Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
S AM I R AM I N
E L CAPITALISMO
CAPITALISMO
EN LA ERA DE LA
GLOBALIZACIÓN
El capitalismo en la era
de la globalización
P A I D O S E S TA D O Y S O C IE D A D
últim os tít
títulos
ulos publica
publicados:
dos:
Samir Amin
El capitalismo
en la era
de la globalización
PAIDOS
Barcelona •Buenos Aires •México
Título origi
original:
nal: Capita
Capitalism
lism in the Age o f G
Glohal
lohalization
ization..
The Management
Manage ment o f Con
Contempo
temporary
rary Soci ety
Society
Publicado en inglés, en 1997, por Zed Books Ltd., Londres y New Jersey.
© 199
19977 by Samir Amin
© 199
19999 de la tra
traduc
ducción
ción,, Ra
Rafael
fael Grasa
© 199
19999 de toda
todass las edicio
ediciones
nes en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SAICF
Defensa, 599 - Buenos Aires
httpiZ/w'W'w.paidos.com
ISBN: 84-493-0638-8
Depósito
Depós ito lega
legal:
l: B-44.175/2002
SUMARIO
In tro
tr o d u c c ió
iónn ......
............
............
............
............
............
............
............
............
............
............
...........
...........
............
............
............
.......... 11
1. El fu
futur
turoo de
de la polar
polarizac
ización
ión g l o b a l .................................................... 15
Desarrollo desigual y formas históricas del capitalismo ........... 15
El del
actual sistema
capita lismoomundial
capitalism y los cinco .............................................
monopolios
.....................................................................
.................................. .......... 17
Un proyecto alternativo y humanista de gl gloo ba
baliliza
zacicióó n .....
..........
.........
.... 19
Obstáculos a la realización del proyecto ...................................... 20
Posibles escenarios futuros y su inadecuación ........................... 22
Cómo renovar una perspectiva de socialismo mundial ........... 24
2. La gestión económ
económica
ica capitalista de la crisis
crisis de la sociedad
contemporánea.................................................................................... 27
Las «leyes de la historia»: la expansión del capitalismo
no equivale a desarrollo ............................................................... 29
La estructura institucional
institucional:: las las instituciones de Bret Bretton ton Woods 33
El Fondo Monetario Internacional ........................................... 33
E l Ban
Banco
co M u n d ial........
ia l.............
...........
............
............
............
............
............
............
............
............
............
.......... 39
El GA
GATT
TT y la Organiza
Organización ción Mundial
Mundial de dell C o m e r c io .... ........................ 43
Globalización: la necesidad de una gestión económica
internacional.................................................................................... 48
La reforma de Br
Bretto
ettonn W o o d s ..... ..........
..........
..........
..........
...........
............
...........
...........
............
......... ... 57
3. La refor
reforma
ma de la gesti
gestión
ón monetar
monetaria ia internacional de la cris crisisis . . . 65
Loss ant
Lo anteced
ecedent
entes
es ...............................
...................................................................
................................................
............ 65
Los tipos dedecambio
Propuestas reforma flexibles
procedentes no sondela las s o lu c i ó n ......
corrientes .........
......
......
......
......
....... 66
dominantes...................................................................................... 68
Una visi
visión
ón alt
alterna
ernativa:
tiva: la regiona
regionalizacilización ón p o lic li c é n tr
tricicaa ...
......
......
......
....... 70
4. E l aug
augee ddee la etnicidad: una respuesta políti política ca
a la globaliz
globalización
ación e c o n ó m ic a ..........
................
............
............
............
............
............
............
............
........ 75
E l ciclo de posguerra (1 (194
945- 5-19
1990 90)) y la nue nueva va globalización . . 76
La desintegración del Estado y las nuevas ideologías étnicas
en el Tercer
Ter cer Mund
Mundoo ..................................
.....................................................................
..................................... 81
La globalización y la crisis del concepto de nación .................. 85
Unglobalización....................................................................................
futuro diferente: una visión radical para Europa ................ 144 157
7. Ideolog
Ideologíaía y pensamiento social: llaa intelectualid
intelectualidad ad
y la crisis del desarrollo ........................................................................ 16
1611
La teoría social y la crisis del capitalismo: marxismo,
posmodernismo y movimientos sociales .................................. 161
La intelectualidad frente a los operadores mentales.................. 167
Desarrollo: críticas coconn trtraa sta
st a d a s........
s...........
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
....... 170
Los análisis y estrategias propuestos por la intelectualidad
del Terce
Tercerr M u n d o .....
..........
...........
............
............
............
............
............
............
............
............
............
...........
..... 175
Una nueva agenda: análisis de la diversidad del Tercer Mundo
y rec
recon
onstr
strucc
ucción
ión del pod
poder er socia
sociall de las clases popula populares res . . 177
índ
ín d ic
icee anal
analítico
ítico y de nom
nombres
bres .................................
..................................................................
................................. 183
SIGLAS Y ABREVIAT
ABREVIATURAS
URAS
BERD
BER D Banco Europeo par
paraa la Reconstrucción y el Desarrollo
de Europa del Este
CEPALC
CEPA LC Comis
Comisión
ión Econ
Económ
ómica
ica para América Latina y el Caribe
GATT-OMC
GATT-O MC Acuerdo Genera
Generall sobre Comercio y Aranceles-Organiza
ción Mundial del Comercio
G7 Grupo
Gr upo de los Siete
NOEI
NO EI Nuevo
Nuevo Orden Económ
Económicoico Internac
Internacional
ional
OCDE
OC DE Organización para la Cooperación EconómEconómiaia y el De
Desa
sa
rrollo
PNU D
PNUD Programa de las
las Nacion
Nacioneses Unidas para el Desar
Desarrollo
rollo
TLC Tratado de Lib
Libre
re Com
Comercio
ercio (North American FreFreee Tra
Trade
de
Association, NAFTA)
TRIM Medidas
Medidas de protec
protección
ción relaci
relacionadas
onadas con el comercio (Tra
TRIP
TRI P de Related
Derechos
Derech Invested Measures)
os comerciales relativos
relativos a la propiedad intelectual
(Trade Rights in Intellectual Property)
L NCTA
NCTADD Con
Conferencia
ferencia de las Naciones Unidas sobre el Com
Comercio
ercio y
el Desarrollo
INTRODUCCION
La presente obra agrupa siete trabajos acerca de la gestión capitalis
ta de la crisis en que la humanidad se encuentra sumida, de manera obvia
y prístina, en la actualidad.
gica de productivo
sistema la globalización, deben definirse
que resultan respecto
más o menos de los segmentos
competitivos del
a nivel mun
dial. De acuerdo con dicho criterio, el grueso de la fuerza de trabajo de los
oaíses del centro forma parte del ejército activo, habida cuenta de la forma
en que se conformaron gradualmente las economías centrales, en unas
condiciones favorables imposibles de repetir actualmente. En los países in
dustrializados periféricos de América Latina, Asia oriental (comunista y
capitalista) y el antiguo mundo soviético, segmentos del sistema producti
vo son ya competitivos (o pueden serlo), en el sentido anteriormente men
cionado. El ejército laboral activo existe aquí y ahora, y puede ampliarse.
No obstante, nunca será capaz, al menos tan lejos como podemos ver en el
futuro, de absorber la reserva procedente de las economías rural e infor
mal. Y ello por dos razones: en primer lugar, porque la competitividad
mundial exige técnicas de producción que imposibilitan dicha absorción;
V, en segundo, porque no se dispone de la válvula de seguridad que supo
ne la emigración masiva. Por otro lado, para los países periféricos no com
petitivos o no industrializados de África y el mundo árabe la situación es
todavía peor; apenas existe ejército activo, de forma que la práctica totali
dad de la nación es, en términos mundiales, ejército laboral de reserva.
Por consiguiente, la industrialización del Tercer Mundo no acabará
con la polarización inherente al capitalismo mundial realmente existente,
aunque
por los moverá sus formas
monopolios y mecanismos
financiero, a otros
tecnológico, planos,y dirigidos
cultural a su vez
militar mediante
los cuales la nueva forma de ley mundializada del valor produce polariza
ción. Incluso podríamos ir más lejos: esa industrialización no reproduci
siguen
idea queensubyace
modo alguno lo que
en dichos su nombre
programas nosugiere, un ajuste
es cambiar estructural.para
las estructuras La
. permitir un nuevo auge generalizado y una expansión de los mercados, sino
limitarse a poner en marcha ajustes coyunturales que obedezcan a la lógica
a corto plazo de asegurar la rentabilidad financiera del capital excedente.
Introducción 13
14 El capitalis
capi talismo
mo en la era de la global ixación
Capítulo 1
EL FUTURO DE LA POLARIZACI
POLARIZACIÓN
ÓN G LOBAL
D e s a r r o l l o d e s ig u a l y f o r m a s h is t ó r ic a s d e l c a p it a l is m o
1. L a for
forma
ma me
mer canti
ntilili sta (1500-1800), previa a la revolución indus
trial y moldeada por la hegemonía del capital mercantil en los centros
atlánticos dominantes, así como por la creación de zonas periféricas
(América) cuya función presuponía su total aceptación de la lógica de
acumulación del capital.
2. E l de
denomi
nominado
nado mod
modeelo clási lásicco, surgido de la revolución indus
trial, que definió a partir de entonces las formas básicas del capitalismo.
Por su parte, las periferias (a América Latina se agregaron progresiva
mente toda Asia, excepto Japón, y África) siguieron siendo rurales, no
industrializadas, y su participación en la división internacional del tra
bajo se produjo a través de la agricultura y la producción mineral. Este
importante rasgo de polarización estuvo acompañado de otro no menos
importante: la cristalización y establecimiento de sistemas netamente in
dustriales como sistemas nacionales autocentrados, acaecido en parale
lo a la construcción de los estados nacionales burgueses. Ambas carac
terísticas explican las líneas dominantes de la ideología de la liberación
nacional, la respuesta al reto planteado por la polarización: a) el objeti
vo de yconsiderar
rador la industrialización
un instrumento para ponerse como
al día;sinónimo de progreso
b) el objetivo libe
de construir
Estados-nación inspirados en los modelos de los países del centro. De
esa forma se concibió la ideología de la modernización. Por consiguien
te, esta forma clásica de polarización caracterizó el sistema mundial des
de la revolución industrial (es decir, después de 1800) hasta la Segunda
Guerra Mundi
Mundial.
al.
3. E l pe
perr í odo
odo de po
posg
sgue
uerr r a (1945-1990) supone la progresiva ero
sión de las dos características que acabamos de mencionar. Durante el
período se produjo la industrialización de las periferias, un proceso
obviamente desigual que resultó el factor dominante en América Lati
na y Asia, con el movimiento de liberación nacional afanándose en
acelerar el proceso en aquellos Estados periféricos que acababan de
recobrar su autonomía política. En esos años se produjo también, si
multáneamente, el progresivo desmantelamiento de los sistemas de pro
ducción nacional autocentrados y su recomposición como elementos
constitutivos de un sistema integrado de producción mundial. Esta
doble erosión supuso una nueva manifestación de la profundización
de la globalización.
4. E l pe
perr í od
odo
o más r eci
cieente (a partir de 1990), en que la acumulación
de esasdel
rístico transformaciones
sistema mundialhadeprovocado
posguerra.el colapso del equilibrio caracte
18 El capitalis
capitalismo
mo en la era de la globalizac
globalización
ión
1. M
Mon
onop
opoli
olioo te
teccno
nológi
lógicco. Requiere gastos enormes, que sólo un Es
tado
travéspoderoso y rico puede
de la inversión y gastoafrontar. Sin elque
militar (algo apoyo estatal, liberal
el discurso en particular
no mena
ciona), la mayor parte de esos monopolios no podrían perdurar.
2. C ontr
ontrol
ol de los
los me
merr ca
cado
doss fi nanci
nancieer os mundi
undiale
ales.
s. Dichos monopolios
poseen una eficacia sin precedentes merced a la liberalización de las nor
mas y reglas que gobiernan su establecimiento. Hasta hace poco, la mayor
parte de los ahorros de una nación sólo podía circular dentro del ámbito,
en gran medida nacional, de sus instituciones financieras. En la actuali
dad, estos ahorros se gestionan de manera centralizada por instituciones
cuyas operaciones tienen un alcance mundial. Hablamos de capital finan
ciero, es decir, del componente más mundializado del capital y, sin em
bargo, la lógica de esa globalización de las finanzas puede ponerse en
un brete por la simple decisión política de optar por la desconexión, aun
si esa desconexión se limitara al dominio de las transferencias financieras.
Es más, creo que las directrices que rigen el libre movimiento del capital
financiero se han vuelto inservibles. Antaño el sistema se basaba en la li
bre flotación de las divisas en el mercado (de acuerdo con la teoría que
sostiene que el dinero es una mercancía como cualquier otra) con el dólar
actuando dej ac acto
to como moneda universal. No obstante, considerar el di
nero una simple mercancía no es una teoría científica y, por otro lado, la
posición preeminente del dólar sólo se debe a la falta de algo mejor. Una
moneda nacional no puede cumplir las funciones de una divisa interna
cional a menos que exista un excedente de importaciones en el país cuya
cional a menos que exista un excedente de importaciones en el país cuya
moneda sirve de divisa internacional, lo que obliga a ajustes estructurales
en otros países. Ése era el caso de Gran Bretaña en el siglo XIX, pero no el
de Estados Unidos en la actualidad, que en realidad financia su déficit
mediante préstamos que el resto del mundo se ve obligado a aceptar. Ni
tampoco es el caso de los competidores de Estados Unidos: el excedente
japonés
japon és (puesto que el alemán desap desapareció
areció tras la unif
u nificac
icación
ión en 199
1991)
1) no
basta para cubrir las necesidades financieras ocasionadas por los ajustes
estructurales de los demás. En estas condiciones, la globalización fi
nanciera, lejos de ser un proceso «natural», resulta ser algo extremada
mente frágil. A corto plazo sólo conduce a una inestabilidad permanente
y no a la estabilidad necesaria para la actuación eficiente de los procesos
de ajuste.
'b
'b.. A
Acce
ccesso m
mono
onopo
polli sta
st a a los rreecurs
cursos
os nat
natur
urale
aless de
dell plane
planetta. Los peligros
de la explotación indiscriminada de esos recursos adquieren ahora natu
raleza planetaria. El capitalismo, basado en una racionalidad a corto pla-
,zo, no puede superar los peligros que conlleva ese comportamiento im
prudente e indiscriminado, por lo que acaba reforzando los monopolios
de los países ya desarrollados. La publicitada preocupación medioam
biental de estos
sables como países se limita a no permitir que otros sean tan irrespon
ellos.
4. M on
onop
opoli
olioo de loloss medios
di os de ccom
omun
unii caci
aci ón
ón.. Dicho monopolio no
sólo lleva a la uniformidad cultural, sino que abre la puerta a nuevos me
dios de manipulación política. La expansión del mercado moderno de los
medios de comunicación constituye ya uno de los principales componen
tes de la erosión de las prácticas democráticas en el propio Occidente.
5. M
Mon
ono
opoli
poli o d
dee la
lass ar mas de de
dest
strucc
ruccii ón m
ma asiva
si va.. Desafiado y mante
nido a raya merced a la bipolaridad de posguerra, el monopolio es una
vez más, como sucedió en 1945, posesión exclusiva de Estados Unidos.
.•\unque se corre el riesgo de que la proliferación nuclear se descontrole,
¡a proliferación constituye, en ausencia de un control democrático inter
nacional, la única forma de luchar contra ese inaceptable monopolio es
tadounidense.
20 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
O b s t á c u l o s a l a r e a l iz a c ió n d e l p r o y e c t o
Resulta más que evidente que las tendencias actuales no siguen la di
rección antes descrita y que en la actualidad no se lucha por lograr esos
objetivos humanistas. No me sorprende. El deterioro del antiguo sistema
de globalización no está en condiciones de preparar su propia sucesión
y sólo puede conducir al caos. Las fuerzas dominantes despliegan sus ac
tividades en el marco de esas constricciones, en un intento por maniobrar
a fin de lograr ganancias a corto plazo, con lo que agravan el caos. Su in
tento de legitimar sus opciones mediante la vieja ideología del mercado
«autorregulador», afirmando que «no hay alternativas», o bien mediante
puro y simple cinismo, no es una solución, sino parte del problema. Las
■respuestas espontáneas de los pueblos a la degradación no son necesaria
mente más sutiles o provechosas. En tiempos de extravío y desarraigo, las
soluciones ilusorias, como el fundamentalismo o el chovinismo, pueden
P o s ib l e s e s c e n a r i o s f u t u r o s y s u in a d e c u a c ió n
japone
jap oneses
ses suelen su
subes
bestim
timar
ar la vuln
v ulnera
erabil
bilida
idadd de Jap
Ja p ó n , una vvul
ulne
nera
rabi
bi
lidad que explica justamente que siga atado a Estados Unidos. Por otro
lado, parece poco probable que China, o incluso Corea, aceptaran es
tar subordinados a Japón. En tales condiciones, el mantenimiento de
un equilibrio interasiático dependería de fuerzas externas a la región y,
una vez más, el único candidato a desempeñar ese papel es Estados
Unidos,
dial. que prolongaría de ese modo su primacía en la escena mun
No obstante, es muy probable que la posición de estos países asiáti
cos en el sistema mundial capitalista se vea reforzada. ¿Cuál será entonces
la reacción estadounidense? En mi opinión, todas las estrategias de alian
zas giran alrededor de esa pregunta. Resulta casi innecesario añadir que el
desarrollo futuro de China amenaza todos los equilibrios globales, por lo
que Estados Unidos se sentirá amenazado por ese desarrollo. De ahí que,
en mi opinión, pueda vislumbrarse que Estados Unidos y China serán lo loss
principales antagonistas de cualquier conflicto global futuro.
El futuro de la polarización
polarización global 25
Nota bibliográfica
E mpi
mpi r e of Cha
Chao os, Nueva York, Monthly Review, 1993.
R e- r ead
adii ng the P ost-W
st-Wa ar PPeer i od, an I nte
ntell
lleectua
ctuall I ti ne
nerar
rary,
y, Nueva York,
Monthly Review, 1994.
E ét hni
hni ci t é á l ’assau
ssautt de
dess na
natiti ons, París, L’Harmattan, 1993.
Mo
M ond
ndii ali satio
sati on eett a
acccu
cum
mulation
ulati on,, París, L’Harmattan, 1993.
Capítulo 2
dirse algolamás.
ochenta Hay de
mayoría queesos
señalar que hasta
estudios fueronprincipios de la Naturalmente,
imparciales. década de los
los críticos señalaron que las políticas de esas instituciones formaban par
te de la lógica de la expansión capitalista, que servían a los intereses de las
transnacionales, que no se preocupan del medio ambiente (afirmaciones
que apenas empiezan a ser tenidas en cuenta), que aceptaban acrítica
mente la idea de que el «desarrollo» comportaría la disminución de las
«bolsas de pobreza» a través de un efecto de permeación «gota a gota».
Sin embargo, y por otro lado, se tenía una opinión positiva de la apertura
Vprogreso de la globalización y, en consecuencia, también del apoyo
que los países recibían del FMI para ayudar a resolver sus dificultades
con la balanza de pagos, devolver la convertibilidad a las principales mo
nedas y disminuir gradualmente las tarifas arancelarias. Se señalaba tam
bién que estas instituciones respetaban las opciones nacionales de los Es
tados que optaban por conceder un papel económico básico al sector
público, someter al capital extranjero a controles estrictos e incluso, en al
gunos casos, optar por el «socialismo» y desvincular sus precios y salarios
internos de la lógica del capitalismo mundial, distribuyendo de forma sis
temática los ingresos nacionales.
Por tanto, en esa época una de las principales críticas que se hacían a
dichas instituciones era la timidez de sus intervenciones. Así, se conside
raba lamentable,
laciones por ejemplo,
con las grandes que capitalistas,
potencias el FMI no fuera
o quedeEstados
utilidadUnidos
en sus hu
re
biera prescindido del BM en la reconstrucción europea y hubiera usado
la alternativa del Plan Marshall, o bien que el GATT-OMC se limitara a
buscar la reducción de aranceles sin atreverse a ir más allá.
La crisis de la deuda externa, que se abrió con la amenaza mexicana
de suspender sus pagos en 1982, no cambió radicalmente la perspectiva
dos La mencionada
conclusiones sentenciae —gráfica,
poderosas precisa
importantes, y saludable—
la primera explícitacontiene
v la se
gunda implícita: a) las políticas establecidas por las instituciones interna
cionales en obediencia a estrategias adoptadas por el G7 constituyen la
causa del brutal y masivo empobrecimiento de las mayorías populares,
particularmente en el Sur y en el Este; y b) esas políticas no proporcionan
solución alguna a la crisis general de la sociedad contemporánea. Por el
contrario, agravan su desarrollo al alimentar una espiral deflacionista.
La gestión económica
económi ca capitalista
capitali sta de la crisis de la sociedad contempor
contemporánea
ánea 29
L a s « l e y e s d e l a h is t o r ia »: l a e x p a n s ió n d e l c a p it a l is m o n o
EQUIVALE A DESARROLLO
Creo que siempre es útil recapitular la lógica del capitalismo, aun a ries
go de repetir obviedades. El capitalismo no es un «sistema de desarrollo»
que pueda oponerse, por ejemplo, a la «doctrina socialista». De ahí que
considere imprescindible distinguir entre la realidad que produce el ca
30 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
La gestión económ
económica
ica capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea
contemp oránea 31
32 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
La gestión económica
económi ca capitalista
capitalis ta de la crisis de la sociedad contemporáne
contem poráneaa 33
invita
capital.a Llegados
reconsiderar las punto
a este tendencias espontáneas
considero de gestión
útil centrarse porcinco
en los parte mo
del
nopolios mediante los que se desarrollará en el futuro la dominación de
los diversos centros sobre las periferias (véanse las págs. 18 y 19).
L a e s t r u c t u r a i n s t i t u c i o n a l : l a s i n s t i t u c i o n e s d e B r e t t o n W o o d s
E l FFo
ond
ndo
o Mon
M oneetari o I nter
nter na
nacci onal
nal
36 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
tión» de de
incapaz la acometer
crisis máspor
quesíenmismo.
acabar con ella, algo que el sistema es
3. Las políticas de ajuste unilateralmente impuestas a los países más
débiles (los del Tercer Mundo y los del bloque del Este) satisfacen
ese requisito de gestionar la crisis. No son errores o aberraciones
derivadas de seguir una ideología absurda. El FMI no hizo nada
para prevenir el excesivo endeudamiento de los años setenta por
que esa deuda era muy útil como instrumento para gestionar la cri
sis y la sobreabundancia de capital desocupado que producía. La
lógica de ajuste que se aplica en la actualidad requiere, por consi
guiente, que prevalezca la libre circulación de capitales, incluso si
tal cosa origina demandas de contracción merced a las reducciones
en salarios y gasto social, la liberalización de los precios y la elimi
nación de los subsidios, devaluaciones, etc., es decir, aunque su
ponga una regresión de las posibilidades de desarrollo. Las decla
raciones rituales de unas instituciones que en la práctica colocan la
gestión de la crisis por encima de cualquier otra consideración, las
lágrimas que vierten acerca de la condición de los «pobres», sus
conjuros en favor de «estimular la oferta», no son más que retóri
ca, por lo que no hay razón alguna para considerarlas sinceras o
creíbles.
4. más
Los altos
eficaztipos de interésun
de garantizar noretorno
constituyen un error.
aceptable para Son la forma
el capital flo
tante, habida cuenta de que ese capital exige garantías respecto de
los riesgos de cambio que implica el sistema flexible que se ha es-
38 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
puesta
mundial,central
no esde los reformistas,
realista, transformar
si bien la idea el FMI lógica.
es plenamente en un banco central
La globaliza
ción ha erosionado el poder de los Estados nacionales y, por tanto, exi
ge una gestión mundializada de los sistemas económicos, financiero y mo
netario. Ahora bien, la inferencia derivada del hecho de la globalización
resulta, así formulada, inadecuada, puesto que ninguna economía puede
existir sin política y sin Estado. Por consiguiente, la globalización eco
nómica requiere lógicamente la construcción de un sistema político mun
dial capaz de responder al desafío, un sistema de poder capaz de gestio
nar compromisos sociales a nivel planetario, de la misma forma que los
Estados los gestionan a nivel nacional. No existe, sin embargo, suficiente
madurez en el sector, ni siquiera entre el grupo de países capitalistas do
minantes (la OCDE o, dentro de Europa, la UE) y a forti ori tampoco
tampoco en
una escala mayor. En ese contexto, no resulta objetivamente posible con
tar con una moneda universal y, por consiguiente, con un banco central
mundial. Disponer de la moneda y del banco implican haber resuelto el
problema político, algo que no ha sucedido.
La propuesta de un banco central mundial reitera los argumentos ex
puestos por Keynes en 1945 y las mismas razones que hicieron que el pro
yecto resultara utópico en aquel momento siguen siendo válidas en la ac
tualidad, pese a los progresos realizados por la globalización económica.
El Nuevo
lo» entre laOrden Económico
cuestión Internacional
de una moneda (NOEI)(derechos
internacional y el supuesto «víncu
especiales de
giro o DEG) y el desarrollo se basaban en la misma lógica. Sin embargo, el
proyecto no funcionó, y por buenas razones. En mi opinión, el capitalismo
es incapaz de superar la reciente contradicción entre su gestión económi
ca en un espacio cada vez más mundializado y su gestión política y social,
que sigue estando fragmentada en espacios nacionales diferentes. Las al
ternativas son, a nivel mundial, socialismo o barbarie.
No obstante, hay que responder al desafío y proponer soluciones. Lo
haré avanzando a continuación algunas que creo que no son utópicas,
puesto que permiten aceptar la contradicción a que acabo de referirme.
Partiendo de la perspectiva de construir un mundo policéntrico, las pro
puestas se centran en la organización política y económica de interde
, pendencias controladas, así como en la autonomía de regiones amplias y
desigualmente desarrolladas. Implican, por tanto, sistemas monetarios re
gionales, convenientemente articulados. No ponen el carro delante de los
E l BBa
anco M un
und
di al
la actualidad
teriores unos los 20.000
11.000 millones
millones quededesembolsan
dólares. Hayenque añadir a laslos
la actualidad cifras an
bancos
regionales. Por tanto, la totalidad del sistema de Naciones Unidas es, com
parativamente, algo marginal. Así, aunque intentó convertirse en el rival
del BM creando su propio fondo para la asistencia al desarrollo agrícola,
creado por la FAO en 1978, finalmente se vio obligado a capitular.
Lo cierto es que de 1955 a 1975 las instituciones de las Naciones Uni
das desempeñaron funciones políticas e ideológicas esenciales para el
proyecto de Bandung de los países del Tercer Mundo. El papel de la Co
misión Económica para América Latina (CELA) y de Raúl Prebisch, un
pionero de lo que acabaría convirtiéndose en la ideología del desarrollo,
así como la tarea de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Co
mercio y el Desarrollo (UNCTAD), un importante contribuyente a la cris
talización del proyecto de NOEI propuesto por el Tercer Mundo en
1975, no son en modo alguno menospreciables. Las iniciativas de estas
instituciones probablemente han tenido escasa influencia en las políticas
del BM, pero han tenido un efecto obvio en el Programa de las Naciones
su apoyo adel
renciación formas
mundo de crédito orientadas
rural a través de laa revolución
tal fin, y promoviendo
verde. En otrosla dife
sec
tores, el BM ha realizado igualmente otras funciones significativas con el
objeto de reforzar la integración dependiente de las economías del Tercer
Mundo. Ha promovido sistemáticamente el uso de carreteras (en oposi
ción a los trenes), ha abierto los mercados a las exportaciones de crudo y
ha alentado la dependencia del petróleo, algo que agrava el déficit co
mercial de muchos países. Ha promovido también la explotación de las
selvas con fines exportadores, sin tomar en consideración los grandes da
ños producidos a la ecología o la devastación del país y de su futuro que
ello comportaba. Por otro lado, el Banco ha sido coherente y ha contri
buido bien poco a la industrialización, incluso a la de países como Corea
del Sur, que ahora elogia y cuyos éxitos son el resultado del repudio por
parte de dicho país de los preceptos del Banco, es decir, abrir la industria
al capital extranjero, evitar los subsidios, etc.
Naturalmente, la estrategia global del BM nunca ha mostrado preo
cupación, antes o después de 1980, por la situación de los pobres, como
se llaman en la actualidad. Ni tampoco se ha preocupado nunca por el
medio ambiente, con independencia de su retórica al respecto. La des
trucción sistemática de las tierras comunales, que siempre ha apoyado,
junto
jun to a la defo
d efores
restaci
tación,
ón, se han realizado a exp
expensas
ensas del eequi
quilibr
librio
io ec
ecoo ló
ló
gico
poco,yeldel bienestar
Banco de ha
siempre la mayoría
mostrado,depese
las clases populares.dePor
a su pretensión sersiapolíti
fuera
co, una clara preferencia por los regímenes más alineados con Wash
ington y sus aliados (Mobutu, Marcos, Pinochet, Suharto o los Tontons
Macoutes), sin que le haya incomodado el tema de la democracia o asun
tos como la corrupción y la ineficiencia de muchas de sus intervenciones
bajo tales regímenes.
Durante un cierto período de su historia, el Banco tuvo la función
ideológica de contrarrestar la «ideología de la planificación» ofreciendo
una contraideología basada en el «análisis de proyectos», aunque la teo
ría no era muy sólida. El uso de «precios en la sombra» tuvo bien poco
sentido: sólo podían tener influencia en las decisiones si iban acompaña
dos de controles de los precios y de subsidios, algo que contradecía el
dogma que debían apoyar. Y, en efecto, el precio en la sombra «cero»
asignad
asignadoo al trabajo no cualificado sirvió
sirvió de pretexto para justificar p
polí
olíti
ti
cas de bajos salarios, para generar pobreza en lugar de combatirla.
Al mismo tiempo, el Banco también ha realizado ejercicios estilísticos
académicos, que, globalmente considerados, resultan poco dignos, habi
da cuenta de que siempre han tenido como finalidad legitimar las estrate
42 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
La gestión económica
económ ica capitalista
capitali sta de la crisis de la sociedad contemp
contemporánea
oránea 43
E l G A T T y la Or
Orga
ganni za
zacci ón M un
und
di al d
deel Come
Comer ci o
44 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
portación.
mundo La de
irreal demostración
competenciadel teorema,
perfecta, que naturalmente
se basa, por otro lado, implica un
en un aná
lisis estadístico. La historia muestra que los beneficios obtenidos por los
incrementos en la productividad son netamente superiores a los que pue
den obtenerse, en el mejor de los casos, por la ventaja competitiva. La his
toria muestra también que los precios relativos no están determinados
por el mercado, sino por las condiciones sociales, más allá de la oferta y la
demanda, en las que opera la producción. De ello se deduce que la pola
rización global lleva necesariamente al —y se expresa a través de— dete
rioro de los dobles términos factoriales del comercio, al detrimento de las
periferias, en el sentido de que existe mayor desigualdad en la distribu
ción de la remuneración del trabajo que en la distribución de la produc
tividad. Me atrevería incluso a afirmar que este fenómeno, intrínseco a la
expansión capitalista global y polarizada, caracteriza no sólo el comercio
anterior (intercambio de productos manufacturados del centro por pro
ductos primarios de la periferia), sino también el comercio futuro entre
periferias industrializadas que exportan bienes manufacturados y centros
que ejercen sus cinco monopolios.
Los gobiernos del Tercer Mundo tienden a defender los principios
básicos del libre comercio por razones fácilmente comprensibles; para los
países que han entrado ya en la era industrial, el acceso a los mercados del
Norte resulta posible (son competitivos) y vital (para pagar artículos
como los derivados de importar tecnología); para los países del Cuarto
iMundo que todavía exportan productos primarios, nada tienen que per
der y quizás puedan obtener algún beneficio. Esta visión a corto plazo ca
racterística de la burguesía compradora de la periferia ignora siempre las
consideraciones a largo plazo, que nunca han encontrado eco en parte al
guna, excepto en el ala radical de los movimientos de liberación nacional,
lo que suele denominarse ala socialista.
Pero aunque los gobiernos del Tercer Mundo defienden los princi
pios del liberalismo, lo hacen porque saben que, a pesar de la retórica del
GATT-OMC, la práctica real no se adecúa a dichos principios, sino que
está muy lejos de ellos. De hecho, donde podía encontrarse un auténtico
programa de liberalismo genuino a escala mundial era en el programa ela
borado por el G7 y el movimiento de países no alineados conocido como
Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). El programa incluía
puntos como los siguientes;
1. El comercio
comerc io reg
regulado
ulado por el GAGATT-
TT-OM
OMC C representa úni
únicamente
camente
el 7% del comercio mundial. Entre las exclusiones significativas se
encuentran las fibras textiles (esta exclusión «temporal», regulada
por Iel Acuerdo Multifibras, ¡lle
¡lleva
va veinticinco años funci
funcionan
onando!).
do!).
los productos agrícolas (incluyendo los aceites tropicales, que
compiten con los aceites de países templados), los productos mi-
48 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
G l o b a l i z a c i ó n ; l a n e c e s i d a d d e un a g e s t i ó n e c o n ó m i c a
INTERNACIONAL
la
tar.privatización masiva, etc.
Así, la privatización Estos
de los argumentos
servicios falaces
sociales sonefáciles
es cara de refu
ineficiente; la
atención sanitaria en Estados Unidos, por ejemplo, cuesta el doble que en
Europa y es de inferior calidad. Sin embargo, resulta muy rentable a las
compañías aseguradoras estadounidenses. La privatización reemplaza a
las burocracias públicas, que pueden someterse a algún tipo de control
democrático, por burocracias privadas opacas e irresponsables. En la ma-
voría de los países del Tercer Mundo, el sector público no sólo ha realiza
do tareas pioneras que están más allá de la capacidad del sector privado
local o extranjero, sino que, en algunos casos, la sustitución de monopo
lios públicos por otros privados ha ayudado a financiar la acumulación y
la correcta distribución de los ingresos. Naturalmente, el contenido social
de la nacionalización presente en el proyecto de Bandung (nacional y
burgués) determinó los propios límites de dicha nacionalización. Los in
gresos producidos se canalizaron en primer lugar hacia la expansión de
50 El capitalismo en la era de la globalizació
globalizaciónn
las nuevas clases medias y no hacia las clases populares; la gestión fue a
veces deficiente, bien por razones objetivas (carencia de los recursos ne
cesarios para poner en práctica una modernización en el momento preci
so), bien por razones políticas y sociales (el déficit del sector público fi
nanció la expansión de un sector privado parasitario), o bien por razones
de gestión política (entre las que se cuenta la corrupción). Pero el capita
lismo privado no es en modo alguno mejor, socialmente hablando, y ni si
quiera es seguro que sea más eficiente. De hecho, algunos estudios han
mostrado que la rentabilidad del sector público en los países más indus
trializados de Asia y América Latina era mayor, en promedio, que la de
sectores privados comparables occidentales. Por consiguiente, volviendo
a nuestra argumentación, lo cierto es que el ataque contra el Estado con
tradice la retórica que se pronuncia al unísono en favor de la democracia,
la transparencia y la eficiencia. Desgraciadamente, una gran mayoría de
ONGs han adoptado esta posición, contribuyendo al discurso antiesta-
tista, sin comprender que los resultados de la ofensiva del capital en este
sector sonpocas
Muy siempre catastróficos
veces se observapara
que las clases populares.
la privatización desempeña un im
portante papel en la gestión de la crisis, al proporcionar salidas a los ex
cesos de capital característicos de la crisis. En mi opinión, ésa es justa
mente una de las razones de la operación, aunque tal cosa conlleva un alto
precio. En efecto, el capital así invertido no contribuye al desarrollo del
sistema productivo y, por tanto, es incapaz de reducir el desempleo. Las
ganancias obtenidas por el capital en dichas condiciones agravan la desi
gualdad, habida cuenta de la escasa capacidad del Estado para intervenir
y paliar los efectos negativos de la globalización.
El proyecto de reducir la gestión del sistema a la regulación median
te el mercado mundial es, por consiguiente, plenamente utópico. Como
ha señalado Kostas Vergopoulos, la coherencia nacional está ciertamente
de baja, pero no está siendo sustituida por una coherencia a nivel mun
dial, que sigue siendo esquiva. Tal cosa no resulta sorprendente, puesto
que dicha coherencia exigiría un Estado mundial o, al menos, un sistema
político tan efectivo a nivel mundial como ha sido el Estado nacional al
suyo. Eas instituciones económicas internacionales no resuelven el vacío
puesto que, como hemos visto, son simples instrumentos de gestión del
mercado en manos del capital. Eas Naciones Unidas, ahora devaluadas,
no están avanzando hacia la construcción de un sistema político mundial,
sino que, por el contrario, están retrocediendo en ese terreno. Admitien
do dicho fracaso, Vergopoulos expresa algunas reservas justificadas acer
ca de la realidad de la «globalización». Observa que a pesar de la globali
zación de los mercados, las estructuras macroeconómicas nacionales
siguen siendo determinantes de enorme importancia. La «competencia»
La gestión económi
económica
ca capitalista
capitali sta de la crisis de la sociedad contemporáne
contem poráneaa 51
54 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
piral
ordendeflacionista generalizada.
en los tipos de cambio del El G7 ha
dólar, intentado
el yen repetidamente
y el marco, poner
pero, a tenor de
la realidad presente, sólo podemos decir que no ha tenido mucho éxito.
Y, sin embargo, en la Comunidad Europea se ha logrado una estabi
lidad relativa de los tipos de cambio. La razón hay que buscarla en el he
cho de que las complementariedades estructurales internas de la CE per
miten una cierta armonización de la remuneración de los factores de
producción, que se ve reforzada por los flujos de inversiones productivas,
de los centros europeos a sus periferias. La CE representa también una
zona de seguridad y solidaridad política, puesto que puede ofrecer a sus
miembros cierta estabilidad monetaria en sus relaciones mutuas. No obs
tante, dicha estabilidad es frágil, justamente porque ese sistema no puede
ampliarse a la totalidad del continente europeo, EEUU y Japón. Un con
flicto de intereses mercantiles, que a este nivel no atemperan las solidari
dades grupales, amenaza a los socios europeos, pero los amenaza de for
ma y en grado diferente a todos y cada uno de ellos. Europa sólo puede
responder a este desafío si se encierra en sí misma. No obstante, las acti
tudes respecto de esta opción divergen, dado que los países «fuertes»
(Alemania) difieren necesariamente de los otros al preferir la apertura.
El sistema adoptado para gestionar la crisis permite a Estados Unidos
seguir despreocupándose de su déficit, que es lo bastante grande como
para absor
absorber
década de ber
los los exced
excedentes
ochenta, entes de las
el déficit restantes regione
regiones
estadounidense fuesde
desarrolladas
desarrol
931.000ladas (en llaa
millones
de dólares,
dólares, mient
mientras
ras que lo
loss excedentes ascendieron a 53533.
3.00
0000 millo
millones
nes de
dólares para Japón, 396.000 millones para Alemania y 103.000 millones
para los tigres de Asia oriental), drenando de esta forma el mercado in
ternacional de capitales del que de otra forma habrían dispuesto otras re
giones del mundo. En estas circunstancias, la hegemonía de Estados Unidos
puede describirse como «falsa hegemonía». Gran Bretaña, la potencia he-
gemónica en el siglo XIX, tuvo un excedente estructural: el 50% de su for
56 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
900.000 millones
los cuales de dólares
se gastaron en 1982
en el pago a 1,5 billones de dólares, la mitad de
de intereses.
La pregunta importante es, empero, ¿si este tipo de gestión es sufi
cientemente fuerte para perdurar? El argumento de que no puede per
durar porque no proporciona una salida del túnel del estancamiento no
es válido, porque el objetivo no es resolver la crisis, sino gestionarla. Si
nos limitamos al análisis de los mecanismos económicos y financieros,
me atrevería a sostener que esta gestión puede mantenerse de forma exi
tosa, aunque manteniendo el mundo en un estado de estancamiento.
Para los países de la periferia, el estancamiento comporta una seria in
volución regresiva de la que el proceso de cuartomundización de Africa
es sólo el ejemplo más extremo. La gestión de la crisis alienta las expor
taciones de los países del centro (exacerbando de paso los conflictos co
merciales entre ellos) y priva a los países del Tercer Mundo de esa mis
ma oportunidad, frenando la relocalización industrial a fin de contener
el crecimiento del desempleo en el centro. De nuevo viene a la memoria
el orden establecido en Versalles en 1919: ¡que Alemania pague, pero
que no exporte mercancías! En otra sorprendente analogía documenta
da en un trabajo de Walter Russell Mead, las fuerzas policiales se afanan
en perseguir a los nuevos emigrantes generados por la regresión en el
Tercer Mundo. Al final, la gestión de la crisis resulta una estrategia que
exacerbará los conflictos
Estados Unidos, Japón y laentre los países
CE, sino inclusodesarrollados
dentro de la (no
CE, sólo
cuyaentre
exis
tencia está amenazada) y que lleva a los países desarrollados a no con
templar en sus relaciones con los países del Tercer Mundo ningún otro
medio que la fuerza (y la guerra). Por eso la hegemonía (militar) esta
dounidense sigue siendo indispensable, obligando a los socios europeos
y japoneses a hacer las concesiones exigidas por Estados Unidos, una
forma de devolver el conflicto al interior de la CE. ¿Serán las «regio-
nalizaciones» provocadas por la dinámica de estos conflictos, casi es
pontáneamente (pero en la medida en que están apoyadas por las op
ciones adecuadas), la forma en que el sistema encontrará «la salida» a
una globalización imposible? Algunos fenómenos apuntan en esa direc
ción; la creación del Tratado de Libre Comercio (TLC) en Norteaméri
ca (aunque el TLC rompe México en dos al separar su norte tejano de
su Sur guatemalteco y, como ha confirmado la revuelta de Chiapas, in
crementa la fragilidad del proyecto de Washington, apoyado por la bur
guesía compradora mexicana); el hecho de que la CE realice ya dos ter
cios de su comercio mediante intercambios internos, un tipo de
intercambio que está creciendo, mientras que las exportaciones comu
nitarias al exterior han descendido desde 1985 (aunque, quién sabe si la
cosa continuará); el hecho de que, incluso sin una institución formal co-
mún, las países de Asia oriental (Japón, Corea, China, el sudeste asiáti
co) realicen ya dos tercios de su comercio mediante intercambios inter
nos (aunque Estados Unidos está ejerciendo fuertes presiones para rom
per esas complementariedades. De hecho, ésa es la principal razón por
la que Estados Unidos propugna el crecimiento de esa zona del mundo,
de manera que el proyecto de una zona «Asia-Pacífico» evocado por
Clinton comparte esa misma intención).
Por tanto, si el sistema adoptado para gestionar la crisis no puede so
brevivir a largo plazo, la causa no será el carácter absurdo de sus políticas
monetarias y económicas, sino la agravación de los conflictos sociales y
políticos que no
defendiendo: la puede
idea deimpedir. Con elloa regresamos
que la gestión a la tesis es
través del mercado queutópica,
estaba
puesto que la gestión real del capitalismo exige el «mercado más el Esta
do», porque el conflicto entre el espacio económico mundializado y la
fragmentación de los espacios para la gestión política y social es insoste
nible, y, en último lugar, porque todo ello comporta un resurgimiento de
los nacionalismos y de las luchas sociales, que desafiarán la utópica glo-
balización perseguida durante la crisis.
La duda es si este desafío comportará una regresión general aún más
acentuada o un nuevo período de crecimiento económico generalizado.
En mi opinión, la duda debe despejarse en el curso del debate de las al
ternativas al actual sistema.
L a r e f o r m a d e B r e t t o n W o o d s
apoyo
dos. A de políticas
nivel adecuadas
nacional, que, en en
mi cada unosigue
opinión, de lossiendo
tres niveles menciona
el vínculo crucial
pura y simplemente porque sigue existiendo una organización política
cuyos efectos seguiremos experimentando todavía durante largo tiempo,
resulta inevitable aplicar lo que yo llamo desconexión o desvinculación,
que no debe confundirse con la autarquía, puesto que la desconexión su
pone subordinar las relaciones externas a la lógica del desarrollo interno
y no al revés. Hay que definir sus contornos exactos, algo que sólo puede
hacerse a partir de la base concreta de situaciones específicas, que varían
enormemente de un país a otro. Se trata, en cualquier caso, de forzar al
sistema mundial a adaptarse: no sólo de imponer una visión de ajuste den
tro del estancamiento, de los más débiles a los más fuertes, mediante el
concepto de ajuste mutuo. Estas políticas nacionales requerirán a su vez,
para ser suficientemente efectivas, no sólo la reconstrucción de la solida
ridad y el apoyo mutuo entre los países de la periferia (sobe todo me
diante la construcción de uniones regionales), sino también, muy proba
blemente, transformaciones en las organizaciones económicas y políticas
del sistema mundial.
Respecto a este último punto, no carecemos de ideas y propuestas.
Las más radicales piden el retorno al keynesianismo, esta vez a escala
mundial: una redistribución de los ingresos que beneficie a los pueblos y
trabajadores del Tercer Mundo
timulación megaeconómica», en decirlo
para todas las
conregiones del mundo,
las palabras unaRus-
de Walter «es
sell Mead. De acuerdo con sus partidarios, esas propuestas presuponen
reformas sustantivas que afectan a las instituciones económicas interna
cionales:
1. La transformación
transforma ción del F M I en
en un
un autént
auténtico
ico banco central mun
mundial
dial
con poder para emitir una moneda real (semejante a los derechos
especiales de giro) que reemplazarían el patrón dólar, asegurar una
cierta estabilidad de los tipos de cambio, y proporcionar a los paí
ses en vías de desarrollo la liquidez necesaria para un «ajuste con
crecimiento» (estas propuestas se parecen a las que hizo hace vein-
La gestión económita
econ ómita capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea 59
cial sería algo más que un esperanzado deseo. La ayuda para el de
sarrollo, multilateralizada dentro de esa estructura, no establecería
sólo una condicionalidad relativa al respeto a los derechos indivi
duales y a la democracia política, sino que apoyaría también políticas
sociales progresivas; por ejemplo, asegurando que los incrementos
salariales corrieran paralelos a los incrementos en la productividad,
proporcionando una distribución más igualitaria de las rentas, etc.
De la misma forma, la dimensión política nacional del desarrollo
mundializado, así coordinado, permitiría que se respetaran los inte
reses legítimos. Por ejemplo, se aceptaría la autosuficiencia alimen
taria (Walter Russell Mead ha estudiado el caso japonés de la protec
ción de sus productores de arroz), pero se compensaría pagando un
impuesto a la comunidad mundial por parte del país que se benefi
ciara de las medidas proteccionistas. El impuesto sería recaudado por
un fondo de desarrollo mundial que sería la principal institución de
préstamo a que podrían recurrir los países del Tercer Mundo.
La ges
gesti
tión
ón econó
económic
micaa capi
capita
tali
list
staa de
de la cr
cris
isis
is de la so
soci
cied
edad
ad conte
contempo
mporá
ráne
neaa 61
rundos en todas las zonas del mundo, la sustitución de las actuales alian
zas sociales hegemónicas (basadas en la dominación del capitalismo
«comprador» en las periferias del Sur y actualmente también en el Este)
por nuevas y diferentes alianzas sociales basadas en la hegemonía del tra
bajo y de las fuerzas populares. Sólo así será posible establecer el dominio
del valor de uso sobre el valor de cambio, así como la integración de las
exigencias y requerimientos a largo plazo, como el medio ambiente. Al
mismo
del quetiempo, el proyecto
predomina requiere un
en la actualidad, un orden
orden político mundial
basado en diferente
la democratiza
ción de todas las sociedades y la articulación de su interdependencia con
el respeto mutuo por su diversidad.
Avances en tal dirección resultan necesarios y posibles, aunque uso la
expresión «avances» deliberadamente, puesto que la realización total del
proyecto es un asunto a largo plazo, la transición «secular» del mundo
globalizado al socialismo mundial. Junto al combate ideológico que debe
librarse en pro de la visión del objetivo último (tal y como se concibe, por
ejemplo, en el proyecto que acabo de describir), deben definirse estrate
gias para cada una de las fases del camino.
Por consiguiente, y volviendo al proyecto en cuestión, le haría una
crítica constructiva que podría resumirse en los siguientes puntos:
blema políticoeconómica
globalización básico, queyselahafragmentación
superado la contradicción entre
de los espacios la
polí
ticos. Pero tal cosa sólo puede ocurrir al final de una larga transi
ción; no puede ser una condición para emprender reformas. Me da
Las prioridades para la acción que estoy sugiriendo difieren, por tan
to, de las establecidas en el proyecto antes considerado. En mi opinión,
debe ponerse el énfasis en las acciones que vayan en las siguientes direc
ciones:
La gestión económ
económica
ica capitali
capitalista
sta de la crisis de la sociedad contemporáne
contem poráneaa 63
R efe
ferr enci
nci as
P. Baran y P. Sweezy, M Mon
ono
opoly
poly C api ta
tal,l, Nueva York, 1966 (trad.
cast.: C api tal monono
opo
polili sta
st a, México, Siglo XXI, '^1982).
T. Lang y C. Hiñes, The New Protectionism. Protecting the Future
A gainst
gai nst FFrr ee Trad
Tradee, Londres, Earthscan Pub., 1993
W. R. Mead, «American Economic Policy in he Antimillenial Era»,
ponencia presentada a la conferencia preparatoria sobre «50 años bas
tan», Washington, marzo de 1995.
P. Sweezy, The Theory of Capitalist Development, Londres, Dennis
Dobson,
1977). 1946 (trad. cast.; Teoría del desarrollo capitalista, México, F.C.E.,
— y H. Magdoff, «Globalization —To What End?, M Mon
onthly
thly R evi ew ,
vol. 43, n° 9, febrero de 1992, págs. 1-18, y n° 10, marzo de 1992, págs. 1
19.
K. Vergopoulos, L e N ouve
ouveau
au Sy
Syst
steeme M onde,
onde, Actuel-Marx, París,
PUF, 1994
Capítulo 3
_
_OO S A N T E C E D E N TE S
do laAintervención de Estados
menudo se afirma que laUnidos en el militar
hegemonía Tercer Mundo.
no es demasiado dura
dera, porque resulta muy costosa y la sociedad estadounidense no está
dispuesta a asumir ese costo, como demostró la elección de Clinton. La
tesis merece mis reservas por, al menos, dos razones. En primer lugar,
quiero recordar que una reducción importante del gasto militar estadou
nidense sumiría al país en una crisis económica de importancia al menos
paralela a la de los años treinta. Considero, junto con Sweezy y Magdoff,
que el capitalismo es una formación social con una tendencia permanen
te a sobreproducir, en la que la «crisis» es el estado normal de las cosas y
donde la prosperidad debe explicarse recurriendo a factores especiales.
Estados Unidos sólo pudo recobrarse de la crisis de los años treinta me
diante el rearme intensivo que se produjo durante la Segunda Guerra
Mundial y en los años de posguerra. En la actualidad, la economía esta
dounidense está enormemente deformada: casi un tercio de la actividad
económica depende directa o indirectamente del complejo militar, una
proporción que en la Unión Soviética sólo se alcanzó durante la etapa
Brézhnev. En segundo lugar, la hegemonía militar supone un pago, justa
mente el privilegio de que el dólar sea la moneda mundial. Por consi
guiente, que Washington aceptara una reducción de su papel en el esce
nario mundial, como compartir la responsabilidad con Europa y Japón,
supondría
supond
der ría precipitar
el privilegio la reforma
que tiene dely,si
el dólar, siste
stema
porma monetario
tanto, internacional,
secar los pe
per
r
flujos favorables
de capital procedentes de otras economías.
La compleja situación de nuestra crisis se presenta como duradera, lo
que explica los pronunciamientos de las potencias centrales, que no pien
san en salir de la crisis. Así, no se trata de reducir el desempleo en Occi
dente, sino de «vivir con él», o bien se habla de una «economía de dos ve
locidades». En consonancia con esta lógica, los socios más poderosos
intentan transferir la máxima carga posible de la crisis a los socios más dé-
hiles, las periferias del Sur y actualmente del Este, para aminorar las con
secuencias detalésta
obviamente, en casa
táctica y evitar
no ayuda que se conviertan
a encontrar en serias,
una solución aunque,
a la crisis. En
este contexto, la gestión de la crisis preserva el actual sistema monetario
internacional, que durará todavía cierto tiempo, aunque sus días están
contados. No obstante, preservar un sistema ya caduco a toda costa su
pone arriesgarse a su colapso, como sucedió en los años treinta, cuando el
patrón libra esterlina dio paso a rivalidades descoordinadas que eran pre
sagios de guerra.
Pr o p u e s t a s d e r e f o r m a p r o c e d e n t e s d e l a s c o r r i e n t e s d o m i n a n t e s
do básicamente
monetario fetichista.
mediante La excluyo
una moneda porque
mercancía cuyaregular el sistema
producción es en
gran medida independiente de otras consideraciones económicas
corresponde al modo de regulación propio del capitalismo «com
petitivo», premonopolista. La regulación del crédito es la única al
ternativa a este modo de regulación hoy extinto.
2. La segunda consiste en crear un banco central mundial, sin el cual
no podría establecerse al mismo tiempo una institución política
mundial con poder análogo. Se trata de un tema que fue el favori
to durante largo tiempo del ya fallecido Robert Triffen y también,
en cierto sentido, de la opción europea: la creación de una moneda
común (emitida y gestionada por un banco central común) antes
de establecer un poder político común. Recuerda las propuestas de
Keynes en 1945: la estabilización de un compromiso entre los so
cios, Estados Unidos, la Europa de la CE y Japón.
Jap ón. Pero ¿e
¿ess posible
dicha estabilización? ¿No resulta la propuesta algo ingenua?
¿Cómo hacer que funcione esa regulación en común sin la presen
cia de posibles sanciones a las naciones que forman parte del siste
ma? Los economistas, a fuerza de negarse a ver que las decisiones
económicas sólo son practicables si los compromisos políticos y so
ciales que comportan resultan aceptables, alientan un economicis-
mo
peo,utópico.
pero noComo tendremos
mundial, ocasión
no sólo de comprobar,
es posible, un banco
sino esencial euro
si Europa
ha de evolucionar hacia una genuina confederación política. He de
añadir que dicho banco sólo puede estar basado en los principios
de un compromiso histórico social, análogo a este nivel al compro
miso social histórico que establecieron los estados nación del con
tinente.
En cualquier caso, esta opción/restricción de los socios del mundo
desarrollado implica tácitamente la «recompradorización» colecti
va o la «partición» de las naciones del Tercer Mundo del Sur y del
Este. Más allá del hecho de que los socios del mundo desarrollado
70 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
Un a v i s i ó n a l t e r n a t i v a : l a r e g i o n a l i z a c i ó n p o l i c é n t r i c a
Los problemas
variados a que se que
para imaginar enfrentan estas deberían
todos ellos regiones desarrollarse
y países son demasiados
de acuerdo
con las mismas pautas. Por ejemplo, no tiene sentido alguno que el tipo
de interés sea el mismo en todas partes o que el capital fluya libremente
allá donde el retorno pecuniario sea más alto. Las instituciones moneta
rias y financieras deben desarrollarse con pautas regionales, como susti
tutos del FMI y del mercado mundial para el capital monetario.
La Europa de la CE avanza en esa dirección, aunque en cierto senti
do parece el «enfermo» entre regiones, al haber desarrollado un concep
to puramente economicista de su proyecto (un «mercado integrado»,
nada más), por lo que ha de enfrentarse a un gran problema: dotarse del
correspondiente poder político. Pero mientras esté pendiente de defini
ción el componente social del proyecto, el mercado común, que sólo es
un armazón vacío, se producirán conflictos sociales y, por tanto, políticos
insuperables. La posterior consolidación de las economías europeas re
querirá la regulación de un Estado, quizás confederal, capaz de imponer
un compromiso capital/trabajo a la escala del mercado integrado. La de
recha tradicional nunca comprenderá, a causa de su propia naturaleza,
esa necesidad, preocupada por explotar las diferencias a corto plazo.
Como sucedió en los diversos Estados europeos nacionales hasta que los
movimientos obreros no impusieron un compromiso social, a nivel conti
nental sólo una
la actualidad izquierda
marcar audaz A
el camino. y con ambiciones
la larga deberá acrearse
largo plazo puedeque
un sistema en
76 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
E l c i c l o d e p o s g u e r r a (1945-1990) y l a n u e v a g l o b a l i z a c i ó n
El auge
auge de la etnicid
etnicidad:
ad: una respuesta políti
política
ca a la globalización
globaliza ción económica
económi ca 77
(1993);
1. La industrialización del Tercer Mundo no pondrá fin a la polariza
ción inherente al actual capitalismo mundial, sino que desplazará
sus mecanismos y formas hacia otros planos, regidos por los mo
nopolios financieros, tecnológicos, culturales y militares de los que
podría beneficiarse el centro. No reproducirá la misma evolución
social que se dio en el Occidente desarrollado, donde el fordismo
apareció cuando la sociedad se había transformado ya durante un
largo período merced a una industria mecánica pesada, sostenida
por una revolución agrícola continuada; donde, por otro lado, la
emigración a América supuso una válvula de escape a las presiones
creadas por la explosión demográfica de Europa; y donde, por úl
timo, la conquista colonial, posibilitó la obtención de materias pri
mas baratas. El fordismo supuso un alivio para el compromiso his
tórico capital/trabajo, favorecido por la reducción de la reserva de
fuerza de trabajo en los centros.
El Tercer Mundo en proceso de industrialización no ha conta
do, por el contrario, con ninguna de estas condiciones favorables
por las que el capitalismo evitó mantener formas primitivas. Lo
que sostengo es que la relación entre la mano de obra activa y la
fuerza delatrabajo
rrolló en dede
historia reserva explotada
los centros por elreproducirse
no puede capital, que en
se la
desa
pe
riferia. El criterio que uso aquí para definir las fronteras entre la
activa y la fuerza de trabajo de reserva debe ser, en conformidad
con la lógica de la globalización capitalista, el empleo en partes
de los sistemas productivos mundiales más o menos competitivos.
Usando este criterio, se podría decir que en los centros la mayor
El auge
auge de la etnicid
etnicidad:
ad: una respuesta política a la globalización
global ización económi
económica
ca 79
80 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
El auge
auge de la etnicidad:
etnicidad : una respuesta política
polít ica a la global
globalización
ización económi
económica
ca 81
L a d e s i n t e g r a c i ó n d e l E s t a d o y l a s n u e v a s i d e o l o g í a s é t n i c a s e n
EL T e r c e r M u n d o
1. Un grupo étn
étnico
ico no es
es diferente de u
una
na «raza» o cualquier otra «no
realidad» inventada para servir la causa de la organización social
del mundo precapitalista.
La existencia de una variedad de pueblos fue reconocida en el
mapa de Africa, y en el de otras regiones del mundo, en la época
precapitalista. «Pueblos» es un término general que no implica una
calificación a pri ori . Dichos pueblos fueron organizados en espa
cios que no necesariamente coincidían con los intercambios matri
moniales, sino que, por el contrario, se definieron por intercam
bios a mayores distancias, por la eventual centralización del
excedente, por la organización política y por el Estado centraliza
do, por las mitologías de los ancestros y el origen común, así como
82 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
El auge de la etnicidad:
etnicidad : una
una respuesta po.;
po .;:;:;ca
ca a la giobaliza
giobalización
ción económica
económi ca 85
L a g l o b a l i z a c i ó n y l a c r i s i s d e l c o n c e p t o d e n a c i ó n
1. El Esta
Estado-
do-nac
nación
ión es un prod
producto
ucto hist
histórico
órico,, es decir, localizado en
el tiempo y en el espacio. La Europa del siglo XIX sigue siendo central
para nuestra historia moderna, porque durante esas décadas se estable
cieron, mediante todo tipo de luchas cruciales, los fundamentos del Esta
do nacional burgués, la columna vertebral de nuestro mundo contempo
ráneo.
Dos tipos contradictorios de teorías se han producido en esa colum
na vertebral: el marxismo y la teoría de la lucha de clases, por un lado; el
nacionalismo y la teoría de la integración de clases en el Estado-nación
democrático burgués, por otro. Ambos tipos de teorías dieron cuenta de
muchos aspectos de la realidad inmediata, que estuvo marcada por las lu
chas sociales, que llegaron incluso a ser revolucionarias, y por las luchas
entre Estados-nación,
de teorías que
establecieron llegaron a convertirse
instrumentos capaces deen guerras.
inspirar lasAmbos tipos
acciones de
los protagonistas, los sujetos de la historia, y de pensarse como tales.
La efectividad de las estrategias políticas proviene, sin embargo, de una
coyuntura específica definida por una coincidencia, limitada en el tiempo
y el espacio, entre: a) el Estado y la otra realidad social, la nación; b) la
posición dominante de los Estados-nación burgueses, situados en el sis
tema capitalista mundial, su característica central; y c) cierto nivel de glo
balización de las unidades económicas centrales, autocentradas, interde
pendientes, pero con un alto grado de autonomía.
Todo ello ños permite empezar a comprender por qué esta coyuntu
ra es capaz de proporcionar efectividad a las políticas inspiradas por es
tas teorías. Sin embargo, por conflictivas que puedan ser las relaciones
entre las clases, están reguladas por y en el Estado-nación. En este senti
do, existe un precio medio para la mano de obra nacional, determinado
por la historia y por la interrelación de clases, un sistema nacional que re
fleja las relaciones sociales decisivas. Las naciones y las clases —trabaja
dores, burguesía, campesinado— son sujetos efectivos de la historia.
¿Cuál es el papel en la coyuntura de esta realidad «nacional» que aún
no hemos determinado? La ideología le conferirá posteriormente una di
mensión autónoma, atribuyendo preexistencia al Estado, una posición
que me parece
blemente discutible.
un producto No obstante,como
del capitalismo, en este
hancaso la nación
aceptado es proba
el marxismo y
la sociología convencional.
86 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
dirimir
tal, los juegos políticos
ha desaparecido (comocoincidencia
cualquier las elecciones) a partir
entre del sistema
los conflictos esta
y com
promisos de clase, por un lado, y la política, por el otro.
La propia Europa se encuentra amenazada por su utopía economi-
cista. El establecimiento del Mercado Común, que casi se ha convertido
88 El capitalismo en la era de la globalización
mo? ¿Habría
nación china?el¿Esa
capitalismo,
madurez aespartir
lo quedelpermitió
sustratoaya presente,
China evitarreforzado la
lo peor; su
desintegración? ¿O es la semilla del confucianismo o simplemente la ex
tensión del continente lo que hizo dudar sobre la posibilidad de conquis
tarla? En el caso de la India no hubo duda o miedo alguno, ni en el caso
de Duplessis ni en el de la East India Company. Pero ahí el Estado-na
El auge
auge de la etnicidad:
etnicid ad: una respuesta políti
política
ca a la globali
globalización
zación económica
económ ica 89
Pero
de lostambién
Estadosaquí, como en
herederos Europaque
la prueba central, encontraremos
difícilmente en la
se ofreció historia
mayor re
sistencia. No obstante, el eco de la ideología del Estado-nación en el mo
delo europeo tuvo un gran efecto en los «jóvenes turcos» que, tomando la
iniciativa y creando la idea artificial de una perspectiva turca, culminaron
lo que la revolución kemalista había iniciado. Como en Europa central,
dicha opción acabaría convirtiendo a Turquía en una «lumpen-nación» de
una Europa que la rechazaba. En un eco predecible, la burguesía liberal
egipcia se adhirió a esta tesis durante el período de entreguerras. Esta op
ción, luego abandonada por la recuperación de la idea de un Egipto árabe,
encuentra una base objetiva en el «doble estrato» de la nación árabe.
También en América, con un sustrato histórico muy diferente, el Es
tado opera como un sujeto activo, forjando la nación, o con la intención
de hacerlo, con menor o mayor éxito. En Estados Unidos, la fundación
vino de la mano de la construcción de una base autocentrada a partir de
Nueva Inglaterra, que se amplió a la totalidad del país una vez que se re
solvió la cuestión del Sur. Pero, sin embargo, la nación no logró cons
lil auge
auge de la etnicid
etnicidad;
ad; una respuesta política
políti ca a la globali
globalización
zación económica
económi ca 91
92 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
L a g e s t i ó n a c t u a l d e l a c r i s i s y s u s a l t e r n a t i v a s
El auge
auge de la etnicidad:
etnicidad : una respuesta políti
política
ca a la global
globalización
ización económ
económica
ica 93
94 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalizació
globalizaciónn
del Tercer
son Mundo, sean cuales sean los motivos que se invoquen, siempre
negativas.
La preocupación táctica dominante no deja de lado el hecho de que
las potencias mejor situadas en el tablero mundial persiguen, también y al
mismo tiempo, sus propios objetivos estratégicos. Dos de estos objetivos
son claramente patentes en los casos de Europa oriental y de Etiopía. El
primer caso demuestra el plan estratégico del expansionismo alemán, el
segundo el de la hegemonía estadounidense, dos planes que convergen, al
menos parcialmente. Ambos planes pretenden marginar a las restantes
potencias, Francia y el resto de Europa, que se ven obligadas a alinearse
entre sí.
El objetivo alemán — la latinoamericanización de Europa oriental,
una forma de afirmar la preeminencia alemana sobre el resto del conti
nente— coincide con el de Estados Unidos, es decir, debilitar al máximo
posible a Rusia para regresar a la situación de 1945, cuando Estados Uni
dos contaba con el monopolio de las armas de destrucción masiva y esta
ba en condiciones de imponer su hegemonía mundial. Bonn ha logrado ya
algunos éxitos importantes: la destrucción de Yugoslavia y la «compra-
dorización» de Eslovenia/Croacia, que Bohemia-Moravia volviera a la ca
tegoría de protectorado, y que los Estados bálticos y Ucrania se separaran
de los rusos. A tal efecto se han movilizado completamente los denomi
nados medios
res a ser de información,
llamados «medios de hasta el punto queEncontramos
desinformación». se han hechodeacreedo
nuevo
dos leyes, «la de los ricos y la de los pobres»: a los rusos, establecidos en
los Estados bálticos al menos tanto tiempo como los ingleses en Irlanda,
y en mayor número, se les puede privar del derecho a votar, un hecho que
no descalifica a las «democracias» bálticas, mientras que los irlandeses
que encuentran anormal seguir bajo el yugo de los ingleses siguen siendo
«terroristas». Tras la ruptura de la Unión Soviética, ¿no fue el desmem
bramiento de Rusia, reducida a Moscovia, un objetivo estratégico?
El objetivo de Estados Unidos sigue siendo el mantenimiento de las
ventajas que se derivan de su hegemonía mundial, que se encuentra ame
nazada por la erosión de su competitividad en la economía mundial y por
el exorbitante costo de las intervenciones que hace con el objeto de man
tener su posición. Enfrentado, tras la desaparición de la bipolaridad, a un
número creciente de «enemigos», el número de esas intervenciones ha
aumentado. Pero ¿no se desarrolló precisamente la teoría de la gestión de
los conflictos de baja intensidad para responder a esa situación? De ne
cesitarse, el debilitamiento de estos potenciales enemigos mediante la de-
.sintegración de los Estados y el drenaje de sus fuerzas mediante conflic
tos internos inacabables puede servir para aplazar la necesidad de
intervención. La geoestrategia, la búsqueda constante de bases que per-
El au
auge
ge de la etnicidad: una
una respuesta políti
política
ca a la globalización
globaliz ación económica
económ ica 95
96 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
El auge
auge de la ctnicidad:
ctnici dad: una respuesta política
polít ica a la globalizac
globalización
ión económica
económ ica 9/
tocentrado
sino resulta
contribuir inevitable.
a su La globalización
triunfo mediante no debería oponerse
una organización a ello,
sutil —incluso
«planificada»— de intercambios entre las regiones del planeta que se en
cuentran desigualmente desarrolladas. Justamente eso es lo que entiendo
por un sistema mundial desconectado y policéntrico, un marco en que
justamente
justam ente la cooper
coo peraci
ación
ón Norte/Sur, y tamb
también
ién la E
Este/
ste/Oes
Oeste,
te, apoyarían
el progreso general. Ninguna receta milagrosa, como el mercado, puede
sustituir tal opción.
Pero ¿qué fuerzas sociales impulsarían un programa de tal tipo? Lo
que en estas páginas me corresponde hacer no es establecer anteproyec
tos a respuestas que sólo la historia podrá contestar, sino establecer los
términos de un debate lúcido. De acuerdo con ello, plantearé un par de
preguntas: ¿podrán las alianzas nacionales y populares, operando en un
marco democrático, ir más allá de las fórmulas de populismo radical de
los años sesenta? ¿Serán capaces de gestionar la contradicción interiori
zada entre las formas de gestión capitalista y las fuerzas sociales que de
sean ir más allá de éstas?
En las periferias industrializadas, la articulación de estas alianzas al
rededor de la nueva clase obrera (los campesinos superexplotados por la
carga de financiar la modernización y las masas marginadas) es ya algo
posible. En la actualidad se entablan ya luchas en el terreno real de la de
mocracia
en Brasil. yEnlaeladministración
Cuarto Mundo, económica, como podemos
la marginación ver enproducti
de los sistemas Corea o
vos conlleva la transferencia del conflicto entre «el pueblo» (en su mayor
El aug
augee de la etnicidad:
etnicid ad: una respuesta política
políti ca a la globa
globalizació
lizaciónn económ
económica
ica 99
100 El capital ismo en la era de la globalización
globalizac ión
Se g u n d o s p e n s a m i e n t o s s o b r e u n i v e r s a l i s m o v e r s u s p a r t i c u l a r i s m o
Y LA
LA r e s p u e s t a SOCIALISTA AL NACIONALISMO
ria, puesto
tracción queque la humanidad
la noción no grupo
exige. Los alcanzó rápidamente
étnicos, el nivel
las tribus de —lo
o clanes abs
que menos importa es la etiqueta que se use— han vivido durante un
tiempo tan largo separados de los otros que su común dimensión huma
na no tiene una base social tangible y efectiva. Incluso las divinidades se
El auge
auge de la etnicidad:
etnicidad : una
una respuesta política
polít ica a la globalización
globalizac ión económica
económ ica 101
concibieron en este marco como algo particular a cada uno de estos gru
pos particulares.
La primera gran ola de lo que llamo «las revoluciones culturales que
fundan la era tributaria» supuso el inicio del concepto universalista de
humanidad. Durante el milenio o algo más que va desde el siglo V a.C. al
VII d.C.,el se
dismo, fundaron las
cristianismo y elgrandes religiones
islam, así como secomo el zoroastrismo,
formularon las grandesel filo
bu
sofías confuciana y helenística. De esa forma se afirmó la dimensión y el
destino común de los seres humanos, al menos en lo que respecta al más
allá. Naturalmente, esta declaración de vocación universalista no estable
ció una unificación real de la humanidad. Las condiciones de la sociedad
tributaria no lo permitieron y la humanidad se reformó en grandes áreas
tributarias cohesionadas por sus propias filosofías-religiones universalis
tas: la cristiandad. Dar el Islam, el mundo hindú, el mundo confuciano.
Sin embargo, la revolución tributaria, como todos los grandes momentos
revolucionarios en la historia, se proyectó en el futuro y desarrolló con
ceptos que fueron más allá de su propio tiempo.
En la época moderna, la revolución burguesa inició una segunda ola
evolutiva que profundizó y enriqueció el concepto de «universalidad».
De hecho, la filosofía de la Ilustración supuso el inicio de un movimiento
que culminó en la revolución francesa. En lo relativo al concepto de na
ción, ésta definió un nuevo contenido, radicalmente diferente de aquél
que habían experimentado sus vidas, su pertenencia a una comunidad o
su percepción del universalismo y sus límites los miembros de las comu
nidades tributarias (la cristiandad, el islam, el mundo hindú o el mundo
confuciano).
La nueva organización de la sociedad que empezó a cristalizar en par
te de Europa con el Renacimiento, la conquista de América y el mercan
tilismo de las monarquías absolutistas de la Europa atlántica —es decir, el
capitalismo, por llamarlo por su nombre— crearon un marco apropiado
en los
los primeros Estados-nación
Estados -nación burgueses
burgueses (Inglaterra y Francia
Francia,, en pa
parti
rti
cular). Pero la filosofía de la Ilustración no encauzó la realidad «nacio
nal» en la dirección de la construcción de algún mito biológico, sino que,
por el contrario, esa realidad se formuló en una visión social (es decir, no
naturalista) de la sociedad. Ciertamente, el mito se elaboró para tal fin,
pero difirió mucho del mito de los ancestros comunes. Además, se sostu
vo que un «contrato social» había fundado el Estado-nación, por tanto
como Estado y nación, que de otro modo no habrían existido. El concep
to de contrato social presupuso el concepto de individualidad burguesa
dotada de libertad.
La grandeza de la Revolución francesa se expresó en el hecho de que
fundó una nueva nación, sin aludir para ello a una sangre o a unos an
El auge
auge de la etnicidad:
etnicidad : una
una respuesta política
políti ca a la globalización
globalizac ión económica
económ ica 103
mento
Estaconstituyente de la cultura casi
concepción reaccionaria, nacional.
biológica, de la nación, que
culminó en los crímenes racistas nazis, nunca se ha extirpado de la
conciencia alemana. Ello explica la aberración por la que un des
cendiente de un Schmidt que emigró al Volga hace tres siglos sea
tratado por la ley alemana como alemán, mientras que el nieto de
un inmigrante turco sigue siendo un extranjero.
La ausencia de revolución burguesa —con la excepción de
Francia, Inglaterra y Holanda— supuso que el desarrollo capitalis
ta en la Europa central, meridional y oriental se articulara en torno
a la formación de Estados-nación en los que la nación existía (más
supuesta que realmente) antes de la constitución del Estado. Este
movimiento, que he analizado en otro lugar (véase Class and Na
ilon) desmembró los imperios plurinacionales que podrían haber
proporcionado un marco no menos favorable para la expansión ca
pitalista. La atmósfera de exaltación nacionalista creada por el pro
ceso real de expansión capitalista afectó a su vez a las viejas nacio
nes de la Europa occidental democrática, sobre todo porque los
capitalismos europeos estaban siendo construidos dentro de for
maciones nacionales centradas en sí mismas en brega constante las
unas con las otras. En el choque de imperialismos resultante, la
movilización
manos de las del mito
clases nacional fue obviamente un arma efectiva en
dominantes.
Naturalmente, no existía ninguna base científica para el mito de
una continuidad absoluta de los pueblos; ni hubo tampoco una
ruptura revolucionaria
revolucionaria que «del pasad
pasadoo hiciera añicos», por citar la
letra de la Internacional. Incluso pueblos constituidos como na
ciones, al afirmar tal ruptura, heredan de su pasado un número de
elementos culturales que se esquematizan en sus nuevas demandas.
El auge
auge de la etnicidad: u
una
na respu
respuesta
esta política a la globalización económica 105
francés a sujetos
pulosamente musulmanes;
la sh
sha por el que
ari a (ley islámica), contrario, respetaron
en algunos puntosescru
con
cretos (especialmente en lo relativo al estatus de las mujeres) ¡de
safiaron más las autoridades del ELN al llegar al poder que los
colonialistas franceses!
El carácter truncado del universalismo ofrecido por el capita
lismo no constituye, pues, motivo de sorpresa: era una consecuen
cia necesaria y lógica de la distinción centro/periferia inherente a
la expansión mundial del capitalismo, cuyas dimensiones econó
micas y sociales tienden a provocar polarización merced a su pro
pia naturaleza.
Como sistema mundial, el capitalismo realmente existente dejó
a las periferias fuera del campo de actuación de Tos valores que
promueven el universalismo. Ello supuso un gran desafío, en for
ma de legado, para los movimientos de liberación de tipo naciona
lista y socialista.
106 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
El auge
auge de la etnicidad: u
una
na respuest
respuestaa política a la globalización económica 109
vo de esa así
en juego, ruptura,
como que posibilitóde
el desarrollo unestrategias
análisis más
de correcto demás
liberación lo que estaba
eficaces.
Con independencia de lo que pensemos de sus concepciones teóricas
—prejuicios y callejones sin salida o, por el contrario, innovaciones que
hacen progresar al movimiento— , los movimie
movimientos
ntos de liberación
liberació n nacional
de la moderna periferia capitalista se enfrentaron a realidades que no po
dían reducirse simplemente ni a la lucha de los intereses de clase básicos
que definen el modo de producción capitalista (el conflicto entre la bur
guesía y el proletariado) ni a la lucha librada por las naciones supuesta
mente preexistentes para realizar su objetivo liberador. Los movimientos
de liberación nacional se vieron obligados a ser suficientemente realistas
para rechazar las visiones simplificadoras procedentes del eurocentrismo
dominante.
El aug
augee de la etnicidad: un
unaa respuesta política
políti ca a la globalización
globali zación económica
económ ica 111
112
112 El capitalismo en la era de la globalizacior
7. Inte
Intentar
ntaréé a contin
continuación
uación sintetiz
sintetizar,
ar, breve pero g¡
g¡oo
ooa-
a-~en
~ente,
te, las
las lí
lí
neas de fuerza que emanan de estas largas reflexiones.
La profundización de la globalización ha significado el final del or
den internacional de la posguerra (1945-1990), pero tal cosa no significa
quee la
qu la contradicci
contra dicción
ón fundamental del capitalismo - entendido como un
sistema mundial esencialmente polarizador— haya desaparecido. El de
safío real de la humanidad en el presente consiste en construir una nueva
sociedad mundial a partir de principios que permitan la eliminación gra
dual de los efectos desastrosos de esa polarización. Tal objetivo, que pre
supone perfeccionar el universalismo iniciado por el capitalismo, presen
ta a su vez un reto turbador para el concepto de nación, habida cuenta
que dicho concepto debe transformarse en una dirección humanista y de
mocrática, capaz de responder a la contradicción entre especificidad y
uni\'ersalidad.
Iniciada por las grandes ideologías universales cuasirreligiosas de las
épocas tributarias, profundizada por la filosofía de la Ilustración, y rein
terpretada por el movimiento socialista, la respuesta a dicho desafío debe
pasar actualmente a un nivel cualitativamente superior, que corresponde
a los avances de la globalización.
Desgraciadamente, la crisis profunda en que se expresa el colapso del
viejo orden conlleva un desarraigo que ha desencadenado desastrosos
procesos involutivos. Estas reacciones bárbaras y en última instancia ra
cistas se definen mediante un resurgir de nebulosas interpretaciones de la
nación, formas varias de etnicidad y etnicismo, la rehabilitación acrítica
de la especifidad y todo tipo de introversiones comunalistas. El «respeto
a la diferencia» y los derechos democráticos, entendidos en un sentido
empobrecido y formal, no deben convertirse en el pretexto que legitime
dicha involución, una involución que debe combatirse de pleno, de ma
nera que se vayan presentando gradualmente respuestas más humanas y
más eficaces.
Los programas de acción política susceptible de lograr tal empeño
exigirán un enriquecimiento del concepto y las prácticas de la democra
cia, con el objeto de que sea capaz de respetar la diferencia, pero también
de defender el «derecho a ser semejante». Tales programas exigirán tam
bién disponer de una noción concreta de los diversos estadios que debe
rán superarse para lograr esta perspectiva universalista. Concretamente,
el estadio de construir grandes entidades regionales en las diversas zonas
históricas (Europa, la antigua Unión Soviética, América Latina, el mundo
árabe, el África subsahariana, India, China, el sudeste asiático) será pro
bablemente una transición necesaria, la respuesta más eficaz en este mo
mento a la contradicción entre especificidad y Universalidad.
El auge Je !a e;r
e;r.:,; _:ef:a política a la globalización económica 113
R ef er enc
ncii as
S. Amin, Class and Xi¡t:0 ':. Historically and in the Current Crisis,
Nueva York, Monthly Review Press, cap. 5.
— , E mpi
pirr e of C
Chhaos, Nueva York. Monthly Review, 1993.
— , M alde
aldevv elopm
lopmeent: A natom
natomss of a G loba loball Fai lur
luree, Londres, Zed
Books, 1990.
— , L es enj eux sstr traté
atégi
gi que
uess eenn M édi
ditt er r anée
anée, París, L’Harmattan,
1992. *
R. Muskherjee, The R i se and R ai l of the E ast I nd ndii a C ompany, Nueva
York, Monthly Review Press, 1976.
B. Warren, I mper i ali sm
sm,, P i one
oneer of Cap
Capii tali
tali sm
sm,, Londres, 1980.
Capítulo 5
¿CUALES SON LA
LASS CO ND ICION ES PARA
PARA RE
RELANZAR
LANZAR
EL DESARROLLO DEL SUR?
E l d e s a r r o l l o d e s a p a r e c e d e l a a g e n d a
¿Cuáles son las condiciones para relanzar el desarrollo del sur? 117
ra colapso
el política que observamos
de los en losdeaños
tres proyectos ochenta.haDicho
posguerra de forma
supuesto sumaria,
el final de lo
que he denominado «era antifascista de posguerra», una época en la que
el capital se vio constreñido a operar dentro de estructuras relativamente
favorables a los pueblos del mundo.
Durante las tres pasadas décadas se recrearon las condiciones favo
rables a la reconstrucción de la lógica del capital unilateral, pero esa ló
gica no puede, por sí sola, generar crecimiento y mucho menos desarro
llo (es decir, crecimiento fuerte, acompañado de pleno empleo y de una
distribución de los ingresos que resulte favorable a las clases populares).
La lógica del capital unilateral, basada en la búsqueda exclusiva de los
mayores retornos financieros, tiende a producir, por el contrario, una
distribución desigual de los ingresos entre las clases sociales, a nivel na
cional e internacional, que contribuye al estancamiento económico rela
tivo. Marx y Keynes fueron los únicos que comprendieron la lógica de-
flacionista del capital unilateral, una lección olvidada por la progresiva
erradicación del espíritu antifascista en los años de posguerra.
118 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalizac
globalización
ión
H a y c r i s i s d e l a s o c i e d a d a c t u a l , p e r o a ú n n o p u e d e h a b l a r s e d e
CRISIS DEL c a pi t a l i s m o
posguerra
pliegue delsecapital.
han colocado prácticamente
He analizado con algúnal detalle
serviciolasdepolíticas
la lógicadedel
lo des
que
denomino «gestión de la crisis». El capitalismo y las crisis no son incom
patibles, sino todo lo contrario, dado que la lógica del capital general ine
xorablemente crisis. Por sí solo, el capital puede gestionar las crisis, pero
no resolverlas.
Las crisis provienen del hecho que los beneficios de la explotación
capitalista no pueden encontrar suficientes salidas nuevas financieramen
te provechosas y capaces de expandir la capacidad productiva. La gestión
de la crisis consiste en encontrar nuevas inversiones alternativas para los
excedentes de capital a corto plazo, con el objeto de evitar un colapso
brutal y masivo del sistema financiero, como sucedió en los años treinta.
La solución, por el contrario, supone modificar las reglas del juego que
atañen a la distribución de los ingresos, el consumo y las decisiones de in
versión; en otras palabras, un proyecto social alternativo y diferente al
que se fundamenta únicamente en criterios de rentabilidad. No habrá so
lución a la crisis a no ser, y hasta, que las fuerzas sociales antisistema im
pongan restricciones al capital, restricciones externas e independientes a
la lógica pura del capital.
La gestión de la crisis por los gobiernos nacionales opera mediante
políticas de desregulación diseñadas para debilitar las rigideces del sindi-
rando
para laque el Estado democrático
transparencia), proporciona
cuando lo cierto es que lalas mejores—muy
opacidad condiciones
real—
de la empresa privada, protegida por la «confidencialidad de los nego
cios», escapa incluso a una mención de pasada. Las realidades sociales y
económicas de los oligopolios, las relaciones privilegiadas del sector pri
vado con el público, no forman parte del análisis científico. Raramente he
mos tenido ocasión de contemplar un discurso ideológico tan extremo, tan
radical como el de no importa qué fundamentalismo dogmático, repetido
incesantemente por los medios de comunicación y el discurso dominante,
como si realmente se tratara de un discurso fundamentado en una eviden
cia solvente y demostrada.
La globalización del capital requiere un régimen de gestión de cri
sis como el descrito, puesto que los enormes volúmenes de capital a cor
to plazo exigen la subordinación de los mecanismos económicos a crite
rios puros de beneficio privado. La liberalización de los movimientos de
capitales internacionales, las tipos de cambio flotantes, los altos tipos de
interés, los déficits de la balanza de pagos norteamericana, el endeudada-
miento del Tercer Mundo y la privatización constituyen un conjunto per
fectamente racional de condiciones que ofrecen al capital mundial la po
sibilidad de beneficios financieros especulativos, para evitar el peligro de
una devaluación masiva. Para hacerse una idea de la dimensión de los vo-
120 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
So l u c i o n e s : ¿l i b e r a l i s m o s in f r o n t e r a s ?
«liberalismo
a lo largo de sin fronteras».
la historia Se trata de una
del capitalismo, utopía,
porque tenazmente
expresa en forma defendida
extrema
la visión ideológica básica del capitalismo puro reducido a las leyes de la
acumulación y guiado exclusivamente por la lógica estricta del capital.
El liberalismo total nunca ha existido y los momentos históricos en
que se dieron las condiciones políticas que acercaron su eventual institu
ción siempre fueron breves. La razón de ello es que el liberalismo extremo
produce una reacción política que impone examinar, limitar o modificar
las relaciones sociales y políticas, de forma que se crean las condiciones
para una nueva fase expansiva, o para la guerra. Los ideólogos del libera
lismo son incapaces de entender tal cosa.
La expansión de posguerra duró cuatro décadas antes de agotar las
posibilidades que presentaban los sistemas sociales establecidos sobre la
base de la victoria antifascista. El proyecto de la utopía liberal nos ha lle
vado a la catástrofe en un tiempo mucho más corto.
Na c i o n a l i s m o
¿Cuáles son las condiciones para relanzar el desarrollo del sur? 123
alternativa
el desarrolloconsistiría en del
del interior orientar
país.)elPero
crecimiento de interpenetración
la creciente esas provincias hacia
eco
nómica en la región ofrece a Asia una medida relativa de autonomía con
respecto al resto del mundo, algo que supone un factor que alienta la con
tinuidad del «milagro asiático».
Pero si el nacionalismo ha producido resultados positivos en térmi
nos de crecimiento económico, aunque no en términos de democratiza
ción o de justicia social, no ha sucedido lo mismo en otras regiones del
planeta golpeadas por la crisis.
L o s PELI
PELIGROS
GROS DE LA
LA REGRESIÓN
REGRESIÓN A
ANT
NTIDEM
IDEMOC
OCRÁ
RÁTICA:
TICA: EL ASA
ASALT
LTO
O ÉTNICO,
EL EUNDAMENTALISMO RELIGIOSO Y EL NEOFASCISMO
124 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
¿Cuáless son las condiciones para
¿Cuále para relanzar
relanzar el desarrollo del sur? 125
real.
En losElpaíses
peligro
de de rehabilitación
la periferia, del en
situados fascismo no debería
lo que Pablo subestimarse.
González Casanova
ha descrito como «colonialismo global», la mayor o menor brutalidad del
neofascismo depende del grado de debilidad y falta de esperanza de las
sociedades en que enera. La limpieza étnica y la fragmentación de Esta
126 El capitalis
capitalismo
mo en la era de la globalÍ ación 2
Re f l e x i o n e s a c e r c a d e u n c o n t r a p r o y e c t o ; a l g u n a s t e s i s b á s i c a s
128
128 El Cíipiralismo en la era de la globalización
giones en
ciones situaciónadepermitir
orientadas desventaja, así como
la mejora de laloscreación de de
ingresos condi
los
trabajadores en situación desfavorecida.
2. Habrá que poner en marcha mecanismos de mercados de capital
organizados que canalicen los excedentes financieros hacia la in
versión productiva en las periferias, tomando en cuenta el hecho
de que el mercado global favorece las transferencias financieras de
los países más pobres a los más ricos, y dirige los excedentes de
130 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
\otüS
2. N ue
uevas
vas for
forma
mass de explotac
xplotacii ón y for
forma
mass de polar
olar i zac
zacii ón ggloba
loball (con
énfasis
la en lo queenhelasdenominado
polarización los «cincoymonopolios»
nuevas condiciones que reproducen
las correspondientes formas
de ley del valor globalizada)
• S. Amin, «T
«The
he FFuture
uture of
o f G loba
loball Polarization», Univer
Universidad
sidad de Na
Na--
goya, 1994, cap. 1 en Review, Nueva York, Binghampton.
R ef er enci
ncias
as
Capítulo 6
para Europa
peraron occidental.
el retraso En pocas
que habían décadas,desde
acumulado los países
1913 ydealcanzaron
la región recu
a Es
tados Unidos, hasta entonces único beneficiario de las dos guerras mun
diales. Parecía incluso que los ancestrales odios nacionales estaban
condenados a desaparecer para dejar paso a una nueva generación con un
nuevo sentimiento de europeidad. Desde esta perspectiva puede decirse
que la construcción progresiva de la Comunidad Económica Europea
(CEE) tuvo funciones útiles y que presenta un balance indiscutiblemente
positivo. Años después, sin embargo, reapareció la «crisis» y con ella un
panorama que puede describirse así: disminuyeron notoriamente las ele
vadas tasas de crecimiento, sin precedentes hasta el momento; la pers
pectiva de una continua progresión del nivel de vida perdió credibilidad
y el paro, que había desaparecido de la escena durante treinta años, re
surgió de forma brutal, masiva y duradera. En la actualidad, la Unión Eu
ropea, fascinada por sus éxitos, tiene ante sí el reto de la ampliación hacia
el Este, algo que plantea algunos interrogantes: ¿sabrá hacer frente a los
nuevos desafíos que se le avecinan? Si lo hace, ¿en qué condiciones?.
L a f a l t a d e c o m p l e m e n t a r i e d a d po l í t i c a e n e l p r o y e c t o p o s bbéé l i c o
DE Co m u n i d a d E c o n ó m i c a E u r o p e a
mócrata socialista
«barrera tampoco
protectora», estaba
un deseo loco como
concebido conHitler, era disponer
una idea anticuadadedeuna
la
estrategia militar.
Estados Unidos, por su parte, pensó su estrategia de «roll back»
como algo progresivo, sin una clara agresión militar, cuyos riesgos cono
cía. Por otro lado, la visión que Estados Unidos tiene de su hegemonía
mundial — de la que se se siente impregnado— no procedía de los métodos
y conductas dementes y criminales de Elitler. De ahí que no sorprendiera
a nadie que la Unión Soviética no apoyara a los comunistas griegos entre
1945 y 1947 o que Washington no interviniera en los sucesos de Hungría
en 1956. Los únicos países que se liberaron de la tutela de Moscú —Yu
goslavia desde 1948 y Albania a partir de 1960— lo hicieron solos, sin el
apoyo de Occidente, del que ni siquiera recibieron excesivas muestras de
simpatía.
Pero, aunque no existiera peligro real de guerra, ¿no lo había, quizás,
de «revoluciones»? Eso fue lo que pensaron algunas personas en los dos
sectores en que se dividió la opinión, al menos en Francia e Italia, aunque
se trataba, como la historia se encargaría de demostrar, de un doble espe
jismo.. No ob
jismo obsta
stant
nte,
e, queda la duda, imp
imposi
osible
ble de respo
res pond
nder
er con ex
exaa cti
ct i
tud, de saber cómo habrían reaccionado los pueblos si la reconstrucción
no se hubiese estancado. Es posible que, influidos por el espíritu antifas
cista dominante
entreguerras, se en la épocadejado
hubieran y por convencer
el recuerdopor
amargo
lo quedehubiera
los regímenes de
aparecido
como un comienzo triunfal de la construcción del socialismo en el Este.
Personalmente, dudo que tal cosa hubiera pasado, pero incluso en ese
caso, si las fuerzas conservadoras locales y el ejército estadounidense hu
bieran aceptado tal orden de cosas en virtud de una situación de hecho
(es sabido que no la aceptaban y, en secreto, tenían previsto un plan para
dar un golpe de Estado en caso de victoria comunista, aunque ésta tuvie
se lugar mediante unas elecciones), Moscú se habría sentido molesto con
un regalo como ése, que hubiera amenazado con poner en cuestión su
propia concepción del «socialismo». Creo, por otra parte, que todas estas
hipótesis un poco extravagantes no merecen nuestra atención. No había
razones para que la reconstrucción no se hiciera rápidamente y bien.
Consciente del reto, Estados Unidos acudió en ayuda del continente con
el plan Marshall.
Otra de las grandes preocupaciones de la opinión pública de la épo
ca, que hoy tenemos tendencia a olvidar pese a que impregnó toda Euro
pa en los primeros tiempos de la posguerra, era la relacionada con el re
nacimiento del poder industrial y militar de Alemania. Stalin tenía su
«zona de seguridad» o «barrera protectora» para hacerle frente. Inglate
rra, por su parte, optó por una alianza permanente e incondicional con
Estados Unidos. Francia, cuyo estatus de gran potencia empezaba a ser
algo del pasado, era particularmente sensible a esa eventual amenaza.
¿Cómo evitarla? Inicialmente se pensó pura y simplemente en desmante
lar Alemania, una solución que pronto se descartó. De Gaulle, que había
tenido que pasar por las horcas caudinas de ser aliado de segunda fila,
abrigaba sentimientos encontrados hacia el protector estadounidense.
Por otra parte, una alianza con Moscú significaba arriesgarse a reforzar la
posición de los comunistas. En esa situación se abrió paso una nueva idea:
neutralizar a Alemania absorbiéndola en el objetivo de construir Europa.
Esta idea permitía pensar en arraigar la democracia al este del Rin y tam
bién en lograr
hegemonía la apertura de Para
estadounidense. mercados quecon
acabar se las
requería para consolidar
tendencias la
si no autár-
quicas sí al menos fuertemente proteccionistas que caracterizaron la Eu
ropa de entreguerras, el plan Marshall se propuso apoyar la intensifica
ción de los intercambios comerciales intraeuropeos como preludio a la
apertura sin límites. Dicha elección fue justamente la inversa que la que
medio siglo después se ha tomado respecto de la antigua Europa del Este.
En este caso, las potencias occidentales y las organizaciones inspiradas
por ellas intervinieron inmediatamente para desmantelar las interdepen
dencias existentes en el seno del COMECON (cuyo nombre oficial era,
como es sabido, Consejo de Ayuda Mutua Económica), una decisión que
afectó negativamente a la «reconstrucción» del Este.
En esta atmósfera de posguerra nació el proyecto de una Comunidad
Europea, algo que debíamos recordar para ocuparnos ahora, y compren
der, su posterior evolución.
da de Deeuropea,
trucción Gaulle aldesde
poderelenTratado
Francia,de
modificaron
Roma (1957)la dirección de la cons
hasta la actualidad,
centrándolo en el objetivo de la integración económica, mientras que la
integración de los poderes políticos, sin quedar totalmente olvidada, fue
avanzando con considerable retraso respecto de la económica.
En la actualidad, este desequilibrio está en el centro mismo del desa
fío europeo. ¿Se puede corregir ese desequilibrio acelerando la construc
ción de la Europa política? ¿Es eso lo que quiere la población? ¿Es desea
ble? ¿Es posible consolidar definitivamente lo conseguido en el terreno
económico sin avanzar en la integración política? Volveremos sobre todas
estas cuestiones.
La construcción de la «Europa económica» exigió tomar decisiones
vitales con consecuencias a largo plazo. ¿El objetivo era únicamente crear
una zona de libre cambio más fuerte y abierta hacia un sistema mundial,
que a su vez se trataría de hacer lo más permeable y abierto posible? o,
por el contrario, ¿el objetivo debía ser establecer una estructura capaz de
oponer resistencia por sí misma a las presiones exteriores consideradas
negativas?, una concepción que no coincide necesariamente con la visión
extremista de la «Europa fortaleza». Dicho de otra forma, se trata de de
cidir si Europa ha de complementarse con Estados Unidos y Japón, o
bien competir con ellos. En mi opinión, la opción por una u otra posibi
lidad,
forma latente en cada
clara. Algo etapa
lógico, por yloen cada agran
demás, decisión,
tenor no se ha hecho
de las opiniones de
divergen
tes que enfrentan a determinados Estados miembros y al hecho de que
también está dividida al respecto la opinión pública de cada país.
ba por avanzar
tencialmente unúnicamente en lapero
mercado único, construcción
lejos aún de
de un mercado
serlo común, po
en la realidad. Di
cho de otra forma, se optaba por la línea de menor resistencia, la del
mínimo común denominador. Una opción que, habida cuenta de su sig
nificación a largo plazo, yo calificaría como claramente de derechas.
Con ello no quiero decir que fuera la elección de la derecha europea
(liberal y conservadora) en oposición a la izquierda (socialista). En uno y
otro campo encontramos tanto la adhesión al proyecto europeo como re
ticencias diversas. El rechazo total o muy amplio es ahora minoritario,
aunque amenaza con adquirir fuerza. No siempre fue así. Durante largo
tiempo existieron fuertes reticencias en algunos países que sólo muy re
cientemente se unieron a la Comunidad (los escandinavos). A la extrema
derecha fascista la idea de Europa le resulta completamente ajena, aun
que no se atreva a decirlo públicamente. Los partidos comunistas se opu
sieron en principio al proyecto de una «Europa de los mercaderes», pero
después tuvieron que unirse a él sin ni siquiera estar en condiciones de
negociar su apoyo. La derecha en su conjunto siempre ha reunido inte
reses económicos divergentes. Por un lado, segmentos del gran capital
moderno y competitivo (en la industria, la agroindustria o las finanzas)
prefieren casi siempre la apertura de mercados. Otro tipo de industrias,
sobre todo aquellas que están en declive, necesitan servirse del protec
cionismo
cuando nonacional.
divisionesPor ello la
nítidas, en derecha siempre
función de ha mostrado
los asuntos concretosmatices,
que se
tratan en Bruselas. Lo mismo ocurre con la izquierda. Aun partiendo de
la hipótesis de que la izquierda es menos sensible a los intereses de las dis
tintas patronales, lo que no siempre es cierto, sí es sensible a los intereses
138 El capitalismo en la era de la globalización
globalización
L o s LOGROS D
DE
E LA COMUNIDAD
COMUNIDAD EUROPEA: UX BALA
BALANC
NCE
E SUM
SUMAR
ARIO
IO
1, Lo cier
cierto
to es que, en la actualid
actualidad,
ad, el balance
bala nce de la C E E en el pla
del desarrollo económico (e incluso social) es indiscutiblemente positivo.
La verdadera cuestión estriba en saber por qué ha sido así. Un economis
ta neoliberal dogmático diría simplemente que tal resultado se debe a la
apertura de los mercados, que siempre estimula el crecimiento, lo que a
su vez, merced al efecto dominó, beneficia a toda la población, es decir,
tanto a trabajadores como a empresarios. En mi opinión, tal tesis es erró
nea, tanto en lo relativo a la relación de causalidad entre mercado y ex
pansión
como en(creo queatañe
lo que es laaexpansión la quedeabre
la distribución los los mercados
ingresos (creoy que
no allosrevés),
efec
tos dominó sólo existen en la imaginación de los neoliberales y que, cuan
do se producen, son el resultado de las conquistas sociales arrancadas en
contra de la lógica unilateral del mercado). No me extenderé aquí en esta
teoría que ya he expuesto con anterioridad.
¿Gracias
abrir a la aindustria
la CEE?del
Desde
norteluego, la CEE
de Italia contribuyó
el vasto mercadoaleuropeo,
éxito nosino
sólotam
por
bién por el apoyo prestado al esfuerzo de modernización del sur italiano.
Bien es cierto que, en este terreno, esa contribución fue accesoria, ya que
el esfuerzo principal lo hizo el propio Estado italiano a través de una re
distribución interna. Con anterioridad a su adhesión a la CEE, también
España había registrado tasas de crecimiento que permitían pensar que
estaba en un claro proceso de recuperación económica. Por consiguiente,
el factor decisivo en el éxito atribuido a la CEE fue, en realidad, algo de
bido a las políticas nacionales articuladas en torno al Estado del bienes
tar, aunque sea en versión pobre, y al fordismo. En ausencia de contrape
sos sociales organizados y de políticas de Estado enérgicas que apoyen
esas contrapartidas, la apertura de los mercados en sí misma siempre ha
tenido un efecto polarizador y no reductor de las desigualdades.
2. Aparte del crecimie
crecimiento
nto exce
excepcio
pcional
nal registrado en Euro
Europa
pa duran
te tres décadas (1950-1980), la CEE cuenta con otros logros destacables.
140 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
Estados miembrosparalelas?
sólo monetarias) pusieran Personalmente,
en marcha políticas económicas
me inclino por lagenerales
segunda (no
ex
plicación, lo que permite concluir que el sistema sigue siendo frágil, como
debería haberse notado por las sucesivas crisis a partir de 1992. En este
terreno, Europa no ha optado por la desconexión como ocurrió en el caso
de la agricultura. Ea liberalización a escala mundial de los movimientos
de capitales, principio que Europa adoptó siguiendo a Estados Unidos y
en conjunción con la recesión de los años ochenta, redujo la eficacia de la
protección colectiva de las monedas europeas y, de rebote, disminuyó
también la eficacia de su solidaridad colectiva. Esta fragilidad obligará
antes o después a los Estados miembros a adoptar políticas económicas y
monetarias divergentes. Y, en mi opinión, el único medio de protegerse
contra esta evolución —un medio que reduciría considerablemente el al
cance del «gran mercado» y las perspectivas de integración económica—
es también la desconexión, es decir, dotarse, bien a nivel comunitario
bien en su defecto a nivel nacional, de los medios necesarios para regular
las transferencias de capitales con vistas a reducir los efectos devastado
res de la especulación financiera.
desarrollo
es de temeróptimo
que ladel espacio
lógica del europeo
beneficioena su conjunto.
corto Por el contrario,
plazo acentúe las desi
gualdades en el desarrollo. La alternativa habría sido una coordinación
planificada por la comunidad de Estados. Los prejuicios ideológicos
imperantes y la sumisión de los gobiernos a las exigencias del capital fi
nanciero en busca de inversiones rentables son los responsables de esta
desafortunada elección.
Aún más grave es, en mi opinión, el hecho de que Europa no haya de
sarrollado sus propias políticas industriales. Algunos Estados lo han hecho
a veces, pero, por lo general, suelen seguir la pauta, es decir, el liberalismo
antiestatista en boga. En el terreno de la investigación y el desarrollo
(I-i-D), una esfera de la política que suele considerarse crucial, Europa si
gue en desventaja respecto a Estados Unidos y Japón. Los proyectos de la
Comunidad para paliar las insuficiencias nacionales siguen estando muy li
mitados por su importancia y alcance.
Así pues, a pesar del balance positivo de la CEE, Europa no está ver
daderamente decidida a seguir la vía que le permita, más allá de la cons
trucción de una zona de libre cambio (un pseudomercado único), lograr
una verdadera integración económica. Para caminar en esa dirección de
bería sustituir de forma progresiva los sistemas productivos nacionales
heredados del pasado por un sistema productivo europeo. El salto cuali
tativo que de
resolución estaproblemas
transformación representa
políticos implica
que apenas comoplanteados.
han sido prerrequisito la
En estas condiciones, nos guardaremos de otorgar al crecimiento de
los intercambios intracomunitarios la importancia que le conceden los
discursos triunfalistas. Es cierto que los intercambios intracomunitarios
entre los distintos Estados miembros, que eran del 23 23%% al 40% en 1960
. (cifras apenas diferentes de las anteriores a la Primera o la Segunda Gue
rra Mundial), han pasado a ser en la actualidad del orden del 50% o el
60%. Pero este avance en sí mismo, si bien refleja una preferencia co
144 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
concedidas a la periferia europea son seis veces más cuantiosas para una
población de diez a veinte veces menor! Este modesto volumen parece
más una cuestión de caridad que de solidaridad internacional. En cual
quier caso, no alcanza el umbral mínimo para permitir la construcción de
un espacio regional euroafricano. Esto demuestra una realidad que no
siempre se admite: a pesar de los acuerdos de asociación CEE-ACP (Afri
ca, Caribe y el Pacífico), no existe una visión política de las relaciones en
tre Europa, por un lado, y el mundo árabe, Africa subsahariana y el Ter
cer Mundo en general, por otro. Es probable incluso que los Estados
miembros —o por lo menos alguno de ellos— tengan una concepción de
estas relaciones y de la regionalización en general que excluya la escala
mundial que éstas implican.
E l f u t u r o d e l a i x t e g r ^a c i ó n e u r o p e a e n l a e r a d e l a
GLu3ALIZACIÓN
1. La investi
investigación
gación y desar
desarrollo
rollo (I-u
(I-uD
D) es una respo
responsab
nsabilida
ilidadd emi
nentemente nacional y su traspaso a instancias comunitarias es
muy limitada, sin alcance decisivo. ¿No será porque el I+D está fuerte
mente unido al desarrollo del potencial militar, como nos recuerda el caso
de Euratom?
2. Los mercados públicos no están hasta ahora sometidos a una ver
dadera competencia a escala comunitaria. Por diversos medios, a
veces indirectos, los Estados evitan que se cuestione la preferencia
nacional en este campo, que consideran un ejercicio de soberanía.
3. El derecho mercantil —y especialmente el societario— sigue sien
do competencia de los Estados. Los proyectos de unificación —
una exigencia casi evidente debido a la aparición de multinaciona
les «europeas»
no van más alláendellugar de laspuramente
discurso alemanas,retórico
británicas
o deo los
francesas—
estudios
académicos.
4. Las producciones cinematográficas y televisivas no forman parte
de las esferas sujetas a la competencia comercial en nombre de la
«excepción cultural». Francia, más sensibilizada que los demás
países ante los peligros de la invasión cultural norteamericana, se
ha colocado a la cabeza de esta reivindicación invocando, a mi jui
cio justamente, la estrecha relación existente entre la independen
cia cultural y la independencia política a secas.
150 El capitalismo en la era de la globalización
globalización
3. Europ
Eu ropaa se enfrenta
enfre nta actualme
actualmente
nte a do
doss retos, la crisis y la amplia
amp lia
ción hacia el Este. En el contexto restringido de una Europa occidental
formada por países con un grado de desarrollo relativamente equivalen
te, y durante una época caracterizada por un fácil crecimiento económico
basado en el funcionamiento del Estado del bienestar, la apertura del
mercado —concebida como eje casi único de la construcción comunita
ria— no ocasionó graves dificultades. De hecho, los problemas que sur
gieron fueron siempre sectoriales y fácilmente superables; pero en las ac
tuales condiciones el panorama es distinto. El desempleo masivo,
pertinaz y seguramente duradero si no se produce una renovación de los
conceptos fundamentales del trabajo social con fórmulas radicales, unido
a los desiguales niveles de desarrollo de los países afectados por la am
pliación de la comunidad —aunque ésta sea gradual— al resto del conti
nente, constituyen retos ante los que la solución de abrir los mercados re
sulta una fórmula mágica ineficaz y más que dudosa.
De que
blemas ahí que podamos
le obligan decir que
a tomar Europaciertamente
decisiones se enfrenta complicadas:
a tres tipos de pro
sible,Desería
todasinútil,
formas, incluso
ilusorio en la hipótesis
e incluso peligrosomás «europeísta»
ignorar po
los sólidos
vínculos con unas realidades nacionales poderosas que se han for
jadoo a lo largo de la histor
jad his toria.
ia. Ha
Habrbráá que ha
hacer
cer gala de una gran
imaginación al diseñar formas institucionales adecuadas capaces
de conciliar tales vínculos con el desarrollo de un «europeísmo»
común. Ningún modelo —federal o confederal— de los que pro
porciona la experiencia histórica de Europa o de otras regiones del
mundo sirve para afrontar este desafío diferente y nuevo.
Sea cual sea la opción elegida, no se podrá evitar una construc
ción «a diferentes velocidades». Esto resulta evidente en la hipóte
sis «federalista», pero incluso en la opción «confederal», que no
cuestiona la integridad de las soberanías políticas nacionales, no
será posible imponer el mismo «sistema económico único» al con
junto
jun to de las socied
sociedades
ades europeas — sobresob re todo si la Comunidad
Comun idad se
amplía hacia el el Es
Este
te—
— , y aún menos hacerhacerlo
lo rápidament
rápidamente,e, salv
salvoo
que se diseñe un sistema económico único basado en el mínimo co
mún denominador que supone un amplio mercado abierto. Así
pues, el avance a varias velocidades se impondrá de todas formas.
Dicho esto, repetiré lo ya expuesto antes: cualquier tentativa de ir
más allá del mercado común en busca de una integración econó
mica limitada
común, al «núcleoel duro»
está condenada fracaso.de la CEE, sin un poder político
. El continente europeo, que probablemente tiene vocación (¿en vir
tud de su europeidad?) de construir una entidad regional en el
mundo del mañana, está lejos de ser homogéneo. No sólo está for
mado por naciones con realidades difíciles de suprimir (además,
b. tos) también
Resulta lo sean,
difícil, y en ytiempos
así sucesivamente,
de crisis imposible, formular una
política europea coherente y eficaz que garantice simultánea
mente la «apertura interior» y la «apertura exterior», es decir, la
apertura de los mercados y de los flujos de capitales. Hay que
elegir. La garantía prioritaria de la apertura interior es la crea
ción de barreras que la protejan del exterior. Una vez más se ob
via el concepto de desconexión, se evita tomarlo en considera
ción.
Esta desafortunada elección es fruto, en mi opinión, del predo
minio de la ideología monetarista en boga, sin más. Se admite que
una entidad social cualquiera -Estado miembro o Comunidad—
puede llevar a cabo una «gestión monetaria neutra», según sus
propios términos. Yo creo que este concepto, puramente ideológi
co, sin referente histórico real o duradero. Esta gestión neutra sólo
se da en apariencia en momentos en que la sociedad, al carecer de
un proyecto social, se somete a la ley unilateral del mercado. Pero
la historia demuestra que estos son momentos de transiciones caó
ticas hacia un orden social nuevo definido por un proyecto de so
ciedad globalmente considerado. En este punto, la moneda vuelve
a ser lo que es por naturaleza, no una mercancía como otra cual
quiera como pretende
mento operativo de la la ideología
voluntad liberal de moda, sino un instru
colectiva.
4. A causa de la desafo
desafortunada
rtunada prior
prioridad
idad otorgad
otorgadaa a la creació
creaciónn de
una moneda única, la construcción europea ha entrado en una zona tor
mentosa. Tal decisión consolida a las fuerzas más conservadoras, empe
ñadas en una forma de gestionar la crisis sin salida. Las protestas sociales
154 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
donal con Estados Unidos. Hasta ahora ha podido conciliar esta elección
con su compromiso europeo. Pero el quid de de la cuestión para el futuro es
el que expresan las siguientes preguntas: ¿qué ocurrirá si la competencia
Europa-Estados Unidos se agudiza?, ¿qué ocurrirá si Europa vuela en pe
dazos?, ¿qué ocurrirá si Alemania domina Europa?
Francia había previsto, en 1945-1946, renovar su imperio dentro de
un marco asociacionista, la asociación de naciones independientes o lla
madas a serlo en el sentido estricto del término. Las fuerzas colonialistas
suprimieron la posible intención renovadora del proyecto, perpetuaron
las relaciones coloniales hasta el momento en que la transformación de
la
lass relaciones dentro del capitali
capitalismo
smo francés — en detrimento de llos os vie
jos interese
intepor
zados reses
s colo
colonia
niales
políticas les en decliv
declive
eficaces e y en be
bene
nefic
de modernización—ficio
io empujó
de llos
os secto
seactores
res dinami-
Francia hacia
la integración europea. Hoy en día, Francia no tiene otra elección posi
ble, un factor de debilidad, habida cuenta de que la principal potencia
europea —Alemania— se beneficia de un margen de maniobra mucho
más amplio.
Desde 1871, Alemania había desarrollado su propio proyecto, el
Drang Nach Ostern (el impulso hacia el Este). ¿Habrá renunciado a ello?
Ciertamente Alemania se ha convertido en una democracia semejante a
la de Gran Bretaña y Francia, lo que no era durante el Segundo Reich (el
de Bismark) ni menos aún durante el odioso Tercer Reich hitleriano.
Como son conscientes de que esta experiencia es fundamental, las fuer
zas democráticas alemanas se han convencido de que la «Alemania euro
pea» es preferible a la «Europa alemana», por utilizar sus mismos térmi
nos. Ha llegado ya el Cuarto Reich, como ha demostrado su intervención
en Yugoslavia, la inquietante resurrección de la «cuestión de los Sude-
tes» y otros signos. ¿Es posible un Cuarto Reich democrático? Por qué
no. Los imperialismos británico y francés se expandieron sin, por ello,
cuestionar la democracia burguesa en sus metrópolis. Un Cuarto Reich
democrático incluso podría retomar los objetivos del Drang Nach Ostern
sin que esta expansión apareciera como intolerable para los pueblos de
Europa
dio de ladel Este: sería
economía, una lahegemonía
como de Estadosregional
Unidosque funcionaría
a escala mundialpor(y me
Es
tados Unidos es igualmente una democracia que no ha quedado arruina
da por dicha hegemonía). El margen de maniobra del que dispone
Alemania todavía es grande: continuaría su propia política hacia el Este
sin cuestionar la construcción europea, porque sus compañeros (Francia
en primer lugar) estarían obligados a ratificar sus iniciativas. Evidente
mente es la «Europa alemana», dentro de un «universo norteamerica
no», porque Alemania no cometería el error (fatal para Hitler) de comer
más de lo que puede digerir.
Las posibles
ra, menos opciones
decisivas, habidadecuenta
otros países de la Comunidad
de su alcance. son,que
Es evidente porItalia,
aho
España, Bélgica, Holanda y los países escandinavos aceptarían la «Euro
pa alemana» sin gran dificultad, sobre todo si Alemania conduce su es
trategia sin renunciar a la democracia.
¿Se podría dejar de lado indefinidamente a Rusia y a los países de la
antigua Unión Soviética que serán (y son) objeto de su codicia y de la de
otros socios (Alemania en el caso de los Estados bálticos y Ucrania)? In
cluso aquí, esta posibilidad entra a corto plazo ert el juego del Drang
Nach Ostern, puesto que Alemania sólo prevé en principio una expan
sión limitada hacia Austria (integrada de hecho ya en su espacio), la Re
pública Checa, Eslovenia, Croacia, Hungría, Polonia, los Estados bálti
cos y Ucrania.
Podemos acabar de ocuparnos de este escenario catastrofista soste
niendo que parece destinado a resucitar una Europa del siglo XIX y una
alianza anglo-franco-rusa para contener las ambiciones alemanas o un
nuevo reparto germano-ruso que terminaría por aislar a Francia.
U n f u t u r o DI
DIFE
FEREN
RENTE
TE;; UNA VISI
VISIÓN RA
RADICAL
DICAL P
PA
ARA EUROPA
yecto
frenta europeo sólo encontrara
(¿qué desarrollo respuestas
se quiere a los desafíos
para Europa?, a los que con
¿cómo conciliario se en
la
globalización?, ¿cómo conciliar en Europa naciones y supranacionali-
dad?) desarrollando un proyecto de sociedad a la altura de los problemas
de nuestro tiempo. Para concluir enumeraré las diferentes dimensiones
que implica un proyecto de sociedad digno de ese nombre.
1. Un proyecto
proy ecto de socie
sociedad
dad es
es pr
princ
incipa
ipalme
lmente
nte una visión socia
social,l, un
unaa
forma de concebir las relaciones sociales. Tal cosa no puede ser un
mero resultado implícito de la reproducción del sistema producti
vo, sino algo explícito en el contexto de las relaciones sociales, las
158 El capitalism
capitalismoo en la era de la globalización
globalización
Los retos
retos de la globalización: el caso europeo 159
160 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
3
3.. Cabe recordar que el proyecto europeo está en conflicto directo
con el de la latinoamericanización de la mitad oriental del conti
nente. He intentado anteriormente explicar cómo y por qué el se
gundo hará estallar el primero.
6. Po Porr último, ¿puede el proyec
proyecto
to euro
europeo
peo ignorar el Sur y seguir
paso a paso el discurso vacío de los economistas obnubilados por
las apariencias de la «marginalización» del Tercer Mundo? ¿Se
puede ignorar al Sur cuando el acceso a los recursos naturales del
planeta entero es más vital que nunca para la supervivencia de
«Occidente»? El problema de este acceso podría, es verdad, solu
cionarse con un neoimperialismo global. Más allá de pensar que el
colonialismo global sería necesariamente el mejor medio de perpe
tuar la hegemonía del denominado competidor norteamericano,
¿podemos pensar por un momento que sería viable? Un enfoque
harto diferente es, por el contrario, el que pretende imaginar las ar
ticulaciones necesarias entre las grandes regiones (Europa, Améri
ca Latina, África, el mundo árabe) y las potencias continentales
(Estados Unidos, China, India) en una interdependencia favorable
a su desarrollo,
inherente susceptible depor
a la globalización reducir los efectos
el mercado. Hededesarrollado
la polarización
en
otra parte (véase el capítulo 3
3)) algunas propuestas relativas a estas
cuestiones, por lo que no volveré sobre ello.
En resumen y como conclusión, parece claro que los seis temas que
hemos tratado conforman una agenda que se inscribe naturalmente en la
tradición del pensamiento de izquierda acerca de los movimientos y del
progreso, por lo que podemos acabar diciendo que Europa será de iz
quierdas o no será.
R ef er enc
ncii as
Capítulo 7
La t e o r í a s o c i a l y l a c r i s is d e l c a p i t a l i s m o : m a r x i s m o ,
POSMODERNISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES
que la
ello el base
Progreso,
de uncon mayúscula,
orden de cosas acabó
eterno.siendo el sustituto de Dios, y con
Desde nuestra perspectiva, en dos puntos el capitalismo y el pensa
miento burgués suponen, pese a sus limitaciones, una medida de progre
so (esta vez, empero, con minúscula). Por un lado, originaron fuerzas que
iniciaron un desarrollo material prodigioso, que logró un control sin pre
cedentes sobre la naturaleza. Un control, no obstante, que no sido total
mente positivo, habida cuenta de que en la actualidad plantea una ame
naza a la supervivencia del planeta. Por otro lado y simultáneamente, al
liberar a las ideas sociales de los viejos prejuicios metafísicos, el capitalis
mo y el pensamiento burgués prepararon el camino al concepto y a la
práctica moderna de la democracia. También en este punto conviene pun
tualizar que dicha práctica democrática estuvo circunscrita por la misma
naturaleza del sistema. La ecuación mercado (como sinécdoque de reali
dad capitalista) igual a democracia es, obviamente, exageradamente fácil
y alejada de la realidad, aunque se basa en un caso real y tangible de pro
greso.
La crítica del capitalismo carece de sentido a menos que agudice
nuestra conciencia de las limitaciones del pensamiento burgués. Para ello,
es preciso examinar el capitalismo, por un lado, como un estadio cualita
tivamente nuevo del desarrollo histórico, y también, por otro, como un
ejemplo
doras quedelel desarrollo de contradicciones
nuevo sistema entre las aspiraciones
alienta y su incapacidad libera
de satisfacer dichas
■aspiraciones en la escala de su propia creación, la sociedad mundial. La
crítica del capitalismo aspira pues, lisa y llanamente, a trascenderlo y ello
conlleva que hay que estar dispuesto a trascender la modernidad Ínter-
Ideología y pensamiento social 163
prelada como un símil del capitalismo. Para lograr tal cosa, la crítica del
capitalismo debe a su vez establecer reglas alternativas para la organiza
ción social, así como valores alternativos. En suma, dicha crítica debe
presentar un sistema de racionalidad alternativo. ¿Significa eso que la crí
tica del capitalismo se verá tentada inevitablemente, como sucedió antes
con el capitalismo, a presentar la nueva racionalidad derivada de su uto
pía creativa como una construcción eterna e imperecedera? Creo que esta
nueva crítica debe evitar tal cosa.
Pero ¿realmente la crítica del capitalismo ha superado la estructura
existente del pensamiento burgués? Ésa es la cuestión clave, una cues
tión a la que en este momento no puede responderse de forma tajante.
La nueva crítica del capitalismo es aún incompleta. Ha de profundizarse
y enriquecerse con aportaciones derivadas de su interacción con los nue
vos desafíos surgidos del propio desarrollo del capitalismo. Inicialmente
focalizada en los valores morales, la crítica del capitalismo alcanzó el es
tadio que considero decisivo en la obra de Karl Marx. Al marxismo se
añadieron
Tercera luego una serie
Internacional, quedeasimilaron
desarrollosla graduales
tendenciabajo la Segundadey la
economicista la
teoría burguesa y con ello el aliciente de su visión determinista, por lo
que acabaron convirtiendo las <deyes de la historia» en un conjunto de
reglas implacables idénticas a las leyes inexorables de las ciencias natu
rales. De tal forma, el marxismo acabó abogando, en nombre del socia
lismo, por un sistema utópico de gestión racionalizada basado en el co
nocimiento de dichas <deyes», algo en cuyo proceso redujo a desechos la
dialéctica de la libertad humana.
El marxismo es, por tanto, en cualquier caso obviamente incompleto.
No obstante, sería totalmente injusto reducirlo a una forma particular, la
de la ideología soviética, que durante mucho tiempo he considerado más
cercana al pensamiento burgués que al marxista.
La crítica del capitalismo fue anterior a la caprichosa crítica que re
cientemente han realizado los teóricos posmodernistas. Sea como sea, lo
importante es discernir si la teoría posmodernista aporta algo novedoso.
En mi opinión, el posmodernismo como una tarea intelectual de la que
nada puede derivarse a futuro, en la medida en que no ofrece instrumen
tos conceptuales capaces de trascender la estructura capitalista, ni de
muestra contar con capacidad alguna de inspirar un diseño innovador de
cambio social. En resumen, la crítica posmoderna es menos radical que la
crítica cuyas ideas seminales encontramos en la obra de Marx.
Sin duda alguna, los ejercicios de deconstrucción del discurso con los
que Lyotard, Derrida, Deleuze, Guattari, Eoucault y Baudrillard sentaron
las bases del posmodernismo (en la forma en que lo han postulado los
autores estadounidenses y Touraine en Erancia) tienen alguna utilidad
164 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
166 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
esquema posmodernista.
a los imperativos La idea
económicos no economicista
procede de Marx. de que la cultura
Refleja, por elsecontra
ajusta
rio, las percepciones ideológicas burguesas, dominantes desde la Ilustra
ción hasta la actualidad. Por el contrario, la concepción de las culturas
como constantes nucleicas, vendidas por los elegantes y actualmente de
moda pluralistas culturales, algunos simplemente eurocéntricos y otros
eurocéntricos a la inversa, me parecen menos sostenibles, incluso mucho
más endebles respecto de la realidad, si tal cosa es posible. Así las cosas,
¿cuál sería la postura intermedia entre ambos extremos, dictada quizás
por la prudencia {i{inn me
medi o stat
stat vi r tus)}
tus) } ¿Resultaría una posición satisfac
toria? ¿Funcionaría? Lo cierto es que en el pasado algunos pensadores
optaron por actitudes parecidas que, sin embargo, no mostraron ser úti
les en el empeño. Weber es un buen ejemplo de ello. Sus tesis, en parti
cular las de la ética protestante y el surgimiento del capitalismo, me pare
cen poco convincentes, cuando no manifiestamente débiles.
De forma semejante, la cuestión de la dinámica del conflicto social,
un problema a primera vista más simple, ha continuado planteando den
tro de la tradición marxista cuestiones que han eludido las respuestas de
finitivas. Por ejemplo, ¿cómo una clase en sí se convierte en una clase
para sí? Sabemos que a este respecto Lenin avanzó una serie de proposi
ciones que afirman que la teoría debe importarse en la clase trabajadora
desde
ficado fuentes externas,O,
de no marxista. una
porargumentación
seguir con lasque algunos¿cómo
preguntas, autoresaparece
han cali
el
grupo intelectual orgánico de que habló Gramsci? No hace falta decir
que cualquier progreso en la línea de solucionar dichos problemas presu
pone avances en nuestra comprensión de las relaciones entre las esferas
. económica, política y cultural. En este caso, podríamos elegir de nuevo
permanecer en un terreno empírico sólido y obsen ar que existen muchos
actores sociales, por usarla expresión de moda; que sus planes, explícitos
Ideología
Ideolo gía y pensamiento social 16/
16 /
La i n t e l e c t u a l i d a d f r e n t e a l o s o p e r a d o r e s m e n t a l e s
Las ciencias sociales comprenden una gama de métodos e instrumen
tos poco integrados aplicables todos ellos al análisis de la realidad social.
El estatuto epistemológico de estas disciplinas varía ampliamente de una
disciplina a otra. En economía, la obsesión dominante por la gestión ha
impuesto una agenda de temas específicos, un enfoque selectivo orienta
do a los datos significativos, y una visión en túnel de la realidad focaliza
da de forma estrecha en los objetivos de gestión. Ciertamente, dichas op
ciones
ciencia refuerzan
económicaa presupone
veces la eficiencia.
una opciónPero, en ese caso,
ideológica la que
latente denominada
legitima
el tipo de gestión que presupone, y por extensión el sistema social que
perpetúa, es decir, el sistema capitalista. Por esta razón, la disciplina de la
economía esquiva muchas cuestiones básicas relativas al cambio social y
al desarrollo histórico, asignándolas al libre desempeño del pensamiento
imaginativo, un proceso que considero acientífico.
Marx intentó, en mi opinión con éxito, exponer la alienación provo
cada por la sociedad capitalista, mediante la cual las «leyes económicas»
sarrollo
una y otrase presupone que debe
vez, el desarrollo no lograr. Y, como hecon
debe confundirse intentado dejar claro
las realidades del ,
mundo moderno, unas realidades que han advenido no merced al desa
rrollo, sino a la expansión del capitalismo. El hecho de que los gestores,
políticos y gurus que en el presente practican el juego del desarrollo des
dibujen sistemáticamente esta distinción crucial sólo es un claro expo
nente de su compromiso con el modelo capitalista latente. De modo se
mejante, las feministas han expuesto claramente las bases ideológicas de
la «ciencia» social establecida, mostrando cómo a través de la definición
de los temas (¿qué es significativo?, ¿qué se considera marginal?) y me
diante el uso selectivo de metodologías que sirven a las definiciones al
uso de la realidad, esas disciplinas sociales logran dejar fuera del marco
de la investigación las cuestiones feministas. Es decir, han mostrado,
cómo los objetivos sociales que subyacen en las disciplinas al uso conlle
van la perpetuación del sistema patriarcal.
De ahí que las reflexiones que siguen exigen que se diferencie nítida
mente entre los diversos pensadores sociales en función de los objetivos
sociales que guían sus obras. Por un lado están los que Galbraith deno
mina «poseedores». En su opinión, todo lo que nuestra sociedad necesita
son gestores (del sistema capitalista, naturalmente, entendido como un
sistema capaz de cambiar en direcciones esperanzadamente positivas,
pendientes de definir).
presenta, según Cualquier cosa
los «poseedores», unque vayapúblico.
peligro más alláPor
de este
otromarco
lado, re
te
nemos a las personas que sostienen que nuestra sociedad necesita impe
riosamente un pensamiento crítico que proporcione la comprensión de
los mecanismos de cambio, un pensamiento capaz a su vez de influir en
ese cambio en una dirección que libere a la sociedad de la alienación ca
pitalista y de sus trágicas consecuencias. En la medida en que tal cosa
compete a la inmensa mayoría de la humanidad (los pueblos de Asia,
Africa y América Latina), esta necesidad resulta vital, puesto que esos
pueblos experimentan en el presente el capitalismo como una forma pura
y simple de depredación.
Por consiguiente, propongo distinguir entre aquellos que denomino
operadores mentales, que sirven al aparato ideológico establecido, y los
que pueden considerarse genuinamente parte de la intelectualidad. Estos
últimos no tendrán otro impacto que el derivado del alcance de su com
petencia y capacidad crítica. En otras palabras, ha de ser capaz de inspi
rar una acción liberadora dentro de un programa que vincule la teoría y
la práctica. Desde esta perspectiva, cualquier valoración de la producción
de los intelectuales del Tercer Mundo, incluyendo los africanos, debe em
pezar analizando la relación entre los desafíos a que se enfrentan sus pue
blos respecto del «capitalismo realmente existente», y la orientación de
D e s a r r o l l o : c r í t i c a s c o n t r a s t a d a s
Ideología y pensamien
pensamiento
to social
social 171
En esta
marxistas presentación
se clasifican a su recurrente, las escuelas
vez en tres grandes de pensamiento
apartados neo-
según su énfasis
teórico en los modos de producción, en la dependencia o en el sistema-
mundo. Los análisis así presentados son obviamente muy variados, con
acentos clave que varían de uno a otro autor. He de confesar, en cualquier
caso, que comparto muchas de las críticas que habitualmente se plantean
a estas escuelas neomarxistas. Pienso, por ejemplo, que la continua mati-
zación respecto de los conceptos relacionados con los modos de produc
ción expresa una obsesión erudita por los detalles que probablemente
contribuya más a oscurecer los temas de fondo que a esclarecerlos. Ade
más, creo que las teorías desarrolladas dentro del marco de la dependen
cia o del sistema-mundo adolecen a veces de mecanicismo, economicismo
y determinismo. Y podría continuar exponiendo mi amplia lista de reser
vas respecto de dicha escuela.
No obstante, y aunque tales críticas sean válidas, no creo que sirva de
nada tirar al niño junto al agua sucia por el sumidero de la bañera. Me pa
rece que sería útil focalizar claramente las contribuciones importantes del
pensamiento neomarxista que estamos exponiendo. Concretamente, uno
de sus logros es haber subrayado los vínculos entre las esferas nacional y
mundial. Todas las modificaciones ulteriores de esta aportación teórica
han mostrado que era de importancia crucial, y que sirvieron de antídoto
anantes
los enfoques
burguesaingenuos de los ideólogos y teóricos de las escuelas domi
y marxista.
Ideología y pensamie
pensamiento
nto social 175
madamente complejas propias de tales asuntos. Y la característica arro
gancia evasiva de los gestores del desarrollo es una respuesta totalmente
inadecuada. También en este caso la relación entre lo universal (particu
larmente el objetivo universalista de la imprescindible transformación
mundial) y lo particular plantea una serie de dilemas teóricos y prácticos.
Los gestores del desarrollo, en lugar de afrontarlos, se limitan a esquivar
los con
En su
esasretórica superficial
condiciones, e impúdica.estratégicas avanzadas de forma
las propuestas
dispersa corren un alto riesgo de ser transformadas en simples estrategias
de gestión de la crisis, en lugar de servir de puntos de referencia para re
solverla. El riesgo es especialmente alto en la medida en que la elite dedi
cada a la gestión no está sólo manipulando propuestas potencialmente
progresistas, sino, sobre todo, propuestas organizadas de forma incohe
rente, lo que les permite convertirlas en consignas que acaban resultando
útiles a los regímenes establecidos.
L o s ANÁ
ANÁLISLISIS
IS Y EST
ESTRATEG
RATEGIAS
IAS PROPUESTOS POR L
LA
A INTEL
INTELECTUALIDAD
ECTUALIDAD DEL
DEL
T e r c e r M u n d o
176 El capitalismo
capitalismo en la era de la globalización
globalización
U n a n u e v a a g e n d a : a n á l i s i s d e l a d i v e r s id a d d e l T e r c e r M u n d o y
RECONSTRUCCIÓN DEL PODER SOCIA SOCIAL L DE LA LASS CLASES POPULARES .
emplea la mientras
timadora bandera de las Naciones
convierte Unidas como
a los Estados de la ligera hojadel
periferia de sistema
parra legi
en
entidades derrotadas incapaces de resistir el virulento ataque del merca
do a escala mundial. Y para lograr tal cosa se usan causas como la defen
sa de los derechos de las minorías. En nombre de la privatización, se rea
lizan incansables esfuerzos para fortalecer la eficiencia de los monopolios
tecnológicos y financieros, así como para mantener a los Estados periféri-