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Los Guaranies

Los guaraníes o avá, según su autodenominación étnica original (que significa 'ser humano'), son un grupo de pueblos indígenas sudamericanos que se ubican
geográficamente en Paraguay, noreste de Argentina (en ciertas zonas de provincias de la Región del Litoral),​sur y suroeste de Brasil (en los estados de Río
Grande del Sur, Santa Catarina, Paraná y Mato Grosso del Sur) y sureste de Bolivia (en los departamentos de Tarija, Santa Cruz y Chuquisaca) y en el extremo
norte de Uruguay.

Los guaraníes
Su característica nacional era el uso del tembetá, guarro que. ponían a los niños en el labio inferior al llegar a la pubertad.
Sus aldeas, levantadas a orillas de los ríos estaban protegidas con empalizadas de troncos de palmera. Eran muy laboriosos: cazaban, pescaban, recolectaban
y criaban animales domésticos; durante la noche, o en las horas más calurosas, descansaban tranquilos en sus hamacas, que colgaban de dos estacas
salientes de sus viviendas.
El cultivo del suelo que habitaban no resultaba sencillo. Para poder sembrar tenía que cortar árboles y malezas; esto lo hacía quemando unos y otras, en la
época de seguía y con la ceniza abonaban la tierra.
Cultivaba mandioca, batata y maíz. Eran sedentarios construían casas comunales, donde vivía familias emparentadas; hilaban el algodón dominaban la
alfarería.
La labor de las mujeres consistía en sembrar zapallos, o maíz cuando era tiempo, también ellas levantaban la cosecha. La yerba mate, a la cual eran muy
afectos, no había necesidad de sembrarla, pues crecía en abundancia en los bosques.
Como en casi todos los pueblos indígenas, las mujeres también trabajaban el barro con cierta habilidad, como lo prueban las piezas de cerámica guaraní que
han llegado hasta nosotros.
Un taparrabo de plumas, la tanga, era la única prenda que usaban las mujeres guaraníes; más tarde la reemplazaron por una camisa de algodón: el tipoy. Los
hombres andaban desnudos y se adornaban con plumas los brazos, los tobillos y la cabeza; todos se pintaban la cara. Solamente los jefes tenían varias
mujeres ya que, como en los otros grupos, era necesario poder mantenerlas.
El tubichá era el cacique que gobernaba las parcialidades; su cargo era hereditario y muy respetado. Creían en un dios, Tubá, que maduraba los frutos y
provocaba la lluvia, pero no le rendían culto. Practicaban la antropofagia, esto es la costumbre de comer seres humanos, no como alimento, sino con un sentido
ritual, y sólo la llevaban a cabo con sus enemigos más valientes.
Sus viviendas

En la vida guaraní las casas eran muy importantes. Las más sencillas eran los paravientos que hacían para pasar una o dos noches cuando estaban lejos de
las aldeas. Eran unos palos clavados en el suelo, en fila, inclinados y tapados por hojas de palmera o pasto: un simple toldo por si llovía.

Casas en serio eran las de las aldeas, con sus cincuenta metros de largo. Eran tan grandes porque en cada uno no vivía un matrimonio con sus hijos, sino
muchas parejas emparentadas, con sus hijos, primos, tíos, tíos abuelos, abuelos, sobrinos y nietos. Por eso la casa era fundamental, además de vivienda, era
lo que agrupada a la familia. Muchas veces en una sola casa vivían 60 personas.

Las casas tenían armazón de postes y techo de hojas de palmera o pasto. Este techo era muy alto, pero además llegaba muy abajo, casi hasta el suelo, para
proteger de las lluvias. Las paredes eran de madera y barro, este era un buen aislante para el calor. En cada punta de la casa había una puerta. No había
ventanas para mantener fresco el interior y evitar que entraran mosquitos y otros bichos.

Una serie de paredes dividía las habitaciones de cada familia. Cada matrimonio tenía su fogón para cocinar. El fuego lo prendían con dos palitos, haciendo
girar uno sobre otro.

Las casas estaban agrupadas en aldeas, generalmente de a 8, alrededor de una plaza cuadrada.

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