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LAS HIPOTESIS DE CONFLICTO DE LAS FF.AA.

ARGENTINAS

Por Horacio Ballester Coronel (R)

Centro de Militares por la Democracia Argentina (CEMIDA)

Mesa Social – Polo Social Capital

(De Nac&Pop)

Todo país que se, precie de ser tal, debe tener un Proyecto Nacional que busca el bienestar de sus
habitantes, proyecto que debe ser consensuado por la mayoría de sus habitantes.

Los gobernantes deben interpretar ese sentimiento mayoritario e instrumentar el consecuente


conjunto de políticas y estrategias que vayan llevando a la acción desde su situación actual hasta el
objetivo deseado.

Los Proyectos Nacionales pueden ser independientes - con las lógicas limitaciones por la gran
intercomunicación que existe en el mundo actual- o dependientes de un poder hegemónico
mundial o regional.

En el primer caso, es el propio pueblo quien resuelve lo que se debe hacer; en el segundo, los
gobernantes se limitan a instrumentar mediante leyes y decretos, las directivas que van recibiendo
directa o indirectamente de los centros de poder dominantes.

Todo proyecto nacional tiene enemigos internos y externos. Los externos incluyen a los países
extranjeros con ambiciones sobre el propio territorio o proyectos nacionales muy parecidos al
nuestro, todo lo cual provoca superposición de intereses y el consecuente conflicto; por otra
parte, si el proyecto nacional carece del debido consenso nacional , encontrara sus enemigos en el
interior del propio país.

Estos choques con el enemigo generan las llamadas Hipótesis de Conflicto e Hipótesis de Guerra.
Las primeras se refieren a problemas menores que pueden ser solucionados por negociaciones
económicas y/o diplomáticas. Las de guerra son conflictos graves que pueden llegar a exigir el
empleo del poder militar de la Nación, sea por simple presencia disuasiva, sea por el empleo
directo de las armas.

Las hipótesis de guerra constituyen la orientación básica para la organización, equipamiento e


instrucción de las fuerzas armadas del país.

Los Proyectos Independientes tienen enemigos exteriores que incluyen el país o grupo de países
cuyos objetivos nacionales chocan con los propios. En estos casos, si el Proyecto esta debidamente
consensuado por la masa de la población, el enemigo interno resulta inexistente o de muy escasa
consideración.

La situación cambia totalmente en el caso de los Proyectos dependientes, creados para beneficiar
a los intereses extranjeros y a los de las minorías nacionales que se constituyen en sus servidores
vernáculos.

Por empezar, los problemas de seguridad exterior ya no son de responsabilidad primaria de las
propias fuerzas armadas, sino que quedan a cargo del poder hegemónico.
El enemigo principal se ubica entonces en el interior del propio país y esta formado por los
sectores poblacionales afectados (perjudicados) material o espiritualmente por el proyecto
nacional en curso.

En estos casos las fuerzas armadas son apartadas de su razón de ser, de su misión especifica:
elementos de disuasión contra el enemigo exterior.

Resultan por lo tanto impulsadas a buscar adversarios entre sus propios connacionales o a
"inventarse' alguna misión como la lucha contra el narcotráfico o la formación de contingentes de
paz al servicio de las Naciones Unidas.

¡Cuanto mas dependiente sea un proyecto nacional, mayores posibilidades existirán de que las
fuerzas armadas se vean enfrentadas con el pueblo del que forman, parte!

Durante la llamada "Guerra Fría" que ensombreció al mundo desde la finalización de la Segunda
Guerra Mundial hasta fines de la década de los años 80, los Estados Unidos como nación líder de
uno de los bloques antagónicos , organizo militarmente a las naciones que estaban dentro de su
zona de influencia. En América Latina impuso la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional.

La aplicación de esta nefasta doctrina se materializo exclusivamente contra el llamado "enemigo


interior" (los propios compatriotas), utilizando métodos propios  de estados fascistas - terroristas
como asesinatos, torturas, desaparición de personas, apropiación de criaturas, latrocinios y
similares accionar que se vió facilitado por la imposición de sangrientas dictaduras militares en casi
todos nuestros países.

Luego, desde el comienzo de la década de los años 90, coincidiendo con el fin de la, "Guerra Fría"
Estados Unidos está tratando de imponer a nivel planetario su "Pax Americana" a la que el
Presidente Bush llamó sin eufemismos 'Nuevo Orden Mundial" (igual que Hitler al suyo), que se
manifiesta con los nombres de neoliberalismo, globalización, aldea global y similares .

Entre las décadas de los años 50 y 90, se afirmaba en Occidente que luego del inevitable triunfo de
Estados Unidos en la "Guerra Fría" .las ingentes sumas que se gastaban para mantener el
equilibrio del terror nuclear serían derramadas para beneficio de los pueblos.

La realidad resultó otra, la desaparición del llamado "Bloque Oriental" como poder militar, parece
que inclino a los estrategas de Occidente a pensar que, no existiendo a nivel mundial un poder
político-militar capacitado para capitalizar en su beneficio los descontentos populares generados
por la injusticia social, ya no valia la pena preocuparse por el bienestar de nadie.

Lo único necesario para permitir que el neoliberalismo se manifieste en su mas perversa


perfección, es contar con las fuerzas represivas necesarias para terminar violenta y cruelmente
con cualquier resistencia que se presente. Para ello, en el caso de América Latina, fue necesario
adaptar la vieja Doctrina de la Seguridad Nacional a las necesidades represivas del "Nuevo Orden
Mundial".

Asi, las fuerzas armadas argentinas tienen hoy solo misiones represivas:

A. contra los compatriotas que rechazan el neoliberalismo económico y el fundamentalismo de


mercado con sus penosos resultados de injusticia social; en Argentina, las Leyes de Defensa de
Seguridad Interior regulan el empleo represivo de fuerzas armadas cuando las de seguridad
(Gendarmería y Prefectura) y las policiales sean sobrepasadas por los disturbios sociales.

B. contra las rebeliones campesinas utilizando el pomposo nombre de "Lucha contra el


narcotráfico".

C. contra los países del Tercer Mundo que por cualquier razón (económicas, políticas, culturales,
etc.) no acepten el "Nuevo Orden Mundial'. Esta represión también tiene un nombre pomposo:
Misiones de Paz de las Naciones Unidas.

Analizando los desfiles militares realizados en Buenos Aires en los días patrios del año pasado
pudimos comprobar la veracidad de estas afirmaciones. En el del 25 de Mayo vimos a una
Gendarmería equipada no para la custodia de nuestras fronteras sino con lo mas moderno
existente para la lucha antimotines. A su vez en el del 9 de Julio, como equipamiento para la
guerra contra enemigo exterior solo vimos una sección de tanques (5 vehículos) y unos pocos
cañones, todo el resto era material apto para la represión interior.

El 29 de Mayo de 2001, durante los actos celebratorios del 191 aniversario de la creación del
Ejercito Argentino - empañados por la presencia en el palco oficial de genocidas de la ultima
dictadura militar - el Jefe del Estado Mayor General, en su alocución expreso que uno de los
objetivos del arma era el mayor desarrollo de la fuerza de despliegue rápido, las que constituyen
una costosa organización ideal para el cumplimiento de las ya expresadas misiones represivas; son
tropas capacitadas - por ejemplo - para terminar rápidamente con una posible explosión social en
Jujuy, desplazarse luego para cumplir misión similar en cualquier otro lugar del país y estar
siempre lista para actuar en el exterior sirviendo a los intereses de Estados Unidos, como podría
ser combatir contra los campesinos colombianos o participar en la defensa de Kuwait ante la
eventualidad de un nuevo ataque iraquí.

Los festejos también incluyeron un ejercicio militar con la participación de tropas de comando
transportadas en helicópteros, en la toma de un objetivo puntual, acción vital en la guerra
antisubversiva, por ejemplo para la toma de un puesto de comando, rescate de prisioneros,
ataques a piqueteros que corten rutas en zonas rurales y misiones similares.

El fin del modelo neoliberal permitirá a las Fuerzas Armadas Argentinas el regreso al cumplimiento
de sus misiones especificas .

Buenos Aires, 18 de junio de 2001.


HIPOTESIS DEL CONFLICTO NO DE GUERRA

Toda sociedad, a expensas de sus características distintivas, es sede de


rivalidades, antagonismos y desacuerdos, por cuanto la conflictividad es
inherente a la condición humana. De allí que el conflicto no constituye
un fenómeno anormal, aunque quizás no deseado.

En su devenir histórico, la humanidad ha tenido periodos de dificultades


y enfrentamientos, pero en definitiva estos nunca han podido ser
eliminados en forma concluyente. La situación del mundo actual nos
permite vislumbrar la coexistencia de nuevos y tradicionales riesgos o
amenazas, tales como: el desborde del terrorismo internacional, el
narcotráfico, el resurgimiento de fobias étnicas, los fundamentalismos
religiosos, la proliferación de sectas, las mafias, la corrupción, las
agresiones al medio ambiente, las migraciones masivas y descontroladas,
la escasez de recursos naturales, las asimetrías estructurales, las
apetencias territoriales, la explotación de los recursos del mar y los
vacíos geopolíticos, entre otros, que dan por tierra con la teoría de “El
Fin de la Historia” que ensayó Fukuyama al finalizar la Guerra Fría.

Esto confirma la planetaria vigencia del conflicto y de la violencia, a


pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional por tratar de regular
las relaciones entre los Estados y, en las últimas décadas, dentro de éstos.

En su afán por buscar la paz, el hombre ha encontrado en los usos y


costumbres, en las normas jurídicas y en las instituciones, la forma de
limitar las manifestaciones de violencia. Cuando la capacidad para
pacificar de éstas no es suficiente, es el Estado -según Max Weber- quien
“reivindica el monopolio del uso legítimo de la violencia”. Para no sacar
de contexto esta afirmación, debemos recordar que el orden jurídico
vigente determina claramente en qué condiciones puede recurrirse
legítimamente a la violencia (fuerza), sin caer en arbitrariedades ni en
ilegalidad.

Paradójicamente, junto con el valor ético en las relaciones


internacionales y de los esfuerzos de las Naciones Unidas para llevar
adelante políticas de transparencia, desnuclearización, reducción de
gastos en defensa, desminado humanitario, regulación de exportaciones
sensitivas, control de tecnologías de uso dual, control de armamentos
convencionales y la prohibición de armas químicas y biológicas, la
realidad muestra que las excepciones logran enrarecer el panorama
mundial creando un temible clima de incertidumbre generalizado que
caracteriza al mundo de la pos Guerra Fría.

Las amenazas a la seguridad de los Estados, en la que se incluyen tanto


los tradicionales como los nuevos y múltiples desafíos, son una realidad
que la globalización se encarga de trasladar, en poco tiempo, al objetivo
elegido. Por ello los Estados, por más amantes de la paz que se declaren,
no deben soslayar las amenazas, sino preverlas y prevenirlas con sólidas
hipótesis de conflicto, no de guerra. La falta de adecuación y preparación
de los sistemas de defensa para enfrentar una amplia gama de desafíos
constituiría una omisión infantil e injustificable que podría poner en
peligro la subsistencia de los Estados. Ello no implica magnificar
desafíos ni reivindicar la agresión, tampoco militarizar las relaciones
interestatales, solo pretende rescatar y resaltar el concepto de “ …
derecho inmanente de legítima defensa individual…”, proclamado en el
Art. 51 de la Carta de las Naciones Unidas.

Ante esta verdad aceptada, la Argentina debe fortalecer su capacidad de


negociación y su seguridad. Ello significa que deberá poseer un Sistema
de Defensa Nacional integrado y Fuerzas Armadas con la estructura,
despliegue, armamento y adiestramiento acorde con la situación regional
y nacional vigente, que den respuesta real a la demanda del país y cuya
capacidad de disuasión permita alcanzar una eficiente Defensa y
Seguridad Nacional, así como cumplir el rol que la comunidad
Internacional reclama en el marco de las Naciones Unidas y otros
organismos regionales.

La interdependencia del sistema internacional y la ausencia de certezas


indican que ningún país es ajeno a los desafíos (riesgos y/o amenazas)
que acometen a las naciones, por lejanos o insólitos que hoy se perciban.
En este contexto, el Estado debe mantener un Instrumento Militar en
función de sus intereses, objetivos y posibilidades. La planificación de
una estrategia nacional no debe obviar que el conflicto es un fenómeno
constitutivo, ineludible e inseparable de las relaciones internacionales y
sociales, aun cuando éstas modifiquen sus estructuras y dinámicas. Toda
planificación presenta como características destacables la policausalidad,
la permanencia y la identidad propia, y de ellas deviene la dificultad para
vaticinar sus consecuencias. 
Martín Balza, ex jefe del Ejército y ex embajador en Colombia y Costa
Rica

Que es una Hipótesis del Conflicto

héctor landolfi (*)

El Diccionario de la Real Academia Española define “hipótesis” como:


“Suposición de una cosa posible o imposible para sacar de ella una
consecuencia”. Un ejemplo práctico lo brindan los bomberos. Ellos
“suponen” que se van a producir incendios y en consecuencia se preparan
para combatirlos. Ahora bien, si el comandante de los bomberos dijera
que no existen más los incendios, la consecuencia es que los bomberos
tendrán que buscarse otro trabajo. Pero los incendios se producirán,
inexorablemente. Como “consecuencia” de esas “suposiciones” se
establecen, por ejemplo, políticas de prevención en el plano de la salud
pública. Las vacunaciones programadas e incluso obligatorias, para
determinada franja etaria de la población, son la “consecuencia” de la
“suposición” de que existen enfermedades que afectan a personas de
determinada edad en cierta época del año. Hay zonas de nuestro país
(San Juan) donde se exige que los edificios se construyan con
características antisísmicas, pues se “supone” que deberán soportar los
temblores de la tierra sobre la que están construidos. En cuanto a
“conflicto”, creo que no es necesario recurrir a diccionario alguno para
entender que se trata de un componente ineludible y permanente de la
vida. Los conflictos están en nuestra mente, en las relaciones
interpersonales y en nuestra biología, acechada por enfermedades y
accidentes. Reconozco, con mis disculpas, la obviedad de los párrafos
precedentes. Si me permito esta redundancia es porque pareciera que a
ciertos altos funcionarios nacionales se les debe indicar cual es el
resultado de sumar 2+2 para que puedan tomar nota de la existencia del
algoritmo y del teorema. El concepto “hipótesis de conflicto” tiene, entre
nosotros, una clara resonancia militar. Precisamente por ese perfil el
kirchnerismo, llevado por su prejuicio sobre lo castrense, lo suprimió del
vocabulario político. Conducta que observa, también, con relación a la
inseguridad y la inflación. Este comportamiento llevó a Cristina a decir:
“No tenemos hipótesis de conflicto”, como así mismo: “No somos un
peligro militar”. Debe reconocerse la originalidad extrema de la
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, pues no debe existir en el
mundo algún jefe del Ejército que piense de esa manera. Para que los
conceptos de la presidenta adquieran validez, es necesario que los
gobernantes de los países limítrofes, y los de aquellos con los que
pudiera producirse un conflicto, piensen de la misma forma. Como se ha
visto, esa reciprocidad no se produce y es difícil que ocurra. El análisis
de los conflictos que puede llegar a afrontar un país es motivo de estudio
en todos los Estados Mayores del mundo y constituye tema prioritario en
los Ministerios de Defensa. De lo contrario nos encontraríamos en la
absurda situación de un cuerpo de bomberos que no se prepara para
combatir incendios porque su jefe cree que las igniciones no se producen.
Hay una serie de hipótesis de conflicto, o de realidades potencialmente
conflictivas, que parecen no ser percibidas por la conducción política y
militar de la Nación: 1) La Patagonia. En el sur de nuestro país existen
tres hipótesis –algunas son una cruda realidad– conflictivas, de elevada
magnitud y objetiva interacción entre sí. La poderosa base militar inglesa
en Malvinas compromete toda la costa este atlántica y reduce
notoriamente nuestra proyección a la Antártida. La base cívico militar
China en Neuquén pone a la Argentina como blanco potencial en caso de
conflicto bélico entre China y Estados Unidos. Y la creciente
conflictividad mapuche (araucana), por su virulencia y los apoyos
externos que tiene, constituye el germen de una guerra secesionista. 2) El
Tratado Antártico. El deshielo creciente del continente blanco y la
necesidad de materias primas aumentará la tensión entre los países
firmantes del tratado. Brasil puede reflotar la teoría de la “defrontação”, a
partir del poder que va adquiriendo con el nuevo armamento que
adquiere y fabrica. Conducta que sería apoyada por países sudamericanos
costeros del océano Pacífico. 3) La cuenca del Plata. Sobre la ribera
uruguaya del río Uruguay está completándose la construcción de cinco
gigantescas fábricas de celulosa (1,2 millones de toneladas de producción
anual por empresa). La industria celulósica es altamente contaminante y
sus detritos afectarán, principalmente, el delta. Las islas de nuestro
archipiélago fluvial, ahondadas en su centro, serán con las crecidas
receptáculos de la contaminación emitida por esas fábricas. El delta
avanza y en lo mediato transformará Buenos Aires en ciudad
mediterránea enfrentada a islas contaminadas. 4) El Noroeste. El triunfo
de Chile en la Guerra del Pacífico (1883) le permitió a nuestro vecino
quedarse con territorio de Bolivia y Perú. El reclamo boliviano a Chile
efectuado ante la Corte de la Haya, más allá de su resultado, aporta
inestabilidad en la zona donde la Argentina tiene fronteras comunes con
ambos países. 5) El narcotráfico. El irresponsable aligeramiento de
nuestra frontera norte producido por el gobierno nacional facilitó el
ingreso de la estructura dura del narcotráfico. Realidad que plantea,
como en otras partes de América, un desafío al Estado. 6) Los ataques
cibernéticos. La creciente interconexión del país con las redes globales
expone a personas e instituciones estatales y privadas a este tipo de
agresiones. Mientras no se dejen de lado los prejuicios ideológicos y se
entienda que las relaciones internacionales son, esencialmente, relaciones
de poder, el hacer enunciados como “no tenemos hipótesis de conflicto”
o “no somos un peligro militar” equivale a adoptar una conducta ingenua
e irresponsable. (*) Exdirectivo de la industria editorial argentina.

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