HT2c
y 5-HT2d. También hay otros trabajos que apuntan a genes implicados en los sistemas de la leptina
o melanocortina (no concluyentes).
El alejamiento de los parámetros normales en el peso de los niños al nacer (exceso o defecto)
podría determinar una mayor susceptibilidad a padecer trastornos alimentarios en la edad adulta,
dependiendo de otros factores genéticos, neuropsicológicos o ambientales.
Cuando una paciente es diagnosticada con AN ya lleva tiempo restringiendo la ingesta, por lo que
no se puede saber si la alteración que se ha detectado es causa o consecuencia de la AN. Presentan
volumen cerebral reducido y alteraciones en el metabolismo en las regiones frontal, cingulada,
temporal y parietal de la corteza. Estos parámetros vuelven a valores normales si la paciente se
recupera. También presentan alteraciones del sistema cardiovascular y en el electrocardiograma,
como por ejemplo bradicardia sinusal (35-95% de casos), así como un incremento en el tono vagal
y una disminución del índice metabólico. En niños y adolescentes hay bajos niveles de tiroxina
(T4), de triyodotironina (T3) y hormonas sexuales, incremento en los niveles de cortisol y
alteraciones relacionadas con la hormona de crecimiento. Se produce osteopenia por falta de
minerales, sobre todo Ca y P.
Los estudios sobre los factores genéticos no son concluyentes y se sugiere que hay una mayor
participación del ambiente. Aunque algunos estudios genéticos relacionan alteraciones del gen del
receptor de la serotonina 5-HT2g con la BN.
Hay una alteración de la actividad cerebral de las regiones encargadas de procesar la experiencia
placentera (corteza prefrontal, área tegmental ventral o núcleo accumbens), por lo que los
“atracones” compensarían este déficit. Pacientes de BN presentan una disminución en la activación
de las redes neurales que incluyen la región lateral de la corteza prefrontal y de otras regiones
corticales relacionadas con la inhibición de la impulsividad.
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