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Juan aprendió sobre la virtud de la fe a través de una experiencia con sus padres en el mar. Sus padres le enseñaron que la vida es como el mar, a veces llena de olas y problemas, pero que Dios siempre está a nuestro lado como su padre estuvo junto a él en el agua. La fe es como un chaleco salvavidas que nos mantiene a flote incluso cuando no podemos sentir el piso debajo de nosotros. Con fe en Dios podemos adentrarnos en la vida con alegría, paz y libertad.
Juan aprendió sobre la virtud de la fe a través de una experiencia con sus padres en el mar. Sus padres le enseñaron que la vida es como el mar, a veces llena de olas y problemas, pero que Dios siempre está a nuestro lado como su padre estuvo junto a él en el agua. La fe es como un chaleco salvavidas que nos mantiene a flote incluso cuando no podemos sentir el piso debajo de nosotros. Con fe en Dios podemos adentrarnos en la vida con alegría, paz y libertad.
Juan aprendió sobre la virtud de la fe a través de una experiencia con sus padres en el mar. Sus padres le enseñaron que la vida es como el mar, a veces llena de olas y problemas, pero que Dios siempre está a nuestro lado como su padre estuvo junto a él en el agua. La fe es como un chaleco salvavidas que nos mantiene a flote incluso cuando no podemos sentir el piso debajo de nosotros. Con fe en Dios podemos adentrarnos en la vida con alegría, paz y libertad.
Juan era un joven, a quien en su catequesis de Confirmación se le pidió que
investigara acerca de la virtud de la FE en Dios y como está podría practicarse en su vida diaria. Al regresar a su hogar, Juan le preguntó a sus mamá y a su papá. Ellos que eran creyentes y amaban a Dios entrañablemente y a su hijo, con una inmensa emoción le dijeron a Juan: ¡Ven, llegó la hora de que conozcas el mar…! ¡Y ese fin de semana se fueron de paseo!... Estando en la playa, el papá de Juan le dijo: Hijo, toma ponte este salvavidas, dame tu mano y adentrémonos en el mar… Juan, que aún no sabía nadar y le atemorizaba la inmensidad del mar y las olas, se sintió confiado ya que su papá le tomó de la mano y le ayudó a ingresar lentamente en el agua… Una vez empezaron a sumergirse lentamente en el mar, Juan sitió la frescura del agua y la alegría de ir empapándose a medida que avanzaban. Su papá le dijo: Hijo estoy junto a ti, no temas, además tienes bien asegurado el chaleco salvavidas, ahora empieza a caminar de espaldas y vete acostando sobre el agua hasta que ya no sientas que tus pies tocan la tierra y seas consciente de que está flotando. Juan estaba feliz, se sentía sin miedo porque el chaleco le ayuda a flotar, pero más aún porque su papá estaba allí a su lado, sonriendo y ayudándole a vivir su primera experiencia en la inmensidad del mar. Cuando salieron del mar, los padres de Juan le explicaron: “Juan, en esto consiste la virtud de la FE en Dios: El MAR, representa tu VIDA, siempre inmensa y llena de sorpresas, con la frescura y a la alegría que da el tener cada día una oportunidad para disfrutarla, pero también con olas de problemas y situaciones que nos quieren atemorizar, debes vivirla, adentrarte en ella y disfrutarla procurando resolver los problemas que a diario se presenten. Tu PAPÁ, representa a DIOS, siempre está a tu lado y si tú quieres siempre vas a experimentar viva y realmente su cercanía y aun cuando te distraigas disfrutando de “flotar en la vida”, él siempre estará a tu lado, nunca te abandonará. El CHALECO, representa la FE, cuando te adentras en el mar de la vida, la FE funciona como el SALVAVIDAS, ni te percatas que de él, pero siempre aun cuando pierdas el piso y DIOS no se manifieste, la fe te salvará. Dios estará siempre cerca de ti, pero depende de que te atrevas a dar el primer paso y confíes en Él, VISTIÉNDOTE DEL CHALECO DE LA FE y arrojándote de la mano de Dios al mar de la vida, para que puedas flotar con total paz, alegría, libertad y tranquilidad.