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Racionalidad y cientificismo

La racionalidad positivista puede entenderse como la propia del modelo occidental


europeo, bajo la cual el abordaje al conocimiento (dimensión epistémica) y por tanto lo
metódico y metodológico, era un asunto de medios para alcanzar un fin preestablecido. La
crítica se daba en esos términos: de cuáles serán los mejores medios para llegar a ese
fin, lo cual era importante para el caso de las máquinas, pero no para el ser humano. Se
basaba, asimismo, en que todo conocimiento era de naturaleza pensante por encima de
la emoción y la voluntad. Por ello, no se cuestionaban los fines, sino que estos eran
“dados”, y la discusión se daba en torno a “si los medios son los adecuados para cumplir
tales fines preestablecidos”.

Las verdades absolutas entonces, eran universales, eran No contextualizadas a


visiones particulares de las culturas, ya que provenían del “ser pensante”. Por ello, tenían
una supuesta validez universal.

Ahora bien, el cientificismo positivista se aboca hacia la comprobación (o


refutación) fáctica de las hipótesis de estudio, por lo tanto, se enriquece mediante los
hechos y la realidad. Sin embargo, si los hallazgos son visualizados de manera
racionalista positivista, la objetividad del investigador es cuestionable puesto que su
hipótesis está sujeta a fines preestablecidos por la “ciencia formal” y no al contexto
sociocultural, por tanto, el aporte del científico a esa realidad que investiga no es de
transformación sino que la sociedad sigue su curso, con hallazgos sofisticados pero
subjetivos a las necesidades investigativas de una ciencia que solo busca verdades de
supuesta validez universal.

Por otra parte, aunque el cientificismo del postpositivismo busca también validez
universal, lo hace desde marcos teóricos construidos desde dentro de una determinada
cultura. Sobre esa base, el entono sociocultural pone su impronta en el conocimiento
científico de manera contundente y logra transformar la realidad y los hechos que se
desarrollan en ese entorno; por lo tanto, la objetividad científica tiene un giro desde una
Universalidad hacia una Culturalidad.

En definitiva, la racionalidad positivista puede trascender, mediante una


intervención consciente, desde un cientificismo de verdades absolutas universales hacia
un cientificismo enmarcado en un cierto entorno sociocultural, a lo cual se está
denominando, postpositivista.

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