Está en la página 1de 15

“La Tierra Inhabitable” - David Wallace-Wells

New York Magazine 10 de Julio de 2017

“Hambrunas, hundimiento económico, un sol que nos derrita: Lo que el cambio climático podría
acarrear, más pronto de lo que se piensa”

I APOCALIPSIS (Mirando más allá de la reticencia científica).

Es peor de lo que se pueda pensar, lo prometo. Si tu preocupación por el calentamiento global


está dominado por el miedo a las subidas del nivel del mar, apenas estás escarbando en la
superficie de lo que los terrores son posible, incluso a lo largo de la vida de un adolescente de
nuestro tiempo. Y aun así esos mares crecientes y las ciudades que los mares cubrirán han
dominado hasta tal punto las imágenes sobre el calentamiento global y sobrecogido nuestra
capacidad ante el pánico climático, que han obstruido nuestra percepción de otras amenazas,
mucho más cercanas. Que los océanos inunden la costa es algo muy malo, pero huir de la costa
no será suficiente.

En efecto, a falta de una adaptación significativa del modo de vida de millones de personas,
para finales de este siglo, partes de la Tierra serán casi inhabitables y otras partes terriblemente
inhóspitas.

Incluso cuando nos entrenamos sobre el cambio climático, no somos capaces de entender su
alcance.

Este pasado invierno, durante un número de días, 6 o 7 grados más calentaron el Polo Norte,
derritiendo el hielo permanente donde se encontraba, en la zona de Svalbard en Noruega, un
banco de alimentos (semillas) mundial, denominado Apocalipsis, diseñado para asegurar la
supervivencia de nuestra agricultura ante una catástrofe y que al parecer quedó inundada por el
cambio climático menos de 10 años después de haber sido construido.

Quizás ya sepas todo esto – hay historias alarmantes en las noticias cada día, como las del
mes pasado, que parecían sugerir que datos de los satélites mostraban que el calentamiento
global desde 1998 había ido el doble más rápido de lo que los científicos pensaban ( de hecho,
la historia subyacente era considerablemente menos alarmante que los titulares). O las noticias
de la Antártida en mayo pasado, cuando una grieta en un casquete de hielo creció 11 millas en
seis días y después siguió creciendo; a la fractura solo le faltan tres millas más, y para cuando
se lea este artículo puede haber llegado a mar abierto, donde caerá al mar uno de los glaciares
más grandes que hayan existido, un proceso conocido poéticamente como “parto”.

Pero no importa lo bien informado que se esté, seguramente no se estará lo suficientemente


alarmado. Durante las últimas décadas nuestra cultura se ha vuelto apocalíptica con las
películas de zombis y las distopias de Mad Max, quizás el resultado colectivo de la ansiedad
climática mal ubicada, y no obstante, cuando se trata de contemplar los peligros del
calentamiento en nuestro mundo real, padecemos de un increíble fallo de imaginación.
Las razones para eso son muchas:

* El tímido lenguaje de las probabilidades científicas, que el climatólogo James Hansen


denominó “reticencia científica” en una publicación en la que criticaba a los científicos por
publicar sus propias observaciones tan concienzudamente que erraban en comunicar lo terrible
que era la amenaza;
* El hecho de que el país esté dominado por un grupo de tecnócratas que cree que cualquier
problema se puede resolver y una contra cultura que ni siquiera ve el calentamiento como un
problema que merezca la pena tratarse;
* La manera en que el negacionismo del cambio climático ha hecho que los científicos sean más
cautelosos al ofrecer advertencias especulativas;
* La simple velocidad del cambio y también su lentitud, de tal manera que ahora solo estamos
viendo los efectos del calentamiento de décadas pasadas;
* Nuestra incertidumbre sobre la incertidumbre, que el autor de temas climáticos Naomi Oreskes
ha sugerido que nos impide prepararnos, aunque cualquier cosa peor que un desenlace de
nivel medio fuera incluso posible;
* La manera en que asumimos que el cambio climático golpeará fuerte en otro lugar, no en
todas partes;
* La pequeñez (2 grados) y la magnitud (1.8 trillones de toneladas) y lo abstracto(400 partes por
millón) de los números;
* La incomodidad de considerar un problema que es muy difícil, si no imposible de resolver;
* La escala totalmente incomprensible de ese problema, que anuncia la perspectiva de nuestra
propia aniquilación;
* Simplemente miedo. Pero la aversión que surge del miedo es una forma de negación también.

Entre la reticencia científica y la ficción científica está la ciencia propiamente dicha. Este artículo
es el resultado de docenas de entrevistas e intercambios con climatólogos e investigadores en
asuntos afines y refleja cientos de publicaciones científicas sobre el tema del cambio climático.

Lo que sigue no es una serie de predicciones sobre lo que sucederá – eso será determinado en
gran parte por la mucho menos ciencia cierta de la respuesta humana. Por el contrario, es un
retrato de nuestro mejor entendimiento de a dónde está dirigiendo el planeta la acción ausente
de agresividad.
Es improbable que todos estos escenarios de calentamiento se lleven a efecto plenamente,
principalmente porque la devastación que ocurrirá en el camino sacudirá nuestra complacencia.
Pero son esos escenarios y no el clima actual, el punto de partida. De hecho son nuestra hoja
de ruta.

Historias/artículos relacionados
La cámara acorazada Apocalipsis está bien por ahora. La estructura ha sido asegurada y las
semillas están a salvo. Pero tratar el episodio como una parábola de inundación latente dejó a
un lado la noticia más importante. Hasta hace muy poco los hielos perpetuos no era un asunto
principal para los científicos del clima, porque, como el nombre sugiere, era suelo que estaba
permanentemente congelado. Pero los hielos perpetuos del Ártico contienen 1.8 trillones de
toneladas de carbono, más del doble de lo que actualmente está suspendido en la atmósfera de
la Tierra. Cuando se deshiela y se libera, ese carbono puede evaporarse como metano, que es
una capa de efecto invernadero 34 veces más poderosa que el dióxido de carbono, cuando se
analiza en la escala de un siglo; cuando se analiza en la escala de dos décadas es 86 veces
más poderosa . Con otras palabras, tenemos atrapado en los hielos perpetuos del Ártico el
doble de carbono del que está actualmente destruyendo la atmósfera del planeta, todo
programado para ser liberado en una fecha que no para de adelantarse, parcialmente en la
forma de un gas que multiplica por 86 su poder de calentamiento.

Historias/artículos relacionados
El hombre que acuñó “calentamiento global” en el peor escenario para la Tierra.
“Los modelos son demasiado conservadores “: Un paleontólogo sobre el cambio climático hoy.

El tiempo presente del cambio climático –la destrucción que ya hemos incubado a nuestro
futuro- es bastante horrible. La mayoría de la gente todavía habla como si Miami y Bangladesh
todavía tienen una oportunidad de sobrevivir; la mayoría de los científicos con los que hablé
asumen que las perderemos en este siglo, incluso si dejamos de quemar energías fósiles en la
próxima década.

Dos grados de calentamiento solía considerarse el umbral de la catástrofe: decenas de millones


de refugiados por el clima soltados en un mundo desprevenido. Ahora 2 grados es nuestro
objetivo, según el Acuerdo de París, y los expertos nos dan solo escasas posibilidades de
lograrlo. El Grupo Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre cambio climático publica
informes, con frecuencia llamados el “patrón oro” de la investigación climática; el más reciente
estima que de no cambiar el curso actual de las cosas, llegaremos a los 4 grados de
calentamiento a principios del próximo siglo.

Pero eso es solo una estimación media. La parte superior de la curva de probabilidades está en
8 grados – y los autores no han resuelto aún cómo tratar ese deshielo de los hielos
permanentes. Estos informes no justifican el efecto albedo (menos hielo significa luz solar
menos reflejada y más absorbida, por lo tanto más calentamiento); más cubierta de nubes (que
atrapa calor); o la extinción paulatina de los bosques y otra flora (que extrae carbono de la
atmósfera).

Cada uno de estos promete acelerar el calentamiento, y la historia del planeta muestra que la
temperatura puede cambiar tanto como 5 grados Celsio dentro de 13 años. La última vez que el
planeta tuvo 4 grados más, señala Peter Brannen en El final del mundo, su nuevo artículo sobre
acontecimientos importantes de extinción del planeta, los océanos estaban a cientos de pies
más altos.
La Tierra ha experimentado 5 extinciones masivas antes de la que nos enfrentamos ahora, cada
una de ellas un reinicio tan completo del nivel evolutivo que funcionó como un restablecimiento
del reloj planetario, y muchos científicos del clima te dirán que son la mejor analogía para el
futuro ecológico al que nos estamos encaminando. A menos que se sea un adolescente,
probablemente se pueda leer en los libros de texto del instituto que estas extinciones fueron el
resultado de asteroides.

De hecho, todas excepto la que mató a los dinosaurios fueron causadas por cambios climáticos
producidos por el efecto invernadero. La más notoria fue hace 252 millones de años; comenzó
cuando el carbono calentó el planeta 5 grados, se aceleró cuando ese calentamiento provocó la
liberación de metano en el Ártico y terminó con un 97 por ciento de la vida en la Tierra
aniquilada. Actualmente estamos añadiendo carbono a la atmósfera a una velocidad más rápida;
la mayoría de las estimaciones la fijan en 10 veces más rápida. El ritmo se va acelerando.

Esto es lo que Stephen Hawking tenía en mente cuando dijo esta primavera: “nuestra especie
necesita colonizar otros planetas el próximo siglo para poder sobrevivir”, y lo que condujo a
Elon Musk el mes pasado a desvelar sus planes de construir un hábitat en Marte en un periodo
de 40 a 100 años. Estos no son especialistas en la materia, y probablemente se sientan tan
inclinados al pánico irracional como tú y como yo. Pero los muchos científicos eminentes a los
que he entrevistado los últimos meses – los más acreditados y expertos en la materia, pocos de
ellos inclinados al alarmismo y muchos consejeros de la IPCC (grupo intergubernamental de
expertos en cambio climático) que sin embargo critican su conservadurismo – estos científicos
han alcanzado una conclusión apocalíptica también: Ningún programa plausible de reducción de
emisiones de gases por sí mismo puede prevenir el desastre climático.

Historias/artículos relacionados
El científico Michael Mann sobre “Baja probabilidad pero escenarios del clima catastróficos”.
¿Cuándo condenaron los humanos a la tierra para siempre?
Sobre las pasadas décadas , el término antropoceno ha saltado del discurso académico a la
imaginación popular- un nombre dado a la era geológica en la que vivimos ahora y una forma de
señalar que es una nueva era, definida en el gráfico mural de la historia profunda por la
intervención humana. Un problema con el término es que implica una conquista de la naturaleza
( e incluso trae a colación el “dominio” bíblico). Y por muy optimista que se pudiera ser sobre la
proposición de que ya hemos devastado el mundo natural, que seguro que lo hemos hecho, otra
cosa es considerar la posibilidad de que nosotros solos lo hemos provocado, guiándonos por la
ignorancia primero y negando después un sistema climático que nos va a hacer la guerra
durante muchos siglos, quizás hasta que nos destruya. Eso es lo que Wallace Smith Broecker ,
el paternal oceanógrafo que acuñó el término “calentamiento global”, quiere decir cuando llama
al planeta una “bestia enfadada”. También se le podría llamar una “máquina de guerra”. Cada
día lo armamos más.

II MUERTE POR CALOR (Nueva York convertido en Bahrein)

En la región de la caña de azúcar de El Salvador, un quinto de la población tiene enfermedad


crónica de riñón, resultado de la deshidratación por trabajar los campos que ellos trabajaban
confortablemente solo hace dos décadas.
Los seres humanos, como todos los mamíferos, son motores de calor; sobrevivir implica tener
que refrescarse continuamente, como perros jadeantes. Para eso, la temperatura necesita ser
lo bastante baja para que el aire actúe como una clase de refrigerador, alejando el calor de la
piel de forma que el motor pueda seguir bombeando. A 7 grados de calentamiento eso sería
imposible para las grandes áreas de la zona ecuatorial del planeta y especialmente para los
trópicos, donde la humedad se añade al problema; en las selvas de Costa Rica, por ejemplo,
donde la humedad alcanza el 90 por ciento, simplemente ir de un lado para otro en el exterior
cuando hace 105 grados Fahrenheit sería letal. Y el efecto sería rápido: en unas pocas horas un
cuerpo humano moriría de calor dentro y fuera.

Los escépticos del cambio climático señalan que el planeta se ha calentado y enfriado muchas
veces antes, pero la ventana climática que ha permitido la vida humana es muy estrecha,
incluso para los estándares de la historia planetaria. A 11 o 12 grados de calentamiento, más de
la mitad de la población mundial, como está distribuida hoy, moriría de calor. Casi con toda
seguridad no hará tanto calor este siglo, aunque los modelos de emisiones continuadas nos
llevan a ese escenario finalmente. Este siglo, y especialmente en los trópicos, los puntos álgidos
irán más rápidamente incluso que un aumento de 7 grados. El factor clave es algo llamado
temperatura del bulbo húmedo, que es un término de medida de laboratorio casero: el calor
registrado en un termómetro envuelto en un calcetín húmedo colgado en el aire (ya que la
humedad se evapora de un calcetín más rápidamente en aire caliente, este único número refleja
ambas cosas calor y humedad). Hoy en día la mayoría de las regiones alcanzan un máximo de
bulbo húmedo de 26 o 27 grados Celsio; la verdadera línea roja para la habitabilidad es 35
grados. Lo que se llama estrés por calor aparece mucho antes.

Historias/artículos relacionados
Michael Openheimer: solo un 10 por ciento de probabilidad de que alcancemos los acuerdos de
París.

En realidad, estamos próximos a eso ya. Desde 1980 el planeta ha experimentado un aumento
de 50 en el número de lugares que experimentan calor peligroso o extremo; un aumento mayor
va a llegar pronto. Los 5 veranos más calurosos de Europa desde 1500 han ocurrido todos
desde 2002 y pronto la IPCC advierte que simplemente estar en el exterior en esa época del
año será dañino para una gran parte del planeta. Incluso si alcanzamos los objetivos de París de
2 grados de calentamiento , ciudades como Karachi y Calcuta se harán inhabitables, padeciendo
olas de calor mortal como las que las atacó en 2015. A 4 grados, la ola mortal de calor europea
de 2003, que mató a unas 2000 personas al día, será un verano normal.

A 6 grados, según una evaluación enfocada solamente en los efectos dentro de los EEUU por la
Administración atmosférica y oceánica nacional, el trabajo de cualquier tipo en verano se haría
imposible en el Valle del bajo Missisipi y todo el mundo en el país al este de las montañas
rocosas estaría bajo más estrés por calor que nadie en ningún lugar del mundo hoy.

Como Joseph Romm ha dicho en su libro “Cambio climático. Lo que todo el mundo debe saber”,
el estrés por calor en la ciudad de Nueva York excedería el de Bahrein de hoy en día, uno de los
lugares más calurosos del planeta, y la temperatura de Bahrein “ induciría la hipertermia incluso
en las personas que estuvieran durmiendo”.

Para finales de este siglo, El Banco Mundial ha estimado que los meses más fríos en la América
del sur tropical, África y el Pacífico serán probablemente más calurosos que los meses más
calurosos del siglo XX. El aire acondicionado puede ayudar pero terminará añadiéndose al
problema del carbono; además, dejando a un lado los centros comerciales de clima controlado
de los Emiratos árabes, no es ni remotamente plausible vender aire acondicionado a todas las
partes del mundo, muchas de ellas las más pobres también. Y ciertamente, la crisis será más
dramática en el Medio Este y el Golfo Pérsico, donde en 2015 el índice de calor registró
temperaturas tan altas como 163 grados Fahrenheit.

Dentro de unas cuantas décadas la peregrinación a la Meca será físicamente imposible para los
2 millones de musulmanes que realizan la peregrinación cada año. No es solo la peregrinación ,
ni la Meca; el calor está matándonos ya. En la región de la caña de azúcar del Salvador, un
quinto de la población tiene enfermedad crónica de riñón, incluyendo un cuarto de los hombres,
presunto resultado de la deshidratación por trabajar los campos que podían trabajar fácilmente
hace dos décadas. Con diálisis, que es costoso, aquellos con fallo renal pueden esperar vivir
cinco años; sin ella la esperanza de vida es de unas pocas semanas. Por supuesto, el estrés por
calor promete golpearnos en otras partes del cuerpo también. Cuando escribo estas líneas, en
el desierto de California a mediados de junio, hace 121 grados en la puerta de mi casa y no es
un record de temperatura alta.

III EL FINAL DE LOS ALIMENTOS Rezando para (que haya) campos de maíz en la
tundra.

Los climas difieren y las plantas varían, pero la regla básica para las cosechas de cereales en
temperatura óptima es que por cada grado de calentamiento, la producción de cosechas
desciende un 10 por ciento. Algunas estimaciones llegan al 15 por ciento o incluso un 17 por
ciento. Lo que significa que si el planeta es 5 grados más cálido a finales de siglo, podemos
tener un 50 por ciento de personas más que alimentar y 50 por ciento menos de granos para
darles. Y con las proteínas es peor: Se necesitan 16 calorías de grano para producir solo una
simple caloría de carne de hamburguesa, sacada de una vaca que pasó su vida contaminando
el clima con ventosidades de metano.

Los fisiólogos de las plantas excesivamente optimistas señalarán que el cálculo del cultivo de
cereales se aplica únicamente a aquellas regiones en la cúspide de temperatura creciente, y
llevan razón- en teoría, un clima más cálido hará que sea más fácil cultivar maíz en Groenlandia.
Pero como el trabajo pionero de Rosamond Naylor y David Bettisti ha mostrado, los trópicos son
ya demasiado calurosos para el cultivo eficiente de grano, y aquellos lugares donde se produce
el grano hoy ya están en temperatura óptima de crecimiento-lo que significa incluso que un
pequeño calentamiento los empujará cuesta abajo a la disminución de productividad. Y no se
pueden mover fácilmente las tierras de cosechas unos cientos de millas al norte, porque la
producción en lugares como la Canadá remota o Rusia está limitada por la calidad de su suelo;
el planeta tarda muchos siglos en producir un suelo óptimamente fértil.

Las sequías podrían ser un problema incluso peor que el calor, con algunas de las tierras más
cultivables del mundo convertidas rápidamente en desierto. Las precipitaciones son
notoriamente difíciles de pronosticar, no obstante las predicciones para más adelante en este
siglo son básicamente unánimes: sequías sin precedentes casi en todos los lugares donde se
producen los cultivos hoy. Para 2080, si no hay una reducción drástica de las emisiones, el sur
de Europa estará en permanente sequía extrema, mucho peor de lo que la cuenca de polvo
estadounidense nunca fue. Lo mismo ocurrirá en Irak y Siria y gran parte del Medio Este;
algunas de las partes más densamente pobladas de Australia, África y América del Sur; y las
regiones granero de China. Ninguno de estos lugares, que hoy producen gran parte de los
alimentos del mundo, serán fuentes fiables de alimentos. Y con respecto a la cuenca de polvo
original: un estudio de la NASA de 2015 predijo que las sequías en las llanuras estadounidenses
y al suroeste no serían solamente peor que en la década de los años 30 del siglo XX, sino peor
que ninguna sequía en los últimos 1000 años- y eso incluye las sequías que golpearon entre
1100 y 1300, que secó todos los ríos al Este de las montañas de Sierra Nevada (EEUU) y puede
haber sido responsable de la muerte de la civilización Anasazi.

Recuerda que no vivimos en un mundo donde no haya hambre. Lejos de ser así: la mayoría de
las estimaciones pone la cifra de desnutridos en 800 millones a nivel global. En el caso de que
no se sepa, esta primavera ha traído ya una hambruna cuádruple sin precedentes a África y el
Medio Este; las Naciones Unidas ha advertido de que episodios de inanición en Somalia, Sudán
del sur, Nigeria y Yemen podría matar a 20 millones de personas.

IV PLAGAS DEL CLIMA Qué ocurre cuando los hielos bubónicos se derriten?

Las rocas, en el lugar adecuado, son un testimonio de la historia planetaria, eras tan largas
como millones de años, aplastadas por las fuerzas del tiempo geológico en estratos, con la
anchura de unas pulgadas, o de solo una pulgada, o incluso menos. El hielo funciona de esa
manera también, como un archivo del clima, pero también es historia congelada, alguna de la
cual puede ser reanimada cuando el hielo se descongele. Hoy en día hay, atrapado en los hielos
del Ártico, enfermedades que no han circulado por el aire en millones de años- en algunos casos
desde antes que la raza humana estuviera aquí para enfrentarlas. Lo que significa que nuestro
sistema inmunológico no tendría ni idea de cómo luchar contra ellas cuando esas plagas
emerjan del hielo.
El Ártico también almacena organismos aterradores de épocas más recientes. En Alaska , ya los
investigadores han descubierto restos de la gripe de 1918 que infectó a 500 millones de
personas y mató a 100 millones- alrededor del 5 por ciento de la población mundial y casi 6
veces más de los que habían muerto en la guerra mundial, por lo que la pandemia sirvió como
una especie de terrible piedra angular. Como la BBC informó en mayo, los científicos sospechan
que la viruela y la plaga bubónica están atrapadas en los hielos de Siberia, también- una historia
abreviada de enfermedad humana devastadora, abandonada como ensalada de huevo en el sol
del Ártico.

Los expertos advierten que muchos de estos organismos no sobrevivirán al deshielo y señalan a
las condiciones de laboratorio bajo las cuales ya han reanimado a algunos de ellos (la bacteria
“extremofile”, de 32.000 años de edad, revivió en 2005, un organismo de hace 8 millones de
años fue devuelto a la vida en 2007, un científico ruso se autoinyectó ,solo por curiosidad, un
organismo de 3.5 millones de años ), para sugerir que esas son las condiciones necesarias
para el regreso de tales plagas antiguas. Pero el año pasado un chico murió y otros 20
quedaron infectados por ántrax, liberada cuando hielo permanente en retroceso dejó al
descubierto el esqueleto congelado de un reno muerto por la bacteria, hace al menos 75000
años; 2000 renos actuales fueron infectados también, esparciendo la enfermedad más allá de la
tundra.

Lo que preocupa a los epidemiólogos más que las enfermedades antiguas son las plagas
existentes reubicadas, reconfiguradas o incluso re-evolucionadas por el calentamiento . El
primer efecto es geográfico. Antes del periodo moderno, cuando los barcos de vela aventureros
aceleraban las mezclas de personas y sus gérmenes, la provincialidad humana era un
protector contra la pandemia. Hoy, incluso con la globalización y la enorme entremezcla de las
poblaciones humanas, nuestros ecosistemas son mayormente estables, y esto funciona como
otro límite, pero el calentamiento global mezclará esos ecosistemas y hará que las
enfermedades traspase esos límites tan ciertamente como Cortés hizo. Uno no se preocupa
mucho sobre el dengue o la malaria si vive en Maine o Francia. Pero a medida que los trópicos
se arrastran hacia el norte y los mosquitos emigren con ellos, habrá que preocuparse. Tampoco
preocupaba el Zika hace un par de años.
El Zika puede ser también un buen modelo del segundo efecto preocupante –la mutación de la
enfermedad. Una razón por la cual no se había oído nada del Zika, era hasta hace poco, que
había estado atrapado en Uganda; otra razón es que no parecía causar defectos de nacimiento.
Los científicos aún no comprenden del todo qué ocurrió o qué pasaron por alto. Pero hay cosas
que sabemos con seguridad sobre cómo el clima afecta algunas enfermedades : la malaria, por
ejemplo, se desarrolla en regiones más cálidas no solo porque los mosquitos que la llevan lo
hacen también, sino porque por cada grado que aumenta la temperatura, el parásito se
reproduce diez veces más rápidamente. Esto es una razón por la que el Banco Mundial estima
que para el 2050, 5200 millones de personas estarán contagiados con ella.

V AIRE IRRESPIRABLE Una niebla mortal circulante que asfixia a millones.

Para finales de siglo, los meses más fríos en la América del Sur tropical, Äfrica, y el Pacífico,
probablemente van a ser más cálidos que los meses más cálidos al final del siglo XX.

Nuestros pulmones necesitan oxígeno, pero eso es solo una fracción de lo que respiramos. La
fracción de dióxido de carbono está aumentando : ya cruzó 400 partes por millón y las
estimaciones de alta gama, extrapolando las tendencias actuales, sugieren que llegará a los
1000 partes por millón para 2100. A esa concentración , comparado con el aire que respiramos
ahora, la habilidad cognitiva humana desciende en un 21 por ciento.

Otro problema con respecto al aire más caliente es incluso más aterrador, con pequeños
aumentos en la contaminación capaz de acortar la esperanza de vida en diez años. Mientras
más caliente se vuelva el planeta, más ozono origina, y para mediados del siglo, los americanos
(de Estados Unidos) probablemente sufrirán un 70 por ciento de aumento de la dañina capa de
ozono, según ha predicho el Centro Nacional para la investigación Atmosférica. Para 2090, 2000
millones de personas en todo el mundo estarán respirando aire por encima del nivel de
seguridad ; el mes pasado una publicación mostró que entre otros efectos , la exposición de una
embarazada al ozono aumenta el riesgo del bebé de padecer autismo (hasta diez veces más,
combinado con otros factores medioambientales). Lo que hace pensar de nuevo en la epidemia
de autismo en Hollywood occidental.

Más de 10.000 personas mueren ahora cada día a causa de las pequeñas partículas emitidas
por la quema de combustibles fósiles; cada año 339.000 mueren por el humo de incendios
forestales, en parte porque el cambio climático ha expandido la estación de los fuegos
forestales (en los Estados Unidos ha aumentado en 78 días desde 1970). Para el año 2050, de
acuerdo con el servicio forestal de los Estados Unidos, los incendios forestales serán dos veces
más destructivos de lo que son hoy; en algunos lugares el área quemada podría crecer 5 veces
más. Lo que preocupa a la gente incluso más es el efecto que tendría en las emisiones,
especialmente cuando los fuegos arrasan los bosques que surgen de la turba. Los incendios de
turberas en Indonesia en 1997, por ejemplo, sumó a la emisión global de CO2 hasta un 40 por
ciento y mientras más incendios haya, más calentamiento habrá y más incendios. Se da
también la posibilidad aterradora de que los bosques tropicales como el Amazonas, que en
2010 sufrió su “segunda sequía de cien años” en el espacio de 5 años, podría secarse lo
suficiente para volverse vulnerables estos tipos de fuegos forestales devastadores- que no
solamente expulsaría grandes cantidades de carbono a la atmósfera , sino que también
encogería el tamaño de los bosques. Eso es especialmente malo porque el amazonas
proporciona el 20 por ciento de nuestro oxígeno.

Además están las formas más familiares de contaminación. En 2013 el hielo derretido del Ártico
remodeló los patrones atmosféricos en Asia, privando a la China industrial de los sistemas de
ventilación natural de los que había llegado a depender, que cubrió gran parte del norte del país
de un humo irrespirable. Literalmente irrespirable. Un parámetro llamado Índice de Calidad del
Aire clasifica por categorías los riesgos y culmina en un margen de 301 a 500, advirtiendo de
“serio agravamiento de enfermedades de pulmón y corazón y mortalidad prematura en personas
con enfermedades cardio- pulmonares y los ancianos” y para todos los otros “serios riesgos de
efectos respiratorios “; en ese nivel , todo el mundo debería evitar esfuerzos en el exterior. El
“aireapocalipsis” chino de 2013 alcanzó lo que habría sido un Índice de calidad del aire de 800.
Ese año la niebla tóxica fue responsable de un tercio de todas las muertes del país.

VI LA GUERRA PERPETUA La violencia provocada por el calor

Los climatólogos son muy cuidadosos al hablar de Siria. Quieren que se sepa que mientras el
cambio climático produjo una sequía que contribuyó a la guerra civil, no es exactamente justo
decir que el conflicto es el resultado del calentamiento; justo al lado, Líbano sufrió los mismos
fallos de cosechas. Pero investigadores como Marshall Burke y Solomon Hsiang han podido
cuantificar algunas de las relaciones no obvias entre la temperatura y la violencia. Por cada
medio grado de calentamiento, dicen, las sociedades verán entre un 10 y un 20 por ciento de
aumento en la probabilidad de conflicto armado. En la ciencia del clima nada es simple, pero la
aritmética es desgarradora: un planeta 5 grados más caliente tendría la mitad más de guerras de
las que tenemos hoy. En general, los conflictos sociales podrían duplicarse este siglo.

Esta es una razón por la que, como casi cada científico del clima con el que he hablado ha
señalado, los militares norteamericanos están obsesionados con el cambio climático: la
sumersión de todas las bases de la armada americana por la subida del nivel del mar es
suficiente problema, pero ser la policía del mundo es un poco más duro cuando el nivel de
delincuencia se duplica. Por supuesto, no es solo Siria donde el clima ha contribuido al conflicto.
Algunos especulan que el elevado nivel de lucha por todo el Medio Este durante la pasada
generación refleja las presiones del calentamiento global- una hipótesis bastante cruel teniendo
en cuenta que el calentamiento comenzó a acelerarse cuando el mundo industrializado extrajo y
después quemó el petróleo de la región.

¿Qué cuenta para la relación entre el clima y los conflictos? Algo está relacionado con la
agricultura y la economía; mucho tiene que ver con las migraciones forzosas, ya en un alto
record, con al menos 65 millones de personas desplazadas vagando por el planeta ahora
mismo. Pero también está el simple hecho de la irritabilidad individual. El calor aumenta los
índices de delincuencia local y el uso de palabras hirientes en los medios sociales , y la
probabilidad de que un lanzador (en béisbol) de primera división, llegando al montículo después
de que su compañero de equipo haya sido golpeado en el campo, golpee a su bateador
oponente en represalia. Y la llegada de aire acondicionado al mundo desarrollado, a mitad del
siglo pasado, hizo muy poco por resolver el problema de la ola de delincuencia veraniega.
VII HUNDIMIENTO ECONÓMICO PERMANENTE Capitalismo sombrío en un mundo más
pobre.

El mantra murmurante del neoliberalismo global que imperó entre el final de la Guerra Fría y el
comienzo de la Gran Recesión, es que el crecimiento económico nos salvaría de todo.

Pero en la secuela del colapso de 2008, un gran número de historiadores que estudiaban lo que
llamaban “capitalismo fósil” han empezado a sugerir que la historia entera del crecimiento
económico rápido, que empezó de alguna manera de repente en el siglo XVIII, no es el
resultado de la innovación o del comercio o de la dinámica del capitalismo global , sino
simplemente de nuestro descubrimiento de energías fósiles y toda su potencia bruta- una
inyección de una sola vez de nuevo “valor” dentro de un sistema que se había caracterizado
previamente por una vida de subsistencia global.

Antes de los combustibles fósiles, nadie vivía mejor que sus padres o abuelos o antepasados de
500 años atrás, excepto en la secuela inmediata de una gran plaga como la peste Negra, que
permitió a los afortunados supervivientes engullir los recursos liberados por las fosas comunes.

Después de que hayamos quemado todos los combustibles fósiles, estos académicos sugieren
que quizás regresaremos a una economía global de estado estacionario. Por supuesto, esa
inyección de una sola vez tiene un coste devastador a largo plazo: el cambio climático.

La investigación más interesante sobre los efectos económicos del calentamiento también
procede de Hsiang y sus homólogos, que no son historiadores del capitalismo procedente de los
combustibles fósiles pero que ofrecen un análisis bastante desolador: cada grado Celsio de
calentamiento cuesta , por término medio, 1.2 por ciento del PIB (una enorme cantidad ,
teniendo en cuenta que contamos el crecimiento en los dígitos bajos como “fuerte”). Este es un
excelente trabajo en la materia y su proyección media es de un 23 por ciento de pérdida de
ganancia per capita a nivel global para finales de este siglo (como resultado de cambios en la
agricultura, la delincuencia, las tormentas, la energía, la mortalidad y el trabajo).

Trazar la forma de la curva de probabilidad es incluso más aterrador: hay un 12 por ciento de
probabilidad de que el cambio climático reducirá la producción económica mundial más del 50
por ciento para el 2100, dicen ellos, y una probabilidad del 51 por ciento de que baje el PIB per
capita un 20 por ciento o más, para entonces, a menos que las emisiones de gases disminuyan.
Por comparación, la Gran Recesión, bajó el PIB mundial un 6 por ciento, en una conmoción de
una sola vez; Hsiang y sus correligionarios estiman una posibilidad de una entre ocho de un
efecto continuo e irreversible para finales de siglo que es 8 veces peor.

La escala de esa devastación económica es difícil de asimilar, pero se puede empezar


imaginando cómo sería el mundo hoy con una economía la mitad de grande , que solo
produciría la mitad del valor, generando únicamente la mitad que ofrecer a los trabajadores del
mundo. Convierte a la cancelación de los vuelos por la ola de calor en Phoenix el mes pasado
en patatas económicas patéticamente pequeñas. Y, entre otras cosas, convierte la idea de
posponer la acción gubernamental sobre la reducción de emisiones y apoyarse únicamente en
el crecimiento y la tecnología para resolver el problema un absurdo cálculo de negocios.
Tengamos en cuenta que cada billete de ida y vuelta de los vuelos de Nueva York a Londres
cuesta al Ártico tres metros cuadrados más de hielo.

VIII OCÉANOS ENVENENADOS El sulfuro eructa la costa del esqueleto.

Que el mar se convertirá en un asesino es un hecho. Salvo que haya una radical reducción de
emisiones, veremos al menos 4 pies de subida de nivel del mar y posiblemente hasta 10 para
finales de siglo. Un tercio de las ciudades importantes del mundo están en la costa , y sus
centrales energéticas , puertos, bases navales, granjas, centros de pesca, deltas de los ríos,
marismas y los imperios de arrozales, e incluso aquellos que están por encima de los 10 pies se
inundarán mucho más rápidamente y mucho más regularmente si el agua llega a esa altura. Al
menos 600 millones de personas viven dentro de la zona de 10 metros del nivel del mar.

Pero la inundación de estas ciudades y espacios es solo el principio. Actualmente mas de un


tercio del carbono en el mundo es absorbido por los océanos- gracias a Dios, o tendríamos aún
mucho más calentamiento ya. Pero el resultado es lo que se llama ”acidificación del océano”,
que, por sí mismo, puede añadir medio grado al calentamiento este siglo. Está también ya
quemando las cuencas de agua del planeta – se puede recordar éstas como el lugar donde la
vida surgió en un primer momento. Probablemente se ha oído hablar de la “decoloración del
coral”- es decir, la muerte del coral – lo que es una muy mala noticia, porque los arrecifes de
coral sustentan hasta un cuarto de toda la vida marina y proporcionan alimento para mil millones
de personas.

La acidificación de los océanos freirá/cocerá la población de peces directamente, también,


aunque los científicos no están seguros de cómo predecir los efectos de lo que sacamos de los
océanos para comer; ellos saben que en aguas ácidas las ostras y los mejillones lucharán para
hacer crecer sus conchas y que cuando el PH de la sangre humana cae tanto como el PH de los
océanos ha caído durante la pasada generación, induce a convulsiones, comas y muerte
repentina.

Eso no es todo lo que la acidificación de los océanos puede provocar. La absorción del carbono
puede iniciar un bucle de retro-alimentación en el que las aguas poco oxigenadas alimenten a
diferentes clases de microbios que vuelven las aguas aún más “anóxicas” (sin oxigenar), primero
en las zonas muertas de los océanos, después gradualmente hacia la superficie. Allí el pez
pequeño muere, incapaz de respirar, lo que significa que las bacterias comedoras de oxígeno
prosperan y el bucle de retroalimentación se duplica. Este proceso, en el que las zonas muertas
aumentan crecen como los canceres, ahogando la vida marina y acabando con la pesca, está ya
bastante avanzado en partes del Golfo de Mexico y Namibia, donde el sulfuro de hidrógeno está
saliendo del mar a lo largo de una extensión de mil millas de tierra conocida como la “Costa
Esqueleto”.

El nombre originalmente se refería al detritus de la industria ballenera, pero hoy es más


adecuado que nunca. El sulfuro de hidrógeno es tan tóxico que la evolución nos ha entrenado a
reconocer las huellas más pequeñas y seguras de éste, que es por lo que nuestra nariz está tan
exquisitamente entrenada a registrar la flatulencia. El sulfuro de hidrógeno es lo que hizo que
un 97 por ciento de la vida en la tierra desapareciera , una vez que todos los bucles de
retroalimentación se habían desencadenado y los chorros que circulaban en un océano
calentado se detuvieron- es el gas favorito del planeta para un holocausto natural.
Gradualmente, las zonas muertas del océano se expandieron, matando especies marinas que
habían dominado los océanos durante cientos de millones de años y el gas que las aguas
inertes enviaban a la atmósfera envenenaron todo lo que había en tierra. Las plantas también.
Pasaron millones de años antes de que los océanos se recuperaran.

IX EL GRAN FILTRO Nuestra actual incredulidad no puede durar.

Así pues, ¿por qué no podemos verlo? En su reciente publicación “El gran trastorno mental”, el
novelista indio Amitav Ghosh se pregunta por qué el calentamiento global y el desastre natural
no se han convertido en asuntos de importancia máxima de la ficción contemporánea – por qué
no parece que seamos capaces de imaginar catástrofes climáticas, y por qué no hemos tenido
todavía una avalancha de novelas del género que él básicamente imagina en existencia media
y denomina “el misterioso ambiental”. “Considera, por ejemplo, las historias que se encierran en
preguntas como “¿Dónde estabas cuando cayó el Muro de Berlin?” o “Donde estabas el 9 de
septiembre?”, dice él. “Será alguna vez posible preguntar de la misma manera “¿Donde estabas
a 400 partes por millón?” o “¿Dónde estabas cuando el estante de hielo Larsen B se rompió?”.
Su respuesta es: Probablemente no, porque los dilemas y dramas del cambio climático son
simplemente incompatibles con las clases de historias que nos contamos sobre nosotros
mismos, especialmente en novelas, que tienden a enfatizar el viaje de una consciencia individual
más que el miasma venenoso del destino social.

Seguramente esta ceguera no durará- el mundo que estamos a punto de habitar no lo permitirá.
En un mundo 6 grados más cálido, el ecosistema de la Tierra ebullirá con tantos desastres
naturales que empezaremos a llamarles “tiempo atmosférico”: un constante enjambre de tifones,
tornados e inundaciones fuera de control, el planeta asaltado regularmente con episodios
climatológicos que no hace mucho tiempo destruían civilizaciones completas. Los huracanes
más fuertes aparecerán con más frecuencia y tendremos que inventar nuevas categorías con las
que describirlos; los tornados crecerán más largos y más anchos y golpearán mucho más
frecuentemente, y las rocas de granizo se cuadruplicarán en tamaño.

Los seres humanos solían mirar al tiempo atmosférico para profetizar sobre el futuro; avanzando
hacia delante, veremos en su ira la venganza del pasado. Los naturalistas del pasado hablaban
con frecuencia sobre “el tiempo profundo”- La percepción que ellos tenían , contemplando la
grandeza de un valle o de una cuenca de roca, de la profunda lentitud de la naturaleza. Lo que
nos depara es más como lo que los antropólogos victorianos identificaron como “tiempo de
soñar” o “todo cuando”: la experiencia semi mítica, descrita por los australianos aborígenes, de
encontrar en el momento presente, un pasado fuera del tiempo, cuando los antepasados, héroes
y semidioses se hacinaban en una etapa épica. Se puede encontrar ya observando la distancia
en pies de un glacial colapsando en el mar- un sentimiento de la historia sucediendo de repente.
Está sucediendo. Mucha gente percibe el cambio climático como un tipo de deuda moral y
económica, acumulada desde el principio de la Revolución industrialy ahora se salda después
de algunos siglos- una perspectiva útil, de alguna manera, puesto que es los procesos de la
quema del carbono que empezó en la Inglaterra del siglo XVIII, que encendió el fusible de todo
lo que siguió. Pero más de la mitad del carbono que la humanidad ha enviado a la atmósfera en
toda su historia, se ha emitido en las tres décadas pasadas; desde el final de la Segunda Guerra
Mundial la cifra asciende a 85 por ciento. Esto significa que a lo largo de una única generación,
el calentamiento global nos ha llevado al borde de la catástrofe planetaria, y que la historia de la
misión Kamikaze del mundo industrial es también la historia de una sola vida.
La de mi padre, por ejemplo, : nacido en 1938, entre sus primeros recuerdos la noticia de Pearl
Harbour y la mítica Fuerza Aérea de las películas de propaganda que lo siguieron, películas que
se duplicaron con la publicidad a favor del poder de la industria imperial americana; y entre sus
últimos recuerdos la cobertura de la firma desesperada de los acuerdos del clima de París, que
vió por televisión por cable, diez semanas antes de morir de cáncer de pulmón el pasado mes
de julio. O la de mi madre: nacida en 1945 de judíos alemanes que huía de las chimeneas por
las que sus familiares fueron incinerados, ahora disfrutando de su 72 cumpleaños en un paraíso
de comodidades americano, un paraíso apoyado por cadenas de hipermercados de un mundo
desarrollado industrializado. Lleva fumando cigarrillos sin filtro durante 57 de esos años.

O la vida de los científicos. Algunos de los hombres que primero identificaron un cambio
climático (y dada la generación, los que se hicieron famosos eran hombres) están incluso
todavía vivos; algunos están todavía trabajando. Wally Broecker tiene 84 años y cada día
conduce al trabajo en el Observatorio de la Tierra en Lamont-Doherty, atravesando el rio Hudson
en el Upper West Side de Nueva York. Como la mayoría de aquellos que primero dió la señal de
alarma, él cree que ninguna cantidad de reducción de emisiones por si sola puede ayudar a
evitar el desastre. Él pone su fe en la captura del carbono- tecnología no testada para extraer
dióxido de carbono de la atmósfera, que Broecker estima que costará al menos varios trillones
de dólares- y en varias formas de “geoingeniería”, el nombre con el que se designa a una
variedad de tecnologías de ensueño lo bastante descabellada que muchos científicos del clima
prefieren mirarlos como un sueño, o pesadillas, de ciencia ficción. Él está especialmente
centrado en lo que se llama el enfoque del aerosol- dispersar tanto dióxido de azufre a la
atmósfera que cuando se convierta en ácido sulfúrico nublará un quinto del horizonte y reflejará
un 2 por ciento de los rayos del sol, proporcionando al planeta al menos un pequeño cuarto de
maniobras libre de calor. “Por supuesto, eso haría que nuestros atardeceres fueran muy rojos,
blanquearía el cielo, generaría más lluvia ácida”, dice él. “Pero hay que mirar a la magnitud del
problema. Tienes que ver que no dices que el gran problema no debería resolverse porque la
solución causa problemas pequeños.” Él no estará allí para verlo, me dijo. “Pero en tu vida…”

Jim Hansen es otro miembro de esta generación de padrinos. Nacido en 1941, se hizo
climatólogo en la Universidad de Iowa, desarrolló el “Modelo Cero” innovador por prever el
cambio climático y después se convirtió en jefe de la investigación climatológica en la NASA,
solo para marcharse bajo presión cuando, todavía siendo un empleado federal, presentó una
demanda contra el gobierno federal acusándolos de inacción sobre el calentamiento (y fue
arrestado unas cuantas veces por protestar también). La demanda, que está organizada por un
colectivo llamado La herencia de nuestros hijos y es descrito con frecuencia como “los niños
contra el cambio climático”, está construida sobre una apelación a la cláusula de igual
protección, a saber, que al no realizar ninguna acción sobre el calentamiento, el gobierno está
violando la cláusula al imponer costes cuantiosos sobre las futuras generaciones; está
programada para que se celebre el próximo invierno en el juzgado del distrito de Oregón.
Hansen recientemente ha desistido de resolver el problema del clima con un impuesto sobre el
carbono, que había sido su enfoque preferido, y se ha propuesto calcular el coste total de la
medida adicional de extraer carbono de la atmósfera.

Historias/artículos relacionados
Científico del clima James Hansen: “El planeta podría ser ingobernable”.
Hansen comenzó su carrera estudiando Venus, que fue en un principio un planeta muy parecido
a la Tierra, con cantidad de agua como soporte vital, antes de que el cambio climático fuera de
control lo transformó rápidamente en una esfera inhabitable y árida envuelta en un gas
irrespirable; cuando tenía 30 años decidió estudiar nuestro planeta, preguntándose por qué tenía
que marearse estudiando el sistema solar para explorar los rápidos cambios medioambientales,
cuando lo podía ver a su alrededor en el planeta en el que vivía. “Cuando escribimos nuestro
primer trabajo sobre esto en 1981”, me dijo, “recuerdo haberle dicho a uno de los coautores:
Esto va a ser muy interesante. En algún momento durante nuestras carreras vamos a ver todas
estas cosas empezando a suceder”.

Algunos de los científicos con los que hablé propuso el calentamiento global como la solución a
la famosa paradoja de fermi, que pregunta, si el universo es tan grande, entonces ¿por qué no
hemos encontrado ninguna otra vida inteligente en ella? La respuesta, sugirieron, es que el
periodo de vida de una civilización puede ser solo de algunos miles de años y el periodo de vida
de una civilización industrial quizás solo de unos cientos. En un universo que tiene miles de
millones de años, con sistemas de estrellas separadas por el tiempo y por el espacio, las
civilizaciones podrían emerger y desarrollarse y desaparecer simplemente demasiado
rápidamente para que se lleguen a encontrar unas a otras. Peter Ward, un paleontólogo
carismático entre aquellos responsables por haber descubierto que las extinciones en masa del
planeta fueron causadas por el gas del efecto invernadero, llama a esto el “Gran Filtro”: “Las
civilizaciones aumentan, pero hay un filtro medioambiental que hace que mueran y
desaparezcan rápidamente”, me dijo. “Si miras el planeta Tierra, el filtrado que hemos tenido en
el pasado han sido estas extinciones masivas. La extinción masiva que estamos ahora viviendo
solo acaba de empezar; así que mucha más muerte está por llegar.

Y, no obstante, Ward es un optimista. Igualmente lo son Broecker y Hansen y muchos de los


otros científicos con los que hablé. No hemos desarrollado una religiosidad acerca del cambio
climático que pudiera confortarnos o darnos un propósito, frente a una posible aniquilación. Pero
los científicos del clima tienen una extraña clase de fe: encontraremos una manera de prevenir
el calentamiento radical, dicen, porque debemos hacerlo.

No es fácil saber cómo sentirse tranquilos ante la certeza sombría y cuanto hay que preguntarse
si es otra forma de engaño; para que el calentamiento global funcione como parábola alguien
necesita sobrevivir para que cuente la historia. Los científicos saben que para cumplir los
objetivos de París, para el 2050, las emisiones de carbono procedentes de la energía y de la
industria, que aún siguen subiendo, tendrán que disminuir a la mitad cada década; las emisiones
procedentes del uso de la tierra (deforestación, gases de las vacas, etc.) tendrán que
desaparecer; y necesitaremos haber inventado tecnologías para extraer anualmente dos veces
más carbono de la atmósfera de lo que lo hacen las plantas de todo el planeta.
No obstante, en general, los científicos tienen una enorme confianza en el ingenio de los seres
humanos – una confianza quizás reforzada por su apreciación del cambio climático, que es
después de todo, una invención humana, también. Ellos señalan al proyecto Apolo como el
causante del agujero en la capa de ozono que parcheamos en la década de los 80, el paso del
miedo a la destrucción mutua asegurada. Ahora hemos encontrado una manera de diseñar
nuestra propia destrucción y sin duda encontraremos una manera de diseñar cómo salir de ella,
de una forma o de otra. El planeta no está acostumbrado a ser provocado así y los sistemas del
clima diseñados para dar respuesta sobre los siglos y milenios nos previenen- incluso aquellos
que pueden estar observando cercanamente - de imaginar el daño causado ya al planeta.
Pero cuando verdaderamente veamos el mundo que hemos creado, dicen ellos, también
encontraremos una manera de hacerlo vivible. Para ellos, la alternativa es simplemente
inimaginable.

Este artículo aparece el 10 de julio de 2017, en la New York Magazine.


Este artículo ha sido actualizado para proporcionar un contexto para los recientes informes
sobre las revisiones de los datos de un satélite, para reflejar con más exactitud la proporción de
calentamiento durante el máximo térmico del paleoceno-eoceno, con el fin de clasificar una
referencia al trabajo de Peter Brenen “El final del mundo”, y para aclarar que James Hansen
todavía apoya un enfoque basado en un impuesto del carbono ante las emisiones.

Traducción al español: Pepa Alvarez

También podría gustarte