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EL REENCUENTRO

Hace algunos años en dos familias diferentes nacieron un niño y una niña, Juan y
Paula Valeria, esas familias no se conocían, los dos niños crecieron cada uno en
lugares diferentes, pero por cosas de la vida se encontraron en el colegio donde
llegaron a hacer la primaria, luego de compartir muchos momentos como compañeros
se volvieron amigos, buscaban la forma de hacer las tareas juntos, por eso sus padres
tuvieron que empezar a hablarse, luego hubo muchas oportunidades para celebrar
cumpleaños de los dos, compartir sus juguetes y sus gustos y así se volvieron amigos
por siempre. Durante 5 años estuvieron en el mismo colegio, los papás de ambos eran
de la religión católica y nunca dejaban de ir a misa los domingos, pero sobretodo los
papás de Paula le enseñaban mucho más que a Juan, ellos ayudaban mucho al
Padre de su parroquia, eran encargados de leer las lecturas de las misas, cantaban y
esto le gustaba mucho su hija, ella también aprendió a dejar el miedo de leer frente al
público y luego desde pequeña lo hacía sin problema, dirigía a sus amiguitos en los
cantos de la misa porque tenía muy buena voz y vivía muy feliz en la religión Católica
que era la que sus papás le habían enseñado, como también catequizaban a los niños
para hacer la Primera Comunión y una vez Paula fue llevada a un retiro espiritual en
donde una monjita les habló de cómo era la vida de ella, Paula desde esa vez empezó
a pensar que sería muy bonito ser como la monjita. Un día cuando ya iba terminando
quinto de primaria le dijo a los papás su idea de ser monja, los papás asombrados y a
la vez felices le dijeron que esa decisión era bonita, entonces buscaron un colegio para
que Paula hiciera su bachillerato, pero, que fuera un colegio dirigido por monjitas, pues
en esa ciudad existía un colegio donde las niñas podían ir a hacer su bachillerato pero
también empezar el camino para convertirse en monjita. A Juan también sus papás le
buscaron un colegio donde durante su bachillerato él pudiera darse cuenta qué le
gustaría ser cuando fuera grande, un día de los muchos que pudieron compartir se
contaron a donde irían cada uno a estudiar el año siguiente, Paula estuvo muy contenta
de saber que su amigo iría a esa clase de colegio, pero el niño se puso muy triste
porque a lo mejor se iban a separar por siempre o por muchos años y podían perderse
para siempre, al enterarse que Paula iría a un colegio de convento de monjitas, pues ya
estaba enterado de qué se trataba esa vida con Dios, pero él aceptó la decisión de su
amiguita.

Él estudió su bachillerato en un muy buen colegio, donde los valores son importantes y
por eso estudió muy feliz, en ese colegio les ayudaban a descubrir cuál sería su
habilidad para poder escoger lo que estudiaría en la universidad y así decidió que su
carrera sería como contador público, quería ser el contador de una empresa, estudió
incansablemente para ser un excelente profesional y luego de 5 años de vivencias,
alegrías y muchos tropiezos logró lo que tanto anhelaba, graduarse con la compañía de
sus padres, quienes durante toda su vida lo habían apoyado hasta verlo convertido en
profesional.

Luego de su grado, inició rápido su vida de trabajo, gracias a que por su buen
desempeño en la universidad le dijeron de una buena empresa que necesitaba a
alguien como él.

El primer año de trabajo fue difícil porque el jefe le dijo que solo iba a estar un tiempo
corto, que todo dependía de lo que demostrara y que ya por ese puesto habían pasado
muchos, a Juan no le gustó pero no se desanimó, pues sabía que era muy bueno en lo
que había estudiado, cada vez que el jefe quería le daba a entender que no duraría ahí
y eso lo hizo poner muy bravo, Juan le decía que él era un profesional pero el jefe no
le creía o no lo tomaba como tal y le dijo: según lo que trabaje le pagaré y el joven
aceptó, porque él sabía que le iba a ir muy bien.

Pasaron unos meses y el jefe estaba impresionado con el trabajo de Juan, casi era de
la altura suya, había logrado organizar tanto la empresa que ahí así que le dijo que tan
pronto cumpliera un año ya era un empleado más de la empresa y su contrato
cambiaría, quedando por muchos años, Juan se puso muy feliz y le contó a sus padres,
ellos muy orgullosos se pusieron tan felices que organizaron un viaje a Cartagena para
ir cuando después de un año tuviera las primeras vacaciones.
Todo lo planearon muy bien, trabajaba incansablemente y aprendía mucho más día a
día. Sus padres le colaboraban mucho en su casa, le dieron ideas para ahorrar como
ellos lo habían hecho toda la vida, él como siempre seguía su ejemplo y sus consejos y
fue así como durante esos meses de planear su primer viaje siendo profesional logró
tener el dinero suficiente para poder llevar de viaje a sus padres sin que tuvieran que
pagar ni un peso y sentir que él les estaba devolviendo al menos un poquito de tanto
que ellos hacían siempre por él.

El día llegó, su jefe le hizo firmar un contrato más pero que nunca más tendría que
cambiar, solo cuando él decidiera no estar más en esa gran empresa, también le
advirtió que debía salir a disfrutar de sus primeras vacaciones, así que junto con sus
papás se fueron a su esperado viaje y al estar ya en esa bonita ciudad lo primero que
hizo fue buscar la playa y conocer el mar, pues jamás sus padres habían podido
llevarlo a un viaje como ese, Juan miraba todo con asombro y emoción, pensaba en lo
grande que era y lo hermoso que gracias al esfuerzo de sus padres y de él ahora podía
disfrutar. En ese primer momento de estar en Cartagena, vio un grupo de monjas en la
playa dando una charla a las personas de cómo no contaminar el mar, se le hizo raro
pero él pasó desapercibido disfrutando del momento con sus padres cuando de pronto
oyó en ese grupo una voz que le pareció conocida y se acercó más, se dio la gran
sorpresa que era su gran amiga de primaria, cuando Paula Valeria lo vio, lo reconoció
al instante y se fue a saludarlo con un fuerte abrazo, la monjita emocionada contó a sus
compañeras de quien se trataba y ellas le ayudaron para que pudiera atenderle un
momento. Sonrieron y se saludaron con un gran abrazo, pues habían pasado muchos
años y otra vez por cosas de la vida se volvían a ver. Al darse cuenta los papás de
Juan se alegraron mucho y se fueron a caminar para darle espacio para que hablaran,
Juan y Paula Valeria decidieron sentarse en la playa para charlar, Juan le pidió que le
contara todo lo que él no sabía de ella desde hace tantos años y por supuesto que él le
iba a contar a ella todo lo que había vivido. Ella empezó diciendo que cuando ella
quiso conocer más de cerca a Jesús fue porque una noche había soñado que Dios
quería que ella se fuera de monjita para orar por él, y por todo el mundo, entonces ella
le contó eso a sus papás, averiguaron donde podía cumplir ese deseo y a qué edad y
encontraron el lugar que era, así que cuando se separaron ella fue a un convento en la
ciudad donde vivían, ahí duró 6 años haciendo el bachillerato y estudiando para ser
monja y después la trasladaron a Cartagena y que por eso ella estaba ahí donde ya
había pasado sus 8 últimos años como monjita de la Sabiduría ayudando en varias
parroquias de la ciudad y hogares para niños y ancianitos. Luego ella quiso que Juan
le contara qué había pasado con él en todos esos años que llevaban sin verse, él le
contó que había estudiado su bachillerato muy juicioso en un colegio donde había
descubierto su agilidad para hacer cuentas y luego tuvo la posibilidad de que sus
padres le ayudaran para poder hacer su carrera profesional y graduarse como
Contador Público, que recién que recibió su grado logró entrar a trabajar en una
empresa muy grande donde en un principio no valoraban su trabajo pero a pesar de
eso él aprovechaba para practicar todo lo que sabía y luego de algún tiempo cuando
demostró que era un gran profesional su jefe le había pedido que se quedara y que
gracias a eso ganaba lo suficiente $5.500.000 al mes, que, aunque su jefe llegó a
despreciarlo ahora eran grandes amigos y muy buenos compañeros de trabajo
después de pertenecer a esa empresa durante ya 10 años.

Luego de contarse la historia hablaron de sus edades y se dieron cuenta que ambos
tenían 31 años, uno los había cumplido el 2 de octubre y el otro el 16 de septiembre.
En sus vidas había muchas coincidencias a ambos ese año les habían celebrado muy
bien sus cumpleaños, a él su familia y a ella sus compañeras del convento. Juan
disfrutó de ese hermoso encuentro, querían seguir hablando, pero el tiempo se les
acababa, así que tuvieron que despedirse, hicieron un compromiso de no volver a
perder contacto, entonces apuntaron cada uno el número telefónico del otro y se dieron
un abrazo muy fuerte, ella prometió no dejar de orar por él y él prometió hacer lo mismo
por ella. Juan fue a buscar a sus padres al Hotel, al llegar ellos notaron en él su ánimo
y optimismo por ese encuentro, observó muy feliz su habitación, salió al balcón y ubicó
muy cerca del grandioso mar la iglesia donde su amiga permanecía ayudando. Al otro
día desayunó con sus padres en el restaurante fino que estaba en el primer piso del
hotel, luego fueron a la playa, salieron de compras, visitaron sitios turísticos de la
ciudad, pasaban los días y se fue acabando el tiempo de permanecer allí, así que
nuevamente pensó en su gran amiga y que no podía irse sin despedirse y más cuando
ella estaba enterada de su fecha y hora de viaje de regreso. Junto con sus padres
ubicaron el lugar donde ella vivía y fueron a buscarla, cuando llegaron al lugar, Juan se
sorprendió, pues había varias personas a la entrada del convento con maletas como si
fueran de viaje, pero no veía entre esas personas a su amiga, de pronto salió una joven
vestida con traje normal y esa era Paula Valeria, él le dijo: ¿Hermanita Paula por qué
no estas vestida con tu hábito de monja? ¿Y de quién son todas esas maletas?, Paula
respondió: las maletas son mías y estoy vestida así porque lo estuve pensando y ahora
que te encontré no quiero volver a perderte, ¡eres mi gran amigo! Y sé que fuera del
convento también puedo seguir sirviendo a Dios y a lo demás, Juan no estuvo de
acuerdo y le dijo que él no la iba a perderla de vista, que siempre estaría muy
pendiente de ella, pero Paula Valeria ya lo había decidido, y se devolvió con su gran
amigo a su ciudad. Los padres de Juan que siempre habían querido a Paula como su
hija, respetaron su decisión y aprovecharon el viaje para hablar mucho de la vida y de
los proyectos de ellos como familia y ahora de los proyectos de ella. Al llegar a
Villavicencio Paula Valeria dio la gran sorpresa a sus padres, pues a pesar de
permanecer lejos de ella, vivían muy felices de saber que su hija trabajaba al servicio
de Dios y tenerla con ellos los hacia aún más felices. Ella les contó de su nueva idea,
ellos se lo respetaron y apoyaron. Juan y sus padres ofrecieron su apoyo incondicional
a Valeria y se despidieron de ella. Al siguiente día ya debía regresar a su lugar de
trabajo, pasaron los días entre trabajo, familia, encuentros con Paula, fines de semana
de paseos, de ir a ver películas como los grandes amigos que nunca habían dejado de
ser a pesar de los años que estuvieron sin saber del otro.

Paula Valeria sabía que lo que no quería dejar de hacer era servir a los demás y que
nunca es tarde para estudiar, así que buscó rápido donde estudiar para continuar lo
que había aprendido en su convento, pues en tantas visitas a hospitales y clínicas
cuando era monjita sintió gusto por cuidar personas enfermas. Encontró un muy buen
lugar para estudiar Enfermería, presentó un examen en el que le fue muy bien por su
experiencia y donde luego de dos años pudo irse a continuar su trabajo, pero ahora en
un hospital. La vida de los dos continuó siendo como siempre, muy alegre, ambos muy
juiciosos y responsables con sus obligaciones. Cada uno organizándose en sus casas,
ayudando mucho a sus papás gracias a sus sueldos, la pasaban muy bien y vivían muy
felices.

Un día que estaban hablando de la vida que llevaban, de la forma como se habían
conocido desde tan pequeños, de tantos años que estuvieron sin saber el uno del otro
y de la forma como se habían vuelto a encontrar, pensaron que por qué las cosas
habían sido así, se dieron cuenta que aparte ese cariño de amigos estaban sintiendo
que no podían vivir el uno sin el otro y que podían ser novios, así se lo dijo Juan a
Paula, entonces siguieron viéndose como siempre y compartiendo muchos momentos.
Cada uno le contó a sus papás en la casa y como ya los conocían bien no hubo
problema.

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