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La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
permanezcan con todos ustedes. (2 Cor 13,13).
LA BIBLIA
COMO FUNDAMENTO
DE LA VIDA LITÚRGICA DE LA IGLESIA ORTODOXA 1
Por S.E.R. Metropolita Siluan Arzobispo de Buenos Aires y toda Argentina de la Iglesia
Cató lica Apostó lica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía
Fuente: https://docplayer.es/56373518-La-biblia-como-fundamento-de-la-vida-
liturgica-de-la-iglesia-ortodoxa-1-a-descripcion-de-los-libros-biblicos-liturgicos.html
La vida litú rgica es basada en la Palabra de Dios (λογική λατρεία). El Apó stol Pablo
dice: “Oraré con el espíritu, oraré con la mente, cantaré con el Espíritu, cantaré con la
mente” (1 Corintios 14:15). Si la condició n de adoració n basada en la Palabra de Dios
está omitida, si los fieles “pronuncian palabras inteligibles”, entonces somos como
aquellos que hablan "en el aire" (1 Corintios 14:9). Entonces, el culto se convierte en
una adoració n iló gica (ά λογη λατρεία), o sea no basada en la Palabra.
1
Presentación realizada en el marco del Día de la Biblia, organizado por la CEICA con la participación de la
Facultad de Teología de la UCA y del ISEDET, el viernes 14 de septiembre de 2012, en Capital Federal.
Para la lectura de la Biblia en los oficios litú rgicos, la misma no se hace a partir del
libro ú nico que llamamos "la Biblia", sino que se hace basá ndose en 4 libros
específicos:
Estos libros provienen del nivel má s elevado de textos canó nicos utilizados en la
Iglesia y surgen de su misma vida litú rgica. Esta es la fuente de las cartas antiguas
canó nicas, como la carta pascual de San Atanasio el Grande en la que se enumeraba a
todos los libros bíblicos. Cabe señ alar que el libro del Apocalipsis e importantes
pasajes del Antiguo Testamento no se leen segú n el Ordo litú rgico de la Iglesia
Ortodoxa. Si un día la Iglesia lo considera oportuno, podrá incluir lecturas bíblicas de
los mismos en su vida litú rgica.
Por otra parte, la lectura del Nuevo Testamento es casi total durante el añ o litú rgico.
Se extiende por todos los días del añ o, excepto durante la Gran Cuaresma, cuando la
lectura del Nuevo Testamento está limitada a los días litú rgicos: sá bados y domingos.
En ciertas ocasiones, el Evangelio se lee también en los oficios de las Vísperas y de los
Matutinos:
En las Vísperas del á gape del domingo de Pascua (en la que el pasaje del
Evangelio se lee habitualmente en segmentos, en distintos idiomas); en las
Vísperas de Navidad, así como de la Teofanía, y en Semana Santa.
En los Matutinos, se lee el Evangelio llamado el “evangelio de la Eothina” (o sea
el evangelio de madrugada) los días domingos, pues se conmemora a la
resurrecció n y por ello, dichas lecturas de la Eothina son 11 pasajes de los 4
evangelios que relatan las apariciones del Señ or a los discípulos después de Su
resurrecció n. De lo contrario, se lee el Evangelio relativo a las grandes fiestas
señ oriales que se celebran; o también, en caso de conmemorar a un santo, cuyo
grado de festividades alto, se lee en los Matutinos el pasaje del evangelio que le
corresponde.
El Libro de los Evangelios se coloca sobre la mesa sagrada en el altar por lo que
significa la presencia de Cristo. El Evangelio es leído por el sacerdote o el diá cono. Lo
escuchamos estando parados, porque es el mismo Jesú s que nos habla directamente.
El Evangelio se coloca siempre sobre la mesa Sagrada, con las siguientes excepciones:
El libro del Apó stol es leído por el lector. La secuencia de las lecturas comienza con el
libro de los Hechos de los Apó stoles a partir del domingo de Pascua, y luego se
continú a con la lectura de las epístolas, segú n el orden existente en la Biblia.
El libro de Profetologio o Paroimion contiene pasajes del Antiguo Testamento (la Ley
y los Profetas) que se leen en las vigilias de los días festivos (Pascua, Navidad,
Teofanía, Pentecostés...). Este libro contiene una gran parte del libro de Génesis, de
Isaías y de Proverbios, que son leídas durante la Gran Cuaresma. Ahí encontramos las
profecías que anunciaban la venida de Cristo, así como muchos episodios que
preceden y preparan todo lo que se cumple en el Nuevo Testamento. Siempre es Cristo
que buscamos en toda la Biblia.
Cabe señ alar que, en el ciclo diario de oraciones de la Iglesia Ortodoxa, todos los
oficios está n estructurados principalmente alrededor de los salmos. Cada oficio tiene
salmos fijos que forman parte del mismo. Dichos oficios se encuentran en el uso
moná stico que parroquial, y siguen esta secuencia: Hora Nona, Vísperas, Completas,
Media Noche, Matutinos, Hora Prima, Hora Tercia, Hora Sexta. 3
Con el trascurso del tiempo, el leccionario se hizo cada vez má s detallado y se llenó
lentamente con lecturas bíblicas para cada día. El leccionario (de Evangelio) má s
antiguo remota al siglo IV; de hecho, el má s antiguo fragmento de papiro de los
Evangelios que conocemos puede ser incluso de un leccionario de Evangelio, aunque
esto no se puede saber, ya que el fragmento es tan pequeñ o. Antes del siglo VIII, só lo
10 leccionarios son conocidos por nosotros, todos en forma fragmentaria. A fines del
siglo VIII, en el Monasterio Studion en Constantinopla, la Iglesia poseía un leccionario
del Nuevo Testamento con al menos una lectura del Apó stol y del Evangelio para cada
día del añ o. En 1904, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (Iglesia Ortodoxa)
autorizó un nuevo texto específico del Nuevo Testamento griego basado en estos
leccionarios, preparado por un comité patriarcal organizado para tal fin: Η Καινή
Διαθή κη, εγκρίση τη Μεγά λη του Χριστού Εκκλησία, Κωσταντινού πλη, 1904 (El
Nuevo Testamento: con la autorizació n de la Gran Iglesia de Cristo, Constantinopla,
1904). Este texto, a veces llamado la edició n Antoniades (Αντωνιά δες), sigue siendo la
base de los leccionarios del Apó stol y del Evangelio (en griego, al menos) hasta
nuestros días. Es el primer texto crítico autorizado, en base a los manuscritos, y es
anterior a la primera edició n de la serie de Nestlé. El comité patriarcal utilizó 130
manuscritos de leccionarios que se encuentran en Monte Athos, la mayoría de los
cuales datan del siglo X al siglo XIV. Esta es la época de la que el mayor nú mero de
manuscritos conservados nos ha llegado. Algunos de estos manuscritos que llegaron a
Monte Athos provienen de Constantinopla o del legado antioqueno de San Juan
Crisó stomo. Es muy interesante observar que, con la publicació n de la 26ª edició n de
Nestlé, muchas decisiones se tomaron para enmendar el texto de las ediciones
anteriores de Nestlé, y una gran parte de estas decisiones han demostrado reivindicar
texto autorizado de la Iglesia Ortodoxa (la Edició n Antoniades), y que el texto tenía las
"correctas" lecturas de hace casi un siglo atrá s.
B-LOS TEXTOS BÍBLICOS INTEGRADOS EN LOS OFICIOS
En primer lugar, hay que mencionar los Salmos, que son la base de la oració n
cristiana. Todos los oficios (las oraciones de las Horas, la liturgia eucarística, los
sacramentos) incluyen salmos, sin contar los versículos (prokimena y aleluya,
versículos de los salmos que se cantan antes y después de la lectura de las epístolas) y
fragmentos de versos insertados en todas las oraciones.
Ademá s de los Salmos, una serie de textos se encuentran integrados como partes fijas
de los oficios, a saber:
- Los cánticos bíblicos de las nueve Odas del canon de las oraciones de los
Matutinos (los cá nticos de Moisés, de Ana, de Joná s, de Daniel...).
Por otra parte, destacamos la oración de Manasés, rey de Judá , que se encuentra en
el libro de las Cró nicas (Chr. 33:13), pero el texto no aparece en las Biblias
occidentales. Es una hermosa oració n de arrepentimiento, que la Iglesia Ortodoxa ha
integrado en el oficio de las Grandes Completas que reza en la Gran Cuaresma.
He aquí un extracto:
“Tú, Señor, Dios de las potestades, no has fijado el arrepentimiento a los justo, Abraham,
Isaac y Jacob, que no han pecado contra Ti; pero Tú has fijado el arrepentimiento para
mí, yo pecador; porque mis pecados son más que las arenas del mar en número... y yo no
soy digno de mirar y fijar la vista contemplando la altura del cielo, por la multitud de
mis iniquidades... Por tanto, ahora inclino la rodilla de mi corazón, suplicando Tu
Bondad: ¡Yo he pecado, Señor, he pecado, ¡y reconozco mis iniquidades! pero
humildemente Te pido, perdóname, Señor, perdóname, y no me destruyas con mis
iniquidades”.
Esta oració n hace eco de las palabras del Señ or: "Lo que yo quiero, no es la muerte del
pecador, sino que se convierta y viva" (Ez 33:11).
Todas las oraciones de la Iglesia (la oració n eucarística, todos los sacramentos, las
oraciones de arrepentimiento, las oraciones antes de la Comunió n, las oraciones de
acció n de gracias ademá s de las oraciones en toda circunstancia) está n basadas en la
providencia de Dios para con nosotros, tal como É l nos la ha revelado, con el recuerdo
de sus promesas y lo que É l ha hecho en la historia. Estas oraciones se relacionan
estrechamente con la Biblia y está n llenas de referencias y citas de la Biblia. Eso lo
que podemos encontrar tanto el discurso del Diá cono Esteban (Hechos 7:2-53) y como
el del Apó stol Pablo (Hechos 13:16-41), donde ambos presentan la historia del
Antiguo Testamento para mostrar có mo se lleva a cabo la salvació n en Cristo.
“Pero cuando, seducido por la serpiente, Te había desobedecido a Ti, al Dios verdadero
que lo habías creado, y fue sometido a la muerte por sus propias transgresiones, lo
expulsaste, oh Dios, en Tu justa sentencia, del Paraíso a este mundo, y lo devolviste a la
tierra de la que fue tomado, preparándole ya la salvación por la regeneración en la
persona misma de Tu Cristo.”
“No has rechazado, pues, para siempre a la creatura que habías modelado, oh Bueno, ni
Te has olvidado de la obra de Tus manos, sino que, por las entrañas de Tu misericordia,
lo has visitado de distintas maneras: enviaste a los Profetas, hiciste prodigios por medio
de Tus santos que en cada generación Te complacieron, nos hablaste por la boca de Tus
siervos los Profetas, anunciándonos anticipadamente la inminencia de la salvación. Tú
has establecido la Ley como ayuda, y propuesto a ángeles como guardias.”
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, nos hablaste en la persona misma de Tu Hijo,
por medio de quien también habías hecho el universo. Él, siendo el resplandor de Tu
gloria, huella de Tu persona, sosteniendo todo con Su palabra poderosa, no usó Su
derecho de estar tratado como igual a Ti, Dios y Padre, sino, siendo Dios eterno, se
mostró en la tierra y vivió entre los hombres.”
“Se encarnó de una Virgen santa, se despojó de Sí mismo tomando forma de siervo, se
volvió conforme a nuestro cuerpo de bajeza, para hacernos conforme a la imagen de Su
gloria...”.
1. En el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento hace una lectura tipoló gica del Antiguo Testamento: los eventos
bíblicos son vistos como prefiguraciones que anuncian lo que se cumplirá en el futuro,
y lo actualizan con antelació n.
El Señ or hace una lectura tipoló gica, interpretando las escrituras. Aquí van algunos
ejemplos:
-Las Escrituras dan testimonio de Él: "Ustedes examinan las Escrituras porque
piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!" (Jn
5:39).
-El signo de Jonás: "Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y
tres noches; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la
tierra" (Mt. 12:40).
-La serpiente de bronce: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado; para que todo aquel que en Él cree, no
se pierda, más tenga vida eterna" (Jn 3:14-15).
Por otro lado, tanto el Apó stol Pablo como el Apó stol Pedro, recurren a este método
en la interpretació n de las Escrituras.
-Cristo es la roca: "Porque no quiero que ignoren, hermanos, que todos nuestros padres
estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar. En Moisés todos fueron bautizados
en la nube y en el mar. Todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la
misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía. La roca
era Cristo" (1 Cor 10:1-4).
Cabe señ alar que el Apó stol Pedro sigue la versió n de la Septuaginta al citar el Antiguo
Testamento citando al Salmo 15: 8-11. Señ alamos que la Biblia hebraica habla de
“seguridad” en lugar de “esperanza”, pero la resurrecció n es justamente una cuestió n
de esperanza, no de seguridad.
2. En la tradición patrística.
Los comentarios de los Padres de la Iglesia siguen esta lectura tipoló gica. San Juan
Crisó stomo, en su Comentario sobre Isaías2, justifica la lectura tipoló gica cuando ya
está contenida o implícita en el texto. Interpretando el Cá ntico de Isaías sobre la vid3,
Juan Crisó stomo comenta así:
"Aquí nos encontramos con otra enseñanza: la de enseñarnos cuándo y para qué
escrituras se debe recurrir a la alegoría, la de enseñarnos que no somos dueños de estas
reglas, sino que es por fidelidad al pensamiento de la Escritura que debemos usar la
explicación alegórica. He aquí lo que quiero decir: La Escritura utilizó aquí las palabras
vid, prensa, valla; sin embargo, no dejó al autor la libertad de aplicar a su criterio estos
términos a las cosas y las personas, sino que luego ella se interpretó diciendo: La viña del
Señor Sabaoth es la casa de Israel”.
3. En la himnografía bizantina.
Esta lectura tipoló gica de los Santos Padres ha pasado a la himnografía bizantina.
Tomemos, por ejemplo, un himno de la fiesta de la Anunciació n a la Virgen:
"Gabriel se presentó delante de ti, joven Virgen, para revelarle el designio de antes de los
siglos. Él te saludó diciendo: Alégrate, tierra sin siembra; alégrate, zarza ardiente;
alégrate, abismo insondable, alégrate, puente que conduce al cielo, escalera elevada que
2
Jean Chrysostome: Commentaire sur Isaïe. Sources Chrétiennes n° 304. Cerf 1983.
3
Isaías 5:1-7: "Voy a cantar a mi muy querida el cántico de mi amigo para mi viña. Mi amado tenía una viña
en una ladera fértil. La he cercado, he puesto una cerca. He plantado un viñedo de buena cepa. He
construido una torre en el centro y una prensa. Yo esperaba que pudiera dar las uvas, pero dio espinas. Y
ahora, un hombre de Judá y de Jerusalén, tú que vives será el juez entre mí y mi viña. (...) La viña del Señor de
los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá, la plántula amado. Lo esperé discernimiento y
cometido iniquidad, en lugar de la justicia, que pide a gritos".
Jacob ha visto; alégrate, vasija divina que contiene el maná; alégrate, liberación de la
maldición; alégrate, liberación de Adán, el Señor es contigo”
Señ alamos que la zarza ardiente, la vasija que contiene el maná , el arca de la alianza, la
escalera de Jacob, etc., son temas clá sicos utilizados en la himnografía de las fiestas
litú rgicas relativas a la Virgen María.
Hemos de recordar que, para la Iglesia Ortodoxa, como así también para la Iglesia
primitiva, el texto de referencia para el Antiguo Testamento no es el texto hebreo, sino
el texto griego de la Septuaginta (traducció n establecida en Alejandría en el siglo III
a.C. por los judíos de la diá spora que ya no entendían má s el hebreo). El problema no
se plantea para el Nuevo Testamento, porque el texto griego original es para todo el
mundo. San Jeró nimo (siglo V) ya había utilizado manuscritos hebreos (hoy
inexistentes) por su traducció n latina (la Vulgata), pero en los Salmos, siguió la lectura
de la Septuaginta, tanto la tradició n era fuerte.
El texto hebreo má s antiguo y completo es aquel compilado por los masoretas entre
los siglos VII y IX d.C. Pero hoy en día, gracias a los rollos del Mar Muerto descubiertos
en el siglo XX, sabemos que las versiones de la Biblia (hebreo y arameo) que se
utilizaban en la época de Cristo, y por lo tanto antes del texto masorético, eran má s
cerca de la versió n del Septuaginta.
Todas las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento (hay muchos en los
Evangelios y má s en las Epístolas) son tomadas de la Septuaginta. Cuando hay
divergencia (los casos no son raros), es la traducció n de la Septuaginta que está
considerada como traducció n inspirada.
2. Ejemplo de traducción.
Ya hemos visto el ejemplo del Salmo 15: "Mi carne descansará en esperanza".
Pero la continuació n parece muy oscura en hebreo (Is. 7:15-16): "15 Comerá
mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.16 Pero antes
que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra cuyos dos reyes tú temes
será abandonada”.
En esta versió n, y en la luz del comentario de san Juan Crisó stomo, la profecía tiene
todo su sentido. Profetizando el nacimiento virginal del Señ or (v. 14), Isaías indica el
origen divino del niñ o por nacer, lo que él confirma por el nombre Emmanuel (Dios
con nosotros). Al agregar que comerá mantequilla y miel (v. 15), habla de su
naturaleza humana. Dado que el niñ o nacido no es só lo un hombre, ni só lo Dios, sino
Dios encarnado, el profeta diversifica su discurso, hablando a veces de un aspecto, a
veces de otro. El final del v.15 y el comienzo del v.16, él indica que, contrariamente a
todo hombre que viene a este mundo, É l se apartará del mal incluso antes de
experimentarlo, es decir que, desde el principio, É l es libre de todo pecado. É l asume
la integralidad de la naturaleza humana, pero es sin pecado, como lo dijo É l mismo:
"¿Quién de vosotros me redarguye (me prueba) de pecado?" (Jn 8:46).
Así que, en resumen, los principales aspectos del misterio de la encarnació n son
anunciados: nacimiento de la Virgen; Cristo es Dios verdadero y hombre verdadero; es
el ú nico sin pecado, y es quien nos libera del pecado.
Me gustaría concluir con una reflexió n sobre una forma de oració n que es la oració n
de Jesú s, muy practicada en el mundo ortodoxo. Se trata de invocar el nombre de Jesú s
en forma reiterada segú n una expresió n breve (de ahí el nombre de la oració n
monoló gica: una sola palabra). La fó rmula habitual es: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios,
ten piedad de mí, pecador".
El principio de la invocació n continua es bíblico. El Apó stol Pablo exhorta: "Orad sin
cesar" (1 Tes 5:17). También, él afirma: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo” (Rom 10:13). El Apó stol Pedro, en su discurso de Pentecostés (Hechos
2:17-21) cita al profeta Joel (2:28-32): "Yo derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y su
hijo y sus hijas profetizarán... Así que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo".
Y, de hecho, la invocació n del Nombre del Señ or se encuentra en toda la Biblia, desde
los primeros hombres:
"A Set le nació también un hijo y le puso por nombre Enós. Por ese tiempo comenzaron
los hombres a invocar el nombre del Señor" (Génesis 4:26).
"Y se levantó David, y fue con todo el pueblo que tenía consigo, de Baala de Judá, para
hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los
ejércitos, que mora entre los querubines" (2 Samuel 6:2).
"Y en aquel día dirás: "Den gracias al Señor, invoquen Su nombre, Hagan conocer entre
los pueblos Sus obras, Hagan recordar que Su nombre es exaltado" (Is 12:4).
"Y yo invoque el nombre del Señor: Señor, libera mi alma” (Salmo 114:4).
"¿Cómo pagaré al Señor por todo lo que me ha dado? Tomaré la copa de la salvación e
invocaré el nombre del Señor” (Salmo 115:3-4).
Uno de los nombres favoritos de Dios es "Señ or": "Que sepan que tu nombre es el
Señor, Tú solo el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo 82:19). Este es el equivalente del
Tetragrá maton hebreo YHWH (YUD, Hei, Wav, je), que algunas Biblias modernas
transcribieron como "Yaveh", que los judíos se prohíben de pronunciar y que la
sustituyen por "Adonai". La Septuaginta lo tradujo como "Kyrios", que es el
equivalente de "Adonai", es decir, "el Señ or".
A partir del Nuevo Testamento, el nombre de Dios es "Jesú s". Cuando los sacerdotes
del Templo de Jerusalén piden al Apó stol Pedro en nombre de quien estaba sanando,
éste les respondió : "En el nombre de Jesucristo...... Porque no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:10-12).
En efecto, el Tetragrá maton significa "Yo soy el que soy", o "Mi nombre es Yo soy".
Esta es la respuesta de Dios a la pregunta de Moisés ante la zarza ardiente: "¿Cuá l es
tu nombre?" (Ex 3:13-14). Y Jesú s toma este nombre por su cuenta: "Antes que
Abraham fuese, yo soy" (Jn 8:58). La identificació n de Jesú s con el Dios que se reveló a
Moisés se encuentra en los íconos en la forma de las tres letras griegas en la aureola
de la cruz de Cristo: "ὁ ὤ ν", es decir: "El que es".
Los Hechos de los Apó stoles hablan de "los que invocan el nombre de Jesús" para
referirse a los cristianos (Hechos 9:14, 9:21; 19:13...). El Apó stol Pablo se dirige "a los
que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en
cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 1:2).
¿Cuá l es el punto o el propó sito de esta invocació n continua? Es para ser habitado por
Dios. La Biblia nos habla cuando habita en nosotros.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Es cierto que el tema tratado necesita ser ampliamente tratado. Sin embargo,
consideramos que el propó sito puesto al inicio de navegar en el mar de la vida
litú rgica en la Iglesia Ortodoxa y encontrar el fundamento bíblico de la misma ha sido
suficientemente presentado, a título de iniciació n a la misma.
De todo modo, es la vida litú rgica, vivida a diario, que va a revelar su fuente bíblica y la
sabiduría, discernimiento e inspiració n en la elaboració n y la compilació n de los
oficios y las oraciones de ese culto, ya milenario, en el cual adoramos a Dios Triuno y a
nuestro Señ or y Salvador Jesucristo
Bibliografía
-Rev. V. Michel Najim y el Rev. Patrick B. O'Grady, Los libros litú rgicos de la Iglesia
Cató lica Apostó lica Ortodoxa: Introducció n y uso, Iglesia Ortodoxa Antioquena de
Norteamérica, (en inglés, no editado).