Está en la página 1de 8

Protones hacen vibrar la teoría de cuerdas

Por Verenise Sánchez

Ciudad de México. 7 de agosto de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Después de


siete años de trabajo de cientos de físicos teóricos y experimentales, ingenieros y
programadores de diversos países, incluidos mexicanos, recientemente se dio a conocer
el descubrimiento del plasma de quarks y gluones, la misteriosa “sopa primordial” en
colisión de protones.

La sorpresa es que esta sopa, de la cual provenimos nosotros y toda la materia a nuestro
alrededor, y que se formó una millonésima de segundo después de la Gran Explosión
que dio origen al universo, se encontró en colisiones de protones, ya que hasta el
momento solo se había recreado en colisiones de iones pesados.

Este hallazgo, que reportó el experimento A Large Ion Collider Experiment (ALICE) del
Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) en la prestigiada
revista Nature, se suma a otras novedades que han surgido del estudio del plasma de
quarks y gluones en años recientes, incluido el hecho de que esta sopa pudiera
representar el primer acercamiento experimental de la teoría de cuerdas.

No hay verdades absolutas

En la ciencia no hay verdades absolutas. Los avances científcos que revolucionan el


conocimiento se pueden dar en cualquier parte, e incluso en aquellas que ya se creían
exploradas, lo cual quizás sea uno de los aspectos más excitantes para los científcos.

Tal es el caso del plasma de quarks y gluones (QGP, por sus siglas en inglés) que es como
una sopa caliente, en la cual los protones y neutrones de los que estamos hechos están
derretidos en sus componentes más básicos.

Producir este plasma es una verdadera hazaña porque hace falta generar temperaturas
de billones de grados, es decir, cien mil veces más altas que las que existen en el centro
del sol.
Tras décadas de esfuerzo, esto se logró con choques muy violentos de iones pesados
(normalmente núcleos de plomo o de oro), en varios colisionadores de partículas,
incluyendo el LHC.

Pero lo que recientemente sorprendió a los físicos es que se han encontrado evidencias
de que el QGP se logra producir también en algunas colisiones de protones, lo cual es
completamente extraño, ninguna teoría lo predice.

De hecho, el estudio de colisiones de protones no es una de las temáticas principales de


ALICE, incluso en la jerga de los físicos y en los pasillos del LHC se decía que los estudios
de las colisiones de protones eran estudios “de sesgo mínimo”, es decir, que no había
muchas cosas nuevas que ver ahí.

“Mira cómo son las cosas, que ALICE viene a encontrar en colisiones de protones algo
interesante (…) Y es que la ciencia es así, en donde tú piensas que ya no hay nada más
que observar, te da la sorpresa”, así lo expresó Gerardo Herrera Corral, coordinador del
grupo mexicano en el experimento ALICE.

Más de 60 mil horas de trabajo

Esta “sorpresa” no fue fácil de encontrar, ya que contrario a otros descubrimientos como
el de las ondas gravitacionales, las cuales se manifestaron en el segundo día de
operación de la nueva fase del Observatorio de Ondas Gravitacionales por
Interferometría Láser (LIGO, por sus siglas en inglés), el hallazgo del plasma de quarks y
gluones en colisiones de protones tomó siete años.

En 2010 comenzó la primera corrida del LHC, y desde entonces empezaron a tomarse
datos de las más de 600 millones de colisiones de protones por segundo que se realizan
en el experimento ALICE. Esto es un gran reto, ya que cada minuto se genera una gran
cantidad de información que luego debe ser analizada y procesada.

A fnales de 2010, las colisiones de protones aún no arrojaban indicios del plasma de
quarks y gluones. Posteriormente, toda la información que se generó en 2010 se
comparó con la de 2011 y 2012.
En 2013 y 2014, el LHC estuvo en pausa para que sus equipos y detectores fueran
reparados o actualizados. En ese lapso se añadió a ALICE el subdetector mexicano ALICE
Difractive (AD), el cual se sumó a los otros dos instrumentos mexicanos: ALICE Cosmic
Ray Detector (ACORDE) y V0. Este último fue uno de los tres (de los 19 que conforman a
ALICE) que participaron en el hallazgo del plasma de quarks y gluones en colisiones de
protones.

Fue en ese tiempo que se empezó a ver que algo interesante podía resultar; pero antes
de que la presencia del plasma de quarks y gluones se viera claramente, tuvieron que
pasar más de 60 mil horas de trabajo de cientos de científcos de todo el mundo.

En las primeras reuniones solo estaba la gente de los detectores involucrados, y en la


medida de que el análisis de los resultados se volvía más interesante y dejaba ver que
algo nuevo estaba por descubrirse, más gente del experimento se involucraba.

“Son reuniones que se vuelven discusiones muy intensas y acaloradas, en las que se
analizan todos los factores que pudieran arrojar datos erróneos. Antes de salir con la
publicación y el anuncio de un descubrimiento tan importante, se debe analizar y revisar
muchas veces todo, porque está en juego el trabajo y prestigio de cientos de científcos”,
relató Herrera Corral, quien es miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores
(SNI), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Así, después de más de 200 reuniones semanales a distancia, más de 50 mensuales y


cinco anuales, se llegó a la conclusión de que lo que realmente estaban viendo los físicos
en choques de protones era ese primitivo, denso y candente plasma de quarks y
gluones.

Eso se tenía que comunicar a través de un artículo científco, y ahí empezó otro gran
proceso de consenso, porque al ser una colaboración de cientos de científcos, la
redacción de un paper no es cosa fácil.

El reto de hacer un paper con cientos de colaboradores

Se estableció entonces un comité de cuatro personas que serían los encargados de


redactar ese artículo, que recopilaba información y gráfcas de las miles de notas
técnicas que se generaron durante los siete años.
Ya que el artículo estuvo redactado pasó a un comité de revisión de la colaboración, para
que todos los involucrados estuvieran conformes con lo que se mandaría a la editorial.
“Otra vez, son discusiones intensas; los científcos peleamos hasta el tipo de gráfcas que
se van a utilizar”, comentó Herrera Corral.

Después de este proceso de redactar y llegar a un consenso respecto al artículo


científco, por fn se procede a enviarlo a la editorial, y una vez que la editorial lo acepta
hay un embargo total de la información. Nadie puede decir nada hasta que se publica.

Una vez que la editorial lo publica y manda su comunicado de prensa, los científcos dan
conferencias a los medios de comunicación o charlas de divulgación en sus países, lo
cual no es tan común que suceda en México, ya que los investigadores mexicanos están
más enfocados en la producción científca para cumplir con los requisitos o “puntos” que
establecen los sistemas de evaluación del país.

Y cómo no preocuparse si en estos experimentos se puede trabajar hasta 15 años —en


el diseño, desarrollo e instalación de detectores— sin publicar un artículo científco. Esto
le sucedió a los primeros científcos mexicanos que empezaron a colaborar en el LHC,
como es el caso de Herrera Corral, adscrito al Centro de Investigación y de Estudios
Avanzados (Cinvestav).

No obstante, en el hallazgo del plasma de quarks y gluones en colisiones de protones,


Gerardo Herrera Corral e Ildefonso León Monzón, investigador de la Universidad
Autónoma de Sinaloa (UAS) —dos de los miembros mexicanos de la colaboración de
ALICE—, ofrecieron una conferencia de prensa en la Ciudad de México.

Los científcos estaban emocionados por dar a conocer este hallazgo y, a pesar de que
ambos investigadores tienen experiencia en la comunicación de la ciencia, resultó
complicado explicar a la prensa por qué era tan importante este descubrimiento.

Quizás lo que les faltó a los investigadores fue tiempo, porque no es sencillo explicar en
30 minutos y de forma entendible para personas que no son especialistas en física de
altas energías, todo los aspectos interesantes del QGP, incluyendo el hecho de que
podría ser la primera aproximación experimental de la teoría de cuerdas, la cual ha sido
muy criticada por ser una propuesta muy abstracta.
¿Qué es la teoría de cuerdas?

La teoría de cuerdas es una propuesta para describir el origen microscópico de la


gravedad, y propone que las partículas elementales que conocemos en la naturaleza,
vistas muy de cerca, son en realidad cuerdas vibrantes y rotantes mucho más pequeñas
que los núcleos atómicos, explicó Óscar Loaiza Brito, investigador del Departamento de
Física, de la Universidad de Guanajuato, campus León.

A muy grandes rasgos, esta teoría propone que cada frecuencia de vibración de las
cuerdas, como cada frecuencia de las cuerdas de una guitarra, corresponde a una
partícula diferente, con sus propias características.

De esta manera, las cuerdas podrían describir simultáneamente a las partículas


responsables de las cuatro fuerzas de la naturaleza: la gravedad, el electromagnetismo y
las fuerzas nucleares débil y fuerte, indicó el físico teórico especialista en teoría de
cuerdas.

Un viaje a las cinco dimensiones de Maldacena

Pero ¿cómo se relaciona esta teoría con el plasma de quarks y gluones? Pues resulta que
“muy inesperadamente, el estudio del QGP ha tenido un impacto sobre las
investigaciones en teoría de cuerdas, y viceversa”, explicó el investigador Alberto Güijosa
Hidalgo, del Instituto de Ciencias Nucleares, de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM).

“La aplicación más famosa y más ambiciosa de la teoría de cuerdas es darnos una sola
teoría que explique absolutamente todo lo que existe en el universo. Aunque hay
muchos indicios prometedores, no sabemos si esa meta se logrará o no algún día. Pero
en donde la teoría de cuerdas ya tuvo éxito es en otra aplicación muy diferente, menos
ambiciosa, donde se le utiliza como una herramienta para tratar de entender una cosa a
la vez”.

Los quarks y los gluones interactúan entre sí a través de la fuerza fuerte, llamada así
porque en muchas circunstancias de interés es muy intensa, es el “pegamento” más
fuerte del universo. El aspecto más interesante del QGP que se encuentra en los
experimentos es precisamente que la fuerza fuerte que opera entre sus constituyentes
(quarks y gluones) es muy intensa, lo cual hace imposible analizar muchas de sus
propiedades con los métodos tradicionales de la física de partículas.

No obstante, hace 20 años, el físico argentino Juan Maldacena, del Instituto para Estudios
Avanzados en Princeton, Estados Unidos, hizo un revolucionario descubrimiento
conocido como la correspondencia holográfca (o AdS/CFT), “que cambió radicalmente
nuestra comprensión de la física teórica, y entre muchas otras cosas ha permitido
estimar los valores de algunas propiedades del plasma de quarks y gluones, como por
ejemplo, su viscosidad”, indicó Güijosa Hidalgo.

“Lo que es increíble es que estos estudios han tenido cierto éxito a pesar de que el
cálculo procede traduciendo la situación de interés a otro lenguaje que a primera vista
parece totalmente distinto. En específco, después de la traducción, el QGP se convierte
en un hoyo negro que vive en más dimensiones”, señaló.

Estudiando las propiedades de ese hoyo negro, se pueden entonces hacer cálculos sobre
el plasma que serían imposibles de realizar con otras técnicas. Por ejemplo, la viscosidad
del QGP se determina calculando qué tan probable es que el hoyo negro absorba
gravitones —partículas mensajeras de la fuerza de gravedad.

“Quizás esto suena completamente absurdo, pero una y otra vez, los resultados son
cercanos a los que se extraen a partir de datos experimentales del QGP”, indicó Güijosa
Hidalgo, miembro nivel II del SNI.

¿Y la cromodinámica cuántica?

No obstante, no todo es armonioso: una limitación importante de estos estudios es que


el “diccionario” que nos proporciona Maldacena para hacer esta traducción “no lo
conocemos directamente para la teoría que sabemos que describe al QGP y a la fuerza
fuerte del mundo real, llamada cromodinámica cuántica (QCD, por sus siglas en inglés),
que es parte del modelo estándar, la teoría que describe muy exitosamente la
composición microscópica de todo lo que podemos ver en el universo”, explicó.

Pese a esta limitación, con el “diccionario” de la correspondencia holográfca se tiene


acceso a muchas teorías diferentes, y entre ellas hay algunas que son hasta cierto punto
similares a la cromodinámica cuántica.
“Los cálculos que se hacen con este método son entonces solo caricaturas burdas de los
cálculos que en realidad quisiéramos poder hacer. Pero, como es muy poco lo que
podemos entender del QGP con otras herramientas, el nivel burdo de entendimiento
que nos da la correspondencia holográfca representa un avance importante en nuestra
comprensión del tema”, mencionó.

De esta manera, los resultados aportados por la correspondencia holográfca han


servido para demostrar que, al menos en teorías vagamente similares a la QCD, en
verdad se puede tener una sopa caliente de gluones con las propiedades novedosas que
se encuentran experimentalmente para el QGP.

Los estudios del plasma de quarks y gluones siguen adelante en ALICE y en los otros
experimentos en el LHC (ATLAS, LHCb y CMS, este último también con participación
mexicana), y en cualquier momento podrían arrojar nuevas sorpresas.

Por otra parte, hay físicos teóricos tratando de construir modelos cada vez más realistas
del QGP y de otras sustancias con fuerzas intensas usando las herramientas de la
correspondencia de Maldacena, y será interesante ver hasta qué punto sus resultados
pueden seguirse aproximando a los datos experimentales.

Si bien esta correspondencia ya ha sido un avance revolucionario a nivel de física teórica,


el éxito total para la teoría de cuerdas solo se logrará en caso de que sus predicciones
puedan comprobarse con experimentos. Habrá que esperar entonces para ver si los
choques de iones pesados o de protones pueden seguir haciendo vibrar la teoría de
cuerdas.

En el experimento ALICE, colaboran más de mil investigadores provenientes de más de


37 países; de México, participan alrededor de 30 investigadores y estudiantes de
posgrado.

México jugó un papel fundamental en el hallazgo del plasma de quarks y gluones en


colisiones de protones, ya que de los 19 instrumentos que conforman a ALICE, tres
desempeñaron funciones protagónicas en este descubrimiento y de estos tres, uno es
mexicano.
Las instituciones mexicanas que participan en ALICE son: Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla (BUAP), los institutos de Ciencias Nucleares y de Física, ambos de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Cinvestav y la UAS.

También podría gustarte