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001

Animal intenso, así debieron nombrarme al nacer.


002

Encantada por una montaña mágica, atrapada por las habladurías del viento, por la sonrisa
de una cabra, por el respiro despierto de ese extraño e incansable viaje hacia adentro.
003

Desempacando mi tristeza escucho al pasado como una carta envejecida y viva, oliendo a
las montañas desde este corazón de crisálida. Aún no encuentro nombre para animal tan
salvaje y tan tierno.
004

Costura diminuta y salvaje, de débiles hilvanes que se descosen en cada viaje (así es
aquella desconocida que habita muchas veces en mí).
005

Estoy hecha de materia amante. Mis ojos brillan más que todas las constelaciones que se
lucen aquí todas las noches.
006

Bendita sea toda la hilaridad y la delicia de la desnudez exaltada, bendito el rubor del viento
que, al doblar esa curva, nos descubrió sin más equipaje que nuestras almas.
007

Agitada dentro de una botella de viaje, atravesando todas las distancias y todos los planetas,
tragándome agujeros negros. Gula interestelar, pecado, lujuria de cuerpo celeste.
Anochecida. Reclamando más lunas en el cielo para agradar a las bestias en celo.
Atravesando traviesa mi propio corazón amputado.
008

Sombras que engullen a los árboles, astutas, cúbranme con su ferocidad. No quiero estar
más ni entre nubes para evaporarme, ni entre campos de Diente de León para diseminarme.
Engúllanme como a una rosa tímida y cobarde.
009

Bajo una gran constelación de miradas, un cielo de cerdos y otro de águilas, están mis
ojos y mis dedos tratando de hallar, otra vez, ese silencioso juego de estrellas.
010

Mirando desde lejos cómo un túnel melancólico penetraba despacito a una montaña,
descubrí, sonrojados por la sensualidad del sol, a una oveja balando, a una burra gimiendo
y a un burro excitándose, comprendí, al fin, toda la belleza en la sutileza y en el desenfreno
de la naturaleza.
011

La nostalgia me disemina toda.


012

A melancoholía yo olía.
Melancohol olía.
Liada con mi melancoholía.
013

Atravesada por la distancia, comienzo a expeler al fin el aroma de los muertos.


014

Fúnebre, hermosa, suave, punzante, silencio, anarquía. Olor a melancolía inatrapable.


015

Ayer me molesté con la luna, la llamé tonta, maravillosa, neurótica. Tremenda mediocridad
la suya, ser tan bella y tan sola.
016

Hoy brillo furiosa, estrepitosa, hoy entro a escena con un silencio que ya no navega ni en
el aire.
017

Dulces sueños de recién nacida mujer, flotando fuera del útero salvaje de mi madre,
respirando colores, inhalando amor-temor. Espérame, yo también quiero verte nacer.
018

Estallo, rompo olas, me agito, me desplumo. No hay nada, el viento es amargo, los dardos,
la piel, en vano sacudo mi alma.
019

Un millón de veces cándida y desafiante, en rituales que silencian a los cuerpos nadan la
casualidad, el vapor, las lágrimas, los segundos, los falsos sueños, también.
020

Mi alma está empolvada, ¿quién la desempolvará?


021

Hoy quiero regalarte todos mis trozos de naturaleza muerta para que construyas con ellos
el abismo de un solo beso.
022

Iracunda y enferma, huelo a familia disfuncional, a urbe desperdiciada, a frasco de


estrellas fugaces, a espuma contra convulsiones sociales, a elefante dormido, a día
nublado, a sueño descomunal y decapitado.
023

Inflamada como rosa abierta, envuélvete con mis pétalos bajo esta pequeña competencia
de granizos que con dulces golpecitos amenazan quebrar mi soledad.
024

Un día vomité un poco de tinta y otro poco de sangre, corté algunas páginas de mi vida
para devorarlas y fui inalcanzable, pinté mis sueños y no se los regalé a nadie. Ese día
retorné a mis viejos 15 años de edad.
025

El prisma de tu espíritu indomable refracta sobre mí partículas muy frágiles, quisiera


taparte un solo instante, rociarme de tus colores y arriesgarme.
026

Antes del día en que ansiosa nos devore nuestra propia madre de barro, tejamos nuestro
amor en forma de flor, podando con nuestra pasión todos los mantos de la tierra, no habrá
más pletórica morada que esta.
027

Muy suelta y resuelta voy corriendo libre otra vez. Hija de un eclipse entre una luna de
queso y un elefante blanco, padeciendo coqueta las mil miradas de las hojas de un árbol.
II
028

Entre campos de compases que rimaban en zigzag por los aires, me quedé dormida al lado
de un pájaro. Acurrucada bajo sus plumas, desperté silbando una locura al cielo. El sol nos
acarició despacio, revelando tan solo el cuerpo de un picaflor emplumado por su propia
flor.
029

Diáfana, viajando entre tus poros. Risueña, ante tus dudas, en singular viaje me hallo frente
a tus ojos, llena de luna, deseando que exprimas este deseo y te lo bebas despacio.
030

Pareces hecho de champa, me pregunto si son dos puquios los que me miran así o si son
dos arcoíris atravesándose entre tu mirada y la mía.
031

Alguien se detuvo en la puerta, miró hacia adentro, reclamó enmudecido un beso, sonreí,
me planté sobre mis raíces inmutables como siempre, pero su reclamo fue tan fuerte que
robó mi silencio y le di un beso.
032

Imaginería preciosa es tu sonrisa, perfecta e inestable como la mía. Guarida inquietante que
no sé si corromper o si adorar a animal tan tierno que la abre. Llevarte mis flores perdidas
cada día. Confesarme dentro de tu boca, no saber si es dulce superstición encontrarla o si
es ferviente devoción buscarla.
033

Aferrándose a mi blusa para no caer en el precipicio fuera de mi cuerpo, él ya solo es un


cuerpo irrecuperable.
034

Me suenas no recordable, envenenando toda mi ternura y todo mi romance, corriendo


dentro de mí como música y carnada. Y yo escapando paralítica del oscuro bosque de tus
sábanas románticas.
035

Con melodramático análisis lees mis cartas, con sana curiosidad yo espero tus lágrimas.
036

Olvidan que somos más que almas, que pronto seremos la comprobación fáctica de las
leyes de la física romántica.
037

Tu pecho, en llaga, peregrina ciego dentro de tu propio espíritu, inundando en vano las
calles con una torrencial procesión de lágrimas. Espero, en silencio, que todo el odio que
bramo contra el cielo desinflame, al fin, a este crónico corazón enfermo.
038

Estos días la lluvia no vendrá porque ha corrido el rumor de tu sonrisa helada. Los caminos
se congelarán a mi espalda, entonces verás cuán solas crecen las flores en los desiertos de
estos mundos azules. Estos días que la lluvia no vendrá, una gota soñada escapará fuera de
la atmósfera para viajar incorruptible hasta la eternidad.
039

Lo siento, no lo siento o porque así lo siento. Te lo dije, vas a morir, voy a morir, de nuevo.
040

Un grito en zigzag es el que quiero clavar contra tu espalda, acompañado de un coro de


murciélagos y del mar desenfadado que robó nuestras sombras bajo el vaivén de sus aguas.
Dedicarte un canto sin palabras con una orquesta de espantapájaros, pantanos y chacras.
Lanzarme desde lo alto del acantilado de un lago envenenado. Fluir como brisa helada aun
cuando amenaces evaporar todo tiempo atrás. Iluminarte como luna preocupada. Atarte al
sol para que en tu desesperación derritas toda nuestra oscuridad. Atarme a una constelación
para brillar lejana. Conservarte como susurro dentro de mi cuerpo, con todo tu mar adentro.
Navegar hasta llegar a las profundidades interminables de la razón, porque no sabemos si
un día renacerá otra vez el mar en nuestras almas.
041

Trazo estas líneas de un pobre boceto interminable, plagio desvergonzadamente un gesto


sensual, apagas las luces irritables, prendes unas más suaves para crear una atmósfera
agradable, pero nuestras emociones roen hasta a los más viejos árboles, nuestras palabras
violan hasta a la gravedad cero y caen cometas, asteroides, fragmentos de nuestros
universos, arqueología de tu cuerpo salvaje, disección de mi cuerpo vestido, diálogo que
se va ahogando hasta flotar muerto en esta habitación y el retumbo de un río crecido que,
bajo la lluvia, trata de menguar nuestras más tristes nimiedades.
042

Es demasiado frágil, el eco estúpido y drogado de tu espíritu ridículo. Cambiaré tu nombre


otra vez, decoraré mis labios y saldré a cabalgar algún montañoso romance hasta plagar
mis ojos de sangre.
043

Eternamente sumergida en un océano de hierbas zigzagueantes quisiera vivir, abreviando


con puntos suspensivos mis últimos días. Eres una frase extinta que me duele y que navega
en este océano cada día, digamos que no te extraño, digámoslo, para ahogar aún más al eco
frágil de la falsedad, digamos que no me extrañas, digámoslo, para ponerle punto final a
nuestra soledad.
044

Eres como un barquito de papel que empieza a naufragar en un mar de garabatos, ingenuo,
no te das cuenta que pronto el tsunami de tus delirios te llevará al perturbado mar de otro
ser humano.
045

Abro la maleta y gritan todos los recuerdos, se despedazan unos contra otros, salen
disparadas risas, mentiras, dulces y maldades. Y caen sobre el piso los cien mil porqués, se
lastiman solitarios, casi llorando, enredándose como espuma de dramático carnaval sobre
mis cabellos. Apresurada, herida, casi muerta, cierro la maleta para no ver tu rostro
desgarrado, para no dejarte huir.
046

Tú me haces recordarme enmohecida, atrapada besando hasta a los árboles, bajo el agua
constante de un río que ha rayado mi vida hasta desfigurarla, donde aún queda el hedor de
tus sabias y astutas palabras. Te veo caminando solo por la hilera de un colgante puente de
delirios, me veo cada noche entrelazando mi pequeño pecho contra tu gran espalda,
desenredando sin que lo sepas tu abrumada cabellera de seda. Descubriéndote espiar mis
pesadillas. Tú me haces recordarme alegre, triste y alegre. Tú me haces recordarme.
047

Por andar con esta piel enamorada, padecí la lluvia de un cielo poblado de invisibles cabras
aladas piloteadas por almas solitarias, desgasté mis zapatos tras un sueño inflamado que
pronto reventó como ampolla sobre mi almohada. Me fui quedando aplastada por mi propia
piel enamorada, fue tan mayúscula toda mi negligencia que me perdí sin ganas de tejerme
una nueva piel humana. Me quedé desabrigada, desnuda, cadavérica, deliciosa, lista para
devorar a la muerte.
048

Las caras de la cotidianeidad te llovían como moscas excitadas, llevabas clavada tu sonrisa
ensangrentada, compitiendo con el aliento del más viejo de los abismos, exhalabas un
nombre, lucías tan joven, tan bello, inquietando como siempre a los muertos. Pero el cielo
te escupió una vez más.
049

Si tan solo miráramos con ojos de pájaro, amaríamos el paso y el polvo que dejan las horas,
amaríamos volar, caer y volar, no le temeríamos más a esta humilde infelicidad.
050

Un trabalenguas extraño se mofa dentro de mi boca cada vez que te hablo. Remolino
interminable diciendo que extraño al extraño que quiere que lo extrañe.
051

Yo sufro de exceso de amor, de mordeduras y de ternuras. Me gustan los abrazos en espiral


acompañados del filo de las palabras. Y nadar entre locas flores que apunten sus feroces
estambres al sol. Y me ves así, cuestionando a las abejas, extrañando al picaflor, esperando
que aquella niña me libere pronto y me dé muerte bella sobre su brillante cabellera.
052

Suena despacito un microcósmico Big Bang, quizá solo sea mi última desintegración
sentimental.
III
053

Para parir un poemario hay que gestar como ballena, nacer como canguro, mamar como
ornitorrinco y volar como inexistente batracio alado.
054

Los poemas nacen por cesárea o por parto natural. Omnívoros por naturaleza, crecen, se
reproducen, no mueren.
055

¿CÓMO SE ESCRIBE UN VERSO MALCRIADO?


Para empezar, todo con mayúsculas y sin sentido. Por favor, cuando encuentre uno de éstos,
cambie de página, no se deje llevar por sus palabras en flor, ni por su aroma a niño juguetón.
Suelen hablarle de sentimientos, utilizan mil y un ardides llamados metáforas, son muy
astutos, también se encubren de canciones, formas inteligentes para llegar a usted.
Recuerde, sólo son personas afirmándose bajito, casi al oído y por escrito, mostrando
desvergonzadamente todas sus debilidades.
056

Un verso estrangulado que pronto será muerto y sepultado exclama que al tercer día
resucitará entre odas poco loables, que subirá a los cielos y que desde allí habrá de juzgarme
con el peso de mi propia carne.
057

¿De qué tamaño es un poema? ¿Como el largo de mi ansiosa cabellera? ¡Como temerario
piojo! ¿Y qué tal enorme como mito en extinción? O quizá solo del tamaño del silencio.
058

Falta mucho aún para escribir un verso tibio y calmado, últimamente solo he sabido
estrangular palabras que se cruzan por mi camino. Me pregunto si esta densidad nocturna
invadirá también a la próxima estación. Quizá para entonces este dulce musgo que lleva
creciendo tantos años desde mis pies hasta mis brazos, quizá no ahuyente más a los pájaros,
quizá no sea deleite solo de caracoles y de miriápodos, sino también de aves que con su
vuelo despierten a las flores y a los dulces frutos de este hermoso huerto humano.
IV
059

(Acabo de escribirle al pasado, aún no me responde, quizá no quiera recordar su futuro).


060

Sacudo esta piel sobre un espejo de rosas sucias, erizándome, caigo rendida y feliz. Viajo
por los aires de esta estéril ciudad, me dibujo discreta para no sentirme bruma humana,
prefiero ser una perra tendida al sol y bostezar despacito mi libertad.
061

En el jardín de su placenta dejó crecer sobre fértiles campos de sangre a una enlutada
estrella. Habité durante nueve lunas menguantes en lo más profundo del universo de esa
hembra preñada, me alimenté en su bar con cocteles de fresa, jugué con nuestro cordón
umbilical hasta inmolarme llena de ferocidad hacia la luz. Más tarde di mis primeros pasos,
después millones, trillones de pasos más hasta llegar al tiradero de los sentimentales
desamparados. Desde entonces puedo decir que comprendo el lenguaje de los cerdos, el de
los perros, el de las nubes, el de los mares profundos y el de todas las bestias vulnerables
de la Tierra, y que algún día la muerte bella ha de devolverme, al fin, mi propia vida entera.
062

Yo bailo con la auténtica fricción de esta piel animal, exquisita y húmeda piel de barro, al
son de un cardumen de notas que me atrapan hasta convertirme en río agitado, arrancando
estrellas a mi paso. No hay más colmado amor que este, alistarme cada mañana para ser
preñada, para ser parida, para justificar la rienda suelta del universo y alzarme al vuelo con
toda mi consistencia humana.
063

Mañana tal vez escriba que he sido muy feliz por obra y gracia de un espíritu santo que
cruzando por mi calle succionó mis últimos latidos. Un espíritu mágico que convertirá mi
sangre en clorofila carmesí para que pueda retoñar como hermoso árbol.
064

No hay métrica ni medida que se me antoje, he muerto sabia y en piyama sobre mi cama,
han asistido a este funeral poético solo las rosas estampadas de mi edredón. Sobre mi
cuerpo ha nacido un paisaje de montañas, la luz del sol me ha santificado eludiendo todo
proceso y juicio sagrado. He muerto retratada sobre un campo de sábanas abrazada a mi
propio corazón. Acompañada por el ballet de una paloma sobre la calamina. Consagrada al
dios que no es dios, sino diosa, y a la diosa que no es diosa, sino dios.
065

Que quede grababa toda mi mayor acción en esta muerte súbita, que lleve mi epitafio la
cita del gran libro de la observación, que yo solo le arranqué momentos al tedio de la
inacción.

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