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Existen 2 principios que rigen todo negocio jurídico, estos dan la pauta para lograr

equilibrio-transparencia entre contratantes, además genera un comportamiento


decoroso-leal dentro del marco constitucional respecto del acuerdo de voluntades.

La buena fe: el jurista colombiano JAIME ARRUBLA PAUCAR, indica que este
término pasa a formar parte de los ordenamientos jurídicos, y ¿por qué lo dice?:
pues ayuda a sustentar las doctrinas que exigen determinados comportamientos
cuando se interpretan normas-acuerdos negociables de las partes; o sea, es a
partir de acá donde se generan compromisos ente sujetos contractuales, como: la
obligación de dar a conocer la información con sus características, las condiciones
reales del negocio, la obligación del secreto de las partes para proteger la
información, la obligación de la custodia, conservación y devolución sobre los
bienes. Estos postulados de buena fe se encuentran normados legal-doctrinalmente
en el art. 83 C.N., 835, 871 Cód. Comercio, los cuales resaltan esa recta posición
de las partes en el cumplimiento leal-sincero de obligaciones derivadas del
contrato que imperan en una sociedad de hombres-honestos-razonables.

La confianza legítima: el alto Tribunal en materia Constitucional (Sentencia T-578


A/2011) indica la teoría de la confianza legítima, la cual es éticamente deseable
(lo que se debe hacer) y jurídicamente exigible (lo que se tiene que hacer), o sea
hechos que puedan surgir del actuar de la administración (Estado) y los
particulares (sociedad), entonces cualquiera de ellos ejecuta acciones intempestiva
o cambios repentinos, que menoscaban derechos del uno o del otro, los cuales, si
no se cumplen los compromisos a los cuales se obligaron, pues se crea una gran
brecha entre la estabilidad-seguridad. Esto nos lleva a entender, que, en toda
relación donde se negocian contratos, en este caso, atípicos, se debe generar una
seguridad con respecto de las actuaciones de las partes, las cuales corresponden
al comportamiento leal-decoroso que debe existir entre los intervinientes.

Aspectos generales del contrato: acá dentro de la teoría general de los contratos,
lo primero que se debe tener presente, es que, ellos revisten validez sin importar
que aparezcan o no tipificados en el ordenamiento jurídico colombiano; lo segundo
es la autonomía de la voluntad como eje principal de la teoría contractual en
negocios civiles o comerciales (ya sea en cualquiera de las etapas pre, con o post
contractual), llevándonos a entender que existen intereses de las partes o de
terceros, los cuales, a pesar que sean negocios de orden privado, deben estar
sometidos al orden público y a las buenas costumbres, como lo establece el art.
16 del Código Civil; ahora referente a la carencia en la norma mercantil, podemos
adoptar el art. 822 del Código de Comercio, y este nos remite directamente a la
normatividad civil como régimen único que gobierna los casos en esta materia,
convirtiéndolo en principios que deben ser aplicados, así mercantilmente no se
hayan establecido; acá nos remitimos al título II del libro 4 del Código Civil, de las
obligaciones y los contratos, encontramos allí los elementos esenciales: la
capacidad (potestad de las partes), el consentimiento (manifestación de voluntad),
el objeto licito (no ir en contra del orden público y las buenas costumbres) y la
causa licita (motivación de los contratantes para ejecutar la acción); luego en art.
1501 del Código Civil, nos describe esos elementos cardinales de todo contrato:
los esenciales o estructurales (sin estos el convenio no produce efecto alguno), los
de su naturaleza (siguen la consecuencia del anterior) y los accidentales (son los
incorporados por las partes en su libre ejercicio de negociación privada).

Aspectos históricos del JOINT VENTURE:

No es muy claro determinar donde se originó, unos acotan la figura anglosajona


(se conocía como PARTNERSHIP), un socio, o sea, esa unión de dos o más
personas que buscaban una actividad en común para luego repartirse los
dividendos generados. Otros y en su mayoría, atribuyen su origen a la
Jurisprudencia de los Tribunales estadounidenses cuando hacen referencia a la
cooperación industrial con un objeto específico. Y unos últimos encuentran su
origen comercial en la evolución histórica del imperio Británico, cuando se
formaban agrupaciones dedicadas a la colonización de nuevos territorios, unían sus
esfuerzos para lograr objetivos y repartir sus utilidades.

Finalmente, no hay mucho que diferenciar entre los PARTNERSHIP de los EEUU sin
personalidad jurídica y el JOINT VENTURE que tampoco goza de figura jurídica,
empero se utilizan como medios asociados entre empresas para la producción de
bienes-servicios, faltaría preguntarnos si realmente esta figura tiene el destino de
eludir prohibiciones legales consagradas, como por ejemplo la existencia de una
sociedad por acciones.

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