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4 BÍBLICAS Y ORIENTALES
EDITORIAL TROTTA
El Uno
ERIK HÓRNUNG
y los Múltiples
CONCEPCIONES EGIPCIAS
DE LA DIVINIDAD
La fascinación que para la sensibilidad occidental ha
representado desde siempre la cultura del Antiguo
Egipto —una civilización que desde su más temprano
conocimiento ha despertado en Occidente un respeto
que pocas culturas ajenas han cosechado— tiene
mucho que ver seguramente con lo deslumbrante e
ininteligible de una realidad que rehuye ser descifrada
en toda su complejidad.
También en el terreno de la religión egipcia el abi
garrado y desconcertante mundo de las divinidades del
Antiguo Egipto — extraños seres de cuerpo humano y
cabeza animal que pueblan un complejo universo teo
lógico y cultual— presenta una potencia simbólica que
ha desafiado tenazmente a los egiptólogos de todos los
tiempos. A ese respecto, la egiptología ha estado carac
terizada por la controversia entre aquellos que han
considerado que la multiplicidad de los dioses egipcios
resulta un fenómeno poco compatible con el alto nivel
cultural y ético del Antiguo Egipto y quienes, al con
trario, intentan con todo descubrir un «núcleo mono-
teístico» detrás de la enorme multiplicidad de deida
des egipcias. Ésta es, en definitiva, la dialéctica en la
que El uno y los múltiples se mueve.
En esta obra — convertida a lo largo de sus más de
cuatro ediciones en un clásico de la egiptología ale
mana contemporánea— Hornung insiste en la impor
tancia de plantearse la cuestión de nuevo, retomando
el estudio de las principales fuentes antes de aventurar
cualquier valoración precipitada. Para ello el autor
ofrece una extensa investigación de los conceptos egip
cios de la divinidad, y proporciona un riguroso análi
sis de su terminología, así como un estudio de la repre
sentación y manifestación de los dioses en el Antiguo
Egipto.
El Uno y ios Múltiples
Concepciones egipcias de la divinidad
Erik Hornung
o R T R
La edición de esta obra se ha realizado con la ayuda de Inter Nationes, Bonn
Diseño
Joaquín Gallego
ISBN: 84-8164-242-8
Depósito Legal: V A -5 7 /9 9
Impresión
Simancas Ediciones, S.A.
Pol. Ind. San Cristóbal
C / Estaño, parcela 152
4701 2 Valladolid
CONTENIDO
1. Introducción histórica........................................................... 17
2. Los términos egipcios para designar la divinidad y su uti
lización ................................................................................... 33
3. Nombres y combinaciones de diosqs.................................. 65
4. Representación y manifestaciones de los dioses .............. 95
5. Características de los dioses ................................................ 133
6. Acción de la divinidad y respuesta del ser humano.......... 183
7. Ordenación y articulación del mundo divino ................... 201
8. Consideraciones finales......................................................... 231
7
PREFACIO
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
E r ik H o r n u n g
Basilea, octubre 1970
10
ABREVIATURAS
Publicaciones periódicas
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
Monografías
12
ABREVIATURAS
13
CRONOLOGÍA
15
1
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Momo: Pero tú, cara de perro, egipcio vestido de lino, ¿quién eres,;buen
hombre, o cómo pretendes ser un dios con tus ladridos? ¿O con qué pre
tensión es adorado este toro moteado de Menfis, da oráculo y tiene pro
fetas? Porque me da vergüenza hablar de los ibis, monos, machos ca
bríos y otras criaturas mucho más ridiculas, que se nos han metido, no
sé cómo, en el cielo procedentes de Egipto. ¿Cómo podéis aguantar, dio
ses, el ver que se les rinde culto tanto o más que a vosotros? O tú, Zeus,
¿cómo lo llevas cuando te ponen cuernos de carnero?
Zeus: Todo lo que estás diciendo de los egipcios es verdaderamente
vergonzoso. Sin embargó, Momo, la mayor parte de estas cosas son sim
bólicas y no debe burlarse demasiado de ellas uno que no está iniciado
en los misterios.
Momo: ¡Pues sí que necesitamos nosotros muchos misterios, Zeus,
para saber que los dioses son dioses, y las cabezas de perro, cabezas de
perro!
1. Deorum Concilium [«La asamblea de los dioses»], Obras completas III, Gredos,
Madrid, 1990, p. 205.
17
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INTRODUCCIÓ N HISTÓRICA
7. «Keiner der Gótter vergeh. Wir brauchen sie alie und jeden, jedes gelte uns noch,
jedes gestaltete Biid». Del entorno de Sonette an Orpheus, publicación postuma. Ahora en
Samtliche Werke, Insel; Frankfurt, 1955 s., II, 468 y II, 79.
8. Erman, Religión, p. 24.
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INTRO DUCCIÓ N HISTÓRICA
15. Cf. su ensayo «Des yeux du dísque solaire» [Rec. trav. 1 [1870], p. 120), que,
en general, defiende un monoteísmo solar de los egipcios.
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16. Calendrier des jours fastes et nefastes, 1870, p. 110. Pero este «dios único e in
creado» es sólo el dios de los «iniciados».
17. Notice des principaux monuments exposés dans les galeries provisoires du Mu-
sée d ’antiquités égyptiennés, 21868, p. 20 = i 1874, p. 21 («es el dios reservado al iniciado
del santuario»). :
18. «Sur la littérature religieuse des anciens Egyptiens», por primera vez en la Re-
vue Politique et Littéraire (1872), pp. 460-466, publicado de nuevo en Études de mytho
logie II (1893), pp. 445-462; allí el pasaje se encuentra en pp. 446 s. En cuanto al poste
rior cambio de opinión de Maspéro, véase más adelante.
19. Por ejemplo RHR 14 (1886), 35. Compárese también allí (pp. 44 s.) la repro
ducción de Lefébure de las opiniones de.Rougé y Chabas en las que ve una pervivencia de
las ideas de Creuzer.
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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
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INTRODUCCIÓ N HISTÓRICA
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35. Sobre todo pp. 63 s. y pp. 109 s., véase J. Leclant, RdE 15 (1963), p. 137. Con
mayor prudencia se expresa Drioton en su aportación a la colección Die ReUgionen des
alten Orients, Zürich, 1958, en la enciclopedia D er Christ in der Welt. Véase también J.
Vandier, La religión égyptienne, 1944, pp. 227-229, y la prudente crítica de R. Weill, BI-
F A O ,47 (1948), p. 140.
36. CHE I (1948), pp. 149-168; un resumen en Or 18 (1949), pp. 503 s.
37. «La religión égyptienne dans ses grandes lignes», Revue du Caire 84, pp. 3-
23, nueva edición en Drioton, Pages d ’égyptologie, 1957, pp. 77 ss. Comparar ya los co
mentarios de Drioton ASAE, 43 respecto a un monoteísmo ramésida como consecuencia
del periodo de Amarna.
28
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
dido tenía que ser por fuerza uno «para iniciados», como ya había
sido avanzado por Mariette y Budge. .■
. Aunque no han faltado voces críticas y reflexiones metodológi
cas38, la egiptología francesa más reciente ha sucumbido en gran
parte a la atracción de las formulaciones de Drioton, y la interpre
tación monoteísta de las concepciones egipcias de Dios también ha
encontrado nueva acogida fuera de Francia. En el Dictionnaire de
la Civilisation Égyptienne editado por G. Posener, S. Sauneron ha
bla sin problema alguno de un «poder divino sin nombre que esta
ría detrás de los dioses»39, y esta fórmula ha sido recogida poco
después también por la egiptología alemana. Así, E. Otto, en su en
sayo Zurrí Gottesbegriff der agyptischen Spatzeit supone que los
egipcios de la Epoca Baja habrían «experimentado las múltiples
manifestaciones de las divinidades como posibles realizaciones de
una fuerza divina anónima que les era subyacente»40.
Con mayor decisión aun ve Siegfried Morenz en los teólogos
egipcios a. precursores directos de la teología moderna alimentada
por la Revelación:
38. Por ejemplo H. Stock, Saeculum 1 (1950), pp. 631-635 (en contra de Junker y
Drioton). Véase también R. Weill (art. cit., n. 37) y S. A. B. Mercay The- Religión', o f An-
cient Egypt, 1949, para el cual ,1a religión egipcia «fue siempre politeísta, sin excepción»
(pp. 306 s.). F. Daumas, Les dieux de l’Égypte (1965 dentro de la serie Que sais-je?)^ pp.
115 ss., sigue en lo esencial a Drioton, pero niega un «monoteísmo exclusivo» para Egipto.
39. Página 90 de la edición alemana, 1960.
40. FuF, 35 (1961), p. 278.
41. Gott und Mensch, im alten Ágypten, Leipzig, 1964, p. 116. Ideas parecidas ya
en Schelling, Philosophie der Mythologie I, p. 74.
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EL U N O Y LOS M ÚLT I PLE S
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INTRO DUCCIÓ N HISTÓRICA
octubre de 1964. Ya la comisión vienesa del Libro de los Muertos proyectaba antes de la
II Guerra Mundial una obra con el título Gott und Mensch im Weltbilde der Ágypter: G.
Thausing, D er Auferstehungsgedanke in agyptischen religiósen Texten, 1943, p. VIII.
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LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA D E S IG N A R LA D I V I N I D A D
Las formas más antiguas del signo6, en parte aún de época pro-
tohistórica, pertenecen al tipo de la figura le y muestran, probable
mente, una vara con cintas. El número de cintas que se representan
claramente separadas hasta entrada la tercera dinastía varía entre
dos y cuatro. Sólo en la época, de las pirámides el signo, adquiere su
forma definitiva (fig. la), con una tira de tela en lugar de las cintas;
algunos signos ejecutados cuidadosamente permiten reconocer que
la vara entera está envuelta. Acordes con esto están las definicio
nes más modernas del signo, presentando la de Newberry la mayor
exactitud7: «una vara envuelta con una banda de tela, atada con
una cuerda, proyectándose el extremo como un faldón o banderín».
Más breves son el Wórterbuch der agyptischen Sprache («Vara que
está envuelta con paño», II 357, 12) o Gardiner8 («Paño enrollado
en una vara»).
Actualmente parece indiscutible que esta identificación más re
ciente del signo es, en principio, correcta. También los mismos egip
cios parecen haber interpretado el signo ntr en dicho sentido, aun
que los testimonios para ello procedan de la Época Baja o, como
muy pronto, de finales del Reino Nuevo, apenas antes del 1200 a.C.
En la escritura «criptográfica», una escritura jeroglífica especialmen
te hermética, se atestigua en una serie de escarabeos el valor w para
este signo, valor que Drioton9 hace derivar de wt «envolver, forrar».
Desde época muy antigua, wt, es también el título del embalsama
do^ y el término para el acto de vendar las momias. Éstas también
pueden llamarse ntrj, aunque sólo en la Época Baja (Wb II 365, 14;
véase también II, 363, 19), y el igualmente tardío papiro de signos de
Tanis explicaba el signo ntr como jw. f qrs, «está enterrado»10.
Esta relación ya la apuntó Newberry11 y la denominación de los
muertos como ntrw, «dioses», atestiguada desde antiguo, recibiría
un fondo muy concreto a la luz de estas conexiones: a causa de su
vendaje, ya documentado con anterioridad a la momificación pro-
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12. Sethe, Urgescbichte, § 10. Antes ya H. Scháfer, ZÁS 34 (1896), p. 159, nota 3
y Blackman, Rock Tombs ofM eir II (1915), p. 35.
13. «Die heilige Fahne. Zur Geschichte und Phánomenologie eines religiósen Ur-
Objektes», Tribus 4/5 (1965), pp. 13-55.
14. Desde las primeras épocas (Petri e,Royal Tombs II, iám. 3 A) aparecen dos ban
deras casi siempre acabadas en punta delante del santuario de la diosa Neith. Compárese
ahora la recopilación de G. Matthiae Scandone, OrAnt 6, 1967, pp. 145-168.
15. H. Junker, D er grosse Fylon des Tetnpels der lsis in Phila, 1958, p. 79, 9.
16. Escena de pabellón de la tumba Tebas 226, ahora colocada en la tumba de Ra
mose (n.p 55). Compárese con L. Habachi, Festscbrift für Siegfried Scbott, 1968, pp. 61
ss. con fig. 2a. Hasta ahora no parece haber una publicación en color de dicha escena. El
original muestra los tres colores en las cintas que cuelgan de las columnas del pabellón.
17. Comprobado en las escenas de pabellón de las tumbas tebanas y en las columnas
de santuarios de divinidades. Una reproducción én color en E. Otto y M. Hirmer, Osiris
und Amon, lám. III (tumba de Sennedyem). Al no haberme sido posible realizar una inspec
ción sistemática de todo el material existente, quizá se hayan dejado escapar excepciones.
18. Por ejemplo Newberry, JEA 33 (1947), p. 90, nota 2, siguiendo a A. J. Arkell,
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JEA, 19 (1933), pp. 175 s. con lám. X X X s.; Blackmann, Man 11 (1910), p. 28; M. A.
Murray, Griffilb Studies, p. 312.-315; K. Goldammerj «Die heilige Fahne...», cit, p. 19
con nota 30.
19. Una recopiláción en M. Raphael, Frehistoric Pottery, lám. XXXV I, 1. Estas ti
ras de tela también las señalan Murray y Goldammmer.
20. Las escenas de pabellón a las que remite K. Goldammer, art. cit., p. 19, se ha
llan ahora recopiladas en Vandier, Manuel IV, pp. 544 s.
21. Una gran cantidad de testimonios pertenecientes a diferentes ámbitos del vesti
do egipcio se los debo a Elisabeth Staehelin, que me señaló las cintas en los barcos y las ti
ras de tela en el culto a los muertos — sin olvidar el «paño para el sudor» en la mano de
las estatuas— . Este material merece en sí mismo una investigación y es demasiado amplio
para ser mostrado aquí.
22. En las columnas, debajo del capitel, en los «estandartes» a menudo én el centro
del asta.
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23. Amduat I, pp. 78 s., el único grupo de ejemplos para el nombre egipcio del signo.
24. Para el carácter de señal de las cintas véase M. A. Murray, Griffitb Studies,
p. 314.
25. Griffith Studiesy p. 312-315. Con esto encajaría el determinativo ocasional de
«árbol» en Amduat (nota 23).
38
L OS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA D E SIG N A R LA D I V I N I D A D
i 2 3 4 5 6 7 8 9 io n 12 17 18 19 20
Figura 3. Signos jeroglíficos. Grupo C.
Según A. H. Gardiner, Egyptian Grammar, London, 31964, p. 544.
26. Los testimonios más antiguos se hallan en la «Paleta de las ciudades» del rey
Escorpión, poco después del 3000 a.C. Una documentación temprana como ideograma en
P. Kaplony, CdE 41 (1966), p. 90.
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40
LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
.3 0 . «Versuch zur Bestimmung der Grundbedeutung des Wortes NUTR für Gott im
Altágyptischen», SBBAW (1951), cuaderno 2; para una crítica, S. Morenz, OLZ 49
(1954), pp. 123-125.
31. «He of the Poplar-Tree», Griffith Studies, 1932, pp. 314 ss.
32. Este material en una tesis doctoral aún no publicada presentada enGotinga,
1959, por R. Moftah, Die heiligen Baume im alten Ágypten.
33. F. Cálice, «Grundlagen der ágyptisch-semitischen Wortvergleichung», Beibefte
WZKM 1 (1936), p. 167. Doy las gracias a W. Vycichl por la indicación.
34. Detallado, con testimonios tardíos, E. Amélineau, Prolégoménes a l’étude de la
religión égyptienne, I, 1907, pp. 294 ss.
35. Por ejemplo Breasted, Development, p. 12; W. Westendorf, Festschrift Will,
1967, p. 203, nota 4.
41
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LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
39. Urk. IV 160, 6; 162, 17; 165. 17; Davies, The Tomb o f the Vizier Ramose,
1941, p. 4, nota 1; A. Fakhry, ASAE 42 (1943), p. 457 (Cheriuf).
40. Para ejemplos É. Drioton, ASAE 43 (1943), pp. 28 s.
41. En tres tomos como ÁgAbh 8 (1963).
42. «Kleine Beitrage zu den Inschriften der agyptischen Frühzeit», ÁgAbh 15
(1966), pp. 40 ss.
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EL U N O Y - L OS M Ú L T I P L E S
Jm ’-jb-ntr, «Dios es amable», pp. 418 s., probablemente para dos personas di
ferentes. Compárese Jm ’-jb, «La amable», como nombre de una princesa;
pp. 417 s„; otras construcciones con jm’: p. 419.
Jndw-7ttr, «Al que salva Dios»: p. 425. Compárese Jnd-n-Hnm, «Al que
Khnum ha salvado»: p. 425, y construcciones análogas con la diosa Satis y
el ka: ibid.
Jrj-ntr, «Al que crea Dios»: p. 428. Compárese Jrj-n-’htj, «Al que ha creado el
dios del horizonte»: p. 427, y en pp. 427 ss. numerosas construcciones pa
recidas con Anubis, Satis, Neith y el lea45.
Jht-ntr, «Propiedad de Dios»: p. 432. Compárese, en pp. 431 s. Jht-C% «Propie
dad del (dios) Supremo», Jbt-wc, «Propiedad del único (dios)» y construc
ciones análogas con Neith, el ka, Bá (?) y el monarca (nswt).
c’-b’u>-ntr, «Grande es el poder [según Kaplony: el prestigio] de Dios», p. 444.
Compárese c’-dnd?-Nt, «Grande es la ira (?) de Neith»: p. 445; c’-nswt,
«Grande es el rey»: p. 444, y numerosas construcciones con el sinónimo
wr, «grande»: pp. 467 ss.
43. Véase IC. Hoffmann, «Die teophoren Personennamen des alteren Ágyptens»,
UGAÁ 7/1 (1915), W. Heclc, «Zu den teophoren Eigennamen des alten Reiches», ZÁS 79
(1954), pp. 27-33.
44. Detrás del nombre y de su traducción, se indica el número de página en Ka-
píony, Inscbriften, vol. í. A menos que se indique lo contrario, la interpretación del nom
bre es literal o siguiendo el sentido de aquella de Kaplony.
45. En Jrtl-ntr-’ pp. 428 s. es dudoso si el adjetivo pertenece a ntr o constituye un
complemento al nombre completo.
44
tos TÉRMIN OS EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
c‘nb-ntr «Dios vive»: p. 454. Compárese «Ptah vive»: p. 452, «Neith vive»: p.
454, y «(Mi) ka vive»: p. 455.
Bnr(t)-ntr, nombre de mujer, «La dulzura de Dios» o «Dios es agradable»: p.
47546. Ño hay paralelos, sólo Bnr(t), «La agradable», como nombre de
mujer: p. 475.
Mrj-ntrj «Al que Dios ama»: p. 497. Numerosos parálelos en pp. 491 ss.: «Al
que Anubis ama», y análogos con Upuaut, Neith, los «dos señores»^ Re,
Khnum, Thot, el ka, el monarca y diferentes epítetos de dioses.
Nj-Cn¡2 -ntr, «Dios posee vida»: p. 513. Paralelos con Anubis, Hathor y.quizá
Sekhmet (dudoso): pp. 512 s. .
Nj-ntr-nbtj, «Dios pertenece a las dos señoras»: pp. 518 s., nombre de un prín
cipe. ntr como abstracto, «poder de Dios» (así en la traducción de Ka
plony), me parece muy inverosímil. No existen paralelos.
Nfr-ntr-wd-’nlg, «Perfecto es Dios que otorga la vida» (Kaplony: «Bondadoso
es Dios que [me] permite vivir»): p. 545. El orden de los elementos del
nombre es dudoso; en esta forma no hay paralelos, pero numerosas cons
trucciones con nfr + nombre. de divinidad (Maat, Min, Sóbele y epítetos):
pp. 541 ss.
Htp-ntr, «E>ios es rnisericordipso»: p. 593. Numerosos paralelos en pp. 586 ss.
con Anubis, Anti, Ptah, Neith, Horus, Khnum, Seshat, Satis, el ka, etc.
S’b-ntr, «A quien el dios se acerca»: p. 617. N ohay paralelos de los materiales
tempranos, pero Kaplony compara con ello el nombre real S’l?w-R‘, «Al
que Re se acerca», de la V dinastía, y el nombre abreviado S’hj, o S’bw. La
lectura me parece segura.
Sjm’-ntr, «Aquel que alegra a Dios»: p. 619, como nombre de un enano. No
hay paralelos.
Smr-nir, «Compañero de Dios»: p. 624. Kaplony presenta paralelos más re
cientes en el nombre abreviado Smr. ,
Sps-ntr, «Dios es magnífico»: p. 647; Compárese «Upuaut es magnífico», «El
ka es magnífico» y construcciones parecidas: pp. 647 s.
Sms-ntr, «Aquel, que sigue a Dios»: p. 649 (con un añadido dudoso). Cons
trucciones análogas del Dinástico Temprano con la diosa Neith y el Ka,
así como numerosos paralelos en nombres personales más recientes: pp.
649 s.
Sdj-ntr, «Al que cría (?) Dios»: p. 651 (mase.) y 652 (fem.), paralelos del Dinás
tico Temprano con el ka y (dudosos) con el dios Min: pp. 651 s.; en época
más tardía se atestigua repetidamente sdj + nombre de deidad, entonces
probablemente con el significado de «salvar, conservar»47, mientras que
aquí sería más adecuado el significado de «amamantar, criar»48, atestigua
do desde la cuarta dinastía.
Q ’j-k’-ntrj «Excelso es el lea de Dios»: pp. 653 s. Compárese «Excelsa es
Neith» y varias combinaciones más de Q ’j + nombre de divinidad de épo
cas más recientes: p. 653.
46. S. Schott, Hieroglypben. La reproducción del texto 15, n.° 14, interpreta aquí el
signo «halcón en el portaestandarte» como determinativo.
47. Según Wb IV, p. 563, documentado desde el Reino Medio1.
48. Wb IV, pp. .564 s. Véase H. Junker, Giza I 225, 11 y H. Goedicke, RdE 11
(1957), p. 160.
45
EL U N O Y L OS - M Ú L T I P L E S
49. De forma similar habría de interpretarse el discutido nombre del trono Jrj-ntr
del penúltimo rey de la primera dinastía, véase B. Grdseloff, ASAE 44 (1944), p. 287.
50. Acerca de la «Corporación» véase ¿w/ra, pp. 205 s.
51. . Sus nombres, Nejbet y Uadyet, sólo se han transmitido desde época de las pirá
mides.
46
L OS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA D E S IG N A R LA D I V I N I D A D
dos con ntr, «Dios», se encuentran otros tres que contienen el fe
menino ntrt, «diosa», con la misma falta de definición:
52. Los números de página entre paréntesis se refieren de nuevo a Kaplony, Inschriften.
47
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
53. En Kaplony, Inschriften, sólo un único ejemplo: Sh’-ntrw, «del que los dioses se
acuerdan», pp. 630 s.
54. Ibid.., pp. 1208 ss. (glosario). El nombre personal dudoso Hm(t)-ntr, ibid., p.
572, ha sido excluido de la recopilación anterior.
55. La bibliografía más importante, en E. Hornung, Einfübrung in die Ágyptologie,
§20.
48
LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
A quien Dios ama, ése es uno que escucha (=. obedece); pero no pue-
de obedecer aquel a quien Dios odia (Ptahhotep, 19.a máxima).
Celebra la fiesta de tu Dios y repítela a su debido tiempo. Dios56 se
enfada si se olvida tal cósa [...] Del que hace esto. Dios engrandecerá su
nombre (Ani III, 3 ss.).
Mejor es una fanega que da Dios, que cinco mil [conseguidas] con
jriju ¡ticia (Amenemope, capítulo 6).
El ser humano es. barro y paja, Dios es su arquitecto. Él destruye y
construye a diario, crea mil inferiores según su gusto, convierte a mil
personas én supervisores si está en su hora de la vida. Cómo se regocija
aquel que ha alcanzado el Oeste [el reino dé los muertos] y está a salvó
en la mano de Dios (Amenemope, capítulo 25).
56. Así la traducción habitual, pero según la escritura parece referirse más bien al
plural «dioses».
57. Véase H. Brunner, Grundzüge einer Gescbichte der altagyptiscben Literatur,
1966, p. 11.
49
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
50
LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
51
El UNO Y LOS MÚLTIPLES
64. Testimonios para el primer uso, en J. Vergote, op. cit., véase Ankhsheshonk
2, x + 22 y 3, x + 4. Para el uso del sufijo, véase Ptahhotep, líns.; 118 (en la sexta máxima
citada supra, p. 48, que habla de «Dios»), 213 y 2 18; Ani 6, 9.
52
LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
65. La condición de imagen será más tarde inequívocamente una relación del mo
narca con el dios solar; véase mi aportación en O. Loretz, Die Gottebénbildlicbkeit des
Menschen, 1967, pp. 123 ss.
66. G. Posener en Les Sagesses..., cit., p. 156.
53
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
54
LOS T É R M I N O S . E G I P C IO S PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
que tampoco pueda rebatirse con todo rigor. Al descartar esta ex
plicación estamos no obstante de nuevo ante la cuestión de por qué
los textos sapienciales invocan mucho más a menudo que cualquier
otro nombre propio divino a «Dios» sin más.
Para encontrar una solución y una explicación adecuadas debe
mos partir del «lugar en la vida» que ocupaba la literatura sapien
cial entre los egipcios. Estas enseñanzas no son construcciones de
pensamiento filosóficas, no quieren hacer afirmaciones definitivas
sobre Dios, el mundo y las «últimas cuestiones», sino darle al
alumno, al que se introduce en el curso del mundo, consejos prácti
cos, instrucciones pragmáticas para su comportamiento en este
mundo. Se trata aquí de la cuestión de cómo comportarse en situa
ciones descritas con exactitud: respecto al prójimo, es decir, a los
superiores, compañeros, subordinados; pero también frente a los
dioses. Quien se mueve en los círculos del funcionariado —pues a
éste se dirigen los textos sapienciales— no sólo tendrá que ver con
su dios local, sino con multitud de deidades; misiones al servicio del
rey le pueden llevar a los distritos más alejados del país o incluso al
extranjero, al campo de acción de divinidades completamente dis
tintas* que a menudo está muy limitado geográficamente (infra.,
p. 154). Incluso la deidad principal, que respectivamente estaba en
primer plano, podía ser sustituida por otra con ocasión de un cam
bio de gobierno o de residencia dé la corte —durante el Reino Anti
guo no existió un inmutable dios principal o de corte.
Por regla general no era el panteón completo con el qué debía
tratar el funcionario egipcio oficialmente o en privado, sino con
una divinidad singular concreta que podía cambiar según las cir
cunstancias. Por ello, los textos sapienciales sólo utilizan el plural
«dioses» en contadas ocasiones, y también un nombre propio divi
no como Khnum sólo cuando se refieren a una característica especí
fica o a una acción específica de dicha deidad; por ejemplo, en el
caso de Khnum, cuando éste forma al ser humano en la rueda de al
farero. En los casos restantes recurren al término indefinido «dios»,
no para caracterizar a un Dios de orden supremo anónimo por na
turaleza, sino para utilizar un término neutral, que haga justicia a
cualquier divinidad concreta y, con ello, a cualquier situación con
creta del alumno y futuro funcionario ante una deidad.
Una afirmación como «Dios ha creado a los humanos» podía
reclamar validez general en cualquier ámbito de culto, ya se quisie
ra invocar como creador a Ptah, Re o Khnum; por el contrario
«Ptah ha creado a los humanos» hubiera sido una afirmación teo
lógica demasiado parcial, que sólo podía reclamar validez bajo de
terminadas premisas, y tanto a causa de su posición en el estado
55
EL U N O Y L O S MÚLTIPLES
69. Aiicient Egyptian Religión, p. 67: «the god with whom you haye to reckon in
the circumstances».
70. A. H. Gardiner, Ancient Egyptian Onomástica 1 ,1947, 13*.
71. G.Roeder, ASAE 52 (1954), p. 341, lín. 16: «GottThot» (Din. XIX ).
72. E. Drioton, «Máximes morales sur des scarabées égyptiens», Latomus 28
(1957), pp. 197-202. En los escarabeos publicados por Drioton en BSFE 19 (1955), pp.
59-66, se invocan por el contrario divinidades muy concretas como «señor» del portador.
56
IOS TÉRMINOS EGIPCIOS PARA D ES IG N A R LA D I V I N I D A D
57
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
dios» o «este gran dios»). Por otro lado, también habla del «dios»
cuando quiere dejar al oyente o lector mismo poner un nombre
propio concreto en el lugar del término principal ntr,, sin excluir
por ello las otras posibilidades, es decir, los demás nombres propios
divinos. •. .
Hasta ahora ningún caso concreto —tampoco los textos sapien
ciales— ha conseguido presentar la prueba de que el egipcio se hu
biera referido con «Dios» al Uno —sin todos los demás-- o siquie
ra a aquel Uno y Supremo por encima de los dioses. Por lo tanto i
nunca ha relacionado terminológicamente —al menos en época
faraónica—- ideas monoteístas con su término para la divinidad,
como se postula una y otra vez con falta de exactitud conceptual;
incluso no es posible deducir con claridad ideas henoteístas o pan-
teístas de la utilización de la palabra «dios». Este planteamiento no
toca la cuestión de si el, «Dios» de los textos sapienciales puede va
ler a partir de sus características ya como un dios con rasgos mono
teístas. Esto tendremos que examinarlo cuando nos ocupemos en el
capítulo 5 de las características de las deidades egipcias. También
quedará reservado a ese capítulo el examen de designaciones como
«el dios más grande» o «el único dios», ya que aquí sólo analiza
mos los términos básicos. Qué es realmente un ntr sólo sé podrá de
ducir después del estudio de todos sus aspectos.
58
LOS T É R M I N O S E G I P C I O S ' P A R A - DESI - G N A R L A D I V I N I D A D
za»77; por tanto no quiere limitar el término sólo a los monarcas. En
tre las interpretaciones más recientes de estas «almas», la de Zab
kar78 se acerca a la de Sethe, mientras que la de Wolf-Brinkmann79
corrobora por; el contrario la opinión de Kees y parece hacer mayor
justicia a las fuentes. Ya en los Textos de las Pirámides (§ 1689) las
«dos enéadas de dioses» parecen formar parte de las «almas» de He-
liópolis y en los Textos de los Sarcófagos se asignan dioses bien co
nocidos a las diferentes «almas»80. Donde aparecen como personas,
podemos ver en los b ’w «seres divinos» en un sentido general, que en
ocasiones se corresponden completamente con los «dioses»81.
Más antigua es otra utilización del término b ’w, que ya se pue
de atestiguar en la época arcaica y más a menudo en el Reino Anti
guo82. Aquí se hacen afirmaciones acerca de un término abstracto
b ’w y más concretamente sobre el ¿>3MAde ciertos dioses (Khnum*
Ptah, Sokaris) y diosas (Hathor, Sekhmet), además sobre el b ’w del
ka y del monarca83. Este b ’w puede «manifestarse» (hcj) y en todos
los ejemplos claros significa una influencia irradiada por la deidad
que influye sobre el devenir del mundo, al principio en un sentido
completamente positivo, más tarde cada vez más también de forma
negativa. El redactor de las Lamentaciones lpu-ur ya no siente el
b ’W del dios creador en medio de la subversión generalizada, un
jefe de expedición de la dinastía XI adjudica su éxito al 'b’w de
Min84; en el Reino Nuevo, por el contrario, el b ’w de Dios produce
una tempestad devastadora, de la que informa el rey Amosis en una
estela conmemorativa85. En la Epoca Baja b ’w designa concreta
mente la «ira» o la «furia» de una divinidad86, y en copto, final
mente, «Violencia, crimen»87.
77. En Bonnet, Reallexikón, p. 74; véase también H. ICees, Gótterglaube, pp. 188
ss. Él estado de lá cuestión lo presenta Zabkar (ver nota 75); pj}. 16 s.
78. A Study o f the Ba Concept in Ancient Egyptian Texts, 1968, pp. 15, ss.
79. Versuch einer Deutung des Begriffes «b’», anhand der Überlieferung der Früh-
zeit und des Alten Reíches, 1968, pp. 64 ss.
80. Ejemplos en Zabkar, op. cit., p. 29.
81. Así en Pyr. conjuro 2 1 7 (véase Wolf-Brinkmann, cit., p. 77) y Amduat 11, 63 (10).
82. Una recopilación en Wolf-Brinkmann, op. cit., pp. 17 ss.
83. Con seguridad en nombres de territorios {ibid., pp. 26 s.).
84. Ambos ejemplos en ibid., p. 87. En CT IV 146 m la inundación del Nilo es vista
como b ’w del dios Hapi.
85. C. Vandersleyen, RdE 19 (1967), lám. 9, lín. 14. También allí aparece «dios»
en singular indefinido.
86. A. H. Gardiner, JEA 48 (1962), p. 62, nota 3. Un ejemplo especialmente claro
en I. E. S. Edwards, Hieratic Papyri Brit. Museum IV, 1960, lám. XXIII, lín. 84 (en con
traste con htp).
87. BHY: R. Kasser, Cofnpléments au Dictionnaire Copte de Crum, 1964, p. 9 a la
derecha.
59
EL U N O Y L OS MULTIPLES
88. En los libros del Mundo Inferior, es el ba del difunto el que actúa activa y visi
blemente, por ejemplo manteniendo una conversación con el dios solar, uniéndose al sé
quito del dios o buscando el cadáver.
89. Para los Textos de las Pirámides compárese G. van der Leeuw, Godsvoorste
llingen, op. cit., pp. 27-30.
90. H. Altenmüller, Die Apotrópaia und die Gótter Mittelagypteris, I, 1965, p. 67.
91. Por ejemplo, Morenz, Gott und Mensch, p. 33: «Por eso creo que el ser huma
no ha conocido poderes antes de haber comprendido los dioses».
92. En O. Loretz, Die Gottesbildlichkeit des Menschen, 1967, pp. 137-139.
60
LOS TÉRMINOS EGIPCIOS PARA DESIGNAR LA D I V I N I D A D
Él adjetivo «divino»
93. Así G. van der Leeuw, Godsvoorstellingen, pp. 22-25, en su análisis de sbm.&n
los Textos de las Pirámides.
94. Ibid., pp. 17 ss.
95. Ejemplos a partir del Reino Nuevo los da Wb IV ;244, 7; además É. Drioton,
ASAE 44 (1944), p. 140 (Karnak, tolemaico).
96. Moret, Rituel, p. 9.
97. Pyr. 894, véase P. Kaplony, ÁgAbh 15 (1966), p. 63 con nota 238.
98. Para las deidades específicas de un lugar, por ejemplo la enéada de una capilla
de un templo: A. Gutbub, Kémi 17 (1964), p. 46, con ejemplos en nota 4.
99. Para el primer término Wb II 364, 22, el segundo en ocasiones aisladas en Ed-
wards, Hieratic Papyri (véase nota 83), p. 103 (1) de la dinastía XX I.
61
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
62
LOS T É R M I N O S EGIPCIOS PARA D E S IG N A R LA D I V I N I D A D
63
3
Generalidades
1. ZÁS 82 (1957), p. 2, junto con otras definiciones; véase también del mismo ZÁS
80 (1955), p. 86 y JNES 18 (1959), pp. 209 s.
2. Reallexikon, p. 71, con alusión a CT II 174e.
3. Gótterglaube, p. 215, similar S. Schott, ZÁS 78 (1943), p. 9; por el contrario, H.
Kees OLZ 46 (1943), p. 404, como «aquello que es de manera aún no completa»,,
65
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
66
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
10. Góttemamen. Versuch einer Lebre von der religiósen Begriffsbildung, 1896,
31948. Para los dioses especiales, pp. 75 ss.
11. Quizá aquí se podría incluir también al dios de la pesca, Khededu (Hddw, véase B.
Grdseloff, BIFAO 45 (1947), p. 181 con nota 1), si es que esta categoría tiene algún sentido.
67
EL U N O
68
Y LOS MÚLTIPLES
Figura 4. Shu separa el cielo y la tierra (Geb y Nut). Según S. Morenz, Gott und Mensch im alten Ágypten, Heideiberg, 1965, p. 131, fig. 40.
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
69
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
70
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
17. Pyr. 1081 y 1378, además el cilindro-sello MDAIK 17 (1961), pp. 80 s. (n.° XII).
18. En el templo funerario de Fiopé/Pepi II, véase G. Jéquier, Le monument funé-
raire de Pepi II, II¿ p. 47. Un testimonio de la, II dinastía (Kaplony, Inschriften I, 467) es
muy dudoso.
19. También para el Amón «rebano» el testimonio segu-ro más antiguo procede, se
gún F. Daumas (BIFAO 65 [1967], pp. 213 s.) de la época de Fiope/Pepi I. Sin embargo D.
Wildung, MDAIK 25 (1969), pp. 212-219.
20. R. Lepsius, Über den ersten agyptischen Gótterkreis, 1851, p. 17: «En ningún
lugar era tan grande la influencia de los cultos locales sobre la representación sacerdotal
de la teología general como en Egipto».
71
EL U N O Y -LO' Si M Ú L T I P L E S
72
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
Personificaciones
73
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
egyptische godin Ma-a-t, 1929, p. 77 con nota 1. Como «profetas de Maat» aparecen a
partir de la V dinastía sobre todo los visires, pero también otros funcionarios jurídicos:
W. Helclc, Beamtentitel, p. 74; W. C. Hayes, Scepter ofE gypt I, pp. 106 y 110. Este título
todavía está documentado en la dinastía X X V : J. Leclant, JNES 13 (1954), pp. 163 y 166,
nota 73 con lám. XIII.
29. N. de G. Davies, The Tomb o fT h e Vizier Ramose, lám. XXVII, abajo.
30. Tebas 4 09: Abdul Qader, ASAE 59 (1966), p. 180. Para la Maat tebana, véase
además A. Varille, «Inventaire d’objects cültuels d’un temple thébain de M aat», BIFAO
41 (1942), pp. 135 ss.
31. G. Roeder, ZÁS 61 (1926), p. 61; L. Habachi, ASAE 52 (1954), p. 488.
32. L. Habachi, ASAE 52 (1954), p. 480 con lám. X X .
33. Morenz, Gott und Mensch, p. 138.
74
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
34. CT VII 4 66. Para el enemigo (Apofis) véase infra, pp. 147 ss.
35. * H. G. Fischer presentó testimonios en ZÁS 90 (1963), p. 3 9 , notas 4-5.
36. E. Otto, ZÁS 81 (1956), p. 115 (Menfis, época tolemaica); para el culto de
Heka junto al de Sekhmet en ei tercer nomo del bajo Egipto, véase H. de Meulenaere, BI-
FAO 62 (1964), pp. 170 s.
37. Véase por lo demás A. H. Gardiner, PSBA 38 (1916), pp. 4 3-54 y 83-95.
38. Mejor así que los tradicionales «Ver» y «Oír», véase S. Schott, ZÁS 95 (1968),
pp. 55 ss.; allí también una serie de testimonios desde época ramésida hasta entrada la to
lemaica. ■
39. Saeculum 14 (1963), p. 255. Sin embargo Atum es para H. Stock (Saeculum 1
[1950], p. 622), «una especulación».
75
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
barca solar, como portavoz del dios del sol-—una función que difí
cilmente puede derivarse del término s/’40; más aún se ha alejado
Heka (o Hike) del término Jpk.% cuando es adorado por ejemplo
como dios lunar41, por no hablar de Atum y Amón con su carácter
polifacético—. Como todas las divinidades, también éstas tienen
una vida propia que no necesita estar regida por el concepto que
«personifican».
También se tiende a considerar como «personificaciones» a al
gunas de las:divinidades que obraban en el cosmos y en la naturale
za. Es cierto que en los casos del cielo y de la tierra el término y la
divinidad difieren, como ya hemos mencionado supra, p. 67, pero el
espacio aéreo «vacío» entre ellos aparece como el dios Shu (fig. 4),
una «abstracción» derivada del verbo sw, «estar vacío», que ya du
rante el Reino Antiguo tiene un importante papel en la creación del
mundo y que, como muy tarde en la Época Ramésida, se encuentra
en el centro de una veneración cultual ricamente atestiguada42.
Resulta extraño que en el panteón egipcio falten personificacio
nes de las aguas, si se exceptúan los llamados «dioses del Nilo», los
cuales personifican más bien las fuerzas nutrientes y de la fecundi
dad del agua de las inundaciones y las ofrecen al monarca. No hay
un dios del mar; sólo en el Reino Nuevo se «importa» para esto
una deidad asiática43. No se atestiguan ni un dios del Nilo (pues
faltan otros ríos en Egipto) ni divinidades de los lagos mayores
(Birket Karün, MareOtis), ¡ sino únicamente una divinidad de la
inundación del Nilo con el nombre de Hapi44, junto a la que los lla
mados «dioses del Nilo» (fig. 6) aparecen como una multitud de
genios fecundantes45. Por lo demás, las aguas están bajo la sobera
nía de dioses en forma de cocodrilo, sobre todo de Sobek (en griego
40. Quizá tenga aquí un papel la posición predominante qué es reconocida a Sia
frente, a Hu desde los Textos de las Pirámides (§ 2 6 7 f: Sia a la derecha del dios solar),
véase H. Kees, StG 19 (1966), p. 125. . . . . . . . . . .
41. Ph. Derchain en «La Lune», Sources Orientales 5 (1962), p. 51.
42. A. de Buck, Plaats en betekenis van Sjoe in de egyptische Tbeologie, 1947. Para
el nombre, véase G. Fecht, ZÁS 85 (1960), pp. 104 ss.
43. Jam (Yamm), el dios del mar, aparece sin embargo sólo en el mito del «Papiro
de Astarté», véase recientemente R. Stadelmann, Syrisch-Palástinensiscbe Gottbeiten in
Ágypten, 1967, pp. 125 ss. En un relieve; eairota de la época del rey Sahure (dinastía V)
aparece,; entre diferentes «dioses del Nilo», también una‘personificación del mar (W ’d-
ivr): L. Borchardt, Grabdenkmal des Kónigs Sa’hu-re'll, 1913, folio 30.
44. Fundamental A. de Buck, «Ori the Meaning of the Ñame H CPJ», Orientalia
Neerlandicá, 1948, pp. 1-22. Para él dios del Nilo de época grecorromana, ahora Bon-
neau, La crue du Nil, 1964, vol. 3. . . ■ .
45. Una sinopsis en Leibovitch, JNES 12 (1953), pp. 106-113. El testimonio más
antiguo ahora bajo el rey Snefru (hacia 2575-2551 a.C.): A. Fakhry, The Monuments o f
Sneferu at Dahshur II, 1, 1961, p. 106, fig. 110.
76
NOMBRES
77
Y COMBINACIONES
DE D I O S E S
Figura 6. «Dioses del Nilo». Según W. St. Smith, A History ofEgyptian Sculpture and Painting in the Oíd Kingdo¡
London, 1946, p. 183, fig. 71.
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
46. E. Edel, «Zu den Inschriften auf den Jahreszeitenreliefs der “Weltkammer” aus
dem Sonneriheiligtum des Niuserre II», NAWG 5 (1963), p. 144.
47. Adorada en el delta del Nilo, sobre todo en el nomo (16) de Mendes,además
en el tercer nomo (de Meulenaere, BIFAO 62 (1964), pp. 160 y 171) y en el Iseo de
Behbét el-Hagar (Montet, Kémi 10 [1949], p. 45). Para la determinación de la espécie de
su animal (¿Pez del género lepidotus}, antes a menudo interpretado como delfín), véase L.
Keimer, Bull. Soc. Archéol. Alexandrie 41 (1956), pp. 97-101 e I. Gamer-Wallert, «Fische
und Fischkulte im alten Ágypten», ÁgAbh 21 (1970).
48. Una sinopsis más antigua de la adoiación y proscripción de los peces en Kees,
Gótterglaube, pp. 63-69 y ahora en Gamer Wallert, art. ctt.
49. D e geboorte van Horus II, 1968, passim; los testimonios claros en Stricker son
todos de época grecorromana.
50. G. Godron, BIFAO 57 (1958), pp. 143-155. Ahora un paralelo en Kaplony,
«Inschriften Suppl.», ÁgAbh 9 (1964), p. 20 con fig. 1008.
78
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
Orion (en egipcio S¡¡o) se veía a Osiris. Los planetas se revelan a tra
vés de sus nombres como manifestaciones de Horus (excepto Venus
y Mercurio) pero sólo aparecen como personajes divinos en repre
sentaciones astronómicas. Ni siquiera al astro del amanecer y del
anochecer se le tributa veneración en el culto; tampoco a la estrella
polar (durante el Reino Antiguo temprano a Draconis), aunque tie
ne gran importancia como polo fijo del cielo y constituye la meta
para la ascensión del rey al cielo51. El gran ejército de las restantes
estrellas es para el egipcio una parábola de la multiplicidad inabar
cable52 y encarnación de las almas de los difuntos; como éstos son
considerados «dioses» en la religión egipcia más reciente, se puede
ver también a los astros como dioses y escribir la palabra «dios»
mediante una estrella (supra, p. 40).
El papiro de una cantora de Amón de la dinastía X X I (hacia el
1000 a.C.)53 contiene, junto a otras interesantes escenas, una repre
sentación única: sobre un fondo estrellado se alza una serpiente ala
da sobre dos pares de piernas, su cuerpo de serpiente acaba en la
parte anterior en una cabeza humana barbada y en la posterior en
cabeza de chacal. Es, como nos enseña el texto que la acompaña,
«Muerte, el gran dios que creó a dioses y humanos», por tanto una
personificación de la muerte como dios creador y una impresionan
te ilustración de la idea de que la muerte pertenece a las condicio
nes del mundo creado, del Ser (véase infra, p. 162). No obstante
una personificación así de la muerte como figura divina es, hasta
ahora, única para Egipto; cuando en una serie de textos se llama a
la muerte una «ladrona» que «ve pero no es vista», que, por tanto,
arranca furtiva y repentinamente a las personas a la vida54, se está
dentro del ámbito de la comparación idiomática, de la metáfora.
Igual que ocurría con la muerte, el egipcio tampoco veía como
figuras divinas otras circunstancias básicas de la existencia huma
51. R. O. Faulkner, «The King and the Star-Religion in the Pyramid Texts», JNES
25 (1966), pp. 153-161.
52. Ejemplos en R. A. Caminos, Chronicle o f Prince Osorkon, 1958, pp. 98 ss.
Quizá también «los muchos rostros que están en los cielos» (CT VI, 92 n) se refiera a las
estrellas.
53. Papiro de Henuttáui, BM 10018. Reproducción de la escena, en S. Schott,
«Zum Weltbild der Jenseitsführer des neuen Reiches», NAWG, 11 (1965), lám. 4 con
p. 165 y en Paul Hamlyn, Egyptian Mythology, London (1965), p. 26.
54. Para la muerte como «ladrona» véase H. Grapow, ZÁS 72 (1936), pp. 76 ss.;
Ph. Derchain, CdE 33 (1958), pp. 29-32; asimismo. Pap. Salt, 825, p. 177 (136); E.
F.Wente, JNES 21 (.1962), 126 (a) y 127. Es posible que en todos los casos documentados
sólo se vea como «robo» la muerte prematiira. El ensayo de G. Thausing, «Über die Per-
sonifikation des Todes», AÁA 1 (1938), pp. 215-221, trata del demonio Nbcl y se inserta
en otro contexto.
79
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
55. The Temple, o f Hibis in El Kbargeh Oasis, Part III, 1953, íáms. 21 y 33. En am
bos lugares aparecen junto a la pareja de dioses primordiales llamados «tinieblas».
56 . J. Assmann, Liturgische Lieder, p. 306 (4). Una compilación más antigua de
datos sobre Unut en Jéquier, Gonsidércitions, pp. 123 ss. (sobre todo pp. 152 s.) y Bonnet,
Reallexikon, p. 841 s.
57. E. Brunner-Traut, «Spitzmaus und Ichneumon ais Tiere des Sonnengottes»,
NAWG, 7 (1965), pp. 150 ss.
58. W. Westendorf, ZÁS 92 (1966), p. 137. Para una interpretación del animal
(¿guepardo?), ibid. y ZDMG 118 (1968), pp. 248-256, para las primeras interpretaciones
H. de Meulenaere, BiOr 7 (1950), p. 104. Al dios halcón leído antes como Anti, «aquel
con garras», ahora lo lee O. D; Berlev, Vestnik Drevnej Istorii 1 (107), 1969, pp. 3-30,
como Nemti, «caminante» (indicación de G. Posener).
80
NOMBRES, Y C O M B I N A C I O N E S DE D I O S E S
5 9 ¿ Compárese con el estudio fundamental de K. Sethe, «Amun und die acht Urgot-
ter von Hermopolis», APAW 4 (1929). Al parecer los nombres no estaban establecidos de
forma definitiva, sino que presentan un gran número de variantes.
60. Esto lo han señalado P. Barguet, L e temple d ’Amon-Ré á ICarnak, 1962, p. 20 y
Wainwright, JEA 49 (1963), pp. 21-23, mientras que Sethe creía en una primitiva proce
dencia de Amón de Hermópolis y la «ogdóada» de ese lugar.
61. Gotternamen..., cit., p. 31.
81
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
82
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
83
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
84
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
85
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
noce su nombre»; igual que el dios solar antes de ser engañado por
Isis,, el rey difunto de los Textos de las Pirámides no comparte el
conocimiento de su verdadero nombre con ningún Otro ser. Con
ello se sustrae a aquella misteriosa transferencia de fuerza con efec
to automático que nosotros designamos como «magia» y que el
egipcio llama heka (o hike). Ésta sólo puede actuar cuando son co
nocidos el nombre y la naturaleza del objeto; el conocimiento del
nombre confiere poder a aquel que se está sirviendo de la magia?8,
tanto para rechazar el daño como para ejercer coacción sobre otros
seres.
Este significado mágico del nombre ya llevó en el Reino Nuevo
a construcciones fantásticas, como las que nos son suficientemente
conocidas de los papiros mágicos helenísticos y de los textos gnósti
cos. Uno de los muchos ostraca del poblado de artesanos Deir-el-
Medina combina un relato paralelo al «ardid de Isis» —también
aquí se trata del nombre auténtico que el dios solar debe revelar a
una persona que no se nombra— con una lista de nombres de dio
ses irreales, como Hetebteni y Asembeni, que, con su fantástica
construcción formada con los elementos más diversos, ya recuer
dan a los nombres divinos mágicos del helenismo; que aquí se trata
de una categoría de nombres nueva, fuera de lo «normal», lo de
muestra la, por lo demás desconocida, denominación nr, que se les
adjunta y que quizá constituya una forma convertida en «irreal»
por metátesis de la palabra corriente rn, «nombre», aunque tam
bién despierta reminiscencias de palabras para «horror» y «protec
ción»79. Detrás de estas nuevas construcciones artificiales está segu
ramente el afán de dar a toda costa con el nombre adecuado,
aunque éste sea fantástico y extraño. También en el caso del devoto
adorador que se dirige a su dios con el mayor número de nombres
posible puede estar presente este afán de manera consciente o in
consciente.
Pero para la concepción de la divinidad es más importante la
realidad que corresponde al nombre también fuera de la magia. In
cluso para el escéptico «cansado de la vida» (líns. 36 s.), es éste lo
único que perdurará con seguridad después de la muerte; es, de ma
nera parecida a Maat, algo substancial, un «excelente alimento»
86
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
87
EL U N O Y L OS . MÚLTI PLES
Sincretismo
82. «Zum Verstándnis des Synkretismus», ZAS 75 (1939), pp. 40-52 e Id., Realle
xikon, pp. 2 3 7 ss. Después véase para la cuestión sobre todo Morenz, Religión, pp. 147
ss. y Junker, Geistesbaltung, pp. 130 ss.
83. ZAS 75 (1939), p. 45 y Reallexikon, p. 239.
84. ZÁS 75 (1939), p. 45.
85. Nombres de reyes como Raneb, «Re es (mi) señor». Paraotrosnombres perso-
88
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
nales de ésta época que tal vez estén formados con Re, véase, Kaplony, Inschriften I, 422,
555, 561 y 604.
86. S. Schott, «Le temple du Sphinx á Giza et les deux axes du monde égyptien»,
BSFE 5 3 /5 4 (1 9 6 9 ), pp. 31-41 y H. Ricke y S. Schott, Beitrage zur agyptischen Bau-
forschung 10 (1970).
87. H. W. Müller, ZÁS 91 (1964), p. 131. Compárese para esta fórmula infra, p. 177.
88. Esta formulación la presenta H. Bonnet, ZÁS 75 (1939), p. 46.
89
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
89. Bakir, ASAE 42 (1943), p. 87 con lám. IV, líns. 13 s., en un himno de finales de
la dinastía XVIII.
90. Cap. 200: Gardiner, ZÁS 42 (1905), p. 33; J. Zandee, «De Hymnen aan
Amon», OMRO 28 (1947), lám. IV, 13. La fórmula «Re mismo está unido en su cuerpo
(de Amón)» quizá quiera decir que Re está presente en Amón con toda la riqueza de su
naturaleza (como Amón-Re).
91. Ph. Derchain, Papyrus Salt, 825, pp. 35-37 y 153-156.
92. Korostovtsev, BIFAO 45 (1947), p. 158, lín. 10. Aquí pertenece también el dios
del sol como «el Unificado» en la letanía solar.
93. Sobre todo Urk. V 15, 12 ss.; ver además la glosa ibid. 88, 15 s.
90
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
94. Sexta Hora. Véase Amduat II, 124 con más bibliografía sobré la cuestión de
esta unión, que allí aún he designado equivocadamente como «sincretismo» (corregido en
Amduat II, 64). Desde entonces también Cl. Lalouette, Fideles du Soleil, pp. 52 ss.; E.
Feucht-Putz, D ie koniglichen Pektorale, pp. 1 2 3 -1 2 5 ; J. Zandee, Crossword Puzzle,
pp. 2 7 s.; L. V. Zabkar, Study o f the Ba Concept, pp. 36-39; J. Assmann, Liturgische Lie-
der, op. cit., pp. 101 ss.
95. Sólo en la dinastía X X I se encuentra en ocasiones aisladas la fórmula «Re-Osi-
ris, el dios supremo»: A. Piankoff y N. Rambova, Mythological Papyri, 1957, n.° 7, esce
nas 3 y 5.
96. Tebas 2 90, véase la reproducción en color en R. Boulanger, «Ágyptische und
altorientalische Malerei», Weltgeschichte der Malerei 2, Lausanne, 1966, pp. 28 abajo.
Para ulteriores paralelos de la escena en las tumbas 335 y 336, véase Bruyére, BIFAO III/3
(1926), p. 136 con figs. 67 y 92; para la fórmula en el Libro de los Muertos, J. Assmann,
Liturgische Lieder, pp. 101-105.
97. He dado referencias en Geschichte ais Fest, 1966, p. 24 con nota 55,
91
El UNO Y LOS MÚLTIPLES
92
NOMBRES Y COMBINACIONES DE D I O S E S
mentó en las partes que los forman, los diversos elementos pueden
entrar en combinaciones nuevas, completamente distintas, sin re
nunciar a su particularidad. ¿Es la finalidad de estáis combinaciones
una «compensación» sacerdotalmente sabia de diferentes reivindica
ciones religiosas, como suponía aún Bonnet104?, ¿se quería «igualar»
unas divinidades a otras hasta acabar en un panteísmo indefinido, de
colorido solar? Un intercambio de este tipo, que allana las diferen
cias, no es egipcio, sino más bien helenístico. El egipcio coloca las
tensiones y las consideraciones del mundo unas junto a otras y las so
porta, Amón-Re no es la síntesis de Amón y Re, sino una forma nue
va que se sitúa junto a los dos antiguos dioses. Es cierto que en éste
caso se podría, en un momento dado, justificar una «compensación»
por motivos de política religiosa (con todo lo dudoso de este méto
do), pero ¿qué sentido tendría entonces una «compensación» entre
Horus y Sotis o entre Harmakhis, Khepri, Re o Atum? En el último
ejemplo al parecer están presentes a la vez las tres formas diurnas del
dios solar juntas en la Gran Esfinge masculina (Harmakhis); Khepri
es el sol por la mañana, Re o Harakhti durante el día, Atum al ano
checer. El interlocutor humano de la divinidad —no sólo el sacerdo
te, sino el creyente en general— reconoce en la imagen divina de la
Gran Esfinge al mismo tiempo al dios solar en forma triple, en la uni
versalidad de su carrera diaria. Unida a la esfinge, que es ella misma
una manifestación del dios solar, la cuadruplicidad de los nombres y
de las figuras resulta un nuevo interlocutor del ser humano dentro de
la invocación y la veneración cultuales. Porque también para el culto
se crea algo nuevo por medio de la combinación sincrética105.
Aquí queda claro que el sincretismo no contiene de ninguna
manera una «tendencia monoteísta», sino que constituye un fuerte
contrapeso al monoteísmo mientras permanezca dentro de límites
equilibrados. Suavizá el henoteísmo, la adoración preponderante de
un dios, y evita que se convierta en monoteísmo. Porque lleva a que
no se aísle a un Unico de los demás dioses, sino que se sienta pre
sente en Amón también a Re, en Harmakhis también otras formas
del dios solar y que se las adore en el culto. Así se acentúa la con
ciencia de que el interlocutor divino del ser humano no es un
Unico, sino una multitud.
104. Reallexikon, p. 237; ver también ibid., p. 238, las «consideraciones de política
cultual». Más prudentemente E. Otto habla de «intercambio», aunque también de «unifi
cación», Saeculum 14 (1963), p. 272.
105. Según J. Spiegel, Das Werden der altagyptischen Hocbkultur, 1953, pp. 622
s., el primer elemento de la cadena expresa bajo qué figura debe ser adorado el dios en el
culto. Esto sólo tiene, como ha demostrado Junker {Geisteshaltung, pp. 131 s.) una vigen
cia limitada.
93
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
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4
Los inicios
95
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
96
REPRESENTACIÓN Y MANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
4. Por último y con cautela («La barba en punta podría indicar estatus divino»),
W. Needler, «Six Predynastic Human Figures in the Royal Ontario Museum», JARCE 5
(1966), pp. 11-17, junto con láms. V-IX.
5. Antropomorphic Figurines o f Predynastic Egypt and Neolithic Crete with Com-
parative Material from Prehistoria Near East and Mainland Greece, London, 1968 (para
la interpretación ver pp. 409 ss.). Antes ya el mismo autor en el Journal o f the Warburg
and Courtland Institutes 26 (1963), pp. 205-222 (junto con H. W. Hodges) y «Antropo
morphic Ivory Figurines from Egypt», Journal o f the Royal Anthropol. Inst. 95 (1965).
6. Esto sólo es seguro para Neith y Min, cuyo fetiche (no interpretado satisfactoria-
97
El U N O Y LOS MÚLTIPLES
mente hasta ahora) ya se encuentra en estandartes prehistóricos, igual que las flechas cru
zadas de Neith (Vandier, Manuel I, pp. 340 ss.) además de en la maza del rey «Escor
pión». Para el problema de los colosos de Min, véase infra, p. 102.
7. H. te Velde, Seth, God o f Confusion, 1967, pp. 7-12.
8. W. Kaiser, ZÁS 91 (1964), p. 119.
9. H. G. Fischer, «The Cult and Nome of the Goddess Bat», JARCE 1 (1962), pp.
7-23 y 2 (1963), pp. 50 ss. La referencia se la debo a E. Staehelin, que ha tratado a Bat y
el colgante de Bat en sus estudios sobre el vestido egipcio en el Reino Antiguo (MÁS 8
[1966]), en las pp. 128-135.
10. Véase E. Hornung, StG 20 (1967), p. 73 con nota 43.
98
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE LOS DIOSES
to de la paleta que falta. Pero parece seguro que los seres humanos
de esta época alrededor del 3000 a.C. se sentían indefensos sin un
disfraz de animal. Al parecer es aún el animal, el portador más po
deroso de influencia sobre el mundo, ampliamente superior al ser
humano en todas las cualidades. A partir de allí se explica el hecho
de que el ser humano de finales de la prehistoria viera preferente
mente las fuerzas que deciden el curso del mundo en forma de ani
males.
A principios de la época histórica esta evaluación de la forma
humana y de la superioridad de los animales ha cambiado mucho.
99
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
Los más antiguos reyes del Egipto unificado llevan aún nombres de
animal: Escorpión, Siluro (Pez-gato), Aguilucho (?), Cobra, «El que
despliega las alas» (es decir, probablemente ave rapaz); pero hacia
finales de la I dinastía, alrededor del 2800 a.C., este tipo de nombre
desaparece definitivamente. Por medio del ingente esfuerzo de sus
capacidades psíquicas y físicas, que significó la construcción de la
primera civilización, el ser humano alcanzó una nueva conciencia
de sí mismo. Ordena de forma creativa el mundo, lo somete a la so
beranía de un espíritu planificador e interpretador y ya no se siente
como el juguete de fuerzas incomprensibles. Puede que esté relacio
nado con esto el que las divinidades que adora vuelvan hacia él
cada vez más a menudo un rostro humano, que su forma originaria
de animal o cosa se humanice.
Este proceso «desde el dinamismo al personalismo»11 se desa
rrolla entre el 3000 y el 2800 a.C. A lo largo de la historia de las
religiones seguramente ha vivido muchas repeticiones y paralelos
en las culturas más dispares, pero únicamente en Egipto se deja
aprehender históricamente y atestiguar documentalmente. De la
«humanización de las fuerzas», como se llama aun más acertada
mente el proceso, surgen los primeros dioses antropomorfos, pero
al mismo tiempo se muestran otras posibilidades de representar la
humanización de manera gráfica. Desde las cabezas de vaca en la
cabecera de la paleta de Narmer, un rostro humano mira al espec
tador y el sometido «país del papiro» tiene cabeza humana; este en
cuentro personal con un país extranjero está representado por se
gunda vez en un fragmento de estela del rey Khasekhem en la II
dinastía12.
Los dioses antropomorfos más antiguos suelen llevar un cuerpo
no articulado que, con seguridad, no responde a una incapacidad
artística, sino que tiene que tener otro significado* todavía oculto.
La forma parecida de la momia no pudo ser el modelo, ya que la
momificación es varios siglos posterior; es más probable que la for
ma de momia de los difuntos, los cuales se convierten en «dioses»,
se base en la forma arcaica de los dioses antropomorfos. Una posi
ble interpretación de esta forma la buscaría yo en otra dirección, en
la limitación consciente a lo esencial, inevitable de la imagen hu-
11. Así A. Bertholet en Pro Regno pro Sanctuario, 1950, pp. 35 ss. La descripción
fundamental del estado de cosas egipcio se la debemos a K. Sethe, Urgeschichte, § § 3 0 ss.
y F. Schott, «Mythe und Mythenbildung im alten Ágypten», UGAÁ 15 (1945), pp. 88-97.
12. Quibell-Green, Hieracompolis, II, lám. 58; W. B. Emery, «Archaic Egypt»,
1961, Pelican Book; p. 100, fig. 64.
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20. Estatuas en El Cairo (Morenz, Gott und Menscb, p. 107, fig. 31), Brooklyn (H.
Frankfort, Ancient Egyptian Religión, fig. 14) y Leiden (estatua de Anherjaqtef). En relie
ve, por primera vez en las tumbas reales tebanas (Tueris — aquí lám. I— y Ramsés III).
Una Hathor con cabeza de vaca como diosa arbórea én R. Móftah, ZÁS 92 (1965), p. 44,
fig. 4 , como Hathor-Hécate aun en camafeos mágicos: Delatte-Derchain, bilailles magi-
ques gréco-égyptiennes, 1964, pp. 155 s. En época tolemaica también Isis (con cornamen
ta de vaca ya en CT I 2 1 5 b) es representatada repetidamente así.
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en una «varita mágica» del Reino Medio en Nueva York (W. C. Hayes, Scepter o f Egypt
I, p. 249, fig. 159).
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REPRESENTACIÓN Y MANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
aparece la diosa protectora del parto Heket; entre los dioses en for
ma de cocodrilo resalta Sobek (griego Suchos) y de las muchas dio
sas con forma de serpiente mencionaremos aquí sólo a la diosa de
la cosecha Renenutet, que es representada en los relieves e incluso
en la escultura de bulto redondo como serpiente25. También aquí la
larga peluca cubre la transición, pero ya comienza a dominar la im
presión de lo grotesco. Un paso más, por ejemplo hasta dioses con
cabeza de insecto, y se habría alcanzado la zona de lo siniestro o de
los ridículo.
Que aquí estaba el límite de este tipo de representaciones lo sin
tió el egipcio mismo. «El sentido para la dignidad y la medida, que
distingue siempre al egipcio y le preserva de una fantasía vulgar,
tampoco le abandona aquí» (H. Bonnet)26. Allí donde insectos,
plantas u objetos inanimados tienen parte en la naturaleza divina o
sugieren a deidades ha elegido otras maneras de representación. El
que le coloque al dios Khepri un escarabajo entero en el lugar de la
cabeza (lám. III) queda como una excepción; por regla general, esta
manifestación matutina, recién creada, del dios del sol lleva el esca
rabeo (como signo jeroglífico, «llegar a ser, surgir»,) sobre su cabe
za humana. Como la diosa Selkis lleva el escorpión, así Nefertum
lleva siempre la flor de loto, en la cual se encarna, sobre la frente.
Lo mismo vale para el trono con el que se escribe el nombre de la
diosa Isis (fig. 7), y también otras deidades llevan signos jeroglíficos
en la cabeza: Geb, el ganso; Maat, la pluma de avestruz; la diosa
del oeste, el signo para «oeste»; Neftis, su nombre completo («se
ñoría de la casa»). Aquí se borra el límite entre explicación y atribu
to, entre imagen y escritura.
Casos límite de este tipo deberían prevenir de nuevo a la hora
de entender las representaciones egipcias de los dioses como repro
ducciones de éstos. Es más acertada la propuesta de H. Franlcfort27
de entenderlas como «ideogramas» o como signos pictográficos
cargados de sentido de un meta-lenguaje (véase infra, p. 2 36). Es
cierto que los dioses pueden tomar asiento en estas representacio
nes como en cualquier imagen [infra, p. 124) pero su verdadera for
ma está «oculta», es «misteriosa», como una y otra vez resaltan los
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
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REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
30. CT VII 4 6 7 b-d. En raras ocasiones el monarca sostiene los signos de la vida y
de Ja salvación/salud en las manos (Medinet Habu, V , láms. 263, 283 A, 322, 327 y 347
A), lo que me apunta H. Brunner; además una (¿difunta?) reina de la dinastía VI (H. Go-
dicke, AgAbh 14 [1967], pp. 42 s. con fig. 4) y en el Reino Nuevo una difunta «cantora
de Amonrasonther» (Abd el Hamid Zayed, RdE 20 [1968], p 152 con lám. 8a).
111
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
En los casos de Osiris, Ptah, Min y otros dioses, todo el cuerpo de
saparece en una ajustada envoltura. En Egipto sólo aparecen desnu
dos los dioses, que son presentados como niños, como el joven
Harpócrates o el Niño Solar en la flor de loto, además de la diosa
celeste Nut31. Las deidades egipcias han escapado a los cambios de
la moda y sólo en raras ocasiones una de sus corrientes se refleja
también en el ornato de los dioses: así, en un caso aislado, encon
tramos los refinados ropajes de la dinastía XVIII, que dejan traslu
cir todas las formas del cuerpo en una diosa32/
Mayores posibilidades de diferenciación que el resto del ornato
lo ofrecen las coronas de los dioses (fig. 7). Con sus motivos icono
gráficos (plumas, cuernos, disco solar) señalan la naturaleza de su
portador y dejan al mismo tiempo hacerse visible su divinidad33.
Pero sólo en raras ocasiones una corona está ligada específicamente
a una deidad; a lo largo del tiempo observámos una creciente mez
cla y una afición a las coronas compuestas, en las que la particula
ridad del portador pasa a segundo plano ante la abundancia de sig
nos de poder divinos,
En la historia de las religiones de la humanidad nos encontra
mos con muchas posibilidades de unir a la divinidad iconográfica
mente con un atributo. A los griegos y romanos les gusta ponerle el
atributo en la mano, los hititas colocan a las divinidades sobre ani
males, que pertenecen a su naturaleza y a su imagen —una tradi
ción que puede seguirse a través de la glíptica de la época de Akkad
hasta el inicio de la civilización sumeria34-—. En las deidades meso-
potámicas es la cabeza humana la que está sobre el cuerpo animal.
En todos estos ámbitos culturales, desde la «humanización de los
poderes», los dioses aparecen como personas con forma humana, el
atributo animal, vegetal o material sirve para una identificación más
específica, y para la naturaleza de la divinidad es igual en qué forma
31. Por ejemplo en los techos de las tumbas de los reyes ramésidas. En el suelo de
sarcófagos de la Época Baja a veces también se representa desnuda a la diosa del Oeste (es
decir, Hathor), un ejemplo se encuentra en el museo antropológico de Basel.
32. M aat detrás de Osiris entronizado en la tumba de Khaemhat (Tebas 57, época
de Amenofis III).
33. Véase infra, pp. 122 s. Para las coronas en general Bonnet, Reallexikon, pp.
394 s. y Abu Bakr, TJntersucbungen über altagyptische Kronen, 1937, pero falta un estu
dio específico de las coronas reales y su evolución. 48 tipos distintos de coronas de dioses
reúne Rochemonteix, Rec. trav. 6 (1885), pp. 29 ss. con lám. II.
34. Para el testimonio más antiguo (hacia el 3200 a.C.), véase X X I Vorlaufigen Be-
richt... Uruk-Warka, 1965, lám. 19, impronta de sello en Una bula (indicación y explica
ciones de M. A. Brandes). Numerosos ejemplos de época acadia y paleóbabilónica se los
debo a R. Opificius, para Asiría y Urartü, véase H. Demircioglu, D er Gott a u f dem Stier,
1939, y H. V. Herrmann, Jahrb. Dt. Archaol. Inst. 81 (1966), pp. 92 ss.
112
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
35. Amduat II, 146 con suplemento III 65. Aquí pertenece también el adobe de par
to personificado con cabeza humana en las representaciones del juicio a los muertos.
36. Urk. 17, 11; H. Junker, Gíza XI, pp. 84 s.
37. E. Winter, Untersudmngen zu den agyptiscben Tempelreliefs in griechisch-
rómischer Zeit, 1968, pp. 76 ss.
113
114
REPRESENTACIÓN Y MANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
tual mostrará por regla general esta forma, sus sacerdotes pueden
entrar en el papel de la divinidad por medió de máscaras de animal
—Lacau incluso supuso que era en estos disfraces zoómorfos de los
sacerdotes donde estaba el origen de la figura compuesta divina38.
Pero todos estos animales, plantas y objetos que son relaciona
dos con la manifestación de los dioses no dicén nada sobre la figura
verdadera, auténtica, de una divinidad. Esta es, según todos los tex
tos, «oculta» y «misteriosa^. Según los Textos de los Sarcófagos,
sólo el difunto en poder de conocimiento puede ver la verdadera
figura divina39. Ningún egipcio pensante se habrá imaginado que
Amón era en su forma real un hombre con cabeza de carnero. Amón
es el poder divino que puede ser visto, además de muchas otras ma
neras, bajo la imagen del carnero, igual qué Hórus se revela como
aquel que es en la imagen del halcón que cubre el cielo con sus alas,
o Anubis en la imagen de un cánido negro (chacal) que merodea
entre las tumbas del desierto. Ninguna de estas imágenes muestra la
verdadera forma de una deidad y ninguna puede abarcar toda la ri
queza de su naturaleza: de ahí la oscilante iconografía de los dioses
egipcios, que solo en contadas ocasiones se establece en una forma
canónica de representación. Cada imagen es un médio imperfecto
de dar una idea de una divinidad, de caracterizarla en su naturaleza
y de diferenciarla de otras. Que es aquí donde está el sentido de la
figura compuesta, esta íntima y en general lograda fusión de atribu
to y manifestación humana y personalizada, ya lo vio Lepsius en
los principios de la egiptología:
115
El U N O Y LOS MÚLTIPLES
116
REPRESENTACIÓN Y MANIFESTACIONES DE L O S DIO SES
46. La Lítame du soleil, 1875, pp. 6 y 12Z. Según su Religión des anciens égyp-
tiens, 1906, la teología heliopolitana (p. 116) y algunos himnos solares (p. 124) tienen un
carácter panteísta.
47. Development, p. 360, además un «panteísmo nacional», pp. 312, 357 y 362.
48. Die Religión der alten Ágypter, 1890, pp. 139 y 76. También en otras ocasiones,
Wiedemann habla repetidas veces de panteísmo en ésta obra, sobre todo en pp. 166 ss.
49. «Altagyptischer Pantheismus», en Rudolf-Otto-Ehrung I, 1940, pp. 16-38
(nueva edición Aus der Welt der Religión). El ensayo es esencialmente un comentario al
pasaje 2 1 5 de los Textos de las Pirámides, pero el versículo decisivo, 147b, también se
puede entender de otra manera, como «Atüm (y) cualquier dios», y no tiene por qué refe
rirse a una identificación.
50. Reallexikon, p. 244, con ciertas limitaciones. Con razón Mercer en The Reli
gión o f Ancient Egypt, 1949, p. 308, resalta el carácter no cultual, y con ello no egipcio,
del panteísmo.
51. St. Pfürtner en volumen 8, 1963, Sp. 27.
52. Así la definición en el Lexikon für Theologie und Kirche, voz «Pantheismus».
117
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
El resultado es una fusión generalizada de las: figuras, que por lógica hu
biera tenido que conducir a un panteísmo. Esto no ha ocurrido, ya que
el egipcio no quería sacrificar la individualidad de los distintos personar
jes a pesar de su identidad53.
118
REPRESENTACIÓN Y MANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
119
El UNO Y L O S MÚLTIPLES
120
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
59. Todos los traductores recientes hasta Faulkner (1969) siguen para jbj la pro
puesta de traducción del diccionario: «oscurecerse(?)». Sin embargo, existe un participio
pasivo del verbo hwj, «golpear, azuzar, hacer olas»: compárese también la escritura con
«hombre que golpea», CT VI 177b. También sería posible la traducción de Roeder «tem-,
blar» (Urkunden zur Religión des alten Ágypten, 1915, p. 191). La mejor forma de repro
ducir el sentido sería con el «am Himmel herrscht gescháftige Bewegung», «en el cielo rei
na un movimiento presuroso», de Schiller.
60. Los ejemplos de los Textos de las Pirámides en J. S. Karig, Die Landschaftsdar-
stellung in den Privatgrabern des Alten Reiches, tesis doctoral, Gottingen, 1962, p. 146.
Véase además CT II 209d y VII 252a, Libro de las Puertas II, 75 y passim. No tenemos
que entrar aquí a considerar los innumerables paralelos en la historia, desde 1 Reyes 19,
l i s . hasta Goethe, Poetiscbe Gedanken zur Hóllenfabrt Jesu Cbristi.
61. G. E. Sander-Hansen, Die religiósen Texte a u f dem Sarg der Ancbneseneferibre,
1937, p. 126, líns. 4 08-410. Véase ya Amduat II, 103: El «camino secreto de la tierra de
Sokaris» está «lleno de llamas de fuego salidas de la boca de Isis».
121
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
Tu ba te pertenece en tu interior,
tu poder te pertenece a tu alrededor.
Tu corona-wrrt te pertenece, sobre ti,
tu corona-mjzwt te pertenece en tu hombro.
Tu rostro está ante ti, tu adoración está ante ti.
El cortejo divino está detrás de ti,
los nobles divinos están delante de ti;
recitan: «¡Viene un dios, viene un dios... !»63.
122
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
66. Urk. IV, 220, 1 y paralelo 1714, 12. En la terminología sé distingue claramente
entre la verdadera imagen y aquella que toma prestada el dios.
67. Kaplony, Inschriften I, p. 291.
68. Edfou 12 9 3 (véase Otto, Gott und Mensch, p. 150, n.° 18).
69. Papiro Bulaq 17, 2, 4: Grébaut, Hymne á Ammon-Ra, 1874, p. 6.
70. C. E. Sander-Hansen, op. cit., p. 44. El «buen olor» de los bienaventurados
también se resalta en el Libro de las Puertas II, 161, pero aquí se trata más bien del hecho
de evitar el proceso de putrefacción.
71. Los súbditos la aclaman en «su calidad de divina», como se pbdría parafrasear
aproximadamente la expresión, en Urk. IV 3 40, 5. Se resalta por tanto claramente que
aparece y actúa aquí como «Dios»; compárese con el rey en el papel de Dios más abajo,
pp. 132 s.
72. Ejemplos en Seibert, «Die Charakteristik», ÁgAbh 17 (1967), pp. 121 s. y Ass
mann, Liturgische Lieder, p. 81 con nota 16.
73. A. Massart, MDAIK 15 (1957), 184 anverso V 7.
74. Véase J. Assmann, Liturgische Lieder, op. cit., p. 101 (en nota 57 también
ejemplos de la momia como «cuerpo divino»).
123
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
124
REPRESENTACIÓN
125
Y MANIFESTACIONES
DE L O S
DIOSES
78. wUna excepción la constituye la imagen cultual sin velar de Amenofis I en Tebas
oeste. J. Cerny en R.A. Parker, A Saite Oracle Papyrus from Thebes, 1962, pp. 42 s.
79. Véase el capítulo «Ver a Dios» en el ritual cotidiano, después de la apertura del
tabernáculo: Moret, Rituel, pp. 55 s. Ejemplos de «ver» a Dios en el reino de los muertos,
Amduat II, 16 s. y III, 59.
80. E. Otto, «Beitráge zur Geschichte der Stierkulte in Ágypten», UGAÁ 13 (1938),
S. Morenz, «Rote Stiere - Unbeachtetes zu Buchis und Mnevis», en Ágyptologische Stu-
dien. Festsckrift H. Grapoiu (1955), pp. 238-243; A. Hermann, «Der letzte Apisstier»,
JAC 3 (1960), pp. 34-50.
81. Véase E. Hornung, «Die Bedeutung des Tieres im Alten Ágypten», StG 20
(1967), pp. 69-84 (junto a la bibliografía más antigua).
126
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
82. Morenz, Religión, pp. 165 s.;'E. Otto, Saeculum, 14 (1963), pp. 259 s.
83. A. Volten, Studien zum Weisheitsbuch de Anii, 1937, pp. 161 ss.
84. Amduat I, 22, pp. 2 s. y III verso 13: Anii X 15. Para los distintos conceptos de la
imagen egipcios y su diferenciación, véase mi aportación, «Der Mensch ais “Bild Gottes” in
Ágypten», en O. Loretz, Die Gottebenbildlicbkeit des Mensch en, 1967, pp. 123-156.
85. Urk. IV 1383, 11 en la inscripción sobre el nombramiento del visir Useramón,
véase O. Loretz, op. cit., p. 152 con nota 46.
127
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
86. «Der Mensch ais das “Bild Gottes” in Ágypten», art. cit.
87. Urk. IV 276, 15 y 2045, 2.
88. Ibid., 244, 14 (el término para imagen, en femenino).
89. Ibid., 1236, 2 y 165, 13 (ambas declaraciones acerca de Tutmosis III).
90. Usersatet a Amenofis II: R. A. Caminos, The Shrines and Rock Inscriptions o f
Ibrim, 1968, p. 70 con lám. 28, lín. 9; Horemheb a Tutankhamón: R. Hari, Horemheb,
1965, lám. X IX , lín. 4 (pared funeraria de Leiden).
91. M. Kamal^ ASAE 40 (1940), 215 (estela de Sehetepibre, lín. 12).
92. En sellos de la dinastía XIII en Biblos: H. Goedicke, MDAIK 19 (1963), pp.
1 y ss.; W. F. Albright, BASOR 176 (1964), pp. 44 s.
93. Aduje ejemplos en StG 18 (1965), p. 76 con nota 42; allí también otros epítetos
«solares»; se podría completar con el rey como «Re de los nueve arcos» (es decir, de todos
128
REPRESENTACIÓN Y M ANIFESTACIONES DE L O S DIOSES
los pueblos) a partir de Horemheb (R. Hari, Horembeb, láms. LI y LUI) y Tutmosis III
como «disco solar de todos los países» (Urk. IV, 887, 16).
94. G. Legrain, Statues et statuettes de rois et de particuliers II, 1909, p. 9.
95. Pap. Anastasi II 5, 7 s., Gardiner, Late-Egyptian Miscellanies, p. 15.
96. Los materiales en detalle en L. Habachi, «Features of the Deification of Ramsés
II», ADIK 5 (1969).
97. Snefru y algunos de sus sucesores en inscripciones del Sinaí, quizá como antece
dente del posterior ntr-nfr: D. Wildung, Die Rolle agyptiscber Kónige im Bewusstsein ih-
rer Nachwelt I = MÁS 17, 1969, p. 112.
98. E. Otto, Die biographischen Inscbriften der agyptischen Spatzeit, 1954, p. 135,
inscripción 4, dinastía XXII.
129
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
99. Pyr. 28c y passim, pero al parecer siempre del monarca difunto.
100. Compárese el comentario de H. Kees, OLZ 57 (1962), pp. 476-478 y J. G.
Griffiths, JEA 49 (1963), pp. 189-192.
101. H. Goedicke, «Die Stellung des Kónigs im Alten Reich», ÁgAbh 2 (1960);
E. Hornung, Geschichte ais Fest, 1966, pp. 23 ss.
102. El mito del nacimiento divino del faraón (véase nota 63) no es una contradic
ción con esto, ya que aquí siempre se representa el nacimiento del monarca que ya está
reinando.
Í30
R E P R E S E N T A C I Ó N Y M A N I F E S T A C I O N E S DE L O S D I O S E S
131
5
Cada deidad es para el creyente una figura propia con rasgos inequí
vocos que no comparte con ninguna otra divinidad. Para nuestra
cuestión acerca de la idea egipcia de la divinidad, esta clase de ca
racterísticas especiales de los distintos dioses serán menos impor
tantes que aquellas características que son comunes a todos los dio
ses y testimonian con ello lo que era un dios dentro del horizonte
de la reflexión egipcia.
Entre las características comunes resalta un grupo que pone a
los dioses en una extraña dependencia del tiempo y de lo transito
rio de las cosas. Los dioses egipcios tienen un principio en el tiempo
y un final dentro de él. Nacen o son creados, se transforman a lo
largo del tiempo, envejecen y mueren, y un día ya no existirán. Es
tas son características que se contraponen frontalmente con nuestra
idea familiar de lo que debe ser un dios y cómo debe ser, y necesi
tan un estudio más profundo.
Procedencia y creación
Que los dioses nazcan aun es lo que mejor cuadra con nuestro ám
bito familiar de ideas. Los mitos de todos los pueblos hablan de la
creación natural o sobrenatural de los dioses. Los grandes dioses de
Grecia son inmortales, pero no son no engendrados, aunque su na
cimiento tenga lugar de forma sobrenatural. ¡Qué hechizo rodea el
nacimiento de Afrodita Anadiomene, la nacida de la espuma! Ate
nea sale de la cabeza de Zeus; Hermes, recién nacido, roba el gana
do de su hermano Apolo.
133
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
134
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
)) .. K
Figura 16. El niño solar en el Loto Primordial.
Según H. Bonnet en «Bilderatlas. zur Religionsgeschichte»:
Agyptiscbe Religión 2/4 (1924), fig. 8.
135
EL U N O - Y LOS MÚLTIPLES
4. Sol: Pyr. 1688b; 1835; CT II.38c; III 398c; VI 270a. Luna: CT III 379 b.
5. H. Grapow, «Die Himmelsgóttin Nut ais Mutterschwcin», ZÁS 71 (1935), pp.
45-47. El texto del Osireion, en O. Neugebauer y R. A. Parker, Egyptian Astronomic
Texis I, 1960, pp. 67 ss.
6. Ejemplos para Neith, Hathor e Isis los dio H. Ranke, MDAIK 12, 1943, 119 (b).
Para las denominaciones como madre de Isis, véase M. Münster, Untersuchungen..., cit.,
pp. 205 s.
7 . -Un ejemplo ramésida en M. Münster, op. cit., p. 205; para testimonios más tar
díos (también para Mut y Hathor) véase J. Bergman, Ich bin Isis, 1 9 6 8 , pp. 132 s.
136
CARACTERÍSTICAS DE LOS DIO SES
137
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
138
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
al dios creador comó «aquel que ha creado todo lo que existe, que
construyó a los dioses y creó a los seres humanos»20, o «aquel que
formó á los dioses e hizo surgir a los seres humanos»21. Pero ya en
los Textos de los Sarcófagos todos los seres tienen su origen en el
dios creador, como proclama el famoso «monólogo del señor uni
versal»: «Yo hice surgir a los dioses de mi sudor, pero a los seres
humanos de las lágrimas de mi ojo»22. Aquí se diferenciá la proce
dencia de los seres: el «sudor» de Dios es una denominación del
perfume que emana de él y que ya hemos conocido como caracte
rístico de la presencia de un dios (supra, p. 123); aparte de esto
también el perfume en el culto a los dioses, el incienso, es conside
rado «sudor de Dios»23. El que los seres humanos surjan de las
«lágrimas» y, con ello, del ojo del creador descansa en un juego
de palabras entre los términos para «ser humano» y «lágrima».
Como todo juego de palabras egipcio, también éste nos abre la
mirada para profundas conexiones, nos muestra la «corrección»
del mundo, que se refleja en la lengua. Como en un relámpago se
nos aclara nuestra procedencia ambigua — «venimos todos de su
ojo»24, del ojo divino que lloraba y estaba empañado con una ce
guera transitoria—-. «Tuve que llorar por el furor que había con
tra mí. Los seres humanos pertenecen a la ceguera que está detrás
de mí», dice Nun en los Textos de los Sarcófagos como dios pri
mordial (CT VI 344). Dios ha vuelto a superar el enturbiamiento
de sus ojos, pero a los seres humanos su procedencia les ha dado
el destino de.no tener parte jamás en la aguda mirada de los dio
ses. A ellos les está conferido el enturbiamiento en todo lo que
ven, piensan o hacen. ¿No se nos hacen dolorosamente presentes,
en esta imagen surgida de las profundidades del aíma de la huma
nidad temprana, las deficiencias de la más exacta teoría de los orí
genes?
La afirmación de que un dios haya creado a los dioses ha sido
presentada una y otra vez, junto a los argumentos ya discutidos,
como prueba de un supuesto monoteísmo egipcio, pero sin razón.
139
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
140
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
Envejecer y morir
Aquello que existe, divino o no, posee, según esto, un límite im
placable que, sin embargo —según van der Leeuw-—¿ no es definiti
vo sino que es roto una y otra vez con la resurrección. Tendremos
141
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
31. Wb II 313, 12. Ver para esto Medinet Habit VI, lám. 424B, 4 («Atón como an
ciano que está en el Nun»), y para el himno a Ptah de Berlín W . Wolf, ZÁS 64 (1929),
pp. 34 s.
142
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
ca32, en claro contraste con imágenes más antiguas, que ponen ante
nuestros ojos a un hombre con cabeza de carnero, de pie, erguido,
como forma nocturna y del ocaso del dios solar.
Junto a este envejecimiento cotidiano del sol está otro, secular,
que se consuma en eones y es descrito en dos mitos egipcios de ma
nera más o menos drástica.'.El Libro de la Maca Celeste, que encon
tró su forma llegada hasta nosotros durante la época de Amarna33,
describe un dios del sol que se ha vuelto viejo y débil, cuyo estado
provoca a los seres humanos malvados a la rebelión. «Pero su ma
jestad (es decir, el dios solar Re) se había vuelto viejo, sus huesos,
de plata, su carne, de oro, y su cabello, auténtico lapislázuli» (des
cripción de una valiosa estatua divina, pero al mismo tiempo ele
gante perífrasis para el total anquilosamiento del envejecido dios).
Este proceso de envejecimiento del creador amenaza el orden del
mundo y abre a las fuerzas adversas un camino a la acción dañina,
a la subversión y a la confusión. El problema que se plantea aquí es
resuelto en el mito. El fogoso ojo solar, concebido como una diosa,
parte contra los enemigos para proteger el orden divino, pero su fu
ria puede ser apaciguada mediante una bebida embriagante. El dios
del sol se retira del gobierno del mundo al cíelo más alejado y colo
ca al dios lunar Thot como su sustituto; se ocupa por tanto de la
transmisión legal del poder mediante un acto de renuncia propia,
gracias a la cual puede consolidarse el orden —desde el punto de
vista político, también hoy en día un ejemplo que pocas veces se
hace realidad.
En el relato mítico del «ardid de Isis», que ya hemos aducido
como fuente para la jerarquía de los nombres divinos (supra, p. 83),
el estado de debilidad causado por la edad del dios solar es descrito
con falta de respeto y crudeza ramésida: de su temblorosa boca de
anciano cae al suelo saliva y proporciona a la astuta Isis la materia
de la cual forma la serpiente atormentadora y obliga con su ayuda
al envejecido soberano del mundo a la revelación de su nombre
más secreto. Aquí, igual que en el Libro de la Vaca Celeste, el pro
ceso de envejecimiento se consuma en el momento indefinido del
mito y puede servir como pretexto para explicar las imperfecciones
del orden mundial actual; de hecho, ya en los Textos de lós Sarcó
fagos el presente es percibido como una época terrible pero llena de
32. Dos ejemplos: Amduat II, 21, además A. Piankoff y N. Rambova, Mytbological
Papyri n.° 2 4 y algunos ejemplos especialmente claros de época tolemaica que debo a
J. Assmann (Brugsch, Tbesaurus I, 57 y ZAS 5 (1867), pp. 21 ss.; Edfou III, lám. 73).
33. El ejemplar más antiguo conservado se encuentra en una de las capillas doradas
de Tutankhamón.
143
EL. U N O Y LOS MÚLTIPLES
34. CT IV 192/193bc.
35. A. H. Gardiner, The Royal Canon o fT u rin , 1959, lám. I. La «duración del rei
nado» de los dioses también la indica Manetón.
36. G. Posener, Catalogue des ostraca hiérat. littér. de Deir el Médineh I, 1938, n.°
1080, líns. 1 s.
37. Numerosos ejemplos, en su mayor parte de época tolemaica, en P. Boylan,
Thoth, 1922, pp. 84 y 193 y G. Posener, Annuaire du Collége de Fratice 63 (1962/63), pp.
301 s.; véase también la nota anterior. Como dios lunar también Khonsu toma el mismo
papel: Bonnet, Reallexikon, p. 141.
38. CT VII 419b, acerca de este pasaje H. Kees, Totenglauben und Jenseitsvorstel-
lungen, p. 299.
144
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
turna muestran tres tumbas en las cuales están enterradas las dife
rentes partes del escarábeo solar; serpientes que escupen fuego las
custodian y la palabra creadora del dios despierta al escarabeo tri
partito de su sueño mortal39. En el registro debajo de éste, una ser
piente de cinco cabezas rodea el «cadáver de Khepri», que es conce
bido al mismo tiempo como cadáver de Osiris40. Porque el dios
solar difunto, que ha descendido al Mundo Inferior, se convierte,
como todo lo mortal, en un «Osiris», toma el papel, la naturaleza y
la figura de este dios, que permanece ejemplar para el destino mor
tal. Por ello, lo mismo que al difunto, corresponde también al Re
del Mundo Inferior la calidad de («venerabilidad )41
Además de las sepulturas del cadáver del sol, el Amduat mues
tra aun las tumbas de muchas otras deidades, sobre todo en las ho
ras séptima y octava de la noche. En la Época Baja se muestran se
pulcros de dioses en la tierra; en Tebas incluso las tumbas de los
ocho dioses primordiales42 que, como no creados, en realidad en
tran dentro del mundo sin muerte anterior a la creación, pero que a
causa del desarrollo coherente de la idea de la mortalidad caen bajo
el destino mortal de todas las divinidades. El nomo decimoctavo
del Alto Egipto conoce una necrópolis entera con tumbas de dio
ses43, y también para Edfü y Hermópolis están atestiguados sepul
turas de dioses44.
Aquí se confirma la impresión externa de la orientación hacia
la muerte de Egipto: parece ser realmente un país en donde —se
gún la caracterización de Thomas Mann45— los muertos son dio
ses, y los dioses, muertos. «Dioses» es, desde antiguo, una denomi
nación corriente para los habitantes del reino de los muertos desde
la dinastía XI la necrópolis es designada expresamente como el lu
gar en el que se hallan los dioses46. El capítulo 17 del Libro de los
Muertos habla de que todo dios debe descender hacia el Oeste, es
39. Amduat II, 115 s. La diosa 430 probablemente sea Isis; véase el «palacio de la
«adoratriz divina (= Isis)» en J. Vandier, Papyrus Jumilbac, pp. 76-78.
40. Amduat 11, 119 y 123 s.
41. Ibid., I, 195 s. y II, 187.
42. K. Sethe, Amun und die acht Urgdtter, §§ 102-104.
43. J. Vandier, Papyrus Jumilbac, pp. 126 y 139.
44. Edfu: Ph. Derchain, Pap. Salt 825, p. 102. Para Hermópolis (tumba de Thot),
véase F. Zimmermann, Die agyptiscbe Religión (como en cap. I, nota 1), p. 61, que queda
satisfecho con una explicación «eveméírística». Véanse además Th. Hopfner, Plutarch
über Isis und Osiris I, 1940, pp. 161 s.; M. Alliot, Le cuite d ’Horus a Edfou II, 1954, pp.
513 ss. y S. Sauneron, Esna V, 1962, pp. 329 s.
45. Josepb und seine Brüder, p. 1.085 de la edición en dos volúmenes de S. Fischer,
1956, al final del capítulo «Dreifacher Austausch».
46. Ejemplos en Amduat II, 7 y III, 59. La estela de Bailas ahora en H. G. Fischer,
Inscriptions from the Coptite Nome, 1964, n.° 45.
145
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
4 7 . Urk. V 14.
48. A. H. Gardiner, Late-Egyptian Stories 58, pp. 11 s.
49. Para este pasaje ya C. E. Sander-Hansen, D er Begriff des Todes bei den Ágyp-
tern, 1942, p. 8 y Morenz, Religión, p. 25. El muerto sin embargo no aspira a ser eterno
(así Morenz), sino a llegar a ser incorrupto.
50. Ch. Maystre y A. Piankoff, Le Livre des Portes I, 16 s.
51. Reallexikon, p. 714.
52. Urk. IV 244, 16 s. Un paralelo del Reino Medio en H. Schafer, Griffitb Studies,
1932, p . 428.
146
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
53. Para ello Th. Hopfner, ArOr 3 (1931), pp. 131 ss., presenta numerosos ejem
plos de época grecorromana.
54. ZÁS 92 (1966), p. 141.
55. Seth, God o f Confusion, 1967, p. 104, nota 6.
56. Ibid., pp. 2 7 s. En el Reino Nuevo el día de su nacimiento esconsiderado el
«inicio de la disputa».
57. Su «destrucción» ya es mencionada en el Amduat y en el Libro de las Puertas
(véase también nota 60) en él más tardío Libro de Apofis es pintada aun con mayor riqueza.
Según la fórmula de maldición de úna estela tolemaica en Leiden, el violador de tumbas igual
que Apofis «no será»: H. de Meulenaere, Orientalia Gandensia 3 (1966), pp. 101 ss., lín.
1.5.
58. S. Sauneron, Mélanges Mariette, pp. 235 s. y Esna V, 265.
59. Indirectamente deducido de Urk. V, 7, 1 s., donde son destruidos en la«colina
primordial» los msw-bdst, estrechamente relacionados con Apofis.
147
EL U N O
148
y LOS MÚLTIPLES
149
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
pequeño, cuyo dedo está dentro de su boca» (§ 664 a). En los Tex
tos de los Sarcófagos es «un dios rejuvenecido, al que ha dado a luz
el hermoso Oeste (el reino de los muertos)» (I 88 b) y renueva («re
pite») «la vida después del morir, igual que Atum, siempre» (V 291
k). Al ocuparse del ajuar de las tumbas de sus funcionarios, el rey les
posibilita «rejuvenecerse» como (difuntos) «honorables» (himno a
Sesostris III64) y también Sinuhé, debilitado por la vejez, espera del
«partir» al Más Allá un «rejuvenecimiento del cuerpo» (B167 f).
A principios el Reino Nuevo, el Amduat vistió esta antigua y
extendida idea con una nueva forma, plástica e impresionante65.
Como «viejos, ancianos, debilitados por la edad y encanecidos», el
dios del sol y su inümerable séquito de dioses y difuntos bienaven
turados entran en la última hora de la noche en el cuerpo de una gi
gantesca serpiente de 1.300 codos de largo para abandonarla reju
venecidos, como «niños pequeños». Esta serpiente, que recorren
desde la cola hasta la boca, se llama «el que se enrosca alrededor
del mundo»66; es el límite simbolizado entre el mundo y el no-mun-
do, entre ser y no-ser, que abarca el mundo entero. La regeneración
no es¡ posible dentro del mundo ordenado y limitado, sólo puede
llevarse a cabo si lo viejo y gastado se sumerge en lo ilimitado que
rodea la creación, en los poderes disolventes y curativos del océano
primordial Nun. De él, el dios solar es levantado cada mañana en
su barca, como muestra la imagen final dél Libro de las Puertas; en
él se rejuvenece el durmiente y en un himno ramésida los difuntos
le dicen al dios del sol que también ellos se rejuvenecen por medio
de la entrada al Nun^ que «se despojan» de la naturaleza que tenían
hasta entonces y «se ponen» otra»67, como la serpiente su piel. No
es de extrañar que este hecho que envuelve y al mismo tiempo reju
venece se vea en el Amduat como serpiente. Pero hay múltiples
imágenes para este misterioso proceso, que no se excluyen entre sí:
el rejuvenecedor viaje nocturno del so1 puede tener lúgar dentro del
cuerpo de la diosa celeste68 o en el cuerpo de un gigantesco cocodri
lo69. En muchos textos70 se describe el «despertar» matinal de dio
150
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
ses y objetos sagrados —el mundo entero sale rejuvenecido del caos
nocturno.
También en el aspecto temporal la regeneración sólo es posible
fuera del mundo ordenado de la creación. Para rejuvenecerse y, por
tanto, dar la vuelta al transcurso del tiempo, hay que salirse mo
mentáneamente de él y verse al principio del mundo temporal, que
no lo conoce. Por ello, el nuevo nacimiento matinal es una repeti
ción de la creación y se realiza con ayuda de los dioses primordiales
que, en el inicio del mundo, hicieron salir «por primera vez» el sol
de entre ellos71; así la salida del sol puede ser llamada «primera
vez», igual que la creación del mundo72. En el Libro de las Caver
nas, el dios del sol anuncia a los habitantes del Mundo Inferior:
«Ved, entro en el mundo del que he surgido, me asiento en el lugar
de mi primer nacimiento»73; vuelve por tanto al mundo anterior a
la creación, del que surgió la «primera vez» y del que surge una vez
y ,otra. También según una fórmula de libación tardía74, los dioses
envejecidos vuelven a su lugar de origen, a la creación primordial
«donde vivían, eran pequeños y se convirtieron en jóvenes».
La idea de que los dioses deben renovarse diariamente no se
abandonó ni siquiera en la época de Amarna: Atón, dios único de
Akhenatón, «nace cada día (de nuevo) en el cielo»75, atraviesa por
tanto el círculo de muerte y renacimiento que recorren los viejos
dioses. Desde este punto de vista en el que rejuvenecimiento y re
novación sólo son posibles por medio de la muerte desaparece lo
extraño de la mortalidad de los dioses egipcios. Les da la posibili
dad de volverse jóvenes una y otra vez y escapar del desgaste que
lleva consigo todo tiempo. Podría parecer que los dioses de Egipto
fueran ciertamente mortales e incluso, según el testimonio de Plu
tarco, «no permanentes», pero finalmente, en su renovación cícli
ca, sí eternos y siempre en proceso de creación; efectivamente, se
dice también del dios solar Re: «aquel que se rejuvenece de día en
día, sin llegar a su fin»76. Con esto parecería eliminada la dificul
tad que plantea a nuestra comprensión la idea de dioses pasajeros.
Pero no debemos hacer la solución tan sencilla, pues en textos de
diferente épocas nos encontramos con afirmaciones que cuentan
con un último definitivo horizonte temporal de los dioses, con una
151
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
77. Wb V, 5 86, 4.
78. - E. Otto, CdE 37 (1962), pp. 251-255.
152
CARACTERÍSTICAS DE LOS DIO SES
Cuando aquel que está sobre el agua (el cocodrilo) abra su boca,
cuando sacuda sus dos brazos,
entonces dejaré caer la tierra a las aguás primordiales,
y el Sur se convertirá en Norte,
y la Tierra se dará la vuelta80.
153
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
Diferenciación
157
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
100. Para el Reino Nuevo, véase G. Fecht, ZÁS 94 (1967), p. 33, nota 7 y J. Zan-
dee JEOL 18, 1965, pp. 255 s.; para la Época Baja, K. Sethe, Amun, § 200.
101. K. Sethe, op. cit.,% 200 s. y E. Drioton, ASAE 44 (1944), p. 127 (c), donde se
piensa en primer lugar en la divinidad I^elj, pero el «millón» está implícito al menos como
sentido secundario.
102. Edfou III, 34.
103. H. Junker y E. Wincer, Das Geburtshaus (véase nota 18),p.49, 27 acerca de
Amón, p. 29, 8, acerca de Ptah-Tenen.
104. S. Sauneron, Mélanges Mariette, p. 244, nota 1. Numerosasindicaciones de
androgineidad en Egipto las dio J. Leclant, Syria 37 (1960), pp. 7 s.
158
CARACTERISTICAS DE L O S DIO SES
El egipcio que tiene que rendir cuentas ante el tribunal de los muer
tos de sus obras terrenales envuelve su justificación en afirmaciones
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
114. ZÁS 67, pp. 34-38, con paralelos de mitos de la creación no egipcios. Véase
también H. Donner, ZÁS 82 (1957), p. 9 para Prov. 8.
115. Urk. VIII, 34, n.° 42.
116. Pap. Bremner-Rhind 26, 23 y 28, 24.
117. Pyr. 1466; tumba de Paser (Grapow, op. cit., p. 36). Además CT IV 101 h:
«cuando la naturaleza de los dioses aún no estaba hecha», y CT VI 281 a-c para divinida
des concretas.
118. Pap. Berlín 3 055, 16, 3 y s.
119. H. Grapow, op. cit., pp. 36 y s. (Fílae). Según el papiro Bremner-Rhind 28, 23
no existía «forma alguna {f?prw)».
120. Pyr. 1466. Según un texto más reciente, en el océano primordial Nun no hay
muerte; S. Schott, «Die Reinigung Pharaqs», NAWG (1957), n.° 3, p. 55.
162
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
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El UNO Y L O S MÚLTIPLES
123. Para la pereza véase CT II, 33 y s. y V, 166 (para el dios primordial, igual que
Pap. Bremner-Rhind 2 8 , 24), así como V, 312 (para Nun, como passim.)-, para las demás
categorías, E. Hornürig ZÁS 81 (1956), pp. 29 ss.
124. Véase la documentación que he dado en StG 18, 1965, p. 74. La cita gnóstica,
según la cual el caos inicial era tinieblas y «aguas sin fondo», ahora en A. Bóhlig y P. La-
bib, Die koptisch-gnostisché Schrift obne Titel, 1962, pp. 36 ss.
125. Para esto y lo siguiente, E. Hornung, «Altagyptische Hóllenvórstellungen»,
cit., pp. 31 ss.
164
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
ser que rodea el mundo por todas partes y sin brecha alguna --—has
ta donde esto es posible— . Esta imagen aun era tan convincente en
su poder simbólico durante la Antigüedad tardía, que los escritos
gnósticos y las gemas mágicas con influencia gnóstica hacen uso
profuso de ella, e incluso simbolizan con el Uroboros las «tinieblas,
últimas» que rodean el mundo, es decir, a la postre,lo no-existente,
o, lo que viene a Ser lo mismo, el confín último del mundo127.
Una imagen afín la encontramos en los libros del Mundo Infe
rior del. Reino Nuevo—una serpiente de la que «nace» de manera
misteriosa y enigmática una hora tras otra, que es de nuevo «devo
rada» cuando ha transcurrido y en la cual, por tanto, se encarna lo
inabarcable y abismal del tiempo1,28—. Este último confín de lo
existente, que el egipcio representa en la imagen de la «serpiente
enroscada»129, debe entenderse tanto temporal como espacialmen
te. La serpiente que se enrosca hacia atrás encierra un mundo cua-
tridimensional, finito, que, de hecho, también está curvado sobre sí
mismo en el modelo esférico de la física moderna; el Uroboros pa
rece ser el único símbolo para hacer comprensible esta curvatura.
Repetimos y completamos: tanto en su dimensión espacial co
mo temporal, para el egipcio lo existente está encuadrado por to
dos lados dentro de la inmensidad de lo inexistente; pero esto no se
detiene en los límites de lo existente, sino que empapa toda la crea
ción. El texto astronómico y cosmológico que ya hemos citado
(p. 156), habla de que «la región más lejana del cielo está en las ti
nieblas primordiales» y que este mundo «en el que están las tinie
blas» (es decir, el no-ser) «se extiende por debajo de todos los luga
res», siendo con ello omnipresente. No es de extrañar que el
egipcio se encuentre a cada paso con algo no-existente. Cuando
cava una fosa de fundación, el agua de la capa freática le recuerda
al estado de cosas anterior a la creación y amontona arena forman
do una nueva «colina primordial» para que emerja lo existente del
océano primordial presente en la capa freática130. También la inun
dación que se repite cada año trae de nuevo a la creación el no-ser
127. Pistis Sephia, cap. 126. Véase también la serpiente «que rodea la cueva del
Ión» en Claudiano, D e cons. Stil. II 424 ss. (para esto también Ph. Derchain, «Á propos
de Claudien», ZAS 81 (1956), pp. 4 -6).
128. La representación más antigua, Amduat II, 175 s. (léase allí dt como «tiem
po»), en la hora nocturna 11, además varias representaciones en el Libro de las Puertas.
También la representación más antigua del Uroboros (ver nota 126) lo denomina jmrt-
wnwt, «aquel que oculta las horas», por tanto la serpiente del tiempo.
129. Así (mhn) es el nombre más antiguo de Uroboros, sustituido más tarde por
«cola en la boca» (sd-m’).
130. A. Moret, Du caractére religieux de la royauté pharaonique, 1902, p. 134; Ed-
fou VIII 237; Karnak norte IV (FIFAO 25 [1954]), p. 11 con nota 7.
166
CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
131. Macadam, The Temples o f Kawa I, 1955, p. 25. La idea ya puede encontrarse
en el Reino Nuevo: Himno a Amón de Leiden, cap. 600 y A. Erman, ZÁS 38 (1900), p. 24.
132. N. de G. Davies, The Tomb o fH u y , 1926, lám. XXXVIII C, lín. 3.
133. A. Erman, ZÁS 38 (1900), 27.
134. Véase supra, p. 120, nota 58.
135. j . Yoyotte, Kémi 10 (1949), lám'. VII, lín. 2 y Kémi 1 1 (1950), lám. VII, lín. 4;
parecido en K. A. Kitchen, JEA 50 (1964), p. 52, fig. 3.
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIOSES
136. H. Blok, Acta Orientalia 8 (1930), p. 200 (recipiente para libaciones en el Louvre).
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CARACTERÍSTICAS de LOS DIOSES
L a singularidad de Dios
«Dios único sin igual». Nada puede sonar más monoteísta que esta
tan á menudo atestiguada invocación de los dioses egipcios. Pero
iguál que casi todos los dioses egipcios pueden ser «el más grande»
(véase infra, pp. 172 ss.), así también el «único»; incluso la palmera
duma139 y la diosa asiática Qadshu140 son invocadas respetivamente
como «único dios» y «sin igual». El epíteto de divinidad indepen
diente «único» ya se encuentra en el Dinástico Temprano141 y en los
Textos de las Pirámides (§ 483), él dios Nefertum es «sin igual»142.
Es fácil solventar la aparente contradicción lógica entre el epíte
to «único» y las muchas divinidades que lo llevan. Por medio de
versiones ampliadas y precisadas del epíteto, el egipcio nos pone en
claro a qué se refiere: la singularidad que corresponde a lo divino.
Todo dios egipcio es «único en su naturaleza»143 y no tiene a nadie
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
p. 121). Pára el ejemplo seguro más antiguo (ca. 165 a.C. Saqqara) de la equiparación
Thot = Hermes, ver Skeat y Turner, JEA 54 (1968), pp. 207 s.
148. Ejemplo en J. C. Goyon, Le Papyrus du. Louvre N 3 2 7 9 , 1966, pp. 61 s.,
nota 8.
149. Amduat n.° 285 y 394 con textos anexos; los otros ejemplosen el Libro de las
Cavernas (A. Piankoff, Le Livre des Quererts). ■
150. Varias veces en la tumba de Horemheb en el Valle de los Reyes, y además en
Abydos (Ghazouli, ASAE 58 (1964), p .1 3 0 , fig. 17), en el Libro de las Cavernas y passim.
151. Ptáh-Sokaris-Osiris, ya en la dinastía XII: A. Fákhry, Mónuments o f Sneferu,
vol. II, parte 2, 1961, p. 67, fig. 388.
152. R. Hari, Horemheb et la reine Moutnedjemet, 1965, p. 373 (Gjebel Adda en
Nubia, din. XVIII).
153. Geb: A. Piankoff, ASAE 49 (1949), p. 135 (Din. X X I); Seth: W . Barta,
MDAIK 20 (1965), p. 100 (Din. X IX ); Khnum: R. Hari, Horemheb, p. 372 (Din. XVIII);
Nefertum: ibid.,, lám. LVIII; Harsiese: ibid., lam. LIX; Reshef: L. Habachi, ASAE 52
(1954), p. 541 y Janssen, CdE 25 (1950), p. 210, fig. 18 (ambos ramésidas); Amset: W . F.
Reineke, Forschungen und Berichte 8, Berlín, 1967, pp. 62 s. (Din. X X /X I).
154. Edwards, Hiératic Püpyri (como nota 144), lám. X IX , lín. 59 (Din. XX I).
155. E. Winter, NAWG (1967), n.° 3, p. 68 (tolemaico).
156. Horus de Bak, una forma local nubia: J. Cerny, JEA 33 (1947), p. 55, n.° 38.
157. E. Uphill, JN E S 24 (1965), p. 375.
158. Véase supra, p. 129 con nota 97.
159. M. Münster, JJntersuchungen zur Góttin Isis, p. 203 (desde Pyr.).
160. Urk. IV, 1763, 12 s. y 16.
161. Dunham y Janssen, Semma-Kumma, p. 27.
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EL U N O y LOS MÚLTIPLES
162. Giza II, pp. 4 7 y ss., antes ya brevemente en Die Gescbichte der Agypter
(Geschichte der führenden Vólker 3, 1933), p. 31.
163. Die Gótterlehre von Memphis, 1940, pp. 25 ssí; Pyramidenzeit, 1949, pp. 15
ss.; Christus und die Religionen der Erde, II, 1951, pp. 570 ss.; Giza, XII, 1955, pp. 97 ss.;
Geisteshaltung, 1961, pp. 134 ss.
164. Geisteshaltung, p. 134.
165. Véase especialmente la valoración crítica de J. Zandee, Hytnnen aan Amon,
1947, pp. 120-127. Para una crítica además R. Anthes, OLZ 40 (1937), pp. 222 s.; H.
Kees, Gótterglaübe, pp. 270-278; H. Stock, Saeculum, 1 (1950), pp. 631 ss.; H. Frank-
fort, Kingship and the Gods, 1948, p. 356; Morenz, Religión, 1960, pp. 156 s.; J. G. Grif-
fiths, CdE, 1958, pp. 188 s.
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
166. Theologische Literaturzeitung,91, 1966, pp. 261-265; véase también Id., Het
ongedifferentieerde denken der oude Egyptenaren, 1966, pp. 13 s.
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CARACTERÍSTICAS DE L O S DIO SES
167. Así es el título que dio a un resumen de su trabajo en la Neue Zürcher Zeitung
del 18 dé octubre de 1964 (p. 6).
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dios Thot incluso es «amado por todos»15; este mismo dios «da un
cargo a aquel al que ama»16, de manera que su «elección de gracia»
adquiere importancia material.
Pero con esto nos encontramos ante una línea de evolución tar
día y aislada de la historia religiosa de Egipto que trae consigo ün
mayor énfasis en la calidad de hijos de Dios e imágenes de Dios de
los seres humanos y con ello también del «amor» entré Dios y el ser
humano17. En época más antigua probablemente hubiera sido con
siderado como impropio resaltar el «amor» de un súbdito al rey o a
una divinidad; la compostura correcta era la de tímido respeto,
asombro devoto y alegría exultante por la revelación directa de un
superior. En este júbilo se une toda la creación «tan altó como es el
cielo, tan amplia la tierra, tan profundo el mar»18, para alabar al
creador y preservador del mundo. «Todos aquellos a los que tú has
creado danzan ante tu rostro»19; los animales salvajes saltan sobre
sus patas, los pájaros aletean alegremente, los peces saltan en el río
e incluso el rey se une, junto con los babuinos divinos, al júbilo
general20.
En esta veneración jubilosa es donde la acción divina encuentra
su resonancia más fuerte en lo terrenal. Todo don recíproco de los
seres humanos parece pobre medido en comparación con lo que les
conceden a ellos los dioses. ¿Qué peso tienen todas las ofrendas ma
teriales como pan, cerveza, carne y vino, comparadas con la libertad
y el hálito del creador, con la protección, la ayuda y la salvación de
todo peligro? Los dioses, que todo lo dan, poseen todo en abundan
cia. En la lejana isla de los dioses del relato del náufrago «no existe
nada que no haya en su interior», y el diós-serpiente de la isla se ríe
del egipcio naufragado, que le promete, en su ingenuo agradecimien
to, todos los tesoros de Egipto, a pesar de que su reino ya lo posee
todo en abundancia. El único deseo que encarga al que regresa a su
casa parece más que modesto: que «deje bien su nombre» en Egipto.
Una respuesta de los seres humanos a su existencia y sus accio
nes es algo deseado por los dioses egipcios. No exigen un culto y no
dependen de las ofrendas materiales, pero se regocijan con el eco
que encuentra su palabra creadora, y aceptan con gusto las dádivas
tanto materiales como espirituales de los seres humanos. Lo decisi
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ACCIÓN DE L A D I V I N I D A D Y RESPUESTA DEL S E R HUMANO
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27. ZÁS 79 (Í954), pp. 81-83. Ver también Id., «Das Besánftigungslied in Sinuhe»,
ZÁS 80 (1955), pp. 5-11 y H. Kees, Gótterglaube, pp. 8-11.
28. «Altagyptische Hóllenvorstellungen», ASAW 59/3 (1968).
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ACCIÓN DE LA D I V I N I D A D Y R E S P U E S T A DEL S E R HUMANO
29. Para este aspecto del culto, en el cual no entraremos aquí, véase sobre todo Ph.
Derchain, Le Papyrus Salt 82S, rituel pour la conservation de la vie en É gypte,1965.
30. H. Grapow, «Bedrohungen der Gótter durch den Verstorbenen», ZÁS 49
(1911), pp. 48-54; Erman, 3Religion, pp. 300 s.; Morenz, Religión, pp. 27 s.; S. Sauneron,
BSFE 8 (1951), pp. 11-21. Para la forma más fuerte de estas amenazas, la del fin del mun
do, véase supra, pp. 153 s.
31. «Was unterscheidet / Gótter von Menschen? / Dass viele Wellen / vor jenen
wandeln / ein ewiger Strom: / Uns hebt die Welle / verschlingt die Welle / und wir versin-
ken». «Las fronteras dé la humanidad», traducción castellana de J. M. Valverde en J. M.
Valverde y M. de Riquer, Historia de la Literatura Universal, vol. 7, Barcelona, 1985, p. 55.
32. E. Otto, «Das agyptische Mundoffnungsritual, ÁgAbh 3 (1960), II, p. 116,
acerca de «Uadyet, señora de la llama».
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ACCIÓN DE LA D I V I N I D A D Y R E S P U E S T A DE L S E R HUMANO
35. Para la última fórmula véanse los ejemplos en Assmann, Liturgiscbe Lieder,
p. 196, nota 22; para el tragar y comer por ejemplo, CT V 391 j y VII 238 e.
36. «Das Schópferwort im alten Ágypten», en Verbum (Festschrift H. W. Obbink),
1964, p p .33-66.
37. Aquí se ha utilizado la palabra en gran parte sinónima ‘bw. El dios primordial
es Nun.
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ACCIÓN DE LA D I V I N I D A D Y R E S P U E S T A DEL S E R H U M A N O
40. Véase supra, pp. 153 s. De forma parecida aun en la magia amorosa griega de
Egipto, por ejemplo D. Wortmann, Bonner Jahrbüeher 168, 1968, p. 92: «Pero si no me
escucháis y no lleváis rápidamente a cabo lo que os digo, entonces el sol ya no descenderá
bajo la tierra y ni el hades ni el cosmos seguirán existiendo».
41. H. Goediclce, «Was Magic used in the Harem Conspiracy against Ramesses
III?», JEA 49 (1963), pp. 71-92.
42. Ch. F. Nims, JNES 7 (1948), p. 245 (en un texto demótico).
43. A. Volten ha recopilado este y otros ejemplos relacionados en Studien zum
Weisheitsbuch des Anii, 1938, pp. 118 y 124 s., ahora además Ankhsheshonk 22, x + 25.
Véase además H. Brunner, «Der freie Wille Gottes in der ágyptischen Weisheit», en Les
sagesses du Proche-Orient anden, 1963, pp. 103-120.
44. G. Fecht, Festschrift für Siegfried Schott, 1968, p. 54.
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49. Geffiv t 5 e A .ó v t c o v y fórmulas parecidas sólo aparecenen cartas del periodo griego
de Egipto: H. I. Bell, JEA 34 (1948), pp. 89 s.
50. El texto completo supra, pp. 184 s.
51. Véase para esto la interpretación de H. te Velde, Seth, God o f Confusion, 1967.
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199
7
1. Saeculum 14 (1963), pp. 260 ss. Para el sistema numérico de ordenación, véase
además H. Kees, Gotterglaube, p p .155-171.
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EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
Tres son todos los dioses: Amón, Re y Ptah, no hay ninguno que sea su
igual. Oculto está su nombre como Amón, como Re es apercibido, su
cuerpo es Ptah. Sus ciudades en la tierra permanecen para siempre: Te-
bas, Heliópolis y Menfis, hasta el final de los tiempos (estrofa 300, IV
21 s.). ' ■ ' ' ; '
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EL U N O Y L O S M Ú L T I P L E S
5. Ibid., p. 248.
6. Todavía bajo Ramsés TV está en primer plano, véase R. Anthes, MDOG 96
(1965), 16 (acerca del Papiro Harris).
7. C. de Wit., CdE 32 (1957), pp. 35-39; G. Posener, NAWG 1965, p. 74.
8. Véase Kees, Gótterglaube, pp. 167 ss., que también da ejemplos del número cua
tro dentro del culto.
9. Una recopilación de las fuentes documentadas la dio K. Sethe, «Amun und die
acht Urgótter von Hermopolis», APAW 4 (1929). Pero su interpretación básica de la situa
ción debe ser corregida en lo que se refiere a la proveniencia de Amón; véase supra, p. 81
con nota 60 y F. Daumas, «L’origine de Amon á Karnak», BIFAO 65 (1967), pp. 201-214.
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
205
.EL U N O Y LOS MÚLTI PLES
Según este principio, cada divinidad recibe una sede cultual fija y
del rango de los lugares de culto se deriva más o menos automáti
camente una ordenación jerárquica de sus divinidades, en cuya
cima está el dios principal de la capital como «dios imperial», por
ejemplo en la dinastía XVIII el dios supremo Amón, venerado en la
residencia de la corte. Precisamente este dios que extiende su natu
raleza hasta la universalidad y trascendencia más amplias posibles
para términos egipcios, muestra una ligazón especialmente estrecha
con «su» ciudad, Tebas, que desde la tardía dinastía XVIII es consi
derada como «la ciudad de Amón»17. Validez universal y ligazón
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DEL M U N D O DIVINO
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
pararse con los templos del Reino Medio o Nuevo. A esto se añade
la falta de inscripciones, que aun deberá ser valorada más exhausti
vamente, y la falta de un estado sacerdotal específico con fijación
local antes de la dinastía V.
El principio de ordenación local sólo tiene consecuencias relati
vamente tarde en la historia religiosa de Egipto. Lleva en el Reino
Nuevo a combinaciones fijas e incluso equiparaciones entre dioses
y lugares de culto y a reparticiones bastante violentas de ciertas di
vinidades entre las dos mitades del país, el Alto y el Bajo Egipto. El
establecimiento de Horus y Seth como representantes de las dos
partes del país ha dado pie a hipótesis interminables acerca de su
procedencia «originaria» y sobre su papel en la protohistoria. Una
diferenciación entre un Upuaut del Alto y otro del Bajo Egipto está
.ya atestiguada para el Reino Medio22. En el Libro de las "Puertas,
bajo la influencia de la época de Amarna, incluso los pueblos ex
tranjeros como los asiáticos, libios y nubios reciben divinidades
egipcias protectoras propias. Finalmente el sistema de ordenación
local se extiende en la Época Baja como una red sobre todo el pan
teón egipcio y fue esta fase tardía la que primeramente entró en el
campo visual de la egiptología, Por tanto, es a partir de este desa
rrollo como se comprende que nuestra disciplina se haya dejado de
terminar tanto por la importancia de los «dioses locales» y del sis
tema de ordenación local, lo que para la historia religiosa egipcia
más antigua lleva fácilmente a conclusiones equivocadas.
Como todo sistema de ordenación debe partir de la presencia
cultual de los dioses, de su «disponibilidad» en la tierra, está en
|cierta contradicción con la calidad de «ocultos» de los dioses, que
es tantas veces enfatizada en los textos egipcios. Aquí se plantea la
cuestión, a la que nos hemos aproximado ya varias veces, de en
dónde se imaginaba el egipcio a sus dioses.
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EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DEL M U N D O DIVINO
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EL U N O Y L O S M Ú L T I P L E S
con insistencia aún mayor (líns. 134 s.) las enseñanzas para Meri-
karé (también ellas de la transición del reino Antiguo al Medio):
«Él [el creador] se ha levantado una capilla detrás de ellos [los hu
manos]. Guando lloran, él lo oye». Allí, en su santuario terrenal, el
dios es accesible y se puede hablar con él en todo momento, aun
que su verdadero lugar esté en el lejano cielo. Por ello también esto
es una finalidad del culto a los dioses, y por cierto no la menor: ha
cer la tierra habitable para los dioses, convertir el templo en digna
morada de la estatua divina y en imagen del cielo, cuidar la imagen
cultual de manera que permanezca gustosa entre los humanos.
Mencionemos aun que a la sazón el egipcio conoce la idea de que el
ser humano pueda acoger a una divinidad en su corazón y prepa
rarle allí, en su interior, úna morada31. A partir del Reino Nuevo
habla a veces de un «dios que: está dentro del ser humano», pero
esta idea de «dios dentro del ser humano», como la ha elaborado
sobre todo H. Bonnet32, reúne ideas de procedencia demasiado va
riada para aportar algo a nuestro tema sin un análisis especial ex
haustivo.
«Él está en nuestro rostro pero no conocemos su cuerpo», se
dice de Atón en la tumba de Ay en Amarna33. El dios de Akhenatón
sigue en esto a los dioses de época más antigua; a pesar de su reve
lación en el disco solar, no es visible para cualquiera. La tierra es su.
campo de acción, pero él mismo está oculto en el Más Allá celeste y
necesita de un mediador para entrar en contacto con los humanos,
ya que no tiene imágenes cultuales en la tierra.
Sólo siglos después de la época de Amarna la religión egipcia
renunciará a la distinción exacta entre dioses en el cielo* en el Mun
do Inferior e imágenes de los dioses ert la tierra. La fórmula indife-
renciada de los «dioses y diosas del cielo, la tierra y el Mundo In
ferior» me es conocida por primera vez en la dinastía X X I34, se
encuentra en la dinastía XXII en el brazalete de la reina Karomama
(hacia el 850 a.C.)35 y permanece luego en uso con distintas varian
tes hasta la época grecorromana de Egipto36. Así, bajo el primado
de la veneración cultual de imágenes visibles, la evolución lleva a
una fuerte simplificación de las opiniones originales acerca del lu
212
ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
Para el egipcio no todos los dioses son del mismo rango. Hay dio
ses «grandes» (wrw) y «pequeños» (ndsw), y Ramsés IV (ca. 1153-
1146 a.C.) enfatiza expresamente que ha «investigado» más en pos
de los dioses grandes que de los pequeños3'7. Por el contrario el li
bro sapiencial demótico advierte en contra de despreciar a una divi
nidad pequeña, pues también a ella es inherente el poder38.
Ambos son testimonios relativamente recientes y tenemos que
preguntar primeramente por evidencias de un orden jerárquico di
vino en épocas más antiguas. El título de un «rey de los dioses»
(njswt-ntrw) está atestiguado por primera vez y de forma aislada en
las fórmulas rituales de la pirámide del rey Fiope/Pepi I (hacia el
2292-2260)39; allí es adjudicado al dios Horus, que en los Textos
de las Pirámides ya no ocupa el papel predominante que quizá pue
da suponérsele para la época inicial del panteón. Después el título
de rey se hace característico de Amón, que de hecho en el Reino
Medio y Nuevo es considerado el dios supremo, hasta que a princi-^
píos de la Época Baja es relegado por Osiris a un segundo plano.
Desde el reinado de Sesostris I (1971-1929), Amón lleva de manera
continuada el título de «rey de los dioses» o bien de «rey de los dos
países»40; a partir del Reino Nuevo, Amón-Re-rey-de-los-dioses (en
griego Amonrasonther) es una denominación corriente del dios su
premo.
Pero los honores reales no están limitados a Amón. Junto a él
aparecen muy pronto una serie de divinidades con el mismo título
de «rey de los dioses» o «rey de los dos países». El dios del sol Re
ya es descrito en los Textos de las Pirámides como rey del Más
Allá, sin que lleve directamente el título de rey. A la cabeza de su
corte está el dios lunar Thot como «visir» y desde el Reino Nuevo a
menudo también como «sustituto» de Re; el difunto quiere inte
grarse como «escriba» en el cuerpo de funcionarios del dios solar.
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
45. M. Sandman, The Gód Ptah, 1946, pp. 77 y 105, además E. Hornung, Das
Grab des Haremheb im Tal der Kónige, 1970, lám, 16b.
46. Harsiese: R. Hari, Horemheb, 1965, lám. LIX, líns. 19 ss., al mismo tiempo
como «dios supremo».
47. S. Hassan, Hymnes du Moyen Empire, pp. 106 s.; K. A. Kitchen, Or 29 (1960),
pp. 81-83.
48. Ejemplos en J. Assmann, Liturgische Lieder, p. 240 con notas 61 s.
49. Hieroglyphic Texts... Brit. Museunt III, lám. 28, n.° 1367 (Wnn-nfrw).
50. H. Kees en Bonnet, Reallexikon, pp. 249 s.; P. Kaplony, MIO 11 (1966), p. 152
con nota 80.
51. Kees presenta otros ejemplos (para Onuris, Upuaut y Min) en su colaboración
en Bonnet, Reallexikon, pp. 247-251; sin embargo él ve en esto rivalidades políticas, que
en el caso de Upuaut retrotrae a los inicios de la Historia.
52. Himno a Amón de El Cairo 1, 1 y 1, 5 s. Como «señor de señores» aparece en
Urk. IV 1898.
53. J .J . C lére,JEA 54 (1968), 137 E.
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EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
61. Aquí según la traducción en Le Page Renouf, Vorlesungen über Ursprung und
Entwicklung der Religión, 1882, p. 203. Le Page Renouf dedica al henoteísmo egipcio un
capítulo entero.
62. D er altágyptische Gótterglaube, especialmente vol II, 1891, pp. 88-91.
63. Die Religión der alten Ágypter, 1890, p. 8.
64. Morenz, Religión, p. 157; E. Winter en F. Kónig, Religionsiuissenschaftliches
Wprterbucb, 1956, pasaje 173 (para Akhenatón).
65. B. Meissner, Babylonien und Assyrien II, 1925, p. 48; H. Schmókel, Kulturge-
schichte des Alten Orients, 1961, pp. 274 y 296 ss.
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
66. La religión des anciens Égyptiens, pp. 54 s. Véase por lo demás, acerca del pen
samiento «prelógico» de los «primitivos» sobre todo, los escritos de Lévy-Bruhl.
67. MDOG 96 (1965), p. 8..Para su punto de vista, compárese en general el ensayo
aparecido allí «Mythologie und der gesunde Menschenverstand in Ágypten» y ya antes
Id., «Affinity and Difference between Egyptian and Greek Sculpture and Thought in the
Seventh and Sixth centuries B.C.», Proceedings o f the American Philos. Society 107
(1963), pp. 60-81.
68. Geisteshaltung, pp. 12 ss.
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EL U N O Y L O S M Ú L T I P L E S
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ORDENACIÓN Y ARTICULACIÓN DE L M U N D O DIVINO
72. Probablemente por primera vez en H. Schneider, Kultur und Denken der alten
Ágypter, 1907, luego con. más detalle G. van der Leeuw, Godsvoorstellingen, pp. 137 s.
(que rechaza ya una explicación político-geográfica), y E. Otto, «Die Lehre von den bei-
den Lándern Ágyptens in der ágyptischen Religionsgeschichte» en Studia Aegyptiaca I (=
Analecta Orientalia 17 [1938]), pp. 10-35.
73. Véase supra nota 70. La denominación «complementario» se introduce allí en
pp. 14 ss.
74. En H. Frankfort et al., Before Philosophy, Pelican Books, 1949, p. 54 (ed. cast.:
El Pensamiento Prefilosófico, México, 1954).
221
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES'
75. De entre la abundante bibliografía que existe al respecto he utlizado sobre todo
C. F. von Weizsácker, «IComplementaritát und Logik», Die Natunuissenschaften, 42
(1955), pp. 521-529 y 545-555 y Aage Petersen, Quantum Physics and The Philosophical
Tradition, Cambridge, Mass., 1968.
76. Con «revelación» nos referimos aquí a la aparición exclusiva de un dios a un
único creyente (véasé supra, pp. 118 ss.), con «¿parición» por el contrario, a la multitud
de formas posibles.
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82. En alemán Strahlenaton, figura del disco solar con rayos acabados en manos
que se despliegan sobre la familia real (N. de la T.).
83. M. Sandman, «Texts from the Time of Akhenaten», Bibl. Aegyptiaca 8 (1938), p. 7.
84. Ejemplos han presentado É. Drioton, ASAE 43 (1943), p. 42, nota 2 («sobera
no perfecto» en lugar de «dios perfecto» como título) y H. Kees, ZÁS 84 (1959), p. 61
(«sacrificio a Atón» en vez de «sacrificio a Dios»). Ver también L. V. Zabkar, JNES 13
(1954), p. 93 con nota 95 para el hecho de evitar el determinativo de divinidad.
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8
CONSIDERACIONES FINALES
Todo lo que hemos visto en los siete capítulos de este libro han sido
afirmaciones de seres humanos acerca de los dioses de Egipto. Ocu
rría en ocasiones que laS afirmaciones estaban revestidas en forma
de una comunicación del dios mismo, inspiradas por úna presencia
divina inmediata, pero siempre estaban recogidas en palabra e ima
gen por seres humanos y, con ello, expuestas a la ceguera en la cual
basan los egipcios la procedencia del ser humano (supra, pp. 139
s.). La pregunta por los dioses pasa, como toda cuestión histórica, a
través de los medios de la palabra y de la forma; un contacto direc
to con lós objetos de la cuestión no es posible. Pero un contacto
con estos objetos sólo podría significar una profunda conmoción.
Todas las preguntas tendrían que enmudecer en ese momento del
contacto con la divinidad; toda mirada quedaría cegada.
El contacto con el mundo de los egipcio >, desde la perspectiva
que sea, hace callar una pregunta: aquella por la existencia y la rea
lidad de estos dioses. La religión egipcia vive del hecho de que los
dioses existen y esta seguridad penetra todos los ámbitos de la vida
egipcia. Si eliminamos a jos dioses del mundo de los egipcios, en
tonces queda una cáscara oscura y deshabitada que no vale la pena
contemplar. Los dioses pertenecen a la realidad de Egipto y con ello
son para nosotros al menos una realidad histórica. Cuanto más cla
ramente los reconozcamos, más claro será para nosotros también el
ser humano, al que perseguimos en todas nuestras investigaciones.
Para reconocer las fuerzas operantes que determinan el mundo tan
unitario y cerrado de los egipcios, tenemos que preguntar por sus
dioses y utilizar todos los medios terminológicos para encontrarlos
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El U N O Y 105 MÚLTIPLES
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CONSIDERACIONES FINALES
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LÁMINAS
LÁMINAS
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Lám. II: El rey ante Hathor, Tumba de Tutmosis IV en el Valle de los Reyes.
Fotografía de A. Brack.
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LÁMINAS
Lám. IV: Figura divina del Amduat. Tumba de Sethi I en el Valle de los Reyes.
Fotografía de A. Brack.
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LÁMINAS
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ÍNDICE DE TÉRMINOS Y DIOSES
A. Indice de términos
Abydos: 24, 69, 72, 75, 87, 142, Amenofis II: 120, 12888
206 Amenofis III: 36, 129, 154, 211
Adriano: 82 Amor: 80, 124, 184 ss.
Agua: 6, 78, 113, 118, 153, 166, Amosis: 59
221 Andrógino/a: 92101, 154
Aguas: 76, 78, 137, 152, 153, 159, Ani: 49, 5 1 ,5 3 , 56, 127
164 Animal: 17, 18, 38, 39, 73, 95, 96,
Aire: 78, 127, 162, 185, 186 98, 99, 100, 105, 107, 108,
Akh: 214 110, 113, 115, 119, 127, 134,
Akhenatón: 28, 43, 52, 54, 137, 167, 179, 188, 196, 211, 226
151, 155, 159, 179, 186, 187, Ankhsheshonk: 51 63, 53, 9264
203, 206, 211, 219, 224 ss., 233 Ankhtifi: 195
Akkad: 112 Antropomorfismo: 38, 40
Alma: 41, 113, 121, 139, 185 Antonino Pío: 82
Altar: 228 Ardid de Isis: 84, 86, 143, 157
Amduat: 15, 38, 91, 107, 10724, Asiría: 11234
11028>29, 111, 11335-42-63, 12677, Assur: 66
82, 144, 145, 150, 194, 205 Astro del anochecer/amanecer: 79
Amenaza: 144, 149, 190, 191, 232 Astros: 79, 121, 136 .
Amenemes I: 51, 216 Atributo: 97, 98, 107, 110 ss., 122,
Amenemes III: 128 1 2 4 ,1 7 7 ,2 1 7
Amenemope: 49, 5163, 53, 191, Auxiliador: 196 s. '
1 9 5 ,1 9 8 Ba: 33, 44, 60 ss., 90, 113, 122,
Ámenofis I: 12676 127, 1 9 4 ,2 1 1 ,2 2 3
247
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
Babuino: 52, 104, 107, 116 Desnudez: 97, 98, 112, 159
Bandera: 36, 37, 38 Devorador de muertos: 67
Barba: 40, 97, 119 Diferenciación: 138 ss., 157 ss.,
Barca solar: 76, 113, 123, 147, 150, 170, 172, 180, 205 s., 209,
152 221, 233
Biografía: 57 Difuntos: 43, 58, 60, 79, 91, 100,
Brillo: 62 144, 146 s., 150, 185, 191,
Buitre: 46, 134 204, 2 1 0 ,2 1 3 ,2 1 5 , 228
Buto: 58, 71 Diodoro: 142
Dios de corte: 55, 206, 208
Campo de acción: 55, 154 ss. Dios de la ciudad: véase Dios local
Cansado de la vida: 86 Dios local: 46, 55, 57, 69, 72
Caos: 147, 149, 151 Dioses conceptuales: 75, 80
Carnero: 87, 90, 91, 96, 115, 116, Dioses del momento: 67
143, 157, 215 Dioses especiales: 67 10
Cerdo/a: 134, 136 Divinización: 117, 129
Cielo: 51, 67, 68, 75, 76, 78, 79, Dual: 42, 163
88, 104, 115, 121, 124, 136, Dualidad: 38, 201, 2 0 6 , 210
138, 143, 159, 162, 163, 164, Dualismo: 27
166, 174, 183, 185, 188, 191,
194, 198, 204, 210 sé., 221 Ebriedad: 143, 190
Cocodrilo: 76, 109, 116, 126, 150, Edfu: 123, 137, 13819, 145, 158
153 Elefantina: 69 s., 202, 208
Complementariedad: 163, 222 ss., Elementos: 67, 78
229, 232 Enéada: 50, 59, 6198, 7327, 83, 136,
Condenados: 67, 111, 127, 149, 168 205 ss.
Copto: 42 ss., 59 Envejecer: 133, 141 ss.
Coronas: 112, 121 Época de Amarna: 37, 43, 47, 54,
Corporación: 46, 205 137, 143 s., 151, 155, 165,
Creación: 65, 73, 76, 133, 137 s., 171, 209, 212, 214, 224 ss.,
145, 150 ss., 156 s., 159, 162 226, 227
ss., 167, 169, 180, 184 ss., 190, Escarabajo: 109
193, 197, 204, 211, 216, 233, Escarabeo: 35, 56, 109, 145, 187,
235 215
Creuzer, F.: 2 2 19 Escatología: 141, 152 ss.
Cuerpo de los dioses: 100, 104, 105, Escorpión: 100, 109, 116
107, 108, 112, 113, 1 1 9 ,1 2 6 Esfinge: 93, 113, 120
Culto: 36 ss., 41, 53 s., 69 s., 74 s., Esna: 69, 147
78 s., 81 s., 90, 98, 117, 126, Espacio: 155, 156 s., 162 s., 167,
128 s., 139, 154, 168, 172, 170, 176
188, 189 s., 192, 203, 206 ss., Estandarte: 37, 96, 98
212, 216, 232 s. Estatua: 102, 107, 113, 128 s., 130,
Culto a los animales: 126 s. 2 1 2 ,2 2 8
Culto a los árboles: 38, 41, 73, 107, Estrella polar: 79
10721, 117 Estrellas: véase Astros
Eternidad: 137
Decanos: 67 Etimología: 40 ss., 66
Deir el-Bahari: 105 Exclusividad: 43
Deir el-Medina: 86 Extranjero: 155, 167, 209
Delta: 70, 71, 74, 134
Demonio: 7954, 107, 110, 111, 123 Faldellín: 111
Demótico: 52, 137, 213 Festival: 189 s.
Dendera: 105, 121 Festival Sed: 173
248
ÍNDICE DE T É R M I N O S Y DIOSES
249
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
Luna: 52, 67, 76, 78, 116, 117, Mundo Inferior: véase Más Allá
134, 136
Luz: 186 Nacimiento: véase Surgir
Nagada: 96 s.
Madre: 134, 136 s., 147, 158 s. Náufrago: 56, 118 ss., 183, 187 s.
Magia: 75, 84, 86, 157, 159, 192 Neferirkare: 187
ss., 219 Nefertari: 90 s.
Mangosta: 80 Neolítico: 95
Mann, Th.: 19, 123, 145, 170 Nilo: 69 s., 76 ss.
Mar: 76 Niño: 112, 134 s., 142, 150, 154
Más Allá: 110, 114 ss., 124, 136, Noche: 80
150, 154, 155 s., 160, 164, 168 Nombre: 65 ss., 95, 100, 104, 109,
s., 175 s., 180, 190 ss., 194, 111, 113, 115, 117, 119, 126,
196, 207, 210, 212, 214 1 2 7 ,1 2 9
Mediador: 124, 127, 212, 228 Nombres personales: 42 ss., 69, 74,
Menfis: 69, 126, 202, 203, 226 187
Mendes: 90 Nomo: 70, 96, 98
Menes: 102, 214 No-ser: 65, 147, 150, 153, 159 ss.,
Merikaré: 53, 127, 156 s., 192, 194, 164 ss., 172, 180 s., 190, 197,
212 2 3 3 ,2 3 5
Merneptah: 120, 129, 153 Nubia: 154, 209
Mesopotamia: 112, 113 Números: 201 s.
Metáfora: 79
Meta-lenguaje: 109, 118, 236 Océano primordial: 137, 147, 150,
Micerino: 10721, 205 156, 164, 166 ss.
Miedo: 80, 124, 183 Ogdóada: 81, 202, 204, 207
Mito: 82, 84, 87, 130, 130100, 133 Ojo de Dios: 139 s.
s., 138, 143, 144, 190, 204, Ojo de Horus: 197
2 1 9 ,2 2 1 ,2 3 7 Ojo solar: 121, 143
Momia/momificación: 35, 90 s., Omnipotencia: 154, 157, 180
100, 147, 168 Oráculo: 126 s., 178
Monarca (véase Rey): 41 s., 44 s., Oriente próximo: 44
59, 62, 71, 76, 84, 128 ss., 137, Orion: 79
144, 157, 167, 173, 177, 178, Ornato real: 37, 131
187, 190, 194, 195 s., 199,
203, 210 s., 216 s., 228 Padre: 134, 136 ss., 158 s.
Monismo: 27 Padres de la Iglesia: 18
Monolatría: 218, 223 Pájaro: 78, 98, 100, 107 s., 113 s.,
Monoteísmo primitivo: 2 6 ,5 7 ,1 3 9 s. 116
Montaña: 207 Palabra creadora: 128, 138, 145,
Monumento de la teología menfita: 157, 186, 188, 193 s.
13819, 175 Paleta «del campo de batalla»: 96 ss.
Morgenstern, Chr.: 236 Paleta de Narmer: 96, 99, 101, 113,
Mortalidad: 119, 141 s., 145 ss., 210
1 5 1 ,1 6 3 ,1 6 9 Panteísmo: 25, 27, 54, 115 ss., 126,
Muerte: 79, 86, 91 s., 137 s., 141 s., 1 5 8 ,2 3 2
144 ss., 149, 151 s., 163, 167 Papel (de un personaje): 69 ss., 73,
ss., 177, 203, 229, 235 75 s., 81, 83, 91, 94, 95, 111,
Muertos: véase Difuntos 115, 121, 123, 131, 136, 145,
Mundo anterior a la Creación: 81, 149, 159, 177 s., 192, 194
138, 151, 159, 161 ss., 167 ss., Papiro real de Turín: 144, 156, 179,
180, 184 ss., 235 214
250
ÍNDICE DE T É R M I N O S Y DIOSES
251
EL U N O Y LOS MÚLTIPLES
159, 162 s., 167 s., 178, 183, Tutmosis III: 12 887>” , 178
185,188,194, 203,205 ss. Tutmosis IV: 1 2 0 ,1 4 0
Tinieblas: 81, 129, 156 s., 159, 164,
166 s. Unamón: 155
Topografía cultual: 207 s. Unidad: 158, 163, 172, 233 s.
Toro: 104, 126 s., 205 Ureo: 107, 226
Trascendencia: 29, 155 s-, 171, 172 Uroboros: 153 s., 165 s.
ss., 206, 216, 223
Tríada: 202 s. Vaca: 78, 98, 100, 102, 105, 107
Tribunal de los muertos: 51, 91, Varita mágica: 60, 10724
149, 159 s., 165, 190 Vestimenta: 37, 98, 111
Trinidad: 203 Vida: 111, 137 s., 141, 144, 150,
Tumbas reales: 90, 10520, 144, 177 156, 162, 167 ss.
Tutankhamón: 82, 128, 14333, 153, Vino: 169, 188, 190 s.
203, 229,
Tutmosis I: 122, 144 Zoolatría: 38, 40, 81, 96, 126
B. índice de dioses
Akhti: «Aquel del horizonte», denominación del dios del sol cuando aparece en
el horizonte (véase también Harakhti), 44.
Aker: Antigua personificación de la tierra y con ello también del Mundo Infe
rior. Aparece como lengua de tierra con cabeza humana; la representa
ción que tiene cabeza humana a ambos lados se elabora también como
doble león o esfinge doble. Como guardián de la entrada y salida del
Mundo Inferior, es amenazador o también benéfico para difunto, 78 (véa
se C. de Wit, Le role et le sens du lion dans l’Égypte ancienne, 1951, pp.
91-106).
Amaunet: «La oculta», paredro femenino de Amón, pero con una realidad pro
pia en el culto, 81 s., 202 (véase Amón).
Amón: «El oculto», representado con una alta corona de plumas y, a menudo,
también con la figura itifálica de Min, además de como carnero o ganso.
Su culto se constata primeramente en el nomo tebano, pero ya se le men
ciona antes como divinidad primordial y más tarde pertenece al sistema de
la ogdóada de Hermópolis. Desde el 2000 hasta el 1360 a.C. es la divini
dad principal y reúne todas las características del creador y del preservador
del mundo, 53 s., 61 s., 65, 71 s., 75 s., 79, 81 ss., 87 ss., 93, 115, 117,
120, 122 ss., 128, 137 s., 140, 154 s., 158, 176, 178 s., 1 8 6 ,1 9 3 ,1 9 6 , 202
ss., 206 s., 211, 213 s., 217, 224 s., 228 s., 232, 234 (véase K. Sethe, Amun
und die Acht Urgótter von Hermopolis, 1929; E. Otto y M. Hirmer, Osiris
und Amun, 1966).
252
ÍNDICE DE T É R M I N O S V DIOSES
Amón-Re: 88 ss., 92 s., 117, 128, 183, 211, 213, 215, 217.
Anedyti: «El de Anedyt» (noveno nomo del bajo Egipto), muy pronto asimila
do a Osiris, que quizá tome de él el cetro y el látigo como atributos de so
beranía, 71.
Anti: Leído ahora Nemti «el caminante», dios en forma de halcón del decimo-
segundo nomo del Alto Egipto, 45, 8058 (véase O. D. Berlev, «Der Falke im
Boot», Vestnik Drevnej Istorii 1/107 [1969], pp. 3-30 [ruso]).
Anubis: «Perrito» (?), el dios responsable del embalsamamiento, al mismo tiem
po señor de la necrópolis. Representado como un cánido negro («chacal»)
o con la figura compuesta de «cabeza de perro» y cuerpo humano, 44 s.,
66, 82, 107, 115 s., 173.
Anukis: Diosa con forma humana, con una corona de plumas. En el Reino Me
dio se une con Khnum y Satis en la tríada de Elefantina. Su animal sagrado
es la gacela, 69, 202.
Apis: Toro adorado desde el Dinástico Temprano en Menfis, que más tarde es
considerado una forma o el «mensajero» del dios Ptah y garantiza la ferti
lidad del país. El toro Apis tiene un dibujo particular en la piel y lleva el
disco solar entre los cuernos; en ocasiones también es representado como
ser humano con cabeza de toro, 5163, 104, 119, 126.
Apofis: El enemigo serpentiforme del dios del sol, que debe ser rechazado una y
otra vez de la barca solar y encama con ello la constante amenaza al or
den, 75, 147 ss., 153, 157, 165, 193 s.
Ash: A menudo con el título de «Señor de Libia», dios del desierto occidental.
Aparece en forma humana o con cabeza de halcón, y en raras ocasiones
también con la cabeza del animal Seth, 104.
Atón: «Disco solar», sólo venerado como divinidad en el Reino Nuevo y pro-
movido bajo Akhenatón como dios único y exclusivo. Representado pri
meramente con cabeza de halcón, después como disco solar cuyos rayos
acaban en manos, 43, 54, 137, 151, 155, 159, 172, 186 s., 203, 212, 224
ss.
Atum: «El indiferenciado», ser primordial y creador del mundo al mismo tiem
po. Colocado en la mitología al principio de la enéada de Heliópolis, más
tarde venerado como manifestación del atardecer del dios del sol universal
y representado siempre en forma puramente humana, 65 s., 75 s., 83 s.,
89, 92 s., 7539, 1 0 4 ,11641, 136 s., 140, 150, 152, 173, 174, 205, 21657.
Bat: Diosa del séptimo nomo del Alto Egipto, con su manifestación en forma
de vaca, estrechamente relacionada con Hathor, 98 (véase H. G. Fischer,
«The Cult and Nome of the Goddes Bat», JARCE 1 [1962], pp. 7-23 y 2
[1963], pp. 50 s.).
Bes: Término general para varios dioses enanos con caras grotescas, a menudo
con una corona de plumas o con melena de león. Actúan de forma benéfi
ca, rechazando las desgracias, especialmente durante el parto, 110, 15798
(véase F. Ballod, Prolegomena zur Geschichte der zu/grghaften Gótter in
Ágypten, 1912).
Dios Creador: Pueden ser las divinidades más diversas, especialmente el dios
solar. A menudo permanece anónimo, 65, 75, 79, 89, 111, 117 s., 128,
131, 138 ss., 147, 155 ss., 159, 161 s., 172, 180, 184, 193 s., 197, 210 y
211 , 221 .
Dios del grano: En egipcio Nepri, representado con forma humana, 51.
Dios del sol: Pueden ser muchos dioses egipcios, en particular Re, Atum, Amón
y manifestaciones de Horus. Incluso Osiris aparece en el Reino Nuevo
como figura nocturna del dios solar. A menudo no queda definido a qué
253
El U NO V IOS MÚLTIPLES
dios solar se están refiriendo, 42 ss., 49, 67, 68, 78, 80, 83, 84, 9592, 86,
87, 89, 105, 106, 108, 111, 11441, 119, 128, 130, 131, 132, 137, 145,
146, 148, 150, 151, 153, 154, 155, 161, 163, 168, 172, 182, 187 s., 190,
195, 196, 200, 203, 204, 224, 228 s., 242.
Diosa del oeste (Imentet): Diosa funeraria con el signo jeroglífico para «Oeste»
sobre la cabeza, en la mayoría de los casos, manifestación de Isis o Hatbor.
109, 11231.
Dioses primordiales: Dioses o parejas divinas que encarnan categorías del mun
do anterior a la creación. En Hermópolis ordenados en el sistema de la
«ogdóada» (cuatro parejas), a la que pertenecen sobre todo Nun y Kuk,
más tarde también Amón: 65, 80 s., 140, 145, 151, 204, 207, 235.
Dyebauti: «El de Dyebaut», dios adorado en Buto con forma de garza, 71.
Geb: Dios de la tierra, pero con rasgos universales como Aker; Geb es al mis
mo tiempo juez y «príncipe hereditario» o «padre» de los dioses, especial
mente de Osiris. Representado en forma puramente humana (véase Nut),
67 s., 78, 87, 104, 109, 136 s., 144, 152, 205, 214.
Grh (Gereb): «Noche», junto con su paredro femenino Gerípet, pareja divina
documentada de forma aislada y tardía, 80.
Hapi: «Inundación» del Nilo, encarnación de las fuerzas fecundas que son inhe
rentes al Nilo, y por ello representado con cuerpo acentuadamente obeso,
pero de manera antropomorfa, 5163, 76, 104, 137 (véase A. de Buck, «On
the meaning of the Ñame HCPJ», Orientalia Neerlandica [1948], pp. 1-22).
Harakhti: «Horus del horizonte», forma del dios solar durante el día, aparece
como halcón o como hombre con cabeza de halcón y disco solar, 92 s.,
13.815, 173, 203, 225 s.
Harmakis (?): «Horus en el Horizonte» la denominación divina de la Gran Es
finge de Giza, 92 s., 120.
Harpócrates: «Horus niño», manifestación de Horus especialmente popular en
la Época Baja como niño amenazado, pero salvado de todas las asechan
zas, 112, 134.
Harsafes: «Aquel (que está) sobre su lago», dios creador en forma de carnero,
que era adorado sobre todo en Heracleópolis, 71, 2 0 6 16, 215 (véase T. G.
H. James, Hefianakhte Papers, 1962, pp. 122 ss.).
Hatbor: «Casa de Horus», probablemente la diosa egipcia más universal, con
marcados rasgos maternales, pero como «ojo» del dios solar, también fatal
para todo enemigo, adorada además como diosa de los muertos, especial
mente en Tebas. En la mayoría de los casos es representada como mujer con
cuernos de vaca y disco solar o completamente como vaca, además de como
leona, serpiente, diosa árbol, etc., 45, 48, 5163, 59, 98, 105, 10520, 107,
121, 1366,7 (véase S. Allam, «Beitráge zum Hathorkult», MÁS 4 [1963]).
Hatmehit: «La que preside los peces», diosa principal del nomo de Mendes en
el Delta, representada como pez o como mujer con el símbolo para pez, 78
{véase I. Gamer-Wallert, «Fische und Fischkulte im alten Ágypten», Ág-
Abh 21 [1970], pp. 98 ss.).
Heket: Diosa en forma de rana, con funciones de ayuda en el parto y benéficas
en general, como divinidad primordial, a menudo compañera de Kbnum.
Los lugares de culto más importantes están en el Egipto Medio, 109.
Hijos de Horus: Los cuatro dioses protectores del difunto y de sus entrañas,
136, 204.
Heka (Hike): «Magia», personificación en forma humana de esta fuerza crea
dora, venerada también en el culto desde antiguo, sobre todo en el Delta. A
menudo, acompañante del dios del sol, 75 s.,' 86, 159, 193 (véase H. te
254
ÍNDICE DE T É R M I N O S Y DIOSES
Velde, «The God Heka in Egyptian Theology», JEOL 21 [1970], pp. 175-
186).
Horus: «El lejano» (?), antiguo dios real y del cielo, a cuya naturaleza son asi
milados una serie de dioses con forma de halcón. La estrecha unión con el
dios del sol y más tarde con Osiris/Isis le coloca en una multitud de rela
ciones nuevas y pone el énfasis ante todo en su aspecto batallador y juve
nil, 42, 45 s., 51, 5163, 72, 7849, 79, 8267, 8373, 84, 89, 9 2 " - 10°-10\ 93, 98,
104, 115, 120, 123, 130 s., 134 ss., 140, 144, 14544, 146, 149, 155, 163,
173, 173156, 177, 194, 19648, 197, 198, 201 s., 204, 205 ss., 209, 213 ss.,
214, 226.
Hu: Personificación de la «palabra» con la cual el creador llama a la vida a las
cosas. Junto con Heka y Sia, una de las tres fuerzas creadoras, que acom
pañan constantemente al dios solar, pero sin veneración en el culto, 75,
193.
Huh: «Infinito», junto con su paredro femenino Hauhet, una de las cuatro pa
rejas divinas primordiales de Hermópolis, 65, 202 (véase K. Sethe, Amun
und die Acht Urgótter von Hermopolis, 1929).
Input: «Perra» (?), complemento femenino del dios de la embalsamación Anu-
bis, con culto propio en el nomo diecisiete del Alto Egipto, 83, 202.
Ishtar de Nínive, 154.
Isis: Escrita con el signo «sede del trono», esposa-hermana de Osiris y madre
de Horus, al que protege de todo peligro en su calidad de diosa versada
más que ninguna en la magia. Representada la mayoría de las veces como
mujer con el signo del trono en la cabeza, pero, a causa de sus combinacio
nes con otras diosas, también en otras innumerables formas, como «multi
forme» por antonomasia, 3615, 42, 5163, 61, 78, 83 ss., 8375, 90, 10520,
116, 11644, 121« , 134, 1341, 1366' 7, 13818, 140, 14027, 142 s., 14539-44,
157, 15797, 173, 173159, 18 926, 194, 19854, 201 s., 206, 21236 (véase M.
Münster, «Untersuchungen zur Góttin Isis», MÁS 11 [1968]; J. Bergmann,
Ich bin Isis, 1968).
Iusaas: «Ella viene, ella es grande», venerada como compañera de Atum y repre
sentada como mujer con un escarabeo en la cabeza, 70, 73 (véase J. Van-
dier, «lousáas et (Hathor)-Nébet-Hétepet», RdE 16 [1964] a 20 [1968]).
Jrj (Iri): «Hacer», adorado desde el Reino Nuevo como una de las fuerzas crea
doras auxiliares, 75.
Khateri: «Mangosta», manifestación del Horus solar, 80 (véase E. Brunner-
Traut, «Spitzmaus und Ichneumon ais Tiere des Sonnengottes», NAWG 7
[1965]).
Khededu: el dios de la pesca, sólo atestiguado desde el Reino Nuevo, 6711.
Khefthernebes: «La que está enfrente de su señor», encarnación de la necrópo
lis tebana, documentada en las dinastías XVIII-XXI, 73.
Khentamentiu: «El que preside a los Occidentales», antigua divinidad funeraria
(los «Occidentales» son los muertos) y señor con forma de perro de la ne
crópolis de Abidos. Después del Reino Antiguo, Khentamentin es ya sólo
un epíteto del dios de los muertos universal, Osiris, 71 (véase E. Meyer,
ZÁS 41 [1904], pp. 97-107).
Khepri: «El que llega a la existencia», forma matinal del dios solar, representa
do en la mayoría de los casos como escarabajo, más raramente como ser
humano con un escarabajo por cabeza, 84, 92 s., 109, 145, 173.
Khnum: Dios con cabeza de carnero, adorado desde el Dinástico Temprano, y
que extiende su influencia sobre todo en la región de la catarata de Elefan
tina. A partir del Reino Nuevo y después se adora allí a. Khnum y las dos
255
El UNO Y L OS MÚLT I PLE S
diosas Satis y Anukis como tríada, 44 s., 48, 5163, 53, 55, 59, 67, 69 s., 89,
130, 13818, 173153, 202 (véase A. Badawi, Der Gott Khnum, 1937).
Khonsu: «El caminante», dios de la luna con forma humana, con el signo lunar
en la cabeza. Como «niño» de la pareja divina Amón/Mut, lleva además la
trenza juvenil, 67, 134, 14437, 172, 202.
Kuk: «Tinieblas», con su paredro femenino Kauket una de las cuatro parejas
divinas primordiales de Hermópolis, 65, 8055, 202 (véase como en Hub).
Maat: Como mujer con una pluma en la cabeza, personificación del «orden en
el múndo» que fue establecido en la creación; es considerada hija del crea
dor (.Re), tiene un culto extenso y desde antiguo aparece también en la for
ma doble de «las dos Maat», 45, 73 s., 7327-28, 7430, 86, 109, 11232, 117
ss., 214 (véase C. J. Bleeker, De beteekenis van de egyptische godin Ma-a-
at, 1929).
Mafdet: «La corredora», diosa violenta en forma de felino, pertenece a las fuer
zas protectoras que se encuentran en el séquito del rey, 80 (véase W. Wes-
tendorf, «Die Pantherkatze Mafdet», ZDMG 118, 1968, pp. 248-256).
Mahes: «León furioso», dios con forma de león, venerado sobre todo en el Del
ta, 173 (véase C. de Wit, Le role et le séns'du lion dans l’Égypte ancienne,
1951, pp. 230-234).
Meresger: «Ella ama el silencio», diosa protectora de la necrópolis tebana, con
forma de serpiente especialmente venerada en la cumbre de la montaña que
domina dicha necrópolis, 207 (véase Bruyére, Mert Seger a Deir el Médi-
neh [1929/30]).
Min: Venerado en la prehistoria en forma de fetiche, en época histórica es re
presentado con figura humana con el pene erecto. Es señor de la potencia
engendradora y protector de la pistas del desierto; en el festival de Min se
renueva la fertilidad del país. Akhmin y Coptos son considerados los prin
cipales lugares de culto, 45, 59, 66, 97, 102, 112, 116 [véase C. J. Bleeker,
Die Geburt eines Gottes, 1956).
Mnevis: Documentado desde el Reino Nuevo como toro sagrado de Heliópolis,
como manifestación y «heraldo» del dios del sol. En ocasiones se presenta
del color rojo característico de este dios, 5163 (véase E. Otto, Beitrage zur
Gescbichte der Stierkulte* 1938, pp. 34-40).
Montu-. «El salvaje» (•?), antigua divinidad principal de la región de Tebas, ve
nerado en el Reino Nuevo sobre todo como dios de la guerra, cuyo papel
adopta el rey al luchar. Representado la mayoría de las veces en forma de
halcón, con el disco solar y plumas sobre la cabeza, 47, 70, 128, 130.
Mut: «Madre», representada como buitre o como diosa con la doble corona y
venerada en Tebas como esposa de Amón. A través de la estrecha unión
con diversas diosas, Mut, en principio poco importante, alcanza rasgos
más universales, 5163, 92101, 1367, 202.
Nebethetepet: «Señora del Sacrificio», manifestación de Hatbor adorada espe
cialmente en Heliópolis, 70.
Nefertum: Encarnación del loto primordial, representado como dios con la flor
de loto en la cabeza, también como niño solar sobre la flor. En Menfis for
ma una tríada junto con Ptah y Sekhmet, 109, 171, 202.
Neftis: «Señora de la casa», de figura antropomorfa y sólo en ocasiones venera
da sin relación con su importante hermana Isis, 42, 90, 109, 134, 136,
142, 201, 205.
Neith: «La terrible» (?), diosa con atributos en forma de armas (flechas y escu
do) en la mano o sobre la cabeza. Diosa primordial (a menudo andrógina)
y fuerza protectora del monarca; principales lugares de culto en Sais y
256
Í N D I C E DE T É R M I N O S Y DIOSES
Esna, 3614, 44 s., 47 s., 5163, 70, 78, 9 1 m , 97, 102, 136, 147 (véase S.
Schott en Beitrage, supl. 8, 1969, pp. 123 ss.).
Nekhbet: «La de Nekheb (Hieracórapolis)», diosa protectora del monarca pro
cedente del Alto Egipto, con forma de buitre. Su principal lugar de culto es
El Kab, 4651, 71, 134 (véase M. Werbrouck, Fouilles de El Kab II, 1940,
pp. 46 ss.).
Nemti (antes leído Anti): «El caminante», dios en forma de halcón del décimo
segundo nomo del Alto Egipto, 45, 80S8.
Nun: Personificación del océano primordial del que ha surgido todo, y por ello
«padre de los dioses», del que el sol sale cada día de nuevo. Junto con su
complemento femenino Naunet, es la más importante de las cuatro parejas
divinas primordiales de Hermópolis, 23, 65, 137, 139, 14027, 14231, 150,
152, 162120, 164, 164123, 167 ss., 19337, 202 (véase Kuk).
Nut: La antigua diosa del cielo, la cual, en las representaciones, se inclina sobre
el dios de la tierra, Geb. Da a luz y devora a todos los astros pero también
acoge, protectora, al difunto, 67 s., 87, 104, 112, 136, 204 s., 221.
Onuris: «Aquel que trae a la lejana», antiguo dios cazador, venerado en forma
humana, con cuatro plumas en la cabeza. Su reino es el desierto en el con
fín del mundo; de esta «lejanía» es de donde trae de vuelta al ojo solar, 215
(véase H. Junker, Die Onurislegende, 1917).
Osiris: El dios violentamente asesinado, representado de manera antropomorfa
con cuerpo no articulado. Sus atributos, el cayado y el látigo, apuntan a
una antigua relación con la realeza y el pastoreo, y a ello se unen rasgos
propios de la naturaleza, analogías del morir y revivir de ésta. Pero el as
pecto principal de esta divinidad, sobremanera compleja, permanece como
el de un soberano de los muertos. Abidos se convierte pronto en su lugar
principal de culto, 37, 51, 53, 66, 71 s., 79, 85, 87, 90, 91 s., 111 s., 117,
123, 134, 136, 141 s., 144 ss., 152 s., 160, 168, 173, 177 ss., 197, 202,
206 ss., 213 ss., 217, 225, 232 (véase J. G. Griffiths, «The Origins of Osi-
ris», MÁS 9 [1966]).
Pakhet: «La despedazadora», diosa con forma de leona, que era venerada a la
entrada de un valle del desierto del Egipto Medio, pero que también ganó
importancia para la corte y la creencia en el Más Allá, 71, 80, 215 s.
Ptah: Figura antropomorfa, con cuerpo no articulado y un casquete en la cabe
za; en Menfis, tempranamente relacionado con Sokaris, Tatenen y Apis.
Venerado principalmente como dios creador y patrono de toda actividad
artesanal, 45, 53 ss., 57, 59, 66 s., 75, 78, 92, 102, 112, 117, 120, 126,
137, 1 4 0 ,1 4 4 ,1 5 8 , 173, 176, 179, 187, 198, 202 ss., 208, 214 s.
Ret: A menudo también Rattaui, «Rat de los dos países», construcción femenina
paralela al dios solar Re. Representada como diosa con cornamenta de vaca
y disco solar, disfruta de una veneración propia dentro del culto, 82, 202.
Re: El nombre principal y generalizado del dios del sol, unido de manera sin
crética con muchos dioses, representado la mayoría de las veces en forma
humana y venerado sobre todo como creador y preservador del mundo. En
su barca recorre de día el cielo y de noche el Mundo Inferior. Heliópolis se
convirtió temprano en lugar de culto predilecto, 45, 50, 53 ss., 57, 66 s.,
82, 87 ss., 108, 116 s., 128 s., 130, 136, 140, 143 ss., 151, 153, 155, 173,
176 s., 179, 1 83 ,1 9 3 , 202, 203 ss., 208, 211, 213 ss., 217, 225 s., 228.
Re-Atum: 89, 92.
Renenet: «La que alimenta», diosa del destino, mencionada en la mayoría de
los casos junto con Shai, 51153 (véase S. Morenz, Untersucbungen zur Rolle
des Schicksals in der agypt. Religión, ASAW [1960]).
257
EL U N O Y L OS MÚLTIPLES
258
ÍNDICE DE T É R M I N O S Y DIOSES
custre del Fayum, 45, 76, 89, 109, 136 (véase C. Dolzani, II dio Sobek,
1961).
Sokaris: Dios de la artesanía y de los muertos venerado en Menfis. Ya estrecha
mente relacionado con Ptah en el Reino Antiguo, más tarde también lo es
taría con Osiris. Representado como halcón o con cabeza de halcón y cuer
po sin articular, 59, 82, 117, 12161, 202, 225.
Sokaret: Complemento femenino de Sokaris, documentada en el ritual de ente
rramiento, 82, 202.
Sotis: La estrella Sirio, venerada pronto como portadora de la inundación del
Nilo. Vista con figura antropomorfa o como vaca, a menudo como mani
festación de Isis, 78, 92101, 93.
Tatenen: «Tierra levantada», encarnación de la colina primordial y a partir de
allí de la tierra, relacionado tempranamente con Ptah en Menfis, también
como Ptah-Tenen. Representado on figura antropomorfa, con cabeza de
carnero y corona de plumas, 78, 84.
Tefnut: Forma junto con Shu la primera pareja, engendrada de manera asexual
por Atum. Ambos son también imaginados como pareja de leones y Tefnut
aparece además como ojo solar, 136, 159, 205.
Thot: Dios de la luna, mensajero de los dioses y dios de la escritura, además ár
bitro en la disputa entre Horus y Seth. Sus principales lugares de culto son
dos ciudades en el Egipto Medio y en el Delta llamadas Hermópolis en
griego; las manifestaciones preferidas, íbice y babuino, 45, 50, 51 63, 52,
5671, 67, 75, 107, 116, 127, 143 s., 172 s., 188, 201, 213 s., 217.
Tueris: «La grande», popular diosa protectora, representada en innumerables
amuletos, la guardiana, junto con Bes, del parto y del lecho de la partu
rienta. Representada como hipopótamo negro, con zarpas de león y rabo
de cocodrilo, en ocasiones también con cabeza humana, 110, 116 (véase
P. Boylan, Thoth, the Hermes ofEgypt, 1922).
Unut: «La veloz», diosa originalmente serpentiforme del Egipto Medio (Her
mópolis), más tarde interpretada como liebre, 80.
IJpuaut: «El que abre los caminos», dios con figura de chacal, venerado espe
cialmente en Assiut, relacionado con el culto a Osiris, 45, 209, 215S1.
Uadyet (Uto): «La de color del papiro», diosa protectora del Bajo Egipto con
forma de serpiente, representada también con cabeza de leona y adorada
sobre todo en Buto, 4651, 134, 19132 (véase J. Vandier, «Oudjet et l’Horus
léontocéphale de Bouto», Monuments Fondation Piot 55 [1967], pp. 7-75).
Urethekau: «La rica en magia'», epíteto de diferentes diosas, especialmente de
Sekhmet, pero en ocasiones también como diosa independiente, con forma
de serpiente o cabeza de leona, 8268.
Yamm: Personificación semita del mar, 7643.
259
ÍNDICE GENERAL
Contenido ..................................................................................... .. 7
P refacio.............................. ........................................................ 9
Abreviaturas.............................................................................. 11
Cronología .............................................................. ................................ 15
3. N o m bres y c o m b in a c io n e s d e d i o s e s ................................ 65
Generalidades........................................................... ....................... 65
Personificaciones .............................................................. ............ 73
Construcciones femeninas paralelas ....................................... 81
Multiplicidad de nombres y jerarquía deé s t o s .................... 83
Sincretism o........................................................................................ 88
261
EL U N O Y L O S M Ú L T I P L E S
262
299 . 31 HBlGe . E 1999 c. 1
Homung, E r i k : E l uno y
1 os m - l t i p l es i
c o n c e p c io n e s e g i p c i a s de
l a d i v i n i d a d E r i k Hornung
; t r a d , J u l i a Garc&a
BTEO
Erik Hórnung