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Queer Nation Queers Lean Esto Volante 1
Queer Nation Queers Lean Esto Volante 1
Cómo puedo decirte. Cómo puedo convencerte, hermano, hermana, de que tu vida corre peligro. De que cada día que te
despertás con vida, relativamente feliz, y como ser humano funcionante, estás cometiendo un acto de rebelión. Vos, como un
LEAN ESTO
queer con vida y en funcionamiento, sos unx revolucionarix.
No hay nada en este planeta que valide, proteja o incentive tu existencia. Es un milagro que estés de pie aquí leyendo estas
palabras. Todo indica que deberías estar muertx. No te engañes, el mundo es de las personas hetero y la única razón por la que
se te perdonó la vida es que sos inteligente, o tenés suerte, o sos unx luchadorx.
Las personas hetero tienen un privilegio que les permite hacer lo que quieran, y coger sin miedo. Pero no sólo viven una vida
sin miedo; también ostentan su libertad en mi cara. Sus imágenes están en mi TV, en la revista que compré, en el restaurante
donde quiero comer, en la calle donde vivo. Quiero que haya una moratoria sobre el casamiento hetero, sobre los bebés, sobre
las muestras públicas de afecto entre personas de sexo opuesto, y sobre las imágenes en los medios que promueven la
heterosexualidad. Hasta que pueda disfrutar de la misma libertad de movimiento y de sexualidad que tienen lxs hetero, su
privilegio debe terminar y debe ser entregado a mí y a mis hermanos y hermanas queer. Las personas hetero no harán esto
voluntariamente y por lo tanto es necesario forzarles a hacerlo. Hay que asustarles para que lo hagan. Aterrorizarles. El miedo
es la motivación más poderosa. Nadie nos dará lo que merecemos. Los derechos no se conceden, se toman, a la fuerza si es
necesario. Es más fácil luchar cuando se sabe quién es tu enemigo. Las personas heterosexuales son tu enemigo. Son tu
enemigo cuando no reconocen tu invisibilidad y continúan viviendo y contribuyendo a una cultura que te mata. Cada día unx
de nosotrxs es tomadx por el enemigo. Ya sea una muerte por sida debida a la negligencia homofóbica del gobierno, o violencia
lesbofóbica en un bar 24 horas (en un barrio supuestamente lésbico).
UN EJÉRCITO DE AMANTES NO PUEDE PERDER
Ser queer no tiene que ver con un derecho a la privacidad; se trata de la libertad de ser públicx, de simplemente ser
quienes somos. Significa luchar contra la opresión todos los días; homofobia, racismo, misoginia, la intolerancia de
lxs hipócritas religiosxs y nuestro odio hacia nosotrxs mismxs. (Se nos ha enseñado cuidadosamente a odiarnos). Y
ahora, por supuesto, significa también pelear contra un virus, y contra aquellxs mataputos que están usando el sida
para borrarnos de la faz de la tierra. Ser queer significa llevar un tipo de vida diferente. No se trata de lo mainstream,
márgenes de ganancia, patriotismo, patriarcado, o ser asimiladxs. No se trata de directorxs ejecutivxs, privilegios y
elitismo. Se trata de estar en los márgenes, definiéndonos; se trata de reventar el género y de secretos, qué hay abajo
del cinturón y bien adentro del corazón; se trata de la noche. Ser queer es “desde abajo” porque sabemos que cada
unx de nosotrxs, cada cuerpo, cada concha, cada corazón y culo y pija es un mundo de placer esperando ser explorado.
Cada unx de nosotrxs es un mundo de posibilidad infinita. Somos un ejército porque tenemos que serlo. Somos un
ejército porque somos tan poderosxs. (Tenemos tanto por lo que luchar; somos la más preciosa de las especies en
extinción). Y somos un ejército de amantes porque somos nosotrxs quienes sabemos lo que es el amor. También el
deseo y la lujuria. Nosotrxs los inventamos. Salimos del closet, enfrentamos el rechazo de la sociedad, nos
enfrentamos a pelotones de fusilamiento, sólo para amarnos lxs unxs a lxs otrxs! Cada vez que cogemos, ganamos.
Debemos pelear por nosotrxs mismxs (nadie más lo hará) y si en ese proceso logramos mayor libertad para el resto
del mundo, entonces bien. (Le hemos dado tanto a ese mundo: la democracia, todas las artes, los conceptos de amor,
filosofía, y el alma, para nombrar tan sólo algunos de los regalos de nuestras tortas y putos de Grecia antigua).
Hagamos de todo espacio un espacio gay y lésbico. Cada calle una parte de nuestra geografía sexual. Una ciudad de
anhelo y luego total satisfacción. Una ciudad y un país donde podamos estar segurxs, y libres, y más. Debemos mirar
nuestras vidas y ver lo que es mejor en ellas, ver qué es queer y qué es hetero ¡y dejar que esa cascarilla hetero se
caiga! Recuerden que hay muy, muy poco tiempo. Y yo quiero ser amante de todxs y cada unx de ustedes. El año que
viene, marchamos desnudxs.
Las hermanas fuertes dijeron a los hermanos que había dos cosas importantes para recordar sobre las revoluciones que vienen.
La primera es que nos van a patear el culo. La segunda es que vamos a ganar.
1
Estoy enojadx. Enojadx por ser condenadx a muerte por extraños que dicen, “Merecés morir” y “El sida es la cura”. La furia
erupciona cuando una mujer Republicana con miles de dólares encima en ropa y joyería pasa por las filas policiales rechinando,
sacudiendo la cabeza, entre risitas y apuntándonos el dedo como si fuéramos niñxs recalcitrantes planteando demandas
absurdas y teniendo un berrinche cuando no se cumplen. Enojadx mientras Joseph agoniza por 8000 dólares para el AZT que
podría mantenerlo vivo un poquito más y que lo deja más enfermo que la enfermedad que le diagnosticaron. Enojadx cuando
escucho a un hombre que me dice que después de cambiar su testamento cinco veces está quedándose sin gente a la que dejarle
las cosas. Todos sus mejores amigxs están muertxs. Enojadx cuando nos paramos en un mar de cuadraditos bordados en quilt,
o vamos a una marcha con velas o vamos a otro funeral más. No voy a marchar en silencio con una vela de mierda y quiero
agarrar ese maldito quilt y envolverme en él y desgarrarlo con furia y desgarrar mi pelo y maldecir a todos los dioses que la
religión alguna vez creó. Me rehuso a aceptar una creación que recorta gente en la tercera década de su vida.
Traducción: Moira Pérez, 2013
Es cruel y vil y sinsentido y todo lo que hay en mí despotrica contra el absurdo y levanto mi cara hacia las nubes y una risa entrecortada que
suena más demoníaca que alegre sale de mi garganta y corta ríos en mi cara y si esta enfermedad no me mata, quizás me muera de
frustración y ya. Mis pies patean las calles y las manos de Peter están atadas al mostrador de una empresa farmacéutica mientras la
recepcionista mira con horror y el cuerpo de Eric está tirado pudriéndose en un cementerio de Brooklyn y yo nunca más voy a escuchar a su
flauta resonar en las paredes de la casa de encuentro. Y veo a lxs viejxs en Tompkins Square Park en junio, apiñadxs en sus tapados largos
de lana para protegerse del frío que ellxs perciben que está ahí, y para agarrarse de cualquier pequeña cosa que sus vidas todavía tengan
para ofrecerles. Me acuerdo de las personas que se desnudan y se paran frente al espejo cada noche antes de irse a dormir y buscan en su
cuerpo cualquier marca que no haya estado ahí ayer. Una marca de que este flagelo les ha visitado.
Y me enojo cuando los diarios nos llaman “víctimas” y hacen sonar alarmas de que “eso” podría pronto extenderse a “la población en
general”. Y quiero gritar “¿quién carajo soy yo?”. Y quiero gritarle al Hospital de New York con sus bolsas de plástico amarillas marcadas
“sábanas de aislamiento”, “ropa infecciosa” y sus celadorxs en guantes de látex y barbijos esquivando la cama como si su ocupante fuera a
saltar de repente y empaparles con sangre y semen pasándoles la plaga a ellxs también.
Y me enojo con la gente hetero que se sientan engreídxs y envueltxs en su capa protectora de monogamia y heterosexualidad, confiadxs de
que esta enfermedad no tiene nada que ver con ellxs porque “eso” sólo le pasa a “esos”. Y los chicos adolescentes que cuando ven mi
prendedor de “Silencio=Muerte” empiezan a cantar “las maricas se van a morir” y me pregunto, ¿quién les enseñó esto? Envuelto en furia
y miedo, me quedo en silencio mientras mi prendedor se burla de mí a cada paso. Y la rabia que siento cuando un programa de televisión
sobre los quilts muestra perfiles de lxs muertxs y la lista comienza con un bebé, una chica adolescente que recibió una transfusión de sangre,
un pastor bautista mayor y su espsa y cuando finalmente muestran a un hombre gay, lo describen como alguien que a sabiendas infectó
prostitutos adolescentes con el virus. ¿Qué más podrías esperar de un puto?
Estoy enojadx.
ODIO
Odio tener que convencer a las personas hetero de que gays y lesbianas viven en una zona de guerra, que estamos rodeadxs de estallidos
de bombas que aparentemente sólo nosotrxs oimos, que nuestrs cuerpos y almas yacen en altas pilas, muertxs por el miedo, o por palizas,
o violaciones, muriendo de tristeza o enfermedad, desnudadxs de nuestra persona.
Odio a las personas heterosexuales que no pueden escuchar la bronca queer sin decir “ey, no todas las personas hetero son así. Yo también
soy hetero, sabés”, como si sus egos no recibieran suficientes caricias o protección en este mundo arrogante y heterosexista. ¡¿Por qué
nosotrxs tenemos que cuidarlxs, en medio de nuestra bronca justa nacida de su sociedad arruinada?! Por qué agregar el consuelo de “Claro,
no me refiero a vos. Vos no actuás así”. Dejemos que ellxs mismxs piensen si merecen ser incluidxs en nuestro enojo.
Pero claro, eso significaría escuchar nuestro enojo, cosa que casi nunca hacen. Lo evitan, diciendo “Yo no soy así” o “Ah mirá quién está
generalizando ahora” o “Se cazan más moscas con miel...” o “Si te enfocás en lo negativo no hacés más que ceder más poder” o “no sos la
única persona en el mundo que está sufriendo”. Dicen “No me grites a mí, yo estoy de tu lado” o “Creo que estás exagerando” o “¡QUÉ
AMARGO SOS!”.
A LXS HETERO
Nos han enseñado que lxs buenxs queer no se enojan. Nos lo enseñaron tan bien, que no sólo escondemos nuestro odio de ellxs, sino
también entre nosotrxs. LO ESCONDEMOS DE NOSOTRXS MISMXS. Lo escondemos con abuso de sustancias y suicidio y exceso de trabajo
con la esperanza de demostrar nuestro mérito. Nos dan palizas, nos apuñalan, nos disparan, nos bombardean cada vez más y seguimos
entrando en pánico cuando lxs queers enojadxs llevan carteles o pancartas que dicen DEVOLVÉ EL GOLPE [BASH BACK]. Durante la última
década, nos dejan morir en manadas e igual agradecemos al Presidente Bush por plantar un maldito árbol, lo aplaudimos por comparar a
las personas con sida con las víctimas de accidentes de auto que se niegan a usar cinturón de seguridad. PERMITÍTE ESTAR ENOJADX.
Permitíte estar enojadx porque el precio de nuestra visibilidad es la amenaza constante de violencia, la violencia anti-queer a la que
prácticamente todos los segmentos de esta sociedad contribuyen. Permitíte estar enojadx porque NO HAY NINGÚN LUGAR EN ESTE PAÍS
EN EL QUE ESTEMOS A SALVO, ningún lugar donde no seamos el blanco de odio y ataques, del odio a nosotrxs mismxs, del suicidio – del
closet. La próxima vez que una persona hetero se la agarre con vos porque estás enojadx, decíle que hasta que las cosas cambien, no
necesitás más evidencia de que el mundo gira a costa de vos. No necesitás ver solamente parejas hetero yendo al supermercado en la
televisión... No querés que se te refrieguen más fotos de bebés en la cara hasta que puedas tener o mantener a los tuyos. No más
casamientos, festejos, aniversarios, por favor, a menos que sean tus propixs hermanos y hermanas que celebran. Y decíles que no te
desechen diciendo “Ustedes tienen derechos”, “Ustedes tienen privilegios”, “Estás exagerando” o “Tenés mentalidad de víctima”. Decíles
“ALEJÁTE DE MÍ, hasta que VOS puedas cambiar”. Andáte y probá estar en un mundo sin lxs queers valientes y fuertes que son su columna
vertebral, sus tripas y cerebro y alma. Andá a decirles que se vayan hasta que hayan pasado un mes caminando de la mano con alguien de
su mismo sexo. Una vez que hayan sobrevivido a esto, entonces vas a escuchar lo que tengan para decir sobre la bronca queer.
Si no, decíles que se callen y escuchen.
Junio 1990.