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ASTOLFI, Jean-Pierre: “Tres modelos de enseñanza”, en: Aprender en la escuela, Ed.: Dolmen.

La transmisión
Podemos utilizar el término impronta para calificar la concepción más tradicional, pero todavía vigente de
aprendizaje por parte del alumno: la de una página en blanco por escribir o de un vaso a llenar. El
conocimiento sería un contenido de la enseñanza que vendía a imprimirse en la cabeza del alumno (el
contenedor). Así, el aprendizaje se entiende según un esquema rústico de comunicación emisor-receptor.
La situación del alumno se considera de manera muy pasiva. Lo primero que se espera de él es que adopte
ciertas actitudes en relación al trabajo, que ponga atención, que sea regular en el trabajo y en el esfuerzo,
que dé cuenta de voluntad… Todo esto para evitar que el alumno “se quede atrás”.
La pedagogía de la impronta es una pedagogía de ideas claras, puesto que bastaría que el maestro se
explicase bien, que diera buenos ejemplos, para que el conocimiento se transmita y se inscriba en la
memoria. El fracaso y el error deberían normalmente ser evitados.
¿Significa que debemos abandonar este modelo de enseñanza? No. Hay que conocer los límites
dentro de los cuales puede ser eficaz.
● Frente a un público motivado e informado.
● Que realiza positivamente la acción de venir a informarse.
● Que posee estructuras intelectuales comparables a las del maestro (más allá de la distancia con los
conocimientos disciplinares) de tal manera que el mensaje pueda pasar por la simple
emisión/recepción.
● Que dispone ya de elementos de conocimiento en el campo del aprendizaje y que aprovecha la
exposición sistemática para organizar y reestructurar.
Tenemos que admitir que el público escolar actual no cumple estas reglas. Allí radican las razones de la
poca eficacia que tiene actualmente este modelo.

El condicionamiento
La pedagogía behaviorista, propuesto por Skinner, fue un intento de superación del modelo anterior. La
idea central es que hay que considerar las estructuras mentales como una caja negra a la que no tenemos
acceso y que resulta más eficaz poner atención en las entradas y en las salidas que en los procesos
mismos. El maestro, entonces, se dedica a definir los conocimientos por adquirir, no de manera
mentalista (usando los términos comprensión, espíritu de análisis o de síntesis), sino en términos del
comportamiento observable esperado al final del aprendizaje.
De ahí surgió la enseñanza programada, una buena parte de la pedagogía por objetivos (PPO) y la
enseñanza asistida por computador (EAO). Cada objetivo debe obedecer a la sintaxis: el alumno tendrá
que ser capaz de… + un verbo de acción; un verbo activo (distinguir, nombrar, reconocer, clasificar…), y
no un verbo cognitivo (comprender, saber, reflexionar), es decir, precisamente una salida de la caja
negra, un comportamiento final esperado en el alumno. Se trata de manifestaciones susceptibles de ser
observadas, del dominio de un conocimiento, que nos permitirá asegurar que se ha alcanzado el objetivo
propuesto.
En el modelo behaviorista el aprendizaje resulta de una serie de condicionamientos, lo que
permite su reforzamiento positivo. Se trata de una pedagogía del éxito, ya que trata de encontrar los
medios para evitar el error, a través de la división del aprendizaje en unidades tan pequeñas como sea
necesario. Pero si a pesar de todo se presenta el error, la responsabilidad se le atribuirá al maestro o a
quien haya concebido el programa. La sanción que se aplicaba en el primer modelo, ahora da lugar a
rectificaciones, a repasos del aprendizaje y a reelaboraciones del programa.
El behaviorismo es importante, ya que se opone eficazmente al dogmatismo verbal del maestro,
obligándolo a centrarse en el alumno y en la tarea intelectual que debe efectuar con éxito, más que en la
organización de su propio discurso y su progreso. La interpretación sistemática de la actividad de los
alumnos en la sintaxis de la PPO nos lleva a darnos cuenta hasta qué punto los objetivos de rango inferior
son, de hecho, los más buscados mas allá de la presentación de ambiciosas intenciones educativas.
Este modelo ha mostrado su máxima eficacia en los aprendizajes técnicos o profesionales a corto
o mediano plazo, lo que no es casualidad. En cuanto a los aprendizajes a largo plazo, su eficacia está
limitada por dos razones: 1) La operacionalización supone una división tal que el maestro se ve
rápidamente enfrentado a un gran número de objetivos posibles y simultáneos. Es una de las razones por
las cuales penetró escasamente en las realidades del aula. 2) La PPO introdujo una confusión entre el
objetivo mismo, que en último término sigue siendo mentalista, y el comportamiento observable, que no
es más que un indicador de ese objetivo.
Este modelo, a pesar de sus limitaciones, tiene un interés si es utilizado en lo que puede hacer y que
corresponde a una de las razones de su introducción en la enseñanza: la evaluación. Gracias a él podemos
asegurar que una pregunta corresponde al objetivo establecido, que no encubre implícitamente varios
objetivos. También constituye siempre una herramienta eficaz para la coordinación entre los maestros si
se trata de tener la seguridad de que comparten los mismos fines, de que las mismas palabras no remiten a
dos proyectos distintos. Son muy valiosas las técnicas de operacionalización establecidas por la PPO.

El constructivismo
Retoma el mentalismo que el behaviorismo creyó desplazar, interesándose en lo que ocurre en la famosa
“caja negra”. La diferencia de los modelos anteriores el lugar asignado el error. El error ya no es
considerado aquí una deficiencia de parte de los alumnos, ni tampoco una falla del programa. Se le
reconoce su derecho a estar en el centro del proceso de aprendizaje. Lejos de castigarlo o evitarlo, se lo
busca pues pone de manifiesto lo que será lo esencial del trabajo didáctico por desarrollar: “Tus errores
me interesan”. Podemos distinguir dos variantes de este modelo:
- Modelo de descubrimiento: presenta el aprendizaje como u proceso natural., con la sola limitación de
respetar el lugar central que le cabe al sujeto-alumno, sin el cual nada puede resultar. El maestro aparece
como un facilitador de los aprendizajes. Así, según Papet y Piaget, cada vez que le explicamos algo a un
niño ¡le estamos limitando si capacidad para que lo invente! En esta variante se insiste en la idea de
aprender a aprender, en la renovación prioritaria de la actitud frente al saber, en la importancia del “saber
ser”… En este marco, los conocimientos particulares de cada disciplina se presentan más como una
consecuencia de pasos bien conducidos que como objetivos perseguidos específicamente. Algunas
palabras claves de esta variante: aproximación a un concepto, etapas de construcción, niveles de
formulación, estructuración progresiva. A esta terminología se la llamó el “mito naturalista” para la
enseñanza de la física.
Para Samuel Joshua, lo que importa sobre todo el método científico. Los conocimientos se adquieren
silenciosamente, como consecuencia de hechos bien organizados y establecidos.
[La segunda variante está en el apartado siguiente, pero está cortado, voy a transcribir hasta donde se
corte]

¿Un modelo didáctico?


- Esta variante le da un lugar central al sujeto que aprende., incluso lo fortalece. Insiste simultáneamente
en el análisis de cada campo del saber y en los obstáculos que deben enfrentar los alumnos para hacerlo
suyo. De ahí viene la idea del triángulo didáctico, que causa furor desde hace algunos años, en él se
asocian el saber, el alumno, y el maestro. Lo que nos permite mejorar el aprendizaje de las diferentes
disciplinas es el interés de combinar por igual las estructuras mentales del alumno y la estructura
conceptual del saber. Lo esencial es construir una situación didáctica. (Acá se corta el texto)
ASTOLFI, Jean-Pierre: “Tres modelos de enseñanza”, en: Aprender en la escuela, Ed.: Dolmen.
La transmisión
Podemos utilizar el término impronta para calificar la concepción más tradicional, pero todavía vigente de
aprendizaje por parte del alumno: la de una página en blanco por escribir o de un vaso a llenar. El
conocimiento sería un contenido de la enseñanza que vendía a imprimirse en la cabeza del alumno (el
contenedor). Así, el aprendizaje se entiende según un esquema rústico de comunicación emisor-receptor.
La situación del alumno se considera de manera muy pasiva. Lo primero que se espera de él es que adopte
ciertas actitudes en relación al trabajo, que ponga atención, que sea regular en el trabajo y en el esfuerzo,
que dé cuenta de voluntad… Todo esto para evitar que el alumno “se quede atrás”.
La pedagogía de la impronta es una pedagogía de ideas claras, puesto que bastaría que el maestro se
explicase bien, que diera buenos ejemplos, para que el conocimiento se transmita y se inscriba en la
memoria. El fracaso y el error deberían normalmente ser evitados.
¿Significa que debemos abandonar este modelo de enseñanza? No. Hay que conocer los límites
dentro de los cuales puede ser eficaz.
● Frente a un público motivado e informado.
● Que realiza positivamente la acción de venir a informarse.
● Que posee estructuras intelectuales comparables a las del maestro (más allá de la distancia con los
conocimientos disciplinares) de tal manera que el mensaje pueda pasar por la simple
emisión/recepción.
● Que dispone ya de elementos de conocimiento en el campo del aprendizaje y que aprovecha la
exposición sistemática para organizar y reestructurar.
Tenemos que admitir que el público escolar actual no cumple estas reglas. Allí radican las razones de la
poca eficacia que tiene actualmente este modelo.

El condicionamiento
La pedagogía behaviorista, propuesto por Skinner, fue un intento de superación del modelo anterior. La
idea central es que hay que considerar las estructuras mentales como una caja negra a la que no tenemos
acceso y que resulta más eficaz poner atención en las entradas y en las salidas que en los procesos
mismos. El maestro, entonces, se dedica a definir los conocimientos por adquirir, no de manera
mentalista (usando los términos comprensión, espíritu de análisis o de síntesis), sino en términos del
comportamiento observable esperado al final del aprendizaje.
De ahí surgió la enseñanza programada, una buena parte de la pedagogía por objetivos (PPO) y la
enseñanza asistida por computador (EAO). Cada objetivo debe obedecer a la sintaxis: el alumno tendrá
que ser capaz de… + un verbo de acción; un verbo activo (distinguir, nombrar, reconocer, clasificar…), y
no un verbo cognitivo (comprender, saber, reflexionar), es decir, precisamente una salida de la caja
negra, un comportamiento final esperado en el alumno. Se trata de manifestaciones susceptibles de ser
observadas, del dominio de un conocimiento, que nos permitirá asegurar que se ha alcanzado el objetivo
propuesto.
En el modelo behaviorista el aprendizaje resulta de una serie de condicionamientos, lo que
permite su reforzamiento positivo. Se trata de una pedagogía del éxito, ya que trata de encontrar los
medios para evitar el error, a través de la división del aprendizaje en unidades tan pequeñas como sea
necesario. Pero si a pesar de todo se presenta el error, la responsabilidad se le atribuirá al maestro o a
quien haya concebido el programa. La sanción que se aplicaba en el primer modelo, ahora da lugar a
rectificaciones, a repasos del aprendizaje y a reelaboraciones del programa.
El behaviorismo es importante, ya que se opone eficazmente al dogmatismo verbal del maestro,
obligándolo a centrarse en el alumno y en la tarea intelectual que debe efectuar con éxito, más que en la
organización de su propio discurso y su progreso. La interpretación sistemática de la actividad de los
alumnos en la sintaxis de la PPO nos lleva a darnos cuenta hasta qué punto los objetivos de rango inferior
son, de hecho, los más buscados mas allá de la presentación de ambiciosas intenciones educativas.
Este modelo ha mostrado su máxima eficacia en los aprendizajes técnicos o profesionales a corto
o mediano plazo, lo que no es casualidad. En cuanto a los aprendizajes a largo plazo, su eficacia está
limitada por dos razones: 1) La operacionalización supone una división tal que el maestro se ve
rápidamente enfrentado a un gran número de objetivos posibles y simultáneos. Es una de las razones por
las cuales penetró escasamente en las realidades del aula. 2) La PPO introdujo una confusión entre el
objetivo mismo, que en último término sigue siendo mentalista, y el comportamiento observable, que no
es más que un indicador de ese objetivo.
Este modelo, a pesar de sus limitaciones, tiene un interés si es utilizado en lo que puede hacer y que
corresponde a una de las razones de su introducción en la enseñanza: la evaluación. Gracias a él podemos
asegurar que una pregunta corresponde al objetivo establecido, que no encubre implícitamente varios
objetivos. También constituye siempre una herramienta eficaz para la coordinación entre los maestros si
se trata de tener la seguridad de que comparten los mismos fines, de que las mismas palabras no remiten a
dos proyectos distintos. Son muy valiosas las técnicas de operacionalización establecidas por la PPO.

El constructivismo
Retoma el mentalismo que el behaviorismo creyó desplazar, interesándose en lo que ocurre en la famosa
“caja negra”. La diferencia de los modelos anteriores el lugar asignado el error. El error ya no es
considerado aquí una deficiencia de parte de los alumnos, ni tampoco una falla del programa. Se le
reconoce su derecho a estar en el centro del proceso de aprendizaje. Lejos de castigarlo o evitarlo, se lo
busca pues pone de manifiesto lo que será lo esencial del trabajo didáctico por desarrollar: “Tus errores
me interesan”. Podemos distinguir dos variantes de este modelo:
- Modelo de descubrimiento: presenta el aprendizaje como u proceso natural., con la sola limitación de
respetar el lugar central que le cabe al sujeto-alumno, sin el cual nada puede resultar. El maestro aparece
como un facilitador de los aprendizajes. Así, según Papet y Piaget, cada vez que le explicamos algo a un
niño ¡le estamos limitando si capacidad para que lo invente! En esta variante se insiste en la idea de
aprender a aprender, en la renovación prioritaria de la actitud frente al saber, en la importancia del “saber
ser”… En este marco, los conocimientos particulares de cada disciplina se presentan más como una
consecuencia de pasos bien conducidos que como objetivos perseguidos específicamente. Algunas
palabras claves de esta variante: aproximación a un concepto, etapas de construcción, niveles de
formulación, estructuración progresiva. A esta terminología se la llamó el “mito naturalista” para la
enseñanza de la física.
Para Samuel Joshua, lo que importa sobre todo el método científico. Los conocimientos se adquieren
silenciosamente, como consecuencia de hechos bien organizados y establecidos.
[La segunda variante está en el apartado siguiente, pero está cortado, voy a transcribir hasta donde se
corte]

¿Un modelo didáctico?


- Esta variante le da un lugar central al sujeto que aprende., incluso lo fortalece. Insiste simultáneamente
en el análisis de cada campo del saber y en los obstáculos que deben enfrentar los alumnos para hacerlo
suyo. De ahí viene la idea del triángulo didáctico, que causa furor desde hace algunos años, en él se
asocian el saber, el alumno, y el maestro. Lo que nos permite mejorar el aprendizaje de las diferentes
disciplinas es el interés de combinar por igual las estructuras mentales del alumno y la estructura
conceptual del saber. Lo esencial es construir una situación didáctica.

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