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Universidad Autónoma de San Luis potosí

Unidad Académica Multidisciplinaria Zona Huasteca

BIOLOGÍA MOLECULAR

6° SEMESTRE

“EL CICLO CELULAR Y EL CANCER”


MC. Carolina Eugenia Gil Solís

Alumno: Erick Carrillo Ortiz


El cáncer o neoplasia, son un grupo de enfermedades genéticas en donde se
desarrolla una porción anormal de tejido o tumor maligno, que se caracteriza en
especial por una alta proliferación celular, pérdida de diferenciación en las células
afectadas (anaplasia), invasión al tejido adyacente e invasión a distancia a otros
órganos o tejidos (metástasis), generando nuevos focos tumorales que ocasionan la
muerte del paciente. Se han descrito otro tipo de tumores conocidos como benignos,
que por lo general se caracterizan por una alta proliferación, pero a diferencia de los
malignos, no son anaplásicos, no invaden tejidos adyacentes, ni son metastásicos.

Se estima que entre 5% y 10% de todos los casos de cáncer pueden estar asociados
con predisposición hereditaria, consecutiva a mutaciones germinales altamente
penetrantes de varios tipos de genes. Aunque el paradigma de estas alteraciones está

representado por trastornos en el gen supresor RB1, ahora se conocen además de los
genes supresores de tumores y oncogenes, otras clases de genes que también están
involucrados en la predisposición hereditaria; algunos que participan en la reparación
del DNA, el ciclo celular, en la angiogénesis, la apoptosis; además de polimorfismos
de genes que intervienen en el metabolismo de carcinógenos; implicando una gran
variedad de mecanismos moleculares. Como la susceptibilidad abarca todos los tipos
de cáncer, el total de casos representa muchas formas diferentes, en las cuales la
enfermedad se puede desarrollar en personas susceptibles.
El cáncer es una enfermedad compleja en donde las alteraciones genéticas resultado
de mutaciones en una célula somática diferenciada o en una célula madre, ocasionan
un cambio continuo caracterizado en especial, por una alta proliferación, inestabilidad
genómica, inmortalidad celular, invasión y metástasis. Hasta hace unos años se
consideraba que esos cambios eran los únicos asociados el origen y desarrollo
neoplásico, además, se creía que los tumores estaban formados exclusivamente por
células tumorales. Ahora es claro que esta observación reduccionista de los tumores y
del origen y desarrollo de las neoplasias, es incompleta. Se sabe ahora que los
tumores son heterotípicos y se conocen a lo menos seis procesos celulares que al
estar alterados se relacionan con el cáncer.

Uno de los procesos cancerígenos es evadiendo la supresión del crecimiento. Las


células cancerosas deben superar los procesos de control del crecimiento, los cuales
por lo general están
asociados a genes
supresores. Se sabe
que en 60 y 40% de los
tumores, están mutados
dos de los principales
genes supresores TP53
y Rb, esto permite a los
tumores evadir el
control de crecimiento.
Otro factor de control
que suprime el crecimiento es la inhibición por contacto. En los tumores este
mecanismo no existe y se han descrito en ellos mutaciones en algunos de los genes
asociados a este proceso como en el gen NF2 que produce la proteína merlin o en el
gen LKB1. También se han informado en diversas neoplasias y permiten que los
tumores evadan los procesos de control de crecimiento.

En términos generales, en las estrategias instrumentadas contra el desarrollo del


cáncer, el efecto que produce la mayoría de los agentes antineoplásicos es daño al
ADN, al aparato mitótico, a las topoisomerasas, o inhiben la síntesis o incorporación
de precursores del ADN. El éxito de estos agentes en la muerte selectiva de las
células cancerosas varía principalmente en función del tipo de cáncer. Algunos
cánceres son sensibles a estos agentes y son curables (leucemia linfoblástica aguda y
cánceres de células germinales), mientras que otros son relativamente resistentes y no
son curables (carcinoma de colon). Esta variabilidad de respuestas refleja la
especificidad celular ante los agentes anticancerígenos. En consecuencia, los puntos
de control del ciclo celular presentarán una buena opción para la aplicación de los
agentes quimioterapéuticos.

Uno de los supresores de


tumores más importante es la
proteína tumoral p53, que
desempeña un papel clave en
la respuesta celular al daño del
ADN. p53 actúa principalmente
en el punto de control G1,
donde bloquea la progresión del
ciclo celular en respuesta al
ADN dañado y otras
condiciones no favorables.

Cuando el ADN de una célula está dañado, una proteína activa a p53, que detiene el
ciclo celular en el punto de control G1, al activar la producción de un inhibidor del ciclo
celular. Esta pausa gana tiempo para la reparación del ADN, que también depende de
p53, cuyo segundo trabajo es activar las enzimas de reparación del ADN. Si el daño es
reparado, p53 liberará a la célula, lo que le permite continuar a través del ciclo celular.
Si el daño no es reparable, p53 desempeñará su tercer y último papel: activar la
apoptosis (muerte celular programada) para que el ADN dañado no sea heredado.

Las células cancerosas también son diferentes de las células normales en otras
maneras que no están directamente relacionadas con el ciclo celular. Estas diferencias
les ayudan a crecer, dividirse y formar tumores. Por ejemplo, las células cancerosas
adquieren la capacidad de migrar a otras partes del cuerpo, un proceso llamado
metástasis, y de promover el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, un proceso
llamado angiogénesis (que da a las células tumorales una fuente de oxígeno y
nutrientes). Las células cancerosas tampoco experimentan muerte celular
programada, o apoptosis, en las condiciones en que las células normales si lo harían
(por ejemplo, debido al daño del ADN). Además, investigación emergente demuestra
que las células cancerosas pueden experimentar cambios metabólicos que
contribuyen a un mayor crecimiento y división celular.

Las células tienen muchos mecanismos diferentes para restringir la división celular,
reparar los daños en el ADN y evitar el desarrollo de cáncer.

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