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En estos días, fue noticia el intercambio que la empresa Amazon, a través de su Comunity
Manager (administrador de redes) mantuvo con un usuario residente en las Islas Malvinas.
Interesado éste en un servicio que la empresa brindaba en promoción a los habitantes del
Reino Unido que le había sido denegado en razón del domicilio, la empresa le manifestó que
según su interpretación, Malvinas o Falkands no son parte de aquél.
Y luego tenemos los territorios británicos de ultramar, que son colonias aún no independizadas
o que han votado mantenerse bajo la administración del Reino Unido. No tienen
representación en el Parlamento, poseen diversos estatutos en cuanto a su condición de
nacionales o ciudadanos, manejan diversas magnitudes monetarias y 10 de estas 14, están en
la lista del Comité Especial de Descolonización de la ONU. Es útil la definición que da de ellos la
Unión Europea, una demostración de su hipocresía para intentar conjugar atavismos y su
presunta superación; pues a pesar de autoproclamarse modernos paladines del Estado de
Derecho, admiten estas figuras y en lo que refiere a Malvinas, apoyaron al Reino Unido en
1982 con un embargo de armas, prohibición de importaciones y respaldaron a Thatcher
(incluso con emplazamientos a la Argentina para que retire tropas de las islas). Dice la UE que
los TU dependen constitucionalmente de cuatro Estados Miembros (Dinamarca, Francia,
Holanda y RU). Los nacionales de esos territorios son ciudadanos europeos; pero estos
espacios no forman parte del territorio o jurisdicción europea. No son objeto directamente de
la legislación pero se benefician del estado de “asociados” que les otorga el Tratado de Lisboa.
El objeto de estas medidas, siempre según las páginas oficiales de la UE es contribuir a su
desarrollo económico y social (21 en total, entre ellos los 14 los del Reino Unido -hoy en
proceso de salida de la UE-). Para poner ejemplos, citamos Aruba (Holanda) Polinesia Francesa
o Groenlandia (Dinamarca).
Las diversas notas que pueden encontrarse, particularmente a partir del trigésimo aniversario
de la guerra librada en 1982, refieren a hechos de significancia histórica como la
desclasificación de archivos de la época, que mostrarían que el gobierno británico pudo haber
ignorado señales ciertas emitidas desde la embajada en Buenos Aires sobre un inminente
desembarco argentino (lo que justifica la renuncia del canciller Carrington a tres días del
desembarco), a la vez de mostrar que Reino Unido contó con valioso soporte en el Chile de
Pinochet, incluso con visitas de oficiales de alto rango a Londres (de incógnito) en pleno
conflicto.
Otras notas de BBC ponen cierto color sobre la situación actual de Malvinas: una familia galesa
que decidió vender su granja (una isla del archipiélago) porque las dificultades para sostenerla,
los avances en la tarea de retirar minas en los campos que aún quedan bajo esa condición (y
en tal caso si es razonable hacerlo o mantener su inaccesibilidad al humano al estar
delimitados), las opiniones de los británicos sobre las islas (partiendo del gran apoyo popular
que tuvieron), que si bien muestran que el público sigue apoyando en términos generales la
presencia británica en estos territorios, un significativo sector de los consultados no tiene una
posición sobre el tema (entre el 24 y el 30% según diferentes encuestas). También se
recuperan opiniones de los isleños en otro informe hecho en Malvinas, en contra de la
soberanía argentina que incluso indagan sobre las reales intenciones del gobierno militar de
1982. Se menciona en otro reporte el libro publicado por el uruguayo Juan Ackermann y el
argentino Alfredo Villegas llamado “Las Malvinas ¿Son uruguayas?” que desarrolla una tesis a
partir de un tratado entre España y Uruguay en 1841. La diplomacia no ha profundizado esta
línea aunque despierta indirectamente una vía de análisis: la del “estado tapón” que fue
precisamente la tesis inglesa, corporizada por el legatario británico lord Strangford, cuando
Gran Bretaña convención a Argentina y Brasil, tras el triunfo argentino en Ituzaingó (1827) de
terminar las disputas por la Banda Oriental o Provincia Cisplatina y admitir la creación del
Estado Oriental del Uruguay. ¿Explorar una “tercera vía” será política, social, logística,
económica y militarmente posible?
Dejamos para el final el escándalo en Tierra del Fuego protagonizado durante 2014, por los
entonces empleados de BBC Jeremy Clarkson, James May y Richard Hammond, cuando en el
marco de su programa The Grand Tour trajeron a la Isla Grande autos con patentes británicas
falsas, alusivas a la guerra. Se impidió por el gobierno fueguino que el programa se filme en
espacios públicos y los presentadores, repudiados, se fueron de la Isla insultando a sus
habitantes por diversas redes. Con el tiempo los tres presentadores dejaron de trabajar para la
BBC. Pero, paradójicamente, hoy son empleados de una firma que invertirá más de doscientos
millones de dólares para tenerlos entre sus programas por tres temporadas. Se trata de
Amazon (aunque se despegó de los dichos de Clarkson sobre Argentina).
Al final, dan ganas de ser Maradona y hacerles, a todos, los dos goles. Los dos.