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EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO CRISTIANO - SEMESTRE II

OBJECIONES A LA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL

1. INTRODUCCIÓN

Para [ CITATION Cha91 \l 9226 ] el pecado original está declarado bajo algunas
premisas sujetas a los efectos del pecado de Adán sobre su descendencia, es decir, la
culpa por su primer pecado que implica no solo la pérdida de la rectitud original
sobre la cual existe la posibilidad de cometer o no pecado sino la corrupción de la
naturaleza del hombre en sí; dicha corrupción es inherente al mismo. En este
sentido, el pecado original es algo que distorsiona la relación hombre – Dios y la
presencia de una gracia en la obra de regeneración.

Por otra parte, en cuanto a la naturaleza del pecado original existe diversidad de
opiniones dadas por los máximos representantes de doctrinas como la de Amselmo
que sustenta el pecado original como la pérdida de la moralidad, considerándolo
como castigo por el primer pecado de Adán. No obstante, la doctrina pelagiana basa
sus principios en la no existencia de la corrupción inherente y hereditaria, es decir,
que los hombres nacen en el mismo estado en que fue creado Adán. Negando la
naturaleza del pecado que puede ser heredado. Sin embargo, según las
declaraciones de la doctrina protestante el pecado original no es “Una corrupción
de la sustancia o esencia del alma.”

La prueba de la doctrina del pecado original tiene como argumentos: 1. La


universalidad del pecado, es decir, todos los hombres son pecadores. Y es innegable
la doctrina de las escrituras, sustentada y demostrada. Algunas citas son: Is 53:6:
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”.
Jn 1:8: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros”. 2. La Pecaminosidad de los hombres. A partir de este
argumento, toda la raza humana está totalmente depravada, aunque no significa que
todos los hombres sean en la misma medida corrompidos sino una consecuencia de
la depravación total que encierra el abandono de la santidad y aprehensiones de las
perfecciones divinas, así como nuestra relación con Dios. De igual manera, esta
corrupción en relación a su profundidad o extensión queda demostrada
primeramente por sus frutos, relacionados con los pecados del corazón y la lengua
3. Argumento en base de la experiencia del pueblo de Dios. 4. Argumento en base
de la temprana manifestación del pecado. En el momento que un niño es capaz de
acción moral, da evidencia de un carácter moral pervertido, el cual está sujeto por
una ley interior. 5. Argumento en base de la necesidad de la Redención; los hombres
necesitan de la redención mediante la sangre de Cristo para su salvación. 6.
Argumento en base de la necesidad de la regeneración; definida como la renovación
efectuada por el Espíritu Santo; el cambio de corazón llevado a cabo por el poder
del Espíritu, en el que el alma pasa de un estado de muerte a un estado de vida
espiritual. 7. Argumento en base de la universalidad de la muerte; la muerte, según
las Escrituras, es un mal penal. Puesto que, todos los hombres son castigados, y por
tanto todos los hombres son pecadores. El hecho de que todos los hombres son
castigados lo demuestra por el hecho de que todos mueren. La muerte es el castigo.

A partir de estas premisas, se realizará una investigación de las principales


objeciones a la doctrina del pecado original así como …..

2. OBJECIONES A LA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL

Tenemos pleno conocimiento de un Dios supremo que es infinito en poder,


santidad y benevolencia, así como de la existencia del pecado y la desgracia en el
mundo, no obstante comprender la relación entre la eficaz actividad interventora de
Dios y el libre albedrío de los seres racional exige mayor agudeza. De allí que
surjan las siguientes objeciones a la doctrina del pecado original.
1. La objeción de que los hombres son responsables sólo de sus actos voluntarios.

Abordar la naturaleza del pecado original basados en las escrituras y juicios


universales racionales sitúan el carácter moral de las acciones a su naturaleza, más
no a su origen. Es decir, los estados de la mente resultado de las actividades
voluntarias están plenamente sujetos al poder de la voluntad. Por ello, si fuese
íntegro no pudiera existir pecado innato.
Por consiguiente, Adán era un hombre santo porque procede de Dios, fue su
creación; pero regenerado por su poder divino, lo que explica que el alma es
pecaminosa y está aprehendida de prácticas pecaminosas aunque estás sea naturales.
La objeción a la suposición de que nada puede tener carácter moral más que los
actos voluntarios, no contraria la evidencia escrituraria de la doctrina de que los
hombres nacen en pecado; sin embargo, la dificultad está en concertar la doctrina
del pecado original y algunos elementos amparados por obligaciones morales, es
decir si el principio inicial que se tiene de que el hombre sólo puede ser responsable
de sus propias acciones negando u obviando los hechos basados no solo en las
enseñanzas de la escrituras sino en sus experiencias, lo legítimo es negar dicho
principio y no objetar los hechos que entran en conflicto con el principio
anteriormente mencionado; debido a que consideran al hombre responsable por su
carácter y como ha de ser moldeado.

2. Objeción basada en la justicia de Dios.

Que el hombre venga al mundo en estado de pecado no es consistente con la justicia


de Dios, este es el principio que se refuta.
Ahora bien, para dar contestación a dicha objeción es importante revisar
detenidamente los siguientes argumentos que intentar sustentarla; primero, todo lo
que Dios realiza tiene que estar bien, es decir que al permitir que todos los hombres
nazcan bajo pecado es porque es un acto congruente con su divinidad; además, la
doctrina de la escritura misma evidencia que los hombres nacen en pecado o en un
estado que inevitablemente conduce a disposiciones pecaminosas como parte de su
naturaleza, sin embargo, al entrar en discrepancia no solo con las enseñanzas de
la doctrina sino con un hecho providencial, objetar este principio implicaría por una
parte negar a Dios o asentir que la existencia del pecado es consistente con su
autoridad providencial.
Además, las escrituras demuestran la depravación de la naturaleza del hombre y
que el hecho de la trasgresión cometida por adán es una muestra para la humanidad
de tal principio, así la muerte espiritual en la que nacen los hombres hace parte de
la pena por su pecado. No obstante, objetar este hecho es negar el hecho mismo.
3. La doctrina presenta a Dios como autor del pecado.

La tercera objeción insta que la doctrina de la iglesia hace de Dios el autor del
pecado. Dios es el autor de nuestra naturaleza. Si nuestra naturaleza es pecaminosa,
Dios tiene que ser el autor del pecado, la falsedad en esta conclusión está
relacionada con la definición que le asignan a la palabra naturaleza, en la primera
como definición de esencia y en la segundo como disposición natural. Ciertamente
Dios es creador de nuestra esencia pero esta no es pecaminosa. Así, Dios nos hizo,
por consiguiente somos obras de sus manos y dueño del espíritu de todos los
hombres, sin embargo Él no es el responsable de las disposiciones pecaminosas.
Aunque la doctrina del pecado original no imputa a Dios de la creación del mal,
presume el abandono por parte de él al hombre desleal y aparta de los sucesores
de Adán las declaraciones de su gracia y bondad.
Aun cuando la muerte espiritual del hombre es la pena por su pecado, no constituye
a Dios como el autor del pecado, ni de la perversidad o depravación de los
inmorales.
Por tanto,
Otro punto, se basa en la transmisibilidad del carácter de padres a hijos. Es decir,
que los descendientes pueden conservar algunos rasgos ya sean físicos, sociales o
morales y ser transferidos de una generación a otra manteniendo dichas
particularidades. Así, nada hay en la doctrina de la depravación hereditaria que se
encuentre fuera de analogía con los hechos de la providencia.
4. Se dice que destruye el libre albedrío de los hombres.

De acuerdo a la doctrina del pecado original los hombres poseen el mismo grado de
libertad para pecar sujeto a la influencia de una naturaleza corrompida que la que
tienen los ángeles para actuar bajo autoridad de la naturaleza santa. Por tanto
objeta, que si nacemos con una naturaleza corrompida por la que nos vemos
inevitablemente determinados a actos pecaminosos, dejamos de ser libres en la
ejecución de tales actos, y consiguientemente no somos responsables de los mismos.
Por tanto, actuar en conformidad a su naturaleza es la única libertad que pertenece a
todo ser creado.

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